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martes, 24 de diciembre de 2013
Los Santos de hoy martes 24 de diciembre de 2013
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SANTA ADELA DE PFALZEL, VIUDA, 24 DE DICIEMBRE
Autor: n/a | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina04 Adela de Pfalzel, Santa | |
Viuda, 24 Diciembre | |
Se hizo monja a la muerte de su marido Alberico. Muy probablemente esta Adela sea la viuda Adula que, entre los años 691 y 692, vivía en Nivelles con su pequeño hijo, el futuro padre de San Gregorio de Utrecht. Adela fundó un monasterio en Palatiolum, la actual ciudad de Pfalzel, cerca de Tréveris; fue la primera abadesa del mismo y lo gobernó con prudencia y santidad durante muchos años. Parece ser que Adela se encontraba entre los discípulos de San Bonifacio, y una de las cartas que figuran en la correspondencia de este santo, firmada por la abadesa Aelfleda Whitby y dirigida a una abadesa Adola, pertenecía indudablemente a Santa Adela. |
lunes, 23 de diciembre de 2013
Los Santos de hoy lunes 23 de diciembre de 2013
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ORACIÓN PARA ALCANZAR BUENA MUERTE
Oración para alcanzar buena muerte
¡Jesús, Señor, Dios de bondad, Padre de misericordia! Yo me presento ante Vos con un corazón contrito, humillado y confuso, y os encomiendo mi última hora y lo que después de ella me espera.
Cuando mis pies, perdiendo su movimiento, me adviertan que mi carrera en este mundo está próxima a su fin,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis manos, trémulas y torpes, ya no puedan sostener el Crucifijo, y a pesar mío lo deje caer sobre el lecho de mi dolor,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis ojos, vidriados y contorcidos por el horror de la inminente muerte, fijaren en Vos sus miradas lánguidas y moribundas,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis labios, fríos y convulsos, pronunciaren por última vez vuestro adorable nombre,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi cara, pálida y amoratada, cause lástima y terror a los circunstantes, y mis cabellos bañados del sudor de la muerte, erizándose en mi cabeza, anunciaren que está cercano mi fin,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siempre a las conversaciones de los hombres, se abrieren para oír la sentencia irrevocable que fijará mi suerte por toda la eternidad,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi imaginación, agitada por horrendos fantasmas, quede sumergida en mortales congojas, y mi espíritu, perturbado con el temor de vuestra justicia al acordarse de mis iniquidades, luchare contra el infernal enemigo, que quisiera quitarme la esperanza en vuestras misericordias y precipitarme en los horrores de la desesperación,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi corazón, débil y oprimido por el dolor de la enfermedad, estuviere sobrecogido por el temor de la muerte, fatigado y rendido por los esfuerzos que habrá hecho contra los enemigos de mi salvación,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando derramare mis últimas lágrimas, síntomas de mi destrucción, recibidlas, Señor, como un sacrificio de expiación; a fin de que yo muera como víctima de penitencia, y en aquel momento terrible,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis parientes y amigos, juntos alrededor de mí, se estremezcan al ver mi situación y os invoquen por mí,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando, perdido el uso de los sentidos, el mundo todo desapareciere de mi vista, y yo gima entre las angustias de la última agonía y los afanes de la muerte,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando los últimos suspiros del corazón empujen mi alma a que salga del cuerpo, aceptadlos, Señor, como hijos de una santa impaciencia de ir hacia Vos, y entonces,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi alma salga para siempre de este mundo y deje mi cuerpo pálido, frío y sin vida, aceptad la destrucción de él como un homenaje que rendiré a vuestra Divina Majestad, y en aquella hora,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
En fin, cuando mi alma comparezca ante Vos y vea por primera vez el esplendor de vuestra Majestad, no la arrojéis de vuestra presencia; dignaos recibirme en el seno de vuestra misericordia, para que cante eternamente vuestras alabanzas,
R. Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
¡Oh Dios, que, habiéndonos condenado a muerte, nos habéis ocultado el momento y la hora de la misma!; haced que viviendo yo justa y santamente, pueda merecer salir de este mundo en vuestra gracia y santo amor. Por los méritos de nuestro Señor Jesucristo, que junto con el Espíritu Santo vive y reina con Vos. Así sea.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, expire en paz con Vos el alma mía.
SAN JUAN CANCIO DE KETY, SACERDOTE, 23 DE DICIEMBRE
Autor: P. Felipe Santos | Fuente: Cathoic.net Juan Cancio de Kety, Santo | |
Sacerdote, profesor de la universidad, 23 de diciembre | |
Sacerdote y Maestro
Etimológicamente significa “Dios es misericordia”. Viene de la lengua hebrea.
