lunes, 23 de abril de 2018

SANTORAL DE HOY LUNES 23 ABRIL 2018

Marolo de Milán, SantoMarolo de Milán, Santo
Obispo, 23 de abril
Gerardo de Toul, SantoGerardo de Toul, Santo
Obispo, 23 de abril
Jorge de Suelli, SantoJorge de Suelli, Santo
Obispo, 23 de abril
Adalberto de Praga, SantoAdalberto de Praga, Santo
Obispo y Mártir, 23 de abril
Elena Valentini de Udine, BeataElena Valentini de Udine, Beata
Laica Agustina, 23 de abril
Egidio (o Gil) de Asís, BeatoEgidio (o Gil) de Asís, Beato
Discípulo de San Francisco de Asís, 23 de abril
María Gabriela Sagheddu, BeataMaría Gabriela Sagheddu, Beata
Religiosa, 23 de abril
Jorge, SantoJorge, Santo
Memoria Litúrgica, 23 de abril

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 23 ABRIL 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 4ª semana de Pascua
Hoy, lunes, 23 de abril de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,1-18):

EN aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los de la circuncisión le dijeron en son de reproche:
«Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos».
Pedro entonces comenzó a exponerles los hechos por su orden, diciendo:
«Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: una especie de recipiente que bajaba, semejante a un gran lienzo que era descolgado del cielo sostenido por los cuatro extremos, hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos de la tierra, fieras, reptiles y pájaros del cielo. Luego oí una voz que me decía: “Levántate, Pedro, mata y come”. Yo respondí:
«De ningún modo, Señor, pues nunca entró en mi boca cosa profana o impura”. Pero la voz del cielo habló de nuevo: «Lo que Dios ha purificado, tú no lo consideres profano”. Esto sucedió hasta tres veces, y de un tirón lo subieron todo de nuevo al cielo.
En aquel preciso momento llegaron a la casa donde estábamos tres hombres enviados desde Cesarea en busca mía. Entonces el Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin dudar. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: “Manda recado a Jafa y haz venir a Simón, llamado Pedro; él te dirá palabras que traerán la salvación a ti y a tu casa”.
En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: “Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo”. Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?».
Oyendo esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo:
«Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida».

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 41,2-3;42,3.4

R/. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.

Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.

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Lectura del santo evangelio según san Juan (10,1-10):

EN aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 23 de abril de 2018
Adrián de Prado, cmf



Queridos hermanos:

Las lecturas que la liturgia nos propone hoy dejan resonando dos preguntas que, en el fondo, son una sola: ¿Cuál es la puerta por la que entramos a la fe? ¿Cuál es la puerta por la que salimos a la Vida?

Del lado del hombre, siempre han existido los caminos, pero en nuestros días se han multiplicado hasta el infinito. Dice el refrán castellano que todos llevan a Roma; la realidad revela, sin embargo, que muchas sendas acaban cansando y frustrando al caminante, alejándolo de la meta a la que se supone que lo conducían. Por esta razón, el hombre que busca Dios -y también el que cree no necesitarlo-, aun cuando ensaye múltiples caminos para adherirse a la verdad, alberga la íntima convicción de que solo uno le abrirá las puertas de la vida verdadera. Más allá de lo aparentemente anecdótico de la escena, los reproches lanzados contra Pedro en Hch 11 y la discusión a que dan lugar constituyen un reflejo de esta tensión humana: que todas las vías están ahí, frente a nosotros, prometiéndonos la meta deseada, pero no todas –quizá solo una- nos permitirá llegar «hasta tu monte santo, hasta tu morada» (Sal 41). Una tensión que amenazó con dividir a las comunidades cristianas de los orígenes según la procedencia de su fe –judíos, gentiles-, partiendo la Iglesia primitiva en dos. Una tensión que, de hecho, pone en crisis al mundo y que, en muchos momentos de la existencia, puede quebrarnos por dentro.

