domingo, 22 de diciembre de 2019

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 4° DE ADVIENTO - 22 DE DICIEMBRE DE 2019


Lecturas de hoy Domingo 4º de Adviento - Ciclo A
Hoy, domingo, 22 de diciembre de 2019


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (7,10-14):

En aquellos días, el Señor habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6

R/. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.

Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1,1-7):

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto.
Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo,
 22 de diciembre de 2019
Fernando Torres cmf


La señal es un niño

      Después de estas semanas de preparación, ya estamos a punto de terminar el Adviento. Unos días más y es Navidad. Y las lecturas de hoy nos dan las últimas claves que nos permitan identificar al que viene, a nuestro salvador. Es importante que atendamos a esas claves no vaya a ser que después de tanta espera, nos despistemos y no nos enteremos cuando pase a nuestro lado.

      De nuevo, como en los tres domingos anteriores, el profeta Isaías nos da la clave. Nos cuenta una antigua historia de un rey que no confiaba en Dios y que aún así Dios le quiso dar una prueba de su presencia y de su fuerza. El rey gobernaba una ciudad sitiada, sometida al hambre y a la destrucción de la guerra. Pues bien, la señal que Dios le ofreció no era un milagro que rompiese las leyes de la naturaleza. Era una señal sencilla, corriente si se quiere, pero llena de esperanza. Cuando el rey pensaba que su reino se terminaba, que todo sería destruido, Dios le prometió que iba a nacer un niño de una virgen. El niño llevaría el nombre de Enmanuel, que, traducido, significa Dios-con-nosotros. Dios estaba invitando al rey a mirar más allá de las apariencias, a poner toda su confianza en Dios. Donde él veía una ciudad atemorizada, sitiada por un ejército enemigo, sometida al hambre y a la muerte, Dios iba a hacer nacer un niño de una virgen. Ese niño sería la promesa de Dios, el signo de la presencia salvadora de Dios allá donde el rey no veía ninguna posibilidad. Leída hoy esa lectura del profeta Isaías, la promesa se nos hace a nosotros. Nos va a nacer un niño. Ese va a ser el gran signo de Dios. Ese niño es y será el signo de la promesa de Dios, de su amor restaurador, reconciliador y salvador.

      Y de ahí al Evangelio, donde se nos cuenta otra historia. Esta vez más cercana y familiar. Los protagonistas son José y María. Son novios. Ya están comprometidos a casarse. Pero María está embarazada sin que hayan vivido juntos. José podía ser bueno pero no tonto. No quería organizar un escándalo pero tampoco quería cargar con lo que no era suyo. Entonces se produce lo inesperado: un ángel se le aparece en sueños y le hace entender que ese niño es el gran signo que el pueblo estaba esperando. Ese niño que estaba creciendo en el seno de María es el que había profetizado Isaías. Ese niño es ya “Dios-con-nosotros”. Dios ha hecho posible lo que para los hombres es imposible. Dios ha creado vida y esperanza para toda la humanidad en ese niño. 

      Este es el gran signo que esperamos. El nacimiento de un niño. Ahora sabemos que nuestro Dios está por la vida. Que defiende, promueve y crea la vida. El signo de su presencia es un niño, cualquier niño. Es la vida, cualquier vida. Ahora sabemos que cada signo de vida entre nosotros nos habla de la presencia de Dios. Es “Dios-con-nosotros”.



Para la reflexión

      ¿Qué signos de vida ves en torno a ti? ¿Qué haces para respetar la vida que te rodea, para cuidarla, promoverla? ¿Eres consciente de que toda vida es signo de la presencia de Dios?

LA PRUEBA DE JOSÉ


La prueba de José
Al despertarse José hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa.


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net




La duda de José

María no sólo cumple la voluntad de Dios, se abandona, descansa, en ella. También en el episodio que se avecina, una prueba más -y no pequeña-: la duda de José.

Al volver María de la visita a Isabel su estado se hace ya visible, y José se da cuenta. "La generación de Jesucristo fue así: Estando desposada su madre María con José, antes de que conviviesen, se encontró que había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. José su esposo, como era justo y no quería exponerla a infamia, pensó repudiarla en secreto"(Mt).

