Lucien Botovasoa, Beato
Mártir Laico, 17 de abril
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Jacobo de Cerqueto, Beato
Presbítero, 17 de abril
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Inocencio de Tortona, Santo
Obispo, 17 de abril
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Donnan y compañeros, Santos
Mártires, 17 de abril
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Otros Santos y Beatos del 17 de abril
Completando el santoral de este día
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Esteban Harding, Santo
Abad, 17 de abril
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Elías, Pablo e Isidoro, Santos
Mártires, 17 de abril
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Simeón Bar Sabas, Ustazades y compañeros, Santos
Mártires, 17 de abril
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Enrique Heath, Beato
Presbítero y Mártir, 17 de abril
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Acacio de Melitene, Santo
Obispo, 17 de abril
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Kateri (Catalina) Tekakwitha, Santa
Indígena Americana, 17 de abril
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Roberto de Molesmes, Santo
Abad, Abril 29
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Robert de Chaise-Dieu, Santo
Abad, 17 de abril
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Clara Gambacorti, Beata
Abadesa Dominica, 17 de abril
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Maria Ana de Jesús Navarro, Beata
Religiosa Mercedaria, 17 de abril
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martes, 17 de abril de 2018
SANTORAL DE HOY MARTES 17 ABRIL 2018
lunes, 16 de abril de 2018
SANTORAL DE HOY LUNES 16 ABRIL 2018
Drogón, Santo
Patrono de los pastores, 16 de abril
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Contardo de Broni, Santo
Peregrino, 16 de abril
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Toribio de Astorga, Santo
Obispo, 16 de abril
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Fructuoso de Braga, Santo
Abad y Obispo, 16 de abril
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Magno de Orcadas, Santo
Mártir, 16 de abril
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Arcángel Canetoli, Beato
Sacerdote, 16 de abril
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Joaquín de Siena, Beato
Religioso Servita, 16 de abril
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Bernardita Soubirous, Santa
Virgen, 16 de abril
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Benito José Labre, Santo
Laico, 16 de abril
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Engracia, Santa
Virgen y Mártir, 16 de abril
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EL EVANGELIO DE HOY LUNES 18 ABRIL 2018
Lecturas de hoy Lunes de la 3ª semana de Pascua
Hoy, lunes, 16 de abril de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-15):
EN aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Entonces indujeron a unos que asegurasen:
«Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios».
Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y, viniendo de improviso, lo agarraron y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían:
«Este individuo no para de hablar contra el Lugar Santo y la Ley, pues le hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dio Moisés».
Todos los que estaban sentados en el Sanedrín fijaron su mirada en él y su rostro les pareció el de un ángel.
Palabra de Dios
_____________
Salmo
Sal 118,23-24.26-27.29-30
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor
Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus decretos;
tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R/.
Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus mandamientos;
instrúyeme en el camino de tus mandatos,
y meditaré tus maravillas. R/.
Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu ley;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos. R/.
__________
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,22-29):
DESPUÉS de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Palabra del Señor
____________
Comentario al Evangelio de hoy lunes, 16 de abril de 2018
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
UNA COMUNIDAD QUE SE ADAPTA Y SE REFORMA
Es oportuno en este tiempo de Pascua, en el que vamos recorriendo la primera expansión misionera del Evangelio de la mano del Libro de los Hechos, que nos encontremos ante el testimonio de Esteban. Se trata de un apóstol de origen griego que ha intentado inculturar el Evangelio en la cultura helenista, y para ello cuestiona, toma distancias y echa a un lado algunas de las tradiciones más sagradas del judaísmo tradicional como el Templo y la Ley.
Conviene pararse a pensar en el «terremoto» que suponen los cambios que Esteban, Pablo de Tarso y otros muchos cristianos han introducido en sus comunidades. La Ley (los mandamientos, prohibiciones, ritos, etc) eran elementos nucleares de la fe judía. Se la ha llamado «la religión de la revelación de la Ley de Dios». De modo que el estar en orden con Dios, cumplir su voluntad, ser un judío fiel... exigía tener en cuenta todas esas obligaciones. Y así fue durante siglos (y hasta hoy). Por otra parte, el Templo (mientras se mantuvo en pie, claro) era otro elemento de identidad: religioso, étnico y político-económico. Con todos sus rituales, ofrendas, sacrificios, la casta sacerdotal... Podríamos añadir un tercer elemento que también fue puesto en cuestión (aunque aquí no se menciona todavía): la circuncisión como signo exterior de la pertenencia al pueblo elegido.
