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domingo, 25 de octubre de 2020
jueves, 22 de octubre de 2020
miércoles, 21 de octubre de 2020
ABREN CAUSA DE BEATIFICACIÓN DE LA MADRE DE LOS LEPROSOS WANDA BLENSKA, UNA MEDICA MISIONERA POLOCA
Abren causa de beatificación de la “madre de los leprosos”
Redacción ACI Prensa
Noticias por email
El domingo 18 de octubre, fiesta de San Lucas, patrono de los médicos, el Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Poznan (Polonia), Mons. Damian Bryl, inauguró en la Catedral local la fase diocesana de la causa de beatificación de Wanda Blenska, una médica misionera polaca conocida como la “madre de los leprosos”.
Blenska cuidó por más de 40 años a los enfermos de la enfermedad de Hansen, también conocida como lepra, formó a los médicos locales y convirtió al Hospital de San Francisco, localizado en Buluba (Uganda) en un centro de tratamiento respetado internacionalmente.
La Arquidiócesis de Poznan señaló que cuando se anunció que ahora se podría hacer referencia a Blenska con el título de “Sierva de Dios”, los presentes llenaron el templo con fuertes aplausos. Después de la apertura de su causa, Mons. Bryl dijo en su homilía que Blenska era una mujer de fe cuyas acciones tenían sus raíces en la oración.
“Desde que inició la elección del camino de su vida, comenzó a cooperar con la gracia de Dios. Como estudiante, estuvo involucrada en varias obras misioneras y estaba agradecida con el Señor por la gracia de la fe”, dijo el Prelado según el sitio web de la Archidiócesis de Poznan.
Además, Mons. Bryl recordó que Blenska solía decir que los médicos deben amar a sus pacientes y no tenerles miedo. Al respecto, subrayó que “el médico debe ser amigo del paciente. La cura más eficaz es el amor”.
“Hoy recordamos la hermosa vida de la Dra. Wanda. Damos gracias por ello y pedimos que la experiencia del encuentro con ella conmueva nuestro corazón. Que se despierten en nosotros también los hermosos deseos con los que ella vivió”, concluyó.
Si bien el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca y Arzobispo de Poznan, Mons. Stanislaw Gadecki, era el encargado de celebrar la Misa de apertura de la causa de beatificación, Mons. Bryl lo sustituyó, pues el 17 de octubre, Mons. Gadecki dio positivo al COVID-19. La Arquidiócesis dijo que el Prelado se puso en aislamiento después de recibir sus resultados.
Blenska nació en Poznan el 30 de octubre de 1911. Después de obtener el título de médica, ejerció la medicina en Polonia hasta que su trabajo se vio interrumpido por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Durante la guerra, la médica sirvió en el movimiento de resistencia polaco, conocido como el Ejército Nacional.
Posteriormente, Blenska realizó estudios avanzados en medicina tropical en Alemania y Gran Bretaña. En 1951, se mudó a Uganda, donde trabajó como médico jefe en un centro de tratamiento de lepra en Buluba, una aldea en el este de Uganda.
El hospital llegó a tener 100 camas bajo su liderazgo y en reconocimiento a su trabajo fue nombrada ciudadana honoraria de Uganda. En 1983, Blenska delegó la responsabilidad sobre el centro a otra persona, pero continuó trabajando allí durante los siguientes once años antes de retirarse a Polonia. Murió en el 2014 a la edad de 103 años.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA
EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 21 DE OCTUBRE DEL 2020
Lecturas de hoy Miércoles de la 29ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 21 de octubre de 2020
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (3,2-12):
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, del que os he escrito arriba brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa de Jesucristo, por el Evangelio, del cual yo soy ministro por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder. A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.
Palabra de Dios
Salmo
Is 12,2-3.4bcd.5-6
R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador
Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.» R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,39-48):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy miércoles,
21 de octubre de 2020
CR
Queridos amigos:
Llevamos toda la semana en un ambiente escatológico, o sea, reflexionando acerca del fin de los tiempos. Y hoy el Evangelio da una vuelta de tuerca más. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá. Casi nada. Este Evangelio es especialmente doloroso para las personas religiosas. Porque algunos hemos recibido mucho, desde pequeñitos, en la familia, con el Bautismo, con la fe, con una buena educación, con unos amigos agradables, con diversas experiencias, con una vocación especial por parte de Dios… Y, por eso, hay que devolver mucho también.
