miércoles, 1 de noviembre de 2023

EL EVANGELIO DEL JUEVES 2 DE NOVIEMBRE DE 2023 - DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS 02 DE NOVIEMBRE

 


 

2 de noviembre: Conmemoración de todos los fieles difuntos

02 de noviembre de 2023



1ª Lectura (Sab 3,1-9): Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí.

Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.



Salmo responsorial: 22

R/. El Señor es mi pastor, nada me faltará.

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto.

Así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.

Tú mismo preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes.

Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término.


2ª Lectura (Rom 5,5-11): Hermanos: La esperanza no defrauda porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado. En efecto, cuando todavía no teníamos fuerzas para salir del pecado, Cristo murió por los pecadores en el tiempo señalado. Difícilmente habrá alguien que quiera morir por un justo, aunque puede haber alguno que esté dispuesto a morir por una persona sumamente buena. Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.

Con mayor razón, ahora que ya hemos sido justificados por su sangre, seremos salvados por él del castigo final. Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él por la muerte de su Hijo, con mucha más razón, estando ya reconciliados, recibiremos la salvación participando de la vida de su Hijo. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.


Versículo antes del Evangelio (Mt 25,34): Aleluya. Venid, benditos de mi Padre, dice el Señor; tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Aleluya.


Texto del Evangelio (Lc 23,33.39-43): Cuando los soldados llegaron al lugar llamado Calvario, crucificaron allí a Jesús y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Uno de los malhechores colgados le insultaba: «¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!». Pero el otro le respondió diciendo: «¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino». Jesús le dijo: «Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso».




«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino»

Fra. Agustí BOADAS Llavat OFM

(Barcelona, España)



Hoy, el Evangelio evoca el hecho más fundamental del cristiano: la muerte y resurrección de Jesús. Hagamos nuestra, hoy, la plegaria del Buen Ladrón: «Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42). «La Iglesia no ruega por los santos como ruega por los difuntos, que duermen en el Señor, sino que se encomienda a las oraciones de aquéllos y ruega por éstos», decía san Agustín en un Sermón. Una vez al año, por lo menos, los cristianos nos preguntamos sobre el sentido de nuestra vida y sobre el sentido de nuestra muerte y resurrección. Es el día de la conmemoración de los fieles difuntos, de la que san Agustín nos ha mostrado su distinción respecto a la fiesta de Todos los Santos.

Los sufrimientos de la Humanidad son los mismos que los de la Iglesia y, sin duda, tienen en común que todo sufrimiento humano es de algún modo privación de vida. Por eso, la muerte de un ser querido nos produce un dolor tan indescriptible que ni tan sólo la fe puede aliviarlo. Así, los hombres siempre han querido honrar a los difuntos. La memoria, en efecto, es un modo de hacer que los ausentes estén presentes, de perpetuar su vida. Pero sus mecanismos psicológicos y sociales amortiguan los recuerdos con el tiempo. Y si eso puede humanamente llevar a la angustia, cristianamente, gracias a la resurrección, tenemos paz. La ventaja de creer en ella es que nos permite confiar en que, a pesar del olvido, volveremos a encontrarlos en la otra vida.

Una segunda ventaja de creer es que, al recordar a los difuntos, oramos por ellos. Lo hacemos desde nuestro interior, en la intimidad con Dios, y cada vez que oramos juntos, en la Eucaristía, no estamos solos ante el misterio de la muerte y de la vida, sino que lo compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo. Más aún: al ver la cruz, suspendida entre el cielo y la tierra, sabemos que se establece una comunión entre nosotros y nuestros difuntos. Por eso, san Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal».

IMÁGENES DEL DÍA DE LOS MUERTOS - 02 DE NOVIEMBRE

 












 

IMÁGENES DE LOS SANTOS BIENAVENTURADOS - 1 DE NOVIEMBRE, DÍA DE TODOS LOS SANTOS








 

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 1 DE NOVIEMBRE DE 2023 - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS



1 de noviembre: Todos los Santos

1 de noviembre de  2023



1ª Lectura (Ap 7,2-4.9-14): Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios». Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero».


Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén». Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?». Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero».



Salmo responsorial: 23

R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

Quién puede subir al monte del Señor? Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.


2ª Lectura (1Jn 3,1-3): Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.

Versículo antes del Evangelio (Mt 11,28): Aleluya. Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados por la carga, y yo os aliviaré, dice el Señor. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12a): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».



«Alegraos y regocijaos»

Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida

(Lleida, España)



Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.

Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.

Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.  

FELIZ DÍA DE TODOS LOS SANTOS!!! 1 DE NOVIEMBRE

 



Día de todos los Santos: 

Cuál es su origen y por qué lo celebra la Iglesia Católica


¿Por qué se celebra el Día de Todos los Santos?