Pues bien, con todo el peso y la trascendencia y la larguísima tradición de estos elementos esenciales... fueron dejados a un lado por una parte de la primera comunidad cristiana: aquellos que tenían puesta la mirada en los que no estaban, en los que podrían acercarse a Jesucristo... pero percibían como obstáculos toda ese serie de condiciones y tradiciones. Otros, en cambio, de origen judío, se sentían cómodos con las cosas «como siempre», con las tradiciones de siempre, aunque hubieran aceptado las enseñanzas de Jesús... Y, claro, entre unos y otros estalló el conflicto.
Esteban era un espíritu libre y tenía claro -como más adelante le ocurrirá también a San Pablo- lo que era esencial del Evangelio/Jesucristo, y también que había que abrirlo a todas las gentes y culturas, dejando a un lado lo que no fuera imprescindible, lo que consideró secundario o superado.
Curiosamente, el revuelo comienza en una sinagoga que podríamos considerar de talante liberal, por estar formada por descendientes de antiguos esclavos liberados (= los «libertos»), procedentes de países lejanos. Pero hasta para ellos era demasiado atrevido y escandaloso ese modo de entender y predicar el mensaje de Jesús. Así que Esteban será acusado ante el Sanhedrín, por los mismos motivos que lo fue Jesús, y también echando mano de testigos falsos.
Decía al principio que es oportuno recordarlo en estos tiempos en que hablamos de nueva evangelización, y en que asistimos a una tremenda mezcla de culturas... que piden caminos nuevos, diálogos nuevos, adaptaciones atrevidas, creativas, renovaciones, aun a costa de «sagradas tradiciones»... no sea que nos esté pasando lo mismo que entonces. Hay muchas voces hoy que piden adaptaciones, que cambiemos ideas, lenguajes, planteamientos teológicos, tradiciones seculares... para poder conectar con la nueva cultura, con las nuevas generaciones. Por un lado los datos estadísticos sobre la deserción o alejamiento de las generaciones por debajo de los 30 años debieran resultarnos alarmantes, y nos piden reaccionar. No se trata de «marketing» como dicen despectivamente algunos, ni de aguar el Evangelio, ni de culpar a los que no están por no estar...
Algunas cosas que pueden leerse en el Documento Presinodal de los jóvenes:
A veces, sentimos que lo sagrado resulta lejano de nuestra vida cotidiana. La Iglesia suele aparecer como demasiado severa y excesivamente moralista. En otras ocasiones, en la Iglesia, es difícil superar a la lógica del ‘siempre se ha hecho así’. Necesitamos una Iglesia acogedora y misericordiosa, que aprecie sus raíces y patrimonio y que ame a todos, incluso a aquellos que no siguen los estándares.
Animamos a la Iglesia para que puedan profundizar en su comprensión del papel de la mujer y poderles así darles un mayor protagonismo (empower: Dar la autoridad o el poder para hacer algo), tanto a la mujer laica como a la mujer consagrada, con el mismo espíritu con el que la Iglesia ama a María, la madre de Jesús.
Los jóvenes que se encuentran desconectados o quienes dejan la Iglesia, lo hacen por haber experimentado indiferencia, sentirse juzgados y rechazados...
Se puede asistir, participar e irse de la Misa sin experimentar un sentido de comunidad o familia como Cuerpo de Cristo, los cristianos profesan un Dios vivo, pero algunos asisten a Misas, o pertenecen a comunidades, que parecen muertas.
