viernes, 12 de febrero de 2021

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 12 DE FEBRERO DEL 2021


 

Lecturas de hoy Viernes de la 5ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, viernes, 12 de febrero de 2021



Primera lectura

Lectura del Génesis (3,1-8):

LA serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo a la mujer:

«Conque Dios os ha dicho que no comáis de ningún árbol del jardín?».

La mujer contestó a la serpiente:

«Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios:

“No comáis de él ni lo toquéis, de lo contrario moriréis”».

La serpiente replicó a la mujer:

«No, no moriréis; es que Dios sabe que el día en que comáis de él, se os abrirán los ojos, y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal».

Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a su marido, que también comió.

Se les abrieron los ojos a los dos y descubrieron que estaban desnudos; y entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

Cuando oyeron la voz del Señor Dios que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, Adán y su mujer se escondieron de la vista del Señor Dios entre los árboles del jardín.


Palabra de Dios




Salmo

Sal 31,1-2.5.6.7


R/. Dichoso el que está absuelto de su culpa


V/. Dichoso el que está absuelto de su culpa,

a quien le han sepultado su pecado;

dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito

y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.


V/. Había pecado, lo reconocí,

no te encubrí mi delito;

propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,

y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.


V/. Por eso, que todo fiel te suplique

en el momento de la desgracia:

la crecida de las aguas caudalosas

no lo alcanzará. R/.


V/. Tú eres mi refugio,

me libras del peligro,

me rodeas de cantos de liberación. R/.



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,31 37):

EN aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los

oídos y con la saliva le tocó la lengua.

Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:

«Effetá» (esto es, «ábrete»).

Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.

El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.

Y en el colmo del asombro decían:

«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».


Palabra del Señor





«Todo lo ha hecho bien»


+ Rev. D. Joan MARQUÉS i Suriñach

(Vilamarí, Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos presenta un milagro de Jesús: hizo volver la escucha y destrabó la lengua a un sordo. La gente se quedó admirada y decía: «Todo lo ha hecho bien» (Mc 7,37).

Ésta es la biografía de Jesús hecha por sus contemporáneos. Una biografía corta y completa. ¿Quién es Jesús? Es aquel que todo lo ha hecho bien. En el doble sentido de la palabra: en el qué y en el cómo, en la sustancia y en la manera. Es aquel que sólo ha hecho obras buenas, y el que ha realizado bien las obras buenas, de una manera perfecta, acabada. Jesús es una persona que todo lo hace bien, porque sólo hace acciones buenas, y aquello que hace, lo deja acabado. No entrega nada a medias; y no espera a acabarlo después.

Procura también tú dejar las cosas totalmente listas ahora: la oración; el trato con los familiares y las otras personas; el trabajo; el apostolado; la diligencia para formarte espiritual y profesionalmente; etc. Sé exigente contigo mismo, y sé también exigente, suavemente, con quienes dependen de ti. No toleres chapuzas. No gustan a Dios y molestan al prójimo. No tomes esta actitud simplemente para quedar bien, ni porque este procedimiento es el que más rinde, incluso humanamente; sino porque a Dios no le agradan las obras malas ni las obras “buenas” mal hechas. La Sagrada Escritura afirma: «Las obras de Dios son perfectas» (Dt 32,4). Y el Señor, a través de Moisés, manifiesta al Pueblo de Israel: «No ofrezcáis nada defectuoso, pues no os sería aceptado» (Lev 22,20). Pide la ayuda maternal de la Virgen María. Ella, como Jesús, también lo hizo todo bien.

San Josemaría nos ofrece el secreto para conseguirlo: «Haz lo que debas y está en lo que haces». ¿Es ésta tu manera de actuar?

8 CLAVES PARA SER OBEDIENTES COMO SAN JOSÉ EN LA VIDA COTIDIANA



 Sacerdote ofrece 8 claves para ser obedientes como San José en la vida cotidiana

POR CYNTHIA PÉREZ | ACI Prensa



En el marco del Año de San José convocado por el Papa Francisco, el P. Ronal Pulido Martínez, docente y formador del Seminario Intermisional San Luis Beltrán (Colombia) y evangelizador en dos canales de YouTube, explicó cómo fue la obediencia de San José y ofreció consejos para imitar esta virtud en la vida diaria.

El P. Pulido basó su reflexión en el tercer punto de la Carta Apostólica Patris corde (Corazón de padre) titulada “Padre en la obediencia”. 

