lunes, 7 de abril de 2014

Los Santos de hoy martes 8 de abril de 2014

Los Santos de hoy martes 8 de abril de 2014
 Dionisio de Corinto, Santo
Obispo, 8 de abril 
 Julia Billiart (María Rosa), Santa
Fundadora, 8 de abril
 Augusto Czartoryski, Beato
Sacerdote Salesiano, 8 de abril
 Dionisio de Alejandría, Santo
Obispo, 8 de abril
 Otros Santo y Beatos
Completando el santoral de este día, 8 de abril
 Julián de San Agustín, Beato
Religioso Franciscano, 8 de abril
 Clemente de Ósimo, Beato
Presbítero Agustino, 8 de abril
 Domingo del Santísimo Sacramento (Iturrate Zubero), Beato
Sacerdote Trinitario, 8 de abril
 Amancio de Como, Santo
Obispo, 8 de abril
 Ágabo, Santo
Profeta, 8 de abril 

DIOS SANA


EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 9 DE ABRIL DEL 2014

Autor: P. Laureano López | Fuente: Catholic.net
La mujer adúltera
Juan 8, 1-11. Cuaresma. ¡Qué distintos son los pensamientos de Dios y los de nosotros, los hombres!
 
La mujer adúltera
Del santo Evangelio según san Juan 8, 1-11 

Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?» Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Oración introductoria

Confío mi pasado a tu misericordia, el presente a tu amor y el futuro a tu providencia. Jesús, en este día vengo a pedirte la paz, la prudencia, la fuerza, la sabiduría y la humildad para ser un mejor cristiano. Revísteme de tu gracia, Señor, y haz que en este día yo te glorifique con mis buenas obras.

Petición

Señor, concédeme la gracia de valorar tu amor misericordioso. Concédeme, Dios mío, la fuerza para no caer en las tentaciones y la humildad para pedir perdón por mis pecados.

Meditación del Papa Francisco

La tercera palabra es "abundancia". ‘Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia’. Cada uno de nosotros conoce sus miserias, las conoce bien. ¡Y abundan! Pero el desafío de Dios es vencer esto, sanar las heridas, como lo hizo Jesús. Más aún: hacer aquel don sobreabundante de su amor, de su gracia". Y así se entiende aquella preferencia de Jesús por los pecadores.
En el corazón de este pueblo abundaba el pecado. Pero Él vino a ellos con la sobreabundancia de la gracia y el amor. La gracia de Dios siempre gana, porque es Él mismo quien se entrega, se acerca, nos acaricia, nos sana. Y para ello, aunque tal vez a algunos de nosotros no nos gusta decir esto, pero los que están más cerca del corazón de Jesús son los más pecadores, porque él va a buscarlos, llama a todos: "¡Vengan, vengan!". Y cuando le piden una explicación, él dice: Pero los que tienen buena salud no tienen necesidad del médico; yo he venido para sanar, para salvar...(Cf. S.S. Francisco, 22 de octubre de 2013, homilía en la capilla de Santa Marta). 

Reflexión


"Te pido, Señor, que no me midas con la vara de tu justicia sino que sea medido con la de tu misericordia infinita".

¡Qué distintos son los pensamientos de Dios y los de nosotros, los hombres! El pasaje evangélico que nos presenta a Jesús, a la mujer adúltera y a los fariseos nos ayuda a contemplar el rostro amoroso y misericordioso de Cristo. A los escribas y fariseos, que eran considerados los grandes sabios, maestros y doctores de la ley, no les gusta ver que la gente siga y escuche a otro Maestro. Jesús va cumpliendo su obra de predicación y la gente lo escucha, porque saben que enseña con autoridad y, sobre todo, con su ejemplo. Los escribas y fariseos, con el corazón lleno de hipocresía, presentan a Jesús la mujer adúltera. Se acercan al Maestro, no porque busquen realmente saber cómo piensa o cuál es su doctrina sino para tentarlo.

