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miércoles, 8 de julio de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 8 DE JULIO DEL 2015
Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca
Tiempo Ordinario
Mateo 10, 1-7. Tiempo Ordinario. Ser mensajeros del amor de Dios con nuestra vida, nuestro modo de actuar, de hablar, de pensar.
Por: H. Mario Carrillo Tapia | Fuente: Catholic.net
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Del santo Evangelio según san Mateo 10, 1- 7
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Oración introductoria
Jesús, gracias por el don de la fe católica, porque podemos disfrutar de tu compañía y recibirte en la sagrada Eucaristía. Sabemos que no somos dignos pero tú así lo has querido en tu infinito amor de Padre. Ayúdanos para que en esta meditación nos llenemos de tu amor y podamos ir por todo el mundo y proclamar tus maravillas, contagiando con tu amor los corazones de cuantos encontremos en nuestro camino.
Meditación del Papa Francisco
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.
Oración introductoria
Jesús, gracias por el don de la fe católica, porque podemos disfrutar de tu compañía y recibirte en la sagrada Eucaristía. Sabemos que no somos dignos pero tú así lo has querido en tu infinito amor de Padre. Ayúdanos para que en esta meditación nos llenemos de tu amor y podamos ir por todo el mundo y proclamar tus maravillas, contagiando con tu amor los corazones de cuantos encontremos en nuestro camino.
Meditación del Papa Francisco
El Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz! Es una necesidad que tiene el mundo. También el mundo nos pide hacer esto: llevar la paz, testimoniar la paz.
La paz no se puede comprar, no se vende. La paz es un don que hemos de buscar con paciencia y construir “artesanalmente” mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre en el cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2014).
Reflexión
Detengámonos brevemente en el primer versículo, cuando Jesús convoca a sus discípulos y ellos acuden a Él y reciben una serie de dones que ellos jamás se hubieran imaginado. Los discípulos creían ya tenerlo todo, se sentían contentos por estar con el Maestro. Pedro, que había dejado su casa, a su suegra y su barca, se sentía feliz. Lo mismo Mateo, quien había dejado todas sus riquezas. Y así cada uno había dejado todo para seguir al Maestro... y para servirle. Ya no podían esperar otro cambio de rumbo en sus vidas… pero, ese día el Señor se notaba distinto, se alegre y recogido a la vez. Les recordaba el día en que cada uno de ellos había sido llamado y les había invitado a dejar las redes y seguirle. Ya nada más podía pedirles Jesús. Sin embargo, ese día tan especial Jesús convoco a doce de los que le seguían de cerca y los envío a llevar su mensaje de amor y salvación a todos los hombres; les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad y dolencia.
Hoy Cristo nos sigue convocando para que vayamos y demos testimonio. Pero necesita de nuestra docilidad a fin de que respondamos a esta convocatoria como lo discípulos. No es una invitación de grupo, sino individual, con nombres específicos: Pedro, Juan, Mateo. Solo que hoy son nuestros nombres los que se escuchan. No perdamos la oportunidad de estar atentos para escucharle y abiertos a lo que Él quiera de nosotros… aunque pensemos que ya no podemos dar o recibir más.
La Iglesia nos necesita para ser luz en la tierra, necesita de hombres y mujeres, laicos y consagrados para la nueva evangelización.
Propósito
Viviré con mayor delicadeza mi vida cristiana transmitiendo el amor de Cristo con mi testimonio, haciendo dos actos de caridad ayudando a una persona.
Dialogo con Cristo
Jesús, quiero corresponder al don de la vida de gracia. ¡Qué sería de nuestras vidas sin tu presencia en nuestras almas! Ayúdanos a valorarla al máximo y a cuidarla con mucho cariño. Que demos testimonio de tu amor en medio de la sociedad que sufre por no conocerte. Te pedimos por todas aquellas almas que aún no te han conocido y andan en tinieblas para que algún día abran los ojos de sus corazones al amor de Dios. También te pido por aquellas personas que aun conociéndote no se acercan a ti.
Reflexión
Detengámonos brevemente en el primer versículo, cuando Jesús convoca a sus discípulos y ellos acuden a Él y reciben una serie de dones que ellos jamás se hubieran imaginado. Los discípulos creían ya tenerlo todo, se sentían contentos por estar con el Maestro. Pedro, que había dejado su casa, a su suegra y su barca, se sentía feliz. Lo mismo Mateo, quien había dejado todas sus riquezas. Y así cada uno había dejado todo para seguir al Maestro... y para servirle. Ya no podían esperar otro cambio de rumbo en sus vidas… pero, ese día el Señor se notaba distinto, se alegre y recogido a la vez. Les recordaba el día en que cada uno de ellos había sido llamado y les había invitado a dejar las redes y seguirle. Ya nada más podía pedirles Jesús. Sin embargo, ese día tan especial Jesús convoco a doce de los que le seguían de cerca y los envío a llevar su mensaje de amor y salvación a todos los hombres; les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad y dolencia.
Hoy Cristo nos sigue convocando para que vayamos y demos testimonio. Pero necesita de nuestra docilidad a fin de que respondamos a esta convocatoria como lo discípulos. No es una invitación de grupo, sino individual, con nombres específicos: Pedro, Juan, Mateo. Solo que hoy son nuestros nombres los que se escuchan. No perdamos la oportunidad de estar atentos para escucharle y abiertos a lo que Él quiera de nosotros… aunque pensemos que ya no podemos dar o recibir más.
La Iglesia nos necesita para ser luz en la tierra, necesita de hombres y mujeres, laicos y consagrados para la nueva evangelización.
Propósito
Viviré con mayor delicadeza mi vida cristiana transmitiendo el amor de Cristo con mi testimonio, haciendo dos actos de caridad ayudando a una persona.