Los santos canonizados tienen su celebración el día que dejaron el mundo terrenal y entraron al Cielo. Pero todas las almas que gozan de la presencia de Dios —sin importar que hayan pasado por el proceso de canonización— son recordadas el 1 de noviembre, en el Día de Todos los Santos.

Lee más sobre el proceso de canonización, o los pasos para que la Iglesia Católica declare a alguien como santo, aquí.

Este día celebra las almas de los hermanos bautizados ya fallecidos que, por haber vivido su fe cristiana de una manera heroica, alcanzaron la meta del Bautismo: la santidad.

Todos los hombres y mujeres estamos llamados a alcanzar la santidad. El objetivo de esta solemnidad del rango máximo es recordar a los hombres y mujeres que se esforzaron por vivir los valores del Evangelio y ahora gozan de la presencia del Creador.

En la Solemnidad de Todos los Santos, la Iglesia militante da gracias a Dios por tener en su presencia a estas personas que fueron modelo de vida y hoy interceden por nosotros.

El origen de la Solemnidad de Todos los Santos

Desde el año 359, la Iglesia Oriental celebra a Todos los Santos, según San Efrén en Carmina Nisibona, y San Atanasio en Espistulae Syricae. Se celebraba el 13 de mayo para las Iglesias de Siria y el primer domingo después de Pentecostés para Antioquía, según refiere San Juan Crisóstomo.

En Roma, la fiesta de todos los santos se vinculó al templo del Panteón que hacía referencia al culto de todos los dioses romanos, y esto fue posible porque hacia el año 608, Focas, el emperador de Oriente, lo donó al Papa Bonifacio IV, quien transformó este monumento en iglesia, dedicándola el 13 de mayo del año 610 a Santa María la Rotonda.

Feliz Día de Todos los Santos.

En el siglo IX, el Papa Gregorio III (731-741) trasladó gran número de cuerpos de los mártires desde las catacumbas de Roma, y se volvió a consagrar la iglesia el 1 de noviembre de 835. Este Papa también consagró una capilla del Vaticano a los mártires que habían sido olvidados, y se dedicó al Salvador, a Santa María, a los apóstoles, a los mártires, a los confesores y todas las almas justas.

En el año 837, el papa Gregorio IV ordenó la observancia oficial del Día de Todos los Santos cada 1 de noviembre y extendió su celebración a toda la Iglesia. 

HOY CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS!!! 1 DE NOVIEMBRE














  

martes, 31 de octubre de 2023

MEDITACIONES DIARIAS DE ADVIENTO 2023



BREVES MEDITACIONES PARA ADVIENTO 2023

A continuación, se muestra una breve reflexión para cada día de Adviento. Te servirán para preparar tu pesebre espiritual para cuando nazca el Niño Jesús. Por cada pequeño sacrificio que realices durante Adviento, añade una pajita al pesebre del Niño Jesús. Cuantos más pequeños sacrificios realices, más mullidito encontrará tu pesebre el Niño Jesús cuando nazca.



Domingo 3 de diciembre
Enciende la primera de las cuatro velas de la corona de Adviento.

Reza un Avemaría para que la Virgen te ayude a preparar tu corazón para recibir a Jesús en la Sagrada Comunión en este primer domingo de Adviento.

- Virgen María, ayúdame para que pueda recibir dignamente a Jesús.


Lunes 4 de diciembre
Reza un padrenuestro para pedirle a Dios que prepares bien la venida del Niño Jesús durante este Adviento.

- Jesús, me comprometo a dedicar un rato cada día de Adviento para meditar tu venida.


Martes 5 de diciembre
Reza al menos una decena del Rosario en honor a la Virgen y dedícalo a una intención.

Virgen María, te rezo esta decena del Rosario por la intención 
 (se indica la intención)


Miércoles 6 de diciembre
Saca las figuras del Belén y todas las piezas complementarias. Haz una lista ordenada de todo lo que vas a montar. Reza un padrenuestro por aquellas personas que no creen.

- Jesús, te pido por los que no creen, para que algún día cambien.


Jueves 7 de diciembre
A menudo durante el día, entrega tu corazón al Niño Jesús y pídele que haga en él su morada.

- Querido Jesús, toma mi corazón y hazlo manso y puro.


Viernes 8 de diciembre
Mira si el tejado del establo se encuentra en buen estado, para que el Niño Jesús esté protegido de la lluvia y la nieve. Harás esto evitando cuidadosamente cualquier pecado contra la caridad.
- Jesús, enséñame a amar a mi prójimo como a mí mismo.


