jueves, 30 de enero de 2020

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY JUEVES 30 DE ENERO DE 2020


Lecturas de hoy Jueves de la 3ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, jueves, 30 de enero de 2020



Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel 7,18-19.24-29):

Después que Natán habló a David, el rey fue a presentarse ante el Señor y dijo: «¿Quién soy yo, mi Señor, y qué es mi familia, para que me hayas hecho llegar hasta aquí? ¡Y, por si fuera poco para ti, mi Señor, has hecho a la casa de tu siervo una promesa para el futuro, mientras existan hombres, mi Señor! Has establecido a tu pueblo Israel como pueblo tuyo para siempre, y tú, Señor, eres su Dios. Ahora, pues, Señor Dios, mantén siempre la promesa que has hecho a tu siervo y su familia, cumple tu palabra. Que tu nombre sea siempre famoso. Que digan: "¡El Señor de los ejércitos es Dios de Israel!" Y que la casa de tu siervo David permanezca en tu presencia. Tú, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, has hecho a tu siervo esta revelación: "Te edificaré una casa"; por eso tu siervo se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. Ahora, mi Señor, tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar, y has hecho esta promesa a tu siervo. Dígnate, pues, bendecir a la casa de tu siervo, para que esté siempre en tu presencia; ya que tú, mi Señor, lo has dicho, sea siempre bendita la casa de tu siervo.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 131,1-2.3-5.11.12.13-14

R/. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre

Señor, tenle en cuenta a David
todos sus afanes:
cómo juró al Señor
e hizo voto al Fuerte de Jacob. R/.

«No entraré bajo el techo de mi casa,
no subiré al lecho de mi descanso,
no daré sueño a mis ojos,
ni reposo a mis párpados,
hasta que encuentre un lugar para el Señor,
una morada para el Fuerte de Jacob.» R/.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractara:
«A uno de tu linaje pondré sobre tu trono.» R/.

«Si tus hijos guardan mi alianza
y los mandatos que les enseño,
también sus hijos, por siempre,
se sentarán sobre tu trono.» R/.

Porque el Señor ha elegido a Sión,
ha deseado vivir en ella:
«Ésta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo.» R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,21-25):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy jueves, 30 de enero de 2020
Severiano Blanco, cmf


Queridos hermanos:

Los recuerdos de Jesús, de sus hechos y palabras, no se transmitieron inicialmente como una biografía estructurada y compacta, sino en anécdotas sueltas y dichos aislados, que se mencionaban o repetían cuando venían a cuento, cuando podían iluminar situaciones comunitarias concretas. Más tarde la catequesis eclesial, y luego los evangelistas escritores, fueron creando conjuntos temáticos más o menos unitarios: colecciones de parábolas, de milagros, de dichos de sabiduría popular, incluso “discursos” aparentemente homogéneos, como el sermón del monte. Pero Jesús no había sido un catedrático, sino un maestro popular y espontáneo. En sus supuestos “discursos” percibimos que cada frase es autónoma, “suelta”, inteligible sin el contexto.

Hoy nos encontramos con tres de esos dichos de Jesús apenas ensamblados entre sí. Quizá alguno de ellos ya estaba en uso, como refrán popular; pero Jesús lo “recrea” o actualiza, o le da un sentido nuevo. Cada uno de ellos se merece su propia reflexión.

a.- Ser luz. Los seguidores de Jesús han sido iluminados con el conocimiento de este Maestro del todo singular, con su anuncio esperanzado del Reino que Dios quiere establecer, reino de justicia y de felicidad. Los que lo han recibido deben sentir la necesidad de comunicarlo, de llamar a sus familias, vecinos, amigos… para que los feliciten por haber aprendido a contemplar la vida con ojos nuevos. No pueden ocultarse [hay quien cree que el dicho, en su origen, era un reproche a las autoridades religiosas judías por no haber guiado correctamente al pueblo; también serviría como advertencia a los pastores del nuevo Pueblo de Dios].

