Margarita María de Alacoque, Santa
Recipiente de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús, octubre 16
Por: P. Angel Amo | Fuente: Catholic.net
En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.
Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray?le?Monial. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven.
A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como víctima al Corazón de Jesús.
Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.
16 de octubre
SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
(+ 1690)
La primera comunión de una niña de nueve años pasó inadvertida en aquel mundo francés del siglo XVII, deslumbrado por la creciente majestad de Luis XIV, que se habia hecho declarar mayor de edad y habia comenzado a reinar a los catorce años.
El nacimiento de este rey, 1638, coincidía con la muerte del holandés Cornelio Jansenio, obispo de Yprès, cuya obra principal, el Augustinus, habia de producir en Francia una revolución contra la piedad debida a Dios, contra la obediencia debida al Papa.
Frente al mundo del poder, del placer y de las herejías, aquella primera comulgante de 1656 iniciaba una cadena de comuniones y visitas íntimas con el Señor sacramentado, que habian de repercutir en toda la Iglesia y habian de contribuir a llenar muchos comulgatorios.
Era hija del notario real Claudio Alacoque, que desempeñaba su cargo en la ciudad de Lhautecour, actual diócesis de Autun. Nació el 22 de julio de 1647, la quinta entre sus hermanos, y fue bautizada con el nombre de Margarita.
Su primera infancia transcurrió en el placentero castillo de su madrina. Prevenida por la gracia de Dios, se sentía como obligada a repetir: "Dios mio, te consagro mi pureza y te hago voto de perpetua castidad".
Perdió a su padre cuando tenia ocho años. Su madre la puso interna con las clarisas urbanistas de Charolles, que la permitieron comulgar a los nueve años, y esta comunión le puso amargor en las diversiones mundanas. Le encantaba la vida religiosa.
Imitaba los buenos ejemplos que veía en las clarisas, y muy gustosa se hubiera quedado con ellas para siempre.
Pero el Señor manifestó su voluntad iniciándola en el misterio de la cruz. A los diez años fue presa de una enfermedad que le duró hasta los catorce, produciéndole la impresión de que los huesos le perforaban la piel. Tuvo que volver a casa de su madre y prometió a la Virgen Santisima ser una de sus hijas si recobraba la salud.
La Madre de Dios atendió a sus ruegos, y en el corazón de Margarita se entabló entonces el combate de la juventud: la alegría de verse curada, su temperamento muy afectuoso y las atracciones del mundo, por un lado; por otro, el recuerdo de su promesa y los interiores atractivos de la gracia...
Los planes de Dios se hicieron más definidos, y sus invitaciones más apremiantes.
Un dia, después de comulgar, respondió a su Señor que, aunque hubiese de costarle mil vidas, sólo seria religlosa.
Luego declaró resueltamente este deseo a sus familiares, pidiéndoles que despidieran a todos los pretendientes. Tenia veintidós años. El obispo de Chalons la confirmó en sus deseos y, por devoción a la Santísima Virgen, solicitó y obtuvo de este prelado permiso para añadir al suyo propio el nombre de María.
Dudaba qué instituto religioso habia de escoger; mas el 25 de mayo de 1671 visitó a las religiosas salesas, en su monasterio de Paray-le-Monial. y en seguida oyó a su divino Esposo que le aseguraba: 'Aquí es donde te quiero".
Una vez en el noviciado pidió a su maestra que le enseñase cómo habia de hacer oración.
"Id a poneros ante nuestro Señor como un lienzo delante del pintor." Hizolo así Margarita María, y Nuestro Señor Jesucristo le dió a entender que quería reproducir la imagen de su propia vida terrestre en el alma de la nueva religiosa: los rasgos principales serían el amor a Dios y el amor a la cruz.
Tomó el hábito el 25 de agosto de 1671, y en las conversaciones del noviciado la hermana Margarita Maria contaba con cándida sencillez los grandes favores que su Señor le dispensaba. Las superioras temieron por el bien de toda la comunidad ante una novicia de caminos tan extraordinarios y decidieron probarla, imponiéndole faenas humillantes y penitencias muy opuestas a su extremada sensibilidad. Margarita María temió desfallecer antes de llegar a su profesión religiosa. Pero Nuestro Señor la sostuvo y la animó a vencer las propias debilidades y repugnancias, buscando por sí misma ocasiones de humillarse y sufrir más.
El 6 de noviembre de 1672 hace su profesión: ya es religiosa en la Orden de la Visitación de Nuestra Señora, y ya le ha descubierto el divino Esposo la mayor parte de las gracias que disponía para ella, sobre todo las que se refieren a su amable Corazón, en cuya llaga le ha prometido una mansión actual y perpetua.
Cuatro se consideran como principales entre aquellas maravillosas comunicaciones de Jesucristo a Santa Margarita María: en la primera le descubrió el abismo de su amor a los hombres (dia de San Juan, 1673). En la segunda, al año siguiente, el Corazón de Jesús se le mostró herido por las espinas de nuestros pecados, que lo rodeaban y oprimían.
El mismo año 1674, cuando la hermana Margarita María se hallaba ante el Santísimo Sacramento expuesto solemnemente, el Señor se deja ver y le pide que comulgue siempre que se lo permita la obediencia, especialmente todos los primeros viernes. Le pide además la Hora Santa en la noche del jueves al viernes, "para acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas..."
Absorta Margarita en su larga oración, la tienen que hacer volver en si, y la llevan a la superiora. Esta responde negativamente a las peticiones que ella le hace de parte del Señor: Hora Santa, comunión más frecuente, comunión especial de los primeros viernes...
La superiora se pregunta ansiosa qué espíritu será el que guía a esta hermana tan singular, y hace que la examinen algunos personas doctas. El resultado es deplorable: la tienen por visionaria, condenan su gusto por la oración, prohiben a la hermana y a la superiora hacer caso de esas maravillas y dan la orden de obligarla a comer sopa.
La heroica religiosa se somete a la obediencia, mas persevera en su deseo de cumplir lo que con toda certeza considera designios de Dios. Esta es la gran cruz interior de su vida. Cuando parece que humanamente no podia resistir más, Jesucristo le anuncia formalmente: "Yo te enviaré a mi siervo. Descúbrete a él por completo y él te dirigirá según mis designios".
Este escoqido del divino Corazón era un padre jesuita, el Beato Claudio de la Colombiere, que llegó a Paray-leMonial el, año 1675, como superior de la residencia que allí tenía la Compañía de Jesús. Poco después visitó el monasterio de las Salesas para dar ejercicios espirituales. Confortó a la confidente del Sagrado Corazan y reanimó su confianza, después de oírla bondadosamente.
