domingo, 3 de marzo de 2024

IMÁGENES DEL VÍACRUCIS PARA COLOREAR

 




















MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA I JORNADA MUNDIAL DE LOS NIÑOS 2024



 Mensaje del Papa Francisco para la I Jornada Mundial de los Niños

Papa Francisco

Crédito: EWTN News

2 de marzo de 2024 


La Oficina de Prensa de la Santa Sede ha publicado el mensaje del Papa Francisco para la primera Jornada Mundial de los Niños, que se celebra el 25 y 26 de mayo de 2024 bajo el lema “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21,5).

En el escrito, el Santo Padre la recuerda a los niños de todo el mundo que la clave de la felicidad reside en cultivar una vida de oración y una relación personal con Jesús.

A continuación, el mensaje completo del Papa Francisco:

Queridas niñas y queridos niños:

Se acerca su primera Jornada Mundial, que será en Roma los días 25 y 26 del próximo mes de mayo. Por eso me pareció bien enviarles un mensaje. Me alegra que puedan recibirlo y agradezco a todos los que trabajarán para que esto sea posible.

Lo dirijo ante todo a cada uno de ustedes personalmente, a ti querida niña, a ti querido niño, porque «eres valioso» a los ojos de Dios (Is 43,4), como nos lo enseña la Biblia y como Jesús lo demostró tantas veces.

Al mismo tiempo este mensaje lo envío a todos, porque todos ustedes son importantes, y porque juntos —los que están cerca y los que están lejos— manifiestan el deseo de cada uno de nosotros de crecer y renovarse. Ustedes nos recuerdan que todos somos hijos y hermanos, y que nadie puede existir sin alguien que lo traiga al mundo, ni crecer sin tener otras personas para amar y sentirse amado (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 95).

De este modo, todos ustedes, niñas y niños, que son la alegría de sus padres y de sus familias, son también la alegría de la humanidad y de la Iglesia, donde cada uno es como un eslabón de una larguísima cadena, que se extiende del pasado al futuro y que cubre toda la tierra. Por eso les aconsejo que escuchen siempre con atención los relatos de los mayores: de sus mamás y de sus papás, de sus abuelos y de sus bisabuelos. Y al mismo tiempo no olviden a cuántos de entre ustedes que, aun siendo tan pequeños, ya están luchando contra enfermedades y dificultades, en el hospital o en su casa, a quienes son víctimas de la guerra y de la violencia, a quienes sufren el hambre y la sed, a quienes viven en la calle, a quienes se ven obligados a ser soldados o a huir como refugiados, separados de sus padres, a quienes no pueden ir a la escuela, a quienes son víctimas de bandas criminales, de las drogas o de otras formas de esclavitud y de abusos. En definitiva, a todos esos niños a los que todavía hoy se les roba la infancia cruelmente. Escúchenlos, o mejor aún, escuchémoslos, porque con su sufrimiento, con los ojos purificados por las lágrimas y con el constante deseo de bien que nace del corazón de quien ha visto verdaderamente qué terrible es el mal, nos hablan de la realidad.

Mis pequeños amigos, para renovarnos a nosotros l. Él nos infunde mucho valor, porque está siempre a nuestro lado, su Espíritu nos precede y nos acompaña en los caminos del mundo. Jesús nos dice: «Yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5); estas son las palabras que elegí como tema para la primera Jornada Mundial. Estas palabras nos invitan a ser ágiles como niños para comprender las novedades que el Espíritu suscita en nosotros y a nuestro alrededor. Con Jesús podemos soñar una humanidad nueva y comprometernos por una sociedad más fraterna y atenta a nuestra casa común, comenzando por las cosas sencillas, como saludar a los demás, pedir permiso, pedir disculpas, decir gracias. El mundo se transforma, ante todo, por medio de las cosas pequeñas, sin avergonzarse de dar sólo pasos pequeños. Es más, nuestra pequeñez nos recuerda que somos frágiles y que necesitamos los unos de los otros, como miembros de un único cuerpo (cf. Rm 12,5; 1 Co 12,26).

