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martes, 18 de agosto de 2020
EL EVANGELIO DE HOY MARTES 18 DE AGOSTO DE 2020
Lecturas de hoy Martes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, martes, 18 de agosto de 2020
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (28,1-10)
Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, di al príncipe de Tiro: "Así dice el Señor: Se hinchó tu corazón, y dijiste: 'Soy Dios, entronizado en solio de dioses en el corazón del mar', tú que eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses. ¡Si eres más sabio que Daniel!; ningún enigma se te resiste. Con tu talento, con tu habilidad, te hiciste una fortuna; acumulaste oro y plata en tus tesoros. Con agudo talento de mercader ibas acrecentando tu fortuna, y tu fortuna te llenó de presunción. Por eso, así dice el Señor: Por haberte creído sabio como los dioses, por eso traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; desenvainarán la espada contra tu belleza y tu sabiduría, profanando tu esplendor. Te hundirán en la fosa, morirás con muerte ignominiosa en el corazón del mar. Tú, que eres hombre y no dios, ¿osarás decir: 'Soy Dios', delante de tus asesinos, en poder de los que te apuñalen? Morirás con muerte de incircunciso, a manos de bárbaros. Yo lo he dicho."» Oráculo del Señor.
Palabra de Dios
Salmo
Dt 32,26-27ab.27cd-28.30.35cd-36ab
R/. Yo doy la muerte y la vida
Yo pensaba: «Voy a dispersarlos
y a borrar su memoria entre los hombres.»
Pero no; que temo la jactancia del enemigo
y la mala interpretación del adversario. R/.
Que diría: «Nuestra mano ha vencido,
no es el Señor quien lo ha hecho.»
Porque son una nación que ha perdido el juicio. R/.
¿Cómo es que uno persigue a mil,
y dos ponen en fuga a diez mil?
¿No es porque su Roca los ha vendido,
porque el Señor los ha entregado? R/.
El día de su perdición se acerca,
y su suerte se apresura.
Porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,23-30):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios.»
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados: «Entonces, ¿quién puede salvarse?»
Jesús se les quedó mirando y les dijo: «Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo.»
Entonces le dijo Pedro: «Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?»
Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy martes, 18 de agosto de 2020
Edgardo Guzmán, cmf.
Queridos amigos y amigas:
En los capítulos 25–32, la segunda parte del Libro de Ezequiel, encontramos una colección de oráculos contra los pueblos vecinos de Israel que adoran otros dioses. Esos pueblos mostraban sentimientos de orgullo frente a Dios y representaban una constante tentación para el pueblo israelita que lo alejaba de Yahvé, su Dios. La lectura litúrgica de hoy contiene los oráculos dirigidos al príncipe de Tiro y a todo su reino, que constituía una gran potencia marina. El juicio es pronunciado con severidad e ironía. Lo que se denuncia es el orgullo desmesurado hasta el punto de usurpar el puesto de Dios.
El príncipe de Tiro pretende ser una divinidad, pretende dominar no solo las islas, sino incluso el vasto mar. Él se exalta sobre todo de su inteligencia, sabiduría y versatilidad en lo diplomático, se enorgullece de su capacidad para enriquecerse. Su autodivinización, a parte de ser una locura, es un grave atentado contra la gloria de Yahvé único Dios, creador y señor del universo. El orgullo, la exaltación, la autodivinización: es en el fondo el pecado que siempre a amenazado al ser humano desde el inicio. Como aparece en el libro del Génesis, el hombre y la mujer que no saben vivir como creaturas y quieren convertirse en Dios.
En el Evangelio vemos que después de que el joven rico se marcho triste, también Jesús en un tono de lamento comenta: «Les aseguro que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos». La imagen elocuente del camello contribuye a dar mayor énfasis a la afirmación. Es comprensible que los discípulos se sorprendieran y quedarán desconcertados. El evangelista coloca un hermoso detalle: «Jesús los quedó mirando», esa mirada de Jesús penetra el corazón de sus discípulos tomando su perplejidad. Han comprendido perfectamente. Seguirle en modo radical es difícil, más aún, imposible con solo las fuerzas humanas, pero no se trata de algo que se alcanza a punta de voluntarismo. El seguimiento de Jesús es una gracia, un don y una tarea. Deben recordar que el sujeto de la vocación recibida no son ellos mismos, sino Dios, para quien no hay «nada imposible».