El Papa Francisco escribió Patris corde por los 150 años de la declaración de San José como patrono de la Iglesia universal, y también convocó el Año de San José del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021.


Las ocho claves para ser obedientes como San José son:


1. Ejercitar la escucha de nuestra conciencia 

El P. Pulido dijo a ACI Prensa que así “como lo hizo con la Santísima Virgen María y con San José”, a todos “en su momento Dios le revela cuál es su voluntad”, y explicó que la forma en que lo comunica es a través de la conciencia que nos ha regalado. Sin embargo, a veces las personas “nos hacemos los de la vista gorda” y “nos cuesta aceptar y acoger la voluntad de Dios”.

“Dios todos los días nos está hablando a través de la conciencia, pero si no hacemos ese ejercicio de escucharla, la conciencia pasa desapercibida y nos perdemos la oportunidad de escuchar la voluntad de Dios y poderla obedecer”, dijo, y explicó cómo ejercitar la conciencia.

Lo primero que hay que hacer es interesarse por conocer qué es la conciencia: “Es el Sagrario donde Dios habla al hombre”, dijo. 

Luego, hay que llevar catequesis y hacer oración, pues “cuando hacemos silencio y meditamos, la conciencia se empieza a escuchar. Cuando empiezas a orar cierras la puerta del bullicio del mundo y te abres a ese lugar íntimo donde” Dios habla al corazón. Finalmente se debe seguir la “sugerencia del Espíritu Santo dentro de nosotros”, agregó.


2. Reconocer que Dios nos revela su voluntad en lo sencillo

El P. Pulido dijo que es importante tener una mayor “actitud de fe” para aprender a escuchar y ver a Dios en las cosas sencillas de la vida como lo hizo San José. Explicó que si bien el santo habría “podido exigir algo más contundente para creer”, como la aparición de un ángel al igual que a la Virgen María o la aparición majestuosa de Dios en el Monte Sinaí, él creyó en algo “sencillo y ordinario” como son los sueños.

Explicó que “una forma muy natural de Dios de revelarse a los israelitas” era a través de los sueños, aunque hoy en día eso ya “no es lo común”. En el libro del Eclesiástico se nos dice: “Tengan cuidado con los sueños, porque muchos se han perdido, pero sean atentos porque algunos sueños pueden venir de Dios”, dijo.

“Dios nos habla en las cosas sencillas o comunes, no tenemos que esperar que ocurra algo grande”. Por ejemplo, Dios nos habla en “un consejo que nos hizo un amigo, un plan que yo tenía y se desbarata; es decir, cosas sencillas que parecieran accidentes, pero no lo son”, dijo.

“Parecía un accidente que cuando Jesús iba a nacer [José y María] tienen que hacer este viaje tan sencillo a causa de un censo”, pero esto era parte fundamental del plan de Dios, dijo. Alentó a “tener más fe” para poder reconocer su voluntad en el acontecer diario y saber “discernir” lo que viene de Dios; es decir, elegir lo que no va en contra de mis valores o de Dios.


3. Ser prontos y disponibles al obedecer 

“El Papa Francisco nos enseña cómo San José en cuatro momentos concretos escucha la voluntad de Dios a través de los sueños. En el primer sueño Dios le revela que no tema en tomar a María como esposa, porque el Niño que lleva en su vientre es obra del Espíritu Santo”, dijo.

“Después, en otro sueño, Dios también lo guía para que huyan a Egipto y así puedan estar libres del peligro de muerte para el Niño”, dijo. Luego, le comunica a José que ya es tiempo de volver a Nazaret y lo guía para que regrese “porque allí estarán más seguros”.

En ese sentido, aseguró que “San José nos invita a la prontitud. En los cuatro momentos San José fue disponible a obedecer la voluntad de Dios. Debemos ser como San José, prontos a la voluntad de Dios y saber escuchar esa voluntad de Dios en las cosas sencillas de la vida”.


4. Recordar que al obedecer dejamos que Jesús crezca

El P. Pulido también recordó que San José es un “gran ejemplo en la obediencia para todos nosotros los cristianos, por su prontitud para obedecer su misión de ser padre adoptivo de Jesús”. Como propone el Papa Francisco, San José va a ser un padre ejemplar “siendo pronto en la obediencia”, agregó.

