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domingo, 9 de diciembre de 2018

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY II DOMINGO DE ADVIENTO 2018


Lecturas de hoy Domingo 2º de Adviento - Ciclo C
 Hoy, domingo, 9 de diciembre de 2018




Primera lectura
Lectura del libro de Baruc (5,1-9):

Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción que llevas,
y vístete las galas perpetuas de la gloria que Dios te concede.
Envuélvete en el manto de la justicia de Dios,
y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno,
porque Dios mostrará tu esplendor
a cuantos habitan bajo el cielo.
Dios te dará un nombre para siempre:
«Paz en la justicia» y «Gloria en la piedad».
En pie, Jerusalén, sube a la altura,
mira hacia el oriente y contempla a tus hijos:
el Santo los reúne de oriente a occidente
y llegan gozosos invocando a su Dios.
A pie tuvieron que partir, conducidos por el enemigo,
pero Dios te los traerá con gloria,
como llevados en carroza real.
Dios ha mandado rebajarse a todos los montes elevados
y a todas las colinas encumbradas;
ha mandado rellenarse a los barrancos
hasta hacer que el suelo se nivele,
para que Israel camine seguro,
guiado por la gloria de Dios.
Ha mandado a los bosques y a los árboles aromáticos
que den sombra a Israel.
Porque Dios guiará a Israel con alegría,
a la luz de su gloria,
con su justicia y su misericordia.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6

R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres

V/. Cuando el Señor hizo volver a los caustivos de Sión, 
nos parecía soñar: 
la boca se nos llenaba de risas, 
la lengua de cantares. R/.

V/. Hasta los gentiles decían: 
«El Señor ha estado grande con ellos». 
El Señor ha estado grande con nosotros, 
y estamos alegres. R/.

V/. Recoge, Señor, a nuestro cautivos 
como los torrentes del Negueb. 
Los que sembraban con lágrimas 
cosechan entre cantares. R/.

V/. Al ir, iba llorando, 
llevando la semilla; 
al volver, vuelve cantando, 
trayendo sus gavillas.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
 (1,4-6.8-11):

Hermanos:
Siempre que rezo por vosotros, lo hago con gran alegría. Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy.
Ésta es nuestra confianza: que el que ha inaugurado entre vosotros esta buena la obra, llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.
Testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús.
Y esta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores.
Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irreprochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, para gloria y alabanza de Dios.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (3,1-6):

EN el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tretarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio ttetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
«Voz del que grita en el desierto: 
Preparad el camino del Señor, 
allanad sus senderos; 
los valles serán rellenados, 
los montes y colinas serán rebajador; 
lo torcido será enderezado, 
lo escabroso será camino llano. 
Y toda carne verá la salvación de Dios».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 9 de diciembre de 2018
Fernando Torres cmf


Aquí y ahora, en este momento

      La esperanza tiene un tiempo concreto. La esperanza no es algo que quede siempre en un futuro borroso y sin formas. La esperanza condiciona nuestra forma de vivir aquí y ahora. La esperanza nos hace pensar en algo que da sentido a lo que sucede aquí y ahora, en este momento, en mi vida y en la de mis hermanos, en el mundo y en el universo. En Adviento nuestra esperanza, la confianza en que este presente nuestro tiene sentido, encuentra sus raíces en el relato, repetido cada año y nunca asimilado del todo, del nacimiento de Jesús. A ese recuerdo se orienta todo el Adviento. 

      Pero hace falta que nos demos cuenta de que el relato del nacimiento de Jesús no es un mito de la antigüedad. No es una historia inventada para justificar unos determinados comportamientos o creencias. Es algo que sucedió en un momento histórico determinado, en un lugar geográfico concreto. El nacimiento de Jesús es la encarnación de Dios. Y esa encarnación es real. No es una visión. No es una novela de ficción. No es un sueño. Jesús fue un personaje histórico. Se relacionó con personas concretas. El Evangelio de Lucas se esfuerza por presentarlo en conexión con los hechos históricos del momento. Si Jesús fue bautizado por Juan, entonces Lucas nos informa de que Juan comenzó su ministerio profético “en el año quince del reinado del emperador Tiberio”. Y da más información histórica. 

