domingo, 16 de septiembre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 16 SEPTIEMBRE 2018


Lecturas de hoy Domingo 24º del Tiempo Ordinario - Ciclo B
 Hoy, domingo, 16 de septiembre de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (50,5-9a):

El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad, el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?

Palabra de Dios


Salmo
Sal 114, 1-2. 3-4. 5-6. 8-9
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.

Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante, 
porque inclina su oído hacia mí 
el día que lo invoco. R/.

Me envolvían redes de muerte, 
me alcanzaron los lazos del abismo, 
caí en tristeza y angustia. 
Invoqué el nombre del Señor: 
«Señor, salva mi vida.» R/.

El Señor es benigno y justo, 
nuestro Dios es compasivo; 
el Señor guarda a los sencillos: 
estando yo sin fuerzas, me salvó. R/.

Arrancó mi alma de la muerte, 
mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída. 
Caminaré en presencia del Señor 
en el país de la vida. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (2,14-18):

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar? Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: «Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago», y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿de qué sirve? Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta. Alguno dirá: «Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.»

Palabra de Dios


Lectura del santo evangelio según san Marcos (8,27-35):

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó a sus díscípulos: «¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos le contestaron: «Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.»
Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy?»
Pedro le contestó: «Tú eres el Mesías.»
Él les prohibió terminantemente decirselo a nadie. Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.» Se lo explicaba con toda claridad. 
Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!»
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo: «El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.»

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy domingo, 
16 de septiembre de 2018
 Fernando Torres cmf


Es tiempo de decidirnos por Jesús

      En la vida hay tiempos y momentos que exigen decisiones serias, que luego deben ser asumidas con todas sus consecuencias. Jesús puso a los apóstoles ante una de esas decisiones en aquel diálogo que tuvo con ellos cerca de Cesarea de Filipo. Les pidió, ni más ni menos, que se definieran ante él. Hoy la pregunta resuena también para nosotros. “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” No es baladí la cuestión. Pedro da la impresión de que es capaz de responderla casi de golpe. A bote pronto. Pero no es difícil darse cuenta de que su respuesta no tiene mucho peso. En realidad no había entendido nada o casi nada. Cuando Jesús les comienza a explicar lo que significa que él es el Mesías, entonces Pedro se empeña en tratar de disuadirlo. Pero Jesús se desentiende de él y sigue planteando lo que va a ser su vida y la vida de sus seguidores. “El que quiera venirse conmigo...”



      Es que el cristiano puede ser que encuentre resistencia en los que le rodean o en la sociedad. El ambiente le puede hacer más difícil ser cristiano. Es verdad. Pero hay otra resistencia que proviene de dentro de la persona. Es la resistencia a la Palabra de Dios. A ella alude la lectura del profeta Isaías: “El Señor me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia”. El profeta no la opuso pero nosotros quizá sí. Quizá nos da miedo asumir las consecuencias de seguir a Jesús, de comportarnos como cristianos en nuestra familia o en nuestro barrio, de acercarnos a los más débiles y necesitados y compartir con ellos nuestro tiempo o nuestros bienes, de perdonar con generosidad como Dios nos perdona. Hay que ser fuertes a veces para ser cristiano y amar a todos como Dios nos ha amado en Cristo. En nuestros oídos vuelven a resonar las palabras de Jesús: “El que quiera venirse conmigo...”

      Porque ser cristiano no es cuestión de pegar un grito en un momento determinado, decir “Sí, yo quiero seguir a Jesús”, y luego olvidarse de lo dicho y seguir como si nada hubiese cambiado en nuestra vida. Ser cristiano significa comportarse como tal no sólo los domingos sino también los días de entre semana. No vaya a ser que se nos presente el apóstol Santiago y nos pregunte (segunda lectura): “¿De qué le sirve a uno decir que tiene fe, si no lo demuestra con obras?” Se puede decir más alto pero no más claro. Además, sabemos que es verdad. La fe se demuestra en las obras, en la forma de relacionarnos con nuestros hermanos y hermanas, en nuestra capacidad para compartir la vida y lo que tenemos, en nuestra capacidad de amar sin medida y perdonar con generosidad. Decidirnos por Jesús no sólo es confesar como Pedro en Cesarea que es el “Mesías”. Decidirnos por Jesús es vivir las consecuencias cada día de nuestra vida. 



