Loreta o Lorena Fusconi, Beata
Religiosa, 27 de diciembre
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Odoardo Focherini, Beato
Martir Laico, 27 de diciembre
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Sara Salkahazi, Beata
Religiosa y Mártir, 27 de iciembre
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José María Corbín Ferrer, Beato
Mártir de Valencia, 27 Diciembre
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Francisco Spoto, Beato
Sacerdote y Mártir, 27 Diciembre
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Alfredo Parte, Beato
Mártir Escolapio, 27 Diciembre
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Fabiola de Roma, Santa
Matrona romana, 27 de diciembre
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Juan, Santo
Apóstol y Evangelista, 27 de diciembre
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domingo, 27 de diciembre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: DOMINGO 27 DE DICIEMBRE DEL 2015
SAN JUAN EVANGELISTA, APÓSTOL DE JESÚS, 27 DE DICIEMBRE
Hoy se celebra a San Juan Evangelista,
el discípulo amado de Jesús
(ACI).- "Hijitos míos, amaos entre vosotros”, solía decir San Juan Evangelista, el más joven de los Apóstoles y a quien se distingue como el “discípulo amado de Jesús”. Fue quien acogió a la Virgen María en su casa y es patrón de teólogos y escritores. Su fiesta se celebra cada 27 de diciembre.
San Juan era judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con quien era pescador. Fue el elegido para acompañar a Pedro a preparar la última cena, donde reclinó su cabeza sobre el pecho de Jesús. Estuvo al pie de la cruz con la Virgen María, a quien llevó físicamente a su casa como Madre para honrarla, servirla y cuidarla en persona.
Cuando llegó la noticia del sepulcro vacío, San Juan corrió junto a San Pedro para constatarlo. Es ahí donde los dos “vieron y creyeron”. Más adelante, cuando Jesús se les apareció a orillas del lago de Galilea, Pedro preguntó sobre el futuro de Juan y el Señor contestó: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme”.
Por esta respuesta se corrió el rumor de que Juan no iba a morir, algo que el mismo Apóstol desmintió al indicar que el Señor nunca dijo: "No morirá". Escribió el Apocalipsis, el Evangelio de San Juan, donde se refiere a sí mismo como “el discípulo a quien Jesús amaba”, y tres epístolas.
Según San Clemente de Alejandría, en una ciudad San Juan vio a un joven en la Congregación y, con el sentimiento de que mucho de bueno podría sacarse de él, lo llevó ante el Obispo, que el mismo Juan había consagrado, y le dijo: "En presencia de Cristo y ante esta congregación, recomiendo este joven a tus cuidados".
A recomendación de San Juan, el joven se hospedó en la casa del Obispo, quien lo instruyó en la fe, lo bautizó y confirmó. Sin embargo, las atenciones del Obispo se enfriaron, el muchacho frecuentó malas compañías y se convirtió en asaltante de caminos.
Después de un tiempo, San Juan volvió y le pidió al Obispo el encargo que Jesucristo y él le habían encomendado a su cuidado ante la Iglesia. El Prelado se sorprendió pensando que se trataba de algún dinero, pero el Apóstol le explicó que se refería al joven.
El Obispo exclamó: "¡Pobre joven! Ha muerto". "¿De qué murió?”, preguntó San Juan. "Ha muerto para Dios, puesto que es un ladrón", le respondió. Al oír esto, el anciano Apóstol pidió un caballo y con la ayuda de un guía se dirigió a las montañas donde los asaltantes de camino tenían su guarida. Tan pronto como entró, lo tomaron prisionero.
En el escondite de los maleantes, el joven reconoció al Santo e intentó huir, pero el Apóstol le gritó: "¡Muchacho! ¿Por qué huyes de mí, tu padre, un viejo y sin armas? Siempre hay tiempo para el arrepentimiento. Yo responderé por ti ante mi Señor Jesucristo y estoy dispuesto a dar la vida por tu salvación. Es Cristo quien me envía".
El muchacho se quedó inmóvil, bajó la cabeza, se puso a llorar y se acercó al Santo para implorarle una segunda oportunidad. San Juan, por su parte, no abandonó la guarida de ladrones hasta que el pecador quedó reconciliado con la Iglesia.
Esta caridad, que buscaba inflamar en los demás, se reflejaba en su dicho: “Hijitos míos, amaos entre vosotros". Una vez le preguntaron por qué repetía siempre la frase y respondió San Juan: "Porque ése es el mandamiento del Señor y si lo cumplís ya habréis hecho bastante".
A diferencia de todos los demás Apóstoles que murieron en el martirio, San Juan partió pacíficamente a la Casa del Padre en Éfeso hacia el año cien de la era cristiana y a los 94 años, según San Epifanio.
sábado, 26 de diciembre de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 26 DE DICIEMBRE 2015
Seréis odiados y atacados por causa de mi nombre
Navidad
Navidad
Mateo 10, 17-22. Fiesta San Esteban. Tendremos muchas dificultades, nos perseguirán... pero el que persevere hasta el fin, se salvará.
Por: Ignacio Palacios | Fuente: Catholic.net
Por: Ignacio Palacios | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Oración introductoria
Comienzo esta oración lleno de esperanza y confianza porque contemplando al Niño de Belén, percibo el gran amor que me tienes. Pongo todo mi ser a tu disposición, ilumina mi oración para saber corresponder a tanto amor.
Petición
Jesús, dame la gracia de la perseverancia final, convénceme que la cruz es el único camino para llegar a ti y que todos los demás caminos son ilusorios.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
Oración introductoria
Comienzo esta oración lleno de esperanza y confianza porque contemplando al Niño de Belén, percibo el gran amor que me tienes. Pongo todo mi ser a tu disposición, ilumina mi oración para saber corresponder a tanto amor.