“Todos nosotros estamos llamados a imitar esas virtudes de San José, porque también hemos sido llamados a ser padres de Jesús. Cada vez que celebramos la Navidad, Jesús se nos da, nace en nuestros hogares, en nuestros corazones, pero no nace grande” y “ese es el misterio de Dios Niño que llega a nuestras vidas”, dijo.

En ese sentido, “la misión de todo cristiano es cuidar y hacer crecer a ese Niño. Como dice San Juan el Bautista: ‘Conviene que Él crezca y que nosotros vayamos disminuyendo’. Con esa  virtud de la obediencia garantizamos que Jesús, ese tesoro que llevamos en vasijas de barro, estará a salvo”.


5. Ser íntegros: obedecer a Dios y a las leyes civiles

El P. Pulido señaló que “la obediencia de San José es una obediencia íntegra, porque abarca la totalidad de la existencia: no solo intenta ser obediente con Dios sino que es obediente también con las autoridades civiles”.

Explicó que “San José acoge el censo que se ha decretado para toda la comarca” y que “al obedecer a las autoridades civiles, San José hace también la voluntad de Dios, incluso hace que las profecías se cumplan”, como el nacimiento de Jesús en Belén o el volver a Nazaret.

“San José nos ofrece un ejemplo de que la obediencia debe ser integral en todos los aspectos de mi vida, no solo en los aspectos de fe, sino en todos los aspectos civiles, incluso en la amistad de la vida cotidiana, pues la obediencia debe estar a tal punto arraigada en nuestro corazón que nos resulte fácil obedecer todo lo que se nos proponga en la vida cotidiana”.

“El plan de salvación está enfocado en la obediencia”, dijo. “Una definición sencilla de santidad es obedecer la voluntad de Dios”. La obediencia es la virtud reina dentro de las virtudes cristianas “que Dios quiere en los cristianos”, dijo, y recomendó leer la vida de los santos que cultivan la obediencia.


6. Recordar que al obedecer somos precursores de la fe

El P. Pulido dijo a ACI Prensa que “San José es propuesto por el Papa Francisco como aquel que educó a Jesús en la obediencia”. 

Por ejemplo, dijo que “podemos llegar a escuchar de labios de Jesús en el Huerto de Getsemaní: ‘Padre, no se haga mi voluntad, sino la tuya’, porque Jesús aprendió de su Padre San José a obedecer. Escuchamos de los labios de Jesús palabras como: ‘Mi alimento es hacer la voluntad del Padre’; es decir, obedecer. Todo eso lo aprendió en casa, también lo aprendió de la Virgen”.

“Así que cuando somos obedientes no solo estamos agradando a Dios, sino que estamos educando a los que vienen detrás de nosotros. Somos precursores de la fe para nuestros hijos y para nuestros amigos cuando somos personas obedientes”, señaló.


7. Recordar siempre que al obedecer volvemos al Paraíso

El P. Pulido dijo que es importante y nos puede ayudar mucho a desarrollar la virtud de la obediencia el “recordar constantemente que cuando obedecemos volvemos al Paraíso”.

Fuimos expulsados del Paraíso “porque nuestros primeros padres desobedecieron”, “pero cuando un hijo de Dios obedece, entonces volvemos al Paraíso, estamos volviendo a ese estado original en el que Dios nos ha creado”, dijo.

Explicó que “los santos han usado frases cortas que le han dado fuerza a su vida. A veces una jaculatoria, a veces un pensamiento sencillo” que repetimos constantemente. Por ejemplo, recordó que cuando San Pablo Miki y los mártires de Japón estaban muriendo ellos repetían la jaculatoria: “Jesús, María”. 

Para el P. Pulido, recordar que al obedecer vamos al paraíso “sería un pensamiento sencillo para alimentar todo los días y que nos ayudaría mucho a obedecer”. Asimismo, dijo que cualquier persona también puede crear una jaculatoria y sugirió la siguiente: “Padre hazme obediente como tu Hijo”.


8. ¿Cómo desarrollar la virtud de la obediencia en la familia?

Finalmente, el P. Pulido recomendó a las familias dos claves concretas para que puedan desarrollar la virtud de la obediencia desde sus roles de esposos e hijos.

Cuando Dios, a través del ángel, le dice a José: “Tómala por esposa, porque [el Hijo que lleva en su vientre] es obra del Espíritu Santo”, San José “movido por el amor que tiene a su esposa obedece a Dios inmediatamente”, dijo. El amor lo mueve a no denunciarla, ni repudiarla, “pese a que todo apuntaba a que María le había engañado”, agregó.

