jueves, 10 de octubre de 2019

SABÍAS QUE UN SACERDOTE FUNDÓ EL PRIMER HOSPITAL PSIQUIÁTRICO DEL MUNDO?


¿Sabías que un sacerdote fundó el primer hospital psiquiátrico del mundo?
Redacción ACI Prensa
P. Juan Gilabert Jofré


Al presenciar cómo pegaban a un enfermo mental, el mercedario P. Jofré le defendió y comenzó una labor que culminó en la construcción del primer hospital psiquiátrico del mundo en la ciudad de Valencia (España). 

El P. Juan Gilabert Jofré nació en Valencia en el año 1350. Desde niño sintió la llamada a ser religioso, pero por complacer a sus padres estudió en Lérida Derecho Civil y Canónico. Durante su tiempo universitario trató con San Vicente Ferrer quien estudiaba allí Teología.

En 1369 volvió a Valencia y comenzó a vivir una intensa vida espiritual, comulgando con frecuencia, visitando a los pobres y asistiendo cada día a Misa. Entró en la Orden de la Merced en el año 1370.

Posteriormente se trasladó a Valencia y fue allí donde el P. Jofré realizó una de las obras más importantes y por la que será recordado: la creación del primer hospital psiquiátrico del mundo occidental.

El viernes 24 de febrero de 1409 el P. Jofré se dirigía desde el convento de la Plaza de la Merced a la catedral. En el trayecto, probablemente en la calle Martín Mengod, antigua Platerías, próxima a la iglesia de Santa Catalina, llamó su atención un fuerte alboroto. Unos jóvenes golpeaban y se burlaban de un hombre perturbado, al que gritaban “¡al loco, al loco!”. El sacerdote se interpuso entre los agresores y el agredido, protegió al hombre y se lo llevó a la residencia mercedaria, donde le dio cobijo y dispuso que le curasen las heridas.

El padre Jofré defendiendo a un demente. Por Joaquín Sorolla (1887).

Ahí comenzó a pedir caridad con los enfermos mentales y a impulsar la creación de un hospital para estas personas. La iniciativa llegó a oídos del Papa Benedicto XIII, que autorizó el hospital en una bula del 16 de mayo de 1410, en la que el centro debía estar bajo la advocación de los Santos Inocentes Mártires.

El 1 de junio de 1410 se fundó el Hospital de los Inocentes, para recoger a enfermos mentales, pobres y niños abandonados. La capilla del hospital la dedicó a la advocación de Nuestra Señora de los Desamparados, que después sería la patrona de Valencia.


Este fue el primer hospital en el mundo que proporcionaba a los enfermos mentales tratamiento médico hospitalizado y una residencia donde vivir. Posteriormente se convirtió en el actual Hospital Universitario de Valencia (España).

El P. Jofré se unió a San Vicente Ferrer en la evangelización de musulmanes en Murcia, Valencia, Salamanca e Italia, y en otras misiones de evangelización, hasta que en el año 1417 volvió al monasterio mercedario de Nuestra Señora del Puig, donde falleció nada más llegar. Era el 18 de mayo de 1417.

En 1585 el cuerpo fue analizado y se halló incorrupto y flexible. Lamentablemente su devoción decayó y en el siglo XIX se comenzó el proceso de canonización que se retomó posteriormente en el siglo XX. Finalmente en el año 1996 se reabrió y se finalizó la fase diocesana en el año 2007, para luego ser enviada a Roma.

ESTOS SON LOS RETRATOS OFICIALES DE LOS 5 NUEVOS SANTOS


Estos son los retratos oficiales de los 5 nuevos santos
Redacción ACI Prensa
Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




Cercanos a la canonización de 5 nuevos santos, la Basílica de San Pedro ya luce sus retratos oficiales, destacando el Cardenal John Henry Newman, sacerdote converso del anglicanismo, y la beata Dulce Lopes Pontes, primera santa brasileña.