A este punto, Pedro, con la sinceridad e impulsividad que lo caracteriza, descubre con sorpresa la diferencia entre la situación de ellos y la de aquel joven rico. Ellos han recibido ese don especial, han dejado todo para seguir a Jesús, entonces: «¿qué será de ellos?» (v. 27). El joven rico se fue triste, porque dijo que “no”, pero ¿qué pasa con los que dicen que “sí”? Jesús conociendo la pequeñez del corazón humano y que necesita seguridad y motivaciones, les asegura que la recompensa es grande bien sea en el tiempo, como en la eternidad. De hecho, «Dios es más grande que nuestro corazón» (1 Jn 3,20), no se deja ganar en generosidad, lo poco a lo que hemos renunciado por su amor, vendrá recompensado «cien veces más».
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com
lunes, 17 de agosto de 2020
EL EVANGELIO DE HOY LUNES 17 DE AGOSTO DE 2020
Lecturas de hoy Lunes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 17 de agosto de 2020
Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (24,15-24):
Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, voy a arrebatarte repentinamente el encanto de tus ojos; no llores ni hagas duelo ni derrames lágrimas; aflígete en silencio como un muerto, sin hacer duelo; líate el turbante y cálzate las sandalias; no te emboces la cara ni comas el pan del duelo.»
Por la mañana, yo hablaba a la gente; por la tarde, se murió mi mujer; y, a la mañana siguiente, hice lo que se me había mandado.
Entonces me dijo la gente: «¿Quieres explicarnos qué nos anuncia lo que estás haciendo?»
Les respondí: «Me vino esta palabra del Señor: "Dile a la casa de Israel: 'Así dice el Señor: Mira, voy a profanar mi santuario, vuestro soberbio baluarte, el encanto de vuestros ojos, el tesoro de vuestras almas. Los hijos e hijas que dejasteis caerán a espada. Entonces haréis lo que yo he hecho: no os embozaréis la cara ni comeréis el pan del duelo; seguiréis con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies, no lloraréis ni haréis luto; os consumiréis por vuestra culpa y os lamentaréis unos con otros. Ezequiel os servirá de señal: haréis lo mismo que él ha hecho. Y, cuando suceda, sabréis que yo soy el Señor.»
Palabra de Dios
Salmo
Dt 32,18-19.20.21
R/. Despreciaste a la Roca que te engendró
Despreciaste a la Roca que te engendró,
y olvidaste al Dios que te dio a luz.
Lo vio el Señor, e irritado
rechazó a sus hijos e hijas. R/.
Pensando: «Les esconderé mi rostro
y veré en qué acaban,
porque son una generación depravada,
unos hijos desleales.» R/.
«Ellos me han dado celos con un dios ilusorio,
me han irritado con ídolos vacíos;
pues yo les daré celos con un pueblo, ilusorio
los irritaré con una nación fatua.» R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,16-22):
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.»
Él le preguntó: «¿Cuáles?»
Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.»
El muchacho le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?»
Jesús le contestó: «Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo.»
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy lunes, 17 de agosto de 2020
Edgardo Guzmán, cmf.
Queridos amigos y amigas:
En la primera lectura de hoy vemos cómo Ezequiel recibe la revelación y el mandato de anunciar un evento profético no solo con las palabras, sino con su propia experiencia de vida. Se trata de una experiencia dolorosa: la perdida de una persona muy querida para él, su esposa, «el encanto de sus ojos» (v.16), se le pide que no manifieste ningún signo de luto y dolor. Este extraño comportamiento suscita curiosidad en la gente (v.19). Es el punto que despierta la profecía. Lo que le ha sucedido a Ezequiel es un signo de lo que vivirán los israelitas en el exilio.
De hecho, será «la hora mas trágica de su historia», su ciudad amada caerá en manos de Babilonia, los hijos que se quedan en el país morirán. La catástrofe será tan fuerte y de forma tan improvisa que no tendrán tiempo para hacer luto, llevarán sus lamentos en silencio (vv.22s). En lugar de derramar las lágrimas de arrepentimiento y de manifestar exteriormente su dolor, será mejor entrar en lo más intimo del corazón para reconocer el mal que ha causado toda esta situación: haberse alejado de Dios, que los ama como un esposo ama a su esposa. Solo un arrepentimiento sincero podrá reanimar la esperanza y reubicarlos en el camino del Señor. Es instintivo reaccionar al dolor con llanto y lamentos, pero las lágrimas no son todo y por sí mismas no pueden cambiar nada. El creyente tiene el desafío de descubrir el poder humanizante y salvífico contenido en el misterio del dolor.
