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Ángela de Foligno, Beata |
Terciaria Franciscana
Martirologio Romano: En la ciudad de Foligno, en la
Umbría (hoy Italia), beata Ángela, la cual, después de la
muerte de su esposo y de sus hijos, siguió las
huellas de san Francisco, entregándose totalmente a Dios, y escribió
un libro, en donde cuenta las experiencias de su vida
mística (1309).
Fecha de beatificación: El papa Clemente XI aprobó el
culto el 30 de abril de 1707.
Le toca vivir una época en que Federico II
estaba en guerra con el papado, el cual tenía poder
temporal. Su ciudad, Foligno, favorecía al emperador y era anticlerical.
Muy probablemente este espíritu se respiraba en el hogar de
Angela quien dirá después que en su madre encontraba gran
obstáculo para la conversión. Era también tiempo de cruzadas. Pero
ya comienza a vislumbrarse el Renacimiento con sus buenas y
malas características. El hombre siente ser centro de todo y
se aleja de Dios.
Ella conoció esta tirantez muy
de cerca. Fue pecadora en un principio pero terminó su
vida santa. Nace muy acomodada y se apega a las
riquezas no solo de niña sino también ya como mujer
casada y con varios hijos. Mas tarde lo confesará muy
arrepentida.
Sin embargo, hacia el año 1285, Foligno está bajo
el Papa. Ángela esta en sus treinta y por fin,
los pecados de su juventud comienzan a producirle dolor en
el corazón.
Es entonces que pierde a su madre, a
su marido y a sus hijos. Busca entonces a Dios,
pero al principio sin apartarse del todo del pecado. Hace
comuniones sacrílegas ya que no está dispuesta aun a confesar
sinceramente sus pecados. Pero entra en lucha interior.
Vive cerca
de Asís y el ejemplo de Francisco le reta. Un
día en que se encontraba atormentada por remordimientos de conciencia,
pidió a san Francisco que le sacara de aquellas torturas.
Poco después entró en la iglesia de San Feliciano mientras
predicaba un franciscano. Se sintió tan conmovida que, al bajar
el predicador, se postró ante su confesionario, y, con gran
compunción, hizo confesión general de toda su vida, quedando muy
consolada. Era el año 1285.
Del fraile, llamado Arnaldo, poco se
conoce pero sabemos que pasó a ser su confesor, su
director y su confidente espiritual. Gracias a sus cartas conocemos
a la beata Ángela. Se trata del "Memorial de fray
Arnaldo", tesoro de teología espiritual que nos lleva hasta el
año 1296, en que se consuman sus admirables ascensiones hasta
la contemplación del misterio de la Santísima Trinidad. Tiene
muchas visiones místicas las cuales ella confiesa que no se
pueden explicar adecuadamente con nuestros conceptos humanos.
Ella enseña que
todos los cristianos deben intentar subir la cuesta de la
montaña espiritual; todos están llamados a ejercitarse en la vida
ascética, mediante la posesión de las virtudes cristianas y la
práctica de la perfección.
Hay entrar en la ascética y la
mística siendo las dos mitades, inicial y terminal respectivamente, de
una misma vida espiritual. «Y que nadie se excuse
con que no tiene ni puede hallar la divina gracia,
pues Dios, que es liberalísimo, con mano igualmente pródiga la
da a todos cuantos la buscan y desean».
Escribió sobre el
laborioso proceso de su conversión, desde que comenzó a sentir
la gravedad de sus pecados y el miedo de condenarse
hasta el momento en que al oír hablar de Dios
se sentía presa de tal estremecimiento de amor, que aun
cuando alguien suspendiera sobre su cabeza una espada, no podía
evitar los movimientos.
Además de la Autobiografía tomada por fray
Arnaldo, se le atribuyen a la beata unas exhortaciones, algunas
epístolas y un testamento espiritual.
Espiritualidad de la Cruz La espiritualidad
de Angela ofrece modalidades nuevas, dentro de lo franciscano; pues
mientras el cristocentrismo de la escuela franciscana, en general, se
orienta hacia la Encarnación, para la beata Ángela todo gira
en torno a la cruz. La pasión y muerte de
Cristo es la demostración más grande de amor que el
Hijo de Dios ha podido dar a los hombres. Cristo
desde la cruz es el Libro de la Vida, como
lo llama ella, en el cual debe leer todo aquel
que quiera encontrar a Dios.
Sobre la cruz escribe «En
esta contemplación de la cruz ardía en tal fuego de
amor y de compasión que, estando junto a la cruz,
tomé el propósito de despojarme de todas las cosas, y
me consagré enteramente a Cristo.»
La estricta pobreza de espíritu
era la señal en que ella descubre los verdaderos discípulos
de Cristo. Muchos se profesan de palabra seguidores de Cristo;
pero en realidad y de hecho abominan de Cristo y
de su pobreza.
El Corazón de Jesús Junto a la cruz,
la beata Ángela aprendió a ser la gran confidente del
Sagrado Corazón de Jesús, siglos antes que santa Margarita María
recibiera los divinos mensajes. «Un día en que yo contemplaba
un crucifijo, fui de repente penetrada de un amor tan
ardiente hacia el Sagrado Corazón de Jesús, que lo sentía
en todos mis miembros. Produjo en mí ese sentimiento delicioso
el ver que el Salvador abrazaba mi alma con sus
dos brazos desclavados de la cruz. Parecióme también en la
dulzura indecible de aquel abrazo divino que mi alma entraba
en el Corazón de Jesús.» Otras veces se le aparecía
el Sagrado Corazón para invitarla a que acercase los labios
a su costado y bebiese de la sangre que de
él manaba. Abrasada en este amor, experimentaba deseos de padecer
martirio por Cristo.
La Eucaristía Ella comprendió que el amor que Cristo
crucificado se perpetúa en la Santa Misa. Era pues devotísima
a la Eucaristía. Tuvo muchas visiones en el momento de
la consagración, o durante la adoración de la sagrada Hostia.
Siete consideraciones dedica a la ponderación de los beneficios que
en este sacramento se encierran. El cristiano debe acercarse con
frecuencia a este sacramento, seguro de que, si medita en
el grande amor que en él se contiene, sentirá inmediatamente
transformada su alma en ese mismo divino amor. Exhorta a
que nos hagamos, como preparación, las siguientes consideraciones: ¿A quién
se acerca? ¿Quién es el que se acerca? ¿En qué
condiciones y por qué motivos se acerca?
Muere en las últimas
horas del 4 de enero de 1309, rodeada de sus
hijos espirituales. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia del
convento franciscano de Foligno y pronto desde allí se manifestaron
muchos milagros. El papa Clemente XI aprobó el culto el
30 de abril de 1707.
Los
Santos de hoy viernes 4 de enero de 2013 |
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Dafrosa de Roma, Santa Viuda y Mártir, 4 de enero |
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Ángela de Foligno, Beata Terciaria Franciscana, 4 de enero |
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Isabel Ana Bayley Seton, Santa Fundadora, 4 de enero |
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Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día, 4 de enero |
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Cristina de Santa Croce (Oringa Menabuoi), Beata Agustina, 4 de enero |
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Manuel González García, Beato Obispo y Fundador, 4 de enero |
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José Manuel González García, Beato Vivencias de alguien que lo conoció, 4 de enero |
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Faraildis (Farailda) de Gante, Santa Viuda, 4 de enero |
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Rigoberto de Reims, Santo Obispo, 4 de enero |
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