b.- No condenar. Existe en el hombre un curioso instinto justiciero, tendencia a “medir” a los demás, y, llegado el caso, a condenarlos. Jesús fue modelo de comprensión, misericordia; fuel el primero en practicar lo de “el amor todo lo excusa” (1Co 13,7). A la adúltera le dijo: “tampoco yo te condeno”. Él intentó profundizar el antiguo precepto de “no matarás”, indicando que hay “otras formas” de matar: menospreciar, insultar, estar enemistado, condenar. Los discípulos de Jesús percibirán dónde está el mal, para evitarlo, rechazarlo. Pero nunca conocerán a fondo el interior de quien lo comete; por lo cual se abstendrán de juzgar, de “medir” negativamente, para que Dios no los “mida” así a ellos. En la carta de Santiago se nos expresa esto en una frase graciosa: “la misericordia (del hombre) se ríe del juicio (de Dios)” (Sant 2,13).

c.- Quitar lo que no se tiene. Seguramente era ya un refrán popular, en sí mismo absurdo, con juego de palabras e hipérbole oriental. No sabemos en qué situación lo usó Jesús, lo cual dificulta nuestra comprensión; pero algo podemos intuir. Hay existencias centradas y existencias despistadas; están los que han aceptado la luz del Reino de Dios y los que, escépticos ante la palabra de Jesús, se han quedado a distancia (lo veíamos anteayer). El tesoro de los primeros aumentará desmesuradamente (ellos entienden las parábolas), mientras que la suerte de “los de fuera”, ¡que quizá se tenían por sabios!, es caminar sin luz, con una carencia cadavez mayor, hacia el sinsentido de la nada.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

FELIZ JUEVES!!




miércoles, 29 de enero de 2020

IMAGEN DE SAN FRANCISCO DE SALES

IMAGEN DE SANTA ÁNGELA DE MERICI



IMAGEN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

IMÁGENES DE LA VIRGEN DE LOURDES

















HOY ES LA FIESTA DEL BEATO BRONISLAW MARKIEWICZ, 29 DE ENERO


Beato Bronislaw Markiewicz
29 de Enero

Nació en 1842, fue el sexto de una familia de once hijos cuyo padre era alcalde del lugar. En la adolescencia experimentó una crisis de fe y se volcó al agnosticismo por un período de dos años, influenciado por un inspector escolar de nombre Eusebio Czerkawski, decididamente anticlerical y racionalista.

A los 21 años ingresa al seminario diocesano de Przemy?l y el 15 de septiembre de 1867 fue ordenado sacerdote.

Una semana después de su ordenación da su primera misa en su pueblo natal de Pruchnik y una semana después se hace cargo de la parroquia del pueblo de Harta donde trabaja hasta febrero de 1870. Durante su ministerio en Harta, Markiewicz fundó tres nuevas parroquias en las zonas rurales y dio una especial preferencia al trabajo entre los pobres y especialmente entre los niños. En 1870 Markiewicz fue designado vicario de la catedral de Przemy?l y trabajó como capellán del presidio local. Markiewicz siguió trabajando con los jóvenes del lugar y cuando una epidemia de cólera azotó la región Markiewicz asistió a cuantos enfermos pudo y organizó "ollas populares" para alimentar a la población que comenzó a llamarle el "ángel consolador".

Ante la ola de agnosticismo que cundía en la región, Markiewicz decide perfeccionarse en filosofía y en 1873 ingresa en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Juan Casimiro en Leópolis en donde su decano era el viejo inspector Eusebio Czerkawski, con quien permanentemente confrontó. Al año siguiente ingresó a la Universidad Jagellónica de Cracovia, pero no pudo finalizar los estudios en ninguna de las dos facultades cuando en 1875 fue trasladado a la pequeña aldea de Ga? para hacerse cargo de la vicaría. Allí lucho contra el alcoholismo, un mal endémico entre los pobladores, y fundó la Sociedad de Abstinencia.

Entre 1877 a 1882 es designado párroco en B?a?owa en 1882 fue designado al frente de un seminario en Przemy?l y como capellán de las carmelitas descalzas que se habían instalado en Przemy?l luego de haber sido expulsadas de Posnania por la Kulturkampf.

En 1885 Markiewicz viaja a Italia en donde conoce a Juan Bosco en 1887 y en 1888 se une a la congregación de los salesianos.

