jueves, 6 de julio de 2017

SANTA MARÍA GORETTI, 6 DE JULIO


Hoy 6 de julio se celebra a Santa María Goretti, la dulce mártir de la pureza


 (ACI).- El 6 de julio es la fiesta de Santa María Goretti, la niña de once años que fue asesinada de 14 puñaladas por resistirse a una violación y que antes de morir perdonó a su asesino; el Papa Pío XII la definió como “pequeña y dulce mártir de la pureza”.

María nació en 1890, en Corinaldo, provincia de Ancona, Italia. Fue hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, siendo la tercera de siete hijos. Al día siguiente de su nacimiento fue bautizada y consagrada a la Virgen.

Su familia era pobre de bienes terrenales, pero rica en fe y virtudes que se cultivaban con la oración en común, el rezo diario del Santo Rosario, la comunión y Misa dominical.

Cuando sólo tenía 11 años, fue apuñalada por Alessandro Serenelli al resistirse a ser violada. Fue llevada al hospital y antes de morir alcanzó a recibir la comunión y la Unción de los enfermos. Partió a la casa del Padre el 6 de julio de 1902.

Cuando Alessandro salió de la cárcel, fue a buscar a la madre de María, quien lo perdonó.

San Juan Pablo II en el 2003 resaltó que “Marietta, como era llamada familiarmente, recuerda a la juventud del tercer milenio que la auténtica felicidad exige valentía y espíritu de sacrificio, rechazo de todo compromiso con el mal y disponibilidad para pagar con el propio sacrificio, incluso con la muerte, la fidelidad a Dios y a sus mandamientos”.

“Hoy se exalta con frecuencia el placer, el egoísmo, o incluso la inmoralidad, en nombre de falsos ideales de libertad y felicidad. Es necesario reafirmar con claridad que la pureza del corazón y del cuerpo debe ser defendida, pues la castidad "custodia" el amor auténtico”, añadió.

BUENOS DÍAS

miércoles, 5 de julio de 2017

NOVENA A LOS SANTOS LUIS Y ZELIA MARTIN, 4 AL 12 DE JULIO

Novena a los Santos Luis y Zelia Martin
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a la festividad (4 al 12 de julio)


Por: n/a | Fuente: steresita.com 



Oración inicial:
Dios de eterno amor, nos has dado en los esposos Luis y Zelia de Martín un hermoso ejemplo de santidad vivida en el matrimonio. Los dos conservaron su fe y su esperanza en medio de los trabajos y dificultades de la vida, y educaron a sus hijos para que llegaran a ser santos. Te pedimos nos concedas vivir la vocación matrimonial como ellos y poder llevar al Cielo a todas nuestras familias. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oración final:
Dios, Padre nuestro, te damos gracias por habernos dado a Luis Martin y a su esposa Zelia. En la unidad y fidelidad del matrimonio nos ofrecieron el testimonio de una vida cristiana ejemplar, cumpliendo las tareas cotidianas según el espíritu del Evangelio. Educando a una familia numerosa, a través de pruebas, muertes y sufrimientos, manifestaron su confianza en Ti y aceptaron generosamente tu Voluntad. Concédenos matrimonios tan santos como ellos para que sean luz en el mundo de hoy. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
DÍA PRIMERO: La persona de Luis Martín.