En el Evangelio de hoy encontramos la conocida escena del «joven rico». Es un joven que está en búsqueda, de lo que toda persona humana anhela: vida y felicidad. Este muchacho le pregunta a Jesús que debe hacer para obtener esa vida en plenitud, la vida eterna, quiere traducir en acciones su anhelo más profundo. Jesús se complace de la búsqueda honrada y sincera de este joven y lo guía gradualmente. Con la contra pregunta: «¿Por qué me preguntas qué es bueno?», y la afirmación: «uno solo es Bueno» (v. 17), Jesús le señala que en realidad la búsqueda de la vida eterna es la búsqueda de Alguien no de algo. Lo “bueno” no es un principio ético abstracto, es un rostro, el del Padre.
Solo después de esa premisa, Jesús le indica al joven el camino a seguir. Primero le recuerda el camino tradicional: el cumplimiento de los mandamientos como expresión de la voluntad de Dios. Pero el muchacho no se contenta con lo que le parece obvio, piensa que «todo eso lo he cumplido» (v.20). Busca algo más, algo que vaya más allá de lo que ya es conocido y practicado. Ahora Jesús le hace una propuesta novedosa: «si quieres ser perfecto» (v. 21), dándole unas sugerencias concretas: «vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y sígueme». A pesar de ser un joven bien intencionado no fue capaz de dar ese salto de calidad que le pedio Jesús, al final «se fue triste» (v. 22). La realización plena de nuestra vida no está en tener muchos bienes materiales o una seguridad económica, sino en tener nuestro corazón libre de apegos. ¿Cuáles son mis tesoros? ¿Dónde tengo puesto el corazón? ¡El Señor no se cansa de invitarnos a seguirle!
Fraternalmente,
Edgardo Guzmán, cmf.
eagm796@hotmail.com
HOY ES LA FIESTA DE BEATRIZ DE SILVA, DIFUSORA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN, 17 DE AGOSTO
Santa Beatriz de Silva
17 de agosto
Mi padre, Ruy Gómes da Silva, fue alcalde mayor de Campo Mayor y consejero del rey D. Duarte. Mi madre, Dª Isabel de Meneses era una dama emparentada con las casas reales de España y Portugal.
De mi infancia puedo deciros que crecí en el seno de una familia de hondas raíces cristianas. Éramos once hermanos, criados y educados con mucho amor.
Muy jovencita, como era costumbre en la época, me trasladé a la Corte de la reina Isabel, hija de D. Juan, príncipe de Portugal, al casarse ésta con D. Juan II, rey de Castilla. Permanecí en la corte de Tordesillas, como dama de la reina varios años.
Mis biógrafos, que me miran con buenos ojos, decían que era muy hermosa, “la dama más bella de la corte de Castilla”. Quizás no era consciente de ello pero mi belleza atraía las miradas de todos y despertaba cierta admiración en quienes me trataban. Cierto es que muchos nobles caballeros me pidieron en matrimonio, pero yo tenía las miras en otro caballero, pero de eso os hablaré más adelante.
Creo que por ello, la Reina, pudo contemplar en mí una rival en su matrimonio. Dicen que sus celos le llevaron a encerrarme. Solo sé que un día de forma inesperada para mí, me encontré dentro de un cofre en un rincón del castillo.
En medio de la oscuridad me encomendé con todo el corazón a la Virgen María. Pude verla, no sé si con mis propios ojos o los de la fe. Iba vestida de hábito blanco y manto azul y el niño Jesús en brazos. Me habló, o al menos yo pude escuchar sus palabras de ánimo y su consuelo. Me hizo un encargo que desde entonces no olvidé: fundar una Orden dedicada a la honra del misterio de su Inmaculada Concepción. El hábito de las monjas sería el mismo que ella lucía, blanco y azul. No pude sino ofrecerme como su servidora y consagrarme a ella. La Reina de cielo me libró de aquella prisión.
Al cabo de tres días salí de allí como si nada hubiera pasado. Abandoné la corte e ingresé, como seglar o señora de piso, en el Monasterio dominico de Santo Domingo el Real. Estuve en este retiro por espacio de treinta años, durante los cuales permanecí con el rostro cubierto siempre con un velo, no sólo como penitencia sino, sobre todo, en señal de una total consagración a mi Señor. Esperaba así la hora de poder llevar a cabo la misión que me había encomendado mi Señora, la Virgen Inmaculada. Llegó el año 1884. Fue un año grato para mi e inolvidable. Abandoné el Monasterio de Santo Domingo y con algunas compañeras, pasamos a una casa llamada Palacios de Galiana, junto a la muralla norte de Toledo, un
regalo donado por la Reina Isabel. Sí, Isabel la Católica. Nos unía una cierta amistad. Fue muy generosa. También nos concedió la capilla adjunta, dedicada a Santa Fe, una santa de origen francés.