El tiempo no es como la gasolina, que, si usamos menos el coche, la ahorramos, o como el dinero, que cuanto menos lo utilizamos, más tenemos. El tiempo, lo usemos o no, se gasta.
Estamos en la vida yendo. Vamos de ida, y no sabemos cuánto tiempo nos queda. Quiera Dios que muchos, muchos años. De ti depende hacer uso de ese tiempo. Puedes perderlo, pero no volverá.
Somos administradores de la gracia de Dios, y no podemos actuar como queramos, sino como Dios quiere. Vivir para los demás, no para uno mismo, y obrando con amor, sin violencia. Si Pedro esperaba una respuesta diferente, le quedó claro que el único privilegio del seguidor de Jesús es el privilegio del servicio. Si vivimos así, estaremos más cerca del Maestro, cada uno con su vocación específica, pero todos dentro del mismo espíritu. Puede ser que tú no tengas muchos cargos o muchas cargas, pero sí has recibido muchos dones, materiales o espirituales, de parte de Dios. Ahí te juegas mucho de tu respuesta a Él.
De ti depende, por tanto, dedicarle un poco de tiempo a Dios, cada día. Se nos acaba el año litúrgico, y empieza, dentro de un mes, el Adviento. Estamos llamados a vivir en espera, en esperanza. Tienes el tiempo en tus manos. ¿Qué vas a hacer? Piénsalo, y reparte las 24 horas de cada día entre todo lo necesario (estudio, trabajo, familia, amigos, descanso, hobbies) y reserva algunos minutos para Él. No te olvides, mañana será tarde para arrepentirse por el tiempo perdido. Que el Señor nos encuentre preparados.
HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN EL ENCUENTRO DE ORACIÓN POR LA PAZ - 20 OCTUBRE 2020
Encuentro de Oración por la Paz: Homilía del Papa
“La cruz nos hace hermanos”
Larissa I. López - Zenit
(zenit – 19 oct. 2020)-. Dios “no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor”, dijo el Papa Francisco en la homilía del Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís.
Para el Santo Padre, esta carencia de amor es “la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar solo en sí mismo es el padre de todos los males”.
“Nadie se salva solo – Paz y Fraternidad”, es el título del 34º Encuentro de Oración por la Paz promovido por la Comunidad de Sant’Egidio, que se ha llevado a cabo en Roma hoy, 20 de octubre de 2020.
Ausencias por la pandemia
La iniciativa de este año se desarrolló con presencia limitada de personas debido a las medidas anticontagio por el coronavirus y fue transmitida en streaming. Además, a causa de la pandemia, algunos representantes religiosos no pudieron asistir, como es el caso de gran imán de al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb y del arzobispo de Canterbury Justin Welby.
En torno a las 16 horas de la tarde en Roma, los líderes de las grandes religiones del mundo rezaron en lugares separados dentro de la Ciudad Eterna para después congregarse en la ceremonia común celebrada en la plaza del Capitolio.
El Papa y cristianos de otras confesiones rezaron junto con el patriarca de Constantinopla Bartolomé I y los representantes de las diversas iglesias ortodoxas y protestantes.
“Sálvate a ti mismo”
Francisco, en la homilía que pronunció durante el momento de oración, tras mencionar el pasaje bíblico sobre la Pasión de Jesús, habló de la tentación del “Sálvate a ti mismo”, esto es, “la tentación de pensar solo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses, mientras todo lo demás no importa”.
Repasando varios momentos en los que las personas llaman a Jesús a salvarse a sí mismo por egoísmo, Francisco destaca que “el ‘evangelio’ del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás. El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros”.
“La cruz nos hace hermanos”
En este sentido, el Pontífice recordó que en el Calvario tuvo lugar “el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona”.
De la cruz, “brota el perdón, renace la fraternidad: ‘La cruz nos hace hermanos’”, aclaró, y los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, “marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos”.
“Porque solo el amor apaga el odio, solo el amor vence a la injusticia. Solo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros”, subrayó.