José no duda de la integridad de vida moral de María. Es, más bien, la sorpresa del que se da cuenta de que algo grande ha ocurrido, y él no sabe qué es. Ha visto el rápido viaje de María a ver a Isabel, el embarazo de la que era estéril; ha visto la alegría en el rostro de María, su vida de oración. Pero no lo sabe todo, y algo no cuadra en el conjunto. Es posible que perciba, no sin luz de Dios, que algo santo ha ocurrido y se sienta indigno de ser partícipe de aquellos sucesos. Y decide retirarse, asumiendo un repudio que, a los ojos de tantos, le hace culpable de un abandonar a la que debía ser su esposa y a su hijo. Acepta la infamia y se angustia en su corazón; pero no ve otra solución.

Misión de José

"Estando él considerando estas cosas, he aquí que un ángel del Señor se la apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados"(Mt).

Y, de este modo sorprendente se le introduce más en los planes de Dios, se le da a conocer que El Verbo se ha hecho carne, que María va ser Madre del Hijo de Dios, del Salvador del mundo y de Israel. Isabel da a luz en su ancianidad un hijo que será el Precursor del Mesías Salvador. Y José va ser ante los hombres, y en su corazón, el padre de ese Hijo que sólo es Hijo de Dios. Él va a ser el que guarde la honra de María y de Jesús. Él les va alimentar. Él le va a dar nombre y con él la descendencia legal que le conecta con el rey David. Él va a cuidar a los dos en los diversos avatares de la vida, como se verá en la huída a Egipto. Él les va a hacer partícipes de su vida de trabajo. A cambio, se le va dar una intimidad con Dios a un nivel más alto de la justicia hasta entonces vivida, y se le va ofrecer una vida de familia insuperable: convivir con la Esposa del Espíritu Santo, también esposa suya, y con el Hijo de Dios. Más no se puede pedir en esta vida. Dios no se deja ganar en generosidad. Y José se introduce en los planes de Dios

La obediencia de José

"Todo esto ha ocurrido para que se cumpliera lo que dijo el Señor por medio del Profeta: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien llamarán Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros.

Al despertarse José hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa. Y, sin que la hubiera conocido, dio ella a luz un hijo; y le puso por nombre Jesús"(Mt).

SANTORAL DE HOY DOMINGO 22 DE DICIEMBRE DE 2019

Honorato de Toulouse, SantoHonorato de Toulouse, Santo
Obispo, 22 de diciembre
Francisca de Colledimezzo, SantaFrancisca de Colledimezzo, Santa
Monja Clarisa, 22 de diciembre
Francisca Javiera Cabrini, SantaFrancisca Javiera Cabrini, Santa
Virgen y Fundadora, 22 de Diciembre

ORACIÓN FAMILIAR PARA EL CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO 2019


Oración familiar para el Cuarto Domingo de Adviento
Redacción ACI Prensa






Este cuarto domingo de Adviento se enciende la última vela de la Corona de Adviento como símbolo de que el Señor está cerca y viene a traernos la alegría de la paz. Aquí la liturgia para orar junto con María, quien es “Morada de la Luz”.

Se recomienda poner en un lugar especial la corona de Adviento con alguna imagen de la Virgen, crear un ambiente de recogimiento con poca luz, nombrar a un lector especial, así como a un monitor principal, que puede ser el papá o la mamá. Para iniciar la oración, las tres primeras velas deben estar encendidas.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Alegrémonos porque el Señor está cerca de nosotros y viene a traernos la reconciliación. Encenderemos la cuarta y última vela de nuestra corona. Que este símbolo nos recuerde la proximidad de la venida del Señor Jesús, que viene a traernos alegría y esperanza. Iniciemos la oración de esta semana cantando MORADA DE LA LUZ (u otro canto apropiado).

CELEBREMOS UNIDOS A LA VIRGEN MARÍA,

PORQUE ESTÁBAMOS CIEGOS Y NOS DIO A LUZ EL DÍA,

PORQUE ESTÁBAMOS TRISTES Y NOS DIO LA ALEGRÍA.