Nacido el año 1823 en Burdeos (Francia), fue educado en ambientes militares debido a la profesión de su padre, lo cual le hizo ser un hombre muy disciplinado. Eligió como profesión el no arte de la relojería, y cuando se vio en la necesidad de elegir entre la vocación matrimonial o la religiosa, escogió ésta. Llegó al monasterio de los cartujos en Suiza y el Prior lo recibió con agrado, pues la mirada de este joven tenía gran pureza y fervor. Pero al comprobar que no sabía latín, lo invitó a volver a su casa y terminar estos estudios. Así lo hizo Luis Martín, pero como no se vio muy animado por el Prior, se dio cuenta de que esa no era su vocación y se fue a París a perfeccionar su profesión. En 1850 instala su taller de relojería en Alencón, en la casa de sus padres, y combina su trabajo con una vida de gran piedad, a la espera de que Dios le hiciera ver la escogida para su matrimonio, aquella persona con la cual poder ser santo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA SEGUNDO: La persona de Zelia Guerín.
Nacida el año 1831 en Alencon (Francia), fue educada en un ambiente de piedad pero demasiado austera y seca. Zelia dirá después que su infancia fue triste como un “lienzo mortuorio”. Un ejemplo significativo fue que jamás en su niñez le compró su mamá una muñeca, a pesar de lo mucho que lo deseaba. Al terminar la secundaria sintió la vocación religiosa y se dirigió a las Hermanas de San Vicente de Paúl; pero la superiora la disuadió a causa de su salud. Es entonces cuando, desilusionada, hizo esta oración: “Dios mío, ya que no soy digna de ser tu esposa, me casaré para cumplir tu Santa Voluntad. Entonces, te ruego darme muchos hijos y que todos te sean consagrados”. Y por inspiración de la Virgen María, se dedicó a la costura y puso su propio taller en Alencon. No le gustaban las mundanidades y rechazó incluso viajes a París. Ella sabía que Dios le tenía reservado el escogido para la vida de santidad que deseaba.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA TERCERO: Noviazgo y matrimonio.
Una de las clientes más asiduas del taller de Zelia era la mamá de Luis Martín; y esta señora, prendada de las muchas virtudes de la joven, rezaba mucho para que ambos se pudieran conocer y casar. Un día, Zelia pasaba por el puente de San Leonardo y se cruzó con un hombre joven, lleno de dignidad, y se impresionó. Una voz interior le susurró que “Este es el hombre que preparé para ti”. Se trataba de Luis Martín. Entretanto, y por la intervención de la madre de Luis, los dos jóvenes se conocieron y no tardaron en apreciarse y amarse. A los tres meses de conocerse ya eran novios, y se casaron el 13 de Julio de 1858 en una ceremonia de gran sencillez e intimidad. Luis le hizo saber a Zelia sus deseos de santidad, de ser como San José y la Virgen María, y ella aceptó la invitación renunciando a su deseo de tener muchos hijos.
Pero después de varios meses de vida casta en común, un sacerdote amigo de ellos se enteró de esto y les hizo ver que su santidad matrimonial estaba precisamente en lo contrario, y les animó a ser santos en la generosidad. Ambos lo entendieron y se dedicaron a cumplir la Voluntad de Dios en la procreación generosa para tener hijos santos y que fueran consagrados a Dios. Nuestro Señor les bendijo con nueve hijos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA CUARTO: Los hijos.
Aceptar una familia numerosa era, en aquellos tiempos como en los actuales, una vocación al heroísmo; y los esposos Martín no se echaron para atrás frente a esta perspectiva. Tenían profunda fe en que los hijos son un don de Dios y que El los ayudaría a sacarlos adelante. Los hijos nacían y ellos los acogían como una bendición del Cielo. Luego, se las arreglaban para alimentarlos, vestirlos, educarlos y prepararlos para enfrentar la vida, lo cual requería mucho esfuerzo y sacrificio, pero a la vez era la fuente de su alegría. En las cartas de Zelia se percibe la alegría de ser madre. No tenía miedo de los embarazos. Lo manifiesta claramente cuando al saber que una mujer había tenido trillizos, dijo: “¡Oh, feliz madre... si yo tuviera aunque fuera mellizos! Pero no conoceré esa felicidad. Me gustan los niños hasta la locura. Es tan lindo dedicarse a los niñitos”. Después de cada nacimiento, Zelia hacía la siguiente oración: “Señor, concédeme la gracia de que este niño te sea consagrado y que nada venga a empañar la pureza de su alma. Si ha de perderse, prefiero que Tú te lo lleves enseguida”. También supieron de la cruz y el dolor por los hijos... sobre todo el más grande: verlos morir. De los nueve hijos se le murieron cuatro. Nos cuenta Zelia en una carta cómo fue el fallecimiento de su primera hija, Elena, a los cinco años de edad, por causa de una enfermedad que duró solo un día: “Yo la miraba tristemente, sus ojos estaban sin vida. Y me largué a llorar... Entonces ella me rodeó con sus bracitos y me consoló, y todo el día no dejaba de repetir: 'mi pobre mamacita, que ha llorado'. A la noche, tras tomar su medicina, su cabecita cayó sobre mis hombros y sus ojos se cerraron... El dolor profundo embargó mi corazón. Luego, la ofrecimos al Señor...”