      No es baladí recordar que la encarnación sitúa a Dios en nuestra historia, en un momento y un tiempo concreto. Eso significa que nuestra vida cristiana, la que se desarrolla y despliega a partir de la fe y esperanza en la salvación que Dios nos ofrece en Jesús, se vive y experimenta en lo concreto de nuestra historia. Eso significa que nuestra relación con Dios no tiene lugar fuera de esta historia sino en esta historia. 

      El Adviento nos hace bajar de las alturas, nos hace salir del silencio de nuestros cuartos y capillas, de nuestras iglesias y rituales. Nos invita a ir a la calle, a mezclarnos con el ruido de la gente, de los coches, de los vendedores, de los pobres que piden limosna y de las sirenas de la policía. El Adviento nos recuerda que ahí es donde encontramos a Dios. El primer sacramento, el más auténtico y real de todos, es la persona humana. Cualquier persona humana es signo y presencia de Dios. Cuando Dios escogió acercarse a nosotros, lo hizo asumiendo un rostro concreto, el de Jesús. Desde entonces, cualquier rostro –y quizá con más fuerza, los más sucios, los más desgarrados, los más sufrientes– es sacramento de la presencia de Dios entre nosotros. Hoy, aquí y ahora, volvemos la mirada a nuestros hermanos y hermanas y descubrimos que Jesús, el que viene, da sentido a nuestro compromiso por hacer un mundo más justo y más fraterno. 


Para la reflexión

      ¿Soy consciente de que mi vida cristiana se juega en la relación con mis hermanos y hermanas? ¿Veo en ellos y ellas la presencia de Dios que me llama a construir su Reino? ¿Me comportaría de otra manera si viera en su rostro a Jesús? ¿Cuáles serían las diferencias?

sábado, 8 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 8 DE DICIEMBRE 2018 - LA INMACULADA CONCEPCIÓN


Lecturas de hoy Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
 Hoy, sábado, 8 de diciembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (3,9-15.20):

Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás?»
Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí.»
El Señor le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?»
Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí.»
El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?»
Ella respondió: «La serpiente me engañó, y comí.»
El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón.»
El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3c-4

R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas

Cantad al Señor un cántico nuevo, 
porque ha hecho maravillas: 
su diestra le ha dado la victoria, 
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria, 
revela a las naciones su justicia: 
se acordó de su misericordia y su fidelidad 
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado 
la victoria de nuestro Dios. 
Aclama al Señor, tierra entera; 
gritad, vitoread, tocad. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 
(1,3-6.11-12):

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1.26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 
8 de diciembre de 2018
 José María Vegas, cmf


Inmaculada Concepción: el diálogo de Dios con la humanidad

La persona de María, su Inmaculada Concepción y su maternidad virginal, no son una especie de “meteorito” caído del cielo, sin relación con el conjunto de la realidad del universo y de la historia humana, tal como los entendemos en el seno del cristianismo. Al contrario, descubrimos una íntima conexión entre la realidad de María como persona singular y la lógica salvífica de Dios, que se manifiesta en el mismo acto de la creación.

Dios creó el mundo “de la nada” de modo que en este mundo no había ni la más mínima sombra de mal: el mundo salió de las manos de Dios, no sólo “bueno”, sino “muy bueno” (cf. Gn 1,31), es decir, puede decirse que salió de sus manos “lleno de gracia”. 
Por otro lado, el pecado, incluso si se considera algo muy radical, no destruye totalmente eso “muy bueno” y, por eso, no excluye la dignidad del hombre como imagen de Dios, si bien la deforma y oscurece. Y, por ello mismo, el pecado no elimina la esperanza de la salvación, que consiste en vivir de acuerdo con esa dignidad.