Seleccionar frases de un documento es siempre algo subjetivo, claro. Cada uno puede sacar sus consecuencias leyendo el documento entero. Pero... como aquellos primeros discípulos: creo que necesitamos poner un ojo en Jesucristo, - que siempre quiere el bien de los hombres, que era incluyente, acogedor...- y el otro ojo en la realidad de las gentes de hoy, jóvenes y no tanto.... Tiene sus riesgos, claro (que se lo pregunten a Esteban que acabó muy mal, a manos de los defensores de la ortodoxia y la tradición), pero cuando dicen las encuestas más fiables y recientes (2018) la Europa post-cristiana ha llegado: Para un rango de edad comprendido entre los 18 y los 26 años, en países como España, más del 50% de los encuestados se declaraban ateos o agnósticos. Algo tendremos que hacer... lo dejo para la oración y la reflexión personal.
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
sábado, 14 de abril de 2018
EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 14 ABRIL 2018
Lecturas de hoy Sábado de la 2ª semana de Pascua
Hoy, sábado, 14 de abril de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.
Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios
***********
Salmo
Sal 32,1-2.4-5.18-19
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
**************
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,16-21):
AL oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.
Palabra del Señor
********
Comentario al Evangelio de hoy sábado, 14 de abril de 2018
José M. Vegas cmf
Soy yo, no temáis
La joven comunidad de discípulos en torno al Resucitado crece y, en consecuencia, se diversifica, y con ello, inevitablemente, surgen los problemas. El que la comunidad viva unida (unánime) no significa que no haya tensiones o diferencias. Cuando la procedencia de los discípulos es variada, y variadas son las mentalidades, las tradiciones culturales, las necesidades económicas, etc., la unidad, además de un don (por la presencia de Cristo en medio de la comunidad), se convierte también en una tarea, que invita a resolver los conflictos con espíritu evangélico. Así es en este caso, una suerte de banco de pruebas para el crecimiento de esta comunidad recién nacida. Los Apóstoles escuchan la queja, reconocen el problema, entablan un diálogo y buscan un discernimiento en busca de soluciones adecuadas. Se da, con motivo de este conflicto, una primera apertura dentro de la misma comunidad. Los apóstoles están dispuestos a distribuir las tareas (la oración, el ministerio de la Palabra, la diaconía…), que hablan ya de un incipiente desarrollo de la comunidad y de la diversidad de los carismas. Pero, además de distribuir, también se muestran dispuestos a compartirlas. Se ve en que los siete elegidos son todos de origen griego, y no son sólo diáconos que sirven las mesas, sino que constituyen una especie de jerarquía para los creyentes de procedentes de la diáspora (que, probablemente, entre otras diferencias, leían la versión griega de la Biblia), y ejercen también el ministerio de la Palabra, como pronto se va a ver en el testimonio martirial de Esteban (Hch 7-8) o en la misión de Felipe (Hch 8, 4-40). El conflicto inicial se resuelve, pues, con espíritu evangélico, que supone el respeto al diferente, la capacidad de acoger otras tradiciones, sin que esto rompa la unidad y sin someter a todos a un mismo patrón cultural. Es un primer ensayo de inculturación que apunta a lo que será después el encuentro en campo abierto con la poderosa cultura helenista.
La fe verdadera nos guía en situaciones de incerteza. Así lo vemos en el Evangelio de hoy. Los discípulos parecen haber perdido al Maestro, que se marchó al monte solo, y parece que ellos mismos andan perdidos: de noche, en medio del lago, con el viento en contra. Sin embargo, también ahí está Jesús, misteriosamente presente, de manera para ellos incomprensible, rompiendo sus esquemas (¡camina sobre las aguas!), asustándolos. ¡Cuántas situaciones hay en la vida personal y en la vida de la Iglesia que no comprendemos, que nos desconciertan y asustan! Pero, si somos creyentes, debemos saber que también en ellas está presente Jesús, acercándose a nosotros, aunque nos cueste reconocerlo, llamándonos, exhortándonos a no temer, a confiar, esto es a creer de verdad y en concreto. Cuando, dejando a un lado el temor y confiando en su Palabra, en las situaciones más oscuras, difíciles, peligrosas, o, simplemente nuevas y desconocidas, lo acogemos así, suele suceder que tocamos tierra inesperadamente, encontramos soluciones allí donde creíamos estar en un callejón sin salida.
