martes, 11 de abril de 2017

SANTA GEMA GALGANI, 11 DE ABRIL


Hoy 11 de abril la Iglesia conmemora a la joven
 Santa Gemma Galgani



 (ACI).- Cuando Jesús entra en el corazón de una persona, el amor que la inflama es tan grande que la desborda y la supera. Ese fue el sentido de la vida de Santa Gemma Galgani, una joven italiana a quien Cristo le concedió los estigmas y pasó por numerosos sufrimientos corporales.

Sus grandes fortalezas fueron una espiritual profunda, el gran amor que sentía por los pecadores y los corazones de Jesús y María.

Gemma nació en Camigliano (Italia) el 12 de marzo 1878. Sus padres fueron el farmacéutico Don Enrique Galgani, y Doña Aurelia Landi. Fue la cuarta hija de ocho hermanos. Desde niña mostró signos de santidad, ya que se encerraba a orar delante del crucifijo de la familia.

Su madre, fue quien le inculcó el amor por Cristo Crucificado y por la Virgen María. Cuando era niña, su madre la tomaba en brazos y le enseñaba el crucifijo. Entre lágrimas, le hablaba del inmenso amor que tuvo Jesús por los hombres.

Cuando su madre percibió que pronto llegaría su hora de partir, decidió entregar a su hija al cuidado del Espíritu Santo. La preparó para recibir el sacramento de la Confirmación que le fue administrado en 1885 por el Obispo de Lucca, Mons. Nicolás Ghilardi. Durante la ceremonia, Gemma sintió que el Espíritu Santo le preguntaba si ella quería entregarle a su mamá. La niña respondió que sí y le pidió que la llevara también a ella. Eso no sucedió porque Dios tenía grandes planes para su vida.

Durante toda su vida, Gemma estuvo muy cerca a la Eucaristía y la Madre de Dios. A pesar de su corta edad, Mons. Volpi, accedió a que la niña hiciera la primera comunión porque supo que si no lo hacía, ella moriría de dolor.

Después de la muerte de su padre, Gemma se mudó con sus tíos a Camioer. Durante un año se descuidó de sus oraciones y se olvidó de Jesús porque se sintió atraída por las diversiones mundanas. Sin embargo, Cristo permitió que cayera enferma para hacerla volver a sus brazos. Debido a que requería mayores cuidados, regresó a Lucca, donde permaneció hasta su muerte.

Jesús le concedió diversas gracias, como la presencia de San Pablo de la Cruz o el Venerable Gabriel. También tenía experiencias místicas sobre la Pasión de Cristo.

Santa Gemma recaía frecuentemente en la enfermedad y ella aprovechaba esos momentos para ofrecer sus sufrimientos por la conversión de los pecadores.

Toda esa entrega y abnegación eran motivo de odio para el demonio que nunca dejó de tentarla e incluso llegó a atacarla físicamente.

Por motivo de sus padecimientos, éxtasis y por tener los estigmas de Cristo, las personas se burlaban de ella y la creían loca. Pero Gema nunca se dejó amedrentar por estos insultos y continúo amando y sirviendo a Jesús hasta el día de su muerte.

Antes de morir, volvió a caer en una enfermedad que le ocasionó muchos dolores. Gemma la ofreció como una mortificación para que un sacerdote, que llevaba una vida mundana y desordenada, se convirtiera. El cura se convirtió dos días antes de su muerte.

La joven italiana murió el 11 de abril de 1903, en el Sábado Santo. El P. Germán le dio la extremaunción y vio que colocaba sus brazos imitando a Cristo en la Cruz. Después, Gemma tomó el crucifijo en las manos y exclamó: "¡Jesús!.. ¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma...Dile que tenga misericordia de mí".

El P. Germán escribió muy pronto la biografía y la devoción a Santa Gemma comenzó a extenderse de manera prodigiosa, no solo en Italia, sino en muchos países del mundo.

Fue canonizada el 2 de mayo de 1940 durante la fiesta de la Ascensión del Señor. El Papa Pío XI dijo sobre la santa: “Será la joya de nuestro pontificado”.


Biografía de Santa Gema Galgani


Al día siguiente, Gemma fue bautizada por el Padre Pedro Quilici, Párroco de San Miguel, bajo los nombres de Gemma Hipólita Pía. Luego de un mes, toda la familia se mudó a Lucca, donde vivió el resto de su vida.

Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un día, ésta al entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. La abuela corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego le dijo: "¡Gemmita! ¿Qué estás haciendo? La niña, sin inmutarse, contestó: "Estoy rezando el Ave María. Salid que estoy en oración". Desde esta tierna edad, la oración era ya para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.