¿Cómo reacciona Dios ante el pecado del hombre? O, dicho de otra forma, ¿cómo nos mira Dios? Dios no actúa en la historia sin la colaboración humana. La historia de la salvación es la historia de un diálogo. Dios continúa volviendo a la tierra a “la hora de la brisa” (Gn 3, 8) y busca al hombre que, a causa del pecado, se esconde del rostro de Dios y con gran dificultad consigue mirar al rostro de sus semejantes.

Una consecuencia del pecado consiste precisamente en que el hombre tiene los ojos muy abiertos para el mal, sobre todo, desde luego, para el mal de los otros: “Cómo es que miras la brizna en el ojo de tu hermano y no reparas en la viga que hay en tu ojo” (Mt 7,3). Por eso, con frecuencia, prestamos gran atención al pecado ajeno, a lo negativo en los otros, a lo que nos molesta, a lo que oculta el bien que portan en sí, más que al bien que, sin duda, también hay en ellos.

Dios, que ve con total claridad el pecado y el mal, nos mira, sin embargo, de otro modo: Dios es capaz de ver eso “muy bueno” que Él creó: el corazón no manchado por el pecado, su propia imagen presente en la creación por medio del hombre. Dios mira así y busca con su mirada aquella realidad capaz de conversar con Él “a la hora de la brisa”, de respetar el árbol del conocimiento del bien y del mal. Es decir, Dios busca en el hombre lo que de amable hay en él: “En ese pondré mis ojos, en el humilde y en el abatido que se estremece ante mi palabra” (Is 66, 2).

Así nos mira Dios, buscando lo bueno, lo sano que hay en el mundo, su propia obra. Dios busca, mira, y encuentra... a María: “Ha mirado la humildad de su sierva” (Lc 1, 48).

María es lo mejor de la humanidad, la obra “muy buena” de Dios, como en el momento mismo de la creación: es la llena de gracia. Y si en la historia de la humanidad ha habido un ser humano, una mujer como María, significa que nuestro mundo no es sólo, ni sobre todo, algo despreciable y definitivamente corrompido, en él no todo está perdido y sin esperanza.

En esta luz podemos entender el dogma de la Inmaculada Concepción, que tiene un enorme significado no sólo como una especial gracia exclusivamente para María, sino que ilumina nuestra comprensión de Dios y del hombre. En María Dios encontró un apoyo para acercarse y encontrarse con nosotros: “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Y si María fue inmaculada desde la concepción, nosotros hemos sido elegidos por Dios en Cristo antes de la creación del mundo para ser santos e inmaculados ante él por el amor (Ef. 1, 4).

Pero para poner su tienda entre nosotros, como ya hemos dicho, Dios requiere la cooperación humana. Dios entra en el mundo del hombre pidiendo permiso. En María, la humanidad responde Sí a esta petición. El sí de María es el sí de la humanidad, imagen de Dios, capaz de responder a su llamada y acogerlo en su casa. 

En la Anunciación María representa a la humanidad entera, a lo mejor de ella. En ella Dios encontró por fin con quien conversar “a la hora de la brisa”. María, sierva del Señor, escucha y acoge la Palabra y la cumple, y se alza frente a Eva que pretendió ser igual a Dios. Y así María “concibió del Espíritu Santo” (cf. Lc 1,26-38). 

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

viernes, 7 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 7 DICIEMBRE 2018

El buscador buscado
Santo Evangelio según San Mateo 27, 29-31. Viernes I de Adviento.