¿Aplicará la ley? ¿Será justo? ¿Será compasivo? Para cualquier respuesta, humanamente esperada, tenían motivos para acusarle. Pero olvidaban que la Persona que estaba enfrente de ellos no sólo era verdadero Hombre sino verdadero Dios.

Todos nosotros somos conscientes de nuestra debilidad y de la facilidad con la que caemos en le pecado sin la gracia de Dios. Cristo nos hace ver que sólo Él puede juzgar los corazones de los hombres. Por ello, los que querían apedrear a la adúltera se van retirando, uno a uno, con la certeza de que todos mereceríamos el mismo castigo si Dios fuera únicamente justicia. La respuesta que da a los fariseos nos enseña que Dios aborrece el pecado pero ama hasta el extremo al pecador. Así es como Dios se revela infinitamente justo y misericordioso.

Al final del evangelio vemos que Cristo perdona los pecados de esta mujer y a la vez le exhorta a una conversión de vida. Para esto ha venido el Hijo de Dios al mundo, para redimirnos de nuestros pecados con su pasión y muerte.

El periodo de cuaresma nos ofrece constantes oportunidades para aplicar las enseñanzas de Cristo. Los padres, en algunas ocasiones, deberán corregir a sus hijos. En esos momentos sepamos corregir lo que está mal y al mismo tiempo dejar la puerta abierta al amor, al perdón, a la reconciliación. Cuando tenemos que hacer ver un error a alguien, podemos buscar cómo hacerlo de la mejor forma para que no se mezclan mis buenas intenciones con algunas pasiones desordenadas.

Recordemos el ejemplo vivo de tantos sacerdotes que, cuando nos acercarmos al sacramento de la reconciliación, saben ver la desgracia del pecado, pero al mismo tiempo acogen con amor al pecador así como Cristo lo hizo con la mujer adúltera.

Propósito

Aprender a perdonar las molestias que me puedan causar los defectos de los demás.

Diálogo con Cristo

Jesucristo, gracias por el infinito amor que me tienes y por todas las veces que me has perdonado. Somos débiles y con facilidad nos alejamos de Ti. Ayúdame, Señor, a caminar por el sendero de tu amor y extiende tu mano para levantarme de la caídas. Te ofrezco mi esfuerzo y la lucha de cada día por ser un mejor cristiano.


“Sólo quien ha experimentado primero la grandeza puede ser convincente anunciador y administrador de la misericordia de Dios”. (Benedicto XVI, 11 de marzo de 2010)



  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Francisco Rosas 

    Los Santos de hoy lunes 7 de abril de 2014

    Los Santos de hoy lunes 7 de abril de 2014
     Juan Bautista de la Salle, Santo
    Presbítero, Educador y Fundador, 7 de abril
     María Assunta Pallotta, Beata
    Virgen Misionera Franciscana, 7 de abril
     Enrique (Henry) Walpole, Santo
    Mártir Jesuita, 7 de abril
     Germán José de Colonia, Santo
    Presbítero Premostratense, 7 de abril
     Eduardo (Edward) Oldcorne, Beato
    Mártir Jesuita, 7 de abril
     Jorge de Mitilene, Santo
    Obispo, 7 de abril
     Hegesipo, Santo
    Laico, 7 de abril
     Otros Santos y Beatos
    Completando el santoral de este día, 7 de abril 

    SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, PRESBÍTERO Y EDUCADOR Y FUNDADOR, 7 DE ABRIL

    Autor: . | Fuente: LaSalle.org
    Juan Bautista de la Salle, Santo
    Presbítero, Educador y Fundador, 7 de abril
     
    Juan Bautista de la Salle, Santo

    Fundador del Instituto
    de los Hermanos de las Escuelas Cristianas,
    Patrono de los Educadores Cristianos

    Martirologio Romano: Memoria de san Juan Bautista de la Salle, presbítero, que en Reims, de Normandía, en Francia, se dedicó con ahínco a la instrucción humana y cristiana de los niños, en especial de los pobres, instituyendo la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, por la cual soportó muchas tribulaciones, siendo merecedor de gratitud por parte del pueblo de Dios ( 1719).