Cardenal John Henry Newman

John Henry Newman nació en Londres en 1801. Fue ordenado sacerdote de la Iglesia Anglicana, y en 1845 se convirtió al catolicismo siendo ordenado sacerdote de la Iglesia Católica. Tomó como lema “Cor ad cor loquitur” (El corazón habla al corazón), cuando fue creado cardenal en 1879. Murió el 11 de agosto de 1880.



Giuseppina Vannini

Giuseppina Vannini nació en Roma en 1859, a los cuatro años perdió a su padre y tres años más tarde a su madre. Fue acogida en el Conservatorio Torlonia de Roma. Durante unos ejercicios espirituales conoció al P. Camiliano Luigi Tezza y junto a él fundó en 1892 una nueva congregación con el nombre de Hijas de San Camilo. Falleció en 1911.



María Teresa Chiramel Mankidiyan

María Teresa Chiramel Mankidiyan nació 1876 en Puthenchira, en el estado de Kerala (India). Recibió de Dios muchos favores místicos, como tener visiones de la Virgen y de los santos; además a partir de 1909 experimentó los estigmas de Cristo, los que mantuvo siempre en secreto. En 1914 fundó la congregación de las Hermanas de la Sagrada Familia. Falleció en 1926.



Dulce Lopes Pontes

María Rita Lopes Pontes nació en 1914. Tenía siete años cuando murió su madre y a los 18 años entró en la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, donde comenzó a llamarse Dulce. Fundó la Unión de los Trabajadores de San Francisco y el hospital de Sant'Antonio. Falleció en 1992.


Marguerite Bays

Marguerite Bays nació en Suiza, en el cantón de Friburgo en 1815. Hija de agricultores, desarrolló durante toda su vida la labor de costurera. Enfermó de cáncer antes de los 40 años, pero se curó inexplicablemente el 8 de diciembre de 1854, el día en que Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción. Vivió muchas experiencias místicas y experimentó los estigmas. Falleció en 1879.

Las imágenes del Cardenal Newman y las cuatro mujeres fueron colocadas este jueves 10 en la fachada de la Basílica de San Pedro. Estos cinco beatos serán canonizados este domingo 13 de octubre por el Papa Francisco.

CONOCE A LA BEATA ITALIANA QUE DIO SU VIDA POR LOS ENFERMOS Y QUE SERÁ SANTA


Conoce a la beata italiana que dio su vida por los enfermos y que será santa
Redacción ACI Prensa




La beata Giuseppina Vannini será canonizada este domingo 13 de octubre junto con el Cardenal John Newman y otros cuatro beatos en una ceremonia presidida por el Papa Francisco en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

Giuseppina Vannini nació en Roma en 1859, a los cuatro años perdió a su padre y tres años más tarde a su madre, separada de sus dos hermanos, fue acogida en el Conservatorio Torlonia de Roma.

Decidió entrar en el noviciado de las Hermanas de la Caridad de Siena, una congregación de las hermanas vicentinas. Sin embargo, debido a su frágil salud, tuvo que regresar a Roma en 1887, donde retomó su formación religiosa.

Durante unos ejercicios espirituales en 1891 conoció al P. Camiliano Luigi Tezza, quien reconoce en ella la persona indicada para iniciar una nueva congregación que con el nombre de Hijas de San Camilo es fundada 1892. Se trata de una congregación dedicada al cuidado de los enfermos.

Después de varias semanas de discernimiento, Giuseppina Vannini aceptó el encargo y en marzo de 1892 y en diciembre de 1895 fue nombrada Superiora General de la congregación.

La congregación creció rápidamente, con nuevas comunidades en diversas localidades de Italia a pesar de las dificultades para lograr la aprobación pontificia.

A partir de 1910, la salud de Giusepppona Vannini empeoró debido a problemas graves de corazón. Falleció en 1911. El 16 de octubre de 1994 fue beatificada por San Juan Pablo II gracias al milagro obrado en Olga Nuñez, de Buenos Aires, quien sufría de melanoma. Las Hijas de San Camilo pusieron una reliquia de la Madre Giuseppina en su cama de hospital, mientras oraban una novena pidiendo la intercesión de su fundadora. Milagrosamente la enfermedad empezó a desaparecer, hasta estar curada totalmente.