Del lado de Dios, que busca al hombre, el trazado es uno solo: Él ofrece a su Hijo como Camino, Verdad y Vida. En Él convergen las muchas sendas posibles que elevan al ser humano, pero, al mismo tiempo, Él es el único Camino firme y fiable: quien no pasa por Él -como se pasa por la puerta del aprisco-, aún no conoce la Verdad plena, la Vida en abundancia. Al lado del Buen Pastor, todos los demás maestros –incluso los que tienen mejor voluntad- acaban mostrando su fragilidad, cuando no su torcido interés. De un modo misterioso, Cristo es «origen, camino y término del universo» (Rm 11,36). Si por Él entramos a la fe, ¿por qué tratar de salir sin Él hacia la Vida?

Vuestro hermano en la fe:
Adrián, cmf.

BUENOS DÍAS




domingo, 22 de abril de 2018

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 22 ABRIL 2018


Lecturas de hoy Domingo 4º de Pascua - Ciclo B
Hoy, domingo, 22 de abril de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,8-12):

En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido en nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 117,1.8-9.21-23.26.28-29

R/. La piedra que desecharon los arquitectos 
es ahora la piedra angular

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor 
que fiarse de los jefes. R/.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos 
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tu eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-2):

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aun no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (10,11-18):

En aquel tiempo dijo Jesús: «Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estragos y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre.»


Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 22 de abril de 2018
 Fernando Torres cmf


Mirad que amor...

      El centro del mensaje de las lecturas de este domingo lo encontramos en la segunda lectura. Juan nos hace caer en la cuenta del amor inmenso que Dios nos tiene. Es un amor que se concreta en una relación real entre Dios y nosotros. No sólo nos llamamos “hijos de Dios”. Realmente lo somos. Ese es el gran cambio que se ha producido en nosotros como consecuencia de la manifestación de Jesús. Éste es el hecho central que hoy debemos tener en cuenta. Somos “hijos de Dios” y, como dice la segunda lectura, todavía no se ha manifestado lo que seremos. Es decir, todavía ni nosotros mismos somos capaces de darnos cuenta del auténtico significado de esa afirmación. Lo que es seguro es que ya no debemos ni podemos mirar a Dios como un señor feudal al que hay que temer. Nuestro Dios es un padre, un “abbá” como le gustaba decir a Jesús en su lengua, “papaíto”. Es una relación muy cercana, de enorme confianza, porque de él, de nuestro “abbá” sólo podemos esperar cosas buenas. 

      Jesús es nuestro hermano mayor. Ha venido para reunirnos en una familia, para darnos conocer ese hecho fundamental de nuestras vidas: que somos “hijos”. Por nosotros, sus hermanos, lo dio todo, hasta la vida. Por eso, utiliza la imagen del Buen Pastor. Lo mismo que el Pastor da la vida por sus ovejas, él ha dado su vida por nosotros. La imagen del pastor se refiere a Jesús. Nos habla de su modo de comportarse con nosotros. Como el pastor cuida con amor de cada una de las ovejas de su rebaño, especialmente de las más débiles, así Jesús nos cuida a nosotros. 

      Pero no hay que llevar la comparación a la realidad. Nosotros no somos ovejas ni como las ovejas. Nosotros somos “hijos”. No sólo eso. Somos “hijos de Dios”. Como hijos, somos herederos. Dios nos quiere adultos, responsables, capaces de actuar libremente, de tomar decisiones, de asumir nuestros propios riesgos. Como un buen padre, sufrirá con nuestras equivocaciones y errores, pero no nos castigará. Más bien, nos dará buenos consejos y nos animará a volver a intentarlo. Porque lo que él quiere es que crezcamos, que no seamos perpetuos niños sino hijos mayores con los que poder dialogar al mismo nivel. 

      Hoy las lecturas nos hacen tomar conciencia del amor con que Dios nos ama. Es un amor que nos transforma en hijos. Es un amor que a Jesús le hizo dar la vida por nosotros, igual que hace un pastor por sus ovejas. Es un amor que nos ayuda a crecer, que nos empuja a ser libres y adultos, hermanos de nuestros hermanos. Es un amor que nos hace sentirnos miembros de la familia y responsables de cada uno de los que viven con nosotros. Eso, y no otra cosa, es ser hijos de Dios. 



Para la reflexión

     ¿Cuando pienso en Dios, lo veo como un juez, al que hay que temer? ¿Como un abuelito, al que le da lo mismo todo lo que hagamos? ¿Cómo un padre que se goza cuando crecemos y asumimos nuestras responsabilidades de una forma libre y madura? 