Dialogo con Cristo
Jesús, quiero corresponder al don de la vida de gracia. ¡Qué sería de nuestras vidas sin tu presencia en nuestras almas! Ayúdanos a valorarla al máximo y a cuidarla con mucho cariño. Que demos testimonio de tu amor en medio de la sociedad que sufre por no conocerte. Te pedimos por todas aquellas almas que aún no te han conocido y andan en tinieblas para que algún día abran los ojos de sus corazones al amor de Dios. También te pido por aquellas personas que aun conociéndote no se acercan a ti.
martes, 7 de julio de 2015
LOS SANTOS DE HOY: MARTES 7 DE JULIO DEL 2015
- Hoy también se festeja a:
Benedicto Xl (Nicolás Boccasini), Beato
CXCIV Papa, Julio 7
|
Willibaldo, Santo
Obispo, 7 de julio
|
Oddino Barotti, Beato
Presbítero, 7 de Julio
|
Carlos Liviero, Beato
Obispo y Fundador, 7 de juliio
|
Pedro To Rot, Beato
Mártir, Julio 7
|
José María Gambaro, Santo
Presbítero y Mártir, 7 de julio
|
Antonino Fantosati, Santo
Obispo y Mártir, Julio 7
|
María Romero Meneses, Beata
Religiosa, 7 de julio
|
Fermín, Santo
Obispo y Mártir, 7 de julio
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EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 7 DE JULIO DEL 2015
La mies es mucha, pero los trabajadores pocos
Tiempo Ordinario
Mateo 9, 32-38. Tiempo Ordinario. Cuando me ve fatigado y abatido, no piensa que soy un amargado e ingrato, sino que tiene siempre compasión de mí.
Por: H. Luis Fernando Hernández | Fuente: Catholic.net
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Del santo Evangelio según san Mateo 9, 32-38
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: «Jamás se vio nada igual en Israel».Pero los fariseos decían: «Él expulsa a los demonios por obra del príncipe de los demonios». Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies».
Oración introductoria
Tú sabes, Jesús, lo que tengo en mi corazón. Te pido que me ayudes a acudir con un corazón abierto a ti. Soy también yo una de tus ovejas, ten compasión de mí. Dispón mi corazón para hacer esta meditación contigo.
Petición
Jesús, sé mi pastor y danos sacerdotes según tu corazón.
Meditación del Papa Francisco
En cuanto se fueron los ciegos, le presentaron a un mudo que estaba endemoniado. El demonio fue expulsado y el mudo comenzó a hablar. La multitud, admirada, comentaba: «Jamás se vio nada igual en Israel».Pero los fariseos decían: «Él expulsa a los demonios por obra del príncipe de los demonios». Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe trabajadores a su mies».
Oración introductoria
Tú sabes, Jesús, lo que tengo en mi corazón. Te pido que me ayudes a acudir con un corazón abierto a ti. Soy también yo una de tus ovejas, ten compasión de mí. Dispón mi corazón para hacer esta meditación contigo.
Petición
Jesús, sé mi pastor y danos sacerdotes según tu corazón.
Meditación del Papa Francisco
Esta gente lo ha seguido siempre para escuchar su palabra - ¡una palabra que daba esperanza! Las palabras de Jesús dan siempre esperanza. Y también para tocar incluso sólo un borde de su manto. Jesús mismo buscaba a estas multitudes cansadas y agobiadas como ovejas sin pastor y las buscaba para anunciarles el Reino de Dios y para curar a muchos en el cuerpo y en el espíritu. Ahora los llama a todos a su lado: “Venid a mí”, y les promete alivio y consuelo.
Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a muchos hermanos y hermanas oprimidos por precarias condiciones de vida, por situaciones existenciales difíciles y a veces privados de válidos puntos de referencia. En los países más pobres, pero también en las periferias de los países más ricos, se encuentran muchas personas cansadas y agobiadas bajo el peso insoportable del abandono y la indiferencia. La indiferencia: ¡cuánto mal hace a los necesitados la indiferencia humana! Y peor, ¡la indiferencia de los cristianos! (Homilía de S.S. Francisco, 13de julio de 2014).
Reflexión
Jesús, visto sin prejuicios, se nos presenta bondadoso y amable. Cuando me ve fatigado y abatido, no piensa que soy un amargado e ingrato, sino que tiene siempre compasión de mí. Por eso, Jesús nos compara con las ovejas. Las ovejas son blancas, dóciles y mansas. Por algo decimos "manso como un cordero...". Jesús ve en nosotros ovejas, no por considerarnos inferiores, sino porque Él se considera nuestro pastor. El Señor es mi pastor, nada me falta (salmo 22).
La relación entre un pastor y sus ovejas es muy singular: no deja de vigilarlas, sabe cuántas tiene, las conoce a todas. Jesús recorría todas las ciudades en su tiempo. Ahora lo sigue haciendo: recorre todos los lugares de nuestra vida y nuestra alma. Nos enseña en nuestro interior. Proclama en nuestros corazones la Buena Nueva y cura nuestras enfermedades.
A la oveja, a mí, corresponde dejar entrar a Jesús; he de ser dócil, si quiero aprender de sus palabras. Cuando leo el Evangelio, lo escucho a Él. Cuando me confieso, Él sana mis males.
Tenemos que pedir por los trabajadores, pues son pocos. Es algo que nos pide Jesús en este evangelio: que no dejemos de rogar por las vocaciones.
Jesús es el Buen Pastor. ¿Cuántas veces tengo necesidad del Buen Pastor? Los sacerdotes son los pastores que ayudan a Cristo a cuidar su rebaño. ¿Cuántas personas tenemos necesidad de los pastores que ayudan al Buen Pastor?
Dado que Cristo nos dice que pidamos al dueño de la mies por las vocaciones, hemos de tomar muy en serio esta petición.