    Etimológicamente: Juan = Dios es misericordia, es de origen hebreo.

    Fecha de canonización: 24 de mayo de 1900 por el Papa León XIII.
    Juan Bautista de La Salle vivió en un mundo totalmente diferente del nuestro. Era el primogénito de una familia acomodada que vivió en Francia hace 300 años. Juan Bautista de La Salle nació en Reims, recibió la tonsura a la edad de 11 años y fue nombrado canónigo de la Catedral de Reims a los 16. Cuando murieron sus padres tuvo que encargarse de la administración de los bienes de la familia. Pero, terminados sus estudios de teología, fue ordenado sacerdote el 9 de abril de 1678. Dos años más tarde, obtuvo el título de doctor en teología. En ese período de su vida, intentó comprometerse con un grupo de jóvenes rudos y poco instruídos, a fin de fundar escuelas para niños pobres.

    En aquella época, sólo algunas personas vivían con lujo, mientras la gran mayoría vivía en condiciones de extrema pobreza: los campesinos en las aldeas y los trabajadores miserables en las ciudades. Sólo un número reducido podía enviar a sus hijos a la escuela. La mayoría de los niños tenían pocas posibilidades de futuro. Conmovido por la situación de estos pobres que parecían "tan alejados de la salvación" en una u otra situación, tomó la decisión de poner todos sus talentos al servicio de esos niños, "a menudo abandonados a sí mismos y sin educación". Para ser más eficaz, abandonó su casa familiar y se fue a vivir con los maestros, renunció a su canonjía y su fortuna y a continuación, organizó la comunidad que hoy llamamos Hermanos de las Escuelas Cristianas.

    Su empresa se encontró con la oposición de las autoridades eclesiásticas que no deseaban la creación de una nueva forma de vida religiosa, una comunidad de laicos consagrados ocupándose de las escuelas "juntos y por asociación". Los estamentos educativos de aquel tiempo quedaron perturbados por sus métodos innovadores y su absoluto deseo de gratuidad para todos, totalmente indiferente al hecho de saber si los padres podían pagar o no. A pesar de todo, De La Salle y sus Hermanos lograron con éxito crear una red de escuelas de calidad, caracterizada por el uso de la lengua vernácula, los grupos de alumnos reunidos por niveles y resultados, la formación religiosa basada en temas originales, preparada por maestros con una vocación religiosa y misionera a la vez y por la implicación de los padres en la educación. Además, de La Salle fue innovador al proponer programas para la formación de maestros seglares, cursos dominicales para jóvenes trabajadores y una de las primeras instituciones para la reinserción de "delincuentes". Extenuado por una vida cargada de austeridades y trabajos, falleció en San Yon, cerca de Rouen, en 1719, sólo unas semanas antes de cumplir 68 años.

    Juan Bautista de La Salle fue el primero que organizó centros de formación de maestros, escuelas de aprendizaje para delincuentes, escuelas técnicas, escuelas secundarias de idiomas modernos, artes y ciencias. Su obra se extendió rapidísimamente en Francia, y después de su muerte, por todo el mundo. En 1900, Juan Bautista de La Salle fue declarado Santo. En 1950, a causa de su vida y sus escritos inspirados, recibió el título de Santo Patrono de los que trabajan en el ámbito de la educación. Juan Bautista mostró cómo se debe enseñar y tratar a los jóvenes, cómo enfrentarse a las deficiencias y debilidades con compasión, cómo ayudar, curar y fortalecer. Hoy, las escuelas lasalianas existen en 85 países del mundo.

    Consulta Escritos de San Juan Bautista de la Salle 

    EN LAS TRIBULACIONES


    sábado, 5 de abril de 2014

    EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 6 DE ABRIL DEL 2014

    Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
    Aquel día en que Jesús lloró
    Juan 11, 1-45 5o. Domingo de Cuaresma. Jesús llora con nosotros y por nosotros, sus lágrimas son de un amor infinito, de ternura y compasión.
     