1. Mujer tan silenciosa y encumbrada, ahora más que el sol, recibes en tu vientre al mismo Dios, al que es tu Creador.

2. Lo que Eva en una tarde misteriosa buscando nos perdió, Tú, Madre, lo devuelves florecido en fruto salvador.

3. Tú que eres bella puerta del Rey sumo, Morada de la Luz, la puerta nos abriste de los cielos al darnos a Jesús.

LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según
 San Lucas 1, 39-49:

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!»

MONITOR: La presencia del Señor Jesús entre nosotros nos llena de gozo y alegría. Es la Madre quien nos lo hace cercano, quien permite que esa Luz llegue a nosotros e ilumine nuestra vida. En compañía de Santa María encendamos la última vela de nuestra corona de Adviento mientras cantamos.

(Una persona enciende la cuarta vela mientras se entona el canto que se propone a continuación o uno apropiado).



HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA (u otro canto apropiado)

Hoy se enciende una llama
en la corona de Adviento
que arda nuestra esperanza
en el corazón despierto
y al calor de la Madre
caminemos este tiempo.
Un primer lucero se enciende
anunciando al Rey que viene
preparad corazones
allánense los senderos.
CORO
Crecen nuestros anhelos al ver
la segunda llama nacer
como dulce rocío vendrá
el Mesías hecho Niño.
CORO
Nuestro gozo hoy quiere cantar
por ver tres luceros brillar
con María esperamos al Niño
con alegría.
CORO
Huyen las tinieblas al ver
cuatro llamas resplandecer
ya la gloria está cerca
levanten los corazones.
CORO
(Se pueden hacer alguna peticiones acudiendo a la intercesión de la Virgen María y respondiendo después de cada petición: POR INTERCESIÓN DE TU MADRE, ESCÚCHANOS SEÑOR.)

MONITOR: Oremos.

Padre misericordioso, que quisiste que tu Hijo se encarnara en el seno de Santa María Virgen, escucha nuestra súplicas y concédenos tu gracia para que sepamos acoger al Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

TODOS: Amén.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

HOY LA IGLESIA CELEBRA EL CUARTO Y ÚLTIMO DOMINGO DE ADVIENTO 2019


Hoy la Iglesia celebra el Cuarto y último Domingo de Adviento
Redacción ACI Prensa




Hoy celebramos el cuarto domingo de Adviento y la Iglesia invita a mirar a María, la “Virgen del Adviento”, quien desde aquel “Sí” al ángel, por nueve meses preparó humildemente su casa y su corazón para tener en sus brazos al Salvador. Ella es quien abre las puertas de la Navidad. 


En espera de su hijo, María sale al encuentro de su prima Isabel y aún gestando acude en su ayuda.

Evangelio: Lucas 1,45-56

46 Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor
47 y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador
48 porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada,
49 porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre
50 y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen.
51 Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón.
52 Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes.
53 A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada.
54 Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
55 - como había anunciado a nuestros padres - en favor de Abraham y de su linaje por los siglos.»
56 María permanceció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO!




sábado, 21 de diciembre de 2019

6 CLAVES GENIALES PARA HACER EL REGALO APROPIADO EN NAVIDAD


6 claves geniales para hacer el regalo apropiado en estas fiestas
¿Cómo saber si estoy eligiendo un regalo bueno, bonito y barato para Navidad?


Por: María Belén Andrade | Fuente: Catholic-link.com




“¿Qué puedo regalar?” es la pregunta que más nos repetimos en esta época. Celebramos el nacimiento de Jesús y así como los Reyes Magos le llevaron ofrendas al Niño, nosotros mostramos el amor hacia nuestros seres queridos con un regalo.

A continuación comparto algunos consejos, que a mi parecer, pueden direccionarte a realizar un regalo bueno, apropiado y que transmita la alegría y el cariño que queremos compartir en estas fiestas.

1. Pensar a quién vas a regalar
¿A quién quieres dar el regalo? Piensa en eso, piensa en esa persona: ¿qué le gusta?, ¿qué es importante para ella?, ¿qué le hace gracia?, ¿qué recuerdo te viene a la mente cuando piensas en ella? Hazte estas preguntas y otras similares y vas a dirigirte hacia el regalo ideal. Uno que sea un verdadero acto de amor, una muestra de cuánto conoces a esta persona y una oportunidad para sacar toda la creatividad que tienes escondida.