Nos podríamos preguntar: ¿Quién enseñó a Gemma a amar a Jesús y a María? Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el distintivo especial de toda su vida: Su amor a Cristo Crucificado, del que llegaría a ser como imagen viva, y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad tan dulce y atrayente.

Al hablar sobre su infancia, Santa Gemma señaló: "De lo primero que me acuerdo es que mi mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y, llorando...me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los hombres".

Había también, entre ellas, diálogos como este: "Hija mía -me decía mamá- yo moriré pronto y tendré que dejarte. Si pudiera te llevaría conmigo. ¿Te gustaría venir?".

-"¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo. -"Al Paraíso con Jesús y con los ángeles."

A los siete años de edad, el 26 de Marzo de 1885, Gemma recibió la Confirmación por medio de Mons. Nicolás Ghilardi, Arzobispo de Lucca. Durante la Ceremonia se desarrolló entre el Espíritu Santo y Gemma este diálogo:

-De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?" -"Sí", respondí, "pero llévame también a mí". -"No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tú debes quedar por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo, ¿sabes? ¿Me la entregas de buena gana?". -Tuve que decir que sí. Acabada la misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a mamá y lloraba, no podía contenerme.




Su madre Santa María y la Primera Comunión


Al morir su mamá, Gemma indicó: "Al perder a mi madre terrena me entregué a la Madre del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: "¡María!, ya no tengo madre en la tierra; se tú desde el cielo mi Madre". Y también expresó: "¡Oh, cuántas veces -dice la santa- depositando en mi Mamá del cielo las angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me consolaba! Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del cielo".

Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida. Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mientras pasaban los años. Si bien era cierto que ya estaba Confirmada, no podía recibir la Primera Comunión ya que no tenía la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento. Santa Gemma tenía 9 años.

Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien conociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le daba el permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.

Fue así que Don Enrique dio el permiso para que las religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para recibir este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas me vi en el convento rebosaba de felicidad. Corrí a la capilla a dar gracias a Jesús y le pedí con gran fervor la gracia de prepararme bien para la primera comunión".

Hizo confesión general tres veces sucesivas con Monseñor Volpi, quien sería su confesor ordinario.

Llegó, por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887, fiesta del Sagrado Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar: "me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese momento comprendí que las delicias del cielo no son como las de la tierra. Hubiera anhelado no interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del mundo y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma mañana Jesús despertó en mi un gran deseo de ser religiosa".

A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de Gemma. Ella misma lo afirma: "sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".

Más adelante, fallece su papá, situación dolorosa que produce la separación de los hermanos. Héctor emigra al Brasil, donde muere. Guido abandona la práctica religiosa e interrumpe sus estudios de farmacia en Pisa, que más tarde concluye. Julia y Angelina se quedan con las tías Elena y Elisa. Gemma y Antonio se refugian en Camaiore con los tíos Carolina Galgani y Domingo Lencioni.

Gemma poco a poco se fue alejando del Señor, aunque Él nunca la dejo de proteger y librar de pecados graves. Esta crisis se da hasta cuando tenía 20 años, en este momento Jesús permite una enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se distraiga con las cosas del mundo. Ella cuenta: "De repente comencé a andar jorobada y a sentir dolores de riñón. Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí permiso a la tía para regresar a Lucca".

Al continuar el dolor, el médico la atendió y diagnóstico osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso frío en los ingüinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de Enero de 1899 le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron; solo por cumplimiento acuden de cuando en cuando a verla.

El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma, indicó: "le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu".



San Gabriel de la Dolorosa



Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la biografía de un joven pasionista, llamado Gabriel de la Dolorosa. Una señora piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con Gemma; un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de Gabriel de la Dolorosa, escrita por un desconocido P. Germán de San Estanislao, C.P. ¡Cómo son las cosas del Señor! Estas dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que cuidaría de ella, y estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias místicas y el P. Germán sería el director espiritual que el mismo Señor le enviaría para que guiara su alma y para confirmar luego la autenticidad de su vida.

Dice Santa Gemma: "Tomé el libro con desprecio y lo puse debajo de la almohada... Un día estaba sola. Serían como las doce. Me sobrevino una fuerte tentación, y me decía para mí que estaba aburrida de todo. El demonio se valió de esto para tentarme, diciéndome que si le hacía caso me curaría. Estuve a punto de sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí al Venerable Gabriel y le dije: Primero el alma, después el cuerpo".

Superada esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes. Cuando doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma devolvérselo. Aquella misma noche, "se me apareció (Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí... se quitó la túnica blanca y se apareció vestido de pasionista."

Me dijo: "Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré."

En otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel y esta vez le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera nada más.

"¿Y por qué?"-le pregunté.