Propósito
Invitaré a una persona o amigo a rezar un padrenuestro y avemaría por las vocaciones.
Dialogo con Cristo
Jesús, mi Buen Pastor, te agradezco todos los cuidados que tienes para conmigo. No soy digno de ser tu oveja, pero, dado que lo soy, nunca te apartes de mí. Soy débil y sé que lo soy, por eso, nunca permitas que me aleje de ti, que nunca me aleje de tu rebaño.
Además, Jesús, te pido aquello que tú me pides: danos sacerdotes santos según tu corazón.
«Ved si sois verdaderamente ovejas suyas, ved si de verdad lo conocéis, ved si percibís la luz de la verdad. Me refiero a la percepción no por la fe, sino por el amor y por las obras.»
De las Homilías de San Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios
(Homilía 14, 3-6: PL 76, 1129-1130)
Jesús, visto sin prejuicios, se nos presenta bondadoso y amable. Cuando me ve fatigado y abatido, no piensa que soy un amargado e ingrato, sino que tiene siempre compasión de mí. Por eso, Jesús nos compara con las ovejas. Las ovejas son blancas, dóciles y mansas. Por algo decimos "manso como un cordero...". Jesús ve en nosotros ovejas, no por considerarnos inferiores, sino porque Él se considera nuestro pastor. El Señor es mi pastor, nada me falta (salmo 22).
La relación entre un pastor y sus ovejas es muy singular: no deja de vigilarlas, sabe cuántas tiene, las conoce a todas. Jesús recorría todas las ciudades en su tiempo. Ahora lo sigue haciendo: recorre todos los lugares de nuestra vida y nuestra alma. Nos enseña en nuestro interior. Proclama en nuestros corazones la Buena Nueva y cura nuestras enfermedades.
A la oveja, a mí, corresponde dejar entrar a Jesús; he de ser dócil, si quiero aprender de sus palabras. Cuando leo el Evangelio, lo escucho a Él. Cuando me confieso, Él sana mis males.
Tenemos que pedir por los trabajadores, pues son pocos. Es algo que nos pide Jesús en este evangelio: que no dejemos de rogar por las vocaciones.
Jesús es el Buen Pastor. ¿Cuántas veces tengo necesidad del Buen Pastor? Los sacerdotes son los pastores que ayudan a Cristo a cuidar su rebaño. ¿Cuántas personas tenemos necesidad de los pastores que ayudan al Buen Pastor?
Dado que Cristo nos dice que pidamos al dueño de la mies por las vocaciones, hemos de tomar muy en serio esta petición.
Propósito
Invitaré a una persona o amigo a rezar un padrenuestro y avemaría por las vocaciones.
Dialogo con Cristo
Jesús, mi Buen Pastor, te agradezco todos los cuidados que tienes para conmigo. No soy digno de ser tu oveja, pero, dado que lo soy, nunca te apartes de mí. Soy débil y sé que lo soy, por eso, nunca permitas que me aleje de ti, que nunca me aleje de tu rebaño.
Además, Jesús, te pido aquello que tú me pides: danos sacerdotes santos según tu corazón.
«Ved si sois verdaderamente ovejas suyas, ved si de verdad lo conocéis, ved si percibís la luz de la verdad. Me refiero a la percepción no por la fe, sino por el amor y por las obras.»
De las Homilías de San Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios
(Homilía 14, 3-6: PL 76, 1129-1130)
Preguntas o comentarios al autor H. Luis Fernando Hernán
lunes, 6 de julio de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 6 DE JULIO DEL 2015
¡Animo hija! tu fe te ha salvado
Milagros de Jesús
Mateo 9, 18-26. Tiempo Ordinario. Cristo puede llenarte de vida, Él es la Vida, ponte en sus manos.
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 9, 18-26
Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven tú a imponerle las manos y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se curó la mujer desde aquel momento. Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.
Oración introductoria
Señor, eres mi Salvador y Redentor. Creo que en este justo momento estabas esperando que dejará todo para tener un momento de oración, por eso me acerco con fe, confianza y mucho amor. Te ofrezco esta meditación por aquellos que temen acercarse a Ti.
Petición
Jesús, te pido una fe que toque y transforme mi vida entera.
Meditación del Papa Francisco
Así les estaba hablando, cuando se acercó un magistrado y se postró ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir, pero ven tú a imponerle las manos y vivirá». Jesús se levantó y le siguió junto con sus discípulos. En esto, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años se acercó por detrás y tocó la orla de su manto. Pues se decía para sí: «Con sólo tocar su manto, me salvaré». Jesús se volvió, y al verla le dijo: «¡Animo!, hija, tu fe te ha salvado». Y se curó la mujer desde aquel momento. Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los flautistas y la gente alborotando, decía: «¡Retiraos! La muchacha no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de él. Mas, echada fuera la gente, entró él, la tomó de la mano, y la muchacha se levantó. Y la noticia del suceso se divulgó por toda aquella comarca.
Oración introductoria
Señor, eres mi Salvador y Redentor. Creo que en este justo momento estabas esperando que dejará todo para tener un momento de oración, por eso me acerco con fe, confianza y mucho amor. Te ofrezco esta meditación por aquellos que temen acercarse a Ti.
Petición
Jesús, te pido una fe que toque y transforme mi vida entera.
Meditación del Papa Francisco
Jesús alabó mucho la fe de la hemorroísa, de la cananea o del ciego de nacimiento y decía que quien tenga fe como un grano de mostaza puede mover montañas. "Esta fe nos pide dos actitudes: confesar y confiar". Sobre todo confesar. […]
Yo me atrevo a decir que el termómetro de la vida de la Iglesia está un poco bajo en esto: hay poca capacidad de adorar, no tenemos mucha, algunos sí... Y esto porque en la confesión de la fe nosotros no estamos convencidos o estamos convencidos a mitad. Por tanto, la primera actitud es confesar la fe y guardarla. La otra actitud es confiarse.