El segundo milagro, y el que permitirá su canonización, involucra a Arno Celson Klauck, constructor de Sinop (Brasil), quien cayó desde el tercer piso por el hueco de un elevador mientras colocaba vigas de madera. Él invocó la ayuda de la religiosa mientras caía Milagrosamente, fue hallado únicamente con moretones.

BRASIL TENDRÁ SU PRIMERA SANTA ESTE DOMINGO


Brasil tendrá su primera santa este domingo
Redacción ACI Prensa




El Papa Francisco canonizará este domingo 13 de octubre a la Beata Dulce Lopes Pontes, que será la primera santa brasileña conocida como el “ángel bueno de Bahía”. 

A la futura santa se le recuerda por ser la imagen de la caridad, pues dedicó su vida a atender a los pobres y desarrolló una importante obra social en Bahía, donde fundó varios hospitales de caridad y una red de apoyo social.

Asimismo, será declarada santa 27 años después su fallecimiento, siendo la tercera canonización más rápida de la historia reciente de la iglesia, luego de San Juan Pablo II (9 años luego de su muerte) y Santa Teresa de Calcuta (19 años después de fallecida).

Su vida

María Rita Lopes Pontes nació en Bahía (Brasil) el 26 de mayo en 1914, fue la segunda de cinco hermanos. Su padre, Augusto, era dentista y profesor de la facultad de Odontología, su madre, Dulce María, murió 1921 a los 26 años.  

María Rita a los 13 años comenzó a recibir mendigos y enfermos en su hogar, transformando la residencia familiar en un centro de atención. La casa se hizo conocida como “La Ordenanza de San Francisco”, debido a la gran cantidad de necesitados que acogía.

Junto a una de sus tías, conoció los lugares más necesitados de la ciudad, quedando marcada por la pobreza. Su interés por la vida religiosa despertó durante su adolescencia. Así, en 1933, después de graduarse como profesora, ingresó en el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, tomando como nombre Dulce, en honor a su madre.

La hermana Dulce entregó su vida al servicio de los necesitados, fundó la Unión de los Trabajadores de San Francisco, un movimiento cristiano de trabajadores en Bahía (Brasil), el hospital de Sant'Antonio y una red de apoyo social que dirigió hasta el día de su muerte. 

Sus numerosas fundaciones se reúnen bajo el nombre de Obras Sociales “Hermana Dulce”, que actualmente incluyen el Complejo Roma, una red de hospitales y centros de salud para los más pobres y el Centro Educativo San Antonio. Adicionalmente, la organización gestiona varios centros de salud del municipio de San Salvador.

Conoció a San Juan Pablo II, con quién tuvo dos reuniones en 1980 y 1991, cuando se encontraba hospitalizada por problemas de salud. Su humanismo y sus obras de caridad llevaron al entonces presidente de Brasil, José Sarney, a postularla en 1988 al Premio Nobel de la Paz. Falleció el 13 de marzo de 1992.

Fue beatificada por Benedicto XVI en 2011 luego de comprobarse su intercesión en la sanación milagrosa de Claudia Cristina dos Santos en 2001, quien sufría una hemorragia incontrolable después de dar a luz a su segundo hijo, Gabriel.

Luego de tres intervenciones y 18 horas de sangrado, los médicos habían perdido las esperanzas, pero su familia decidió pedir la intercesión de la beata y la hemorragia se detuvo inmediatamente.

El segundo milagro que permitirá su canonización es la curación milagrosa de José Maurício Bragança Moreira, un maestro que padeció ceguera durante 14 años debido a un severo glaucoma. El 2014 sufría una conjuntivitis aguda que no podía calmar. A los cuatro días sin dormir, puso una pequeña estatua de la beata sobre su ojo y le pidió su intercesión. Se quedó dormido y a la mañana siguiente recuperó gradualmente la visión.