    Aquel día en que Jesús lloró
    Del santo Evangelio según san Juan 11, 1-45


    En aquel tiempo, se encontraba enfermo Lázaro, en Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. María era la que una vez ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera. El enfermo era su hermano Lázaro. Por eso las dos hermanas le mandaron a decir a Jesús: "Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo". Al oír esto, Jesús dijo: "esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días más en el lugar en que se hallaba. Después dijo a sus discípulos: "Vayamos otra vez a Judea". Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco que los judíos querían apedrearte ¿y tu vas a volver allá?" Jesús les contestó: "¿Acaso no tiene doce horas el día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo, en cambio, el que camina de noche tropieza, porque le falta luz". Dijo esto y luego añadió: "Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero yo voy ahora a despertarlo." Entonces le dijeron sus discípulos: "Señor, si duerme, es que va a sanar". Jesús hablaba de la muerte, pero ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado ahí, para que crean. Ahora, vamos allá". Entonces Tomás, por sobrenombre el Gemelo, dijo a los demás discípulos: "Vayamos también nosotros, para morir con Él". Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania quedaba cerca de Jerusalén, como a unos dos kilómetros y medio, y muchos judíos habían ido a ver a Marta y María para consolarlas por la muerte de su hermano. Apenas oyó Marta que Jesús llegaba, salió a su encuentro; pero María se quedó en casa. Le dijo Marta a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí , no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas". Jesús dijo: "Tu hermano resucitará". Marta respondió: "Ya sé que resucitará en la resurrección del último día": Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees tú esto?" Ella le contestó: "Sí, Señor, creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo". Después de decir estas palabras, fue a buscar a su hermana María y le dijo en voz baja:"Ya vino el Maestro y te llama". Al oír esto, María se levantó en el acto y salió hacia donde estaba Jesús, porque Él no había llegado aún al pueblo, sino que estaba en el lugar donde marta lo había encontrado. Los judíos estaban con María en la casa, consolándola, viendo que ella se levantaba y salía de prisa, pensaron que iba al sepulcro para llorar ahí y la siguieron. Cuando llegó Mará adonde estaba Jesús, al verlo, se echó a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano". Jesús, al verla llorar y al ver llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió hasta lo más hondo y preguntó: “¿Dónde lo han puesto?” Le contestaron: "Ven, Señor, y lo verás". Jesús se puso a llorar y los judíos comentaban: "De veras ¡cuánto lo amaba!". Algunos decían: "¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego de nacimiento, hacer que Lázaro no muriera?". Jesús profundamente conmovido todavía, se detuvo ante el sepulcro, que era una cueva sellada con una losa. Entonces dijo Jesús: "Quiten la losa". Pero Marta, la hermana del que había muerto, le replicó: "Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días". Le dijo Jesús: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" Entonces quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo ya sabía que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho a causa de esta muchedumbre que me rodea, para que crean que tú me has enviado". Luego gritó con voz potente: "¡Lázaro, sal de ahí!". Y salió el muerto, atados con vendas las manos y los pies, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo, para que pueda andar". Muchos de los judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en Él. 

    Oración introductoria

    Cristo, al igual que Marta, me resulta difícil aceptar los sucesos contrarios a mi voluntad. Por eso inicio mi oración pidiendo tu gracia para saber abrir mi mente, mi corazón, y vaciarme de mi yo, de mi egoísmo, para confiar en tu Providencia.

    Petición 

    Jesús, ayúdame a dejarme guiar sólo por Ti, para crecer en el amor a los demás.