SANTORAL DE HOY DOMINGO 22 ABRIL 2018

Cayo, SantoCayo, Santo
XXVIII Papa, 22 de abril
Agapito I, SantoAgapito I, Santo
LVII Papa, 22 de abril
Francisco de Fabriano, BeatoFrancisco de Fabriano, Beato
Presbítero Franciscano, 22 de abril
Oportuna, SantaOportuna, Santa
Abadesa, 22 de abril
Sotero, SantoSotero, Santo
XII Papa, 22 de abril

BUENOS DÍAS







sábado, 21 de abril de 2018

SANTORAL DE HOY SÁBADO 21 ABRIL 2018

Juan Saziari, BeatoJuan Saziari, Beato
Religioso Franciscano, Abril 21
Apolonio de Roma, SantoApolonio de Roma, Santo
Mártir, Abril 21
Román Adame Rosales, SantoRomán Adame Rosales, Santo
Presbítero y Mártir Méxicano, 21 de abril
Bartolomé Cerveri, BeatoBartolomé Cerveri, Beato
Sacerdote y Mártir, Abril 21
Anselmo, SantoAnselmo, Santo
Memoria Litúrgica, 21 de abril

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 21 ABRIL 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 3ª semana de Pascua
sábado, 21 de abril de 2018





Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,31-42):

EN aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
Pedro, que estaba recorriendo el país, bajó también a ver a los santos que residían en Lida. Encontró allí a un cierto Eneas, un paralítico que desde hacía ocho años no se levantaba de la camilla.
Pedro le dijo:
«Eneas, Jesucristo te da la salud; levántate y arregla tu lecho».
Se levantó inmediatamente. Lo vieron todos los vecinos de Lida y de Sarón, y se convirtieron al Señor.
Había en Jafa una discípula llamada Tabita, que significa Gacela. Tabita hacía infinidad de obras buenas y de limosnas. Por entonces cayó enferma y murió. La lavaron y la pusieron en la sala de arriba.
Como Lida está cerca de Jafa, al enterarse los discípulos de que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres a rogarle:
«No tardes en venir a nosotros».
Pedro se levantó y se fue con ellos. Al llegar, lo llevaron a la sala de arriba, y se le presentaron todas las viudas, mostrándole con lágrimas los vestidos y mantos que hacía Gacela mientras estuvo con ellas. Pedro, mandando salir fuera a todos, se arrodilló, se puso a rezar y, volviéndose hacia el cuerpo, dijo:
«Tabita, levántate».
Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se incorporó. Él, dándole la mano, la levantó y, llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
Esto se supo por todo Jafa, y muchos creyeron en el Señor.

Palabra del Señor


Salmo
Sal 115,12-13.14-15.16-17

R/. ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor. R/.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles. R/.

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio segun san Juan (6,60-69):

EN aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 21 de abril de 2018
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


¿A QUIÉN IREMOS?


  ♦ La Iglesia gozaba de paz en toda Palestina. Era la paz que les había dejado el Resucitado. Una paz que no estaba exenta de conflictos, como hemos venido viendo en días anteriores. Y si no, que se lo pregunten a Esteban, o a Felipe, y al mismo Saulo. 
     Pero esa dificultades no les hacían perder el don de la paz recibida. Y la Iglesia iba creciendo, se iba construyendo, y progresaba en la fidelidad al Señor, se multiplicaba... Le viene a la cabeza a uno aquello  que Lucas había dicho también de Jesús, en su infancia: Crecía en sabiduría y gracia delante de Dios y de los hombres. 

    La tarea del crecimiento personal y comunitario -animada por el Espíritu Santo- nunca termina, porque la fidelidad hay que construirla todos los días. Una fidelidad que encuentra un significativo y necesario apoyo en los propios hermanos. La fidelidad de mis hermanos es una garantía y un impulso para la mía. Y viceversa. Aquella primera comunidad no estaba tan marcada como la nuestra por eso que llamamos individualismo, y que les «autoriza» a no pocos a mantener una relación con Dios, al margen de los hermanos, de la comunidad, como una especie de asunto privado. Mi oración por mí y por mis cosas, mis necesidades, mi manera de apañármelas con Dios, «mi» misa, y hasta el banco donde me siento... procurando que nadie me roce ni me distraiga...