Por: H. Pedro Cadena, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este tiempo para estar contigo. Gracias por morir por mí en la cruz, por resucitar, y por llamarme a una vida tan feliz y tan plena, que ni me puedo imaginar. Concédeme las gracias que necesito para confiar en Ti y dejarte que me guíes en mi camino. María, madre mía, acompáñame en este tiempo de intimidad con el Señor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 27, 29-31
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos, que gritaban: "¡Hijo de David, compadécete de nosotros!". Al entrar Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: "¿Creen que puedo hacerlo?". Ellos le contestaron: "Sí, Señor". Entonces les tocó los ojos, diciendo: "Que se haga en ustedes conforme a su fe". Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: "Que nadie lo sepa". Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la región.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Dice el Evangelio que los ciegos siguieron a Jesús. Parece que son ellos los que están buscando una solución a su ceguera. Sin embargo, es el Padre quien los atrae a su Hijo, porque los conoce, los ama y les quiere regalar una vida nueva. Jesús mismo nos dice, "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió." (Jn 6,44) El Padre conoce nuestra hambre de amor infinita y quiere, no sólo regalarnos la vista o hacernos un favor, sino darnos a su Hijo, y en Él, felicidad verdadera y vida eterna.
Decimos que Dios es amor... Pero, al principio de este pasaje, parece que Jesús ignora a los ciegos. Imaginemos la escena: ellos lo van siguiendo por Cafarnaúm, gritando detrás de Él. ¡Y Jesús ni se inmuta! ¿Dónde quedó el gran amor de Dios por los que sufren, por los pobres? Uno diría que Dios mismo abandona a nuestros dos ciegos. Que no le importan. En nuestras vidas hay días en los que nos parece ser como estos ciegos: buscamos a Dios para que nos ayude y salve, y la respuesta nada más no llega. Uno puede llegar a decir: Señor, ¿te importo o no?
¡Qué engañosas son las apariencias, y qué poco conocemos los caminos del amor de Dios! La realidad es que Él nos va preparando de manera misteriosa para recibirle con un corazón sencillo y humilde.
Gracias a Dios, la vida no es pura espera. Dios responde siempre a nuestras oraciones. ¡Siempre! A veces dice:sí, ahora mismo. Otras: sí, pero ahora no estás listo para recibirlo. Otras, como nos conoce tan bien, nos dice: "Sabes, eso no es lo que quieres de verdad. Lo que quieres es esto otro." Y siempre, siempre, añade: "Y no sólo te doy lo que me pides, sino algo mejor..." Dios es un Padre tan bueno y generoso, que siempre nos da más de lo que nos atrevemos a pedir. Como dice san Pablo,nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman.(1 Cor. 2, 9) Jesús no sólo cura a los ciegos, sino que les cambia la vida. No pueden seguir siendo los mismos, tienen que compartir lo que han vivido. Reflexiona sobre tu vida: ¿Qué le has pedido a Dios? ¿Cómo te ha respondido? Agradécele todo lo que te ha dado, y pídele su gracia para confiar en Él, tu Padre bueno.
El Reino de los cielos está entre ustedes -nos dice- está allí donde nos animemos a tener un poco de ternura y compasión, donde no tengamos miedo a generar espacios para que los ciegos vean, los paralíticos caminen, los leprosos sean purificados y los sordos oigan y así todos aquellos que dábamos por perdidos gocen de la Resurrección. Dios no se cansa ni se cansará de caminar para llegar a sus hijos. A cada uno. ¿Cómo encenderemos la esperanza si faltan profetas? ¿Cómo encararemos el futuro si nos falta unidad? ¿Cómo llegará Jesús a tantos rincones, si faltan audaces y valientes testigos?
(Homilía de S.S. Francisco, 21 de enero de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a visitar a Jesús en la Eucaristía para agradecerle tantas muestras de su amor y para renovar mi confianza en Él.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

jueves, 6 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 6 DE DICIEMBRE 2018


Lecturas de hoy Jueves de la 1ª semana de Adviento
 Hoy, jueves, 6 de diciembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (26,1-6):