En 1892 regresa a Polonia para hacerse cargo de una parroquia en Miejsce Piastowe, en donde permanece hasta su muerte en 1912. Ni bien llegó a su país comenzó a poner en práctica las enseñanzas de Don Bosco organizando casas para niños y jóvenes abandonados.

Con los años la Congregación de los Salesianos comenzó a admitir no sólo a los niños pobres y abandonados en sus institutos sino también a los hijos de padres que pertenecían a clases pudientes, quienes pagaban un estipendio.

El padre Markiewicz no estuvo de acuerdo con estos cambios impulsados por Don Rua —sucesor de Don Bosco— e insiste en que la congregación debe poner todas sus fuerzas en la atención de los desamparados. Don Rua envía en 1897 un delegado suyo para supervisar que las nuevas normas fuesen cumplidas por el padre Markiewicz pero éste se niega y decide abandonar el Instituto Salesiano. En ese año decide fundar una asociación civil a la que le da el nombre de Templanza y Trabajo, dedicada al rescate de los niños abandonados. La asociación —que será la base de la Congregación de San Miguel Arcángel—recibió la aprobación papal en 1898.

Ante la necesidad de fondos para su obra Markiewicz manda a sus discípulos a pedir dinero a las familias ricas de la zona. Por la misma época una ola de disturbios sociales corre por Europa Central con la ascensión del socialismo. Markiewicz advierte a las clases privilegiadas:

Sólo la "permanente revolución" de la caridad y justicia pueden detener las revoluciones sociales. ¡Lo que ustedes no den por su propia voluntad les será quitado por la fuerza!

El padre Markiewicz encontró una fuerte oposíón a su obra por parte de obispo de Przemy?l, san Józef Sebastian Pelczar quien le niega fondos para su obra a no ser que reingrese a la congregación salesiana. Pelczar también pone trabas para que los muchachos que están a su cargo ingresen a los seminarios y le niega la creación de la rama femenina de la obra. Muchos de los discípulos de Markiewicz se exilian voluntariamente a América en donde entran en distintos seminarios y asisten a la comunidad polaca emigrada; otros desisten de ordenarse como sacerdotes y se quedan con el padre Markiewicz.

Admiro y amo a los salesianos... Frecuentemente les envío a los hijos de padres ricos que pueden pagar una buena cuota, y yo sólo me quedo con aquellos que nada pueden pagar... Nuestros trabajos se complementan.

Tratando en obtener la aprobación del instituto por parte del obispo Pelczac, Markiewicz pone a éste bajo la advocación del Arcángel Miguel.

En 1911 el padre Markiewicz declaraba que más de 2000 jóvenes habían pasado por sus establecimientos y que habían salido teniendo un oficio. El 11 de diciembre de ese año Markiewicz sufre una hemorragia cerebral de la cual pudo ser salvado. Sin embargo Markiewicz también sufría de grandes dolores causados por la próstata y no pudo ser operado porque su corazón estaba muy débil como para resistir la anestesia. Markiewicz murió el 29 de enero de 1912 y una multitud fue a su entierro a pesar del frío y de la nevada que cayó ese día.

Cuando me haya ido todo se pondrá bien... ¡Yo los ayudaré! No tengan miedo.

El principal propulsor de la obra de Markiewicz fue el obispo de Cracovia Adam Stefan Sapieha que hizo todo lo posible para que el 29 de septiembre de 1921 —día de San Miguel Arcángel— fuese erigida canónicamente la rama masculina de la Congregación San Miguel Arcángel y, en 1928, la rama femenina: las Hermanas Miguelinas.

En 1958 se inició el proceso de beatificación y el 19 de junio de 2005 fue proclamado beato en una ceremonia celebrada por el cardenal Józef Glemp en la plaza Pilsudski, Varsovia, Polonia; su fiesta se celebra el 29 de enero de cada año, fecha de su muerte.

¿QUÉ ES LA FELICIDAD?


¿Qué es la felicidad?
¿Cuál es nuestra idea de la felicidad? ¿Existe realmente?