"Me sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y repitió: 'Hermana mía...', y desapareció."



La curación


Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de Febrero 1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre esto: Faltando algunos minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las cuentas de un rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que escuchaba rezar le preguntó:

-¿Quieres curarte? -"Todo me da igual", le respondí. -Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón... -"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté. -"Añade en su honor tres veces el 'Gloria'". (La Beata Margarita es hoy Santa Margarita María)

"En el penúltimo día de la Novena quería recibir la Comunión, ya que terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy temprano. ¡Qué momentos tan deliciosos pasé con Jesús! El me repetía:- '¿Quieres curarte?'. No pude contestar por la emoción. ¡Pobre Jesús! La gracia había sido concedida. ¡Estaba curada!".

Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. Este milagro es la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema recibiría durante su vida. Su amor por Cristo crucificado y su anhelo de ser solo para Jesús la llevarían a cada vez más a ofrecerse al Señor como víctima de amor




Los estigmas y la revelación de su confesor


El 8 de Junio 1899, Víspera de la Fiesta del Sagrado Corazón, luego de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de "Víctima". Al respecto, Santa Gema cuenta: "Después de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde me haría una gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que estuviese atenta y que se lo contara luego. Llegó la tarde. De repente me asaltó un fuerte dolor de mis pecados. Después me sentí recogida... Al recogimiento sucedió la pérdida de los sentidos y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del angel de la guarda, que me mandó hacer un acto de contrición. Después mi Madre me dijo: -"Hijita, en nombre de Jesús te sean perdonados tus pecados. Mi Hijo te ama mucho y quiere hacerte una gracia muy grande. Sabrás hacerte digna de ella... Yo seré tu Madre. Sabrás mostrarte verdadera hija." Me cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cerbarse en mis manos, pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la frente, desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas partes manaba sangre..."

Santa Gema, la víctima de Jesús, comienza a "suplir en su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo". Este hermoso regalo se repetirá en las tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las llagas usa guantes.

Conversando con la señora Cecilia Gianni, Gema oye hablar del P. Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace en un éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma. Efectivamente el P. Germán se convierte en el confesor y director extraordinario de Gema, quien es testigo de las obras de Dios en su alma.

Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la vida de Santa Gema; además de los estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se la vio padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su corazón. Su ángel de la guarda un día le mostró dos coronas y le pidió que escogiese la que ella quisiera, y ella escogió "la de Jesús".



Su Ángel de la Guarda y El combate contra el enemigo


Santa Gema tenía una relación muy particular con su ángel de la guarda, que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le servía de "cartero", llevando sus cartas al P. Germán. Se asegura que también tenía el don de leer los corazones y que en varias ocasiones le dijo a varios religiosos que abandonarían la religión, cosa que sucedió más tarde, confirmando este don de su corazón.

Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa Gema en la casa Giannini. En el comedor de la casa hay un crucifijo grande al que toda la familia tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía pequeñas "visitas", orando frente a Él. Un día, al tiempo que Gema preparaba la mesa, alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y sed de Él. Siente ansias de dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús le sale al encuentro. Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.

Jesús dijo cierto día a Gema: "Prepárate, pues el demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar". Y estas palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio detestaba a Gema; le daba golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas; trataba de impedir que comulgase e incluso llegó a aparecérsele bajo la apariencia del mismo Jesús.

Por todos los medios trataba de privarla de dirección espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose pasar por ellos. Era una guerra constante y continua que duró hasta su misma muerte. Era de esperar esta guerra de parte del demonio ya que serían muchas las almas que se beneficiarían de los sufrimientos y oraciones de Santa Gema, y más aún, ella solo quería conformarse con la voluntad de Dios para su vida. Esto hacía que el demonio se revolcara de rabia, porque no podía vencerla.

Tanta era la rabia que sentía hacia la pureza de Santa Gema que un día la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir de él, hizo la señal de la Cruz y se arrojó en un pozo de agua helada en el jardín. Su ángel la sacó y la felicitó por su gran amor a la pureza, por su valentía y por su triunfo.

En otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán, escribía su vida: "dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer (el libro de su vida), se lo robó gritando: '¡Guerra, guerra a tu Padre!, tu escrito está en mis manos'; y se relamía y se revolcaba en el suelo de la satisfacción."

El P. Germán, enterado por una carta de Gema, se fue al sepulcro de San Gabriel de la Dolorosa y allí, leyó los exorcismos, ordenando al demonio que volviese el manuscrito a su lugar. El demonio lo devolvió todo chamuscado, aunque perfectamente legible, como se conserva todavía hoy en el Convento de los Pasionistas de Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo ven.