El hombre o la mujer que tiene fe confía en Dios: ¡confía! Pablo, en un momento oscuro de su vida, decía: 'Yo sé bien de quien me he fiado' ¡De Dios! ¡Del Señor Jesús! Confiar: y esto nos lleva a la esperanza. Así como la confesión de la fe nos lleva a la adoración y a la alabanza a Dios, el fiarse de Dios nos lleva a una actitud de esperanza. Hay muchos cristianos con una esperanza demasiado aguada, no fuerte: una esperanza débil. ¿Por qué? Porque no tiene la fuerza y la valentía para confiarse al Señor. Pero si nosotros cristianos creemos confesando la fe, también guardándola, haciendo custodia de la fe y confiando en Dios, en el Señor, seremos cristianos vencedores. Y esta es la victoria que ha vencido al mundo: ¡nuestra fe! (Cf Homilía de S.S. Francisco, 10 de enero de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Jesucristo está siempre disponible para el hombre o la mujer atribulada. Para Él todos somos importantes, no importa que seas magistrado o ama de casa. Él siempre nos espera y nos acoge con dulzura y atención, pero nos pide que tengamos fe en su persona. Y ésta es la actitud con la que estos dos personajes del Evangelio se acercan al Señor para pedirle una gracia, para esperar un consuelo, a pesar de las condiciones tan adversas que se les presentaban: la muerte de una hija y una enfermedad de toda la vida.
Lo que maravilla es la seguridad de pedir al Señor cosas que parecen imposibles, teniendo la certeza de que son escuchadas y apostando por un feliz desenlace. Y es que con Jesucristo siempre hay recursos, no se acaban las opciones. Ni siquiera la muerte puede rasgar la esperanza que nace de la fe, porque Dios ha vencido a la muerte y es garante de nuestra esperanza. Por eso el magistrado no se detiene ante la muerte de su hija y acude al Señor, con la certeza de que imponiéndole las manos vivirá.
Y llegamos así al punto clave de este texto evangélico: la vida. Todos deseamos una vida libre de enfermedades, de dolencias, de angustias y de muerte. La mujer enferma de flujo de sangre después de ser curada se “salvó” --dice el Evangelio-- y ¿qué es salvarse sino preservarse de la muerte, de la enfermedad, de las debilidades propias de nuestra condición humana para vivir una vida donde nada de esto suceda?
Por ello, quien busca a Jesús busca realmente “salvar su vida y la de los demás”dándole un sentido a su existencia que le salve de la muerte y que le dé fuerzas en la enfermedad.
Por eso, nuestro deber diario está en dar ese sentido a nuestra vida y vivir para dar sentido a la vida de los demás. ¡Cuántas personas solas hay a nuestro alrededor porque nadie tiene una palabra de cariño para ellas!
Como consecuencia de esto, hay que tocar a Jesucristo en la orla de su manto y llevarlo a aquellas personas que yacen ya como cadáveres ambulantes sin haber muerto. Él es la Vida. Y se les puede llevar la Vida muy fácilmente: con un buen testimonio, con la caridad, con un sacrificio, pidiendo por ellos en la oración, llevándolos con un sacerdote, invitándolos a los sacramentos, etc. Hay mil formas de llevar a Jesucristo a los demás. Éste es el verdadero tesoro que permanece para siempre, pues todo lo que hagamos por ellos es tiempo bien invertido, máxime si les estamos llevando la Vida.
Ojalá que nunca nos pase aquello de lamentar la muerte de alguien conocido porque dejamos de hacerle un bien que podríamos haberle hecho. Qué pena tener que decir ante un féretro: si no te hubieras ido yo podría haberte llevado la Vida…
Propósito
Rezar por las personas enfermas, especialmente las que están cerca de mi.
Diálogo con Cristo
Señor, el oficial romano y la mujer con flujo de sangre me recuerdan lo maravilloso que es vivir con fe. Tú sabes exactamente qué es lo que necesito, mas esperas que me acerque a Ti y con confianza te pida lo que creo necesitar, por eso te suplico por el don de una fe viva, que no olvide nunca que Tú eres mi Amigo fiel, que eres el compañero que va conmigo siempre, que eres mi Padre bueno que vela continuamente sobre mí.
Jesucristo está siempre disponible para el hombre o la mujer atribulada. Para Él todos somos importantes, no importa que seas magistrado o ama de casa. Él siempre nos espera y nos acoge con dulzura y atención, pero nos pide que tengamos fe en su persona. Y ésta es la actitud con la que estos dos personajes del Evangelio se acercan al Señor para pedirle una gracia, para esperar un consuelo, a pesar de las condiciones tan adversas que se les presentaban: la muerte de una hija y una enfermedad de toda la vida.
Lo que maravilla es la seguridad de pedir al Señor cosas que parecen imposibles, teniendo la certeza de que son escuchadas y apostando por un feliz desenlace. Y es que con Jesucristo siempre hay recursos, no se acaban las opciones. Ni siquiera la muerte puede rasgar la esperanza que nace de la fe, porque Dios ha vencido a la muerte y es garante de nuestra esperanza. Por eso el magistrado no se detiene ante la muerte de su hija y acude al Señor, con la certeza de que imponiéndole las manos vivirá.
Y llegamos así al punto clave de este texto evangélico: la vida. Todos deseamos una vida libre de enfermedades, de dolencias, de angustias y de muerte. La mujer enferma de flujo de sangre después de ser curada se “salvó” --dice el Evangelio-- y ¿qué es salvarse sino preservarse de la muerte, de la enfermedad, de las debilidades propias de nuestra condición humana para vivir una vida donde nada de esto suceda?