    Pero los comienzos nos muestran algo que a mí me parece que tenemos que recuperar con urgencia en nuestra cristianismo de hoy. Las personas de la comunidad tienen nombre propio, conocen mutuamente sus circunstancias personales, su lugar de residencia, y los hermanos procuran que Pedro -como representante de la comunidad- se acerque y ore y actúe en la medida de sus posibilidades. A pesar, incluso, de que estas comunidades que va visitando probablemente no habían sido fundadas por él.

   Algo tenía aquel grupo de creyentes que resultaba atractivo: un ambiente de cercanía, de fraternidad, de confianza en el Resucitado, a quien sentían muy presente. Cada uno era atendido «según sus necesidades». Algo que resultaba desconocido en los ambientes religiosos de la época, y que resultaba admirable y contagioso. Algo que Jesús había procurado enseñarles: a ser uno, a amarse, a ser enviados juntos, a compartir juntos la mesa: con él... pero también entre sí. Y todo ello «para que el mundo crea que el Padre le ha enviado» y para que se sepa que somos discípulos suyos por el amor que nos tenemos unos a otros.  

    Y es algo que hoy debiéramos revisar y tener mucho más en cuenta en nuestras actividades y estructuras pastorales, en nuestras relaciones intra-comunitarias. Algo que nos debiera empujar a poner la dimensión apostólica mucho más en clave comunitaria (que no es lo mismo que distribuir y repartir responsabilidades).  Hay demasiado individualismo entre nosotros, demasiado pastor «por libre», y demasiadas ovejas «a su aire». Como también grupos con alergia a la «pastoral de conjunto». No es casualidad que la «reacción» principal de Pablo después de encontrarse con ese Jesús al que perseguía (al Jesús presente en las comunidades) fuera... fundar él  mismo pequeñas comunidades misioneras, y cuidarlas como tarea principal.

      ♦ En el Evangelio nos encontramos con los discípulos en aprietos:  también a ellos les cuesta aceptar las palabras de Jesús, hasta el punto de que «muchos» le critican y se retiran: «son palabras duras, ¿quién puede hacerles caso?».  Por una parte despiertan mi admiración porque escuchan las palabras de Jesús muy en serio, y deben optar: o le hacemos caso... o no. O le seguimos, o nos vamos. Algunos quieren pero no pueden. Y cuando ven que otros «muchos» se retiran, no es esta la mejor motivación para seguir ellos adelante. 

    Es una tentación que afecta a cualquier discípulo de cualquier momento de la historia. También hoy: ¿Para qué complicarse la vida, para qué autoexigirse? Hay muchos a los que les va muy bien sin  calentarse la cabeza con las llamadas del Evangelio. No hace falta estar con Jesucristo para ser buena persona. Muchas exigencias de Jesús echan para atrás.... Y si encima ser creyente hoy proporciona no pocos rechazos, burlas, desprecio social, y en algunos lugares incluso persecuciones... 

   Quizá nosotros no demos el paso como aquellos discípulos que se retiraron; nos quedamos... pero lo hacemos «a medio gas», con tibieza, eligiendo lo que mejor nos viene... e ignorando otras cosas.

     ¿A quién iremos entonces? Las suyas son «palabras de vida eterna», pero la vida eterna no parece preocupar demasiado hoy, ¡el presente es lo que importa!... Incluso Pedro, que aparentemente lo tenía tan claro, y que hablaba en nombre de todos... ya sabemos que después no fue tan coherente ni tan valiente. Sus compañeros tampoco.

     Para nosotros puede resultar duro y hasta escandaloso el mensaje del Evangelio... Pero como «es el Espíritu quien da la vida».... Es el Espíritu el único que puede ayudarnos a no quedarnos «en la carne, a no ser tibios, cobardes, cómodos... Ésta es la clave. Y por eso, ésta debiera ser nuestra constante oración: «Ven Espíritu Santo y transforma los corazones de tus fieles». Necesitamos orar «para no caer en la tentación» de renunciar al único que puede salvarnos, al único que tiene palabras de vida eterna, al Santo de Dios (= consagrado por Dios) para hacernos santos a nosotros. Que así sea.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
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