    Meditación del papa Francisco

    He aquí, entonces, la inquietud del amor: buscar siempre, sin descanso, el bien del otro, de la persona amada, con esa intensidad que lleva incluso a las lágrimas. Me vienen a la mente: Jesús que llora ante el sepulcro del amigo Lázaro; Pedro que, tras haber negado a Jesús, encuentra la mirada rica de misericordia y de amor y llora amargamente; el padre que espera en la terraza el regreso del hijo y cuando aún está lejos corre a su encuentro; me viene a la mente la Virgen María que con amor sigue a su Hijo Jesús hasta la Cruz.
    ¿Cómo estamos con la inquietud del amor? ¿Creemos en el amor a Dios y a los demás? ¿O somos nominalistas en esto? No de modo abstracto, no sólo las palabras, sino el hermano concreto que encontramos, ¡el hermano que tenemos al lado! ¿Nos dejamos inquietar por sus necesidades o nos quedamos encerrados en nosotros mismos, en nuestras comunidades, que muchas veces es para nosotros "comunidad-comodidad"?
    A veces se puede vivir en una vecindad sin conocer a quien tenemos al lado; o bien se puede estar en comunidad sin conocer verdaderamente al propio hermano: con dolor pienso en los consagrados que no son fecundos, que son "solterones". La inquietud del amor impulsa siempre a salir al encuentro del otro, sin esperar que sea el otro quien manifieste su necesidad. La inquietud del amor nos regala el don de la fecundidad pastoral, y nosotros debemos preguntarnos, cada uno de nosotros: ¿cómo va mi fecundidad espiritual, mi fecundidad pastoral? (S.S. Francisco, 28 de agosto de 2013). 

    Reflexión

    El pasaje de la resurrección de Lázaro es impresionante. A mí siempre me ha impactado mucho, y creo que deberíamos meditar bastante más para llegar a comprender el misterio que aquí se esconde.

    El texto evangélico es riquísimo y me parece imposible tratar de comentarlo en unas cuantas cuartillas. Martín Descalzo, en su libro "Vida y misterio de Jesús de Nazaret" dedica todo un capítulo a este pasaje. Son páginas de una gran intuición humana y penetración espiritual, y su lectura resulta deliciosa y conmovedora.

    Me gustaría mucho tratar de profundizar en el binomio muerte-vida, que es tan sobresaliente en el evangelio y en las cartas de san Juan; o en el tema de Cristo, Resurrección y Vida. Pero he preferido detenerme hoy en otro aspecto que, en mi opinión, no es menos importante, en cuanto que es también una revelación del alma de nuestro Señor. Y me refiero a las lágrimas de Jesús.

    Podría parecer un tema secundario o "sentimental". Pero, cuando es Dios mismo el que llora, creo que la cosa es bastante diferente y muy digna de tomarla en gran consideración.

    En España y en muchos países de América Latina, se suele decir que "los hombres no lloran", y se nos ha educado con esta mentalidad. Se nos ha dicho que las lágrimas son una debilidad, más propias de la mujer que del sexo "fuerte". Pero yo siempre he considerado las lágrimas como un signo de grandeza de alma y no tanto como una debilidad. El mismo Dios no tuvo reparo en llorar ni sintió vergüenza alguna por ello. Y es que las lágrimas –cuando son sinceras— descubren los sentimientos más nobles del ser humano y revelan los misterios más profundos de su corazón. A través de ellas se puede atisbar un poco la intimidad de la persona. Y eso es algo muy sagrado.

    ¿Por qué llora el ser humano o qué es lo que quiere expresar con las lágrimas? Dolor físico y sufrimiento moral, tristeza, pena, aflicción. Pero también se puede llorar de alegría. Y hay lágrimas de amor, de ternura, de compasión, de piedad, de gratitud, de arrepentimiento. Lloramos cuando experimentamos un sentimiento muy vivo, muy íntimo y profundo, y que no podemos expresar con palabras.

    Pues Jesús... ¡también lloró aquel día de la resurrección de Lázaro! "Viéndola Jesús llorar –a María, la hermana de Lázaro— y que lloraban también los judíos que venían con ella –nos dice el evangelista- se conmovió hondamente, y se turbó, y dijo: "¿Dónde le habéis puesto?". Le dijeron: "Señor, ven y ve". Jesús lloró" Jn 11, 33-35). Es impresionante ese "Jesús lloró". Es el versículo más breve de todas las Escrituras: dos palabras. ¡Pero de cuán misteriosa profundidad!