AQUEL día, se cantará este canto en la tierra de Judá:
«Tenemos una ciudad fuerte,
ha puesto para salvarla murallas y baluartes.
Abrid las puertas para que entre un pueblo justo,
que observa la lealtad;
su ánimo está firme y mantiene la paz,
porque confía en ti.
Confiad siempre en el Señor,
porque el Señor es la Roca perpetua.
Doblegó a los habitantes de la altura,
a la ciudad elevada;
la abatirá, la abatirá
hasta el suelo, hasta tocar el polvo.
La pisarán los pies, los pies del oprimido,
los pasos de los pobres».
Palabra de Dios


Salmo
Sal 117,1.8-9.19-21.25-27a

R/. Bendito el que viene en nombre del Señor

R/. Bendito el que viene en nombre del Señor.

O bien:

R/. Aleluya

V/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.

V/. Abridme las puertas de la salvación,
y entraré para dar gracias al Señor.
Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mí salvación. R/.

V/. Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21.24-27):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy jueves, 6 de diciembre de 2018
 José María Vegas, cmf

La roca de la Palabra

Una ciudad fuerte (una fortaleza) es, ante todo, una ciudad con fundamentos profundos y firmes. No tiene por qué ser una ciudad cerrada. Al contrario, la fortaleza basada en los cimientos otorga seguridad y confianza para abrirse a los extraños y enfrentarse a lo nuevo. Y no hay mayor fortaleza que la basada en la verdad y la justicia. El engaño y la injusticia son como grietas en los muros de la ciudad, signos de debilidad, de falta de fundamento, que producen cerrazón y desconfianza. La ciudad fuerte, al contrario, se abre, acoge a los que buscan refugio, ofrece su seguridad a los débiles y los pobres. Estos constituyen un pueblo justo, pero sobre todo porque, al sentirse salvados entre los muros de la ciudad, se saben justificados. No en vano, la roca, el cimiento de esta ciudad, Jerusalén, es el Señor.

Cristo es la piedra angular de esta construcción, la roca sobre la que Dios instaura su Reino y construye su Iglesia. No es fácil construir sobre roca. Es más fácil hacerlo sobre la dócil arena. Pero lo más fácil no es, por eso, lo mejor. Jesús invita a los justificados, que han escuchado su Palabra, a realizar la obra difícil de ponerla en práctica. La gracia llama a la responsabilidad, a la respuesta.

El que dice “Señor, Señor” y no hace su voluntad puede ser el que se acuerda de santa Bárbara sólo cuando truena, y acude a Dios sólo a pedir, pero no a escuchar, y sólo cuando le conviene; o puede ser también el que dice aceptar y defender los valores cristianos, pero sin ponerlos en práctica, dejándose llevar por un ánimo vengativo y justiciero cuando se siente atacado u ofendido. En realidad, es muy posible que todos, en algún aspecto de nuestra vida, digamos “Señor, Señor”, pero sin poner en práctica lo que el Señor nos dice. Son puntos débiles de nuestra casa, que puede ceder cuando surge la dificultad. Así, en circunstancias personales, familiares o laborales difíciles, o en situaciones de persecución. No es infrecuente que en tales casos tendamos a pedirle cuentas a Dios, más que a escuchar y poner en práctica su Palabra.

Jesús nos llama a la coherencia de vida. Que nuestras acciones, nuestras actitudes y motivaciones correspondan con lo que confiesan nuestros labios. Sabiendo que nos falta esa coherencia, Jesús nos invita a emprender reformas en nuestra casa, para dar fundamento, profundidad y solidez allí donde haga falta.

El resultado del esfuerzo será beneficioso para nosotros mismos: firmeza, paz y confianza. “Los que confían en el Señor son como el monte Sión, no tiembla, está asentado para siempre” (Sal. 124, 1). Pero también para los demás: podremos abrir sin temor las puertas de nuestra casa, de nuestra pequeña fortaleza, para acoger a los pobres y los débiles, para ofrecer nuestro techo a los que viven en la intemperie. Y es que poner en práctica su voluntad es poner en práctica las obras del amor, ese Amor que nos ha justificado y que nos abre sin temor a los demás.