SANTORAL DE HOY JUEVES 10 DE OCTUBRE DE 2019

Paulino de York, SantoPaulino de York, Santo
Obispo, 10 Octubre
Juan Thwing de Bridlington, SantoJuan Thwing de Bridlington, Santo
Monje, 10 de octubre
Daniel Comboni, SantoDaniel Comboni, Santo
Obispo y Fundador, 10 de octubre
Angela María Truszkowska, BeataAngela María Truszkowska, Beata
Fundadora, 10 Octubre

domingo, 6 de octubre de 2019

10 CONSEJOS PRÁCTICOS PARA REZAR EL ROSARIO TODOS LOS DÍAS


10 consejos prácticos para rezar el Rosario todos los días
Tomados del libro “El Rosario: Teología de rodillas”, de Mons. Florian Kolfhaus


Por: Mons. Florian Kolfhaus | Fuente: ACI Prensa




Próximos a la celebración de la Virgen del Santo Rosario este viernes 7 de octubre, se presenta la oportunidad de redescubrir esta oración, que no solo muestra los misterios de la vida de Jesús y de la Virgen María, sino que fortalece la vida cristiana y concede gracias especiales que la misma Madre de Dios prometió a la humanidad.

Aquí 10 consejos prácticos para rezar el Rosario todos los días, tomados del libro “El Rosario: Teología de rodillas”, del  sacerdote, escritor y funcionario de la Secretaría de Estado del Vaticano, Mons. Florian Kolfhaus:

1. Tener el Rosario en el bolsillo

Todo católico debe tener siempre un Rosario en su bolsillo. Existe el denario con sólo diez cuentas y que puede transportarse fácilmente.

Siempre que busques un pañuelo o una llave antes de salir, recuerda también llevar el Rosario de Jesús y María.


2. Aprovechar el tiempo libre también para rezar

En la vida cotidiana siempre hay un "tiempo libre" que podremos aprovechar para rezar el Rosario: cuando esperamos la consulta médica, un bus, una llamada importante, entre otros.

Y si por alguna razón una persona no desea mostrarse en una “sala de espera” como católico practicante, también puede utilizar sus manos: tenemos diez dedos, para contar con ellos los Avemarías.

3. Rezar mientras se realizan quehaceres y deporte

Muchas actividades no requieren pensar mucho, porque las hacemos mecánicamente. Cuando se pica la cebolla, se tiende la ropa o se lava el auto también se puede rezar el Rosario. Así como cuando las personas que se aman piensan en el otro sin importar la actividad que realicen, el Rosario ayuda a permanecer en sintonía con el corazón de Jesús y María.


Esto también funciona para muchos deportes: correr, andar en bicicleta o nadar son actividades en las que se puede rezar el Rosario al ritmo de la propia respiración (ya sea de forma interna o en voz alta si estás solo en un campo abierto).

4. Las imágenes y la música también pueden ayudar

El Rosario es una oración contemplativa. Más importante que las palabras que usemos, es la predisposición de nuestro corazón para contemplar cada uno de los misterios.

Para este propósito se puede buscar en Internet 5 imágenes que nos ayuden a contemplar cada pasaje de la vida Cristo y María. Por otro lado, la música también puede ser útil si se ejecuta en un segundo plano para encontrar paz.

5. Canalizar nuestras distracciones para rezar

Es difícil una oración en la que no surjan distracciones. Una y otra vez los pensamientos vienen a nuestra mente: la lista de compras, el cumpleaños de un amigo, una enfermedad o una preocupación. Si luchamos contra ella en la oración, a menudo es peor.

Es mejor reunir estas "distracciones" y rezar un Avemaría por las personas, por los amigos y familiares, por uno mismo y los problemas. De este modo la oración se hace sincera y personal.

6. Rezar por el otro mientras nos desplazamos

En el camino al trabajo o a la escuela, ya sea en auto o en bus, en tren o caminando, es posible rezar el Rosario sin bajar la cabeza y cerrar los ojos.

Rezar mientras nos desplazamos significa dedicar los Avemarías a las personas con las que hemos establecido contacto o visto durante el día; también por las empresas e instituciones que están en mi camino.