Escribe la santa: "El demonio me hace sufrir mucho, pero siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el Ángel o San Pablo de la Cruz o el hermano Gabriel; siempre son estos tres."

"¡Si viera cómo escapa tan luego como se presenta alguno de ellos!.."

Más adelante, al despedirse por última vez del Padre Germán, el demonio no reconoció límites su bestialidad durante siete largos meses. Perturbaba su imaginación con horribles fantasmas con el fin de producirle estados de ansiedad, tristeza, amargura y temor, que la indujeran a la desesperación. Le decía muchas veces: "Ahí tienes lo que has conseguido con tus fatigas en el servicio de Dios"; y le presentaba tales figuras contra la pureza, que escribió al P. Germán: "Padre mío, pídale a Jesús que me cambie esta cruz por cualquier otra. Haga desde ahí los exorcismos para que este perverso se vaya, o mande a su ángel para que lo ahuyente".

Viendo que con tentaciones no podía vencerla, empezó a maltratarla con los golpes más brutales y en forma de bestias feroces, que amenazaban despedazarla. Dirigiéndose entonces a María Santísima, le decía: "Madre mía; me encuentro bajo el poder del demonio que quiere arrancarme de las manos de Jesús. Ruéguele por mí. ¡Viva Jesús!".

Jesús y María, complacidos al ver como luchaba, le enviaban a San Pablo de la Cruz o a San Gabriel para animarla. El mismo Jesús le dijo: "Hija mía; humíllate bajo mi mano poderosa y lucha, que tu lucha te conducirá a la victoria".



Entrega su vida por un pecador

Le escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda paz. Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior parezca seria. Y tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".

Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su vida, haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios que ofrecía no eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús aceptó el intercambio.

Este sacerdote se convertiría dos días antes de la muerte de Gema, dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había ofrecido al Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio es la mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años).



El tránsito hacia el Padre Celestial


Gema había pedido a Jesús morir crucificada con El, y crucificada moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba retirarse un poco y Gema le dijo: "No me dejes, mamá, mientras no esté clavada en la cruz, pues Jesús me ha dicho que tengo que morir crucificada como El". Momentos después entró en éxtasis profundo, extendió un poco sus brazos y, en esta posición permaneció hasta mediodía. Su semblante era mezcla de amor y dolor, de calma y desolación... ¡Agonizaba, como Jesús en la Cruz! Los presentes la contemplaban atónitos.

Era Viernes Santo, 10 de Abril de 1903.

A las ocho de la mañana del sábado, se le administró la Extremaunción (hoy día se le llama Unción de los Enfermos), a cuyo rito sagrado contestó con pleno conocimiento. A doña Cecilia que le habló del P. Germán le dijo: "Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para prepararme a morir".

Tomó entonces el crucifijo en las manos y exclamó: "¡Jesús!... ¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma...Dile que tenga misericordia de mí".

De repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa de cielo se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El párroco, que estaba presente exclamó: "Jamás he presenciado muerte semejante". Y él mismo puso sobre el pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al sepulcro.

Muere Santa Gema a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de Abril de 1903.

La profecía de Santa Gema se cumplió. Los pasionistas la rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí. El Señor que había acrisolado su corazón con el sufrimiento, también había pedido de ella el sacrificio de no entrar en ninguna orden religiosa y ella lo aceptó y lo ofreció al Señor, como todo lo demás.

Era necesaria una prueba irrefutable que revelara las intimidades del corazón de aquella criatura que había amado ardientemente a Jesús.

La prueba se tuvo cuando al fin, y Dios sabe con qué sacrificios, llegó el P. Germán a Lucca.

Ya habían pasado 14 días de la muerte de Santa Gema. El Padre anhelaba volver a ver aquel rostro lleno de dulzura. Pero quería sobre todo verificar los misterios de aquel corazón virginal cuyos secretos en vida nadie mejor que él había profundizado... "El 24 de Abril se procedió a exhumarlo. Se abrió el cuerpo y se extrajo el corazón, que apareció fresco, lozano, flexible, rubicundo, humedecido de sangre, igual que si estuviera vivo. Los especialistas que practicaban la autopsia quedaron maravillados. Estaba bastante achatado y dilatado por ambos lados, apareciendo como más ancho que alto. Al abrirlo fluyó enseguida la sangre, bañando el mármol donde se realizaba la intervención". Aquella que en muchas ocasiones le había pedido al Señor que le ensanchara el corazón para poder amarlo más, recibió esta gracia que tanto pedía. Su corazón se conserva en el convento Pasionista de Madrid.

El proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de 1907, cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el proceso de "fama de santidad", porque era conocida ya en todo el mundo.


