miércoles, 19 de diciembre de 2018

IMÁGENES Y GIFS DE PESEBRES NAVIDEÑOS

















































EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 18 DE DICIEMBRE 2018


Lecturas de hoy 19 de Diciembre. Feria de Adviento
 Hoy, miércoles, 19 de diciembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de los Jueces (13,2-7.24-25a):

EN aquellos días, había en Sorá un hombre de estirpe danita, llamado Manoj. Su esposa era estéril y no tenía hijos.
El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo:
«Eres estéril y no has engendrado. Pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora guárdate de beber vino o licor, y no comas nada impuro, pues concebirás y darás a luz un hijo. La navaja no pasará por su cabeza, porque el niño será un nazir de Dios desde el seno materno. Él comenzará a salvar a Israel de la mano de los filisteos».
La mujer dijo al esposo:
«Ha venido a verme un hombre de Dios. Su semblante era como el semblante de un ángel de Dios, muy terrible. No le pregunté de dónde era, ni me dio a conocer su nombre. Me dijo: “He aquí que concebirás y darás a luz un hijo. Ahora, pues, no bebas vino o licor, y no comas nada impuro; porque el niño será nazir de Dios desde el seno materno hasta el día de su muerte”».
La mujer dio a luz un hijo, al que puso de nombre Sansón. El niño creció, y el Señor lo bendijo. El espíritu del Señor comenzó a agitarlo.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 70,3-4a.5-6ab.16-17

R/. Que se llene mi boca de tu alabanza,
y así cantaré tu gloria.

V/. Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.

V/. Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.

V/. Contaré tus proezas, Señor mío;
narraré tu justicia, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,5-25):

EN los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, “para convertir los corazones de los padres hacía los hijos”, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada».
Respondiendo el ángel, le dijo:
«Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena noticia. Pero te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento oportuno».
El pueblo, que estaba aguardando a Zacarías, se sorprendía de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
Al cumplirse los días de su servicio en el templo, volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir de casa cinco meses, diciendo:
«Esto es lo que ha hecho por mí el Señor, cuando se ha fijado en mi para quitar mi oprobio ante la gente».

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 19 de diciembre de 2018
 Edgardo Guzman, cmf


Queridos amigos y amigas:

En la liturgia de la Palabra de este día encontramos dos anuncios de nacimiento. El primero es del libro de los Jueces que nos narra el anuncio del nacimiento de Sansón. El autor utiliza un género literario clásico de la anunciación bíblica de los grandes personajes. Este modelo sigue un esquema que se repite: aparición del Ángel del Señor, turbamento o temor de la persona visitada, comunicación del mensaje del Señor y signo de reconocimiento.

Una característica común de estos “anuncios de nacimiento” es que Dios se los realiza siempre a personas con un corazón pobre y humilde. Las condiciones de posibilidad para responder al llamado de Dios están en la colaboración plena con su proyecto salvador y la fidelidad a su designio de amor: “ahora guárdate de beber vino o licor, y no comas nada impuro”. Este texto del libro de los Jueces se convierte en una profecía del anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y de Jesús.

En el relato de Lucas aparecen estos mismos elementos de la anunciación bíblica que encontramos en el Antiguo Testamento. Con ellos se describen el anuncio del nacimiento de Juan. El evangelista le da un rico valor simbólico, teológico y espiritual. Como vemos ambos textos son un claro preludio del anuncio del nacimiento del Mesías salvador. Aunque también podemos notar sus diferencias simétricas. Veamos algunas de estas diferencias para sacar de ellas algunas implicaciones practicas.  
Mientras el anuncio del nacimiento de Juan se hace en el gran templo de Jerusalén, el anuncio que el Ángel Gabriel le hace a María se da en la simplicidad de una casa de Nazaret. Frente a la incredulidad de Zacarías contrasta la fe de María. El nacimiento del precursor se da en el seno de una mujer casada estéril, en cambio el Mesías nace en el seno de una virgen. Como signo de reconocimiento Zacarías quedará mudo, en cambio María saldrá a anunciar llena de jubilo a su prima Isabel el don de su maternidad. 