Por ello, quien busca a Jesús busca realmente “salvar su vida y la de los demás”dándole un sentido a su existencia que le salve de la muerte y que le dé fuerzas en la enfermedad.
Por eso, nuestro deber diario está en dar ese sentido a nuestra vida y vivir para dar sentido a la vida de los demás. ¡Cuántas personas solas hay a nuestro alrededor porque nadie tiene una palabra de cariño para ellas!
Como consecuencia de esto, hay que tocar a Jesucristo en la orla de su manto y llevarlo a aquellas personas que yacen ya como cadáveres ambulantes sin haber muerto. Él es la Vida. Y se les puede llevar la Vida muy fácilmente: con un buen testimonio, con la caridad, con un sacrificio, pidiendo por ellos en la oración, llevándolos con un sacerdote, invitándolos a los sacramentos, etc. Hay mil formas de llevar a Jesucristo a los demás. Éste es el verdadero tesoro que permanece para siempre, pues todo lo que hagamos por ellos es tiempo bien invertido, máxime si les estamos llevando la Vida.
Ojalá que nunca nos pase aquello de lamentar la muerte de alguien conocido porque dejamos de hacerle un bien que podríamos haberle hecho. Qué pena tener que decir ante un féretro: si no te hubieras ido yo podría haberte llevado la Vida…
Propósito
Rezar por las personas enfermas, especialmente las que están cerca de mi.
Diálogo con Cristo
Señor, el oficial romano y la mujer con flujo de sangre me recuerdan lo maravilloso que es vivir con fe. Tú sabes exactamente qué es lo que necesito, mas esperas que me acerque a Ti y con confianza te pida lo que creo necesitar, por eso te suplico por el don de una fe viva, que no olvide nunca que Tú eres mi Amigo fiel, que eres el compañero que va conmigo siempre, que eres mi Padre bueno que vela continuamente sobre mí.
SANTA MARÍA GORETTI, 6 DE JULIO
María Goretti, Santa
Biografía y virtudes a imitar. 6 de julio
Fuente: Catholic.net
Hoy celebramos a Santa María Goretti, una joven que vivió la virtud de la pureza hasta el heroísmo.
Una santa que prefirió morir antes que ofender a Dios.
Un poco de historia...
Santa María Goretti nació en 1890 en Italia. Su padre, campesino, enfermó de malaria y murió.
Una tarde, María estaba sentada en lo alto de la escalera de la casa, remendando una camisa. Aunque aún no cumplía los doce años, era ya una mujercita.
Alejandro, un joven de 18 años, subió las escaleras con intención de violar a la niña. María opuso resistencia y trató de pedir auxilio; pero como Alejandro la tenía agarrada por el cuello, apenas pudo protestar y decir que prefería morir antes que ofender a Dios. Al oír esto, el joven desgarró el vestido de la muchacha y la apuñaló brutalmente. Ella cayó al suelo pidiendo ayuda y él huyó.
María fue transportada a un hospital, en donde perdonó a su asesino de todo corazón, invocó a la Virgen y murió veinticuatro horas después.
Alejandro fue condenado a 30 años de prisión. Por largo tiempo, fue obstinado en no arrepentirse de su pecado, hasta que una noche, tuvo un sueño en el que vio a la niña María, recogiendo flores en un prado y luego ella se acercaba a él y se las ofrecía. A partir de ese momento, cambió totalmente y se convirtió en un prisionero ejemplar. Se le dejó libre al cumplir 27 años de su condena. Al salir de la cárcel, una noche de Navidad, la de 1938, pidió perdón a la mamá de María, y aquella noche, en la misa de Gallo, comulgaron juntos.
El caso de María Goretti se extendió por todo el mundo. En 1947, el Papa Pío XII la beatificó y en 1950 la canonizó. En la ceremonia estuvieron presentes su madre, de 82 años, dos hermanas y un hermano. Y, aunque parezca increíble, también asistió Alejandro, el arrepentido asesino de la santa.
Santa María Goretti fue santa no por el hecho de tener una muerte injusta y violenta, sino porque murió por defender una virtud inculcada por la fe cristiana. A esta santa se la llama la “Mártir de la pureza”. Sus imágenes la representan como una campesina con un lirio en la mano, que es el símbolo de la virginidad, y con la corona del martirio.
María Goretti era una muchacha soltera que conocía el valor del matrimonio y de las relaciones sexuales. Sabía que la complementariedad de los sexos se manifiesta plenamente en el acto sexual, en el cual el hombre y la mujer se unen íntima y totalmente en alma y cuerpo por el amor que existe entre ellos. Entendía que el acto sexual sólo puede efectuarse dentro del matrimonio ya que es una manifestación de amor entre los esposos y para la procreación de los hijos.
Los jóvenes podrán preguntarse: ¿Hasta el matrimonio? ¡Faltan “miles de años”! Y mientras... ¿qué? Pueden aprovechar el tiempo del noviazgo para conocerse, tratarse, vivir en amistad y hacerse felices el uno al otro. El noviazgo es una preparación para el futuro matrimonio.
¿Qué hacer para vivir esta virtud?
Debes cuidar todo lo que ves y oyes. Y, recordar que tú eres una persona que tiene dignidad, inteligencia y voluntad y que eres diferente de los animales que tienen relaciones sexuales por puro instinto. La virtud de la castidad te dará fuerza para dominar y controlar tu impulso sexual.
Es más persona quien sabe dominarse, quien sabe controlarse, quien sabe guardarse íntegro para entregarse sin reservas a su futura esposa o esposo, que aquel cobarde y sin fuerzas de voluntad que entrega su cuerpo a cualquiera ante el primer estímulo que pasa frente a sus ojos.
¿Qué nos enseña la vida de María Goretti?
- La principal enseñanza es la vivencia de la virtud de la pureza: pureza de alma y cuerpo.
