domingo, 5 de septiembre de 2021

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 5 DE SEPTIEMBRE DE 2021

 



 Domingo 23 (B) del tiempo ordinario

Domingo 5 de septiembre



1ª Lectura (Is 35,4-7): Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará». Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantar. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.




Salmo responsorial: 145

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.


2ª Lectura (Sant 2,1-5): No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado». Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo». Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?



Versículo antes del Evangelio (Cf. Mt 4,23): Aleluya. Jesús predicaba el Evangelio del Reino y curaba las enfermedades y dolencias del pueblo. Aleluya.



Texto del Evangelio (Mc 7,31-37): En aquel tiempo, Jesús se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan que imponga la mano sobre él. Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: “¡Ábrete!”. Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. Y se maravillaban sobremanera y decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».





«Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan que imponga la mano sobre él»

Pbro. Fernando MIGUENS Dedyn

(Buenos Aires, Argentina)



Hoy, la liturgia nos lleva a la contemplación de la curación de un hombre «sordo que, además, hablaba con dificultad» (Mc 7,32). Como en muchas otras ocasiones (el ciego de Betsaida, el ciego de Jerusalén, etc.), el Señor acompaña el milagro con una serie de gestos externos. Los Padres de la Iglesia ven resaltada en este hecho la participación mediadora de la Humanidad de Cristo en sus milagros. Una mediación que se realiza en una doble dirección: por un lado, el “abajamiento” y la cercanía del Verbo encarnado hacia nosotros (el toque de sus dedos, la profundidad de su mirada, su voz dulce y próxima); por otro lado, el intento de despertar en el hombre la confianza, la fe y la conversión del corazón.

En efecto, las curaciones de los enfermos que Jesús realiza van mucho más allá que el mero paliar el dolor o devolver la salud. Se dirigen a conseguir en los que Él ama la ruptura con la ceguera, la sordera o la inmovilidad anquilosada del espíritu. Y, en último término, una verdadera comunión de fe y de amor.

Al mismo tiempo vemos cómo la reacción agradecida de los receptores del don divino es la de proclamar la misericordia de Dios: «Cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban» (Mc 7,36). Dan testimonio del don divino, experimentan con hondura su misericordia y se llenan de una profunda y genuina gratitud.

También para todos nosotros es de una importancia decisiva el sabernos y sentirnos amados por Dios, la certeza de ser objeto de su misericordia infinita. Éste es el gran motor de la generosidad y el amor que Él nos pide. Muchos son los caminos por los que este descubrimiento ha de realizarse en nosotros. A veces será la experiencia intensa y repentina del milagro y, más frecuentemente, el paulatino descubrimiento de que toda nuestra vida es un milagro de amor. En todo caso, es preciso que se den las condiciones de la conciencia de nuestra indigencia, una verdadera humildad y la capacidad de escuchar reflexivamente la voz de Dios.

CONOCE LOS CONSEJOS Y DATOS SOBRE LA VIDA DE MADRE TERESA DE CALCUTA

  


15 consejos de la Madre Teresa para cultivar la humildad

Redacción ACI Prensa



Santa Teresa de Calcuta llamó a la humildad "la madre de todas las virtudes". Conoce esta lista que elaboró para cultivar la humildad en el día a día y acercarnos más a Cristo.

“Si eres humilde, nada te tocará, ni elogios ni vergüenzas, porque sabes lo que eres. Si te culpan, no te desanimarás. Si te llaman santo no te pondrás en un pedestal”, dijo la santa.

Aquí la lista sobre formas de cultivar la humildad, que en un principio estaba dirigida a las Misioneras de la Caridad, la congregación que fundó:


1. Habla lo menos posible sobre ti.

2. Mantente ocupado en tus propios asuntos y no con los de los demás.

3. Evita la curiosidad (se refiere a querer saber cosas que no deberían preocuparte).

4. No interferir en los asuntos de los demás.

5. Acepta pequeñas irritaciones con buen humor.

6. No te detengas en las faltas de los demás.

7. Acepta censuras incluso si no son merecidas.

8. Ceder a la voluntad de los demás.

9. Acepta insultos y heridas.

10. Acepta el desprecio, ser olvidado y desatendido.

11. Se cortés y delicado incluso cuando seas provocado por alguien.

12. No busques ser admirado y amado.

13. No te protejas detrás de tu propia dignidad.

14. Cede, en discusiones, incluso cuando tengas razón.

15. Elige siempre la tarea más difícil.






12 datos que tal vez no sabías de Santa Teresa de Calcuta

Redacción ACI Prensa



El 5 de septiembre se celebrará la fiesta de Santa Madre Teresa de Calcuta, que fue canonizada en el 2016 por el Papa Francisco.