Este polaco de fama universal nació en la ciudad de Dant, Kety, Polonia, en el año 1397. Desde joven se distinguió por sus ayunos y penitencia para santificarse y hacer el bien a sus compañeros de clase. Estos , a veces, se reían de sus cosas extrañas. Daba cuanto tenía en sus manos apenas veía aun pobre pedir limosna. Se sentía feliz porque era consciente de que lo que hacía con el menesteroso lo hacía con el propio Jesús. Era muy inteligente. Cuando le llegó la hora de optar por una vocación u otra, él se decidió por el sacerdocio. Al poco tiempo le nombraron profesor de la universidad. Los envidiosos lo vieron con malos ojos. Fueron a las autoridades respectivas para desprestigiarlo. Y éstas, aún sintiéndolo mucho, lo enviaron de párroco a un pueblo lejano. La envidia es mala consejera en todos los tiempos. Hay quien se dedica a pisar los pies al que triunfa en su cargo. Juan, en lugar de amilanarse, dijo estas palabras:" La tristeza no es provechosa. Si algún bien les he hecho en estos años, canten un himno de acción de gracias a Dios, pero vivan siempre alegres y contentos, que así lo quiere Dios". Hace falta un espíritu interior muy fuerte y una unión muy grande con Dios para reaccionar de este modo. Pasado algún tiempo, los envidiosos vieron que lo nombraron otra vez profesor de la Universidad de Cracovia para dar clases de Biblia. Los ratos libres – como suele ocurrir en todas las biografías de los santos/as -, los dedicaba a la oración y a ayudar a los enfermos. Toda la pasta que ganaba, la entregaba a la gente pobre. Ni más ni menos. La gente lo llamaba el "padre de los pobres". Cuando llegó la hora de su muerte, se dedicó a la oración hasta que pasó a la eternidad tal día como hoy del 1473. ¡Felicidades a quienes lleven este nombre! |
domingo, 22 de diciembre de 2013
Los Santos de hoy domingo 22 de diciembre de 2013
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SANTA FRANCISCA JAVIER CABRINI, FUNDADORA, 22 DICIEMBRE
Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net Francisca Javier Cabrini, Santa | |
Fundadora, 22 Diciembre | |
Madre de los emigrantes
Entre el 1901 y el 1913 emigraron a Estados Unidos 4.711.000 italianos. A pesar de los innumerables dramas que suscita la emigración hay que recordar todavía hoy a una frágil maestra del S. Angelo Lodigiano, Francisca Cabrini, nacida en 1850, la menor de 13 hijos. Se distinguió, por no mirar la emigración con los ojos del político ni del sociólogo, sino con esos humanísimos de mujer cristiana, mereciendo el titulo de madre de los emigrantes.
Huérfana de padre y de madre, Francisca hubiera querido encerrarse en un convento, pero no fue aceptada por su delicada salud. Entonces aceptó el cargo que le confió el párroco de Codogno para que ayudara en un orfanatorio. La joven, graduada de maestra hacia poco tempo, hizo mucho más: reunió a algunas compañeras y formó el primer núcleo de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón, orientadas por el espíritu de un intrépido misionero, San Francisco Javier. Cuando Francisca hizo los votos religiosos tomó el nombre del santo. Como él, hubiera querido partir también para China, pero cuando tuvo noticia del descuido y del drama de desesperación de los miles y miles de emigrantes italianos que descargaban en el puerto de Nueva York sin ninguna ayuda material ni espiritual, Francisca Javier no dudó un instante. También ella, en la primera de sus 24 travesias oceánicas, compartió las incomodidades y las incertidumbres de sus compatriotas; pero se destacó por su extraordinaria valentía con la que afrontó las grandes necesidades que se le presentaron y supo desenvolverse para establecer un punto de encuentro y de ayuda para los emigrantes. Ante todo se preocupó por los huérfanos y los enfermos, construyendo casas, escuelas y un grande hospital en Nueva York, luego en Chicago, después en California, y así siguió exteniendo su obra en toda América, hasta Argentina. A quien le manifestaba admiración por el éxito de tantas obras, la Madre Cabrini le contestaba con sincera humildad “¿Acaso todo esto no lo ha hecho el Señor?”. Murió en el surco, durante uno de sus tantos viajes a Chicago, en 1917. Su cuerpo fue llevado triunfalmente a Nueva York y enterrado en la iglesia contigua a la “Mother Cabrini High School”, para que estuviera cerca de los emigrados. ¿Quieres saber más? Consulta corazones.org |
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