Así llegó la gran revelación del Corazón de Jesús a su mensajera. Mientras ella adoraba al Santísimo Sacramento en uno de los dias de la infraoctava del Corpus (junio de 1675), Nuestro Señor se le apareció mostrándole su divino Corazón y le dijo:
"Mira este Corazón que tanto ha amado a los hombres y que nada ha perdonado hasta consumirse y agotarse para demostrarles su amor; y, en cambio, no recibe de la mayoría más que ingratitudes, por sus irreverencias, sacrilegios y desacatos en este sacramento de amor. Pero lo que me es todavía más sensible es que obren así hasta los corazones que de manera especial se han consagrado a Mí. Por esto te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta particular para horrar mi Corazón, comulgando en dicho día y reparando las ofensas que he recibido en el augusto sacramento del altar. Te prometo que mi Corazón derramará en abundancia las bendiciones de su divino amor sobre cuantos le tributen este homenaje y trabajen en propagar aquella práctica".
Santa Margarita María entiende bien el mensaje que debe transmitir a toda la Iglesia de parte de su divino Salvador.
"Entonces yo cuenta la misma Santa en la carta 103 postrándome en tierra, le dije con Santo Tomás: "¡Señor mío y Dios mio!" Era la profunda humildad que aceptaba sin condiciones los planes divinos; era la generosidad heroica que se entregaba a realizarlos.
En lo exterior aparecía la hermana Margarita Maria como una religiosa inteligente, flexible, buena para todo y apta para desempeñar cualquier cargo que se le confiara. Fue sucesivamente enfermera, profesora del grupo de alumnas procedentes de familias distinguidas que vivían en el convento, maestra de novicias, otra vez enfermera, por segunda vez con las pensionistas, asistente de la comunidad y propuesta para superiora.
Mas presintiendo todas las actividades de esta vida exterior, animada siempre por su ardentisima caridad hacia el Corazón de Jesucristo, triunfa por todas partes su incontenible deseo de darlo a conocer y hacerlo amar. Es abrumadora la actividad apostólica que revelan sus escritos, especialmente sus cartas, abundantes y algunas larguísimas. En ellas. Io mismo atiende a las pequeñas propagandas de estampas y cuadritos del Corazón de Jesús que procura se conceda la misa propia del Sagrado Corazón; Io mismo escribe al capellán de Luis XIV para que éste le consagre su persona y su palacio, que comunica los ardores de su devoción con varios sacerdotes jesuitas: lo mismo repite cómo se siente apremiada a promover el reinado de su único amor que anuncia increíbles gracias de salvación y santificación a los que se entreguen a Él; lo mismo refiere los favores y carismas celestiales con que la regala el Hijo de Dios, nunca oídos hasta ahora, que expone el sincerísirno convencimiento de su propia nulidad o su anhelo insaciable de sufrir por imitar a Jesús.
El mensaje de Margarita suscitó explosiones de entusiasmo, efluvios de santidad, y al mismo tiempo tempestades de contradicción, ataques enconados.
Lo mismo que el mensaje de Jesús en el Evangelio, del que era copia fiel y renovación viviente.
El libro Augustinus habia sido solemnemente condenado el 31 de mayo de 1653. Poco antes de morir su autor habia declarado: "Me someto a lo que ordena la Santa Iglesia, en la que he vivido hasta mi última hora". Pero la muerte impidió a Jansenio retractar los errores contenidos en el libro, y espantarse ante los daños que causaban sus afirmaciones y las de sus fanáticos discípulos.
El Dios de los jansenistas es un Dios que no ha amado tanto a los hombres como para morir por todos: un Dios que contempla impasible cómo la voluntad del hombre obra irresistiblemente el bien o el mal; un Dios alejado, un Dios juez más que un Dios padre. ¡Qué distinto del Dios que Santa Margarita ha visto en la Hostia Santa, con un corazón incontenible de bondad y de amor para todos: un Dios tan cercano a los hambres que pide amor, frecuencia de comuniones, entrega personal! Y pide consuelo en su agonía de Getsemani.
Jesús, no sólo en cuanto Dios, sino también en cuanto hombre por medio de su ciencia infusa, preveia durante su vida mortal todos los pecados de los hombres, todas sus tragedias, todas las sentencias de eterna condenación... Y esto le hacía sudar sangre por la fuerza de la pena interior, ya que amaba tanto a esos mismos hombres que iba a morir por ellos. Pero preveia también las obras buenas, las horas santas. Ias comuniones, las obediencias, los sacrificios voluntarios de sus amigos, y esto le hacia sentirse acompañado, le consolaba. Nuestros pecados de hoy le hicieron sufrir entonces; nuestras buenas obras de hoy le consolaron entonces. Participar en las penas y alegrías de un amigo es el gran recurso que fomenta la verdadera amistad. Por eso los consagrados al Corazón de Jesús desarrollan toda su vida espiritual y tal vez sin darse cuenta, que es lo más bello en ese ambiente santificador de la familiar amistad con Jesús.
Mas !a consideración de Dios ofendido por los pecados suscitaba también en Santa Margarita una reacción menos sentimental si se quiere, pero más torturante y más purificadora: más espiritual y más difícil de comprender: un dolor insufrible por las ofensas de Dios y la perdición de los hombres con un anhelo nobilísimo de tributar gloria a Dios, en compensación de la deshonra que tiende a infligirle el pecador, y de salvar a los hermanos.
Este anhelo explica el heroísmo que alcanzó Santa Margarita Maria en orar, en trabajar, en obedecer, y, compendio de todo, en sufrir por amor. Se consagra al Corazón de Jesús en una entrega absoluta de todo, exceptuando la voluntad "de estar por siempre unida a este divino Corazón y amarle puramente por amor de Él. Graba sobre su propio corazón con un cortaplumas el nombre sacrosanto de Jesús. Hace el voto de inmolarse perfectamente al Sagrado Corazón de Jesucristo, escribiendo una fórmula de 19 puntos, cuya sola lectura aterra a la pobre naturaleza humana.
Sufre con dulce paciencia la marcha a Inglaterra de su director espiritual, el Beato Claudio de la Colombiere, y, cuando regresa, le anuncia con perfecta sumisión: ''Él me ha dicho que quiere aquí el sacrificio de vuestra vida". Acepta el martirio de pedir a la comunidad, de parte de su divino Maestro, que se corrija de algunas faltas. Y vive muriendo en deseos de hacerse pedazos para glorificar a Dios y salvar a los hombres, contrarrestando la obra destructora del pecado.