Sábado 9 de diciembre
Limpia las telarañas de tu pesebre espiritual. Tira de tu corazón todo deseo desordenado de ser alabado.
- Jesús mío, quiero complacerte en todo lo que haga en el día de hoy.


Domingo 10 de diciembre 
Construye una valla alrededor del pesebre de tu corazón, manteniendo una vigilancia, especialmente en la oración.

- Jesús mío, quiero verte, especialmente en los que necesitan de mí.

Enciende la segunda vela de Adviento.




Lunes 11 de diciembre - Manta Suave
Proporciona una manta suave a su cuna, superando todos los sentimientos de orgullo, ira o envidia.
- Jesús, enséñame a conocer y corregir mis mayores pecados.


Martes 12 de diciembre  - Paja

Proporciona paja a la cuna del pesebre de la siguiente forma: por cada pequeño sacrificio que vayas realizando, añade una paja al pesebre. Los niños pueden, por ejemplo, privarse de comer golosinas en algún momento , no quejarse,  prestar o regalar un juguete, obedecer, etc. Los mayores pueden, por ejemplo, hablar sólo lo necesario, realizar sus tareas de forma diligente, no fumar un día, privarse de dulces o del café, etc.)

- Querido Jesús, que sufriste tanto por mí, quiero sufrir por tu amor.


Miércoles 13  de diciembre  - Pesebre
Obtén el más cálido espacio en tu corazón, para pesebre de Jesús. Reza el rosario aunque sea una decena cada día solamente.

- María, usa mis actos de amor para preparar mi corazón al recibir a Jesús en la Sagrada Comunión.


Jueves 14 de diciembre - Pañales y Abrigo
Prepáralos para el Divino Niño, orando cada día de manera tranquila y con el corazón.

- Jesús, haz que te ame cada vez más.

Proporciona a su cuna un abrigo suave y cálido.  Evita los enojos y las discusiones. Sé amable y paciente con todos.

- Jesús, ayúdame a ser manso y humilde como tú.


Viernes 15 de diciembre - Combustible y Agua
Lleva el combustible al pesebre de Jesús. Acomoda tu voluntad a la voluntad de Dios y acepta en paz lo que no se puede cambiar.

- Jesús, que yo haga tu voluntad en todas las cosas.

Trae agua fresca y limpia para el pesebre.  Evita la mentira y habla con sinceridad.

- Querida María, obtenme la verdadera contrición de mis pecados.


Sábado 16 de diciembre  - Alimentos
Trae alimentos para el pesebre.

Prívate de algunos de los alimentos que te gustan pero que dañan tu salud.

- Jesús, sed mi fuerza y mi comida.


Domingo 17 de diciembre  - Luz
Procura que el lugar tenga suficiente luz.

Sé limpio y ordenado en tu persona y en tu hogar.

- Jesús, sed vida y luz de mi alma.

Enciende la tercera vela de Adviento



Lunes 18 de diciembre  - Calor
Trata de tener el pesebre de tu corazón cálido y acogedor. Agradece a Dios por el amor que Él nos mostró al hacerse hombre.

Sé agradecido con tus padres y familiares.
- Jesús, ¿Cómo puedo ser agradecido para contigo?


Martes 19 de diciembre  - El buey
Lleva el buey al pesebre.

Obedece y respeta a tus superiores. Lleva una disciplina adecuada y sé diligente.

- Obedeceré por tu amor, Jesús y seré disciplinado y diligente.


Miércoles 20  de diciembre  - La mula
Lleva la mula al pesebre.

Ofrece al Divino Niño todos tus trabajos y hazlo con amor.

- Jesús, acepta mi servicio de amor por aquellos que no te aman.


Jueves 21 de diciembre  - Regalos
Reúne algunos regalos para el Niño Dios y su Madre, obsequiando lo que está de más en tu vida a quienes lo necesitan.

- Ven, Jesús, acepta mis regalos y toma posesión de mi corazón.


Viernes 22 de diciembre -  Corderos
Procura traer algunos corderos, mansos y humildes de corazón. Ejercítate en la humildad y la paciencia cuando sea necesario.

- Jesús, haz mi corazón como el tuyo.


Sábado 23 de diciembre  - Pastores
Invita a los pastores para rendir homenaje a nuestro Rey. Imita su vigilancia y medita la idea de que la Navidad es importante porque Jesús nacerá de nuevo en ti.

- Jesús, enséñame a amarte sobre todas las cosas.


Domingo 24 de diciembre  - Llave
Proporciona una llave al establo, para mantener fuera a los ladrones.

Quita de tu corazón los malos pensamientos o temores por falta de fe.

- Querido Jesús, cierra mi corazón a todo lo que te pueda herir.

Enciende la cuarta vela de Adviento.


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