Por: Solange Paredes | Fuente: Catholic-link.com




¿Qué es la felicidad? ¿Dónde está? ¿Cómo se consigue? La humanidad ha estado detrás de estas preguntas desde el despertar de la vida del hombre, como especie y como individuo. De ahí que la mayoría de nuestras decisiones -si no todas- vienen dictadas por un anhelo profundo de felicidad, ya sea inmediata: diversión; o de largo plazo: realización personal. Al respecto, el Papa Francisco usa un ejemplo bastante simple: “Si yo debo hacer las tareas del colegio y no las hago y me escapo…es una elección equivocada. Y esa elección será divertida, pero no te dará alegría”.

Existen 4 tipos de felicidad. El primero es el Placer. Éste nos da una sensación de felicidad inmediata y efímera. Es una experiencia fundamentalmente sensorial que puede ser satisfecha con cosas materiales y que se encuentran netamente en el exterior. El segundo tipo es la felicidad Ego-comparativa, es decir, la ilusión de felicidad que te da el saberte o creerte mejor que los demás o por lo menos que la gente te perciba como mejor: el ya conocido efecto Facebook.

Ciertamente, estos 2 primeros tipos de felicidad son los que las empresas, la publicidad, redes sociales y en general, la sociedad nos vende. Y en realidad, tenemos que estar conscientes que son modelos defectuosos -en extremo- de felicidad, puesto que son en esencia transitorios y vacíos. Ya son varios los ejemplos de gente exitosa, con fama y dinero que encontraron el placer y la complacencia de creerse superiores y que terminaron deprimidos, sumidos en la droga, quitándose la vida. Para la Iglesia, sin embargo, esto no resulta extraño pues ya nos ha sido revelado que: “Nuestro deseo natural de felicidad es de origen divino. Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el Único que lo puede satisfacer”. (CIC 1718).

Teniendo esto en cuenta, llegamos al tercer y cuarto tipo de felicidad: Contributiva y Trascendental, respectivamente. La felicidad contributiva es aquella que sentimos al hacer algo por alguien y marcar la diferencia en su vida. Desde grandes acciones, como aquellas que hacen los misioneros en lugares alejados o el hacer voluntariado en tu comunidad, hasta “pequeños” actos de misericordia: visitar al enfermo, dar buen consejo al que lo necesita, entre otros, generan en nosotros un sentido mucho más profundo y concreto de felicidad puesto que va más allá de nosotros mismos. El último y probablemente más sublime tipo de felicidad es la trascendental. Ésta tiene que ver con anhelos más elevados y que venimos buscando, conscientemente o no, desde que somos niños: Verdad, Justicia, Belleza, Amor y sensación de Hogar. En efecto, éstos últimos son mucho más difíciles de encontrar, pero su sola búsqueda es ya motivo de alegría.

“Claramente, vivir el Evangelio -con todos los desafíos que eso representa, pero ayudados por la gracia- es un camino a la felicidad plena pues nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana […] ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor”. (CIC 1723). El beato John Henry Newman, nacido en Inglaterra en el siglo XIX, escribe al respecto con palabras que tienen la frescura de hoy:

El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instintivo la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna y, según la fortuna, la honorabilidad […] Todo esto se debe a la convicción […] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza, por tanto, es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro […] La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración.

Al leer estas líneas, es imposible no pensar en tantos participantes de reality shows y otras “celebridades” que hoy día en nuestros países están dispuestos a cualquier cosa y ser protagonistas de cualquier escándalo con tal de tener un poco de prensa, de fama, de atención que viene suscitada por esta sed instintiva de felicidad. Más aún, si pensamos en ejemplos más cercanos, seremos capaces de identificar a amigos e incluso a nosotros mismos compartiendo cosas privadas y/o fuera de lugar en nuestras redes sociales solamente para tener un “like” más o un “retweet” que al fin y al cabo se traduce en la búsqueda de sentirnos aceptados y reconocidos. ¿Es que acaso estas actitudes no reflejan un anhelo insondable del amor de Dios y de la felicidad que su saciedad significaría?

San Agustín supo reconocer esta ansia de felicidad cuando se preguntaba: “¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Es porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz. Haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de Ti” (Confesiones, 10, 20, 29).