Para la reflexión

      ¿Qué creemos que nos pide Jesús que hagamos para seguirle? ¿Nos cuesta escuchar su Palabra? ¿Nos comportamos siempre como cristianos? ¿En que podríamos mejorar para ser más coherentes entre nuestro ir a misa los domingos y lo que hacemos el resto de los días?

SANTORAL DE HOY DOMINGO 16 SEPTIEMBRE 2018

Laureano Ferrer Cardet y 2 compañeros, BeatosLaureano Ferrer Cardet y 2 compañeros, Beatos
Mártires Franciscanos, 16 de septiembre
Ignacio Casanovas Perramont, BeatoIgnacio Casanovas Perramont, Beato
Sacerdote y Mártir, 16 de septiembre
Luis (Ludovico) Alemán, BeatoLuis (Ludovico) Alemán, Beato
Obispo, 16 de septiembre
Martín de Finojosa, SantoMartín de Finojosa, Santo
Obispo y Abad, 16 de septiembre
Andrés Kim Taegòn, SantoAndrés Kim Taegòn, Santo
Sacerdote y Mártir, 16 de septiembre
Ninian, SantoNinian, Santo
Obispo, 16 de septiembre
Ludmila, SantaLudmila, Santa
Mártir, 16 de septiembre
Víctor III, BeatoVíctor III, Beato
CLVIII Papa, 16 de septiembre
Eufemia de Calcedonia, SantaEufemia de Calcedonia, Santa
Mártir, 16 de septiembre
Juan Macías, SantoJuan Macías, Santo
Dominico, 16 de septiembre
Cornelio  y Cipriano, SantosCornelio y Cipriano, Santos
Mártires, 16 de septiembre

FELIZ DOMINGO








sábado, 15 de septiembre de 2018

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, HISTORIA Y ORACIONES


Hoy la Iglesia celebra a Nuestra Señora de los Dolores
Redacción ACI Prensa




 Hoy la Iglesia celebra a Nuestra Señora de los Dolores
Un día después de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz, la Iglesia conmemora a Nuestra Señora de los Dolores. Esta devoción viene desde muy antiguo y fue en 1814 que el Papa Pío VII estableció esta celebración para el 15 de septiembre.

En una ocasión la Virgen María le comunicó a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) lo siguiente: “miro a todos los que viven en el mundo para ver si hay quien se compadezca de Mí y medite mi dolor, mas hallo poquísimos que piensen en mi tribulación y padecimientos”.


“Por eso tú, hija mía, no te olvides de Mí que soy olvidada y menospreciada por muchos. Mira mi dolor e imítame en lo que pudieres. Considera mis angustias y mis lágrimas y duélete de que sean tan pocos los amigos de Dios”.

La Madre de Dios prometió que concedería siete gracias a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave Marías mientras meditan en sus lágrimas y dolores.

Asimismo, según San Alfonso María de Ligorio (1696-1787), Jesucristo reveló a Santa Isabel de Hungría que Él concedería cuatro gracias a los devotos de los dolores de su Santísima Madre.





Historia de la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores




La devoción a Nuestra señora de los dolores viene desde muy antiguo. Ya en el siglo VIII los escritores eclesiásticos hablaban de la “Compasión de la Virgen” en referencia a la participación de la Madre de Dios en los dolores del Crucificado.

Pronto empezaron a surgir las devociones a los 7 dolores de María y se compusieron himnos con los que los fieles manifestaban su solidaridad con la Virgen dolorosa.

La fiesta empezó a celebrarse en occidente durante la Edad Media y por ese entonces se hablaba de la “Transfixión de María”, de la “Recomendación de María en el Calvario”, y se conmemoraba en el tiempo de Pascua.

En el siglo XII los religiosos servitas celebraban la memoria de María bajo la Cruz con oficio y Misa especial. Más adelante, por el siglo XVII se celebraba el domingo tercero de septiembre.

El viernes anterior al Domingo de Ramos también se hacía una conmemoración a la Virgen Dolorosa, festividad conocida popularmente como “Viernes de los Dolores”.

Benedicto XIII extendió universalmente la celebración del “Viernes de Dolores” en 1472 y en 1814 el Papa Pío VII fijó la Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores para el 15 de septiembre, un día después a la Exaltación de la Santa cruz.



Oración a la Virgen de los Dolores




Señora y Madre nuestra: tu estabas serena y fuerte junto a la cruz de Jesús. Ofrecías tu Hijo al Padre para la redención del mundo.