De este paralelismo bíblico podemos sacar algunas deducciones. De alguna forma se nos está queriendo decir que al llegar la plenitud del tiempo de salvación solo hay espacio para una fe humilde y para acoger con humildad la Palabra de Dios. Vivimos en un tiempo donde la idea de Dios se da por descontado. Cada vez nos movemos mas en ambientes secularizados. Nuestro mundo pierde cada día no solo la sensibilidad religiosa, sino también la sensibilidad humana. Nosotros podemos dar testimonio con humildad y con coraje de que vale la pena creer en este Dios de la vida. 

Los anuncios de nacimiento que leemos hoy son una invitación para saber esperar y para no dejar de escuchar Aquel que llama eternamente. A partir de esta escucha silenciosa y fiel hacemos posible que Dios se siga encarnando hoy en nuestra historia, nuestras culturas, nuestros ambientes y nuestras familias para hacer germinar un tiempo nuevo de salvación.

Fraternalmente, 
Edgardo Guzmán, cmf. 
eagm796@hotmail.com

SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 19 DE DICIEMBRE DEL 2018

Guillermo de Fenolis, BeatoGuillermo de Fenolis, Beato
Religioso, 19 de diciembre
Anastasio I, SantoAnastasio I, Santo
XXXIX Papa, 19 de diciembre
Darío, SantoDarío, Santo
Mártir, 19 de diciembre
Bernardo de Teramo, SantoBernardo de Teramo, Santo
Obispo, 19 de diciembre
Urbano V, BeatoUrbano V, Beato
Papa, 19 de Diciembre

BUENOS DÍAS!!




martes, 18 de diciembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 18 DE DICIEMBRE 2018



Lecturas de hoy 18 de Diciembre. Feria de Adviento
Hoy, martes, 18 de diciembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (23,5-8):

MIRAD que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 71,1-2.12-13.18-19

R/. En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente. 

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

V/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

LA generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy martes, 18 de diciembre de 2018
 Edgardo Guzman, cmf
Queridos amigos y amigas:

Algo particular de las ferias de Adviento es ponernos delante del misterio de la Navidad para “sentir y gustar”, como decía San Ignacio, todo el contenido teológico y espiritual que guarda. Es fundamental acercarnos a los textos con sencillez y humildad, para dejarnos sorprender por la Palabra. Tenemos siempre el peligro de dar por sabidos los relatos bíblicos, con ello cerramos la posibilidad de poder escuchar la sorprendente novedad de Dios que nos habla.

En la primera lectura el profeta Jeremías anuncia, en forma de oráculos, a un rey sabio, descendiente de David que reinará con justicia y derecho. En un segundo oráculo el profeta manifiesta el deseo del fin del exilio y que el pueblo disperso de Israel retorne para habitar “en su propia tierra”. Jeremías promete que Dios va a intervenir en la historia porque es fiel a sus promesas y establecerá un reino de paz y de justicia. Por eso, a este rey se le pondrá por nombre: “El-Señor-es-nuestra-justicia”. En estrecha relación con esta lectura se encuentra el evangelio de hoy.

Mateo nos presenta el anuncio del nacimiento de Jesús a José, hijo de David. María prometida de José se encuentra en cinta por obra del Espíritu Santo. Cuando José, un “hombre justo”, decide repudiarla en secreto el Ángel del Señor le revela en sueños el plan de Dios: “María dará a luz el salvador esperado”. José, modelo de todo creyente, acoge con fe y simplicidad el plan de Dios, aunque no lo comprenda del todo. Él sabe poner toda su confianza y fidelidad al llamado que Dios le hace: “no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.

Es sorprender ver en este texto de Mateo cómo Dios cuenta con la colaboración del ser humano para llevar adelante su designio de amor y salvación. De esta forma, podemos decir, que Dios interviene en nuestra historia cuando somos capaces, como José, de implicar nuestras vidas en su proyecto de redención. Esta participación comienza cuando nos ponemos a la escucha de la Palabra de Dios, para interiorizarla y la vivirla en las pequeñas cosas de cada día.

Con facilidad solemos quejarnos de los males que oprimen a nuestro mundo. Casi siempre culpamos a los demás. Pocas veces evaluamos nuestra cuota de responsabilidad en el mal y la injusticia que nos rodean. En estos días vecinos a la Navidad pidamos al Señor esa gracia de “sentir y gustar” el misterio que celebramos, para que de esta experiencia nos comprometamos con el sueño de Dios para la humanidad, de manera que en nuestros días “florezca la justicia y la paz abunde eternamente”.

Fraternalmente, 
Edgardo Guzmán, cmf. 
eagm796@hotmail.com
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