En el evangelio, camino hacia la felicidad plena, las bienaventuranzas ocupan el centro de la predicación de Jesús. Esto no es una mera coincidencia pues mediante el sermón de la montaña, Jesús quiere iluminar nuestra búsqueda de la felicidad con la paradoja de las bienaventuranzas. En ellas se invierten los criterios del mundo pues se ven las cosas en la perspectiva correcta, esto es, desde la escala de valores de Dios. Precisamente, los que según los criterios del mundo son considerados pobres y perdidos son los realmente felices: Jesús llama dichosos a los que tienen espíritu de pobre, no porque seamos juzgados por nuestro estatus socioeconómico pues sabemos que hay pobres con espíritu de avaricia. Sino que Jesús los llama felices porque habrán encontrado que su felicidad no está en lo material, en la satisfacción de sus placeres ni en creerse mejor que lo demás. Aquellos con espíritu de pobre son dichosos puesto que habrán encontrado su felicidad en la solidaridad, la ayuda a los demás y en el caminar al lado de su Salvador. Y aunque muchas de las promesas de las bienaventuranzas parecen comenzar en el más allá, «cuando el hombre empieza a mirar y a vivir a través de Dios, entonces ¡ya ahora! algo de lo que está por venir está presente»”.
Benedicto XVI

Para terminar podemos afirmar que el primer paso para encontrar la felicidad es saber qué tipo de plenitud estoy buscando. Escuchemos a Santo Tomás de Aquino que ya nos da la respuesta: “Solo Dios sacia”.

SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 29 DE ENERO DE 2020

Constancio de Perugia, SantoConstancio de Perugia, Santo
Obispo y Mártir, 29 de enero
Valerio de Tréveris, ObispoValerio de Tréveris, Obispo
Obispo, 29 de enero
Serrano (Asturio Anulino), SantoSerrano (Asturio Anulino), Santo
Obispo, 29 de enero
Gildas de Rhuys, SantoGildas de Rhuys, Santo
Abad, 29 de enero
Villana de Bottis, BeataVillana de Bottis, Beata
Madre de familia, 29 de enero
Boleslava María Lament, BeataBoleslava María Lament, Beata
Fundadora, 29 de enero
Sulpicio  Severo, SantoSulpicio Severo, Santo
Obispo de Bourges, 29 de enero
Radegunda de Treviño, SantaRadegunda de Treviño, Santa
Virgen, 29 de enero
Afraates, SantoAfraates, Santo
Escritor Anacoreta, 29 de enero

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 29 DE ENERO DE 2020


Lecturas de hoy Miércoles de la 3ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 29 de enero de 2020



Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-17):

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?" Pues bien, di esto a mi siervo David: "Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 88,4-5.27-28.29-30

R/. Le mantendré eternamente mi favor

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.

«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.

«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una prosperidad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,1-20):

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."»
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 
29 de enero de 2020
Severiano Blanco, cmf



Queridos hermanos:

Como en días anteriores, el libro de Samuel nos ofrece cristología davídica. Jesús, el definitivo heredero de David, o David en su plenitud, será el auténtico hijo de Yahvé y el que reúna en torno a sí a muchos hermanos, los hijos en el Hijo. Ese conjunto de los hermanos será el auténtico templo de Dios, el ámbito donde se experimente su presencia. La tarea histórica de Jesús fue la de “reunir a los hijos de Dios dispersos” (Jn 11,52).

Jesús comienza por convocar un grupo de seguidores y seguidoras que quiere esperanzados, llenos de ilusión, acogedores de los pequeños signos del Reino que despunta. La parábola del sembrador impertérrito perteneces a las denominadas de contraste: a una serie de fracasos parciales (siembras malogradas) sigue una cosecha muy superior a lo que se esperaría.

Sin duda, alguna vez los discípulos trataron a Jesús de ingenuo: estaba viendo cuántas miserias y envidias se daban entre ellos y seguía convencido de que, a pesar de todo, los valores del Reino de Dios se implantarían y de que ellos mismos serían luz del mundo y sal de la tierra. Con las parábolas de contraste (la insignificancia de la levadura, del grano de mostaza…) intentaba despertar en ellos altura de miras.