De igual modo, “el amor que está fuerte en la pareja lleva a obedecer fácilmente a Dios y al otro”, dijo. “La relación de pareja implica obedecer a la pareja. En muchas ocasiones se trata del consejo o sugerencia que la esposa le hace el esposo. Entonces, ¿qué es lo que va a lograr que entre esposos obedezcan a Dios y puedan vivir la obediencia en el hogar? Que el amor este fuerte”. 

“Yo invitaría a las parejas a fortalecer el amor para que obedecer sea muy fácil. Obedecemos muy fácil a quien amamos mucho, pero nos cuesta obedecer a la persona que no le tenemos demasiado afecto. Entonces, cultivar el amor esponsal facilitaría mucho el obedecer”, señaló.

En el caso de los hijos, el P. Pulido dijo que es usual que les cueste mucho obedecer, por ello, dijo que “la invitación que nos hace San José es ser prontos. A veces pensamos mucho para obedecer y el pensar y esperar mucho dificulta la obediencia. Como quien tiene que  lanzarse a la piscina para aprender a nadar, si lo piensa mucho va a terminar por llenarse de miedo y no hacerlo”.  

“Entonces, yo creo que para los hijos la prontitud al obedecer es la clave. Los papás saben bien lo que están pidiendo y cuando somos más prontos y decididos a obedecer, se nos va a ser más fácil [desarrollar esta virtud] que cuando damos muchos rodeos y vueltas para obedecer”, concluyó.

10 DATOS QUE DEBES CONOCER SOBRE EL MIÉRCOLES DE CENIZA



 10 datos que debes conocer sobre el Miércoles de Ceniza

POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa





A una semana del inicio de la Cuaresma, que comienza el 17 de febrero de 2021, recordamos algunos datos esenciales que los católicos deben tener en cuenta sobre el Miércoles de Ceniza, con el fin de vivir intensamente este tiempo litúrgico y prepararse para la Pascua.


1. Miércoles de Ceniza es el primer día de Cuaresma

Con el Miércoles de Ceniza inician los 40 días en los que la Iglesia llama a los fieles a la conversión y a prepararse verdaderamente para vivir los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo en la Semana Santa.

El Miércoles de Ceniza es una celebración contenida en el Misal Romano. Este explica que en la Misa se bendice e impone en la frente de los fieles la ceniza hecha de las palmas bendecidas en el Domingo de Ramos del año anterior.


2. Imposición de cenizas surge en los primeros siglos del cristianismo

La tradición de imponer la ceniza se remonta a la Iglesia primitiva. Por aquel entonces las personas se colocaban la ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad con un “hábito penitencial” para recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo.

La Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos casi 400 años D.C. y a partir del siglo XI, la Iglesia en Roma impone las cenizas al inicio de este tiempo.


3. La ceniza recuerda la necesidad de la misericordia de Dios

La ceniza es un símbolo. Su función está descrita en un importante documento de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, más precisamente en el artículo 125 del "Directorio sobre la piedad popular y la liturgia":

“El comienzo de los cuarenta días de penitencia, en el Rito romano, se caracteriza por el austero símbolo de las cenizas, que distingue la Liturgia del Miércoles de Ceniza. Propio de los antiguos ritos con los que los pecadores convertidos se sometían a la penitencia canónica, el gesto de cubrirse con ceniza tiene el sentido de reconocer la propia fragilidad y mortalidad, que necesita ser redimida por la misericordia de Dios. Lejos de ser un gesto puramente exterior, la Iglesia lo ha conservado como signo de la actitud del corazón penitente que cada bautizado está llamado a asumir en el itinerario cuaresmal. Se debe ayudar a los fieles, que acuden en gran número a recibir la Ceniza, a que capten el significado interior que tiene este gesto, que abre a la conversión y al esfuerzo de la renovación pascual”.


4. Las cenizas tienen más de un significado

La palabra ceniza, que proviene del latín "cinis", representa el producto de la combustión de algo por el fuego. Esta adoptó tempranamente un sentido simbólico de muerte, caducidad, pero también de humildad y penitencia.

La ceniza, como signo de humildad, le recuerda al cristiano su origen y su fin: "Dios formó al hombre con polvo de la tierra" (Gn 2,7); "hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho" (Gn 3,19).


5. Las cenizas se producen con las palmas del Domingo de Ramos

Para la ceremonia se deben quemar los restos de las palmas bendecidas el Domingo de Ramos del año anterior. Estas son rociadas con agua bendita y luego aromatizadas con incienso.