Y hay algo más. Queridas niñas y queridos niños, no podemos llegar a ser felices en solitario, porque la felicidad crece en la medida en que se comparte; pues nace con la gratitud por los dones que hemos recibido y que a su vez compartimos con los demás. Cuando aquello que hemos recibido lo guardamos sólo para nosotros, o incluso hacemos berrinches para conseguir este o aquel regalo, en realidad nos olvidamos de que el don más grande somos nosotros mismos, los unos para los otros; nosotros somos el “regalo de Dios”. Los otros dones sirven, sí, pero en la medida en que nos ayudan a estar juntos; si no los usamos para eso estaremos siempre insatisfechos y nunca nos serán suficientes.

En cambio, si estamos juntos todo es diferente. Piensen en sus amigos; qué hermoso es estar con ellos, en casa, en la escuela, en la parroquia, en el oratorio, en todas partes; jugar, cantar, descubrir cosas nuevas, divertirse, todos juntos, sin dejar atrás a nadie. La amistad es hermosísima y sólo crece así, compartiendo y perdonando, con paciencia, valentía, creatividad e imaginación, sin miedo y sin prejuicios.

Y ahora quiero confiarles un secreto importante: para ser realmente felices es necesario rezar, rezar mucho, todos los días, porque la oración nos conecta directamente con Dios, nos llena el corazón de luz y de calor y nos ayuda a hacer todo con confianza y serenidad. También Jesús rezaba siempre al Padre. ¿Y saben cómo lo llamaba? En su lengua le decía sencillamente Abba, que significa Papá (cf. Mc 14,36). Llamémoslo así también nosotros y lo sentiremos siempre cercano. Nos lo prometió el mismo Jesús, cuando nos dijo: «Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos» (Mt 18,20).

FELIZ DOMINGO!!!

 





 

domingo, 25 de febrero de 2024

SANTORAL DE HOY DOMINGO 25 DE FEBRERO DE 2024

 

Rani María Vattalil, BeataRani María Vattalil, Beata
Virgen y Mártir, 25 de febrero
Luis Versiglia, SantoLuis Versiglia, Santo
Obispo y Mártir, 25 de febrero
Diego Yuki Ruosetsu, BeatoDiego Yuki Ruosetsu, Beato
Sacerdote y Mártir, 25 de febrero
Gerlando de Agrigento, SantoGerlando de Agrigento, Santo
Obispo, 25 de febrero
Toribio Romo González, Santo.Toribio Romo González, Santo.
El santo protector de los
Aldetrudis, SantaAldetrudis, Santa
Abadesa, 25 de febrero
Roberto de Arbrissel, BeatoRoberto de Arbrissel, Beato
Presbítero y Fundador, 25 de febrero
Néstor de Magido, SantoNéstor de Magido, Santo
Obispo y Mártir, 25 de febrero
Waldburgis de Heidenheim, SantaWaldburgis de Heidenheim, Santa
Abadesa, 25 de febrero
María Ludovica de Angelis, BeataMaría Ludovica de Angelis, Beata
Religiosa Misionera, 25 de febrero
María Adeodata Pisani, BeataMaría Adeodata Pisani, Beata
Abadesa Benidictina, 25 de febrero
Domingo (Doménico) Lentini, BeatoDomingo (Doménico) Lentini, Beato
Presbítero, 25 de febrero
Romeo de Lucca, BeatoRomeo de Lucca, Beato
Religioso Carmelita, 25 de febrero
Calixto Caravario, SantoCalixto Caravario, Santo
Presbítero y Mártir, 25 de febrero
Cesáreo de Nazianzo, SantoCesáreo de Nazianzo, Santo
Médico, 25 de febrero
Avertano de Lucca, BeatoAvertano de Lucca, Beato
Religioso Carmelita, 25 de febrero
Sebastián de Aparicio, BeatoSebastián de Aparicio, Beato
Religioso Franciscano, 25 de febrero
Valerio, SantoValerio, Santo
Eremita, 25 de febrero

SANTO TORIBIO ROMO - PATRONO DE LOS MIGRANTES - 25 DE FEBRERO


SANTO TORIBIO ROMO

Patrono de los migrantes

25 de febrero


 Nunca hubo proclama alguna por parte de la Iglesia para declarar a Santo Toribio Romo como patrono de los migrantes, ni tampoco en su biografía aparece algún nexo con la migración; sin embargo, fueron los propios migrantes que se dirigen a la frontera norte de México quienes lo eligieron como su protector en su tránsito hacia los Estados Unidos.