Jesucristo Nuestro Señor tributó a Dios la suma gloria, al mismo tiempo que redimía y salvaba a los hombres. Pero sólo en la cruz, como víctima divina, consumó su obra. También Margarita María será víctima, Esta es su vocación especial.
La devoción al Corazón de Jesús es para todos: mas cada uno la practicará según los dones de gracia y naturaleza que Dios le haya comunicado. Santa Margarita ha sido lIamada para ser víctima al mismo tiempo que mensajera. Por eso lo acepta todo, se inmola en todo, con tal de glorificar a su rey y pasar ella completamente inadvertida, "gozándose en su inutilidad".
Precisamente de esta inutilidad se sirvió Nuestro Señor Jesucristo para demostrar al mundo que el establecimiento de la devoción a su Corazón Sagrado no se funda en cualidades humanas, sino, en la Providencia divina.
Salida de Paray-le-Monial, se extiende primero por las comunidades salesas de Dijon, Moulins y Seamur; llega en' seguido a Lyon y Marsella; salta hasta Inglaterra, avivando los gérmenes allí sembrados por el Beato Claudio. Una circular de la superiora de Dijon lleva la buena nueva a ciento cuarenta y tres monasterios de la Visitación. El fuego divino va conquistando Francia, Saboya, Italia, Bolonia, Borgoña, Canadá... Varios obispos permiten en sus diócesis la misa propia. Circulan algunos libros y miles de estampas. Aquellas recatadas confidencias del Divino Corazón a Margarita María, y de ésta a su director, han salvado las distancias y resuenan en muchos oídos cristianos. La primera fiesta del Corazón de Jesús (21 de junio de 1075, viernes siguiente a la infraoctava del Corpus), en la que se consagraron fervorosamente al Divino Corazón Santa Margarita y el Beato Claudio, empieza a repetirse a lo largo de los años siguientes. El primer cuadro del Corazón de Jesús, dibujado a tinta en un papel por Santa Margarita María para la fiesta de 1685, es la semilla de miles de cuadros, a los que seguirán miles de estatuas, monumentos, templos...
Las contradicciones habían sido fuertes, sobre todo de los jansenistas; mas también de buenos católicos recelosos ante cualquier devoción nueva. Pero Jesucristo cumple la promesa que hiciera a su santa confidente: "Reinaré a pesar de mis enemigos".
Las ansías de este reinado consumen la vida mortal de la fidelísima mensajera.
En junio de 1690 la nueva superiora le prohibe la Hora Santa y todas sus austeridades. Margarita María se somete dulcemente como siempre; pero dice: 'Ya no viviré mucho, porque ya no sufro".
El 2 de julio, fiesta de la Visitación, comienza un retiro interior que ha de durar cuarenta días, porque quiere "estar preparada para comparecer ante la santidad de Dios". El 8 de octubre se siente acometida por una fiebre que la obliga a guardar cama, aunque el médico no le da importancia especial. Ya había confesado otras veces que para las enfermedades de Margarita, ocasionadas por la fuerza del divino amor, no encontraba ramedio.
Pasan pocos días. Una de las hermanas conoce que Margarita María sufre extraordinariamente y muestra deseos de aliviarla.
"Muchas gracias responde la santa enferma; pero son muy cortos los instantes de vida que me restan para desperdiciarlos. Sufro mucho; mas no lo bastante para satisfacer mis ansias de padecer."
Pasan dos días más. Pide a su superiora el Viático; mas no se lo conceden, por creer todos que no se trata de enfermedad grave. Margarita María no insiste; pero el 16 por la manana, estando aún en ayunas, manifiesta deseos de comulgar y hace intención de recibir a Jesús como viático para el gran viaje. Al atardecer empeora, y deciden velarla por la noche. Así hubo testigos de las jaculatorias, oraciones y coloquios que le inspiraban su impaciente deseo por abismarse en el Corazón de Jesucristo.
Persevera hasta el fin en su función de victima. A la mañana siguiente parece sentir por unos instantes el peso abrumador de la santidad de justicia, ofendida por los pe cados. Es un pavor de Getsemani: ¿Me salvaré, me condenaré? Las miradas a Jesús crucificado, el clamor: ¡Misericordia, Dios mío!, la confianza en los méritos del Corazón de Jesús le devuelven la paz.
Y horas después, rodeada de la comunidad, mientras el capellán le administra la santa unción, pronuncia en un supremo esfuerzo de amor el nombre de Jesús, y en ella se cumple lo que tantas veces había repetido: ¡Qué dulce es morir, después de haber tenido una tierna y constante devoción al Corazón de Aquel que nos ha de juzgar!
Era el 17 de octubre de 1690. Pronto corrió por la pequeña ciudad, con inmensa conmoción y edificación de todos, la noticia de que habia muerto la Santa.
Fue canonizada por Benedicto XV el 13 de mayo de 1920.
Este Papa, en la bula de canonización, consigna la promesa de la perseverancia final hecha por el Corazón de Jesús a Santa Margarita en favor de los que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos. León XIII consagra todo el género humano al Corazón de Jesús. Pio XI reproduce en la encíclica Miserentissimus la doctrina de Santa Margarita acerca de la reparación y de la consagración personal. Pío Xll, en la Haurietis aquas, vuelve a presentarla como confidente del Divino Redentor para divulgar la devoción a su Corazón Sagrado.
No hay santo cuyas revelaciones privadas hayan ejercido en toda la Iglesia influencia tan profunda y tan bienhechora como las de Santa Margarita Maria de Alacoque.
JOSÉ JULIO MARTÍNEZ, S. I
REVELACIONES DEL CORAZÓN DE JESÚS
A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
Primera revelación
El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita María, que tenía solo 14 meses de profesa y 26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así:
"Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.
El me dijo:
"Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía."
"Luego," continúa Margarita, "me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo: "He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus mas vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón."
Después de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de si que podía hablar y comer solamente haciéndose una gran violencia. Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora lo cual tenia gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.
A partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable Corazón.
Entre estas visitas le decía el Señor, "Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios." En su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.
Segunda revelación
Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. Escribe Margarita:
"El divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, mas brillante que el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la parte superior...
...la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión."
"Me hizo ver, " continúa Margarita, "que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el, su amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados. Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción."
En esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones, y el Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraban. Pero por el momento Margarita no podía decir nada de lo que había visto pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que Jesús quiera revelar.
Tercera revelación
En lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación.
Una vez entre otras, escribe Sta. Margarita, "que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mi todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón."
Entonces Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es mas brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.
Le dirige las siguientes peticiones:
º Comulgarás tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírmelo
º Jueves a viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía mas difícil de sufrir que la muerte.
º Por acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te levantaré de once a doce de la noche para postrarte durante una hora conmigo; el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina, pidiendo misericordia para los pecadores, como para suavizar, en cierto modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar una hora conmigo...
"Una vez, estando expuesto el Santísimo Sacramento, se presentó Jesucristo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas que se presentaban como otro tanto soles, saliendo llamaradas de todas partes de Su Sagrada Humanidad, pero sobre todo de su adorable pecho que, parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas. Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor con que había amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes y desconocimiento.
"Eso," le dice Jesús a Margarita, "fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más. Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades."
Ante estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su impotencia, Él le replicó: "Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte." Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad. El le respondió:
"Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios."
Entonces el Señor le describió a Margarita exáctamente de que forma se iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer.
"Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes."
EL CUERPO INCORRUPTO DE
SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
El 8 de octubre de 1690 cayó gravemente enferma y fue obligada a guardar cama. Llamado el doctor Billet dijo que no había gravedad alguna. Ella estaba segura de que iba a morir muy pronto y pidió que le diesen el viático por la mañana del 16 de octubre. Como nadie se persuadía de que estaba en peligro de muerte, no se lo concedieron; pero, como estaba todavía en ayunas, pidió la comunión y la recibió con amor de serafín, pues sabía que era la última comunión de su vida.
116 San Francisco de Sales (1567-1622), obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia, había fundado la Orden de la Visitación de Santa María en Annecy (Francia) el año 1610 en unión con santa Juana Francisca de Chantal.
El último día se vio atormentada por el temor a los juicios de Dios y con tristes gemidos decía: ¡Misericordia, misericordia! Al poco rato se calmó y exclamó: Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Le dijeron que la Superiora había mandado avisar a sus parientes; y respondió: No llegaré a ver a ninguno. Es hora de morir y ofrecer a Dios el sacrificio de todas las cosas. A las cinco de la tarde del 17 de octubre, viendo que se debilitaba, volvió a pedir el santo viático, pero el médico consideró que no había tan extrema necesidad y que podían esperar al día siguiente.
Llegando la Superiora, pidió que le diesen la unción de los enfermos y añadió que ya no tenía necesidad de médico, sino sólo de Dios para sumergirse enteramente en el Corazón de Jesús. Llegaron entonces todas las hermanas y rezaron las oraciones de los agonizantes. Antes de morir pidió que rezasen en su presencia las letanías del adorable Corazón de Jesús y las de la Santísima Virgen, y que además invocasen por ella a su santo fundador, a su ángel custodio y a san José, pidiéndoles que la asistieran con su protección (119).
Mientras le administraban la santa unción, invocando el santísimo nombre de Jesús, murió. Era el martes 17 de octubre de 1690. Entonces apareció mucho más hermosa de lo que fuera en vida. Reflejaba tal blancura su semblante que daba gusto mirarla. Estuvo así hasta las cinco de la mañana y entonces le volvió el color natural, que era algo amarillo (120).
Enseguida corrió la noticia por toda la ciudad. Todo el mundo gritaba por las calles: Ha muerto la santa. Los niños cantaban también a su manera: Ha muerto la santa de las santas Marías. Al día siguiente, apenas se abrió la iglesia, colocaron en el coro de las religiosas su cuerpo exánime. Corrió a verla innumerable multitud de gente ansiosa de tocar su cadáver. No eran suficientes dos religiosas para satisfacer los deseos de la gente, porque todo el mundo deseaba y pedía con insistencia alguna cosa que le hubiese pertenecido; pero, fuera del libro de las Reglas y de las disciplinas, no se encontró nada en su poder.
En la tarde del 18 de octubre fue enterrado su cuerpo. No se vio jamás en el entierro de las hermanas tanta y tan diversa clase de gentes. También los sacerdotes que entraron en la clausura quisieron poseer algo de la hermana. Se cubrió su cuerpo con una capa de cal en polvo antes de enterrarla en la cripta del monasterio, que, según la costumbre de entonces, se encontraba debajo del coro de las religiosas.
En 1703 se recogieron sus restos. Había algo de carne y hábitos, mezclados con la cal, y desde esa época se empezó a distribuir a los fieles estas reliquias bajo el título de cenizas de la venerable Margarita María Alacoque. En cuanto a sus huesos, limpios de todo el polvo de cal, los reunieron en una urna de encina con cristal, que se colocó sobre una mesa próxima al nicho de donde habían sacado sus restos.
Después de su muerte comenzaron a suceder muchos y grandes milagros. Dicen sus contemporáneas: Sólo diremos en general que los sordos, al invocarla, oían; los ciegos, recobraban la vista; algunos niños, que no podían andar, por su intercesión han podido hacer uso de sus piernas al ponerles una camisa tocada con su tumba. Hasta el polvo de esta tumba ha curado a una infinidad de enfermos, aun a los que estaban desahuciados de los médicos. Entre ellos un hombre (señor de la Metheirie), que era médico y tenía una especie de lepra. Quedó milagrosamente curado, poniéndose una camisa que hizo tocar en la preciosa tumba (121).
De todas partes nos envían pedazos de lienzo para que los toquemos a su sepulcro y muchos vienen en persona a dar gracias a su libertadora por curaciones maravillosas que se obran todos los días mediante el poder de Dios, que se complace en exaltar a los humildes. El primer milagro auténtico que hizo Dios por su intercesión fue a favor de nuestra querida hermana Claudia Angélica Desmoulins, de 20 años, profesa de este monasterio, que hacía tres meses estaba postrada en cama por una parálisis de medio cuerpo. Una de nuestras hermanas le instó mucho a que se dirigiera a la venerable hermana Margarita María para obtener su curación.
En la noche del 18 de febrero de 1713 soñó que tenía puesta una camisa que había tocado la tumba de la venerable, y estaba curada. Cuando despertó, le pidió a la enfermera que se la pusiera y, habiéndolo hecho, un cuarto de hora después se encontró la enferma curada, pidió su hábito, se vistió ella misma y se fue por su pie al coro, donde estaba la Comunidad cantando. La alegría fue general tanto que muchas lloraban. Se cantó el “Te Deum” y todo parecía como una fiesta solemne. Los médicos que la habían asistido durante la enfermedad y que fueron llamados al momento, testificaron que la curación era milagrosa, causándoles gran admiración, pues habían declarado incurable a la joven enferma (122).