Vivimos hoy (como siempre) situaciones nuevas e inéditas para la fe, existen oscuridades, incertezas, vientos contrarios. A veces sentimos la tentación del miedo, el desaliento, el derrotismo. Pero Jesús sigue diciéndonos que no temamos, que afrontemos la novedad con la certeza de que Él está cerca y nos guía con seguridad a nuestra meta.
Saludos cordiales,
José M. Vegas cmf.
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Comentario al Evangelio de hoy sábado, 14 de abril de 2018
José M. Vegas cmf
Soy yo, no temáis
La joven comunidad de discípulos en torno al Resucitado crece y, en consecuencia, se diversifica, y con ello, inevitablemente, surgen los problemas. El que la comunidad viva unida (unánime) no significa que no haya tensiones o diferencias. Cuando la procedencia de los discípulos es variada, y variadas son las mentalidades, las tradiciones culturales, las necesidades económicas, etc., la unidad, además de un don (por la presencia de Cristo en medio de la comunidad), se convierte también en una tarea, que invita a resolver los conflictos con espíritu evangélico. Así es en este caso, una suerte de banco de pruebas para el crecimiento de esta comunidad recién nacida. Los Apóstoles escuchan la queja, reconocen el problema, entablan un diálogo y buscan un discernimiento en busca de soluciones adecuadas. Se da, con motivo de este conflicto, una primera apertura dentro de la misma comunidad. Los apóstoles están dispuestos a distribuir las tareas (la oración, el ministerio de la Palabra, la diaconía…), que hablan ya de un incipiente desarrollo de la comunidad y de la diversidad de los carismas. Pero, además de distribuir, también se muestran dispuestos a compartirlas. Se ve en que los siete elegidos son todos de origen griego, y no son sólo diáconos que sirven las mesas, sino que constituyen una especie de jerarquía para los creyentes de procedentes de la diáspora (que, probablemente, entre otras diferencias, leían la versión griega de la Biblia), y ejercen también el ministerio de la Palabra, como pronto se va a ver en el testimonio martirial de Esteban (Hch 7-8) o en la misión de Felipe (Hch 8, 4-40). El conflicto inicial se resuelve, pues, con espíritu evangélico, que supone el respeto al diferente, la capacidad de acoger otras tradiciones, sin que esto rompa la unidad y sin someter a todos a un mismo patrón cultural. Es un primer ensayo de inculturación que apunta a lo que será después el encuentro en campo abierto con la poderosa cultura helenista.
La fe verdadera nos guía en situaciones de incerteza. Así lo vemos en el Evangelio de hoy. Los discípulos parecen haber perdido al Maestro, que se marchó al monte solo, y parece que ellos mismos andan perdidos: de noche, en medio del lago, con el viento en contra. Sin embargo, también ahí está Jesús, misteriosamente presente, de manera para ellos incomprensible, rompiendo sus esquemas (¡camina sobre las aguas!), asustándolos. ¡Cuántas situaciones hay en la vida personal y en la vida de la Iglesia que no comprendemos, que nos desconciertan y asustan! Pero, si somos creyentes, debemos saber que también en ellas está presente Jesús, acercándose a nosotros, aunque nos cueste reconocerlo, llamándonos, exhortándonos a no temer, a confiar, esto es a creer de verdad y en concreto. Cuando, dejando a un lado el temor y confiando en su Palabra, en las situaciones más oscuras, difíciles, peligrosas, o, simplemente nuevas y desconocidas, lo acogemos así, suele suceder que tocamos tierra inesperadamente, encontramos soluciones allí donde creíamos estar en un callejón sin salida.
Vivimos hoy (como siempre) situaciones nuevas e inéditas para la fe, existen oscuridades, incertezas, vientos contrarios. A veces sentimos la tentación del miedo, el desaliento, el derrotismo. Pero Jesús sigue diciéndonos que no temamos, que afrontemos la novedad con la certeza de que Él está cerca y nos guía con seguridad a nuestra meta.