En efecto, muchos de los migrantes hacen escala en su santuario que se encuentra en Jalostotitlán, Jalisco, en donde descansan sus restos mortales, y quienes dan testimonio constante de su intercesión ante Dios por ellos.

El 25 de febrero, la Iglesia celebra a Santo Toribio Romo, mártir de la Guerra Cristera (1926-1929), y a quien la piedad popular lo designó poco tiempo después como patrono de los migrantes, por lo que su santuario ubicado en Jalostotitlán, Jalisco, pronto se erigió en un importante centro de peregrinaciones que van a encomendarse antes de intentar cruzar la frontera norte de México.

Aunque se ignora cuáles fueron los motivos de esta devoción, Santo Toribio Romo González cuenta con varias iglesias que llevan su nombre; entre ellas, una parroquia en Tijuana que es muy concurrida, y el cruce en esta ciudad es el más nutrido del país. Y en la ciudad de Mexicali hay una capilla dedicada a él, muy cerca de la línea internacional. 

Santo Toribio Romo nació el 16 de abril de 1900 en la localidad de Santa Ana de Guadalupe, en el municipio de Jalostitlán, en los Altos de Jalisco, y fue bautizado en la parroquia de la Virgen de la Asunción. A los 11 años ingresó al Seminario de San Juan de los Lagos. El Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez le confirió el diaconado y se convirtió en sacerdote el 23 de diciembre de 1922. Prestó sus servicios ministeriales en Sayula, Tuxpan, Yahualica y Cuquio, así como en varias rancherías vecinas.

Durante la persecución religiosa del gobierno de Plutarco Elías Calles, el sacerdote tuvo que huir a montes y barrancas -donde permanecía oculto- al menos 10 veces, según consta en su propio diario. Finalmente fue asesinado en un domicilio temporal, adonde los soldados entraron disparando sus armas y gritando consignas de odio.

Santo Toribio Romo fue canonizado en el grupo de 25 mártires de la Cristiada que encabezó San Cristóbal Magallanes, y fue el primero de todos ellos en ser adoptado por la piedad popular, y a quien le confirieron la protección de los migrantes indocumentados, razón por la que el santo es conocido más allá de nuestras fronteras.


MEDITACIÓN DEL EVANGELIO II DOMINGO DE CUARESMA: ESCUCHAR A JESÚS

 



ESCUCHAR A JESÚS

Autor: José Antonio Pagola


Cada vez tenemos menos tiempo para escuchar. No sabemos acercarnos con calma y sin prejuicios al corazón del otro. No acertamos a acoger el mensaje que todo ser humano nos puede comunicar. Encerrados en nuestros propios problemas, pasamos junto a las personas, sin apenas detenernos a escuchar realmente a nadie. Se nos está olvidando el arte de escuchar.

Por eso tampoco resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado, en buena parte, que ser creyente es vivir escuchando a Jesús. Sin embargo, solo desde esta escucha nace la verdadera fe cristiana.

Según el evangelista Marcos, cuando en la «montaña de la transfiguración» los discípulos se asustan al sentirse envueltos por las sombras de una nube, solo escuchan estas palabras: «¡Este es mi Hijo amado: escuchadle a él!».

La experiencia de escuchar a Jesús hasta el fondo puede ser dolorosa, pero es apasionante. No es el que nosotros habíamos imaginado desde nuestros esquemas y tópicos. Su misterio se nos escapa. Casi sin darnos cuenta nos va arrancando de seguridades que nos son muy queridas, para atraernos hacia una vida más auténtica.