Monseñor Gauthey, arzobispo de Besanzon, en su libro Vida y obras de santa Margarita María de Alacoque, volumen tercero, narra más de 70 milagros realizados por su intercesión después de su muerte; usando madera de su ataúd o tierra de su tumba o con alguna tela que había tocado su sepulcro o con camisas o prendas de vestir que había usado la santa durante su vida. -
PROCESO DE BEATIFICACIÓN Y CANONIZACIÓN
En 1715 se abre el Proceso ordinario, que no puede terminarse. Más tarde a causa de los gravísimos problemas suscitados por la Revolución francesa, las hermanas de Paray fueron obligadas a salir de su convento el 16 de setiembre de 1792. Los restos de la venerable Margarita María y del padre de La Colombière fueron sacados en secreto y encomendados a la hermana María Teresa Petit, que pertenecía a una familia distinguida de Paray. Cuando los municipales encontraron las urnas en su casa, les prohibió tocarlas y pudo conservarlas. En 1801, cuando Napoleón hizo un Concordato con la Santa Sede, se les permitió a algunas religiosas vivir en una parte del monasterio, pero en condiciones muy onerosas. Por ello, en 1809, fueron a vivir al local de la antigua abadía benedictina, cuya iglesia se había convertido en parroquia. Siempre iban acompañadas de los restos de sus dos queridos santos.
En 1817 varias religiosas fueron a reunirse con la Comunidad de Moulins y quisieron llevarse las urnas, pero las autoridades de la ciudad les impidieron llevárselas. Se las encomendaron al párroco de la ciudad, quien para mayor seguridad las tuvo en su propia casa. Ese mismo año fueron devueltos los restos para que los guardaran las dos religiosas que se quedaron en Paray: María Rosa Carmoy y María Teresa Petit.
En 1821 el obispo de Autun hizo una colecta pública para comprar el convento de Paray, lo que consiguió pagando 50.000 francos. Hubo que hacer muchos arreglos, porque el convento estaba muy deteriorado, ya que lo habían saqueado completamente. Después de la restauración, el obispo hizo la bendición solemne el 16 de junio de 1823. Así pudo florecer de nuevo la Comunidad de Paray, que había guardado celosamente los restos de santa Margarita María y de san Claudio de La Colombière.
Después de más de un siglo de paralizados los trámites, en 1819 la Congregación de Ritos pidió al obispo de Autun una nueva información sobre su fama de santidad. Esto se realizó en 1821, tomando testimonio a 14 testigos. El 30 de marzo de 1824 el Papa León XII la declaró venerable. Este mismo año se hizo el reconocimiento canónico del cadáver. Se encontraron sus huesos, pero su cerebro estaba intacto y fresco después de siglo y medio de enterrado. Era el cerebro que había consagrado todos sus pensamientos al divino Corazón de Jesús. El proceso apostólico se abrió en Roma el 2 de febrero de 1830.
Fueron aprobados tres milagros para su beatificación. La curación de María de Sales Chareault, ocurrida en 1828; la de la visitandina sor María Teresa Petit, ocurrida el 22 de julio de 1830, el día de la apertura de su tumba para el proceso apostólico; y el de sor Luisa Filipina Bollani, visitandina de Venecia.
Los tres fueron reconocidos como milagros y el Papa Pío IX firmó el decreto De tuto para su beatificación el 19 de agosto de 1864 en Castelgandolfo. La ceremonia de beatificación tuvo lugar en la basílica vaticana el 18 de setiembre de 1864.
En 1907, se presentó a la Congregación de Ritos la Positio super miraculis con la relación documentada de los milagros que fueron reconocidos para la canonización. El primero la curación de Luisa Agostini, casada. A los 16 años tuvo una hija que murió a las pocas semanas. Ocho años más tarde tuvo otra hija, cuyo nacimiento dejó a Luisa extremadamente débil y frágil. Empezó a sentir dolores violentos en la región lumbar, empeorando cada día. El 11 de junio de 1899 no podía caminar y quedó parapléjica con insensibilidad en los miembros inferiores y atrofia de los músculos. Las medicinas no le hacían ningún efecto y ella acudió a la intercesión de la beata Margarita María de Alacoque. Así estuvo orando y sufriendo hasta el 21 de junio de 1903. Ese día estaba sentada en un sillón, cuando coge la canastilla en la que tenía su labor, y súbitamente sintió recobrar sus fuerzas, pudiendo levantarse. Desde ese momento su enfermedad, llamada mielitis meníngea, desapareció.
La segunda sanada fue la condesa Antonia Astorri Pavesi, que tenía un tumor canceroso en el seno derecho. Se había casado a los 23 años y tuvo dos hijos. En 1903 se le descubrió un tumor maligno en el seno derecho del grosor de una nuez. Este cáncer de mama ponía en riesgo su vida y le ofrecieron una intervención quirúrgica, pero ella quiso antes encomendarse a la intercesión de la beata Margarita y pidió a su hija la reliquia que tenía en casa. Se la aplicó el 23 de octubre sobre la parte enferma y comenzó una novena. El día 28 por la mañana descubrió que ya no tenía nada del tumor.
Estos dos milagros fueron reconocidos como tales por la Comisión médica del Vaticano y la beata Margarita María fue canonizada en la basílica vaticana el 13 de mayo de 1920, junto con el pasionista Gabriel de la Dolorosa, por el Papa Benedicto XV.
En esa oportunidad el Papa declaró solemnemente: Nos, después de implorar con fervor las luces de lo alto, para gloria de la santa e individua Trinidad, para acrecentamiento y prez de la fe católica, con la autoridad de N.S. Jesucristo, de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y después de madura deliberación, con el voto de nuestros venerables hermanos los cardenales de la santa Iglesia romana, así como también con el consejo de los Patriarcas y Primados, arzobispos y obispos, decretamos que la dicha beata Margarita María de Alacoque de la Orden de religiosas de la Visitación, es santa y que se ponga en el catálogo de los santos…
Y mandamos que se celebre la fiesta de santa Margarita María de Alacoque todos los años el día 17 de octubre y que se anote en el martirologio romano. Dado en Roma el año 1920, día, trece de mayo, sexto de nuestro Pontificado. Yo, Benedicto XV, obispo de la Iglesia romana (123).