- A perdonar a nuestros enemigos, a pesar de que nos hayan causado un daño irreparable. Como también lo hizo el Papa Juan Pablo II, al perdonar a Alí Agca, quien tratara de asesinarlo en 1981.
- María Goretti nos enseña a ser fuertes ante situaciones difíciles, confiando siempre en Dios.
Santa María Goretti, este día te pido que me ayudes a vivir la virtud de la pureza, para entender que la castidad es un medio para cultivar mi voluntad y así, lograr la santidad en el estado de vida al que Dios me llama.
Amén.
domingo, 5 de julio de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 5 DE JULIO DEL 2015
¿No es éste el carpintero, el hijo de María?
El escandalo a causa de Jesús
Marcos 6, 1-6. Domingo XIV Tiempo Ordinario B. Creían que lo conocían, pero no tenían ni idea de quién era realmente. Les faltaba fe para aceptarlo como era en verdad.
Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa.» Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.
Oración introductoria
Señor, gracias por este domingo, día en que celebramos tu resurrección. Creo que tu siempre caminas conmigo y que hoy también quieres asombrarme con tu mensaje de salvación. Dame la fe de María, una fe que me haga entregarme, no a unas ideas o a una doctrina, sino a tu persona amada. Una fe que me lleve a ver mucho más allá de las dificultades y que me haga perseverar en toda circunstancia.
Petición
Señor, sabes que creo en ti, que espero en ti y que te amo, pero te pido que aumentes mi fe, mi esperanza y mi caridad.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oírle, quedaba maravillada, y decía: «¿De dónde le viene esto? y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada? ¿Y esos milagros hechos por sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí entre nosotros?» Y se escandalizaban a causa de él. Jesús les dijo: «Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa.» Y no podía hacer allí ningún milagro, a excepción de unos pocos enfermos a quienes curó imponiéndoles las manos. Y se maravilló de su falta de fe. Y recorría los pueblos del contorno enseñando.
Oración introductoria
Señor, gracias por este domingo, día en que celebramos tu resurrección. Creo que tu siempre caminas conmigo y que hoy también quieres asombrarme con tu mensaje de salvación. Dame la fe de María, una fe que me haga entregarme, no a unas ideas o a una doctrina, sino a tu persona amada. Una fe que me lleve a ver mucho más allá de las dificultades y que me haga perseverar en toda circunstancia.
Petición
Señor, sabes que creo en ti, que espero en ti y que te amo, pero te pido que aumentes mi fe, mi esperanza y mi caridad.
Meditación del Papa Francisco
Ese es signo de que un cristiano va adelante. Cuando el Señor le hace pasar la prueba del rechazo. Porque es el signo de los Profetas, los falsos profetas nunca fueron rechazados, porque les decían a los reyes o a la gente lo que querían escuchar. Así que todo “ah qué lindo”, ¿no? Y nada más. No. El rechazo, ¿no?
Ahí está el aguante. Aguantar en la vida hasta ser dejado de lado, rechazado, sin vengarse con la lengua, la calumnia, la difamación. Y después una cosa que es inevitable, no ver, un poco para… o sea vos me preguntabas cuál era mi secreto, no sé, pero a mí me ayuda no mirar las cosas desde el centro, ¿no?
Hay un solo centro. Es Jesucristo. Sino mirar las cosas desde las periferias, ¿no? Porque se ven más, más claras, ¿no?
Cuando uno se va encerrando en el pequeño mundito, el mundito del movimiento, de la parroquia, del arzobispado, o acá, el mundito de la Curia, entonces no se capta la verdad. Sí se la capta quizás en teoría, pero no se capta la realidad de la verdad en Jesús, ¿no? Entonces la verdad se capta mejor desde la periferia que desde el centro, ¿no? Eso a mí me ayuda. (S.S. Francisco, al Movimiento de Schoenstatt, 24 de octubre de 2014).
Reflexión
En una ocasión vinieron a Jesús unos discípulos de Juan el Bautista a preguntarle si El era el Mesías o tenían que esperar a otro. Es difícil decir si a Juan, estando ya encarcelado por Herodes Antipas, le haya entrado alguna duda acerca del Señor; o si, más bien, viendo que se hallaba ya a las puertas de la muerte, haya querido acercar a sus discípulos a la persona de Jesús y confirmar su fe en El como Mesías. Sea como sea, la respuesta de nuestro Señor fue maravillosa: apela a las obras que ellos mismos están viendo: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados". Estos eran, precisamente, los signos que había anunciado el profeta Isaías como característicos del futuro Mesías (Is 61, 1-3) y que Lucas recoge también al inicio de su evangelio como inauguración del ministerio público de Jesús (Lc 4, 16-30). Pero, no contento con este argumento, añade el Señor como colofón: "Y bienaventurado el que no se escandaliza de mí" (Mt 11, 4-6).
¿Es que alguien podía escandalizarse de Jesús? “Escándalo" es una palabra de origen griego, que significa "ser piedra de tropiezo o de caída para alguno". ¿Y cómo el Señor podía servir de tropiezo para alguien, si había venido a este mundo a salvarnos? ¿Cómo nos podía hacer caer si vino a levantarnos del pecado en el que yacíamos? Y, sin embargo, durante su vida pública, muchos judíos sí se escandalizaron de El.
Ante todo, los escribas y los fariseos. Eran supuestamente gente piadosa, culta, muy versados en las Sagradas Escrituras y en materia de religión. Pero muchos de ellos eran hipócritas y legalistas, altaneros, orgullosos y muy amantes de sus propios honores, poderes y seguridades personales; con su fama de "santidad" engañaban al pueblo y se servían de ellos para su propio medro y para alimentar su codicia y ambición. Pero, sobre todo, no creían en Jesús y veían en El a un rival, a un adversario. Y se escandalizaban de El. Como les diría nuestro Señor: ni ellos entraban al reino de los cielos, ni dejaban entrar a los que querrían entrar.