Nos encontramos, por fin, con alguien que dice la verdad última. Alguien que sabe para qué vivir y por qué morir. Algo nos dice desde dentro que tiene razón. En su vida y en su mensaje hay verdad.

Si perseveramos en una escucha paciente y sincera, nuestra vida empieza a iluminarse con luz nueva. Comenzamos a verlo todo con más claridad. Vamos descubriendo cuál es la manera más humana de enfrentarnos a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Nos damos cuenta de los grandes errores que podemos cometer los humanos y de las grandes infidelidades de los cristianos.

Hemos de cuidar más en nuestras comunidades cristianas la escucha fiel a Jesús. Escucharle a él nos puede curar de cegueras seculares, nos puede liberar de desalientos y cobardías casi inevitables, puede infundir nuevo vigor a nuestra fe.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 25 DE FEBRERO DE 2024 - II DOMINGO DE CUARESMA

 



Domingo 2 (B) de Cuaresma

Domingo 25 de febrero de 2024



1ª Lectura (Gén 22,1-2.9-13.15-18): En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: «¡Abrahán!». Él respondió: «Aquí me tienes». Dios le dijo: «Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes que yo te indicaré».


Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo «¡Abrahán, Abrahán!». Él contestó: «Aquí me tienes». El ángel le ordenó: «No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo». Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo.


El ángel del Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: «Juro por mí mismo –oráculo del Señor–: Por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo único, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque me has obedecido».



Salmo responsorial: 115

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Tenía fe, aun cuando dije: «¡Qué desgraciado soy!». Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.


Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor.


Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo, en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.


2ª Lectura (Rom 8,31b-34): Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con Él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros?

Versículo antes del Evangelio (Mc Cf. 9,7): En la nube resplandeciente se oyó la voz del Padre: «Éste es mi Hijo el amado; oídle».

Texto del Evangelio (Mc 9,2-10): En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.

Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»; pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados. Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle». Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.

Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.





«Se transfiguró delante de ellos»

Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós

(Barcelona, España)



Hoy contemplamos la escena «en la que los tres apóstoles Pedro, Santiago y Juan aparecen como extasiados por la belleza del Redentor» (San Juan Pablo II): «Se transfiguró delante de ellos y sus vestidos se volvieron resplandecientes» (Mc 9,2-3). Por lo que a nosotros respecta, podemos entresacar un mensaje: «Destruyó la muerte e irradió la vida incorruptible con el Evangelio» (2Tim 1, 10), asegura san Pablo a su discípulo Timoteo. Es lo que contemplamos llenos de estupor, como entonces los tres Apóstoles predilectos, en este episodio propio del segundo domingo de Cuaresma: la Transfiguración.

Es bueno que en nuestro ejercicio cuaresmal acojamos este estallido de sol y de luz en el rostro y en los vestidos de Jesús. Son un maravilloso icono de la humanidad redimida, que ya no se presenta en la fealdad del pecado, sino en toda la belleza que la divinidad comunica a nuestra carne. El bienestar de Pedro es expresión de lo que uno siente cuando se deja invadir por la gracia divina.

El Espíritu Santo transfigura también los sentidos de los Apóstoles, y gracias a esto pueden ver la gloria divina del Hombre Jesús. Ojos transfigurados para ver lo que resplandece más; oídos transfigurados para escuchar la voz más sublime y verdadera: la del Padre que se complace en el Hijo. Todo en conjunto resulta demasiado sorprendente para nosotros, avezados como estamos al grisáceo de la mediocridad. Sólo si nos dejamos tocar por el Señor, nuestros sentidos serán capaces de ver y de escuchar lo que hay de más bello y gozoso, en Dios, y en los hombres divinizados por Aquel que resucitó entre los muertos.

«La espiritualidad cristiana -escribió san Juan Pablo II- tiene como característica el deber del discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro», de tal manera que -a través de una asiduidad que podríamos llamar "amistosa"- lleguemos hasta el punto de «respirar sus sentimientos». Pongamos en manos de Santa María la meta de nuestra verdadera "trans-figuración" en su Hijo Jesucristo. 

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