SANTORAL DE HOY MARTES 11 DE ABRIL DEL 2017

Barsanufio, SantoBarsanufio, Santo
Eremita, 11 de abril
Felipe de Gortina, SantoFelipe de Gortina, Santo
Obispo, 11 de abril
Jorge Gervase, BeatoJorge Gervase, Beato
Sacerdote y Mártir, 11 de abril
Antipas, SantoAntipas, Santo
Mártir del Nuevo Testamento, 11 de abril
Lanuino, BeatoLanuino, Beato
Monje, 11 de abril
Sancha de Portugal, BeataSancha de Portugal, Beata
Virgen, 11 de abril
Sinforiano Ducki, BeatoSinforiano Ducki, Beato
Mártir, 11 de abril
Angelo Carletti de Chivasso, BeatoAngelo Carletti de Chivasso, Beato
Presbítero Franciscano, 11 de abril
Elena Guerra, BeataElena Guerra, Beata
Virgen y Fundadora, 11 de abril
Gema Galgani, SantaGema Galgani, Santa
Virgen, 11 de abril
Estanislao de Cracovia, SantoEstanislao de Cracovia, Santo
Memoria Litúrgica, 11 de abril

IMÁGENES DE MARTES SANTO


lunes, 10 de abril de 2017

FONDOS DE PANTALLA DE SEMANA SANTA








BEATOS COLOMBIANOS DE SAN JUAN DE DIOS, 10 DE ABRIL


Hoy 10 de abril se conmemora a los Beatos colombianos de San Juan de Dios, martirizados en España



(ACI).- Hoy se recuerda a los siete jóvenes colombianos de la Comunidad de San Juan de Dios que fueron asesinados en España por comunistas y anarquistas tras el levantamiento del General Francisco Franco en 1936.

Los nombres de los mártires, que estaban estudiando y trabajando en España para ayudar a quienes padecían de enfermedades mentales y abandono, eran Juan Bautista Velásquez, Esteban Maya, Melquiades Ramírez de Sonsón, Eugenio Ramírez, Rubén de Jesús López, Arturo Ayala y Gaspar Páez Perdomo de Tello.


Desde 1934 España estaba convulsionada por una cruel persecución a católicos por parte de comunistas, masones y la extrema izquierda. En pocos meses fueron destruidos en España más de mil templos católicos y otros dos mil dañados. Desde 1936 hasta 1939, los comunistas españoles asesinaron a 4 100 sacerdotes, 2 300 religiosos, 283 religiosas y miles de laicos.

Entre las víctimas se encontraban estos siete jóvenes de la Comunidad de San Juan de Dios, que habían sido enviados a España a perfeccionar sus estudios de enfermería y a asistir a los enfermos que vivían en un centro médicos ubicado en Ciempozuelos, cerca de Madrid.

A aquel lugar llegó el gobierno comunista español para ordenarles que abandonen sus labores y las dejen en manos de empleados marxistas (desconocedores de la medicina y de la dirección de centros médicos). Tras este suceso los jóvenes fueron hechos prisioneros y llevados a una cárcel de Madrid.

La cancillería colombiana en el país pudo intervenir y consiguió que los jóvenes sean puestos en libertad. Además, su comunidad gestionó los pasajes y viáticos para su retorno a Colombia.

No obstante, antes de abordar el tren que los transportaría a Barcelona, de donde partirían a Colombia, oficiales del gobierno comunista español los asesinaron. El Dr. Ignacio Ortiz Lozano,  Cónsul de Colombia en España, los identificó en el Hospital Clínico del país y dio aviso a la congregación religiosa.

Pese a las protestas por parte del gobierno colombiano y de la cancillería en España, el gobierno comunista no realizó ninguna investigación pertinente, dejando sin castigo a los responsables del asesinato.

El Papa Juan Pablo II beatificó a los siete religiosos en 1992, convirtiéndose en los primeros beatos del país latinoamericano.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES SANTO 10 DE ABRIL DEL 2017