Saludos cordiales,
José M. Vegas cmf.
SANTORAL DE HOY SÁBADO 14 ABRIL 2018
Juan de Montemarano, Santo
Obispo, 14 de abril
|
Asaco, Santo
Obispo, 14 de abril
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Tomáide, Santa
Mártir por defender su castidad, 14 de abril
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Isabel (Josefina) Calduch Rovira, Beata
Virgen y Mártir, 14 de abril
|
Pedro González (Telmo), Beato
Presbítero Dominico, 14 de abril
|
Valeriano, Santo
Mártir, 14 de abril
|
Liduvina, Santa
Virgen, 14 de abril
|
Benito (Bénézet) de Aviñón, Santo
Pastor, 14 de abril
|
Bernardo de Tiron, Santo
Abad, 14 de abril
|
viernes, 13 de abril de 2018
EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 13 ABRIL 2018
Lecturas de hoy Viernes de la 2ª semana de Pascua
Hoy, viernes, 13 de abril de 2018
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,34-42):
EN aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, respetado por todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a los apóstoles y dijo:
«Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos hombres. Hace algún tiempo se levantó Teudas, dándoselas de hombre importante, y se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, se dispersaron todos sus secuaces y todo acabó en nada.
Más tarde, en los días del censo, surgió Judas el Galileo, arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y se disgregaron todos sus secuaces.
En el caso presente, os digo: no os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se disolverá; pero, si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos, y os expondríais a luchar contra Dios».
Le dieron la razón y, habiendo llamado a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar en nombre de Jesús, y los soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre. Ningún día dejaban de enseñar, en el templo y por las casas, anunciando la buena noticia acerca del Mesías Jesús.
Palabra de Dios
**********
Salmo
Sal 26,1.4.13-14
R/. Una cosa pido al Señor: habitar en su casa
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
**********
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,1-15):
EN aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor
*********
Comentario al Evangelio de hoy viernes, 13 de abril de 2018
José M. Vegas cmf
El pan que ha bajado del cielo
Tras el ciclo del bautismo, por el que nos incorporamos a la comunidad de los discípulos del Resucitado, la Palabra de Dios se adentra en el ciclo de la eucaristía, como lugar privilegiado donde ver al Señor y encontrarse con él. El evangelista Juan, que no recoge en su Evangelio la institución de la Eucaristía, la presenta, en cambio, en el gran discurso del Pan de vida, que se va a prologar durante toda la tercera semana de Pascua.
Una situación de necesidad sirve como introducción a este discurso y sus consiguientes diálogos. Cerca ya de la Pascua (en alusión a la Pasión de Cristo), una multitud de discípulos se encuentran con Jesús en un lugar alejado, lo que plantea un problema logístico. ¿Cómo alimentar a una multitud en descampado? La situación evoca la situación de Israel en el desierto, milagrosamente alimentado por Dios con el maná. Jesús, nuevo Moisés, alimenta a la muchedumbre a partir de los escasos medios de que disponían. Jesús toma, bendice y reparte los panes, con una fórmula eucarística evidente. Jesús es superior a Moisés, porque este fue un mediador entre Dios y el pueblo, mientras que es Jesús mismo quien da de comer a la multitud.
El carácter eucarístico de la situación, que se irá revelando en los diálogos posteriores, no niega sino que se basa en el remedio de una necesidad física, de un hambre de pan. No se pueden separar demasiado radicalmente las necesidades materiales y las espirituales. La atención a las primeras es señal y testimonio de un espíritu nuevo. El que come el pan de la eucaristía no puede no abrir sus ojos con misericordia a las necesidades de los hambrientos (de tantas y diferentes hambres). La sabiduría de la fe pide actuar positivamente a favor de los necesitados. Va más allá de esa otra sabiduría humana, reconocida por Lucas en el fariseo Gamaliel, que con respeto a los insondables planes de Dios, se limita a abstenerse de hacer mal.