Por todo ello, el Obispo de Roma exhortó a pedir al crucificado “la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos” y a que cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, “recordemos las palabras de Jesús: ‘Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’ (Mc 8,35)”.
“Hacernos otros” para salvarnos
“Lo que a los ojos de los hombres es una pérdida, para nosotros es salvación. Aprendamos del Señor, que nos ha salvado despojándose de sí mismo, haciéndose otro”.
También a nosotros, el Señor nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás, pues “cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y ‘universales’”, porque nos sentiremos “responsables de los demás”.
De este modo, “el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión”, comenzando por los pobres, los más parecidos a Jesús.
A continuación, sigue la homilía completa del Papa.
***
Homilía del Santo Padre
Es un don rezar juntos. Agradezco y saludo con afecto a todos vosotros, en particular a Su Santidad el Patriarca Ecuménico, mi hermano Bartolomé y al querido Obispo Heinrich, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania. Desafortunadamente, el Reverendísimo Arzobispo de Canterbury Justin no pudo venir debido a la pandemia.
El pasaje de la Pasión del Señor que hemos escuchado se sitúa poco antes de la muerte de Jesús y habla de la tentación que se cierne sobre Él, exhausto en la cruz. Mientras vive el momento del dolor y del amor más extremo, muchos, sin piedad, lanzan unas palabras contra Él: “Sálvate a ti mismo” (Mc 15,30). Es una tentación crucial, que nos amenaza a todos, también a nosotros, cristianos. Es la tentación de pensar sólo en protegerse a sí mismo o al propio grupo, de tener en mente solamente los propios problemas e intereses, mientras todo lo demás no importa. Es un instinto muy humano, pero malo, y es la última provocación al Dios crucificado.
Sálvate a ti mismo. Lo dicen primero “los que pasaban” (v. 29). Era gente común, que había escuchado hablar a Jesús y lo habían visto hacer prodigios. Ahora le dicen: “Sálvate a ti mismo bajando de la cruz”. No tenían compasión, sino ganas de milagros, de verlo bajar de la cruz. Quizás también nosotros preferiríamos a veces un dios espectacular más que compasivo, un dios potente a los ojos del mundo, que se impone con la fuerza y desbarata a quien nos odia. Pero esto no es de Dios, es nuestro yo. Cuántas veces queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios; un dios como nosotros, más que llegar a ser nosotros como Él. Pero así, en vez de la adoración a Dios preferimos el culto al yo. Es un culto que crece y se alimenta con la indiferencia hacia el otro. A los que pasaban, de hecho, Jesús les interesaba sólo para satisfacer sus antojos. Pero, reducido a un despojo en la cruz, ya no les interesaba más. Estaba delante de sus ojos, pero lejos de su corazón. La indiferencia los mantenía distantes del verdadero rostro de Dios.
Sálvate a ti mismo. En un segundo momento, dan un paso al frente los jefes de los sacerdotes y los escribas. Eran los que habían condenado a Jesús porque representaba un peligro. Pero todos somos especialistas en colgar en la cruz a los demás con tal de salvarnos a nosotros mismos. Jesús, en cambio, se deja clavar para enseñarnos a no descargar el mal sobre los demás: “A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar” (v. 31). Conocían a Jesús, recordaban sus curaciones y las liberaciones que había realizado, y relacionan todo esto con malicia: insinúan que salvar, socorrer a los demás no conduce a ningún bien; Él, que se había entregado tanto por los demás, se está perdiendo a sí mismo. La acusación es sarcástica y se reviste de términos religiosos, usando dos veces el verbo salvar. Pero el “evangelio” del sálvate a ti mismo no es el Evangelio de la salvación. Es el evangelio apócrifo más falso, que carga las cruces sobre los demás. El Evangelio verdadero, en cambio, carga con las cruces de los otros.
