domingo, 15 de marzo de 2020

EL PAPA FRANCISCO AGRADECE A SACERDOTES SU LABOR DURANTE CUARENTENA EN ITALIA


El Papa agradece a sacerdotes su labor durante cuarentena en Italia
Redacción ACI Prensa





El Papa Francisco agradeció a los sacerdotes italianos su esfuerzo pastoral y evangélico durante la cuarentena a la que está sometida toda Italia por la epidemia de coronavirus COVID-19, que ha llevado a cancelar las Misas y otros eventos religiosos.

Antes de rezar el Ángelus este domingo 15 de marzo en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, el Pontífice pronunció unas palabras de agradecimiento a los médicos, los enfermeros y los voluntarios que hacen frente a la epidemia de coronavirus.

Tuvo palabras también de consuelo para los enfermos y de apoyo a los sacerdotes. El Santo Padre mostró su cercanía, en concreto, a la región de Lombardía, la más golpeada por la epidemia en Italia.

Desde el comienzo de la crisis sanitaria, han dado positivo por COVID-19 en Italia 17.750 personas, y han fallecido 1441. De ellos, 11.685 casos se han registrado en la región de Lombardía, de los que han fallecido 966.

En concreto, se refirió a la Misa celebrada por el Arzobispo, Mons. Mario Enrico Delpini, en el Policlínico de Milán.

“El señor Arzobispo cercano a su pueblo, y también cercano a Dios en la oración me viene a la mente la fotografía de la semana pasada, solo sobre el techo de la Catedral rezando a la Virgen”, dijo el Papa.

En ese contexto, agradeció también “a todos los sacerdotes”, y destacó “la creatividad de los sacerdotes. Me llegan muchas noticias desde Lombardía de esta creatividad. Es cierto. La Lombardía ha sido muy golpeada. Sacerdotes que piensan en mil modos de estar cercano al pueblo, para que el pueblo no se sienta abandonado”.

“Sacerdotes con celo apostólico, que han entendido bien que en tiempos de pandemia no se debe hacer el ‘Don Abbondio’”, en referencia al personaje de la literatura clásica italiana, un sacerdote débil sin capacidad apostólica.

TIPS PARA VIVIR LA MISA PRECEPTUAL EN CASA POR TELEVISIÓN











LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 3° DE CUARESMA, 15 DE MARZO DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 3º de Cuaresma - Ciclo A
Hoy, domingo, 15 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (17,3-7):

En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?»
Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.»
Respondió el Señor a Moisés. «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.»
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (5,1-2.5-8):

Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (4,5-42):

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.»
La mujer le contesta: «No tengo marido».
Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 15 de marzo de 2020
Fernando Torres cmf


En espíritu y en verdad

      ¿Quién no ha recibido una carta de esas que dicen que haciendo esto o lo otro se consigue automáticamente que te suceda algo bueno, un milagro para ser exactos, que te dará la felicidad? O quizá se trata de esos predicadores que nos anuncian que haciendo esto o lo otro es como lograremos la salvación de una forma absolutamente segura. Hay quien entiende así las devociones. Hay que hacer los nueve primeros viernes de mes al Corazón de Jesús o la novena a tal santo para salvarse o para alcanzar eso que deseamos. O rezar el rosario todos los días. O peregrinar a tal santuario o a tal otro. O... Siempre parece que es una condición, más o menos difícil de cumplir, que se nos pone por delante como una especie de prueba necesaria para conseguir la salvación, para ir al cielo. 

      La samaritana también andaba con esos problemas. Entre samaritanos y judíos había un contencioso. Unos decían que el culto a Yahvé sólo se podía celebrar en el monte Garizím y los otros que en Jerusalén. Unos que había que cumplir unas normas y otros que otras. Conclusión: que no se hablaban. De repente, aparece Jesús, un judío, y pide agua a la mujer, una samaritana. Tiene sed y pide agua. Es un ser humano que expone su necesidad. Sin más. A Jesús no le preocupa que aquella mujer sea samaritana. Es una hermana más. Es hija de Dios. 

      Ahí comienza un diálogo en el que Jesús va a invitar a la samaritana a ir más allá de las normas y los cultos. Como dice Jesús, se acerca la hora en que los que adoran a Dios lo harán en “espíritu y en verdad” y no en este monte o en el otro, o cumpliendo unas leyes u otras. Entonces se abre la mente de la samaritana y no puede menos que anunciar lo que ha “visto y oído” a los otros samaritanos. 

      Pero, ¿qué significa ese “en espíritu y en verdad”? Quizá tendríamos que poner en contacto este relato de la samaritana con la parábola del buen samaritano. Quizá ahí encontramos la clave de lo que significa adorar a Dios para Jesús. No es algo que se hace en el templo –recordemos que en la parábola se reprueba precisamente la actitud del sacerdote y del levita– porque a Dios se le adora allá donde se le encuentra. Y se le encuentra en el prójimo. Más específicamente, en el prójimo necesitado y sufriente. A este punto se nos viene a la memoria la cita de San Ireneo: “La gloria de Dios es la vida del hombre”. La propuesta de Jesús para judíos y samaritanos es la misma: el culto no pasa de ser un folklore si no se fundamenta en un real amor a Dios que se manifieste primeramente en el amor a nuestros prójimos, sobre todo a los que sufren. Es de esperar que esta Cuaresma nos convirtamos a adorar a Dios en espíritu y en verdad, en nuestros hermanos y hermanas que sufren.



Para la reflexión

      ¿Me hago alguna vez preguntas al estilo de la Samaritana? ¿Vivo preocupado por el cumplimiento de las normas y me olvido de amar y servir a mi prójimo? ¿Qué hago para adorar a Dios en mis hermanos y hermanas que sufren?