Por ejemplo, si veo a un doctor en mi camino puedo rezar por las personas que atenderán sus enfermedades con él.

7. Orar de rodillas o peregrinando

El Rosario puede rezarse siempre y en todo lugar. A veces, cuando se reza de rodillas o se peregrina se puede llegar a sentir un "desafío físico". Sin embargo esto no se trata de “torturarse” o aguantar el mayor tiempo posible, sino de tener en cuenta que tenemos un cuerpo y alma para adorar a Dios. Por lo tanto, el rosario es también una oración de peregrinación.

8. Conectar cada misterio con una intención

No siempre se tiene que rezar el Rosario de corrido. A menudo puede ser útil conectar cada misterio con una preocupación particular: mi madre, un amigo, el Papa, los cristianos perseguidos. Cuanto más específico sea, mejor. La alabanza y dar gracias a Dios no deben tampoco estar ausentes.

9. Rezarlo en momentos de sequía espiritual

Nosotros los cristianos no somos “yoguis” que debemos cumplir con prácticas ascéticas para “vaciar” nuestra mente. Si bien nuestra relación con Dios está por encima de cualquier actividad, hay también momentos de sequía y aflicción en los que no se puede orar.

En estos momentos difíciles, tenemos que recogernos con el Rosario y simplemente recitar las oraciones. Esto no es una charla pagana, sino que aquella pequeña chispa de buena voluntad que ofrecemos a Dios, puede fomentar que el Espíritu Santo avive la llama de nuestro espíritu.

En tiempos difíciles, incluso puede ser suficiente sostener el Rosario sin pronunciar una palabra. Este estado desdichado ante Dios y su madre se convierte en una buena oración y ciertamente no permanece sin respuesta.

10. Caer dormido rezando el Rosario

El Rosario no debe estar solo es nuestro bolsillos, sino en cada mesita de noche. Cuando se intenta conciliar el sueño también se pueden rezar los Avemarías y es mejor que contar ovejas.

En ocasiones solo las personas mayores y enfermas se “aferran” al Rosario por la noche debido a las promesas de seguridad, fortaleza y consuelo. Sin embargo, también en los buenos tiempos se debe recurrir a esta oración y pedir especialmente por aquellos que sufren.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 6 DE OCTUBRE DE 2019


Lecturas de hoy Domingo 27º del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Hoy, domingo, 6 de octubre de 2019


Primera lectura
Lectura de la profecía de Habacuc (1,2-3;2,2-4):

¿Hasta cuándo, Señor,
pediré auxilio sin que me oigas,
te gritaré: ¡Violencia!,
sin que me salves?
¿Por qué me haces ver crímenes
y contemplar opresiones?
¿Por qué pones ante mí
destrucción y violencia,
y surgen disputas
y se alzan contiendas?
Me respondió el Señor:
Escribe la visión y grábala
en tablillas, que se lea de corrido;
pues la visión tiene un plazo,
pero llegará a su término sin defraudar.
Si se atrasa, espera en ella,
pues llegará y no tardará.
Mira, el altanero no triunfará;
pero el justo por su fe vivirá.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 94,1-2.6-7.8-9

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: 
«No endurezcáis vuestro corazón».

V/. Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

V/. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.

V/. Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras». R/.


Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
 (1,6-8.13-14):

Querido hermano:
Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,5-10):

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor:
«Auméntanos la fe».
El Señor dijo:
«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: “Enseguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis más bien: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid:
“Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer”».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 6 de octubre de 2019
Fernando Torres cmf


Señor, auméntanos la fe

      Cuando era pequeño, me dijeron que fe es “creer lo que no se ve”. Entonces, ¿cómo podían hablar los apóstoles de fe? ¿Cómo podían pedir a Jesús que les “aumentase la fe”? Ellos ya lo veían, lo tenían delante. No necesitaban la fe para creer que Jesús era Jesús. Además, le veían hacer milagros, escuchaban sus palabras. ¿Sería que no necesitaban la fe?