Aquí presentamos 12 datos que tal vez no conocías de la mujer que, con su servicio a los más pobres, mostró la gran misericordia de Dios en el siglo XX.


1. Se llamaba Agnes Gonxha Bojaxhiu

Nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, actual Macedonia, que en ese entonces formaba parte de Albania. Fue bautizada con el nombre de Agnes Gonxha Bojaxhiu. Agnes, en español es Inés y Gonxha significa “capullo de rosa o pequeña flor”.


2. Tuvo una dura infancia

Hizo su primera comunión a la edad de cinco años y fue confirmada a los seis. A los ocho murió su padre y su familia pasó por un periodo de dificultades económicas. Recibió una sólida formación cristiana en casa y en la parroquia jesuita del Sagrado Corazón de Jesús.


3. Tomó el nombre de Teresa por Santa Teresita de Lisieux

A los 18 años dejó su hogar para ir a Irlanda e ingresó en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, más conocida como las Hermanas de Loreto. Tomó el nombre de Teresa por Santa Teresa de Lisieux, Patrona de las Misiones y Doctora de la Iglesia.


4. Fue maestra en una escuela de Calcuta

Llegó a Calcuta el 6 de enero de 1929, fiesta de la Epifanía, para trabajar como maestra. El 24 de mayo de 1937, fiesta de María Auxiliadora, realizó su profesión perpetua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”.


5. Dejó a las Hermanas de Loreto para fundar las Misioneras de la Caridad

Estuvo muchos años en la Congregación de las Hermanas de Loreto dedicándose a la enseñanza. El 10 de septiembre de 1946, en un viaje para ir a su retiro anual, recibió lo que denominó la “llamada dentro de la llamada” en la que una sed de amor y almas se apoderó de su corazón.


6. Tuvo visiones de Jesús

Mediante locuciones y visiones, Jesús le fue mostrando la nueva misión a la que la llamaba. “Ven y sé mi luz”, le suplicó el Señor. Cristo le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos.

La Madre Teresa dejó el convento de las Hermanas de Loreto y, vestida con el sari blanco orlado de azul, se introdujo en el mundo de los más necesitados. Recibió un curso de medicina con las Hermanas Médicas Misioneras y encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres.


7. Iba a Misa a diario y se confesaba semanalmente

Comenzaba su día con la Eucaristía y salía de casa con el rosario en la mano para servir al Señor en los más pobres. Acudía a la confesión una vez a la semana. Un 7 de octubre de 1950, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, se estableció oficialmente la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad.


8. Su primera obra fuera de India la fundó en Venezuela

En la década de 1960, la Madre Teresa empezó a enviar a sus hermanas a diversas partes de la India. La primera obra que abrió fuera del país se estableció en Venezuela. Luego se expandieron a otros continentes y llegaron incluso a países comunistas como la antigua Unión Soviética y Cuba.


9. Fundó varias asociaciones derivadas de las Misioneras de la Caridad

La Madre Teresa también fundó a los Hermanos Misioneros de la Caridad, la rama contemplativa de las Hermanas, los Hermanos Contemplativos, los Padres Misioneros de la Caridad, los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes. Asimismo inició el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi.


10. Tuvo muchos años de "oscuridad"

En su vida interior experimentó un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo creciente por su amor. Ella llamó “oscuridad” a esta experiencia interior que comenzó más o menos al inicio de su servicio a los pobres y que continuó hasta el final de su vida.


11. Vía rápida a la santidad

La Madre Teresa y San Juan Pablo II fueron grandes amigos y se reunieron en varias oportunidades. El mismo santo permitió la apertura de su causa de beatificación antes de los cinco años posteriores a la muerte del candidato como establece la Iglesia. Así la beatificó el 19 de octubre de 2003, día en que se celebró la Jornada Mundial de las Misiones.


12. Tenía una "novena de emergencia"

Ante la gran cantidad de problemas que afrontaba con frecuencia y en medio de un acelerado ritmo de vida, la Madre Teresa de Calcuta inventó una manera de invocar la intercesión de la Virgen María a la que nombró “Novena de emergencia” que puedes conocer AQUÍ.

EL PAPA FRANCISCO PIDE UN APLAUSO PARA LA MADRE TERESA DE CALCUTA

 


El Papa Francisco pide un aplauso para la Madre Teresa de Calcuta
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Fotos: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



El Papa Francisco destacó la memoria litúrgica de Santa Teresa de Calcuta, que la Iglesia celebra cada 5 de septiembre y pidió un aplauso por la Madre Teresa.

“Hoy se conmemora a Santa Teresa de Calcuta, conocida por todos como Madre Teresa. ¡Un aplauso!”, recordó el Papa a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para el Ángelus dominical.