Durante cinco años vivimos en Santa Fe. No profesamos en ninguna orden religiosa, ni vivíamos bajo ninguna regla aprobada por la Iglesia. Fue una experiencia nueva dentro del monacato femenino de aquella época. Finalmente a petición mía y de la Reina Isabel, nuestra valedora, el 30 de abril de 1489, conseguimos del Papa Inocencio VIII la
aprobación de un Monasterio dedicado a la Concepción de la Bienaventurada Virgen María. Era el comienzo de un camino, un divino camino. Quiso el Señor llamarme a su
lado antes de empezar a caminar por él, o quizás ya había comenzado. Antes de marchar hacia el año 1492 pude profesar en presencia de mis hermanas y el obispo de
Toledo.
El monasterio no desapareció. La Comunidad, a pesar de muchas dificultades continuó fiel a nuestros primeros proyectos. La perseverancia de las primeras hermanas y el
apoyo de la Orden franciscana que nos acompañó desde los comienzos, dio como resultado el crecimiento de la Orden desde Toledo a otros lugares del Reino. Por fin, el 17 de septiembre de 1511 obtuvimos regla propia. A mediados del s. XVI, la Orden de la Concepción de la bienaventurada Virgen María, llegó hasta el Nuevo mundo.
El Papa Pío XI confirmó el culto inmemorial que muchos me tributaron y me proclamó Beata el 28 de julio de 1926. Más tarde, reanudada la causa de canonización en 1950 por Pío XII, Pablo VI me canonizó solemnemente el 3 de octubre de 1976. Mi fiesta litúrgica se celebra el día 17 de agosto.
Soy conocida en la historia como “la dama del rostro velado” y “la mujer del silencio”. Espero que hayáis disfrutado con esta breve historia de mi vida que os he compartido. Ahora son mis hijas, extendidas por todo el mundo quienes hacen presente el Carisma que un día el Espíritu Santo me inspiró.
SANTORAL DE HOY LUNES17 DE AGOSTO DE 2020
Leopoldina Naudet, Beata
Virgen y Fundadora, 17 de agosto
|
Florencio López Egea, Beato
Sacerdote y Mártir, 17 de agosto
|
Marie-Elizabeth Turgeon, Beata
Religiosa, 17 de agosto
|
Antonio Carmaniú i Mercader, Beato
Sacerdote y Mártir, 17 de agosto
|
Mirón, Santo
Presbítero y Mártir, 17 de agosto
|
Mamés (o Mamante o Mameto), Santo
Mártir, 17 de agosto
|
Eusebio, Santo
XXXI Papa, 17 de agosto
|
Clara de la Cruz de Montefalco, Santa
Abadesa, 17 de agosto
|
Juana de la Cruz (Delanoue), Santa
Fundadora, 17 de agosto
|
Bartolomé Días-Laurel, Beato
Mártir, 17 de agosto
|
Beatriz de Silva y Meneses, Santa
Fundadora,17 de agosto
|
Jacinto de Polonia, Santo
Patrono de Polonia, 17 de agosto
|
domingo, 16 de agosto de 2020
HOY ES LA FIESTA DE SAN ESTEBAN I, 16 DE AGOSTO
Hoy es la fiesta de San Esteban I, rey de Hungría y de una familia santa
Redacción ACI Prensa
San Esteban (c. 975-1038) nació en Esztergom, Principado de Hungría, a inicios del último cuarto del siglo X, hijo del príncipe Géza de Hungría y de la reina Sarolta. Su nombre era Vajk pero al ser bautizado le fue cambiado por el de Esteban, después de que la familia real húngara abrazase el cristianismo.
Esteban, siendo joven, aprendió latín con San Adalberto y recibió educación cristiana. Contrajo matrimonio con la Beata Gisela de Baviera, hermana del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, San Enrique II. A la muerte de su padre, Géza, Esteban le sucede en el trono convirtiéndose en rey.
El pueblo húngaro rendía culto a diversas deidades y Esteban se propuso dar el ejemplo y difundir la fe cristiana, obteniendo abundantes conversiones. Recurrió al Papa Silvestre II para que Occidente reconociera su reino. El Pontífice envió a San Anastasio, discípulo de San Adalberto, para que lo corone. Asimismo organizó la vida política y religiosa de la nación, construyó iglesias y monasterios.
Entre sus más cercanos colaboradores estuvieron los monjes benedictinos, orden a la que pertenecieron los primeros obispos del nuevo reino, como San Anastasio, San Beszteréd, San Buldo, San Gerardo Sagredo, San Beneta, el Beato Sebastián de Esztergom, entre otros.