6. Las cenizas se imponen en la frente al término de la homilía

Este acto tiene lugar en la Misa al término de la homilía y está permitido que los laicos ayuden al sacerdote. Las cenizas son impuestas en la frente, haciendo la señal de la cruz con ellas mientras el ministro dice las palabras bíblicas: «Acuérdate que eres polvo y en polvo te convertirás», o «Conviértete y cree en el Evangelio».

Luego, quien recibe las cenizas debe retirarse en silencio meditando la frase o invitación que la acaban de hacer.


7. Las cenizas también pueden imponerse sin Misa

Cuando no hay sacerdote la imposición de cenizas puede realizarse sin Misa, de forma extraordinaria. Sin embargo, es recomendable que al acto se preceda con una liturgia de la palabra.

Es importante recordar que la bendición de las cenizas, como todo sacramental, solo puede realizarla un sacerdote o diácono.


8. Las cenizas pueden ser recibidas por no católicos

Puede recibir este sacramental cualquier persona, inclusive no católica. Como especifica el Catecismo (1670 y siguientes) los sacramentales no confieren la gracia del Espíritu Santo como sí lo hacen los sacramentos, pero por la oración de la Iglesia estos «preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella».


9. No es obligatorio recibir las cenizas

El Miércoles de Ceniza no es día de precepto y por lo tanto la imposición de ceniza no es obligatoria. No obstante, ese día concurre una gran cantidad de personas a la Santa Misa, algo que siempre es recomendable.


10. En Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia

El Miércoles de Ceniza es obligatorio el ayuno y la abstinencia, como en el Viernes Santo, para los mayores de 18 años y menores de 60. Fuera de esos límites es opcional. Ese día los fieles pueden tener una comida “fuerte” una sola vez al día.

La abstinencia de comer carne es obligatoria desde los 14 años. Todos los viernes de Cuaresma también son de abstinencia obligatoria. Los demás viernes del año también, aunque según el país puede sustituirse por otro tipo de mortificación u ofrecimiento como el rezo del rosario.

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2021



Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2021

Redacción ACI Prensa





El Vaticano publicó este 12 de febrero el Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2021 titulado “Miren, estamos subiendo a Jerusalén... (Mt 20,18). Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad”.

En el texto dirigido a todos los fieles católicos del mundo, el Santo Padre invitó a “vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes”, así como a vivir “una Cuaresma de caridad que quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID- 19”.

“En la Cuaresma, estemos más atentos a ‘decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan’, en lugar de ‘palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian’. A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser ‘una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia’”, advirtió el Papa.


A continuación, el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma de 2021:


“Miren, estamos subiendo a Jerusalén... (Mt 20,18). Cuaresma: un tiempo para renovar la fe, la esperanza y la caridad”.

Queridos hermanos y hermanas:

Cuando Jesús anuncia a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, para cumplir con la voluntad del Padre, les revela el sentido profundo de su misión y los exhorta a asociarse a ella, para la salvación del mundo.

Recorriendo el camino cuaresmal, que nos conducirá a las celebraciones pascuales, recordemos a Aquel que “se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2,8). En este tiempo de conversión renovemos nuestra fe, saciemos nuestra sed con el “agua viva” de la esperanza y recibamos con el corazón abierto el amor de Dios que nos convierte en hermanos y hermanas en Cristo. En la noche de Pascua renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, para renacer como hombres y mujeres nuevos, gracias a la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, el itinerario de la Cuaresma, al igual que todo el camino cristiano, ya está bajo la luz de la Resurrección, que anima los sentimientos, las actitudes y las decisiones de quien desea seguir a Cristo.

El ayuno, la oración y la limosna, tal como los presenta Jesús en su predicación (cf. Mt 6,1-18), son las condiciones y la expresión de nuestra conversión. La vía de la pobreza y de la privación (el ayuno), la mirada y los gestos de amor hacia el hombre herido (la limosna) y el diálogo filial con el Padre (la oración) nos permiten encarnar una fe sincera, una esperanza viva y una caridad operante.