Estaban, además, los saduceos y los zelotas, que eran la clase dirigente en Israel. Supuestamente debían ser personas buenas y religiosas por ser de la estirpe sacerdotal; pero, en realidad, ostentaban el poder de forma tiránica, hombres sin escrúpulos ni principios morales, que sólo se interesaban por el dinero y por aumentar su influencia política bajo pretextos religiosos. ¡Una forma de fundamentalismo y de fanatismo religioso, ya en tiempos de Jesús!
Pero también muchos judíos del pueblo, duros de corazón, no creían en Jesús ni en su mesianismo redentor. A éstos los encontramos en el Evangelio, movidos por su incredulidad, siempre discutiendo y enfrentándose contra nuestro Señor, poniendo en tela de juicio su doctrina, sus comportamientos e incluso sus mismos milagros. No creen en El a pesar de los prodigios que obra. Un caso típico de escándalo lo encontramos después del milagro de la multiplicación de los panes y del discurso eucarístico de Jesús. "Desde entonces -nos dice san Juan- muchos de sus discípulos se retiraron de El y ya no lo seguían" (Jn 6, 66).
Pero no sólo son los enemigos y los "extraños" los que se escandalizan de Jesús. Aunque parezca increíble, también entre sus amigos, sus parientes y sus paisanos encuentra gente que no cree en El y que no lo acepta como Mesías. En una ocasión, durante su vida pública, fue al pueblo en que se había criado, y la gente comenzó a murmurar de El. ¿Cómo era posible que el "hijo del carpintero" se dedicara a enseñar en las sinagogas, a predicar y a hacer milagros, siendo que era uno de ellos? "¿De dónde saca éste todo eso? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?" -se preguntaban-. Creían que lo conocían; pero no tenían ni idea de quién era realmente. Lo miraban con ojos demasiado humanos, con criterios muy terrenos y carnales. Les faltaba el mínimo de fe para aceptarlo como era en verdad. Y desconfiaban de El. Y por eso -nos dice el evangelista- no hizo allí ningún milagro, sino sólo curó a algunos pocos. Y se extrañó de su falta de fe.
Ya el anciano Simeón lo había profetizado, siendo Jesús todavía un infante, cuando sus padres llevaron al Niño en brazos para presentarlo al Señor: "Este niño -le dijo Simeón a María– está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten, y será como un signo de contradicción; y a ti una espada te traspasará el alma, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 34-35). Sería piedra de tropiezo y de caída para muchos.
Pero el escándalo, la mayoría de las veces no viene del exterior, sino que nace en nuestro propio corazón. No es que los demás nos escandalicen por la manera como se comportan o por las cosas malas que hacen -aunque alguna vez sí pueden contribuir a ello-. En realidad, somos nosotros mismos los que nos escandalizamos por la malicia que se acurruca en el fondo del corazón y por las malas inclinaciones que llevamos en nuestro interior, y caemos en pecado.
Son todavía bastante recientes esos escándalos que algunos medios de comunicación desencadenaron contra los sacerdotes, acusándolos de pederastia y de abuso de menores. Algunos casos -muy pocos, por fortuna- han sido ciertos, desafortunadamente. Pero la inmensa mayoría han sido falsas acusaciones y sin ningún fundamento de verdad, sólo para desprestigiar a la Iglesia y a los sacerdotes; y porque estos escritores de pacotilla han sido muy bien pagados para difundir estos escándalos de tan mal gusto... ¡Qué pena! Pero el escándalo no es por culpa de los sacerdotes, sino por la maldad y la incredulidad de quien "se cree" -en estas cosas sí son demasiado crédulos- estas aberraciones.
Y quien se escandaliza de algunas cosas de la Iglesia, de los sacramentos, de los sacerdotes y hasta del Papa, antes se han escandalizado ya del mismo Jesús. Nos pasa como a los judíos, que escuchaban sus palabras con espíritu crítico y racionalista, con prevenciones y recelo, con malicia y, en definitiva, sin ninguna fe en El. Si sólo vemos la parte meramente humana y exterior de las personas -aun de las más santas- y nos acercamos a las realidades sagradas sin fe, seguro que caeremos en el escándalo y nos alejaremos de Dios. Pero la culpa no será de El, sino de nuestra soberbia e incredulidad.
Propósito
Ojalá que nuestro corazón sea humilde, bueno y dócil, lleno de fe y de confianza en Jesús, en su Iglesia y en sus representantes, porque sólo así sacaremos provecho para nuestras almas y seremos de verdad auténticos discípulos del Señor.
Diálogo con Cristo
Ayúdame, Señor, a confiar más en Ti, a creer en tu bondad y omnipotencia, para que pueda mostar a otros el gozo que aportas a mi vida.
En una ocasión vinieron a Jesús unos discípulos de Juan el Bautista a preguntarle si El era el Mesías o tenían que esperar a otro. Es difícil decir si a Juan, estando ya encarcelado por Herodes Antipas, le haya entrado alguna duda acerca del Señor; o si, más bien, viendo que se hallaba ya a las puertas de la muerte, haya querido acercar a sus discípulos a la persona de Jesús y confirmar su fe en El como Mesías. Sea como sea, la respuesta de nuestro Señor fue maravillosa: apela a las obras que ellos mismos están viendo: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados". Estos eran, precisamente, los signos que había anunciado el profeta Isaías como característicos del futuro Mesías (Is 61, 1-3) y que Lucas recoge también al inicio de su evangelio como inauguración del ministerio público de Jesús (Lc 4, 16-30). Pero, no contento con este argumento, añade el Señor como colofón: "Y bienaventurado el que no se escandaliza de mí" (Mt 11, 4-6).
