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martes, 23 de mayo de 2017

ORACIÓN A SAN JUAN BAUTISTA ROSSI


Oración a San Juan Bautista Rossi


Gloriosísimo San Juan Bautista,
por el amor ardiente
que tuviste al Niño Jesús
y por la santísima dulzura
que infundió en tu corazón
con sus halagos;
por aquellos privilegios
que te concedió para hacer
tantos milagros a favor de tus devotos,
te suplico te dignes favorecerme
en todas mis necesidades con tu eficaz patrocinio
y en particular te ruego me alcances
la gracia que te pido en este día.

¡Oh, glorioso San Juan Bautista,
muévete a piedad de esta alma acongojada,
que en ti puso sus esperanzas;
líbrala, te ruego, de sus miserias.

¡Oh, santo de los milagros!,
alivia la congoja de mi corazón,
y haz que yo viva aquí
como verdadero amante de mi Jesús
para poder gozar de Él en el Cielo.

Amén.

SAN JUAN BAUTISTA ROSSI, GRAN APÓSTOL DEL CONFESIONARIO, 22 MAYO



San Juan Bautista Rossi
Gran Apóstol del Confesionario
Mayo 22


En el Colegio Romano hizo estudios con gran aplicación, ganándose la simpatía de sus profesores y compañeros, y fue ordenado sacerdote, a los 23 años.

Leyó un libro algo exagerado que recomendaba hacer penitencias muy fuertes, y se dedicó a mortificarse en el comer, en el beber y en el dormir, tan exageradamente que le sobrevino una depresión nerviosa que lo dejó varios meses sin poder hacer nada. Logró rehacer sus fuerzas, pero de ahí en adelante tuvo siempre que luchar contra su mala salud. Y aprendió que la mejor mortificación es aceptar los sufrimientos y trabajos de cada día, y hacer bien en cada momento lo que tenemos que hacer y tener paciencia con las personas y las molestias de la vida, en vez de andar dañándose la salud con mortificaciones exageradas.

Desde cuando era seminarista sentía una gran predilección por los pobres, los enfermos y los abandonados. El Sumo Pontífice había fundado un albergue para recibir a las personas que no tenían en dónde pasar la noche, y allá fue por muchos años el joven Juan Bautista a atender a los pobres y necesitados y a enseñarles el catecismo y prepararlos para recibir los sacramentos. Se llevaba varios compañeros más, sobre los cuales él ejercía una gran influencia. También le agradaba irse por las madrugadas a la Plaza de mercado a donde llegaban los campesinos a vender sus productos. Allí enseñaba catecismo a los niños y a los mayores y preparó a muchos para hacer la confesión y recibir la Primera Comunión.

Los primeros años de su sacerdocio no se atrevía casi a confesar porque le parecía que no sabría dar los debidos consejos. Pero un día un santo Obispo le pidió que se dedicara por algún tiempo a confesar en su diócesis. Y allí descubrió Juan Bautista que este era el oficio para el cual Dios lo tenía destinado. Al volver a Roma le dijo a un amigo: "Antes yo me preguntaba cuál sería el camino para lograr llegar al cielo y salvar muchas almas. Y he descubierto que la ayuda que yo puedo dar a los que se quieren salvar es: confesarlos. Es increíble el gran bien que se puede hacer en la confesión".

Se fue a ayudar a un sacerdote en un templo a donde acudían muy pocas personas. Pero desde que comenzó Rossi a confesar allí, el templo se vio frecuentado por centenares y centenares de penitentes que venían a ser absueltos de sus pecados. Cada penitente le traía otras personas para que se confesaran con él y las conversiones que se obraban eran admirables.

El Sumo Pontífice le encomendó el oficio de ir a confesar y a predicar a los presos en las cárceles y a los empleados que dirigían las prisiones. Y allí consiguió muchas conversiones.

De todas partes lo invitaban para que fuera a confesar enfermos, presos y gentes que deseaban convertirse. A muchos sitios tenía que ir a predicar misiones y obtenía del cielo numerosas conversiones. En los hospitales era estimadísimo confesor y consolador de los enfermos. Sus amigos de siempre fueron los pobres, los desamparados, los enfermos, los niños de la calle y los pecadores que deseaban convertirse. Para ellos vivió y por ellos desgastó totalmente su vida. Él se mantenía siempre humilde y listo a socorrer a todo el que le fuera posible.

El 23 de mayo del año 1764, sufrió un ataque al corazón y murió a la edad de 66 años. Su pobreza era tal que el entierro tuvo que costeárselo de limosna.

La estimación por él en Roma era tan grande que a su funeral asistieron 260 sacerdotes, un arzobispo, muchos religiosos e inmenso gentío. La misa de réquiem la cantó el coro pontificio de la Basílica de Roma.

Todo el bien que habéis hecho a uno de estos mis humildes hermanos, a mí me lo habéis hecho. (Jesucristo).

lunes, 23 de mayo de 2016

SAN JUAN BAUTISTA ROSSI, APÓSTOL DEL CONFESIONARIO, 23 DE MAYO


Hoy 23 de mayo se celebra a San Juan Bautista Rossi, gran apóstol del confesionario
Por Diego López Marina



 (ACI).- San Juan Bautista Rossi fue un sacerdote italiano que decidió consagrar su vida al Sacramento de la Reconciliación para llevar el perdón y la misericordia de Dios a los más necesitados, especialmente a enfermos, presos y personas que deseaban convertirse.

Su simpatía atrajo a mucha gente humilde que solía hacer largas filas para confesarse con él: "antes yo me preguntaba cuál sería el camino para lograr llegar al cielo y salvar muchas almas. Y he descubierto que la ayuda que yo puedo dar a los que se quieren salvar es: confesarlos. Es increíble el gran bien que se puede hacer en la confesión", dijo en el santo en una ocasión

Bautista Rossi nació en 1698 en un pueblo cerca de Génova, en Italia. A la edad de 13 se fue a vivir a Roma en casa de un primo sacerdote, canónigo de Santa María en Cosmedin, para estudiar en el Collegio Romano, creado por San Ignacio de Loyola en 1550

En 1714, con 16 años, siguió los estudios eclesiásticos y terminó los estudios de teología con los dominicos. Fue ordenado sacerdote a los 23 años el 8 de marzo de 1721, pero desde antes ya había comenzado su intenso apostolado.

Bautista Rossi se dedicó a mortificarse exageradamente en el comer, beber y dormir, lo que ocasionó que su salud desmejorara. Pronto aprendió que la verdadera mortificación consistía en aceptar los sufrimientos y trabajos de cada día, con esfuerzo y dentro de sus capacidades.

Tenía una fuerte inclinación por los pobres, los enfermos y los abandonados. El Sumo Pontífice había fundado un albergue para recibir a las personas desamparadas, y en ese lugar, el santo atendió por muchos años a los pobres y necesitados, además de enseñarles el catecismo y prepararlos para recibir los sacramentos.

El 23 de mayo del año 1764, sufrió un ataque al corazón y murió a la edad de 66 años. Su pobreza era tal que el entierro tuvo que costeárselo de limosna. A su funeral asistieron 260 sacerdotes, un arzobispo, muchos religiosos e inmenso gentío.

Fue canonizado por el Papa León XIII el 8 de diciembre de 1881.
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