      La realidad es muy diferente. La fe es precisamente “creer lo que no se ve”. Y los apóstoles no veían más allá de un hombre que hacía cosas extraordinarias, algunas de las cuales no eran capaces de entender. Le fe les invitaba a ir más allá, a experimentar la presencia de Dios en aquel hombre. Lo mismo pasa con las relaciones humanas. Podemos demostrar que dos y dos son cuatro pero ¿cómo demostrar la amistad o el amor entre dos personas? Ahí no nos podemos servir más que de indicios, de pistas –la manera como se tratan, la forma como actúan, la persistencia en el tiempo de la relación, la superación de las dificultades...–. Dicho con un ejemplo, cuando dos enamorados se miran a los ojos y se dicen que se quieren, cada uno de ellos cree al otro porque la verdad es que no tienen una prueba fehaciente de que esas palabras sean algo más que palabras. Desgraciadamente no sería la primera vez que una persona engaña a otra. Por eso, de entrada toda relación humana es siempre una relación de fe, de confianza. Confiamos en que el otro no nos engaña. Creemos en él. 

      Lo mismo se puede decir de la fe en Dios. No se trata de aceptar unas verdades imposibles de comprender y decir “vale, lo acepto”. No se trata de comulgar con ruedas de molino. Se trata de experimentar la presencia de Dios, de sentirlo presente en mi vida, en la vida de los hermanos y hermanas, en la vida de la Iglesia, en el mundo, en la creación, y confiar que esa presencia es una presencia bondadosa, hecha de amor y misericordia, que desea nuestra libertad, nuestro bien, nuestra felicidad. 

      Pero a veces nuestra fe decae. Esa relación de confianza conoce momentos de debilidad, de recelo, de sospecha. Entonces nos sentimos desanimados, sin fuerzas. El amor de Dios que sentíamos que llenaba nuestro corazón de fuerza y entusiasmo se desvanece. El compromiso por ser mejores, por ayudar a los necesitados, por amar a los que viven con nosotros, por perdonar sin medida, como Dios nos perdona, flaquea. Todos hemos experimentado alguna vez esos sentimientos de duda, de pérdida de la confianza. 

      Ahí viene la petición de los apóstoles. “Señor, auméntanos la fe”. Y el texto de Pablo que nos dice: “reaviva el don de Dios que recibiste... porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde sino un espíritu de energía, amor y buen juicio”.



Para la reflexión

      ¿Me he sentido alguna vez desanimado en mi vida cristiana? ¿He orado en ese momento pidiendo a Dios que me “aumente la fe”? ¿Confío realmente en Dios, en que él me ofrece su perdón y su amor para mí y para mis hermanos y hermanas?

PAPA FRANCISCO: EL HOMBRE DE FE SE SOMETE COMPLETAMENTE A DIOS


Papa Francisco: El hombre de fe se somete completamente a Dios
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco afirmó que “el hombre de fe se somete completamente a Dios sin cálculos ni pretextos”.

Así lo señaló este domingo 6 de octubre durante el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

En su alocución previa al rezo, el Santo Padre señaló que “la medida de la fe es el servicio”, y el mismo Jesús, mediante dos parábolas, explica “cómo podemos comprender si verdaderamente tenemos fe, es decir, si nuestra fe, aunque minúscula, es genuina, pura, auténtica”.


Esas dos parábolas son la del grano de mostaza y la del siervo disponible, que Jesús narra a sus discípulos como respuesta a su petición de “auméntanos la fe”, una petición que, según el Santo Padre, puede ser “una bella oración que debemos rezar mucho a lo largo del día: ‘Señor, auméntanos la fe’”.

En la primera parábola Jesús dice a sus discípulos que “Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido”.

Francisco recordó que “el sicómoro es un árbol robusto, bien enraizado en la tierra y resistente a los vientos. Jesús, por lo tanto, quiere hacer comprender que la fe, incluso si es pequeña, puede tener la fuerza de arrancar un sicómoro y, después trasplantarlo en el mar, que es, algo todavía más improbable: nada es imposible para el que tiene fe, porque no se fía de sus propias fuerzas, sino de las de Dios, que todo lo puede”.