Petición
Jesús, dame la gracia de la perseverancia final, convénceme que la cruz es el único camino para llegar a ti y que todos los demás caminos son ilusorios.
Meditación del Papa Francisco
Hoy la liturgia recuerda el testimonio de san Esteban. Elegido por los Apóstoles, junto con otros seis, para la diaconía de la caridad -es decir, para asistir a los pobres, los huérfanos, las viudas- en la comunidad de Jerusalén, se convirtió en el primer mártir de la Iglesia. Con su martirio, Esteban honra la venida al mundo del Rey de reyes, da testimonio de Él, ofreciéndole el don de su propia vida al servicio de los más necesitados. Y así nos muestra cómo vivir plenamente el misterio de la Navidad. […]
Seguir el Evangelio es ciertamente un camino exigente -pero bello, ¡bellísimo!- y el que lo recorre con fidelidad y valentía recibe el don prometido por el Señor a los hombres y a las mujeres de buena voluntad. Como cantaban los ángeles el día de Navidad: ¡paz, paz! Esta paz donada por Dios es capaz de serenar la conciencia de todos los que, a través de las pruebas de la vida, saben acoger la Palabra de Dios y se comprometen en observarla con perseverancia hasta el final. (Homilía de S.S. Francisco, 26 de diciembre de 2014).
Reflexión
La historia está llena de creadores de muy diversas doctrinas. Hombres que van llenando los corazones ajenos de promesas. Y así, los conquistan con la promesa de satisfacer un largo elenco de derechos: derecho a esto, a aquello, y a lo de más allá... Son los demagogos.
El profeta, sin embargo, no habla de derechos sino de obligaciones. No enseña en nombre propio sino de Aquel que le ha enviado, Dios mismo. Por eso, no puede dejar de anunciar el mensaje que le ha sido confiado, aunque ello muchas veces le acarree la incomprensión, la prisión o la misma muerte.
Los cristianos por el Bautismo somos también profetas. Somos portadores del Evangelio de Jesucristo en medio del mundo que nos ha tocado vivir. En el hoy de nuestra historia, con sus luces y con sus sombras.
Jesucristo no nos engaña, ni llena nuestro corazón de falsas promesas... "Os entregarán a los tribunales, seréis llevados ante gobernadores y reyes, seréis odiados por causa de mi nombre". Una misión difícil pero no por ello menos cierta del triunfo final de Cristo. Tendremos muchas dificultades, nos perseguirán... "pero el que persevere hasta el fin se salvará".
Propósito
Hacer un sacrificio o renuncia para crecer en la virtud que más necesito y encomendar a la Virgen a cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por dar testimonio de Cristo.
Diálogo con Cristo
Señor, nunca permitas que me separe de Ti o que te sea infiel. Quiero perseverar en mi fe católica hasta el último suspiro de mi vida y morir como fiel hijo de tu Iglesia. Por intercesión de san Esteban, te pido me concedas la gracia de una muerte santa.
La historia está llena de creadores de muy diversas doctrinas. Hombres que van llenando los corazones ajenos de promesas. Y así, los conquistan con la promesa de satisfacer un largo elenco de derechos: derecho a esto, a aquello, y a lo de más allá... Son los demagogos.
El profeta, sin embargo, no habla de derechos sino de obligaciones. No enseña en nombre propio sino de Aquel que le ha enviado, Dios mismo. Por eso, no puede dejar de anunciar el mensaje que le ha sido confiado, aunque ello muchas veces le acarree la incomprensión, la prisión o la misma muerte.
Los cristianos por el Bautismo somos también profetas. Somos portadores del Evangelio de Jesucristo en medio del mundo que nos ha tocado vivir. En el hoy de nuestra historia, con sus luces y con sus sombras.
Jesucristo no nos engaña, ni llena nuestro corazón de falsas promesas... "Os entregarán a los tribunales, seréis llevados ante gobernadores y reyes, seréis odiados por causa de mi nombre". Una misión difícil pero no por ello menos cierta del triunfo final de Cristo. Tendremos muchas dificultades, nos perseguirán... "pero el que persevere hasta el fin se salvará".
Propósito
Hacer un sacrificio o renuncia para crecer en la virtud que más necesito y encomendar a la Virgen a cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por dar testimonio de Cristo.
Diálogo con Cristo
Señor, nunca permitas que me separe de Ti o que te sea infiel. Quiero perseverar en mi fe católica hasta el último suspiro de mi vida y morir como fiel hijo de tu Iglesia. Por intercesión de san Esteban, te pido me concedas la gracia de una muerte santa.
LOS SANTOS DE HOY: SÁBADO 26 DE DICIEMBRE 2015
Segundo Pollo, Beato
Sacerdote, 26 de diciembre
|
Dionisio, Santo
XXV Papa, 26 de Diciembre
|
Inés Phila, Lucía Khambang y compañeras, Beatas
Mártires, 26 Diciembre
|
Zósimo, Santo
XLI Papa, 26 Diciembre
|
Vicenta María López y Vicuña, Santa
Fundadora, Diciembre 26
|
Esteban, Santo
Protomártir, 26 de diciembre del siglo I
|
SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR, 26 DE DICIEMBRE
Esteban, Santo
Protomártir, 26 de diciembre del siglo I
Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
Protomártir
Martirologio Romano: Fiesta de san Esteban, protomártir, varón lleno de fe y de Espiritu Santo, que fue el primero de los siete diáconos que los apóstoles eligieron como cooperadores de su ministerio, y también fue el primero de los discípulos del Señor que en Jerusalén derramó su sangre, dando testimonio de Cristo Jesús al afirmar que veía al Señor sentado en la gloria a la derecha del Padre, al ser lapidado mientras oraba por los perseguidores. († s.I)
Breve Biografía
Se le llama "protomartir" porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.