Sálvate a ti mismo. Al final, incluso los crucificados que estaban junto a Jesús se unen al clima de hostilidad contra Él. ¡Qué fácil es criticar, hablar en contra, ver el mal en los demás y no en uno mismo, hasta llegar a descargar las culpas sobre los más débiles y marginados! Pero, ¿por qué los crucificados se ensañan con Jesús? Porque no los quita de la cruz. Le dicen: “Sálvate a ti mismo y a nosotros” (Lc 23,39). Sólo buscan a Jesús para resolver sus problemas. Pero Dios no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor. Esta es la causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales. Pensar sólo en sí mismo es el padre de todos los males. Pero uno de los ladrones observa a Jesús y ve en Él el amor humilde. Y obtiene el cielo haciendo una sola cosa: cambiando la atención de sí mismo a Jesús, de sí mismo a quien estaba a su lado (cf. v. 42).
Queridos hermanos y hermanas: En el Calvario tuvo lugar el gran duelo entre Dios que vino a salvarnos y el hombre que quiere salvarse a sí mismo; entre la fe en Dios y el culto al yo; entre el hombre que culpa y Dios que perdona. Y llegó la victoria de Dios, su misericordia descendió en el mundo. De la cruz brota el perdón, renace la fraternidad: “La cruz nos hace hermanos” (Benedicto XVI, Palabras al final del Vía Crucis, 21 marzo 2008). Los brazos de Jesús, abiertos en la cruz, marcan un punto de inflexión, porque Dios no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos. Porque sólo el amor apaga el odio, sólo el amor vence a la injusticia. Sólo el amor deja lugar al otro. Sólo el amor es el camino para la plena comunión entre nosotros.
Miremos a Dios crucificado, y pidámosle a Dios crucificado la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos. Y cuando estemos tentados de seguir la lógica del mundo, recordemos las palabras de Jesús: “Quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8,35). Lo que a los ojos de los hombres es una pérdida, para nosotros es la salvación. Aprendamos del Señor, que nos ha salvado despojándose de sí mismo (cf. Flp 2,7), haciéndose otro: de Dios hombre, de espíritu carne, de rey siervo. También a nosotros nos invita a “hacernos otros”, a ir al encuentro de los demás. Cuanto más unidos estemos al Señor Jesús, seremos más abiertos y “universales”, porque nos sentiremos responsables de los demás. Y el otro será el camino para salvarse a sí mismo: cada semejante, cada ser humano, cualquiera sea su historia o su religión. Comenzando por los pobres, por los más parecidos a Cristo. El gran arzobispo de Constantinopla, san Juan Crisóstomo escribió que “si no hubiera pobres, en gran parte sería destruida nuestra salvación” (Sobre la 2.a Carta a los Corintios, 17,2). Que el Señor nos ayude a transitar juntos el camino de la fraternidad, para ser testimonios creíbles del Dios vivo.
(C) Librería Editora Vaticana
SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 21 DE OCTUBRE DEL 2020
Genaro Fueyo Castañón y compañeros, Beatos Mártires, 21 de octubre |
Pedro Yu Tae-chl, Santo Niño Mártir, 21 de octubre |
Pedro Capucci, Beato Presbítero Dominico, 21 de octubre |
Celina (Celia o Cilina) de Laon, Santa Madre de San Remigio, 21 de octubre |
Laura de Santa Catalina de Siena, Santa Virgen y Fundadora, 21 de octubre |
Bertoldo de Parma, Santo Hermano Lego, 21 de octubre |
Úrsula y compañeras, Santa Mártir, 21 de octubre |
Hilarión de Gaza, Santo Eremita, 21 de octubre |
Vendelino, Santo Eremita, 21 de octubre |
lunes, 19 de octubre de 2020
Hoy es fiesta de San Pablo de la Cruz, fundador de los Padres y Hermanas Pasionistas
Pablo de la Cruz, Santo
Memoria Litúrgica, 19 de octubre
Por: Redacción | Fuente: Passionchristi.org
Presbítero y Fundador
El místico del Calvario
Martirologio Romano: San Pablo de la Cruz, presbítero, que desde su juventud destacó por su vida penitente, su celo ardiente y su singular caridad hacia Cristo crucificado, al que veía en los pobres y enfermos. Fundó la Congregación de los Clérigos Regulares de la Cruz y de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. (1775)
Fecha de beatificación:1 de mayo de 1853 por el Papa Pío IX
Fecha de canonización: 29 de junio de 1867 por el Papa Pío IX
Etimológicamente: Pablo = Aquel que es pequeño o débil, es de origen latino.