“La fe como un grano de mostaza no es una fe grande, segura de sí, no presumen de ser un gran creyente, no aparenta. No. Es una fe que en su humildad tiene una gran necesidad de Dios y, en la pequeñez, se abandona con plena confianza a Él. Es la fe que nos da la capacidad de mirar con esperanza a los sucesos de la vida, que nos ayuda a aceptar incluso los fracasos y los sufrimientos, en la conciencia de que el mal no tiene la última palabra”.

La segunda parábola, la del siervo disponible, es la que muestra cómo el servicio es la medida de la fe. Se trata de una parábola “que en un primer momento resulta un poco desconcertante”, reconoció Francisco, “porque presenta la figura de un padrón prepotente e indiferente”.


Ese padrón “no tiene piedad de su siervo que regresa cansado de los campos y que, sin embargo, le ordena que le prepare de comer y sólo luego le permite sentarse. Pero, precisamente, este modo de actuar del padrón resalta el verdadero centro de la parábola, es decir, la actitud de disponibilidad del siervo. Jesús quiere decir que así es el hombre de fe ante Dios: se somete completamente a su voluntad sin cálculos o pretextos”.

“Esta actitud hacia Dios se refleja también en el modo de comportarse en comunidad: se refleja en la alegría de estar al servicio unos de otros, encontrando en ello la propia recompensa y no en los reconocimientos o en las ganancias que de ellos se pueda derivar. Es eso lo que enseña Jesús al finalizar esta narración: ‘Cuando hayáis hecho todo aquello que se os ha ordenado, decid: ‘Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer’. Siervos inútiles, es decir, sin pretextos para ser felicitados, sin reivindicaciones”.

El Papa Francisco finalizó subrayando que esa expresión, ‘Somos siervos inútiles, es una muestra “de humildad y de disponibilidad que hace mucho bien a la Iglesia y que remite a la actitud justa para su modo de actuar: el servicio humilde del cual ha dado ejemplo Jesús lavando los pies a los discípulos”.

HOY INICIAMOS LA NOVENA A SANTA TERESA DE JESÚS - 6 AL 14 DE OCTUBRE


Hoy 6 de octubre iniciamos la Novena a Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia


 (ACI).- “Rogarle (a Dios) que vaya siempre adelante el aumento de la Iglesia Católica”, exhortaba Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia, fundadora de las Carmelitas Descalzas y patrona de los escritores españoles católicos; y cuya fiesta celebra la Iglesia universal este 15 de octubre.


Por ello, cercanos a su fiesta central, ofrecemos una novena para pedir su intercesión.



Primer Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Primer día
Amada en Jesucristo y de su querida Madre, Santa Teresa de Jesús, quien inspirada por Dios para reformar la Sagrada Orden del Carmen, fuiste espejo de castidad y pureza abrasada en el amor de Dios, consígueme la gracia de imitarte hasta la muerte.

Aquí me tienes postrado a tus plantas, deseando que obres en mí esa celestial sabiduría que te hizo predilecta para Jesucristo y su divina Madre, María Santísima. Yo te dedico esta novena para tu honra y gloria y bien de mi alma. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Segundo Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Segundo día
Aquí me tienes ¡oh Dios mío! a mí, vil gusanillo de la tierra, ciego por el camino de la perdición, que no teniendo en cuenta lo que padeciste por todas las criaturas, sufriendo tu sacratísima pasión y muerte por todos los pecadores, dame, Señor, esa luz divina que me inspire en tu bondad y misericordia infinita, para que sea digno de alcanzar la bienaventuranza, como la alcanzó la seráfica y gloriosa virgen Santa Teresa de Jesús. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Tercer Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Tercer día
¡Oh! mi buen Jesús, Dios y Señor de todo lo creado; yo te adoro y te amo de todo corazón con arrepentimiento sincero de todas mis culpas y pecados. Te pido que por favor abraces mi corazón como a tu amada esposa Santa Teresa de Jesús. Comunícame, Señor, esa llama celestial que limpie mi alma de toda culpa, para que sea digno de alcanzar la gloria que tanto deseo. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Cuarto Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Cuarto día
Te saludo resplandeciente lirio de la hermosura y sosegada primavera, Virgen Sagrada, divina esposa de Jesucristo que mereciste los dones celestiales y la predilección de María Santísima, dando al mundo ejemplos de virtud y de ternura.