San Esteban, junto a su hijo, san Emerico, defendió a su pueblo de la invasión comandada por Conrado II, rey y luego emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Juntos lograron expulsar a los invasores el año 1030.
Emerico era el único hijo sobreviviente de Esteban -los había perdido a todos cuando eran pequeños-, por lo que era su consuelo. Trágicamente, Emerico -quien también sería proclamado santo- murió un año después en un accidente de caza. A partir de entonces, Esteban se aferró mucho más a Dios: su fe lo sostuvo para poder enfrentar las dificultades de sus últimos años, entre ellas las disputas que la sucesión de su reino traería.
San Esteban murió el 15 de agosto de 1038 y fue sepultado en la Basílica de Székesfehérvár, que él mismo había hecho construir y que llegó a ser una de las más grandes e importantes de Europa.
El santo rey de Hungría fue canonizado por el Papa San Gregorio VII en 1083 y su fiesta se celebra cada 16 de agosto.
SAN ROQUE, PEREGRINO, 16 DE AGOSTO
Roque, Santo
Peregrino, 16 de agosto
Por: n/a | Fuente: EWTN.com
Peregrino y Taumaturgo
Martirologio Romano: En la Lombardía, san Roque, que, nacido en Montpellier, del Languedoc, en Francia, adquirió fama de santidad peregrinando piadosamente y curando por toda Italia a los afectados de peste (c. 1379)
Etimológicamente: Roque = Fuerte como roca
Patrono de: hospitales, médicos, cirujanos, enfermeros, farmacéuticos, enfermos, agricultores, jardineros, carpinteros, sepultureros y prisioneros. Protector contra la peste, el cólera, la rabia, accidentes, y dolores de pie, piernas y rodillas.
Breve Biografía
Este santo se ha hecho famoso en el mundo por los grandes favores que consigue a favor de pobres y enfermos. Su popularidad ha sido verdaderamente extraordinaria cuando a pueblos o regiones han llegado pestes o epidemias, porque consigue librar de la enfermedad y del contagio a muchísimos de los que se encomiendan a él. Quizás él pueda librarnos de epidemias peligrosas.
San Roque nació en Montpellier, de una familia sumamente rica. Muertos sus padres, él vendió todas sus posesiones, repartió el dinero entre los pobres y se fue como un pobre peregrino hacia Roma a visitar santuarios.
Y en ese tiempo estalló la peste de tifo y las gentes se morían por montones por todas partes. Roque se dedicó entonces a atender a los más abandonados. A muchos logró conseguirles la curación con sólo hacerles la señal de la Santa Cruz sobre su frente. A muchísimos ayudó a bien morir, y él mismo les hacía la sepultura, porque nadie se atrevía a acercárseles por temor al contagio. Con todos practicaba la más exquisita caridad. Así llegó hasta Roma, y en esa ciudad se dedicó a atender a los más peligrosos de los apestados. La gente decía al verlo: "Ahí va el santo".
Y un día mientras atendía a un enfermo grave, se sintió también él contagiado de la enfermedad. Su cuerpo se llenó de manchas negras y de úlceras. Para no ser molesto a nadie, se retiró a un bosque solitario, y en el sitio donde él se refugió, ahí nació un aljibe de agua cristalina, con la cual se refrescaba.
Y sucedió que un perro de una casa importante de la ciudad empezó a tomar cada día un pan de la mesa de su amo e irse al bosque a llevárselo a Roque. Después de varios días de repetirse el hecho, al dueño le entró curiosidad, y siguió los pasos del perro, hasta que encontró al pobre llaguiento, en el bosque. Entonces se llevó a Roque a su casa y lo curó de sus llagas y enfermedades.
Apenas se sintió curado dispuso el santo volver a su ciudad de Montpellier. Pero al llegar a la ciudad, que estaba en guerra, los militares lo confundieron con un espía y lo encarcelaron. Y así estuvo 5 años en la prisión, consolando a los demás prisioneros y ofreciendo sus penas y humillaciones por la salvación de las almas.
Y un 15 de agosto, del año 1378, fiesta de la Asunción de la Virgen Santísima, murió como un santo. Al prepararlo para echarlo al ataúd descubrieron en su pecho una señal de la cruz que su padre le había trazado de pequeñito y se dieron cuenta de que era hijo del que había sido gobernador de la ciudad. Toda la gente de Montpellier acudió a sus funerales, y desde entonces empezó a conseguir de Dios admirables milagros y no ha dejado de conseguirlos por montones en tantos siglos.
Lo pintan con su bastón y sombrero de peregrino, señalando con la mano una de sus llagas y con su perro al lado, ofreciéndole el pan.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!
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