Después de Pentecostés, los apóstoles dirigieron el anuncio del mensaje cristiano a los más cercanos, a los hebreos, despertando el conflicto por parte de las autoridades religiosas del judaísmo.
Como Cristo, los apóstoles fueron inmediatamente víctimas de la humillación, los azotes y la cárcel, pero tan pronto quedaban libres, continuaban la predicación del Evangelio. La primera comunidad cristiana, para vivir integralmente el precepto de la caridad fraterna, puso todo en común, repartían todos los días cuanto bastaba para el sustento. Cuando la comunidad creció, los apóstoles confiaron el servicio de la asistencia diaria a siete ministros de la caridad, llamados diáconos.
Entre éstos sobresalía el joven Esteban, quien, a más de desempeñar las funciones de administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia, y lo hizo con tanto celo y con tanto éxito que los judíos “se echaron sobre él, lo prendieron y lo llevaron al Sanedrín. Después presentaron testigos falsos, que dijeron: Este hombre no cesa de proferir palabras contra el lugar santo y contra la Ley; pues lo hemos oído decir que este Jesús, el Nazareno, destruirá este lugar y cambiará las costumbres que nos transmitió Moisés”.
Esteban, como se lee en el capítulo 7 de Los Hechos de los apóstoles, “lleno de gracia y de fortaleza”, se sirvió de su autodefensa para iluminar las mentes de sus adversarios. Primero resumió la historia hebrea desde Abrahán haste Salomón, luego afirmó que no había blasfemado contra Dios ni contra Moisés, ni contra la Ley o el templo. Demostró, efectivamente, que Dios se revela aun fuera del templo, e iba a exponer la doctrina universal de Jesús como última manifestación de Dios, pero sus adversarios no lo dejaron continuar el discurso, porque “lanzando grandes gritos se taparon los oídos...y echándolo fuera de la ciudad, se pusieron a apedrearlo”.
Doblando las rodillas bajo la lluvia de piedras, el primer mártir cristiano repitió las mismas palabras de perdón que Cristo pronunció en la cruz: “Señor, no les imputes este pecado”. En el año 415 el descubrimiento de sus reliquias suscitó gran conmación en el mundo cristiano.
viernes, 25 de diciembre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: VIERNES 25 DE DICIEMBRE DEL 2015
Antonia María Verna, Beata
Fundadora, 25 de diciembre
|
Elías de San Clemente (Teodora Fracasso), Beata
Monja Carmelita, 29 de mayo
|
María de los Apóstoles (Teresa von Wüllenweber), Beata
Cofundadora, 25 de Diciembre
|
Bentivoglio de Bonis, Beato
Franciscano, 25 Diciembre
|
Anastasia de Sirmiun, Santa
Mártir, 25 Diciembre
|
Nuestra Señora de Belém
Advocación, 25 de diciembre
|
Jacopone de Todi, Beato
Franciscano, 25 de diciembre
|
Eugenia, Santa
Mártir, 25 de diciembre
|
Alberto Adamo Chmielowski, Santo
Fundador, 25 de diciembre
|
La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Manifestación del Verbo de Dios a los hombres, 25 de diciembre
|
LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, 25 DE DICIEMBRE 2015
La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Manifestación del Verbo de Dios a los hombres, 25 de diciembre
Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres. En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa) (Liber Sacramentorum).
Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno "Natalis solis invicti", esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.
Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.
En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir "manifestación", después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.
Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.
EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 25 DE DICIEMBRE DEL 2015 - FELIZ NAVIDAD
Y la Palabra se hizo carne
Adviento
Juan 1, 1-18. Solemnidad del Nacimiento de Jesús. Al hacerse hombre, el Hijo de Dios manifiesta su inmenso amor hacia nosotros.
Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
Oración introductoria
Gracias, Señor, por esta Navidad. Creo que te hiciste niño para redimirme y mostrarme el amor de Dios Padre. Hoy, como aquellos pastores de Belén, me anuncias la gran noticia: «hoy ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor», ilumina mi oración para saber contemplar este maravilloso misterio de amor.
Petición
Dame la gracia de ir a tu encuentro en esta oración, con las mismas disposiciones que tuvieron los pastores: humildad y apertura
Meditación del Papa Francisco
En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.» Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
Oración introductoria
Gracias, Señor, por esta Navidad. Creo que te hiciste niño para redimirme y mostrarme el amor de Dios Padre. Hoy, como aquellos pastores de Belén, me anuncias la gran noticia: «hoy ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor», ilumina mi oración para saber contemplar este maravilloso misterio de amor.
Petición
Dame la gracia de ir a tu encuentro en esta oración, con las mismas disposiciones que tuvieron los pastores: humildad y apertura
Meditación del Papa Francisco
La Biblia es muy clara: "No había alojamiento para ellos". Me imagino a José, con su esposa a punto de tener a su hijo, sin un techo, sin casa, sin alojamiento. El Hijo de Dios entró en este mundo como uno que no tiene casa. El hijo de Dios entró como un homeless. El Hijo de Dios supo lo que es comenzar la vida sin un techo. Imaginemos las preguntas de José en ese momento: ¿Cómo el Hijo de Dios no tiene un techo para vivir? ¿Por qué estamos sin hogar, por qué estamos sin un techo? Son preguntas que muchos de ustedes pueden hacerse a diario. Y se las hacen. Al igual que José se cuestionan: ¿Por qué estamos sin un techo, sin un hogar? A los que tenemos techo y hogar son preguntas que nos hará bien hacernos también: ¿Por qué estos hermanos nuestros están sin hogar, por qué estos hermanos nuestros no tienen un techo?
