Lecturas de hoy Sábado de la 13ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 6 de julio de 2019
Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (27,1-5.15-29):
Cuando Isaac se hizo viejo y perdió la vista, llamó a su hijo mayor: «Hijo mío.»
Contestó: «Aquí estoy.»
Él le dijo: «Mira, yo soy viejo y no sé cuándo moriré. Toma tus aparejos, arco y aljaba, y sal al campo a buscarme caza; después me guisas un buen plato, como sabes que me gusta, y me lo traes para que coma; pues quiero darte mi bendición antes de morir.»
Rebeca escuchó la conversación de Isaac con Esaú, su hijo. Salió Esaú al campo a cazar para su padre. Rebeca tomó un traje de su hijo mayor, Esaú, el traje de fiesta, que tenía en el arcón, y vistió con él a Jacob, su hijo menor; con la piel de los cabritos le cubrió los brazos y la parte lisa del cuello. Y puso en manos de su hijo Jacob el guiso sabroso que había preparado y el pan.
Él entró en la habitación de su padre y dijo: «Padre.»
Respondió Isaac: «Aquí estoy; ¿quién eres, hijo mío?»
Respondió Jacob a su padre: «Soy Esaú, tu primogénito; he hecho lo que me mandaste; incorpórate, siéntate y come lo que he cazado; después me bendecirás tú.»
Isaac dijo a su hijo: «¡Qué prisa te has dado para encontrarla!»
Él respondió: «El Señor, tu Dios, me la puso al alcance.»
Isaac dijo a Jacob: «Acércate que te palpe, hijo mío, a ver si eres tú mi hijo Esaú o no.»
Se acercó Jacob a su padre Isaac, y éste lo palpó, y dijo: «La voz es la voz de Jacob, los brazos son los brazos de Esaú.»
Y no lo reconoció, porque sus brazos estaban peludos como los de su hermano Esaú. Y lo bendijo.
Le volvió a preguntar: «¿Eres tú mi hijo Esaú»
Respondió Jacob: «Yo soy.»
Isaac dijo: «Sírveme la caza, hijo mío, que coma yo de tu caza, y así te bendeciré yo.»
Se la sirvió, y él comió. Le trajo vino, y bebió.
Isaac le dijo: «Acércate y bésame, hijo mío.»
Se acercó y lo besó.
Y, al oler el aroma del traje, lo bendijo, diciendo: «Aroma de un campo que bendijo el Señor es el aroma de mi hijo; que Dios te conceda el rocío del cielo, la fertilidad de la tierra, abundancia de trigo y vino. Que te sirvan los pueblos, y se postren ante ti las naciones. Sé señor de tus hermanos, que ellos se postren ante ti. Maldito quien te maldiga, bendito quien te bendiga.»
Palabra de Dios
Salmo
Sal 134
R/. Alabad al Señor porque es bueno
Alabad el nombre del Señor,
alabadlo, siervos del Señor,
que estáis en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios. R/.
Alabad al Señor porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Porque él se escogió a Jacob,
a Israel en posesión suya. R/.
Yo sé que el Señor es grande,
nuestro dueño más que todos los dioses.
El Señor todo lo que quiere lo hace:
en el cielo y en la tierra,
en los mares y en los océanos. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-17):
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy sábado, 6 de julio de 2019
Fredy Cabrera, cmf
Queridos hermanos y hermanas:
La vida de los patriarcas nos ha acompañado durante esta semana y, de trasfondo, la experiencia del Dios justo y misericordioso que camina con ellos. Hoy asistimos a la bendición disputada entre dos hermanos que parecen competir o rivalizar desde que están en el vientre de la madre (Gn 25,23). Jacob y Esaú retratan lo que sucede a muchas naciones o pueblos en su lucha por asegurarse prosperidad y territorio. Ambos protagonistas parecen confundir bendición con predilección o preferencia de manera egoísta. Dios da su bendición a toda persona, pero elige a algunas para dar testimonio de la gratuidad de su amor.
Si nos adentramos al tema de la justicia en la Biblia, no la podemos comprender como castigo para unos y bendición para otros. Nuevamente recordamos que Dios bendice a justos e injustos, no eximiéndoles de las consecuencias que traen sus actos. La bendición dada por Dios no era algo privado e intimista, tenía connotaciones familiares y comunitarias, y se transmitía de generación en generación; dicha bendición, no quedaba reducida a un individuo o al sólo bienestar material, pues se le podía percibir en la fertilidad de la tierra, en la descendencia y en el auxilio providente de Dios en los distintos momentos y circunstancias de la vida.
Ya dijimos que la vida es la mayor bendición recibida de parte de Dios. De esto está convencido Jesús cuando es cuestionado por la práctica del ayuno que parecen tomarse él y sus discípulos muy a la ligera. Jesús enseña que mientras se entrega la vida, se reparte alegría y se prodiga consuelo, no hay lugar para el ayuno.
Si el ayuno no transforma tu vida en alimento, y se reduce a precepto, no será fuente de bendición para ti ni para quien pudo beneficiarse de tu corazón solidario y compartido. Y aquí viene la exhortación principal: «a vino nuevo, odres nuevos», pues sólo dejando de creer que tienes que ganarte las bendiciones o que haya gente que no las merece, no podrás abrirte a la gratuidad del amor de Dios y menos a la novedad del Reino.
Pide a Dios en tu oración por todas las comunidades cristianas, para que libres del fariseísmo y la hipocresía, sean espacios donde se prodigue el amor incondicional y que las ayude a vencer la tentación de manipular conciencias o de mercantilizar la fe.
En comunión fraterna,
Fredy Cabrera, cmf.
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