2. Pensar en algo útil
Quizás se pueda aprovechar el intercambio de regalos para dar a alguien aquello que necesita, que le será útil. Aunque esto no tiene por qué significar algo grande o costoso, sino un detalle que a la otra persona le vendría muy bien. Esto además, es una manera de estar pendiente de los gustos y las necesidades de los demás, de estar presente en las cosas pequeñas de todos los días.

3. No caer en el consumismo
Dejarse llevar por las tendencias consumistas que nos prometen “lucirnos” con “el mejor regalo”, puede cegar a muchos que quieren quedar como el amigo, el tío o el papá más “cool”, llevándoles a comprar algo muy costoso… y muy impersonal. Personalmente, aprecio mucho más un regalo pequeño, que refleje que mis seres queridos realmente me conocen, entienden de mis gustos, están al tanto de alguna necesidad mía, y por esto me regalan algo que podría no ser lo más nuevo, lo más caro o moderno, pero que tiene un altísimo valor sentimental.





4. Explotar tu talento
Todos tienen una habilidad especial de la cual pueden servirse para hacer un regalo personalizado, íntimo, sentido. ¿Sabes dibujar?, ¿cantar?, ¿escribir?, ¿cocinar? Una buena idea puede ser entonces realizar una tarjeta, personalizar algún objeto, escribir una carta, dedicar una canción, cocinar un pan dulce. Si no estás familiarizado con ninguno de estos talentos, ¡tranquilo! Piensa qué tienes que te haga único, y cómo eso lo puedes compartir con quienes te importan.

5. Llevar la fe
¿Alguna vez se te ocurrió que puedes regalar algo que, al mismo tiempo sirva para compartir la fe? Por ejemplo: pienso en mi abuela que todos los años nos regala a cada familia –es decir, a mis tíos y a mis papás– un librito que contiene el Evangelio diario de todo el año comentado. Pero, si bien puede ser una buena idea regalar algún libro de espiritualidad a alguien a quien quieras ayudar a profundizar su fe, para llevar la fe a tus amigos no es necesario gastar. Simplemente hablándoles del verdadero sentido de la Navidad, contándoles más sobre lo que sucedió hace más de 2000 años en una pequeña ciudad, en un pesebre de Belén, les estarás haciendo un regalo invaluable.

6. Regalar algo que no se puede comprar
Creo que el mercado puede ofrecernos un sinfín de opciones para regalar, tanto así que es prácticamente imposible no encontrar un regalo bueno, bonito e incluso barato. Pero puede ser que no atendamos a lo más significativo que podríamos entregar: aquello que no se encuentra en las tiendas. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo le puedo dedicar a mi familia estas fiestas?, ¿hace cuánto no hablo con algún amigo? ¿Y si disculpo a las personas a quienes guardo rencor? ¿O pido perdón a los que de alguna u otra forma ofendí o lastimé? En síntesis, el mayor regalo que Dios nos hizo en la Navidad fue el Amor. El mejor regalo que podemos hacer nosotros, es llevar un poco de cariño a los demás,  a los que queremos, y especialmente a los que necesitan un poco de afecto.

Lo más importante… ¿qué le regalamos a Jesús?
Entre tanto “loquerío”, en el vaivén de organizar la cena de Navidad, reunir a la familia, tener listos los regalos, etc., podemos perder de vista que no estamos festejando otra cosa sino el Nacimiento de Jesús. ¡Él es el Cumpleañero! Y, lastimosamente, quizás sea el más olvidado de la fiesta. Pero, este año todos podemos proponernos festejar la Navidad de otra manera, recordando que Él es el agasajado, y por tanto, a quien debemos llevar también algún regalo. ¿Qué, por ejemplo?

Podemos aprovechar este tiempo para rezar un poquito más, al menos para tener alguna oración especial adicional. Aunque sea breve, pero que nos ayude a recordar a Quién estamos esperando. Según San Josemaría Escrivá, la mortificación es la oración de los sentidos, entonces podríamos también ofrecer a Dios algún pequeño sacrificio. Todo esto podemos, al mismo tiempo que lo entregamos a Dios, ofrecerlo por la paz que hoy más que nunca necesita de nuestras oraciones y sacrificios.

