Hoy 19 de Julio es la fiesta de Santas Justa y Rufina, Patronas de Sevilla y de los alfareros
Por Diego López Marina
(ACI).- Santas Justa y Rufina son dos hermanas que fueron martirizadas en tiempo del emperador romano Diocleciano por negarse a contribuir en el culto de una imagen de barro que representaba a la diosa pagana Salambona.
Las dos santas nacieron cerca de los años 268 y 270, respectivamente, en Sevilla (España), en el seno de una familia muy modesta pero de firmes costumbres y sólida fe cristiana.
Sus padres fallecieron cuando eran muy niñas, por lo que el Obispo de la ciudad, muy amigo de la familia, las solía visitar para animarlas a perseverar en la virtud y a que emprendieran un oficio que les sirviera para ganarse la vida honradamente.
Las hermanas empezaron a vender recipientes de cerámica, y para hacerse fuertes, solían asistir a misa y oraban durante largo tiempo.
Eran especialmente caritativas con los pobres, con los que eran muy generosas. Sin embargo, la mayor preocupación de ambas fue la conversión de los paganos. Rezaban constantemente por ellos y siempre que tenían ocasión la aprovechaban para anunciar el Evangelio y enseñar las verdades de la fe a los gentiles.
Un día durante las fiestas en honor de Venus, unas mujeres que recorrían las calles de la ciudad con un ídolo de la diosa Salambona en sus hombros, les pidieron a Justa y Rufina una limosna para la festividad y que adoraran al ídolo. Ambas se negaron y rompieron esta imagen, provocando la ira de los idólatras que se lanzaron contra ellas.
Diogeniano, prefecto de Sevilla, las hizo prisioneras, las interrogó y las amenazó con crueles tormentos si persistían en la religión cristiana. Por su parte, las santas se opusieron y afirmaron que ellas solo adoraban a Jesucristo.
"Eso que vos llamáis la diosa Salambona, no era más que un despreciable cacharro de barro cocido; nosotras adoramos al único Dios verdadero que está en los Cielos, y a su Hijo Jesucristo que se hizo hombre y murió por nosotros para salvarnos de nuestros pecados...", dijeron las santas.
Cerca del año 290, luego de muchas torturas Santa Justa partió a la Casa del Padre a causa del debilitamiento, mientras que Santa Rufina fue degollada por orden de Diogeniano.
A ambas santas se les nombró Patronas de Sevilla, y de los gremios de alfareros y cacharreros. Sus restos se veneraron en Sevilla desde el tiempo de su martirio hasta la llegada de los musulmanes en el 711, cuando fueron escondidos para su protección.
El siglo pasado sus restos fueron descubiertos en Alcalá de los Azules en Cádiz. También, bajo la iglesia de la Trinidad en Sevilla, se conservan las cárceles nos las encerraron y fueron torturadas.
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Santas Justa y Rufina, Vírgenes y Mártires
19 de Julio
Estas dos santas fueron dos hermanas que nacieron en Sevilla, en el seno de una familia muy modesta pero de firmes costumbres y sólida fe cristiana. En aquella época España era dominada por los romanos, y con ellos, la idolatría y la corrupción. Mientras tanto las dos hermanas se conservaban en santidad y pureza de costumbres, empleando todo su cuidado en conocer el Evangelio, en su propia santificación y en beneficio de sus prójimos. Todos los años celebraban los idólatras fiestas en honor de Venus, recordando la tristeza de ésta en la muerte de su adorado Adonis. Las mujeres recorrían las calles de la ciudad llevando al ídolo en sus hombros, importunaban a todos y les pedían una cuantiosa limosna para la festividad. Al llegar a la casa de Justa y Rufina, les exigieron adorar al ídolo; las dos santas se negaron y las mujeres, enfadadas, dejaron caer el ídolo rompiendo muchas vasijas. Las santas, horrorizadas por ver en su casa un ídolo, cogieron el ídolo y lo hicieron pedazos, provocando la ira de los idólatras que se lanzaron contra ellas.
Diogeniano, prefecto de Sevilla, las hizo prisioneras, las interrogó y las amenazó con crueles tormentos si persistían en la religión cristiana, a la vez que les ofrecía grandes recompensas y beneficios, si idolatraban a los ídolos. Las santas se opusieron con gran valor a las inicuas propuestas del prefecto, afirmando que ellas sólo adoraban a Jesucristo. El prefecto mandó que las torturasen con garfios de hierro y en el potro, creyendo que cederían ante los tormentos, pero ellas soportaban todo con alegría y sus ánimos se fortalecían a la vez que crecían las torturas. Mandó entonces a encerrarlas en una lóbrega cárcel y que allí las atormentasen lentamente con hambre y con sed. Pero la divina Providencia les socorría y sustentaba con gozos inefables, según las necesidades del momento, provocando el desconcierto de los carceleros. Luego, el prefecto quiso agotarlas obligándoles a seguirle descalzas en un viaje que él iba a hacer a Sierra Morena; sin embargo, aquel camino pedregoso era para ellas como de rosas. Volvieron a meterlas en la cárcel hasta que murieran. Santa Justa, sumamente debilitada, entregó serenamente su espiritu, recibiendo las dos coronas, de virgen y de mártir. El prefecto mandó lanzar el cuerpo de la virgen en un pozo, pero el obispo Sabino logró rescatarlo.
El Prefecto creyó que, estando sola, sería más fácil doblegar a Rufina. Pero al no conseguir nada, mandó llevarla al anfiteatro y echarle un león furioso para que la despedazase. El león se acercó a Rufina y se contentó con blandir la cola y lamerle los vestidos como un corderillo. Enfurecido el Prefecto, mandó degollarla. Asi Rufina entregó su alma a Dios. Era el año 287. Se quemó el cadáver para sustraerlo a la veneración, pero el obispo Sabino recogió las cenizas y las sepultó junto a los restos de su hermana. Su culto se extendió pronto por toda la iglesia. Famoso y antiquísimo es el templo de Santa Justa en Toledo, el primero de los mozárabes.
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