    Nuestro Señor siempre se caracterizó por el equilibrio de su carácter y por un autocontrol extraordinario. ¿Qué es lo que hay en el corazón de Jesús en estos momentos que no puede contenerse? Si llora ahora, es porque algo muy importante debe de estar sucediendo allá, en el sagrario de su intimidad. Los evangelios sólo nos refieren tres ocasiones en las que Jesús también lloró. Y ésta es una de ellas. ¿Podremos, a través de sus lágrimas, penetrar un poco en el misterio insondable de su Corazón, de su humanidad y de su divinidad?

    Recuerdo una anécdota que me contó hace tiempo una señora, aquí en Italia, y que me impresionó mucho. Se refería a un sacerdote. Y me decía, toda conmovida, que nunca iba a olvidar a aquel padre. ¿Por qué? Porque era sumamente humano y bondadoso, un hombre de Dios y un gran sacerdote. Cuando este sacerdote escuchaba los problemas de las personas, se compenetraba y se solidarizaba tanto que ¡lloraba con ellas!

    Pues así era el Corazón de Jesús. Pero infinitamente más bueno y misericordioso. Jesús llora porque nos ama y porque hace suyos nuestros dolores y sufrimientos. Llora por amor y por compasión. "¡Mirad cómo le amaba!" –exclaman los judíos impresionados, al ver llorar al Señor (Jn 11, 36)-. Y no se avergüenza por ello. Si no se avergonzó de asumir nuestra naturaleza humana, con todas nuestras miserias, mucho menos se iba a avergonzar de derramar lágrimas. Además, llorar no es pecado, ni delito, ni un motivo de deshonor.

    Jesús se ha solidarizado y se ha hecho uno de nosotros en todo para redimirnos y darnos vida eterna. El autor de la carta a los hebreos nos dice que Cristo "quiso asemejarse en todo a sus hermanos, a fin de hacerse Pontífice misericordioso y fiel en las cosas que tocan a Dios, para expiar los pecados del pueblo" (Hb 2, 17). Y, un poco más adelante, añade: "no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras flaquezas, pues se hizo en todo semejante a nosotros, menos en el pecado" i<>(Hb 4, 15).

    Sí. Jesús llora con nosotros y por nosotros. Sus lágrimas son de un amor infinito, de una ternura y compasión que no somos capaces de comprender suficientemente. Aquí está el motivo más profundo de la Encarnación y de la Redención. Por eso quiso abrazar la cruz, los dolores más amargos y las más crueles torturas de su Pasión: por amor a cada uno de nosotros.

    Nos encaminamos ya hacia la Semana Santa. Allí veremos que sus lágrimas y su amor no son un estéril sentimiento, sino la entrega más total de su propia vida, de toda su Sangre, de su Ser entero por cada uno de nosotros: "Nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos" (Jn 15, 13).

    Ojalá que valoremos este regalo tan precioso e incomparable de su amor hacia nosotros. Que esta Semana Santa lo acompañemos en los diversos momentos de su Pasión con todo el afecto de nuestra fe y de nuestro amor. Y ojalá que no nos quedemos en un sentimiento vacío e inoperante, sino que, como Él, le demostremos nuestro amor con la propia vida y lo llevemos a la práctica hasta las últimas consecuencias, incluso en las circunstancias más pequeñas de cada día: "Obras son amores, que no buenas razones".


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Córdova LC 

    SAN PEDRO DE VERONA, MÁRTIR DOMINICO, 6 DE ABRIL

    Autor: . | Fuente: ACI Prensa
    Pedro de Verona, Santo
    Mártir Dominico, 6 de abril
     
    Pedro de Verona, Santo

    Mártir Dominico

    Martirologio Romano: En Milán, de Lombardía, pasión de san Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe ( 1252).