SANTORAL DE HOY DOMINGO 15 DE MARZO DE 2020

Sisebuto, SantoSisebuto, Santo
Abad, 15 de marzo
Pío Conde Conde, BeatoPío Conde Conde, Beato
Sacerdote y Mártir, Marzo 15
Zacarías, SantoZacarías, Santo
XCI Papa, 15 de marzo
Plácido Riccardi, BeatoPlácido Riccardi, Beato
Monje Benedictino, 15 de marzo
Juan Adalberto Balicki, BeatoJuan Adalberto Balicki, Beato
Sacerdote, 15 de marzo
Clemente María Hofbauer, SantoClemente María Hofbauer, Santo
Presbítero Redentorista, 15 de marzo
Artemide Zatti, BeatoArtemide Zatti, Beato
Médico, 15 de marzo
Lucrecia de Córdoba, SantaLucrecia de Córdoba, Santa
Mártir, 15 de marzo
Luisa de Marillac, SantaLuisa de Marillac, Santa
Patrona de la Asistencia Social, 15 de marzo

FELIZ DOMINGO!!!












sábado, 14 de marzo de 2020

MEDITACIÓN DE CUARESMA: LAS LÁGRIMAS DE CRISTO


Las lágrimas de Cristo
Bertrand de Margerie S.J.





Paradoja: Es precisamente el día de su entrada a Jerusalén, cuando es finalmente reconocido como Mesías y Salvador por la multitud judía, en ese de alegría para Jesús judío y Rey de los judíos, que en medio de los aplausos, ¡llora lágrimas amargas!

Llora, no tanto teniendo a la vista su muerte inminente, cinco días más tarde, ve anticipadamente a Su Ciudad santa, Su Templo destruidos 40 años más tarde por los romanos. Jesús, cuya divinidad domina todos los tiempos, llora de compasión, viendo, previendo los sufrimiento de sus hermanos según la carne en el curso de los siglos, llora de indignación delante de los odios antisemitas, llora de consuelo delante de la oposición de tantos cristianos al racismo: frente a las ruinas futuras de Templo grandioso, en el que tantas veces había adorado en Espíritu a su Padre (cf Jn 4, 23): Tus enemigos no dejarán piedra sobre piedra”. El divino Profeta vio a esos padres que, durante el sitio de la ciudad, ¡comieron a sus propios hijos para no morir de hambre!

Pero la tristeza del Mesías crece, aún más, cuando considera el gran número de judíos, sus hermanos y contemporáneos, “desconocieron el tiempo de su visita” salvífica. ¡Solamente un grupo, sus discípulos, reconoció en la fe los signos de poder, de santidad y de bondad que prodigó a todos, acreditando así su misión divina!

Llora, no tanto su muerte inminente como la ruina futura de sus enemigos. La gran causa de su tristeza, en ese día único de su triunfo terrestre, y su infinita misericordia de Salvador: ¡Vierte lágrimas pensando que deberá castigar en el tiempo como Juez a los que venía a salvar eternamente! La salvación ofrecida por Él sería no la causa, sino la ocasión de su propia muerte y del castigo temporal de una parte de sus hermanos.

¡Oh lágrimas de Jesús triunfante, son un supremo llamado de su amor misericordioso!¡Oh Lágrimas filosemitas… Pero la mayor causa de tristeza de Triunfador es otra: Jesús no llorique, sino llora a mares viendo el odio antisemita de numerosos bautizados en el curso de la historia, de esos apóstatas llamados Hitler y Goebbles y tantos otros.

Ya que el signo específico del cristiano debía ser el amor desinteresado no sóplo de sus amigos, sino también de los enemigos de su fe, Jesús no llora solo el millón de sus ciudadanos muertos en 70 a manos de un ejército pagano. Llora sobre todo por esos hombres bautizados en su sangre que traicionarán la ley de amor ejecutando de manera bárbara, veinte siglos más tarde, seis millones de sus hermanos judíos. Llora por el silencio culpable de algunos cristianos delante de ese genocidio, expresión moderna del deicidio ¡incluso en cada pecado mortal!

¿Piensan en esas lágrimas, los profanadores de tumbas judías? Esa lágrimas de lamentación triunfal de Jesús prefiguran las lágrimas y y la sangre de su agonía, pocos días después, en el huerto de Getsemaní.

Lágrimas reparadoras y meritorias, su súplica muda será atendida por el Padre de las Misericordia el Viernes Santo: “La turba (judía) reunida para ese espectáculo, regresaba golpeándose el pecho” (Lc 23, 48); Lágrimas fecundas, bautizarán, el día de Pentecostés, a los tres mil oyentes  (Hch 2, 41) de Pedro que lloraba sus negaciones. Jesús vino por el agua de su bautismo u de sus lágrimas, por la sangre de su muerte en cruz ( I Jn 5,6). ¡Oh lágrimas poderosas, sigan volviendo a Jesús los corazones de muchos judíos y de algunos antisemitas que se dicen cristianos!

Lágrimas de Jesús triunfante, nos claman siempre: “No lloren por mí, lloren por ustedes mismos” (Lc 23, 28). Lloren, sí, la incredulidad de tantos hombres, los desamores de los cristianos respecto de sus hermanos según la carne del Mesías, todos esos obstáculos a la fraternidad según el Espíritu hacia el Hijo de David que es también el hijo de Dios.

(Este artículo apareció en portugués, en Jornal do Brasil en marzo o abril de 1962, después de mi regreso de Jerusalén. B. de M.)

Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
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