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA QUINTO: La educación de los hijos.
“Nuestra madre -dice Celina- se preocupaba activamente de nuestra educación. Yo recuerdo que nos ayudaba a hacer las oraciones de la mañana y de la noche. Vigilaba constantemente sobre nosotras, alejando la sombra del mal. Nos enseñaba a obedecer por amor, para dar gusto a Jesús, haciendo pequeños sacrificios. Cuidaba nuestra imagen, quería que fuéramos decentes, usando los vestidos por debajo de las rodillas. Reprimía en nosotras la menor tendencia defectuosa. Y le gustaba vernos alegres y animosas, e incluso se divertía gustosa con nosotras, con el riesgo de tener que prolongar su jornada de trabajo hasta pasada la medianoche”.
Cuando María salió del internado, no quiso buscarle amistades mundanas y se negó a dejarla participar en pequeñas estas bailables. Y no dejaba de enseñar a las hijas a practicar la caridad con los desdichados y a respetarlos.
Se veían frecuentemente pobres en su casa, a los cuales ella daba alimentos y vestidos. El día de la Primera Comunión de Leonia, quiso vestir de blanco a una niña pobre y hacerle participar de la comida familiar en un lugar de honor.
“Papá no permitía una palabra grosera -nos cuenta Celina-. Era implacablemente prohibida. En la mesa exigía una postura correcta, y no le gustaban las muecas o tonterías semejantes. En la comida, no nos dejaba ser regodeonas, y nos decía: “Cuando no se come la sopa, no hay segundo”. Nos enseñaba a no postergar para mañana lo que se debía hacer hoy y a ser puntuales. No soportaba que nos endeudáramos. Deseaba vernos siempre ocupadas, buscando desarrollar nuestros talentos. Si no teníamos buenas notas mostraba su descontento y teníamos pena de causarle tristeza”.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA SEXTO: Amor conyugal.
“La unión de mis padres -dirá una de sus hijas- era perfecta, incluso si ocurría que sobre un punto sus opiniones eran diferentes. Nuestra madre tenía para con mi padre tanta admiración como cariño, y lo dejaba ejercer plenamente una autoridad verdaderamente patriarcal. Mis hermanas afirmaron varias veces que su unión era sin falla, y los escritos de mi madre dan testimonio de esto”. Las cartas que Zelia escribe a su marido están llenas de afecto amoroso; dice que no puede vivir lejos de él, y las terminaba a menudo con frases como ésta, el eco de sus sentimientos: “Tu esposa que te ama más que a su vida”. Y le escribirá a una de sus hijas, Paulina, lo siguiente: “Tu padre me comprende siempre y me consuela de la mejor manera, pues tiene los mismos gustos míos. Nuestro cariño recíproco aumenta día a día, nuestros sentimientos están siempre al unísono, y es para mí el consuelo y el apoyo”.
La enfermedad y muerte de Zelia los unió, si cabe, aún más, y Luis fue el soporte firme y seguro para la esposa, pese a tener destrozado el corazón por el dolor. Zelia no quería contar su gravedad para no preocuparlo a él, y él no quería mostrar su dolor para no preocuparla a ella. Pero las hijas lo veían y lo percibían, y se amaban tanto que hizo exclamar a su hija Teresita: “Dios nos regaló unos padres más dignos del Cielo que de la tierra”. Tras la muerte de Zelia, Luis siempre la nombraba ante las hijas como “su santa madre”. En ellos dos se hicieron realidad las palabras del consentimiento matrimonial: fueron fieles en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, en lo favorable y lo adverso, hasta que la muerte... los unió más.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA SÉPTIMO: Vida de fe y piedad.
“Mis padres tenían una vida de profunda piedad -comenta una de las hijas-. Cada mañana se les veía a los dos en la Misa de las 5h30 de la mañana donde juntos recibían la Santa Comunión; lo mismo el Domingo, donde nos reuníamos para ir a Misa y rezar Vísperas, y no les preocupaba tener que interrumpir visitas u otras ocupaciones con tal de no faltar y llegar puntuales. Mamá fue a Misa durante toda su enfermedad, a veces prácticamente arrastrándose, y sólo dejó de ir cuando ya no podía más”. Seguían al pie de la letra los mandamientos de la Iglesia, y hasta evitaban comprar en Domingo y hacer viajes. Se preocupaban de aliviar las penas de las almas del Purgatorio haciendo celebrar Misas para los difuntos. El amor a la Iglesia los llevaba a cooperar con la obra de la propagación de la fe, por la cual hacían generosas ofrendas. Igualmente se preocupaban de la caridad con los pobres y ayudaban diariamente a los necesitados, tanto en forma económica como espiritual, orientándolos hacia Dios. Para atraer las almas a Dios,