¡Oh Bienaventurada Margarita María! depositaria venturosa del tesoro de los cielos, el Corazón Divino de Jesús, permite que, considerándote mi hermana, en este incomparable amor, te ruegue me des con generosidad, la parte que me corresponde en esa mansión de infinita caridad.
Confidente de Jesús, acércame tú al Sagrario de su pecho herido; Esposa de predilección, enséñame a sufrir por la dilatación de aquel reinado cuya causa te confió el Maestro.
Apóstol del Sagrado Corazón, consígueme que se realicen conmigo las promesas que en beneficio de su gloria, te hizo ochenta y siete veces el Amado.
Discípula regalada del Divino Corazón, enséñame la ciencia de conocerlo como lo conociste tú, en el perfecto olvido de mí mismo y de la tierra.
Víctima del Corazón de Jesús Sacramentado, toma el mío, y ocúltalo en la llaga donde tú viviste, compartiendo ahí las agonías del Cautivo del amor, de Jesús-Eucaristía. El, te dijo, hermana muy amada, que dispusieras en la eternidad del cielo, de este otro cielo, el de su Corazón Sacramentado.
¡Oh Margarita María! entrégamelo, pues, para consumirme en ese incendio, dámelo para llevarlo como vida redentora a los pobres pecadores y como glorificación de ese mismo Corazón Divino a las almas de los justos. ¡Ah, sí! compartamos, hermana mía el mismo sacrificio, el mismo apostolado, el mismo paraíso del Corazón Divino de Jesús: venga a nos su reino.
Amén.
16 de octubre celebramos a Santa Margarita de Alacoque, servidora del Sagrado Corazón de Jesús
(ACI).- “Cuando uno ama, todo habla de amor, hasta nuestros trabajos que requieren nuestra total atención pueden ser un testimonio de nuestro amor”, decía Santa Margarita de Alacoque, a quien se le apareció el Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Margarita María nació en Francia en 1647. A los cuatro años consagró a Dios su pureza e hizo voto de perpetua castidad. Cuando tenía ocho años murió su padre, ingresó en la escuela de las Clarisas pobres, donde se sintió atraída por la vida de las religiosas, y recibió la comunión a los nueve años, algo poco común para la época.
Dos años después contrajo una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama hasta los 15 años y por ello tuvo que regresar a su casa. Buscó alivio en la Virgen María, a quien le prometió que si le devolvía la salud, se haría una de sus hijas y de esta manera recobró la salud.
La joven, en cambio, se dejó llevar por la vanidad y las diversiones, pero la Virgen se le apareció en diversos momentos para reprenderla y animarla en su camino de santidad.
En casa, Margarita y su madre eran agresivamente controladas por unos familiares que se habían apoderado de sus bienes. Además, la mamá tenía una herida dolorosa en el rostro que la joven curaba todos los días. Ante todo esto, ella siempre buscó consuelo en el Señor.
Poco a poco fue tentada a casarse y Margarita empezó a arreglarse, considerando que lo de su voto tal vez podía obtener dispensa porque lo hizo siendo niña. Es así que en una ocasión Jesús le dijo que Él la había motivado a hacer el voto de castidad y que después la había puesto al cuidado de su Santísima Madre.
Pero Margarita recién comprendería que estaba perdiendo un tiempo precioso, del cual se le pediría una cuenta rigurosa a la hora de la muerte, cuando el Señor se le apareció desfigurado, flagelado, y le dijo: “¿Y bien querrás gozar de este placer? - Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón- ¿Querrás ahora disputármelo?”
Más adelante, después de convencer a sus parientes, ingresó al Convento de la Visitación. Margarita allí se desenvolvió de manera humilde, obediente y sincera ante los sacrificios de la vida en comunidad y profesó el 6 de noviembre de 1672.
Estas son las “tres armas” del Corazón de Jesús para la lucha espiritual Santa Margarita María de Alacoque, la vidente del Sagrado Corazón de Jesús, recibió del Señor “tres armas” para la lucha espiritual en este mundo y finalmente alcanzar la propia purificación y...
Con el tiempo recibió revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús y sufrió todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado.
Por sus visiones y enfermedades, en el convento empezó a recibir incomprensiones y rechazos, tuvo que pasar por interrogatorios difíciles ante teólogos y se llegó a decir que sus experiencias místicas podían ser obra del demonio. Todo esto se detuvo cuando se conoció con el sacerdote jesuita San Claudio de la Colombiere, quien pudo ver en ella su santidad y habló con la madre superiora.
Por obediencia escribió lo que Dios le había revelado y contó los mensajes divinos a su comunidad. Al principio fue humillada, pero después recibió el aprecio de sus hermanas.
Santa Margarita, lamentablemente, no vería cumplirse en la Iglesia la institución del día del Sagrado Corazón de Jesús, tal como se lo había pedido Jesucristo. El 17 de octubre de 1690, habiendo previamente indicado esta fecha como el día de su muerte, partió a la Casa del Padre con 43 años de edad y 18 de profesión religiosa.
Entre los monasterios de las Visitandinas se empezó a propagar la devoción al Corazón de Jesús y en 1765 Clemente XIII introdujo la Fiesta del Sagrado Corazón en Roma. Para 1856 el Beato Pío IX la extendió a toda la Iglesia y finalmente, en 1920, Margarita fue proclamada Santa por Benedicto XV.
Hija de la Virgen María
Ya de regreso, Margarita, que estaba muy enferma, y sin tener un remedio seguro, buscó alivio en la Virgen Santísima. Le hizo una promesa de que si Ella le devolvía la salud se haría una de sus hijas. Apenas hizo la promesa, recobró la salud. Dice Sta. Margarita: "Recibí la salud, y una nueva protección de esta Señora la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome como suya, me gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me enseñaba a hacer la voluntad de Dios."
Además de la salud, esta promesa logró en Margarita un profundo sentido de unión con la Virgen, quién, desde ese momento, empezó a dirigir toda su vida. Pero no sin dificultades. "Apenas comencé a gozar de plena salud", recordará más tarde Margarita, " me fui tras la vanidad y afecto de las criaturas, halagándome que la condescendiente ternura que por mi sentían mi madre y mis hermanos me dejara en libertad para algunas ligeras diversiones y para consagrar a ellas todo el tiempo que deseara...".