El servicio a los demás también es un lindo obsequio que, además de poner contento a Jesús, alegra a los demás contagiando la fe y la felicidad propia de la época.

PAPA FRANCISCO INVITA A SONREÍR: ES ACARICIAR CON EL CORAZÓN, ACARICIAR CON EL ALMA


Papa Francisco invita a sonreír: Es acariciar con el corazón, acariciar con el alma
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


El Papa Francisco destacó la importancia de la sonrisa y animó en esta Navidad a imitar a Jesús para poder brindar a los demás “una sonrisa humilde y sencilla”.

“Intercambiemos este deseo: en Navidad, participando en la liturgia y contemplando también el belén, dejémonos sorprender por la sonrisa de Dios, que Jesús vino a traer. Es Él mismo, esta sonrisa. Como María, como José y los pastores de Belén, acojámoslo, dejémonos purificar y también nosotros podremos brindar a los demás una sonrisa humilde y sencilla”, afirmó el Papa.

Así lo indicó el Santo Padre al recibir este 21 de diciembre en el Aula Pablo VI a los empleados de la Santa Sede y de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, con sus familias, para las tradicionales felicitaciones de la Navidad.

El Pontífice quiso resumir su felicitación navideña con una palabra: “sonrisa” y recordó su reciente viaje a Tailandia conocido como “el país de la sonrisa” del que afirmó que “allí la gente es muy sonriente, tienen una amabilidad especial, muy noble, que se resume en este rasgo facial, que se refleja en todo su porte”.

“Esta experiencia se me quedó impresa y me hace pensar en la sonrisa como una expresión de amor, una expresión de afecto, típicamente humana”, añadió.

Además, el Papa destacó que “cuando miramos a un bebé recién nacido, estamos inclinados a sonreírle, y si una sonrisa florece en su pequeño rostro, entonces sentimos una emoción simple, ingenua” y agregó que “esto sucedió de una manera única entre María y José y Jesús”.

“La Virgen y su esposo, con su amor, hicieron florecer la sonrisa en los labios de su hijo recién nacido. Pero cuando esto sucedió, sus corazones se llenaron de un nuevo gozo, que venía del Cielo. Y el pequeño establo de Belén se iluminó”, explicó el Papa.

Jesús es la sonrisa de Dios
En esta línea, el Santo Padre dijo que “Jesús es la sonrisa de Dios” porque “vino a revelarnos el amor de nuestro Padre, su bondad, y la primera manera en que lo hizo fue sonriendo a sus padres, como todo niño recién nacido en este mundo. Y ellos, la Virgen María y San José, por su gran fe, supieron captar ese mensaje, reconocieron en la sonrisa de Jesús la misericordia de Dios con ellos y con todos los que estaban esperando su venida, la venida del Mesías, del Hijo de Dios, del Rey de Israel”.

Además, el Pontífice explicó que “en el belén también nosotros revivimos esta experiencia” por lo que invitó a “mirar al Niño Jesús y sentir que allí Dios nos sonríe, y sonríe a todos los pobres de la tierra, a todos los que esperan la salvación, que esperan un mundo más fraterno, donde no haya más guerras ni violencias, donde cada hombre y cada mujer pueda vivir en su dignidad de hijo e hija de Dios”.

Por ello, el Papa afirmó que “también aquí, en el Vaticano y en las diversas oficinas romanas de la Santa Sede, necesitamos siempre dejarnos renovar por la sonrisa de Jesús. Que su bondad desarmada nos purifique del de las escorias que muchas veces se han incrustado en nuestros corazones, y nos impiden dar lo mejor de nosotros mismos”.

Sin embargo, Francisco reconoció que “es verdad, el trabajo es el trabajo, y hay otros lugares y momentos en los que cada uno se expresa de forma más plena y rica; pero también es verdad que en el ambiente de trabajo pasamos buena parte de nuestras jornadas, y estamos convencidos de que la calidad del trabajo va de la mano de la calidad humana de las relaciones, del estilo de vida. Esto es especialmente cierto para nosotros, que trabajamos al servicio de la Iglesia y en nombre de Cristo”.