Por ello, el Santo Padre aprovechó para saludar “a todas las Misioneras de la Caridad, comprometidas en todo el mundo en un servicio a menudo heroico, y pienso en particular en las Hermanas del ‘Don de María’, aquí en el Vaticano”.

Las Misioneras de Caridad del “Don de María” (“Dono di Maria”, en italiano) atienden junto a numerosos voluntarios a personas sin hogar que acuden a ellas diariamente para recibir comida. Este servicio caritativo no fue interrumpido durante la emergencia provocada por el COVID-19, sino que, en lugar de recibir a los huéspedes en el comedor, preparaban la comida en paquetes para que pudieran comer fuera.

El Papa Francisco canonizó a la Madre Teresa de Calcuta el 4 de septiembre de 2016 en una ceremonia en la que se calcula asistieron alrededor de 120.000 personas procedentes de todo el mundo.

En esa ocasión, el Santo Padre señaló que Santa Teresa de Calcuta fue “una generosa dispensadora de la misericordia divina”.

Cuando inició la Eucaristía se presentó un relicario que contenía los cabellos y sangre de Santa Teresa de Calcuta. Tenía forma de cruz con un corazón de color blanco y azul, que aludía al sari que usaba la religiosa.

En su homilía, el Pontífice invitó a preguntarse “¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida?” y recordó que el “seguimiento de Jesús es un compromiso serio y al mismo tiempo gozoso”.

Madre Teresa durante toda su vida fue “una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana”, indicó el Papa.

Además, el Santo Padre rezó para que “esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión”.

“La misericordia fue para ella la ‘sal’ que daba sabor a cada obra suya, y la ‘luz’ que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento”, afirmó entonces el Papa Francisco.

EL PAPA FRANCISCO ADVIERTE EL PELIGRO DE LA SORDERA DEL CORAZÓN



El Papa Francisco advierte el peligro de la sordera del corazón

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



Antes del rezo del Ángelus dominical este 5 de septiembre, el Papa Francisco lamentó que a menudo las personas no son capaces de escuchar, debido a una sordera interior, por lo que invitó a pedir al Señor que sane esa “sordera del corazón”.

Así lo dijo el Santo Padre al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Marcos (Mc 7,33-34) en el que cual se relata cuando Jesús curó a un sordomudo.

“Todos tenemos oídos, todos, pero muchas veces no somos capaces de escuchar. ¿Por qué? De hecho, hay una sordera interior, que hoy podemos pedir a Jesús que toque y sane. Esa sordera interior es peor que la física, es la sordera del corazón. Atrapados por las prisas, por mil cosas que decir y hacer, no encontramos tiempo para detenernos a escuchar a quien nos habla. Corremos el riesgo de volvernos impermeables a todo y de no dar cabida a quienes necesitan ser escuchados: pienso en los hijos, en los jóvenes, en los ancianos, en muchos que no necesitan tanto palabras y sermones, sino ser escuchados”, advirtió el Papa.

En esta línea, el Papa invitó a preguntarse “¿cómo va mi escucha? ¿Me dejo tocar por la vida de las personas, sé dedicar tiempo a los que están cerca de mí para escucharla?” y añadió que “esto es para todos nosotros, pero en forma especial para los sacerdotes: el sacerdote debe escuchar a la gente, no ir con prisas, escuchar, y ver allí cómo puede ayudar, pero después de haberla escuchado”.

Además, el Santo Padre alentó a reflexionar también en la falta de escucha “en la vida familiar: ¡cuántas veces se habla sin escuchar primero, repitiendo los propios estribillos que son siempre iguales! Incapaces de escuchar, siempre decimos las mismas cosas, o no dejamos que el otro termine de hablar, de expresarse, y nosotros lo interrumpimos”.

Por ello, el Papa destacó la importancia del silencio porque “el renacimiento de un diálogo, a menudo, no viene de las palabras, sino del silencio, de no quedarse estancado, de volver a empezar pacientemente a escuchar a la otra persona, escuchar sus luchas, a lo que lleva dentro. La curación del corazón comienza con la escucha” y añadió que el escuchar “resana el corazón”.

“Lo mismo ocurre con el Señor. Hacemos bien en inundarle con peticiones, pero haríamos mejor a ponernos primero a escucharle”, advirtió el Papa quien preguntó: ““¿Nos acordamos de escuchar al Señor?”.


Escuchar la Palabra de Dios

“Somos cristianos, pero quizás, entre las miles de palabras que escuchamos cada día, no encontramos unos segundos para dejar que resuenen en nosotros algunas palabras del Evangelio. Jesús es la Palabra: si no nos detenemos a escucharlo, pasa de largo. Si no nos detenemos a escucharlo, pasa de largo. San Agustín decía: ‘tengo miedo del Señor cuando pasa’. El miedo era dejarlo pasar sin escucharlo”, señaló el Papa.