La Virgen la reprende severamente cuando la veía dispuesta a sucumbir en la terrible lucha que sostenía en su interior. Estando en una ocasión rezando el rosario sentada, se le presentó la Virgen ante ella y le dijo "Hija mía, me admiro de que me sirvas con tanta negligencia." Y causaron tal impresión estas palabras en la vida de Margarita, que le sirvieron de aviso para toda su vida.
Pero la Virgen es también ternura y consuelo. Un día le dijo a Margarita: "Nada temas; tú serás mi verdadera hija, y yo seré siempre tu buena Madre.
Santa Margarita María hizo voto a la Virgen de ayunar todos los sábados y de rezar el oficio de su Inmaculada Concepción. Viendo su deseo de radical entrega, La Stma. Virgen le ayuda a alcanzar su meta.
El Santísimo Sacramento
Las cosas en la casa de Margarita no iban muy bien. Desde la muerte de su padre, se había instalado en su casa dos parientes y una de las hermanas de su papá, quienes habían relegado a segundo término a la mamá de Margarita y habían tomado en sus manos el gobierno de la casa. Y así no tenían autoridad alguna, ni Margarita ni su mamá en la casa. Era una guerra continua ya que todo estaba bajo llave, de tal modo, que ellas no podían hacer nada sin el permiso de sus parientes.
Margarita entonces empezó a dirigir todos sus afectos, su dicha y su consolación en el Santísimo Sacramento del altar. Pero ni siquiera esto le fue posible libremente, ya que la Iglesia de su pueblo quedaba a gran distancia y Margarita no podía salir de la casa sin el permiso de sus familiares. En repetidas ocasiones un familiar le daba permiso y otro se lo negaba.
Pero si Margarita sufría por su situación, era más todavía el sufrimiento que le causaba al ver la condición de su madre. Ella, enferma con una erisipela en su cabeza que le producía una hinchazón e inflamación muy peligrosas, se veía continuamente cerca de la muerte. Y por cuanto más rogaba Margarita a sus parientes para que ayudasen a su mamá, ellos, sin mucho interés, buscaron tan solo un cirujano que la vio una sola vez. Este después de hacerla sangrar por un rato, les dijo a todos que solo un milagro podría salvar a la mamá de Margarita. Viendo el descuido hacia su madre en medio de su estado crítico, Margarita, en su angustia, acudió al mismo Señor. Y en oración le pidió que El mismo fuese el remedio para su pobre madre y que le enseñase a ella, qué tenía que hacer.
Pronto se haría imperiosa la necesidad de esa fortaleza especial que pedía. En cuanto regresó a la casa, encontró que estaba reventada la mejilla de su mamá con una llaga casi tan ancha como la palma de una mano, y de ella salía un hedor insoportable. Venciendo su natural repugnancia a las heridas, Margarita curaba todos los días la llaga de su mamá, teniendo varias veces que cortar mucha de su carne podrida. Durante todo el tiempo de la enfermedad, Margarita apenas dormía y comía muy escasamente. Pero no dejaba de dirigirse al Señor y le decía con frecuencia, "Mi Soberano Maestro, si Vos no lo quisieras, no sucedería esto, pero os doy gracias de haberlo permitido para hacerme semejante a Vos."
Y así iba creciendo en Margarita un gran amor a la oración y al Santísimo Sacramento. Ella se lamentaba, pues sentía que no sabía cómo orar, y fue el mismo Señor quien le enseñaba. El la movía a arrodillarse ante El y pedirle perdón por todas sus ofensas y después de adorarlo, era el mismo Señor quien se le presentaba en El misterio que Él quería que ella meditase. Y consumido en El, crecía en ella el deseo de solo amarlo cada vez más.
Cuando su madre y sus parientes empezaron a hablarle de matrimonio, la joven Margarita no podía sino sentir temor, pues no quería en nada ir en contra de aquel voto de entrega exclusiva a Dios que una vez había pronunciado. Pero era grande la presión ya que no le faltaban pretendientes que querían empujarle a perder su castidad. Por otro lado, su madre le insistía. Llorando ella le decía a Margarita que no tenía más esperanzas para salir de la miseria en que se hallaban más que en el matrimonio de Margarita, teniendo el consuelo de poder retirarse con ella tan pronto como estuviera colocada en el mundo. Todo esto fue muy duro para Margarita, quien sufría horriblemente. El demonio la tentaba continuamente, diciéndole que si ella se hacía religiosa, esta pena mataría a su mamá. Mas por otra parte la llamada de Margarita a ser religiosa y el horror a la impureza no cesaban de influenciarle y tenía, por gracia de Dios, continuamente delante de sus ojos, su voto, al que sentía que si llegase a faltar, sería castigada con horribles tormentos.
Pero, la ternura hacia su madre comenzó a sobreponerse con la idea de que, siendo aún niña cuando hizo el voto, y no comprendiendo lo que era, bien podría obtener dispensas. Comenzó pues Margarita a mirar al mundo y a arreglarse para ser del agrado de los que la buscaban. Procuraba divertirse lo más que podía. Pero durante todo el tiempo en que estaba en estos juegos y pasatiempos, continuamente el Señor la llamaba a su Corazón. Cuando por fin ella se apartaba un poco para recogerse, el Señor le hacía severas reprensiones ante las cuales sufría horriblemente. Dice Sta. Margarita: "Me lanzaba Jesús flechas tan ardientes, que traspasaban mi corazón y lo consumían dejándome como transida de dolor. Pasando esto, volvía a mis resistencias y vanidades".
En una ocasión Jesús le dijo: "Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy yo quien te motivo a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón... Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase según mis designios.
Finalmente el Divino Maestro se le aparece todo desfigurado, cual estaba en Su flagelación y le dice: "¿Y bien querrás gozar de este placer?- Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón- Querrás ahora disputármelo?". Comprendió ella que era su vanidad la que había reducido al Señor a tal estado. Que estaba ella perdiendo un tiempo tan precioso, del cual se le perdería una cuenta rigurosa a la hora de su muerte. Y con esta gracia extraordinaria, revivió en ella el deseo de la vida religiosa con tal ardor, que resolvió abrazarla a costa de cualquier sacrificio, aunque pasarían cinco años antes de poder realizarlo.
Ingreso al Convento
Cuando sus parientes por fin se dieron cuenta de la firmeza de Margarita, la enviaron a la casa de unos de sus tíos que tenían una hija religiosa de la Orden de las Ursulinas. Pero Margarita no sentía que era ahí donde el Señor la quería y además sentía en su corazón una voz que le decía, "No es ahí donde te quiero, sino en Santa María." Una vez, viendo ella un cuadro de San Francisco de Sales, le pareció que le dirigía una mirada tan paternalmente amorosa, llamándola a ser su hija. Sintió que debía ella ser de la orden que este santo había fundado junto con Santa Juana de Chantal: las Visitandinas. Además, sentía mucha atracción hacia esta orden porque llevaba el nombre de María Santísima: Las Visitantinas, en honor al misterio de la Visitación.