“A veces se hace difícil sonreír, por muchas razones. Entonces necesitamos la sonrisa de Dios: Jesús, sólo Él puede ayudarnos. Sólo Él es el Salvador, y a veces lo experimentamos concretamente en nuestras vidas”, expresó el Papa.

Asimismo, el Pontífice relató que cuando otras veces las cosas van bien “también existe el peligro de sentirse demasiado seguro y de olvidarse de los demás que lo pasan mal. También entonces necesitamos la sonrisa de Dios que nos despoje de la falsa seguridad y nos devuelva el gusto por la sencillez y la gratuidad”.

Por último, el Santo Padre alentó en esta Navidad a dejarse “sorprender por la sonrisa de Dios, que Jesús vino a traer. Es Él mismo, esta sonrisa. Como María, como José y los pastores de Belén, acojámoslo, dejémonos purificar y también nosotros podremos brindar a los demás una sonrisa humilde y sencilla”.

“¡Gracias a todos! Lleven esta felicitación a sus seres queridos en casa, especialmente a los enfermos y a los ancianos, que sientan la caricia de su sonrisa. Es una caricia. Sonreír es acariciar, acariciar con el corazón, acariciar con el alma. Y permanezcamos unidos en la oración. ¡Feliz Navidad!”, concluyó el Papa.

MARÍA, DICHOSA LA QUE HA CREÍDO


María, dichosa la que ha creído
Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una espada que traspasa el alma.


Por: P. Pedro Barrajón, L.C. | Fuente: la-oracion.com





La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia en la fe", nos dice el Catecismo de la Iglesia (n. 148). Muchos cristianos encuentran difícil el ejercicio de la fe. El Espíritu Santo nos ha dejado en María un modelo cercano para vivir la fe. Ella nos invita a abandonarnos en Dios, como lo hizo en el momento en que el ángel le anunció el plan que el Señor tenía para Ella. Juan Pablo II habla del "claro oscuro" de la fe de la Virgen María y de una peregrinación en la fe. Cuando pensamos en la fe de los grandes personajes del Antiguo Testamento, de María, de José quizás tenemos en mente la fe de unos "gigantes", que, en comparación con nosotros, hombres y mujeres de poca fe, son muy superiores a nosotros.


Es cierto que ellos vivieron de fe, pero su fe, fue como la nuestra sometida a la prueba. No fue una fe fácil, sino siempre en camino, siempre abierta a las grandes sorpresas de Dios. María, a quien el ángel Gabriel llamó "llena de gracia" y llena de la presencia del Espíritu Santo, una vez que el mensajero celeste la dejó, se quedó sola con la carga de misterio que llevaba en su corazón y en su cuerpo. Muchas preguntas se haría dentro de su alma y muchas preguntas le podrían poner los otros a las que Ella no sabría responder. Vivió toda su vida con el misterio y lo aceptó abandonándose en manos del Padre. Por ello, Isabel al saludarla la llama dichosa porque ha creído (Lc 1, 45).

Isabel, quizás sin saberlo, nos está dando la clave de la felicidad, de la dicha, que tanto buscamos los hombres y tan difícil nos es acercarnos a ella y poseerla en plenitud. Isabel pone en relación la felicidad, con la fe. En la medida en que tenemos más fe, somos más dichosos. A veces pensamos lo contrario, que la fe nos hace infelices, que nos obliga a someternos a una serie de reglas insoportables, que nos encierra en una prisión llena de preceptos, que no nos deja disfrutar de la vida. Y no es así. La fe nos da la verdadera dimensión del ser humano que es la dimensión espiritual. Es cierto que tenemos un cuerpo, pero este mismo cuerpo está como permeado por el alma. Y la fe nos abre a la dimensión del espíritu que, junto con el cuerpo, constituye la unidad el ser humano en su ser personal.

María fue una mujer libre y liberadora porque vivió de fe. Fue dichosa en la fe. Abrió horizontes nuevos a su vida gracias a la fe. Ella nos enseña que creer es sencillo aunque ser fiel a la fe comporta una espada que traspasa el alma, "para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 35).