Derroche de perfume
San Juan 12, 1-11. Lunes Santo



Por: H. Iván Yoed González Aréchiga LC | Fuente: www.missionkits.org 





En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Mírame, Señor. ¡Aquí estoy otra vez! Lo he logrado una vez más. Te doy gracias por las ayudas que siempre me regalas para volver a Ti. Quiero estar contigo. Quiero amarte más.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 12, 1-11
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó: "¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?". Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: "Déjala. Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán".
Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
¿Cómo es mi amor a Cristo?, ¿cómo te amo, Señor? A veces me parece que no existe mayor enfermedad que la del legalismo. Tantas veces san Pablo exhortaba a la Iglesia a que no mirara tan sólo a la ley.
Ayuda mucho detenerse unos instantes y contemplar, por ejemplo, cómo una mamá quiere a su bebé: para ello no hay tiempos, ni hay tareas, sino que todo es un acto de amor.
¿Cuándo fue la última vez que te dediqué un tiempo de verdad? No uno que me sobrara, no uno en que no tuviese otra opción. Quizá por eso mi amor a veces ya no crece; porque tal vez ni siquiera estoy amando; cumplo simplemente. Amando se cumple, pero no siempre cumpliendo se ama.
Hoy domingo, por ejemplo, podría ir a ver un partido de fútbol después de misa, o quizá puedo quedarme a rezar un momento más, aunque sea breve. Hoy podría ir a un restaurante con mis amigos, o quizá puedo buscar hacer una obra de caridad. Hoy podría salir de viaje, o quizá puedo irme de misiones; hoy podría cambiar la rutina en pos del amor. "Derrochar" algún perfume con Jesús y regalarle un gesto verdadero de amor.
Gracias, María, por ese gesto que ofreciste al Señor. Yo quiero ofrecerle uno también.
Lo que vosotros decís a ellos es lo que tenéis en el corazón. Así se da la Palabra de Dios. Y así vuestra doctrina será alegría y apoyo a los fieles de Cristo. El perfume de vuestra vida será el testimonio porque el ejemplo edifica, pero las palabras sin ejemplo son palabras vacías, son ideas, no llegan nunca al corazón. Incluso hacen mal, no hacen bien.

(Homilía de S.S. Francisco, 26 de abril de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Realizar un gesto verdadero de amor a una persona con la que me encuentre hoy.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!

¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.

Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Amén.

SANTORAL DE HOY LUNES 10 DE ABRIL DEL 2017

Macario de Antioquía, SantoMacario de Antioquía, Santo
Peregrino, 10 de abril
Magdalena de Canossa, SantaMagdalena de Canossa, Santa
Fundadora, 10 de abril
Miguel de los Santos, SantoMiguel de los Santos, Santo
Presbítero Trinitario, 10 de abril
Marcos Fantuzzi de Bolonia, BeatoMarcos Fantuzzi de Bolonia, Beato
Presbítero Franciscano, 10 de abril
Antonio Neyrot de Rivoli, BeatoAntonio Neyrot de Rivoli, Beato
Sacerdote y Mártir, 10 de abril

SALMO 26: EL SEÑOR ES MI LUZ Y SALVACIÓN


Salmo
Sal 26,1.2.3.13-14


R/. El Señor es mi luz y mi salvación


El Señor es la defensa de mí vida, 
¿quién me hará temblar? R.

Cuando me asaltan los malvados 
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.

Si un ejército acampa contra mí, 
mi corazón no tiembla; 
si me declaran la guerra, 
me siento tranquilo. R.

Espero gozar de la dicha del Señor 
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente, 
ten ánimo, espera en el Señor. R.

IMAGEN DE LUNES SANTO

domingo, 9 de abril de 2017

9 COSAS QUE DEBES SABER SOBRE EL DOMINGO DE RAMOS


9 cosas que debes saber sobre el Domingo de Ramos
 Crédito: Lauren Cater (ACI Prensa)




 (ACI).- El Domingo de Ramos se celebra este 9 de abril y marcará el inicio de Semana Santa conmemorando no uno sino dos acontecimientos muy significativos en la vida de Cristo.

Aquí las 9 cosas que necesita saber sobre esta fecha.


1. Este día se llama “Domingo de Ramos” o “Domingo de Pasión”

El primer nombre proviene del hecho que se conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo recibió con hojas de palma (Juan 12:13).

El segundo nombre proviene del relato de la Pasión que se lee en este domingo. Porque de no ser así no se leería en un domingo, ya que en el próximo la lectura tratará sobre la Resurrección.

Según el documento del Vaticano “Carta circular sobre la preparación y la celebración de las fiestas pascuales” (Carta de fiestas pascuales) de 1988, el Domingo de Ramos “comprende a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión”. “La relación entre los dos aspectos del misterio pascual se han de evidenciar en la celebración en la catequesis del día”.  

2. Se realiza una procesión antes de la Misa

La procesión puede tener lugar solo una vez, antes de la Misa. Puede realizarse el sábado o domingo.

“La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde antiguo, se conmemora con una procesión, en la cual los cristianos celebran el acontecimiento, imitando las aclamaciones y gestos, que hicieron los niños hebreos cuando salieron al encuentro del Señor, cantando el fervoroso ‘Hossana’”, detalla la Carta de fiestas pascuales.

3. Se pueden portar palmas u otros tipos de plantas en la procesión


No es necesario utilizar hojas de palma en la procesión, porque se pueden utilizar otros tipos de plantas locales como el olivo, sauce, abeto o de otros árboles.

Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia: “A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión”.

4. Los fieles deben ser instruidos sobre la celebración

Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia “los fieles deben ser instruidos sobre el significado de esta celebración para que puedan captar su significado”.

“Debe recordarse oportunamente que lo importante es la participación en la procesión y no solo en la obtención de hojas de palma o de olivo”, que tampoco deben mantenerse “como amuletos, ni por razones terapéuticas o mágicas para disipar los malos espíritus o para evitar el daño que causan en los campos o en los hogares”.

5. Jesús reclama el derecho de los reyes en la entrada triunfal a Jerusalén

El Papa Emérito Benedicto XVI explica en su libro “Jesús de Nazaret: desde la entrada en Jerusalén a la resurrección” que Jesucristo reclamó el derecho de los reyes, conocido a lo largo de la antigüedad, de demandar modos de transporte particulares.

El uso de un animal (el burro) en el que nadie se había sentado aún es un indicador más del derecho de la realeza. Jesús quería que su camino y su accionar sean entendidos en términos de las promesas del Antiguo Testamento cumplidas en su persona.

“Al mismo tiempo, a través de este anclaje del texto en Zacarías 9:9, una exégesis ‘fanática’ del reino está excluida: Jesús no está construyendo sobre la violencia; no está instigando una revuelta militar contra Roma. Su poder es de otro tipo: es en la pobreza y la paz de Dios, que identifica el único poder que puede redimir”, detalla en su libro

6. Los peregrinos reconocieron a Jesús como su rey mesiánico

Benedicto XVI también señala que el hecho de que los peregrinos coloquen sus mantos en el suelo para Jesús camine por encima también “pertenece a la tradición de la realeza israelita (2 Reyes 9:13)”.

“Lo que hacen los discípulos es un gesto de entronización en la tradición de la monarquía davídica (del Rey David) y apunta a la esperanza mesiánica que surgió a partir de ésta”, indica el texto.

Los peregrinos, prosigue, “sacan ramas de los árboles y gritan versos del Salmo 118, palabras de bendición de la liturgia de los peregrinos de Israel que en sus labios se convierten en una proclamación mesiánica: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito sea el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en lo más alto!” (Mc 11: 9-10, ver Sal 118: 26)”.

7. “Hossana” es un grito de júbilo y una oración profética

En el tiempo de Jesús esta palabra tenía matices mesiánicos. En la aclamación de Hosanna se expresan las emociones de los peregrinos que acompañan a Jesús y a sus discípulos: la alabanza alegre a Dios en el momento de la entrada procesional, la esperanza de que la hora del Mesías había llegado.


Al mismo tiempo era una oración que indicaba que el reinado davídico, y por lo tanto el reinado de Dios sobre Israel, sería restablecido.

8. La multitud que aplaudió la llegada de Jesús no es la misma que exigió su crucifixión

En su libro, Benedicto XVI argumenta que en los tres evangelios sinópticos, así como en San Juan, se deja claro que quienes lo aplaudieron a Jesús en su entrada a Jerusalén no fueron sus habitantes, sino las multitudes que lo acompañaban e ingresaron a la Ciudad Santa con él.

Este punto se hace más claramente en el relato de Mateo a través del pasaje que sigue al Hosanna dirigido a Jesús: “Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se agitó diciendo: ¿Quién es este? Y las multitudes decían: Este es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea” (Mt 21, 10-11).

La gente había oído hablar del profeta de Nazaret, pero no parecía tener ninguna importancia para Jerusalén, y la gente allí no lo conocía.

9. El relato de la Pasión goza de una especial solemnidad en la liturgia

Así lo afirma la Carta de fiestas pascuales en el numeral 33:   

“Es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres personas que hagan las veces de Cristo, del narrador y del pueblo. La Pasión ha de ser proclamada ya por diáconos o presbíteros, ya, en su defecto, por lectores, en cuyo caso, la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote.

Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces ni incienso, ni se hace al principio el saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan solo los diáconos piden la bendición al sacerdote.

Para el bien espiritual de los fieles conviene que se lea por entero la narración de la Pasión, y que no se omitan las lecturas que la preceden”.



Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.

IMÁGENES DE DOMINGO DE RAMOS















MEDITACIONES PARA HOY DOMINGO DE RAMOS 9 DE ABRIL DEL 2017




“Bendito el que viene en nombre del Señor”

      La fiesta de hoy presenta a los ojos de los hombres aquel que nuestra alma desea bajo dos aspectos diferentes. (Is 26,9) “el más bello de los hombres” (sal 44,3) Los dos aspectos atraen nuestra mirada; los dos son objeto de nuestro deseo y de nuestro amor, porque en uno y en otro es el Salvador de los hombre... 