Te suplico ¡oh Santa Teresa de Jesús! me comuniques la gracia del Eterno que tú mereciste para ser admitida en el seno de los cielos y así tener la dicha de acompañarte en la mansión de los justos. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Quinto Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús



Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Quinto día
Santa Teresa de Jesús, yo te escojo como ayuda piadosa, madre de mi flaqueza, de mis atenciones y necesidades; yo me entrego en tus brazos, lleno de arrepentimiento de todos mis pecados, para que me cubras con tu hábito seráfico, como a hijo tuyo, para que me consueles con tu gracia pidiendo a nuestro Señor Jesucristo, y a su purísima Madre, por este mortal que desea de todo corazón participar de la gloria reservada a las almas justas. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Sexto Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Sexto día
Santa Teresa de Jesús, aquí me tienes sumisa y arrepentida de todos mis pecados, pidiéndote la protección de Jesús y de su divina Madre, María Santísima. Por favor intercede para que obtenga la misericordia del Dios y la gracia de servirlo cumpliendo los mandamientos. Asimismo te pido que me socorras en el trance crítico de la muerte para morir en santa gracia. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús

Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Séptimo Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Séptimo día
Oh Dios misericordioso y clemente, cuyo espíritu de bondad manifiestas a los mortales cuando más pecadores se manifiestan. Eres, pues, pastor de las ovejas descarriadas que con vuestra infinita bondad y misericordia las diriges al redil de la bienaventuranza.

Te pido, mi buen Jesús, infiltres en mí ese espíritu para que yo me arrepienta de todos los pecados cometidos durante mi vida y sea yo tan feliz, como Santa Teresa de Jesús, para alabarte en la gloria por siempre jamás. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Octavo día
Señor mío Jesucristo, yo te adoro y amo de todo corazón y quisiera participar de los dolores de tu Pasión y muerte que sufriste por nosotros los pecadores. Pase por mí también el amargo cáliz de tantos padecimientos, como te dignaste favorecer a Santa Teresa de Jesús, para que mi alma quede purificada y pueda alcanzar la gloria que tienes reservada a los que te sirven. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Noveno Día de la Novena a Santa Teresa de Jesús


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria para todos los días
Dulcísimo, amantísimo y reverendísimo Jesucristo, padre de todas las misericordias: aquí me tienes rendido a tus pies para manifestarte que te amo sobre todas las cosas y con la pena de haberte ofendido, te suplico de todo corazón que me perdones mis culpas y pecados; te suplico también por intercesión de tu queridísima Madre, María Santísima, me concedas la gracia para participar de esta Novena en honor de tu hija Santa Teresa.

Noveno día
Dios y Señor de todo lo creado, agradable es a tu divina misericordia la muerte de los que abandonan en gracia esta miserable vida y van a ser partícipes de la eterna bienaventuranza. Concédeme, Señor, a mí esa virtud con que favoreciste a Santa Teresa de Jesús por sus muchas virtudes dándole una muerte feliz, cuya alma voló al cielo en forma de blanca paloma donde la esperaban gozosos para celebrar su triunfo millares de coros de vírgenes, ángeles, arcángeles y serafines.

Te suplico, oh Santa Teresa de Jesús, que pidas por mí a tu esposo, nuestro Señor Jesucristo y a su bendita Madre, María Santísima, que se me conceda una buena muerte y que vaya después a gozar la eterna gloria. Amén.

Se rezan tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias a la Santísima Trinidad y se dice la petición que se desea obtener por medio de esta novena.

Oración a Santa Teresa de Jesús
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también,
te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios. Amén.

Oración final
Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


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