En el conjunto de la narración encontramos sin embargo algo aparentemente escandaloso: al parecer, Jesús hablaría en parábolas ininteligibles para cortar a algunos el acceso a la salvación. Nada más lejos de su intención; las parábolas son el lenguaje más sencillo y pedagógico, “según podía entenderle” (Mc 4,33). Quizá la traducción que tenemos no es la mejor; quizá debiera decir: “así se cumple la Escritura (que dice): ven pero no entienden, salvo que se conviertan y se les conceda el perdón”.

Probablemente el dicho “problemático” originariamente no se refiere solo a las parábolas, sino a toda la acción y predicación de Jesús: a quienes la contemplan solo a distancia, en actitud escéptica, situándose deliberadamente fuera (¿con aire de superioridad?), “todo les resulta un enigma” (mejor que “todo se les da en parábolas”). Jesús lamenta las reservas de los sabios frente a él, la posición de los que solo optan por la crítica o por un descomprometido “ya iremos viendo”. Él desea corazones sencillos, abiertos a su novedad; y, una vez renovados, tendrán que estar vigilantes: que ni las zarzas, ni los cardos, ni la sequedad del terreno (y todo esto recibe nombres muy concretos: los afanes cotidianos, amor al dinero, cobardía ante rechazos) ahoguen la semilla, que está llamada a crecer lozana y frondosa en sus corazonwes.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

BIENVENIDOS




martes, 28 de enero de 2020

7 PRENDAS DE VESTIR QUE DEBES EVITAR PARA ASISTIR A MISA

7 prendas de vestir que debes evitar para asistir a Misa
¿Está bien si voy a misa usando esto?


Por: H. Edgar Henríquez Carrasco, LC. | Fuente: Catholic-link.com



«La moda no incomoda» dicen por ahí, pero hay “modas”que son ciertamente inoportunas dependiendo del lugar, del ambiente y de las personas. ¡Cuánto más cuidado pondremos en un ambiente cristiano!
Quisiera a través de este artículo darles a conocer las 7 prendas más inadecuadas para asistir a la Santa Misa. Se podrían enumerar más, pero quisiera que estas siete quedaran en nuestra memoria para evitarlas en un futuro. Algunos se sorprenderán (no es mi intención causar revuelo), pero sí quisiera dar algunas pautas para vestirse mejor durante la celebración Eucarística. Se trata principalmente de formar un criterio general para ayudar, sobretodo a quienes deben catequizar a otros sobre el respeto y el amor que tenemos los católicos a la Eucaristía.
¡Ojo! Antes de mencionarlos, es importante resaltar que estos son algunos criterios básicos, corresponde a cada uno hacer un discernimiento maduro de lo que es más adecuado dependiendo de las circunstancias que cada uno viva

¿Qué debemos evitar vestir cuando vamos a Misa?

1. Camisas deportivas (equipos de fútbol)

camiseta
Si quiero ir al estadio a ver fútbol, permitido. Si quiero pasear por el parque, permitido. Pero, ¿para ir a encontrarme con el Señor? Imagínense una exhibición de camisetas deportivas en la Iglesia, colores y equipos por doquier, viendo a “Messi” o “Vidal” decenas de veces cuando miro hacia el altar porque están en las espaldas de mis hermanos. Esto puede crear rivalidad, disgusto, distracción o molestias en la asamblea. Además es bien sabido que una prenda deportiva se usa en un ambiente deportivo, por ende debemos evitar llevarlo a Misa.

2. Short muy corto o minifalda

mini
Para la playa está bien. El sol cuando calienta puede ser insoportable, pero ¿en la iglesia? El calor no es excusa para vestir como queramos, es más, si tenemos calor, podremos ofrecerlo al Señor como muestra de amor por Él. Un short o una minifalda (en el caso de una dama) es una prenda que llama bastante la atención en un grupo humano, ¡cuánto más dentro de la iglesia! Ya me podrán decir ustedes sobre diseños, tamaños o colores, eso no importa tanto. Vestir una falda esta bien, pero una mini-falda, no.

 3. Chanclas de playa

chanclas
Aunque muchos no lo crean, sucede. Sobre todo en ambientes veraniegos donde ir a Misa está de paso entre mi casa y la playa. ¡Siempre dignos! No lo olvidemos. Aunque me lleve más tiempo cambiarme de ropa y calzado, lo haré por amor al Señor. Las chanclas de verano son para la playa, no para la iglesia. Te pones un calzado más discreto para ir a Misa y luego te los quitas para ir a la playa, ¿cuál es el problema? Que la pereza o la comodidad no intervengan en la dignidad y sobriedad que predomina en un templo católico.