1. La fe nos llama a acoger la Verdad y a ser testigos, ante Dios y ante nuestros hermanos y hermanas.

En este tiempo de Cuaresma, acoger y vivir la Verdad que se manifestó en Cristo significa ante todo dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que la Iglesia nos transmite de generación en generación. Esta Verdad no es una construcción del intelecto, destinada a pocas mentes elegidas, superiores o ilustres, sino que es un mensaje que recibimos y podemos comprender gracias a la inteligencia del corazón, abierto a la grandeza de Dios que nos ama antes de que nosotros mismos seamos conscientes de ello. Esta Verdad es Cristo mismo que, asumiendo plenamente nuestra humanidad, se hizo Camino -exigente pero abierto a todos- que lleva a la plenitud de la Vida.

El ayuno vivido como experiencia de privación, para quienes lo viven con sencillez de corazón lleva a descubrir de nuevo el don de Dios y a comprender nuestra realidad de criaturas que, a su imagen y semejanza, encuentran en Él su cumplimiento. Haciendo la experiencia de una pobreza aceptada, quien ayuna se hace pobre con los pobres y “acumula” la riqueza del amor recibido y compartido. Así entendido y puesto en práctica, el ayuno contribuye a amar a Dios y al prójimo en cuanto, como nos enseña Santo Tomás de Aquino, el amor es un movimiento que centra la atención en el otro considerándolo como uno consigo mismo (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 93).

La Cuaresma es un tiempo para creer, es decir, para recibir a Dios en nuestra vida y permitirle “poner su morada” en nosotros (cf. Jn 14,23). Ayunar significa liberar nuestra existencia de todo lo que estorba, incluso de la saturación de informaciones -verdaderas o falsas- y productos de consumo, para abrir las puertas de nuestro corazón a Aquel que viene a nosotros pobre de todo, pero “lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14): el Hijo de Dios Salvador.


2. La esperanza como “agua viva” que nos permite continuar nuestro camino.

La samaritana, a quien Jesús pide que le dé de beber junto al pozo, no comprende cuando Él le dice que podría ofrecerle un “agua viva” (Jn 4,10). Al principio, naturalmente, ella piensa en el agua material, mientras que Jesús se refiere al Espíritu Santo, aquel que Él dará en abundancia en el Misterio pascual y que infunde en nosotros la esperanza que no defrauda. Al anunciar su pasión y muerte Jesús ya anuncia la esperanza, cuando dice: “Y al tercer día resucitará” (Mt 20,19). Jesús nos habla del futuro que la misericordia del Padre ha abierto de par en par. Esperar con Él y gracias a Él quiere decir creer que la historia no termina con nuestros errores, nuestras violencias e injusticias, ni con el pecado que crucifica al Amor. Significa saciarnos del perdón del Padre en su Corazón abierto.

En el actual contexto de preocupación en el que vivimos y en el que todo parece frágil e incierto, hablar de esperanza podría parecer una provocación. El tiempo de Cuaresma está hecho para esperar, para volver a dirigir la mirada a la paciencia de Dios, que sigue cuidando de su Creación, mientras que nosotros a menudo la maltratamos (cf. Carta enc. Laudato si’, 32-33;43-44). Es esperanza en la reconciliación, a la que san Pablo nos exhorta con pasión: “Les pedimos que se reconcilien con Dios” (2 Co 5,20). Al recibir el perdón, en el Sacramento que está en el corazón de nuestro proceso de conversión, también nosotros nos convertimos en difusores del perdón: al haberlo acogido nosotros, podemos ofrecerlo, siendo capaces de vivir un diálogo atento y adoptando un comportamiento que conforte a quien se encuentra herido. El perdón de Dios, también mediante nuestras palabras y gestos, permite vivir una Pascua de fraternidad.

En la Cuaresma, estemos más atentos a “decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan”, en lugar de “palabras que humillan, que entristecen, que irritan, que desprecian” (Carta enc. Fratelli tutti [FT], 223). A veces, para dar esperanza, es suficiente con ser “una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia” (ibíd., 224).

En el recogimiento y el silencio de la oración, se nos da la esperanza como inspiración y luz interior, que ilumina los desafíos y las decisiones de nuestra misión: por esto es fundamental recogerse en oración (cf. Mt 6,6) y encontrar, en la intimidad, al Padre de la ternura.

Vivir una Cuaresma con esperanza significa sentir que, en Jesucristo, somos testigos del tiempo nuevo, en el que Dios “hace nuevas todas las cosas” (cf. Ap 21,1- 6). Significa recibir la esperanza de Cristo que entrega su vida en la cruz y que Dios resucita al tercer día, “dispuestos siempre para dar explicación a todo el que nos pida una razón de nuestra esperanza” (cf. 1 P 3,15).