Lo perdías, en cierto sentido, porque El tenía que estar en las cosas del Padre, pero lo ganabas porque se convertía en Redentor del mundo, en el Amigo que da la vida por sus amigos.

María, ¡qué hermoso es escuchar desde la cruz las palabras de Jesús: "Ahí tienes a tu hijo", "ahí tienes a tu Madre".

¡Qué bueno si te recibimos en nuestra casa como Juan! Queremos llevarte siempre a nuestra casa. Nuestra casa es el lugar donde vivimos. Pero nuestra casa es sobre todo el corazón, donde mora la Trinidad Santísima. Amén.



Los siete Dolores de la Virgen María



Primer Dolor:
La profecía de Simeón en la presentación del Niño Jesús

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra redención sería a base de dolor; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y sepamos imitar tus virtudes.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Segundo Dolor: 
La huida a Egipto con Jesús y José

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Tercer Dolor:
La pérdida de Jesús

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Cuarto Dolor: 
El encuentro de Jesús con la cruz a cuestas camino del calvario

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande; sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Quinto Dolor:
La crucifixión y la agonía de Jesús

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Sexto Dolor:
La lanzada y el recibir en brazos a Jesús ya muerto

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en este dolor... Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús como El nos amo.

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.


Séptimo Dolor:
El entierro de Jesús y la soledad de María

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te pedimos… 

Dios te salve María, llena eres de gracia, El Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.




Poema a los siete Dolores de la Virgen María
Recopilado por José Gálvez Krüger para ACI Prensa



Suplico Reina Gloriosa
Hija del eterno Padre
del Divino Verbo Madre
y del Espíritu esposa,
que me concedáis piadosa
amparo de pecadores
devoción, llanto y fervores
compasión y gran ternura
de vuestros siete dolores.


Primer dolor
Duéleme cuando supisteis
lo de aquella profecía
de Simeón cuando decía
que una espada os traspasaba
de dolor. ¡Oh! Madre mía
y qué riguroso día
para nos, aquél sería.



Segundo dolor
Duélome que Jesús tierno
dijo en repetido aviso
que huir era preciso
a Egipto en el invierno
¡Oh!, qué sentimiento eterno
ansia, temor y agonía
vuestro pecho, sentiría.



Tercer dolor
Duelome qué traspasado
tuvisteis el corazón
en aquella perdición
del Niño, hasta ser hallado.
¡Oh!, con qué pena y cuidado
a tal Hijo perdería
tal Madre le buscaría.


Cuarto dolor
Duelome que al ver en tierra
con la cruz a vuestro Hijo
fuiste a ayudarle con mimo
y aquella cuadrilla fiera
os impidió que así fuera,
tan sangrienta a vos sería
tal crueldad y grosería.



Quinto dolor
Duélome que vuestro llanto
al pie de la cruz sentisteis
la crueldades que allí visteis
ejecutar en quebranto
cantara :"Santo, Santo, Santo"
¡Oh!, cuánta angustia sería
lo que allí os afligiría.



Sexto dolor
Duélome que en vuestros brazos
al buen Jesús nos le disteis
herido y hecho pedazos.
¡Oh!, qué tremenda agonía
vida triste Madre mía
vuestro pecho sentiría



Séptimo dolor
Duélome que con ternura
al costado lo ha criado
lo dejasteis enterrado
en helada sepultura.
¡Oh!, qué tremenda amargura
vuestro pecho sentiría
cuando sin Él se veía.

---------

Espero como os lo digo
por estos siete dolores
lograr los grandes favores
de  devoto condolido:
qué delito ha cometido
el Soberano Maestro
a Jesús, el Hijos vuestro,
diciendo fiel cada día
a Vos, Madre, un Avemaría.

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 15 SEPTIEMBRE 2018, NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


Lecturas de hoy Sábado de la 23ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, sábado, 15 de septiembre de 2018



Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (10,14-22):

Amigos míos, no tengáis que ver con la idolatría. Os hablo como a gente sensata, formaos vuestro juicio sobre lo que digo. El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan. Considerad a Israel según la carne: los que comen de las víctimas se unen al altar. ¿Qué quiero decir? ¿Que las víctimas son algo o que los ídolos son algo? No, sino que los gentiles ofrecen sus sacrificios a los demonios, no a Dios, y no quiero que os unáis a los demonios. No podéis beber de los dos cálices, del del Señor y del de los demonios. No podéis participar de las dos mesas, de la del Señor y de la de los demonios. ¿Vamos a provocar al Señor? ¿Es que somos más fuertes que él?