¿Es que alguien podía escandalizarse de Jesús? “Escándalo" es una palabra de origen griego, que significa "ser piedra de tropiezo o de caída para alguno". ¿Y cómo el Señor podía servir de tropiezo para alguien, si había venido a este mundo a salvarnos? ¿Cómo nos podía hacer caer si vino a levantarnos del pecado en el que yacíamos? Y, sin embargo, durante su vida pública, muchos judíos sí se escandalizaron de El.
Ante todo, los escribas y los fariseos. Eran supuestamente gente piadosa, culta, muy versados en las Sagradas Escrituras y en materia de religión. Pero muchos de ellos eran hipócritas y legalistas, altaneros, orgullosos y muy amantes de sus propios honores, poderes y seguridades personales; con su fama de "santidad" engañaban al pueblo y se servían de ellos para su propio medro y para alimentar su codicia y ambición. Pero, sobre todo, no creían en Jesús y veían en El a un rival, a un adversario. Y se escandalizaban de El. Como les diría nuestro Señor: ni ellos entraban al reino de los cielos, ni dejaban entrar a los que querrían entrar.
Estaban, además, los saduceos y los zelotas, que eran la clase dirigente en Israel. Supuestamente debían ser personas buenas y religiosas por ser de la estirpe sacerdotal; pero, en realidad, ostentaban el poder de forma tiránica, hombres sin escrúpulos ni principios morales, que sólo se interesaban por el dinero y por aumentar su influencia política bajo pretextos religiosos. ¡Una forma de fundamentalismo y de fanatismo religioso, ya en tiempos de Jesús!
Pero también muchos judíos del pueblo, duros de corazón, no creían en Jesús ni en su mesianismo redentor. A éstos los encontramos en el Evangelio, movidos por su incredulidad, siempre discutiendo y enfrentándose contra nuestro Señor, poniendo en tela de juicio su doctrina, sus comportamientos e incluso sus mismos milagros. No creen en El a pesar de los prodigios que obra. Un caso típico de escándalo lo encontramos después del milagro de la multiplicación de los panes y del discurso eucarístico de Jesús. "Desde entonces -nos dice san Juan- muchos de sus discípulos se retiraron de El y ya no lo seguían" (Jn 6, 66).
Pero no sólo son los enemigos y los "extraños" los que se escandalizan de Jesús. Aunque parezca increíble, también entre sus amigos, sus parientes y sus paisanos encuentra gente que no cree en El y que no lo acepta como Mesías. En una ocasión, durante su vida pública, fue al pueblo en que se había criado, y la gente comenzó a murmurar de El. ¿Cómo era posible que el "hijo del carpintero" se dedicara a enseñar en las sinagogas, a predicar y a hacer milagros, siendo que era uno de ellos? "¿De dónde saca éste todo eso? ¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?" -se preguntaban-. Creían que lo conocían; pero no tenían ni idea de quién era realmente. Lo miraban con ojos demasiado humanos, con criterios muy terrenos y carnales. Les faltaba el mínimo de fe para aceptarlo como era en verdad. Y desconfiaban de El. Y por eso -nos dice el evangelista- no hizo allí ningún milagro, sino sólo curó a algunos pocos. Y se extrañó de su falta de fe.
Ya el anciano Simeón lo había profetizado, siendo Jesús todavía un infante, cuando sus padres llevaron al Niño en brazos para presentarlo al Señor: "Este niño -le dijo Simeón a María– está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten, y será como un signo de contradicción; y a ti una espada te traspasará el alma, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2, 34-35). Sería piedra de tropiezo y de caída para muchos.
Pero el escándalo, la mayoría de las veces no viene del exterior, sino que nace en nuestro propio corazón. No es que los demás nos escandalicen por la manera como se comportan o por las cosas malas que hacen -aunque alguna vez sí pueden contribuir a ello-. En realidad, somos nosotros mismos los que nos escandalizamos por la malicia que se acurruca en el fondo del corazón y por las malas inclinaciones que llevamos en nuestro interior, y caemos en pecado.
Son todavía bastante recientes esos escándalos que algunos medios de comunicación desencadenaron contra los sacerdotes, acusándolos de pederastia y de abuso de menores. Algunos casos -muy pocos, por fortuna- han sido ciertos, desafortunadamente. Pero la inmensa mayoría han sido falsas acusaciones y sin ningún fundamento de verdad, sólo para desprestigiar a la Iglesia y a los sacerdotes; y porque estos escritores de pacotilla han sido muy bien pagados para difundir estos escándalos de tan mal gusto... ¡Qué pena! Pero el escándalo no es por culpa de los sacerdotes, sino por la maldad y la incredulidad de quien "se cree" -en estas cosas sí son demasiado crédulos- estas aberraciones.
Y quien se escandaliza de algunas cosas de la Iglesia, de los sacramentos, de los sacerdotes y hasta del Papa, antes se han escandalizado ya del mismo Jesús. Nos pasa como a los judíos, que escuchaban sus palabras con espíritu crítico y racionalista, con prevenciones y recelo, con malicia y, en definitiva, sin ninguna fe en El. Si sólo vemos la parte meramente humana y exterior de las personas -aun de las más santas- y nos acercamos a las realidades sagradas sin fe, seguro que caeremos en el escándalo y nos alejaremos de Dios. Pero la culpa no será de El, sino de nuestra soberbia e incredulidad.
Propósito
Ojalá que nuestro corazón sea humilde, bueno y dócil, lleno de fe y de confianza en Jesús, en su Iglesia y en sus representantes, porque sólo así sacaremos provecho para nuestras almas y seremos de verdad auténticos discípulos del Señor.
Diálogo con Cristo
Ayúdame, Señor, a confiar más en Ti, a creer en tu bondad y omnipotencia, para que pueda mostar a otros el gozo que aportas a mi vida.
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