3. La caridad, vivida tras las huellas de Cristo, mostrando atención y compasión por cada persona, es la expresión más alta de nuestra fe y nuestra esperanza.

La caridad se alegra de ver que el otro crece. Por este motivo, sufre cuando el otro está angustiado: solo, enfermo, sin hogar, despreciado, en situación de necesidad... La caridad es el impulso del corazón que nos hace salir de nosotros mismos y que suscita el vínculo de la cooperación y de la comunión.

“A partir del ‘amor social’ es posible avanzar hacia una civilización del amor a la que todos podamos sentirnos convocados. La caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos” (FT, 183).

La caridad es don que da sentido a nuestra vida y gracias a este consideramos a quien se ve privado de lo necesario como un miembro de nuestra familia, amigo, hermano. Lo poco que tenemos, si lo compartimos con amor, no se acaba nunca, sino que se transforma en una reserva de vida y de felicidad. Así sucedió con la harina y el aceite de la viuda de Sarepta, que dio el pan al profeta Elías (cf. 1 R 17,7-16); y con los panes que Jesús bendijo, partió y dio a los discípulos para que los distribuyeran entre la gente (cf. Mc 6,30-44). Así sucede con nuestra limosna, ya sea grande o pequeña, si la damos con gozo y sencillez.

Vivir una Cuaresma de caridad quiere decir cuidar a quienes se encuentran en condiciones de sufrimiento, abandono o angustia a causa de la pandemia de COVID- 19. En un contexto tan incierto sobre el futuro, recordemos la palabra que Dios dirige a su Siervo: “No temas, que te he redimido” (Is 43,1), ofrezcamos con nuestra caridad una palabra de confianza, para que el otro sienta que Dios lo ama como a un hijo.

“Solo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura y, por lo tanto, verdaderamente integrados en la sociedad” (FT, 187).

Queridos hermanos y hermanas: Cada etapa de la vida es un tiempo para creer, esperar y amar. Este llamado a vivir la Cuaresma como camino de conversión y oración, y para compartir nuestros bienes, nos ayuda a reconsiderar, en nuestra memoria comunitaria y personal, la fe que viene de Cristo vivo, la esperanza animada por el soplo del Espíritu y el amor, cuya fuente inagotable es el corazón misericordioso del Padre.

Que María, Madre del Salvador, fiel al pie de la cruz y en el corazón de la Iglesia, nos sostenga con su presencia solícita, y la bendición de Cristo resucitado nos acompañe en el camino hacia la luz pascual.


Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2020, memoria de San Martín de Tours.


Francisco

AÑO DE SAN JOSÉ: MEDITACIÓN DÍA 12 DE FEBRERO


 

AÑO DE SAN JOSÉ: MEDITACIÓN DÍA 11 DE FEBRERO


 

SANTORAL DE HOY VIERNES 12 DE FEBRERO DEL 2021

 

Jorge Haydock, BeatoJorge Haydock, Beato
Sacerdote y mártir, 12 de febrero
Melecio de Antioquía, SantoMelecio de Antioquía, Santo
Obispo, 12 de febrero
Ludano, SantoLudano, Santo
Peregrino, 12 de febrero
Tomás Hemmeford y compañeros, BeatosTomás Hemmeford y compañeros, Beatos
Presbíteros y Mártires, 12 de febrero
Humbelina, BeataHumbelina, Beata
Abadesa, 12 de febrero
Benito de Aniane, SantoBenito de Aniane, Santo
Abad, 12 de febrero
Eulalia de Barcelona, SantaEulalia de Barcelona, Santa
Virgen y Mártir, 12 de febrero

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miércoles, 10 de febrero de 2021

SANTA ESCOLÁSTICA, VIRGEN, 10 DE FEBRERO


 Santa Escolástica, Virgen

10 de Febrero


Hermana de San Benito, se consagró a Dios desde su más tierna edad. Mientras su hermano residió en Monte Casino, ella se hallaba en Plombariola, fundando y gobernando un monasterio.

Tenía la costumbre de visitar a San Benito una vez al año y como no estaba permitido que entrar al monasterio, él salía a su encuentro para llevarla a una casa de confianza, donde los hermanos pasaban la velada orando, cantando himnos de alabanza a Dios y discutiendo asuntos espirituales. Sobre la última visita, San Gregorio hace una notable descripción, en la cual, la santa presintiendo que no volvería ver más a su hermano, le rogó que no partiera esa noche sino al día siguiente, pero San Benito se sintió incapaz de romper las reglas de su monasterio.