Breve Biografía
El día 3 de enero de 1694 en la pequeña ciudad Ovada, cerca de Alejandría. al norte de Italia, nació Pablo Francisco Danei Massari. Es el siglo XVIII, también llamado "siglo de las luces" pues, en general, se pensaba que la inteligencia humana es la única autoridad y que la fe y la revelación son un obstáculo al desarrollo de la humanidad.
Pablo vivió su niñez en un hogar auténticamente cristiano, desde el cual experimentó las alegrías y los sufrimientos de la vida: de 16 hijos del matrimonio Lucas Danei y Ana María Massari sólo sobrevivieron 6. No faltaron también las dificultades económicas, por lo que la familia tuvo que cambiar continuamente de domicilio en busca del trabajo. Pablo, quien desde muy pronto debió ayudar a su padre, no pudo asistir con regularidad a la escuela.
El gran testimonio de la fe cristiana de Ana Maria -su madre- ejerció gran influencia en la educación religiosa de Pablo, a la que éste correspondió con una respuesta generosa.
A los 19 años, en 1713, el joven Pablo tomó la primera gran decisión de su vida. La predicación de un sacerdote o una charla espiritual con él le impresionó de tal forma que, profundamente emocionado y arrepentido, hizo confesión general de sus pecados y decidió consagrar su vida a Dios de un modo más radical y absoluto. Él mismo llamará después a este momento su "conversión a penitencia".
Años más tarde, cuando en 1716 el Papa Clemente XI invitó a la cristiandad a una cruzada contra los turcos, Pablo creyó oír en esto la voz de Dios, pues quería morir mártir y se alistó voluntario, pasando algún tiempo en cuarteles y campamentos. Convencido de que éste no era el servicio que Dios le pedía, regresó a la casa de sus padres a quienes siguió ayudando en sus necesidades, dedicaba muchas horas a la oración, participaba diariamente en la misa y se entregaba a duras penitencias.
Pablo Francisco tenía 26 años sus hermanos habían crecido y sus padres no necesitaban tanto de su de ayuda. Por este tiempo, sintió la llamada de Dios a fundar una orden religiosa: "... sentí mi corazón movido por el deseo de retirarme a la soledad; ... me vino la inspiración de llevar una túnica, de andar descalzo, vivir en estrechísima pobreza y llevar, con la gracia de Dios, vida de penitencia; ...me vino la inspiración de reunir compañeros para vivir con ellos promoviendo en las almas el santo temor de Dios; me vi en espíritu vestido de una túnica negra, con una cruz blanca sobre el pecho, y bajo la cruz escrito el nombre santísimo de Jesús con
letras blancas...
El 22 de noviembre de 1720 Pablo se despidió de su familia y se dirigió a su obispo, Mons. Gattinara, en Alejandría. Este, en una ceremonia sencilla y en su capilla privada, revistió a Pablo de la Cruz con el hábito negro de ermitaño. Las seis semanas siguientes del 23 de noviembre de 1720 al 1 de 1721, las vivió en el trastero de la sacristía de la Iglesia de San Carlos, de Castellazzo, en las más precarias condiciones de alojamiento. Son como los ejercicios espirituales preparatorios para su misión de ermitaño y fundador . En adelante su apellido será "de la Cruz".
Por orden de su obispo, Pablo de la Cruz consigna por escrito los sentimientos y vivencias interiores de esos días en un "Diario espiritual". En él vemos a qué grado de oración ha llegado ya, así como las grandes líneas de la doctrina espiritual que vivirá y enseñará durante los 55 años siguientes. En las anotaciones del primer día aparece ya la idea fundamental y programática de toda su vida: "No deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno; sólo deseo estar crucificado con Jesús ".
Acabados estos días el Pablo de la Cruz pasó los meses siguientes en distintas ermitas de las cercanías viviendo en soledad; daba catecismo a los niños en los lugares vecinos, predicaba los domingos e incluso dio una misión. Quiso ir a Roma para pedir personalmente al Papa le aprobara las Reglas de la nueva Orden religiosa, misma que escribió durante los 40 días de Castellazzo. En Septiembre de 1721 se dirigió a Roma, pero sufrió una gran desilusión. Es rechazado por los guardias de Papa con palabras no muy amables. Aunque profundamente decepcionado, no se desanimó. En la Basílica María la Mayor hizo un voto especial: “dedicarse a promover en los fieles la devoción a la Pasión de Cristo y empeñarse en reunir compañeros para hacer esto mismo”.