    Fecha de canonización: 25 de marzo de 1253 por el Papa Inocencio IV.
    San Pedro, mártir dominico, nace hacia 1205, en Verona, la ciudad de la Lombardía italiana presa de la herejía de los Cátaros, propagadores del maniqueísmo en el centro y norte de Italia. Estos herejes puritanos, de espíritu belicoso y sectario. Pedro es un niño muy inteligente, sincero, agradable y firme en sus decisiones; parece predestinado a ser un apóstol del mundo herético; su familia no tiene inconvenientes que la educación del niño esté a cargo de un maestro católico.

    Pedro ha crecido. La Universidad de Bolonia tiene fama merecida; pero todavía goza de mayor influencia Santo Domingo de Guzmán, el Fundador de los dominicos y sus seguidores que cautivan tanto a estudiantes como a profesores. Son muchos los que se incorporan a la recientemente fundada Orden de Predicadores.

    Pedro con 16 años, queda fascinado por la palabra ardiente de fray Domingo de Guzmán y recibe el hábito dominicano de sus manos.

    Con ímpetu juvenil se dedica al estudio, la oración y vive la austeridad y la penitencia con radicalidad; en todo es fiel imitador de Domingo de Guzmán. Terminada la formación eclesiástica, es ordenado sacerdote y nombrado Predicador del Evangelio de Jesús.

    Pronto la Región Toscana, el Milanesado y la Romaña conocen a este fogoso predicador y formidable polemista; se dedicó a la predicación especialmente entre los cátaros. Una Característica importante es que siempre fue hombre de diálogo.

    Pedro es piadoso, austero y corre la voz de su santidad por todas partes. Se preocupó de la defensa de la fe, para ello instituyo las "Asociaciones de la fe" y la "Cofradía para la alabanza de la Virgen María". Fue solícito de bien espiritual de las hermanas a quienes brindó su consejo y ayuda espiritual. Como buen religioso es un convencido de la vida de comunidad

    Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba, el menosprecio de algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su presencia evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos mas pequeños grupos organizados. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la intensa oración. Se comenta que un día en su contemplación, en su celda dominicana, recibe la visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y Catalina que dialogan en su habitación. Otros frailes llevan la noticia al Padre Prior. En el Capítulo Conventual es reprendido y corregido porque ha violado la clausura y ha recibido a mujeres en su celda religiosa. Su respuesta es un prudente silencio y es enviado al Convento de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y oración... Un día se desahoga ante un crucifijo: "¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?". Cristo Crucificado le dice: "Y, yo, Pedro, ¿qué mal hice?". Estas atribuciones que la tradición le dan, son fiel reflejo de la intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que había trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira esa experiencia y no hace falta que publique sus experiencias místicas. Por lo general, éstas se convierten en reflexiones profundas y acciones apostólicas.

    El Papa Gregorio IX le conoce y le nombra en 1232 Inquisidor General: Roma, Florencia y Milán conocerán a este apóstol de Cristo. Los milagros refrendan su vida abnegada por Cristo y por los hombres.

    Sucesivamente es superior de los Conventos de Piaccenza, Como y Génova. En 1243 Inocencio IV confirma a Pedro como Inquisidor General; pero una conjura pesa sobre él para asesinarle.

    Su martirio es como un eco de la muerte de Cristo, pues es fruto de 40 libras (moneda de Milán) . Era el 6 de abril de 1252. Regresaba de Milán a su Convento de Como, donde era Prior. Cerca de la aldea de Barsalina recibe dos golpes de hacha en la cabeza, comienza a recitar en voz alta el credo, las fuerzas le faltan y mojando un dedo en su sangre escribe en el suelo "CREO"

    El Credo es la síntesis de su vida, de su abnegada entrega, de una fidelidad emocionante a Cristo Crucificado a quien ama. Tenía 46 años. Su cuerpo es trasladado al convento de Milán.

    El 25 de marzo del año siguiente Inocencio IV le canoniza. Es el protomártir de la Orden Dominicana

    Su fiesta se celebra, de acuerdo al actual Martirologio Romano el 6 de abril. 
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