Zelia contaba primero con la eficacia de la gracia que pedía en la oración. Su arma personal era la irradiación de su bondad y alegría, que desarmaba a la gente. Asistían a todas las manifestaciones públicas de la fe católica, y se indignaban cuando veían los esfuerzos de la masonería para desacreditar con falsedades la fe y la actividad de la Iglesia. Su gran deseo era dar un hijo sacerdote al Señor y que fuera misionero. Dios les cumplió su deseo de una forma singular: haciendo que su última hija, Teresita, fuese proclamada Patrona de las Misiones. Vivían en el mundo, pero no eran del mundo: nos cuenta su hija María que la mamá siempre decía: “La verdadera felicidad no es de este mundo: uno pierde su vida buscándola aquí. Jamás el corazón que busca algo fuera de Dios queda satisfecho”. Decepcionada de los bienes de la tierra, se compadecía de los que se aferran a las cosas del mundo. Ella contaba que una señora a la cual quería mucho, después de haberse casado con hombre de buena posición, ya no la miró más; y decía: “Esto me desprende cada vez más del mundo, tan falso, y no quiero apegarme a nadie más que a Dios y a mi familia” . El alma ardiente de Zelia exclamaba con frecuencia: “¡Dios mío, qué triste una casa sin religión!”.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA OCTAVO: El trabajo.
Los dos trabajaban duro tanto en el taller de relojería como en el de los encajes. Los clientes amaban a los dos cónyuges ya que siempre eran atendidos con amabilidad y honestidad y eran cumplidores estrictos de la Ley. Pese a que el día domingo era el mejor para los negocios, no abrían al público para dar ese día a Dios y a la familia. Ambos se ayudaban en la contabilidad, en las compras de material, en las entregas a los clientes... Todo se hacía en total colaboración, con orden, honradez y conciencia profesional. Además, la asistencia a Misa cada mañana les enseñaba a centrar en Dios todo su deber de estado y a transformarlo en auténtica oración. Esta honradez, esta conciencia profesional dio sus frutos de prosperidad y aportó lo necesario para el hogar. La felicidad de esta familia no dependía de los bienes materiales; estos eran un medio para asegurar a sus hijos una buena educación. Pero sabían que la mejor educación es la que se da en la casa, y eso no se consigue con dinero, sino con fe y amor. Y eso les sobraba. Además, en el presupuesto estaba contemplada la parte de los pobres y también otras obras de misericordia. Por otro lado, si bien el derroche le repugnaba, no restringía gastos cuando estaba por medio el bien espiritual de las hijas. Decía: “El dinero no es nada cuando se trata de la santificación y la perfección de un alma”. Y no dudaba en mandar a sus hijas a retiros o charlas espirituales que tanto bien les hacían. Zelia era muy activa, y podía llevar a la vez su negocio, los trabajos hogareños, la atención al marido, el cuidado de las hijas, la contabilidad, etc. Ponía su confianza en Dios, y así podía con todo.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.
DÍA NOVENO: La Virgen María.
La familia Martín tenía una gran devoción a la Santísima Virgen, en especial a una imagen que Luis había recibido como regalo cuando aún estaba soltero. Zelia le contaba a su hermano que “tengo motivos para tener confianza en la Santísima Virgen, pues he recibido de Ella favores que solamente yo conozco”. Por eso, la estatua de la Inmaculada -aquella que iba a sonreír a Teresita y lograr el milagro de su curación-, estaba rodeada de honor. A los pies de esta Virgen la Sra. Martín hacía rezar a sus hijas. Toda la familia asistía al mes de María en la Iglesia, y Zelia lo hacía igualmente en la casa. El día 8 de Diciembre era la primera en levantarse y acudir a la Iglesia, prendía una vela a los pies de la Virgen y le contaba todos sus deseos.
La hija Celina nos cuenta una situación especial: “Después de la muerte de nuestra hermanita Elena, de cinco años, mi madre se reprochaba amargamente no haberla llevado a confesar una falta leve que había cometido, temiendo que la expíe en el Purgatorio. Sucedió que, cuando estaba en oración delante de la Virgen confiándole esta angustia, una voz celestial le susurró con dulzura infinita: 'Está aquí, cerca de mí'. Con esta respuesta de la divina Madre, una alegría inexpresable eliminó su angustia”.
Era devotísima del rezo diario del Santo Rosario -todavía se conserva el rosario con el que ella rezaba-, y supo inculcar en sus hijas este amor tierno a la Madre del Cielo. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Pidamos la gracia que deseamos obtener por la intercesión de los
santos Luis y Zelia y rezamos la oración final.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 5 DE JULIO DEL 2017