El cristiano es, como María, hombre de fe y por eso es dichoso. "Santo triste, triste santo", decía la gran santa de Ávila. La fe nos da la clave de la felicidad, de esa plenitud de una existencia de quien se sabe amado por un Amor infinito que nunca fallará. María llevó en su corazón y en su cuerpo ese Amor, el Emmanuel, el Dios con nosotros que nos acompaña en cada instante. Ella lo dio al mundo y nos lo da a cada uno de nosotros para que, acogiéndolo en la fe, se nos abran, también a nosotros, las puertas de la felicidad.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 21 DE DICIEMBRE DE 2019


Lecturas de hoy 21 de Diciembre. Feria de Adviento
Hoy, sábado, 21 de diciembre de 2019


Primera lectura
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2,8-14):

¡LA voz de mi amado!
Vedlo, aquí llega,
saltando por los montes,
brincando por las colinas.
Es mi amado un gamo,
parece un cervatillo.
Vedlo parado tras la cerca,
mirando por la ventana,
atisbando por la celosía.
Habla mi amado y me dice:
«Levántate, amada mía,
hermosa mía y ven.
Mira, el invierno ya ha pasado,
las lluvias cesaron, se han ido.
Brotan las flores en el campo,
llega la estación de la poda,
el arrullo de la tórtola
se oye en nuestra tierra.
En la higuera despuntan las yemas,
las viñas en flor exhalan se perfume.
Levántate, amada mía,
hermosa mía, y vente.
Paloma mía, en las oquedades de la roca,
en el escondrijo escarpado,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz:
es muy dulce tu voz
y fascinante tu figura».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 32,2-3.11-12.20-21

R/. Aclamad, justos, al Señor;
cantadle un cántico nuevo.

V/. Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle un cántico nuevo,
acompañando los vítores con bordones. R/.

V/. El plan del Señor subsiste por siempre;
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

V/. Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-45):

EN aquellos días, María se levantó y puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 21 de diciembre de 2019
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana


Queridos amigos y amigas:

Hace unos años, alguien a quien quería y quiero mucho, fue intervenida de un agresivo cáncer un día como hoy. Por la mañana temprano, al escuchar la primera lectura, tuve la convicción de que el Señor -el Amado del Cantar- la esperaba y la llamaba en el quirófano. No sabía si para vivir o para morir, pero le decía: “levántate amada mía, hermosa mía, y ven”.

Y así fue. La operación no pude realizarse. Ya no se podía hacer nada. Sólo quedaba esperar y procurar la mejor calidad posible de vida. Fue poco tiempo y fue un tiempo duro. Pero en todo momento sentí que lo que para mí era un dolor insoportable, para ella era un encuentro esperado.

Os cuento esto porque nunca más pude escuchar o leer este pasaje sin recordar vivamente aquellos meses y aquella persona, tan importante para mí. Y también porque, dentro del dolor, aquella experiencia me da esperanza para seguir viviendo con la certeza de que algún día Él también me espera y me llamará a mi. Y habrá un encuentro.

Toda nuestra vida se reduce -al final- a encuentros. Como María e Isabel en Ain Karem. Como el Amado y la amada del Cantar. Como conocer a personas que nos hacen mejores y nos cambian la vida.

Queda muy poco para Navidad. Otro encuentro, que no por repetirlo cada año deja de ser crucial. Ojalá no lo olvidemos. Ojalá cuidemos cada encuentro con el Otro y los otros, como si fuera el primero y el último. La alegría saltará también en nuestras entrañas. Así lo pido hoy para ti y para mi, para todos nosotros.

Vuestra hermana en la fe,
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana (rosaruizarmi@gmail.com)

¿CÓMO DEBEMOS VIVIR LA NAVIDAD?



ORACIONES DE FIN DE AÑO


ORACIONES DE FIN DE AÑO



Señor, Dios, dueño del tiempo y de la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al terminar este año quiero darte gracias por todo aquello que recibí de TI.

Gracias por la vida y el amor, por las flores, el aire y el sol, por la alegría y el dolor, por cuanto fue posible y por lo que no pudo ser.

Te ofrezco cuanto hice en este año, el trabajo que pude realizar y las cosas que pasaron por mis manos y lo que con ellas pude construir.