Las preguntas de José siguen presentes hoy, acompañando a todos los que a lo largo de la historia han vivido y están sin un hogar.
José era un hombre que se hizo preguntas pero, sobre todo, era un hombre de fe. Fue la fe la que le permitió a José poder encontrar luz en ese momento que parecía todo a oscuras; fue la fe la que lo sostuvo en las dificultades de su vida. Por la fe, José supo salir adelante cuando todo parecía detenerse.
Ante situaciones injustas, dolorosas, la fe nos aporta esa luz que disipa la oscuridad. Al igual que a José, la fe nos abre a la presencia silenciosa de Dios en toda vida, en toda persona, en toda situación. Él está presente en cada uno de ustedes, en cada uno de nosotros. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de septiembre de 2015).
Reflexión
Hoy la Iglesia presenta a todo el mundo su grande y único tesoro: Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, como un niño indefenso. Todos tenemos urgencia de encontrarnos con Él. Las generaciones lo esperaban con ansia. Grandes signos acompañaban su venida. En torno a su cuna se dan cita las virtudes de la humildad, de la sencillez y de la pureza. La riqueza y la pompa del mundo, sin embargo, no lo descubrieron. Por eso, su nacimiento es una fiesta vivida entre contradicciones.
Al hacerse hombre, el Hijo de Dios manifiesta su inmenso amor hacia nosotros, ¡verdaderamente sus planes son grandiosos! Esa grandiosidad no la puede descubrir el mundo con sus criterios de placeres fáciles, sus sueños de honra y de poder.
Porque todo parece suceder en contra de los cálculos humanos: La virginidad de María, en vez de condenarla a una vida estéril, la hace fecunda. Los auxilios especiales de Dios salvan a José de sus dudas al respecto. Imprevisiblemente María y José se tienen que ir a Belén, ciudad natal de José. A pesar de estas circunstancias tan desagradables, que además no les permiten encontrar lugar en el mesón, se va cumpliendo el plan de Dios - como si nada lo pudiera detener: el Hijo de Dios quiere nacer entre la paja y las bestias del campo; su comité de ingreso lo forman algunos pastores.
Todo ello es una señal inequívoca de que nuestro Dios ama de un modo muy especial a los más desamparados y olvidados, a aquellos cuya única riqueza es Dios. Quería darles la seguridad de su cercanía.
Al hacerse niño, Jesucristo se jugó el todo por el todo. No vino para que otros le sirvieran, sino para enseñarnos desde el primer momento de su vida, cómo se ama, cómo se sirve y cómo se perdona. Así nos redimió.
Propósito
Con una alegre creatividad, celebrar la Navidad con auténtico espíritu cristiano.
Diálogo con Cristo
Jesús, contemplar el misterio de la Navidad me confirma el gran amor que tienes por cada uno de nosotros. Me doy cuenta de que Tú viniste al mundo para amar y para enseñarme a amar. Ayúdame a vivir como Tú en la entrega generosa y delicada a los demás, que mi actitud sea como la de los pastores, que corra presuroso a procurar el bien en todos y en cada uno de los miembros de mi familia.
Hoy la Iglesia presenta a todo el mundo su grande y único tesoro: Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, como un niño indefenso. Todos tenemos urgencia de encontrarnos con Él. Las generaciones lo esperaban con ansia. Grandes signos acompañaban su venida. En torno a su cuna se dan cita las virtudes de la humildad, de la sencillez y de la pureza. La riqueza y la pompa del mundo, sin embargo, no lo descubrieron. Por eso, su nacimiento es una fiesta vivida entre contradicciones.
Al hacerse hombre, el Hijo de Dios manifiesta su inmenso amor hacia nosotros, ¡verdaderamente sus planes son grandiosos! Esa grandiosidad no la puede descubrir el mundo con sus criterios de placeres fáciles, sus sueños de honra y de poder.
Porque todo parece suceder en contra de los cálculos humanos: La virginidad de María, en vez de condenarla a una vida estéril, la hace fecunda. Los auxilios especiales de Dios salvan a José de sus dudas al respecto. Imprevisiblemente María y José se tienen que ir a Belén, ciudad natal de José. A pesar de estas circunstancias tan desagradables, que además no les permiten encontrar lugar en el mesón, se va cumpliendo el plan de Dios - como si nada lo pudiera detener: el Hijo de Dios quiere nacer entre la paja y las bestias del campo; su comité de ingreso lo forman algunos pastores.
Todo ello es una señal inequívoca de que nuestro Dios ama de un modo muy especial a los más desamparados y olvidados, a aquellos cuya única riqueza es Dios. Quería darles la seguridad de su cercanía.
Al hacerse niño, Jesucristo se jugó el todo por el todo. No vino para que otros le sirvieran, sino para enseñarnos desde el primer momento de su vida, cómo se ama, cómo se sirve y cómo se perdona. Así nos redimió.
Propósito
Con una alegre creatividad, celebrar la Navidad con auténtico espíritu cristiano.
Diálogo con Cristo
Jesús, contemplar el misterio de la Navidad me confirma el gran amor que tienes por cada uno de nosotros. Me doy cuenta de que Tú viniste al mundo para amar y para enseñarme a amar. Ayúdame a vivir como Tú en la entrega generosa y delicada a los demás, que mi actitud sea como la de los pastores, que corra presuroso a procurar el bien en todos y en cada uno de los miembros de mi familia.
miércoles, 23 de diciembre de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 23 DE DICIEMBRE DEL 2015
Juan es su nombre
Adviento
Lucas 1, 57-66. Adviento. Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios.
Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Catholic.net te invita a prepararte en este Adviento a través de este “Retiro virtual” donde podrás hacer un alto en tu camino, y a la hora que tú puedas, tener un tiempo de silencio y meditación.