Nuestras seguridades
Santo Evangelio según San Mateo 8,28-34. XIII Miércoles de Tiempo Ordinario.


Por: H. Hiram Samir Galán Jaime, L.C. | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey Nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Te amo, Señor, fortaleza mía, roca mía, castillo mío, mi libertador. En Ti confiaré, eres mi escudo y la fuerza de mi corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 8,28-34
En aquel tiempo, cuando Jesús desembarcó en la otra orilla del lago, en tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los sepulcros y fueron a su encuentro. Eran tan feroces, que nadie se atrevía a pasar por aquel camino. Los endemoniados le gritaron a Jesús: "¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Acaso has venido hasta aquí para atormentarnos antes del tiempo señalado?"
No lejos de ahí había una numerosa piara de cerdos que estaban comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús: "Si vienes a echarnos fuera, mándanos entrar en esos cerdos". Él les respondió: "Está bien".
Entonces los demonios salieron de los hombres, se metieron en los cerdos y toda la piara se precipitó en el lago por un despeñadero y los cerdos se ahogaron.
Los que cuidaban los cerdos huyeron hacia la ciudad a dar parte de todos aquellos acontecimientos y de lo sucedido a los endemoniados. Entonces salió toda la gente de la ciudad al encuentro de Jesús, y al verlo, le suplicaron que se fuera de su territorio.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
La gente le suplicó que se fuera de su territorio… Ante lo sobrenatural es una reacción normal el asombro y un cierto miedo, pues sentimos que perdemos el control de la situación. Pero esto sólo se debe a que nuestras seguridades están puestas en cosas materiales, e incluso en nosotros mismos.
Es por ello que cuando Dios toca a nuestra vida, en lugar de abrirle las puertas de nuestro corazón, las cerramos e ignoramos su llamada, pues no queremos perder el aparente control de nuestras vidas. De hecho, muchas personas consideran que jamás serán santas porque no quieren cambiar su personalidad, como si Dios les fuera a quitar la riqueza personal que tienen y los convirtiera en santos de vitrina aburridos y sin vida.
No, Dios no quita nada, al contrario, nos lo da todo. Él quiere la mejor versión de nosotros mismos. No nos empobrece llenarnos de Dios, al contrario, tenemos a la misma fuente de la riqueza dentro de nosotros. Ser santo es ser la mejor versión de nosotros mismos, la más rica, la más alegre, la más feliz.
Ayúdanos, Señor, a derribar las barreras psicológicas y espirituales que nos impiden poder optar totalmente por Ti.
"¿Soy un cristiano que quiere todas las seguridades o soy un cristiano que arriesga? ¿Soy un cristiano cerrado o un cristiano de horizontes, de esperanza? ¿Cómo va mi esperanza? ¿Mi corazón está anclado en el horizonte, yo estoy agarrado a la cuerda y creo también en los momentos feos? ¿Y en los momentos feos soy capaz de soportar porque sé que Dios no decepciona, sé que la esperanza no decepciona? ¿Cómo soy yo? ¿Cómo es mi vida de fe? ¿Es una vida de horizontes, de esperanza, de valor, de ir adelante, o una vida tibia que ni siquiera sabe soportar los momentos feos?".
(Papa Francisco, 17 de enero de 2017, en santa Marta)
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración. Disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Haré una visita a la Santísima Virgen pidiéndole que me quite todo miedo a Dios y que me enseñe a verlo como ese Padre providente que sólo busca la felicidad de sus hijos.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