Pero actuar y remediar estas hambres no es suficiente: el pan que Jesús distribuye, el nuevo y definitivo maná, está destinado a saciar también otras hambres más profundas y definitivas: el hambre de bien y de salvación, el hambre de verdad y de justicia, el hambre de Dios. No se puede reducir el mensaje cristiano a un discurso de solidaridad social o económica, aunque ésta sea también una exigencia de la verdadera fe. Si se produce ese reduccionismo, es fácil caer en la tentación de “usar”, de manipular a Dios, para hacer de Él el talismán de nuestros deseos y nuestros planes, como aquella multitud que, viendo el signo poderoso de Jesús, quiso llevárselo y proclamarlo rey a la fuerza. Cuando hacemos así, en realidad ya estamos abandonado a Cristo, estamos rechazando su mensaje, el significado verdadero de sus signos, y lo forzamos a alejarse de nosotros, a quedarse solo, como se quedó sólo ante los que decidieron matarlo.
Saludos cordiales.
José M. Vegas cmf.
SAN HERMENEGILDO, MÁRTIR, 13 ABRIL
Hermenegildo, Santo
Hermenegildo, Santo
Mártir, 13 de abril
Por: .José Gros y Raguer | Fuente: Multimedios.org
Mártir
Martirologio Romano: En Tarragona, ciudad de Hispania, hoy España, san Hermenegildo, mártir, que, siendo hijo de Leovigildo, rey arriano de los visigodos, se convirtió a la fe católica por mediación de san Leandro, obispo de Sevilla. Recluido en la cárcel por disposición del rey, al haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, el día de la fiesta de Pascua fue degollado por mandato de su propio padre. († 586)
Fecha de canonización: En 1585 por el Papa Sixto V.
Breve Biografía
Primogénito del rey visigodo Leovigildo, profesa la religión de sus padres —el arrianismo— hasta que, bajo la influencia de su esposa y de San Leandro, Obispo de Sevilla, se convierte al catolicismo. Ante la persecución desencadenada por su padre contra los católicos, le declara la guerra en el año 582. Vencido y hecho prisionero por Leovigildo, muere mártir de su fe en 585. — Fiesta: 13 de abril.
El reino visigodo alcanza su apogeo con Leovigildo, que asocia al gobierno a sus dos hijos, Hermenegildo y Recaredo, con el fin de asegurar la continuidad de la monarquía en su propia familia. Quizá ello fue causa de muchas conjuraciones surgidas durante su reinado, en el seno de la nobleza, las cuales fueron reprimidas con mano firme. Recuérdese que la monarquía visigoda era electiva teóricamente, siguiendo un principio germánico.
Leovigildo era un guerrero afortunado y un hábil político, y no cejó en su empeño.
La aspiración fundamental del gran rey visigodo era la unidad política, y creía que la sola base sólida de ésta estaba en la unidad religiosa.
No andaba equivocado en tal visión; pero sí lo anduvo en el enfoque de la unidad religiosa a base del arrianismo.
Los visigodos vinieron a España arrianos. Ésta fue la gran tragedia de su monarquía y la gran tragedia de España.
La diferencia de religión ahondó y exacerbó la que había entre dominadores y dominados, desde el punto de vista étnico. Los primeros, germánicos; los segundos, hispano-romanos en su inmensa mayoría.
La diferencia de religión impidió la fusión espiritual de los dos pueblos, y aun su simple soldadura.
De haber venido los invasores católicos o paganos, el hermanamiento perfecto se hubiese realizado pronto y fácilmente. Recuérdese la conversión masiva de los franceses en los tempranos días de Clodoveo...
La tragedia se proyectó ampliamente sobre nuestra Historia, la cual hubiese sido muy otra con la unidad católica del reino visigodo, realizada a tiempo, y no con una tardanza y una premiosidad que no permitieron solidificarla y convertirla en muro infranqueable a la invasión musulmana, fruto directo de la fragilidad de la política y de las rencillas intestinas de los godos.
Repitámoslo: Leovigildo —que había dado unos pasos hacia la unidad política sometiendo a los vascones y a los suevos, y estructurando una admirable obra legislativa— se equivocó al querer unificar a la nación en el arrianismo... Perdió miserablemente un tiempo precioso.