      Si contemplamos al mismo tiempo la procesión de hoy y la pasión, vemos a Jesús glorioso y sublime y humillado y sufriente. En la procesión recibe los honores de rey y en la pasión es golpeado como un malhechor. Aquí, la gloria y el honor le rodean; allí “sin forma ni hermosura”(Is 53,2). Aquí, él es la alegría de los hombres y el orgullo del pueblo; allí, “oprobio de los hombres, desprecio del pueblo” (Sal 21,7) Aquí es aclamado: “Hosana al Hijo de David. Bendito sea el rey de Israel que viene...”; allí los gritos enfurecidos de la gente que pide su muerte, burlándose del que se hizo rey de Israel. Aquí, la gente sale a su encuentro con palmas en las manos; allí le dan bofetadas y con cañas le golpean en la cabeza. Aquí es colmado de elogios; allí cubierto de injurias. Aquí la gente porfía extendiendo sus mantos ante Jesús; allí es despojado de sus vestiduras. Aquí es recibido en Jerusalén como el Rey justo y el Salvador; allí es expulsado de Jerusalén como un criminal y un impostor. Aquí va montado sobre un asno, envuelto en agasajos; allí es colgado en la madera de la cruz, roto por los golpes, cubierto de llagas y abandonado por los suyos... 

      Señor Jesús, en tu rostro resplandece la sabiduría, tanto si aparece glorioso como si se presenta humillado. En él resplandece la gloria de la luz eterna (Sb 7,26) Que brille siempre sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro (Sal 4,7), en la tristeza como en las alegrías... tú eres la alegría y la salvación de todos, tanto si te vemos montado sobre el asno o clavado en la cruz.


Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense 
Sermones para el domingo de Ramos; SC 202, pag. 188ss







NADA LE PUDO DETENER

La ejecución del Bautista no fue algo casual. Según una idea muy extendida en el pueblo judío, el destino que espera al profeta es la incomprensión, el rechazo y, en muchos casos, la muerte. Probablemente, Jesús contó desde muy pronto con la posibilidad de un final violento.

Pero Jesús no fue un suicida. Tampoco buscaba el martirio. Nunca quiso el sufrimiento ni para él ni para nadie. Dedicó su vida a combatirlo en la enfermedad, las injusticias, la marginación o la desesperanza. Vivió entregado a «buscar el reino de Dios y su justicia»: ese mundo más digno y dichoso para todos que busca su Padre.

Si Jesús acepta la persecución y el martirio es por fidelidad a ese proyecto de Dios, que no quiere ver sufrir a sus hijos e hijas. Por eso no corre hacia la muerte, pero tampoco se echa atrás. No huye ante las amenazas; tampoco modifica su mensaje ni se desdice de sus afirmaciones en defensa de los últimos.

Le habría sido fácil evitar la ejecución. Habría bastado con callarse y no insistir en lo que podía irritar en el templo o en el palacio del prefecto romano. No lo hizo. Siguió su camino. Prefirió ser ejecutado antes que traicionar su conciencia y ser infiel al proyecto de Dios, su Padre.

Aprendió a vivir en un clima de inseguridad, conflictos y acusaciones. Día a día se fue reafirmando en su misión y siguió anunciando con claridad su mensaje. Se atrevió a difundirlo no solo en las aldeas retiradas de Galilea, sino en el entorno peligroso del templo. Nada lo detuvo.

Morirá fiel al Dios en el que ha confiado siempre. Seguirá acogiendo a todos, incluso a pecadores e indeseables. Si terminan rechazándolo, morirá como un «excluido», pero con su muerte confirmará lo que ha sido su vida entera: confianza total en un Dios que no rechaza ni excluye a nadie de su perdón.

Seguirá buscando el reino de Dios y su justicia, identificándose con los más pobres y despreciados. Si un día lo ejecutan en el suplicio de la cruz, reservado para esclavos, morirá como el más pobre y despreciado, pero con su muerte sellará para siempre su fe en un Dios que quiere la salvación del ser humano de todo lo que le esclaviza.

Los seguidores de Jesús descubrimos el Misterio último de Dios encarnado en su amor y entrega extrema al ser humano. En el amor de ese crucificado está Dios mismo identificado con todos los que sufren, gritando contra todas las injusticias y perdonando a los verdugos de todos los tiempos. En este Dios se puede creer o no creer, pero no es posible burlarse de él. En él confiamos los cristianos. Nada lo detendrá en su empeño por salvar a sus hijos e hijas.


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola


Mt 26,14–27,66
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