Retiro Virtual de Adviento para preparación de Navidad: "PARA DAR TESTIMONIO DE LA VERDAD "
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Del santo Evangelio según san Lucas 1, 57-66
Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
Oración introductoria
Mi Dios y Señor, en vísperas de la Noche Buena quiero encontrarme contigo en la oración. Mis debilidades y caídas me apartan de Ti, confío en tu piedad y en tu misericordia. Ven, Señor Jesús, e ilumina esta meditación para prepararme a recibirte en mi pobre y débil corazón.
Petición
Señor, acrecienta mi fe para saberte buscarte y escucharte en mi silencio de esta oración.
Meditación del Papa Francisco
Isabel y su hijo se regocija en el vientre al escuchar las palabras de María. Es todo alegría, la alegría que es fiesta. Los cristianos no estamos tan acostumbrados a hablar de la alegría, del gozo, creo que muchas veces nos gustan más las quejas.
Él que nos da la alegría es el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que nos guía. Él es el autor de la alegría, el Creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu Santo, nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas.
El gran Pablo VI dijo que no se puede llevar adelante el evangelio con cristianos tristes, desesperanzados, desanimados. No se puede. Esta actitud un poco fúnebre, ¿no? Muchas veces los cristianos tienen un rostro que es más bien para ir a una procesión fúnebre, que para ir a alabar a Dios, ¿no? Y de esta alegría viene la alabanza, esta alabanza de María, esta alabanza que dice Sofonías, la alabanza de Simeón, de Ana: ¡la alabanza de Dios!
El corazón alaba a Dios ¿Y cómo se alaba a Dios? Se alaba saliendo de sí mismos, gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da. Usted que está aquí en la misa, ¿alaba a Dios, o solo le pide a Dios y le agradece? ¿Acaso alaba a Dios? Aquello es una cosa nueva, nueva en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando. (cf S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013).
Reflexión
Zacarías está mudo. El ángel lo ha dejado sin poder contar ni una palabra a Isabel de lo que le ha ocurrido. Nueve meses largos de espera en silencio es tiempo suficiente para recobrar la paz y la serenidad. Zacarías había aceptado con dolor este sufrimiento y había aprendido a ser humilde. Por eso su lengua se "desata" en el momento oportuno. Ni él ni nadie lo esperaba. Sucede de improviso, como de improviso llegó aquel día el ángel, pero esta vez el anciano sacerdote supo cómo responder. La gratitud y la alabanza a Dios son sus primeras palabras en un canto de júbilo emocionado.
Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios. En ambos se da el milagro. La vida espiritual se construye a base de pequeños o grandes milagros que se dan en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios y cada uno conoce. Pero no por ello dejan de ser milagros. Dios toca con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos... "la mano del Señor estaba con él..." sí, y también con nosotros. Porque Dios quiere engendrar en cada uno de nosotros a un hombre nuevo. Mediante la humildad, el crecimiento de nuestra fe, y de nuestra confianza. Por medio de la donación y la entrega generosa. Porque sin amor no podemos hacer nada meritorio. El hombre nuevo que coopera a la acción de Dios es consciente de su pequeñez, pero aún más de que esa "mano" divina le sostiene.
El anuncio de la Navidad, con su nuevo nacimiento tan cercano ya, nos debe estimular. Quien nace es también como en el caso de Zacarías un hombre nuevo, un hombre tocado por Dios. Salgamos al encuentro de Jesús, preparemos nuestro espíritu, no dejemos que todo se vaya en lo exterior, porque es un tiempo precioso para crecer, para engendrar a Jesús más y más en el corazón. La medida de nuestra felicidad, de nuestra gratitud y alegría, como la de Zacarías, dependerá de habernos dejado a nosotros mismos y haber aceptado el querer de Dios. La oración es el medio para fortalecer estas convicciones, la caridad el instrumento para hacerlas creíbles a los ojos de los demás.
Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan». Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre». Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios. Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él.
Oración introductoria
Mi Dios y Señor, en vísperas de la Noche Buena quiero encontrarme contigo en la oración. Mis debilidades y caídas me apartan de Ti, confío en tu piedad y en tu misericordia. Ven, Señor Jesús, e ilumina esta meditación para prepararme a recibirte en mi pobre y débil corazón.
Petición
Señor, acrecienta mi fe para saberte buscarte y escucharte en mi silencio de esta oración.
Meditación del Papa Francisco
Isabel y su hijo se regocija en el vientre al escuchar las palabras de María. Es todo alegría, la alegría que es fiesta. Los cristianos no estamos tan acostumbrados a hablar de la alegría, del gozo, creo que muchas veces nos gustan más las quejas.
Él que nos da la alegría es el Espíritu Santo. Es el Espíritu el que nos guía. Él es el autor de la alegría, el Creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu Santo, nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas.
El gran Pablo VI dijo que no se puede llevar adelante el evangelio con cristianos tristes, desesperanzados, desanimados. No se puede. Esta actitud un poco fúnebre, ¿no? Muchas veces los cristianos tienen un rostro que es más bien para ir a una procesión fúnebre, que para ir a alabar a Dios, ¿no? Y de esta alegría viene la alabanza, esta alabanza de María, esta alabanza que dice Sofonías, la alabanza de Simeón, de Ana: ¡la alabanza de Dios!
El corazón alaba a Dios ¿Y cómo se alaba a Dios? Se alaba saliendo de sí mismos, gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da. Usted que está aquí en la misa, ¿alaba a Dios, o solo le pide a Dios y le agradece? ¿Acaso alaba a Dios? Aquello es una cosa nueva, nueva en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando. (cf S.S. Francisco, 31 de mayo de 2013).