A su vuelta a Castellazzo, se les unió su hermano Juan Bautista que, lleno de los mismos ideales, fue hasta su muerte en 1765 el compañero fiel de Pablo. Durante los años siguientes vemos a los dos experimentar la Regla pasionista en diferentes ermitas y colaborando con las parroquias vecinas mediante el catecismo y la predicación.
Tras la etapa eremítica Pablo de la Cruz creyó necesario que él y su hermano vivieran en Roma para conseguir de la Santa Sede la aprobación de las Reglas; por eso prestaron sus servicios en el Hospital de San Gallicano cuyo Director les aconsejó hacerse sacerdotes. Después de un breve curso de Teología pastoral, en junio de 1727 los dos hermanos Danei fueron ordenados sacerdotes en la Basílica de San Pedro por el Papa Benedicto XIII.
Siguiendo su gran impulso a vivir en la soledad y a reunir más compañeros formando la primera comunidad los dos hermanos se dirigieron al Monte Argentario, unos 150 Kilómetros al norte de Roma, junto a la costa. Ahí vivieron en una pequeña ermita. El aumento de candidatos hizo pequeño el local, y construyeron el primer convento de la naciente Congregación, el cual, por innumerables dificultades, fue inaugurado hasta 1737.
Pero faltaba todavía la aprobación de las Reglas o Una comisión de cardenales nombrada para su estudio suavizó algo su gran austeridad, y en mayo de 1741 fueron aprobadas por Benedicto XIV; habían transcurrido 21 años desde que fueron escritas el nombre de la nueva orden religiosa sería: ”Congregación de la Santísima cruz y Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, título que expresaba claramente su peculiaridad en la Iglesia. Los Religiosos Pasionistas anunciarán por todas partes el misterio de la Cruz y Pasión de Jesucristo a lo cual se obligarían por el voto específico.
Pablo de la Cruz encontró el sentido completo de su existencia en la Memoria de Jesús Crucificado, quien dio su vida por todos nosotros (Jn 3,16). En su asidua contemplación del crucificado, Pablo encontró un camino de acceso al misterio de Dios que es vida y amor, y que desea destruir el peso del pecado y del sufrimiento. Él descubrió que Dios está más cerca de los pobres, de los que no tienen nada, y sintió la urgencia de salir a su encuentro para esto: voz anunciarles al Dios de la vida.
Fundó la Congregación de la Pasión con la esperanza de que continuara haciendo presente al Crucificado, que pronuncia su juicio sobre el pecado del mundo, que es la causa de la injusticia y del sufrimiento de muchos hermanos y hermanas, y hace al hombre capaz de amar de un modo nuevo. Quiso que la Congregación fuera un signo humilde del grande Amor de Dios.
A lo largo de su vida -murió a los 82 años-, Pablo de la Cruz fundó 11 conventos. En 1771, el santo, ya anciano, inauguró el primer monasterio de religiosas pasionistas de clausura, que vivirían el mismo espíritu según la Regla escrita también por él.
Además de fundador, Pablo de la Cruz, fue predicador de misiones populares y gran director espiritual. Poseía cualidades muy especiales para esto: voz potente, agradable presencia física, dotes retóricas extraordinarias. Pero lo que más impactaba de él era su testimonio de íntima unión con Dios, su devoción y su santidad.
Por su gran actividad apostólica -200 misiones y 80 tandas de ejercicios espirituales- mantuvo contacto con gran número de personas que solicitaban su consejo en la vida espiritual, a quienes él sirvió especialmente por correspondencia.
El 18 de octubre de 1775 pasó Pablo a la Casa del Padre con una muerte tranquila y santa en el convento de los Santos Juan y Pablo en Roma. Así terminaba su larga vida de trabajos y sufrimientos por Cristo y por el prójimo. Fue beatificado por Pío IX el 1 de mayo de 1853; fue canonizado por el Papa el 29 de junio de 1867.