De este modo, el Santo Padre subrayó que “si dedicamos tiempo al Evangelio, encontraremos un secreto para nuestra salud espiritual. He aquí la medicina: cada día un poco de silencio y de escucha, algunas palabras inútiles menos y algunas palabras más de Dios. Siempre con el Evangelio en el bolsillo que te ayuda mucho”.

“Jesús lo pide. En el Evangelio, cuando le preguntan cuál es el primer mandamiento, responde: ‘Escucha, Israel’. Luego añade en el primer mandamiento: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón [...] y a tu prójimo como a ti mismo’. Pero en primer lugar dice: ‘Escucha Israel. Escucha’”, indicó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre alentó a escuchar hoy “como el día de nuestro Bautismo, las palabras de Jesús: ‘Efatá, ábrete’. Ábrete los oídos” para rezar: "Jesús, deseo abrirme a tu Palabra, Jesús abrirme a la escucha. Jesús sana mi corazón de la cerrazón, Jesús sana mi corazón de la prisa, de la prisa y Jesús sana mi corazón de la impaciencia".

“Que la Virgen María, abierta a la escucha de la Palabra, que en ella se hizo carne, nos ayude cada día a escuchar a su Hijo en el Evangelio y a nuestros hermanos y hermanas con un corazón dócil, paciente y atento”, concluyó el Papa.


A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

San Marcos 7, 31-37

31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.

32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. 33 Él, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. 34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Ábrete!» 35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.

36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. 37 Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos».  

FELIZ DOMINGO!!!!





  

lunes, 30 de agosto de 2021

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 30 DE AGOSTO DE 2021

 



 Lunes 22 del tiempo ordinario

Lunes 30 de agosto de 2021



1ª Lectura (1Tes 4,13-18): No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.



Salmo responsorial: 95

R/. El Señor llega a regir la tierra.

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones.


Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo.


Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos.


Aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.


Versículo antes del Evangelio (Lc 4,18): Aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí; él me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 4,16-30): En aquel tiempo, Jesús se fue a Nazaret, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor».

Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en Él. Comenzó, pues, a decirles: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Y todos daban testimonio de Él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?». Él les dijo: «Seguramente me vais a decir el refrán: ‘Médico, cúrate a ti mismo’. Todo lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaúm, hazlo también aquí en tu patria». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es bien recibido en su patria. Os digo de verdad: muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando se cerró el cielo por tres años y seis meses, y hubo gran hambre en todo el país; y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, y ninguno de ellos fue purificado sino Naamán, el sirio».

Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle. Pero Él, pasando por medio de ellos, se marchó.







«Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír»

Rev. D. David AMADO i Fernández

(Barcelona, España)

Hoy, «se cumple esta escritura que acabáis de oír» (Lc 4,21). Con estas palabras, Jesús comenta en la sinagoga de Nazaret un texto del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido» (Lc 4,18). Estas palabras tienen un sentido que sobrepasa el concreto momento histórico en que fueron pronunciadas. El Espíritu Santo habita en plenitud en Jesucristo, y es Él quien lo envía a los creyentes.

Pero, además, todas las palabras del Evangelio tienen una actualidad eterna. Son eternas porque han sido pronunciadas por el Eterno, y son actuales porque Dios hace que se cumplan en todos los tiempos. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, hemos de recibirla no como un discurso humano, sino como una Palabra que tiene un poder transformador en nosotros. Dios no habla a nuestros oídos, sino a nuestro corazón. Todo lo que dice está profundamente lleno de sentido y de amor. La Palabra de Dios es una fuente inextinguible de vida: «Es más lo que dejamos que lo que captamos, tal como ocurre con los sedientos que beben en una fuente» (San Efrén). Sus palabras salen del corazón de Dios. Y, de ese corazón, del seno de la Trinidad, vino Jesús —la Palabra del Padre— a los hombres.

Por eso, cada día, cuando escuchamos el Evangelio, hemos de poder decir como María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38); a lo que Dios nos responderá: «Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Ahora bien, para que la Palabra sea eficaz en nosotros hay que desprenderse de todo prejuicio. Los contemporáneos de Jesús no le comprendieron, porque lo miraban sólo con ojos humanos: «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4,22). Veían la humanidad de Cristo, pero no advirtieron su divinidad. Siempre que escuchemos la Palabra de Dios, más allá del estilo literario, de la belleza de las expresiones o de la singularidad de la situación, hemos de saber que es Dios quien nos habla.

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