Reflexión
Zacarías está mudo. El ángel lo ha dejado sin poder contar ni una palabra a Isabel de lo que le ha ocurrido. Nueve meses largos de espera en silencio es tiempo suficiente para recobrar la paz y la serenidad. Zacarías había aceptado con dolor este sufrimiento y había aprendido a ser humilde. Por eso su lengua se "desata" en el momento oportuno. Ni él ni nadie lo esperaba. Sucede de improviso, como de improviso llegó aquel día el ángel, pero esta vez el anciano sacerdote supo cómo responder. La gratitud y la alabanza a Dios son sus primeras palabras en un canto de júbilo emocionado.
Isabel concibió a Juan en su seno, mientras Zacarías, en silencio, recobró la fe y confianza en Dios. En ambos se da el milagro. La vida espiritual se construye a base de pequeños o grandes milagros que se dan en esa esfera íntima del alma, que sólo Dios y cada uno conoce. Pero no por ello dejan de ser milagros. Dios toca con su mano nuestras almas más a menudo que nuestros cuerpos... "la mano del Señor estaba con él..." sí, y también con nosotros. Porque Dios quiere engendrar en cada uno de nosotros a un hombre nuevo. Mediante la humildad, el crecimiento de nuestra fe, y de nuestra confianza. Por medio de la donación y la entrega generosa. Porque sin amor no podemos hacer nada meritorio. El hombre nuevo que coopera a la acción de Dios es consciente de su pequeñez, pero aún más de que esa "mano" divina le sostiene.
El anuncio de la Navidad, con su nuevo nacimiento tan cercano ya, nos debe estimular. Quien nace es también como en el caso de Zacarías un hombre nuevo, un hombre tocado por Dios. Salgamos al encuentro de Jesús, preparemos nuestro espíritu, no dejemos que todo se vaya en lo exterior, porque es un tiempo precioso para crecer, para engendrar a Jesús más y más en el corazón. La medida de nuestra felicidad, de nuestra gratitud y alegría, como la de Zacarías, dependerá de habernos dejado a nosotros mismos y haber aceptado el querer de Dios. La oración es el medio para fortalecer estas convicciones, la caridad el instrumento para hacerlas creíbles a los ojos de los demás.
sabel y Zacarías demuestran que les importa más cumplir la voluntad de Dios que la opinión de sus parientes. Y le llamaron Juan, “como Dios manda”.
El miedo al «qué dirán» se llama respeto humano. Y desgraciadamente es un lazo que nos impide despegar hacia la santidad personal. Nos suele suceder con frecuencia.
Es ese respeto humano el que nos impide rezar en un restaurante, delante de todos, antes y después de comer. Es ese sutil temor al «qué va a pensar la gente». Cuando no me atrevo a invitar a mis amigas a rezar el rosario o a misa, quizás tema al «qué dirán».
Cuando no me aparto de los amigos que ven pornografía, puede ser que tema al «qué dirán». Si no defiendo al Papa y a la Iglesia cuando se les critica en la universidad, quizás anide en mí el respeto humano. Cuando no me voy a confesar, quizás sea en el fondo por el respeto humano. Y así podemos ver que este defecto no nos permite ser coherentes, ser hombres y mujeres de una sola cara.
Este evangelio –entre otras cosas– nos invita a vivir sin máscaras. Solemos tener una para andar con la pareja, otra cuando están los niños, otra para las giras de negocios, otra para andar con los amigos.
Hace falta coraje para quitarnos todas nuestras máscaras y mostrar nuestro rostro de católicos en el quehacer de cada día. Y también la gracia de Dios, porque quien vive con sencillez, sin tantos disfraces, se expone a vivir un pequeño martirio, al ser tachados de “beato”, “monja”, “anticuada”, “conservador”, etc. El precio de la coherencia es la critica de los incoherentes. Pero la coherencia y la transparencia de vida es un requisito para poder descubrir a Dios en el niño inocente e indefenso que nacerá mañana bajo la estrella de Belén.
Propósito
Prepararme para la Navidad pidiendo perdón por las veces en que no he sabido obedecer la voluntad de Dios que se manifiesta a través de su Iglesia.
Diálogo con Cristo
Zacarías pudo hablar sólo cuando dijo «sí» al plan de Dios y aceptar que el niño se llamará Juan. Yo también quiero decir «sí» a lo que Tú dispongas, confiando plenamente en que será para mi felicidad presente y futura. Ayúdame a caminar en la Iglesia, con valentía y fidelidad, el camino que me puede llevar a la santidad.
Prepararme para la Navidad pidiendo perdón por las veces en que no he sabido obedecer la voluntad de Dios que se manifiesta a través de su Iglesia.
Diálogo con Cristo
Zacarías pudo hablar sólo cuando dijo «sí» al plan de Dios y aceptar que el niño se llamará Juan. Yo también quiero decir «sí» a lo que Tú dispongas, confiando plenamente en que será para mi felicidad presente y futura. Ayúdame a caminar en la Iglesia, con valentía y fidelidad, el camino que me puede llevar a la santidad.