Te presento a las personas que a lo largo de estos meses amé, las amistades nuevas y los antiguos amores, los más cercanos a mí y los que estén más lejos, los que me dieron su mano y aquellos a los que pude ayudar, con los que compartí la vida, el trabajo, el dolor y la alegría.

Pero también, Señor hoy quiero pedirte perdón, perdón por el tiempo perdido, por el dinero mal gastado, por la palabra inútil y el amor desperdiciado. Perdón por las obras vacías y por el trabajo mal hecho, y perdón por vivir sin entusiasmo.

También por la oración que poco a poco fui aplazando y que hasta ahora vengo a presentarte. Por todos mis olvidos, descuidos y silencios nuevamente te pido perdón.

En los próximos días iniciaremos un nuevo año y detengo mi vida ante el nuevo calendario aún sin estrenar y te presento estos días que sólo TÚ sabes si llegaré a vivirlos.

Hoy te pido para mí y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría.

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad llevando a todas partes un corazón lleno de comprensión y paz.

Cierra Tú mis oídos a toda falsedad y mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes.

Abre en cambio mi ser a todo lo que es bueno que mi espíritu se llene sólo de bendiciones y las derrame a mi paso.

Cólmame de bondad y de alegría para que, cuantos conviven conmigo o se acerquen a mí encuentren en mi vida un poquito de TI.

Danos un año feliz y enséñanos a repartir felicidad . Amén



Oración de fin de año de un creyente desconcertado


Señor, antes de entrar en el bullicio y aturdimiento del fin de año, quiero esta tarde encontrarme contigo despacio y con calma.

Son pocas las veces que lo hago. Tú sabes que ya no acierto a rezar. He olvidado aquellas oraciones que me enseñaron de niño y no he aprendido a hablar contigo de otra manera más viva y concreta.

Señor, en realidad, ya no sé muy bien si creo en ti. Han pasado tantas cosas estos años. Ha cambiado tanto la vida y he envejecido tanto por dentro... Yo quisiera sentirte más vivo y más cercano. Me ayudaría a creer. Pero me resulta todo tan difícil...

Y, sin embargo, Señor, yo te necesito. A veces me siento muy mal dentro de mí. Van pasando los años y siento el desgaste de la vida. Por fuera todo parece funcionar bien: el trabajo, la familia, los hijos. Cualquiera me envidiaría. Pero yo no me siento bien.

Ya ha pasado un año más. Esta noche comenzaremos un año nuevo, pero yo sé que todo seguirá igual. Los mismos problemas, las mismas preocupaciones, los mismos trabajos. Y así, ¿hasta cuándo?

¡Cuánto desearía poder renovar mi vida desde dentro! Encontrar en mí una alegría nueva, una fuerza diferente para vivir cada día. Cambiar, ser mejor conmigo mismo y con todos. Pero la experiencia me dice que no puedo esperar grandes cambios. Estoy demasiado acostumbrado a un estilo de vida. Ni yo mismo creo demasiado en mi transformación.

Por otra parte, tú sabes cómo me dejo arrastrar por la agitación de cada día. Tal vez por eso no me encuentro casi nunca contigo. Tú estás dentro de mí y yo ando casi siempre fuera de mí mismo. Tú estás conmigo y yo ando perdido en mil cosas.

Si al menos te sintiera como mi mejor amigo... A veces pienso que eso lo cambiaría todo. Qué alegría si yo no te tuviera esa especie de temor que no sé dónde brota, pero que me distancia tanto de ti...

Señor, graba bien en mi corazón que tú hacia mí sólo puedes sentir amor y ternura. Recuérdame desde dentro que tú me aceptas tal como soy, con mi mediocridad y mi pecado, y que me quieres incluso aunque no cambie.

Señor, se me va pasando la vida, y a veces, pienso que mi gran pecado es no terminar de creer en ti y en tu amor. Por eso, esta noche yo no te pido cosas.

Sólo que despiertes mi fe, lo suficiente para creer que tú estás siempre cerca y me acompañas.

Que a lo largo de este año nuevo no me aleje mucho de ti. Que sepa encontrarte en mis sufrimientos y mis alegrías. Entonces tal vez cambiaré. Será un año nuevo.

Amén.

IMÁGENES DE LOS REYES MAGOS






















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