 4. Sombreros o gorras

sombrero

Mi madre decía: «dentro de la casa no se usa gorra», y ahí va de nuevo, ¡cuánto más en la casa de Dios! Además de evitar tapar la vista a los demás hermanos es un gran signo de respeto. Cuando se está con alguien importante nos sacamos el sombrero o la gorra y saludamos, por lo menos así era antes y es algo que no podemos perder. Los sombreros son para protegerse del sol, pero dentro de una iglesia, ¿de qué querríamos protegernos? Es mejor evitarlo. Te lo puedes quitar y dejarlo a un lado de tu asiento o bajo el reclinatorio. Llevarlos a la iglesia está bien, usarlos dentro es inapropiado.

 5. Escotes o camisas abiertas

destapado
Esto es parte de la moda de este siglo. Al parecer la premisa es que «mientras más muestres tu cuerpo, mejor»No es así entre cristianos. Sabemos que el cuerpo es un don de Dios, es el templo del Espíritu Santo, por lo tanto lo protegemos con cautela. No andamos mostrándonos a todo el mundo, esto podría incitar distracción y provocación en los demás. Sinceramente disgusta un poco ver por la calle desfiles de jóvenes vestidos así, ¡cuanto más en la iglesia!. Vamos bien arreglados, pero dignos. Ropa abierta, medio transparente, es mejor dejarla en casa. Nuestra premisa es «mientras más dignos, mejor».

 6. Joyas, lujos y anillos exuberantes

Joyas
Esto casi no habría que explicarlo. Sabemos todos que a la iglesia no vamos a exhibir nuestros bienes o a aparentar un cierto status social. ¡Nosotros vamos a encontrarnos con Jesús! por ende todas las joyas y ornamentos exuberantes sobran en la Misa. Mientras más sobrios mejor. Algunos me dirán: «para Dios lo mejor», claro que sí ¡pero para Dios!, no para que tú hagas alarde de tus posesiones. Es admirable ver cómo grandes empresarios van a Misa, a veces, incluso pasando desapercibidos por su forma de vestir o de tratar a los demás. Tener o no tener dinero no te va llevar al cielo. La caridad con los hermanos y el amor a Dios ¡eso sí!. Así que ya sabes, las joyas en la casa bien guardadas. Así, además de evitar posibles robos, nos hacemos uno más en la asamblea de Dios, donde nadie tiene preferencias, todos somos hijos de Dios. Santiago, en su carta, nos da más luz acerca de este punto: «Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: “Tú, siéntate aquí, en un buen lugar”; y en cambio al pobre le decís: “Tú, quédate ahí de pie”, o “Siéntate a mis pies”. ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?» (Santiago 2,2-4).

7. Zapatos de fútbol 

zapatos
Todos sabemos el concepto de calzado deportivo. Aquí vamos de nuevo, es deportivo. Como ya sabemos lo deportivo se usa en un contexto de deporte, pero ¿en la iglesia?, ¿para qué? Cuando organicemos un partido de fútbol parroquial, permitido. Pero para la santa misa es inadecuado. Mejor usar calzado formal y discreto. Porque ir con zapatos de montaña a jugar fútbol es inútil, lo mismo en la iglesia, asistir a Misa con zapatos deportivos es inútil.
Estas medidas no son para “encajar en un ambiente social”, como muchos podrán creer, sino para hacer de la Santa Misa un verdadero encuentro con el Señor, un lugar digno de recibirle, un lugar santo. Como cristianos y católicos estamos llamados a buscar la perfección, por ende el vestido no debería constituir ocasión para retroceder en la virtud y en la identificación con Cristo. La limpieza, el decoro, los modales y la distinción son hábitos básicos que debemos ir inculcando a las futuras generaciones, más aún en un mundo muchas veces permisivo.
«Cada Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo: alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos» (Santo Cura de Ars).
¡Vayamos dignos al Encuentro del Señor!
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