LOS SANTOS DE HOY: MIÉRCOLES 23 DE DICIEMBRE DEL 2014
Sérvulo el Paralítico, Santo
Mendigo, 23 Diciembre
Pablo Meléndez Gonzalo, Beato
Mártir y Padre de familia, 23 Diciembre
Antonio de Santa Ana (Fray Galvão), Santo
Franciscano, 23 de diciembre
Juan de Olmillos, Santo
Franciscano, 23 de diciembre
Juan Cancio de Kety, Santo
Sacerdote, profesor de la universidad, 23 de diciembre
María Margarita de Youville, Santa
Primera santa canadiense, 23 de Diciembre
SAN JUAN CANCIO DE KETY, SACERDOTE, PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD, 23 DE DICIEMBRE
Juan Cancio de Kety, Santo
Sacerdote, profesor de la universidad, 23 de diciembre
Por: Lamberto de Echeverría | Fuente: Mercaba.org
Sacerdote y Maestro
Martirologio Romano: San Juan de Kety, presbítero, el cual, siendo sacerdote, se dedicó a la enseñanza durante muchos años en la Academia de Cracovia, después recibió el encargo pastoral de la parroquia de Olkusia, en donde, añadiendo a la recta fe un cúmulo de virtudes, se convirtió para los cooperadores y discípulos en ejemplo de piedad y caridad hacia el prójimo, y después emigró a los gozos celestiales en Cracovia, ciudad de Polonia. († 1473)
Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia. Viene de la lengua hebrea.
Observación: En el antiguo santoral se lo recordaba el 20 de octubre.
Breve Biografía
Hagamos un esfuerzo por imaginarnos el ambiente en que se encuadra la figura de este Santo y que es, en verdad, muy diverso del que hemos encontrado al hablar de otros muchos. Porque Polonia, en plena Edad Media, presentaba características profundamente similares. No era sólo su clima, extremado y duro, ni la vecindad, siempre amenazadora de los turcos, ni de la singularidad de su régimen político, fuertemente dominado por una aristocracia que, en su ceguera, habrá de conducir reiteradamente a lo largo de la historia al país hacia su ruina. Es, sobre todo, el carácter abigarrado del elemento humano.
Polonia, sin fronteras naturales, fácilmente accesible a sus vecinos, presentaba entonces, como continúa presentando hoy mismo, una extremada mezcla de razas. Cuando en 1390 nace el que habia de ser San Juan Cancio, su pueblo, Kanty, situado cerca de Auschwitz, al oeste de Cracovia, no pertenecía propiamente a Polonia, sino a Silesia y sólo muchos años después, hacia el fin de la vida del Santo, vol]vería a ser polaco. Pero no demos demasiada importancia a esto, porque todo era mezcla. En las mismas poblaciones inequívocamente polacas, continuaba rigiendo el Derecho germánico, juntamente con el polaco, y no era raro oir hablar alemán. Las mismas costumbres estaban fuertemente impregnadas de orientación teutónica, Lo mismo se diga, y mucho más, de Cracovia, donde habría de transcurrir casi toda la vida del Santo. Ciudad cosmopolita, constituía el más importante mercado del este de Europa. Aún no se había descubierto América, ni la ruta del Cabo de Buena Esperanza permitía traer los productos exóticos desde el Lejano Oriente. Por eso Cracovia era el gran mercado en que se abastecían españoles, italianos, franceses..., y al que concurrían también húngaros, checos, eslovacos e incluso, en los tiempos de paz, los mismos turcos.
En este ambiente va a actuar nuestro Santo. Y lo va a hacer en tiempos de intensa fermentación intelectual. Durante toda su vida ha de sentir frente a si el peso del atractivo que sobre la multitud estudiantil ejercían las nuevas ideas. La Universidad pasaba por un buen momento. Fundada por Casimiro el Grande en 1364, había conseguido en 1397 la Facultad de Teología, y se encontraba al mediar el siglo xv en una etapa de extraordinario florecimiento. Los reyes la habían mimado, y los estudiantes acudían a ella en gran cantidad. Pero... Ios errores de los husitas y taboritas no dejaban de ejercer atractivo y se imponia un trabajo duro para defender la ortodoxia.
Al llegar a la Universidad, Juan ponia fin a una educación que pudiéramos llamar casi campesina. Habia nacido en el seno de una familia patriarcal, y se habia educado cristianísimamente, con una orientación ortodoxa, sólida y segura. Incorporado a la Universidad, después de algunas duras pruebas que él supo sobrellevar con firmeza, se dedicó con tal entusiasmo a los estudios que su figura pronto destacó. En 1417 obtuvo el doctorado en Filosofía, y poco después en Teología. Ordenado de sacerdote, nombrado canónigo de Cracovia, obtuvo una cátedra de teologia en la Universidad, y continuó residiendo en el mismo Colegio Mayor en que había residido mientras fue estudiante. Fuera de su estancia en una parroquia y de sus viajes, no conocerá Juan ninguna otra residencia.
La estampa que nos ha llegado de él a través de los siglos es la de un profesor universitario verdaderamente ejemplar; sin faltar jamás a clase, enteramente al servicio de los estudiantes, consagrando largas horas al estudio, explicando con claridad y humildad, viviendo intensamente la vida universitaria. Sus méritos le llevarán hasta el mismo rectorado y durante muchos siglos la toga morada que él había ostentado mientras fue rector servirá también a quienes le sucedan en el cargo como una consigna de superación y de fidelidad.
No escapó, sin embargo, a las intrigas, no infrecuentes por desgracia en ambientes universitarios. Cuando el claustro hubo de designar algunos de sus miembros para tareas muy delicadas, pudo observarse que prescindían de él. Es posible que su rectitud hiciera de él un profesor incómodo, de los que no transigen, de los que, con su cumplimiento, constituyen una muda reprensión para los demás. Lo cierto es que un buen día la Universidad, correspondiendo a una petición de los feligreses de la parroquia de Olkusz, le designó como párroco de la misma.