SAN ANTONIO MARÍA ZACCARIA, 5 DE JULIO


Hoy 5 de julio es la fiesta de San Antonio María Zaccaria, Patrono de médicos



 (ACI).- San Antonio María Zaccaria fue un médico y sacerdote italiano, fundador de los Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas) y creador de la fiesta de “La Adoración de las 40 horas”, siendo uno de los santos fundadores más importantes del siglo XVI.

Aunque murió muy joven, cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en la Biblia que dice: "vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga".

Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenía muy pocos años.

A los 22 años se graduó de médico y deseaba dedicarse totalmente a atender a la gente más pobre de forma gratuita y aprovechar su profesión para ayudar sus pacientes a salvar sus almas.

Unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse. Entonces fue doblemente médico: de cuerpos y de almas.

Se trasladó a Milán para hacer apostolado a la mayor cantidad de personas posible. Allí fundó los Clérigos Regulares de San Pablo (Barnabitas), las Hermanas Angélicas de San Pablo y Laicos de San Pablo, e instituyó la fiesta de “La Adoración de las 40 horas” por su gran amor a la Sagrada Eucaristía.

A San Antonio María le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania Martín Lutero proclamaba su reforma protestante. Fue uno de los que con su enorme apostolado preparó la gran contrarreforma que la Iglesia Católica iba a traer con el Concilio de Trento.

Falleció el 5 de julio de 1539 a los 37 años y algunos afirman que hizo labores apostólicas como si hubiera trabajado 30 años más. El Papa León XIII lo declaró santo en 1897.

LOS SANTOS DE HOY MIÉRCOLES 5 DE JULIO DEL 2017

Teresa Chen Jinxie y Rosa Chen Aixie, SantasTeresa Chen Jinxie y Rosa Chen Aixie, Santas
Vírgenes y Mártires, 5 de julio
Jorge Nichols y compañeros, BeatosJorge Nichols y compañeros, Beatos
Mártires, 5 de julio
Mateo Lambert y 3 compañeros, BeatosMateo Lambert y 3 compañeros, Beatos
Mártires Laicos, 5 de julio
Marta, SantaMarta, Santa
Laica, 5 de julio
Atanasio el Atonita, SantoAtanasio el Atonita, Santo
Abad, 5 de julio
Antonio María Zaccaría, SantoAntonio María Zaccaría, Santo
Memoria Litúrgica, 5 de julio

FELIZ MIÉRCOLES!!!

martes, 4 de julio de 2017

SANTA ISABEL DE PORTUGAL, 4 DE JULIO


Santa Isabel de Portugal
4 de Julio




Isabel significa "Promesa de Dios" (Isab = promesa. El = Dios).

Nació en 1270. Era hija del rey Pedro III de Aragón, nieta del rey Jaime el Conquistador, biznieta del emperador Federico II de Alemania. Le pusieron este nombre en honor de su tía abuela Santa Isabel de Hungría.

Santa Isabel tuvo la dicha que su familia se esmerara extremadamente en formarla lo mejor posible en su niñez. Desde muy niña tenía una notable inclinación hacia la piedad, y un gusto especial por imitar los buenos ejemplos que leía en las vidas de los santos o que observaba en las vidas de las personas buenas. En su casa le enseñaron que si quería en verdad agradar a Dios debía unir a su oración, la mortificación de sus gustos y caprichos y esforzarse por evitar todo aquello que la pudiera inclinar hacia el pecado. Le repetían la frase antigua: "tanta mayor libertad de espíritu tendrás, cuanto menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas". Sus educadores le enseñaron que una mortificación muy formativa es acostumbrarse a no comer nada entre horas (o sea entre comida y comida), y soportar con paciencia que no se cumplan los propios deseos, y esmerarse cada día por no amargarle ni complicarle la vida a los demás. Dicen sus biógrafos que la formidable santidad que demostró más tarde se debe en gran parte a la esmerada educación que ella recibió en su niñez.

A los 15 años ya sus padres la habían casado con el rey de Portugal, Dionisio. Este hombre admiraba las cualidades de tan buena esposa, pero él por su parte tenía un genio violento y era bastante infiel en su matrimonio, llevaba una vida nada santa y bastante escandalosa, lo cual era una continua causa de sufrimientos para la joven reina, quien soportara todo con la más exquisita bondad y heroica paciencia.

El rey no era ningún santo, pero dejaba a Isabel plena libertad para dedicarse a la piedad y a obras de caridad. Ella se levantaba de madrugada y leía cada día seis salmos de la Santa Biblia. Luego asistía devotamente a la Santa Misa; enseguida se dedicaba a dirigir las labores del numeroso personal del palacio. En horas libres se reunía con otras damas a coser y bordar y fabricar vestidos para los pobres. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos y a socorrer cuanto necesitado encontraba.