Palabra de Dios


Salmo
Sal 115,12-13.17-18

R/. Te ofreceré, Señor, un sacrificio de alabanza

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,43-49):

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: «No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis "Señor, Señor" y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó desplomándose.»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy sábado, 15 de septiembre de 2018
 CR


Nuestra Señora de los Dolores

Antes de subir al Calvario –somos frágiles y pequeños- vamos a verla en la calle, una tarde del Viernes Santo. ¡Cómo la retrata la piedad popular! Virgen de los Dolores, de la Soledad, de la Piedad; siete puñales le atraviesan el corazón o, al menos la espada de la que le habló el anciano Simeón. Casi siempre un manto negro la cubre.  Su rostro, aun lleno de llanto y dolor, logra un tono sereno, como penetrado por la fe.

María es la Madre del Crucificado. Está asociada, por sus dolores, a la muerte del Redentor. La mujer, esclava del Señor por su fe, está junto a su hijo que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. La que había estado alejada en los momentos de la gloria de los milagros  y la seducción de la palabra, acude ahora, presurosa, en la hora del supremo dolor y de la muerte. Está aquí, como estuvo en todos los momentos difíciles, a lo largo de la vida de Jesús; en la pobreza del pesebre al nacer, en la persecución y exilio con Herodes, cuando abandonaba su familia para predicar el Reino, cuando sufre el rechazo de los jefes políticos y religiosos.

Es que María va a ser, otra vez, Madre. Las palabras de Cristo en la cruz cobran una eficacia casi sacramental. “Mujer, he ahí a tu hijo”. En el discípulo amado hemos sido constituidos hijos de María. Algunos hacen constar que no se lo dice a Pedro sino a otro discípulo. ¿A Juan? Aquí, la maternidad no va en el plano jerárquico sino en el de la intimidad, en el de las relaciones individuales y filiales. Sólo nos queda,  como apunta el evangelio, recibirla en nuestra casa. La Iglesia es la casa de María; la Iglesia tiene una Madre.

Como Jesús, hemos de sentir cerca a María en los momentos de dolor. Ella es la madre querida de tantos hijos crucificados por la injusticia, la opresión y el desamor. Es más, no solamente nos beneficiamos de su cercanía cuando nos aguijonea un padecimiento. Con ella, queremos ir al encuentro de los que sufren. El cristiano ha de combatir el dolor, luchar contra las causas del dolor. Más aún, los creyentes tenemos muchos resortes para transformar y trasfigurar el dolor; el saber escuchar, el llevar consuelo, el infundir esperanza, el rezar con oportunidad, el estimular desde nuestra fe y tantos recursos, ayudan a hacer más buenas, más esperanzadas a las personas sufrientes.

Ya que nos entra por los ojos la presencia de María junto al dolor de su hijo, ella puede ser un modo de sacramento que nos haga visible y nos diga más claro que Dios sufre siempre al lado de sus hijos. Cosa que ya sabíamos.

SANTORAL DE HOY SÁBADO 15 SEPTIEMBRE 2018

Ladislao (Wladyslaw) Miegon, BeatoLadislao (Wladyslaw) Miegon, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de septiembre
Nicomedes, SantoNicomedes, Santo
Mártir, 15 de septiembre
Antonio María Schwartz, BeatoAntonio María Schwartz, Beato
Sacerdote y Fundador, 15 de septiembre
Mariano Alcalá Pérez, BeatoMariano Alcalá Pérez, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de septiembre
Giuseppe "Pino" Puglisi, BeatoGiuseppe "Pino" Puglisi, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de septiembre
Nicetas el Godo, SantoNicetas el Godo, Santo
Mártir, 15 de septiembre
Pablo Manna, BeatoPablo Manna, Beato
Presbítero y Fundador, 15 de septiembre
Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, BeatosJuan Bautista y Jacinto de los Ángeles, Beatos
Catequistas Mártires, 15 de septiembre
Catalina (Fieschi) de Génova, SantaCatalina (Fieschi) de Génova, Santa
Viuda, 15 de septiembre
Rolando de Medici, BeatoRolando de Medici, Beato
Ermitaño, 15 de septiembre
Nuestra Señora de los DoloresNuestra Señora de los Dolores
Memoria Litúrgica, 15 de septiembre
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