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

lunes, 3 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 3 DE DICIEMBRE 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 1ª semana de Adviento
Hoy, lunes, 3 de diciembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (2,1-5):

VISIÓN de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:
«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios


PRIMERA LECTURA (opcional para el año A) Is 4, 2-6

Lectura del libro de Isaías.

AQUEL día, el vástago del Señor será el esplendor y la gloria, y el fruto del país será orgullo y ornamento para los redimidos de Israel.
A los que queden en Sion y al resto de Jerusalén
los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida.
Cuando el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sion
y purificado la sangre derramada en Jerusalén,
con viento justiciero, con un soplo ardiente,
creará el Señor sobre toda la extensión del monte Sion y sobre su asamblea
una nube de día, un humo y un resplandor de fuego llameante de noche.
Y por encimo, la glora será un baldaquino
y una tienda, sombra en la canícula,
refugio y abrigo de la tempestad y de la lluvia.

Palabra de Dios.


Salmo
Sal 121,1-2.4-5.6-7.8-9

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.

V/. Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

V/. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

V/. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):

EN aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy lunes, 3 de diciembre de 2018
 José María Vegas, cmf


Una ciudad para todos

La primera semana de Adviento y parte de la segunda constituyen el ciclo de Isaías (presente, por lo demás, durante todo este tiempo litúrgico): el ciclo de la promesa mesiánica, que se cumple en Jesús, como nos recuerda cada día el texto evangélico. 
El primer rasgo de esta promesa mesiánica es su universalidad. Aunque se haga a Israel, no se trata de una afirmación de exclusividad nacional o religiosa. La visión que afirma el monte del Señor y la ciudad santa, lo contempla como un punto de confluencia de todos los pueblos y naciones, que encontrarán en el cumplimiento de la promesa el camino de la paz, el fin de las enemistades.

¿Significa esto que para acceder a la salvación del Dios de Israel es necesario convertirse en judío? Algo de esto (un resto de nacionalismo) hay en el universalismo mesiánico de los profetas.

En Jesús se cumplen plenamente las antiguas promesas, pero en gran parte de modo distinto a como lo imaginaron los profetas y lo esperaban sus contemporáneos. Dios no se deja atrapar por nuestros esquemas, los supera siempre. Así, en lo que hace al universalismo de la promesa mesiánica, vemos hoy que no queda resto alguno de nacionalismo o de sometimiento de las otras naciones al pueblo elegido.

El centurión romano es un enemigo de Israel, un ocupante, representante de una fuerza poderosa y arrogante. Pero tanto en sus entrañas de misericordia hacia el criado enfermo, como en su actitud humilde ante Cristo (“no soy digno”), que reconoce su propia impotencia y confiesa su confianza en el poder de Jesús, se está cumpliendo la profecía de Isaías: se convierte en representante de esos pueblos que confluyen a Jerusalén, y que están forjando arados de las espadas, de las lanzas podaderas. Sabe lo que es el poder, el mando, pero también lo que significa estar sometido, ser obediente (“yo también vivo bajo disciplina”). Sabe, en suma, lo que es la responsabilidad. Y como responsable, se ocupa del bien de los que están bajo su cuidado. Pero descubriendo también los límites de su poder, acude al que reconoce como Señor de la vida y de la muerte, a uno que está sometido sólo a la voluntad salvífica del Padre y que tiene poder para dar órdenes sobre la vida y la muerte. Lo que cumple la visión universalista de Isaías es sólo la fe, la confianza que genera esperanza.  Pero la esperanza no es la pasividad de esperar sentados. Hay que preparar el encuentro, ponerse en camino, acercarse al monte Sión. En este pagano descubrimos lo que significa vivir en vela, lo que es una esperanza activa: vivir con responsabilidad para mandar y para obedecer, tener entrañas de misericordia para con los que sufren, ir al encuentro del que puede salvarnos, hacerlo con fe y confianza. Hacer de intercesor ante Dios, ante Jesús, de la salvación ajena: el extranjero se integra así, sólo por su misericordia y su fe, en el pueblo sacerdotal.