Hizo construir albergues para indigentes, forasteros y peregrinos. En la capital fundó un hospital para pobres, un colegio gratuito para niñas, una casa para mujeres arrepentidas y un hospicio para niños abandonados. Conseguía ayudas para construir puentes en sitios peligrosos y repartía con gran generosidad toda clase de ayudas. Visitaba enfermos, conseguía médicos para los que no tenían con qué pagar la consulta; hacía construir conventos para religiosos, a las muchachas muy pobres les costeaba lo necesario para que pudieran entrar al convento, si así lo deseaban. Tenía guardada una linda corona de oro y unos adornos muy bellos y un hermoso vestido de bodas, que prestaba a las muchachas más pobres, para que pudieran lucir bien hermosas el día de su matrimonio.

Su marido el rey Dionisio era un buen gobernante pero vicioso y escandaloso. Ella rezaba por él, ofrecía sacrificios por su conversión y se esforzaba por convencerlo con palabras bondadosas para que cambiara su conducta. Llegó hasta el extremo de educarle los hijos naturales que él tenía con otras mujeres.

Tuvo dos hijos: Alfonso, que será rey de Portugal, sucesor de su padre, y Constancia (futura reina de Castilla). Pero Alfonso dio muestras desde muy joven de poseer un carácter violento y rebelde. Y en parte, esta rebeldía se debía a las preferencias que su padre demostraba por sus hijos naturales. En dos ocasiones Alfonso promovió la guerra civil en su país y se declaró contra su propio padre. Isabel trabajó hasta lo increíble, con su bondad, su amabilidad y su extraordinaria capacidad de sacrificio y su poder de convicción, hasta que obtuvo que el hijo y el papá hicieran las paces. Lo grave era que los partidos políticos hacían todo lo más posible para poder enemistar al rey Dionisio y su hijo Alfonso.

Algunas veces cuando los ejércitos de su esposo y de su hijo se preparaban para combatirse, ella vestida de sencilla campesina atravesaba los campos y se iba hacia donde estaban los guerreros y de rodillas ante el esposo o el hijo les hacía jurarse perdón y obtenía la paz. Son impresionantes las cartas que se conservan de esta reina pacificadora. Escribe a su esposo: "Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas de los ejércitos de mi hijo, antes que ellos disparen contra los seguidores de su padre". Al hijo le escribe: "Por Santa María la Virgen, te pido que hagas las paces con tu padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar los conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito con el rey". Y conseguía la paz una y otra vez.

Su esposo murió muy arrepentido, y entonces Isabel dedicó el resto de su vida a socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a religiosos y rezar y meditar.

Pero un día supo que entre su hijo Alfonso de Portugal y su nieto, el rey de Castilla, había estallado la guerra. Anciana y achacosa como estaba, emprendió un larguísimo viaje con calores horrendos y caminos peligrosos, para lograr la paz entre los dos contendores. Y este viaje fue mortal para ella. Sintió que le llegaba la muerte y se hizo llevar a un convento de hermanas Clarisas, y allí, invocando a la Virgen María murió santamente el 4 de julio del año 1336.

Dios bendijo su sepulcro con varios milagros y el Sumo Pontífice la declaró santa en 1626. Es abogada para los territorios y países donde hay guerras civiles, guerrillas y falta de paz. Que Santa Isabel ruegue por nuestros países y nos consiga la paz que tanto necesitamos.

LOS SANTOS DE HOY MARTES 4 DE JULIO DEL 2017

Pedro Kibe Kasui, Beato
Sacerdote y Mártir, 4 de julio
Pier Giorgio Frassati, BeatoPier Giorgio Frassati, Beato
Laico, 4 de julio
Laureano, SantoLaureano, Santo
Arzobispo y Mártir, Julio 4
Berta de Blangy, SantaBerta de Blangy, Santa
Abadesa, 4 de julio
Pedro Romero Espejo, BeatoPedro Romero Espejo, Beato
Sacerdote y Mártir, 4 de julio
Catalina Jarrige, BeataCatalina Jarrige, Beata
Virgen Dominica, Julio 4
Ulrico de Ausburgo, SantoUlrico de Ausburgo, Santo
Obispo, Julio 4
Andrés de Creta, SantoAndrés de Creta, Santo
Obispo, Julio 4
Antonio Daniel, SantoAntonio Daniel, Santo
Sacerdote y Mártir, 4 de julio
Isabel de Portugal, SantaIsabel de Portugal, Santa
Memoria Litúrgica, 4 de julio
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