La prueba debió de resultarle dura, porque no suele ser fácil que un intelectual se adapte a las tareas pastorales, en directo contacto con las almas. De hecho nos consta, sin embargo, que fue un párroco admirable, y que en los años, que no fueron muchos, que estuvo al frente de su parroquia, esta cambió profundamente. Había estado hasta entonces muy descuidada, faltando la instrucción religiosa, existiendo en ella facciones y partidos que se odiaban a muerte, y pudiéndose encontrar no poca indiferencia en algunos feligreses. Pero el párroco consiguió transformar por completo la parroquia: la caridad, la unión fraternal, el destierro de los vicios, proclamaron la fina calidad del buen pastor. Sin embargo, a éste se le hacía dura aquella vida, que parece que le condujo a sentir fuertes escrúpulos, y la Universidad terminó por darse cuenta del disparate que había hecho. En 1340 volvía a triunfar a su cátedra de teología. Y poco después fue designado como profesor de religión de la familia real de Polonia.
Es curioso que el Santo, que jamas se permitía faltar a clase, hiciera una excepción para emprender por dos veces muy largos viajes. En efecto, primero emprendió una peregrinación hacia Jerusalén, pasando por Roma, ciudad para él amadisima como sede del Papa. Y años después vuelve de nuevo a emprender el camino de Roma, aunque sin condescender con las peticiones de quienes, pasmados por su ciencia, querían que se quedase allí.
En uno de estos viajes le ocurrió el conocido episodio de su encuentro con los ladrones, que demuestra su amor a la verdad. Cuando le hubieron despojado de todo su dinero le preguntaron si tenía más, contestó que no, pero habiendo recordado que le quedaban unos escudos cosidos en el forro de su manto, llamó a los ladrones para entregárselo.
Más hermosa aún es la anécdota ocurrida en el refectorio del Colegio Mayor en que vivía. Iba a sentarse a la mesa cuando vió a la puerta un pobre pidiendo limosna. Los ojos de todos estaban fijos en él. Con toda sencillez se levantó, entregó su comida íntegra al pobre y al volver a su sitio... estaba allí la comida. Desde entonces, durante siglos, en el Colegio Universitario de Cracovia se preparaba siempre una ración para un pobre. "Pauper venit", viene un pobre, exclamaba el rector. "Iesus Christus venit", Jesucristo viene, contestaban todos los reunidos. Y la comida era entregada al pobre.
Notemos que, no sólo en su época de párroco, sino también en su cargo de profesor de Universidad, San Juan sentía como exigencia de su sacerdocio el trabajo directo con las almas. Con frecuencia se le veía predicando en las iglesias de la ciudad, ordinariamente en latín, lengua entonces muy corriente en Polonia, y a veces en polaco, porque, paradójicamente, en las iglesias de la ciudad se usaba el latín, mientras en la de la Universidad se usaba la lengua nacional.
Inmensamente limosnero, era el paño de lágrimas de todos los estudiantes necesitados de la ciudad. En cierta ocasión, en medio del crudísimo invierno polaco, cruzando la plaza a media noche, encontró a un pobre que temblaba, le entregó su manteo y siguió a cuerpo, muerto de frío, camino de la iglesia para recitar maitines. Casos como éstos, en ocasiones florecidos de milagros, se conservan en gran número en los documentos de la época.
Murió a los ochenta y tres años, en la vigilia de Navidad del año 1473. Pero antes pronunció, ante todo el claustro de la Universidad, reunido en torno a su lecho, una hermosisima alocución, en la que condensó su espiritualidad de sacerdote, de canónigo y de profesor de Universidad santo:
"Confiándoos el cuidado de formar la juventud en la ciencia y en las buenas costumbres, Dios os ha elevado, señores y hermanos mios, lo bastantemente alto para que no dudéis en pisotear, como indigna de vosotros, la gloria que los hombres reciben unos de otros, y cuya búsqueda insensata trae frecuentemente la muerte a nuestras almas. Velad cuidadosamente de la doctrina, conservad el depósito sin alteración y combatid, sin cansaros jamás, toda opinión contraria a la verdad; pero revestíos en este combate de las armas de la paciencia, de la dulzura y de la caridad recordando que la violencia, aparte del daño que hace a nuestras almas, daña las mejores causas. Aunque hubiera estado en el error sobre un punto verdaderamente capital, jamás un violento hubiera conseguido sacarme de él; muchos hombres están sin duda hechos como yo. Tened cuidado de los pobres, de los enfermos, de los huérfanos."
Su voz se quebró al llegar aquí, sin duda por el esfuerzo que estaba haciendo. Descansó un momento, y continuó después:
"Causa y fin de todo lo que existe, Dios eterno y todopoderoso, que gobiernas y conservas por tu divina providencia todo lo que has creado, recíbeme en tu inefable misericordia, y consiente que por la pasión y los méritos infinitos de tu Hijo, yo me reúna a Ti por toda la eternidad."
Y dicho esto, expiró suavemente.
Toda la ciudad se conmovió. Sus funerales fueron verdaderamente extraordinarios. Pronto empezó el rumor de los milagros obtenidos por su intercesión, que Matías de Miechow primero, y después otros continuadores fueron recogiendo en un curioso diario, en el que se reflejan las costumbres polacas del siglo xv, desde 1475 a 1519. Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de Santa Ana de Cracovia, en la que sesenta años después se le dió una sepultura más honrosa. Sin embargo, su causa de beatificación se fue retrasando durante muchos años. En 1628 el cura de la iglesia de Santa Ana, Adán Opatavius (Opatowczyk) publicó una vida con un catálogo de milagros, en latín. En 1632 aparecía la traducción polaca. Y en 1680 Inocencio XII le beatificaba. Por fin, el 16 de julio de 1767, Clemente XII le canonizó, cinco años antes de la primera partición de Polonia. Su fiesta fue fijada el 20 de octubre y elevada por Pío VI en 1782 a rito doble.
"Insigne Juan, tú eres la gloria de la nación polaca, el orgullo del clero, el honor de la Universidad, el padre de tu patria".
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