Entonces, Santa Escolástica apeló a Dios con una ferviente oración para que interviniera en su ayuda, y acto seguido, estalló una fuerte tormenta que impidió que su hermano regresara al monasterio. Los dos santos pasaron la noche hablando de las cosas santas y de asuntos espirituales. Tres días después, la santa murió, y su hermano que se encontraba absorto en la oración tuvo la visión del alma de su hermana ascendiendo al cielo en forma de paloma.

IMÁGENES DE SAN JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO - MÁRTIR CRISTERO





 

HOY CELEBRAMOS A SAN JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO, MÁRTIR CRISTERO, 10 DE FEBRERO

 





Carta de San José Sánchez del Río a su madre


Cotija, 6 de febrero de 1928.

Mi querida mamá: Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo que en los momentos actuales voy a morir, pero no importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios. No te preocupes por mi muerte, que es lo que me mortifica; antes diles a mis hermanos que sigan el ejemplo que les dejó su hermano el más chico. Y tú haz la voluntad de Dios, ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos por última vez y tú recibe el corazón de tu hijo que tanto te quiere y verte antes de morir deseaba.

José Sánchez del Río.




EL EVANGELIO DE HOY MÉRCOLES 10 DE FEBRERO DEL 2021

 



Lecturas de hoy Miércoles de la 5ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, miércoles, 10 de febrero de 2021




Primera lectura

Lectura del libro del Génesis (2,4b-9.15-17):

El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, Porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el suelo; pero un manantial salía de la tierra y regaba toda la superficie del suelo.

Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo. Luego el Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.

El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos para la vista y buenos para comer; además, el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara.

El Señor Dios dio este mandato al hombre: «Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir».


Palabra de Dios

 

Salmo

Sal 103,1-2a.27-28.29be-30


R/ Bendice, alma mía, al Señor


Bendice, alma mía, al Señor,

¡Dios mío, qué grande eres!

Te vistes de belleza y majestad,

la luz te envuelve como un manto. R/


Todos ellos aguardan

a que les eches comida a su tiempo:

se la echas, y la atrapan;

abres tu mano, y se sacian de bienes. R/


Les retiras el aliento, y expiran,

y vuelven a ser polvo;

envías tu aliento, y los creas,

y repueblas la faz de la tierra. R/


 

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,14-23):

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre».

Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina». (Con esto declaraba puros todos los alimentos).

Y siguió: «Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».


Palabra del Señor

 



«Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle»

Rev. D. Norbert ESTARRIOL i Seseras

(Lleida, España)


Hoy Jesús nos enseña que todo lo que Dios ha hecho es bueno. Es, más bien, nuestra intención no recta la que puede contaminar lo que hacemos. Por eso, Jesucristo dice: «Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre» (Mc 7,15). La experiencia de la ofensa a Dios es una realidad. Y con facilidad el cristiano descubre esa huella profunda del mal y ve un mundo esclavizado por el pecado. La misión que Jesús nos encarga es limpiar —con ayuda de su gracia— todas las contaminaciones que las malas intenciones de los hombres han introducido en este mundo.

El Señor nos pide que toda nuestra actividad humana esté bien realizada: espera que en ella pongamos intensidad, orden, ciencia, competencia, afán de perfección, no buscando otra mira sino restaurar el plan creador de Dios, que todo lo hizo bueno para provecho del hombre: «Pureza de intención. —La tendrás, si, siempre y en todo, sólo buscas agradar a Dios» (San Josemaría).

Sólo nuestra voluntad puede estropear el plan divino y hace falta vigilar para que no sea así. Muchas veces se meten la vanidad, el amor propio, los desánimos por falta de fe, la impaciencia por no conseguir los resultados esperados, etc. Por eso, nos advertía san Gregorio Magno: «No nos seduzca ninguna prosperidad halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige».

Convendrá, por tanto, estar atentos en el ofrecimiento de obras, mantener la presencia de Dios y considerar frecuentemente la filiación divina, de manera que todo nuestro día —con oración y trabajo— tome su fuerza y empiece en el Señor, y que todo lo que hemos comenzado por Él llegue a su fin.

Podemos hacer grandes cosas si nos damos cuenta de que cada uno de nuestros actos humanos es corredentor cuando está unido a los actos de Cristo.


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