En la misma Casa real había una católica: Ingunda, hermana del rey de Austrasia, Childeberto II, que en el año 579 se había casado con Hermenegildo.
En cambio, su abuela Godsuinta, casada en segundas nupcias con Leovigildo, intentó por todos los medios que abrazara el arrianismo, sin éxito alguno.
Para terminar con aquel malestar doméstico, Leovigildo decide que el matrimonio Hermenegildo-Ingunda se traslade a Sevilla, donde el monarca necesita un representante de toda confianza.
Allí los dos vivirán en paz, y quizá ella ceda algún día.
Lo que sucedió fue que Hermenegildo, en la paz familiar y rodeado de una corte adicta, fue penetrando en la auténtica doctrina cristiana.
Su corazón de esposo amante acepta las insinuaciones de Ingunda, que le llevan a tratar frecuentemente con el entonces Obispo de Sevilla, San Leandro. A través de este trato llega al conocimiento de la falsedad del arrianismo, que niega dogmas tan fundamentales como la divinidad de Jesucristo, y la naturaleza de la Santísima Trinidad, viendo cómo la verdad está en toda su plenitud en el catolicismo.
Es entonces cuando abjura el arrianismo para abrazar la fe católica, tomando en su bautismo el nombre de Juan. Mientras tanto, Leovigildo había intensificado sus esfuerzos para conseguir a toda costa la unidad religiosa en el arrianismo. Para ello reúne un Concilio de obispos arrianos en Toledo, que facilita —con el reconocimiento de la validez del bautismo católico— la apostasía, exigiendo sólo la confesión de una fórmula trinitaria herética. Mas como esto no basta para atraer a los católicos, una tenaz persecución se desencadena contra ellos.
En este estado de cosas, la noticia de la conversión de Hermenegildo llega a Toledo, consiguiendo exasperar a su padre que, instigado por Godsuinta, intensifica sus iras para contrarrestar el movimiento hacia el catolicismo que podía seguirse de aquel hecho. Mas todo fue inútil. En la provincia Bética todos los ciudadanos, compactamente, se agrupan en torno a Hermenegildo, en quien ven al defensor de sus ideales religiosos y políticos.
La postura de aquellos católicos se hace belicosa, imponente. El príncipe —aunque seguramente no sin tortura interior— se lanza a la guerra contra su padre. Es la libertad de los católicos en la profesión de sus creencias la que está en juego, muchas ciudades y castillos se han declarado en favor de Hermenegildo, a la vez que sus embajadores buscan la ayuda de los suevos, de los francos y bizantinos, todos ellos pueblos católicos.
Pero Leovigildo no está dispuesto a tolerar la rebelión de su hijo, e inicia una afortunada campaña, conquistando Cáceres y Mérida; y cortando el paso a los suevos y sobornando al general bizantino, deja a Hermenegildo sin una preciosa ayuda, del todo necesaria para sus planes bélicos.
El príncipe se prepara para la defensa; pone a salvo a su mujer y a su hijo en territorio bizantino, y al frente de los suyos resiste heroicamente en Sevilla hasta que, caída la ciudad, escapa a Córdoba, donde se acoge al asilo de un templo.
Parece que aquí es donde interviene su hermano Recaredo, que le ofrece, en nombre de su padre, la conservación de la vida, si se entrega.
Acepta Hermenegildo quien, convertido en prisionero, va a parar a Tarragona, en cuya cárcel es coaccionado para que abrace nuevamente el arrianismo. No cede la firmeza del príncipe, que se mantiene fiel a su fe, muriendo asesinado, en el mismo calabozo, al negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano.
Sucedía esto en el año 585, y no se hizo esperar el fruto de aquella sangre vertida en defensa de la fe católica. Antes de un año, en el 586, fallecía Leovigildo recomendando a su hijo Recaredo que se convirtiese al catolicismo, cosa que hizo inmediatamente.
Y a los cuatro años del martirio de Hermenegildo, todo el pueblo visigodo abjuraba solemnemente el arrianismo, con lo que se conseguía aquella unidad que Leovigildo tanto deseara.
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