Desde hace siglos los cristianos repetimos las palabras del centurión antes de recibir la comunión. Tal vez sería bueno que meditáramos en ellas releyendo este texto evangélico: qué significa decir esas palabras, a qué nos compromete. En primer lugar, a avivar nuestra fe y confianza en el poder salvador de Jesús; además, a ponernos al servicio de un ministerio eucarístico: no vamos a la Eucaristía ni acudimos a Jesús sólo a pedir por nosotros, sino también como intercesores de los que sufren, de los alejados, de los que todavía no han encontrado el camino al monte del Señor, en el que Jesús acoge, cura y salva.

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

sábado, 1 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 1 DICIEMBRE 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 34ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 1 de diciembre de 2018


Primera lectura
Lectura del libro del Apocalipsis (22,1-7):


El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, un río de agua de vida, reluciente como el cristal, que brotaba del trono de Dios y del Cordero. En medio de su plaza, a un lado y otro del río, hay un árbol de vida que da doce frutos, uno cada mes. Y las hojas del árbol sirven para la curación de las naciones. Y no habrá maldición alguna. Y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le darán culto. Y verán su rostro, y su nombre está sobre sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará y reinarán por los siglos de los siglos. Y me dijo:
«Estas son palabras fieles y veraces; el Señor, Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel para mostrar a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Mira, yo vengo pronto. Bienaventurado el que guarda las palabras proféticas de este libro».

Palabra del Señor

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Salmo
Sal 94

R/. Maranatá. ¡Ven, Señor Jesús!

V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

V/. Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. R/.

V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,34-36):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy sábado, 1 de diciembre de 2018
 CR

Queridos amigos y amigas:

Se nos acaba el año, y ¿cómo nos encuentra Dios? Esta tarde la liturgia se viste del blanco de Adviento y el “ángel nos muestra el río de agua viva, luciente como el cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero que hace crecer el árbol de la vida”. Nuestro Redentor está vivo y sólo los vivos contemplan su rostro. No te mueras ahora que queda tan poco.

Para estar vivo, ten cuidado: “no se te embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero, y se te eche encima de repente aquel día. Estate siempre despierto, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir, y mantente en pie ante el Hijo del Hombre”.

¡Qué mensaje más bonito en el último día del año litúrgico para saborearlo en la memoria de María en sábado!. Que no se nos embote la mente con preocupaciones absurdas. Que estemos bien despejados, despiertos de tanto susurro que amortaja el alma en la superficialidad y el desencanto. En pié, alerta, firmes ante Jesús el Cristo de nuestra fe. Sin bostezos ni lágrimas de aburrimiento en los ojillos. Y si no lo puedes evitar, pide fuerza para escapar de lo que está por venir, eso que puede arruinar todo cuanto has hecho hasta ahora y agota el último aceite de la alcuza. No se puede bajar la guardia porque el partido termina cuando pita el árbitro. Todo el tiempo de juego es tiempo de salvación.

Hermano, hemos de pasar por la purificación para llegar al lugar donde “no hay ni habrá ya nada maldito”. Lo maldito se pega a nuestros huesos con suma facilidad y hay que ejercitarse en la ascesis de antaño para rejuvenecer, de lo contrario, no dejaremos la noche y necesitaremos luz de lámpara o del sol, luceros de poca monta comparados con la luz que irradia el Señor Dios.

Mirad que el Señor está para llegar. Dichoso quien tiene presente el mensaje profético. Esperad, postrados en tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía.

¡Buen Adviento!
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