Después de muchas dificultades en convencer a sus parientes de que ella quería entrar en el convento de la Visitación, por fin logró Margarita lo que tanto deseaba, y eligió a Paray. En cuanto entró al locutorio del convento de Paray, oyó en su corazón un voz: "Aquí es donde te quiero." Su hermano le regaló la dote y Margarita ingresó en el Convento de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671.
Transcurridos dos meses de postulantado, tomó el santo hábito el 25 de agosto de 1671. Dijo entonces: "Mi divino Maestro me dio a entender que estábamos en días de nuestros desposorios, los cuales le daban un nuevo imperio sobre mí; en seguida me dio a conocer que, a imitación de los amantes apasionados, no me daría a gustar, durante este tiempo, sino lo que había de más dulce en la suavidad de las caricias de su amor".
La joven novicia se mostró humilde, obediente, sencilla y franca en el noviciado. Según el testimonio de una de sus connovicias, edificó a toda la comunidad "por su caridad para con sus hermanas, a las que jamás dijo una sola palabra que pudiese molestarles, y por la paciencia con que soportó las duras reprimendas y humillaciones a las que fue sometida con frecuencia". En efecto, el noviciado de la santa no fue fácil. Por ejemplo, por más que le pidiese su superiora, le era imposible a Margarita practicar la meditación discursiva. Ella cuenta, "Por más esfuerzos que hacía yo por practicar el método que me enseñaban, acababa siempre por volver al método de mi Divino Maestro, aunque no quisiese." Este le causaba mucho dolor ya que su mayor deseo era de obedecer a su Superiora.
También hubo otra situación que fue causa de gran abnegación para Margarita. Se trata de una natural repugnancia que tenía toda la familia de Margarita hacia el queso. Era tanta la aversión que tenían al queso, que el hermano de Margarita pidió expresamente a las hermanas que no le obligasen a Margarita jamás el tener que comerlo. Pero ya en el convento, se dio todo lo opuesto. Margarita, por obediencia tenía que comer queso. Al principio no podía por las náuseas que le daban y salía corriendo. Pero le suplicaba a su Señor que le ayudase ya que ella no quería ser diferente de las demás en nada. Con gran esfuerzo de su parte, Margarita logró comer queso. Cosa que ofreció como sacrificio por más de diez años.
Otra dificultad para Margarita fue el hecho de su propia vida tan sobrenatural. Pues sus superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el espíritu de la Visitación. Miraban con recelo sus experiencias como sujetas a la ilusión y al engaño. Y así dudaban sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión por la práctica exacta de todas las observancias. Esto Margarita lo llevó al Señor y él le respondió:
"Di a tu Superiora que te haré más útil a la religión de lo que ella piensa; pero de una manera que aún no es conocida sino por Mi. Y en adelante adaptaré mis gracias al espíritu de la regla, a la voluntad de tus superioras y a tu debilidad, de suerte que has de tener por sospechoso cuanto te separe de la práctica exacta de la regla, la cual quiero que prefieras a todo. Además, me contento de que antepongas a la mía, la voluntad de tus superiores, cuando te prohíben ejecutar lo que te hubiere mandado. Déjales hacer cuanto quisieren de ti: Yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios, aun por vías que parezcan opuestas y contrarias. No me reservo sino el dirigir tu interior y especialmente tu corazón, pues habiendo establecido en él, el imperio de mi puro amor, jamás le cederé a ningún otro."
El Señor no enseñó que la voluntad divina se pueda relegar a favor de la autoridad humana. Mas bien el Señor enseñó a Margarita que la obediencia a sus superioras es, en efecto, el medio más seguro para acatar Su divina voluntad. Ya que aun siendo sus superioras limitadas, la obediencia lograría que la voluntad divina triunfe a pesar de todo. El Señor promete que si ella obedece a sus superioras... "yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios".
La Madre Superiora quedó contenta con la respuesta del Señor recibida por Margarita y a esta se le abren las puertas para hacer su voto de profesión el 6 de noviembre, de 1672. El Señor por su parte cumplió plenamente su promesa, pues Él se encargó de trabajar fuertemente en purificar y transformar su corazón en un corazón semejante al suyo.
El sacerdote al celebrar su profesión dijo: "Jesucristo te iluminará. Ve delante por las sendas del justo, como la aurora resplandeciente...!"
Escribió Santa Margarita ese día por la tarde: "Yo vil y miserable criatura, prometo a mi Dios someterme y sacrificarme a todo lo que pida de mí; inmolando mi corazón al cumplimiento de todo lo que sea de su agrado, sin reserva de otro interés más que de su mayor Gloria y puro amor, al cual consagro y entrego todo mi ser y todos mis momentos.
Tres armas para la lucha
Margarita recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que debía emprender para lograr la purificación y transformación.
La primera arma: Una conciencia delicada
Una vez le dijo el Señor cuando había Margarita cometido una falta:
"Sabed que soy un Maestro santo, y enseño la santidad. Soy puro, y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con simplicidad de corazón en intención recta y pura. Pues no puedo sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que si soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades."
Y así confiesa Margarita que nada era más doloroso para ella que ver a Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de forma muy poca. Y en comparación a este dolor, nada le parecía los demás dolores, correcciones y mortificaciones y por tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su superiora cuando cometía una falta, pues sabía que Jesús solo se contentaba con las penitencias impuestas por la obediencia. Esta arma se fundamenta en su gran deseo de amar.
La segunda arma: La santa obediencia
Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus faltas en la obediencia, ya sea a sus superiores o a su regla. La menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es insoportable al Señor en un alma religiosa. Una vez corrigiéndola le decía:
"Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las superioras. ¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría más verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia."
La tercera arma: Su Santa Cruz
La Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día después que ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos de ella una gran cruz, cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de flores. Y el Señor le dijo:
"He ahí el lecho de mis castas esposas, donde te haré gustar las delicias de mi amor; poco a poco irán cayendo esas flores, y solo te quedarán las espinas, ocultas ahora a causa de tu flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas, que tendrás necesidad de toda la fuerza de mi amor para soportar el sufrimiento."
Era de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus designios en el corazón de Margarita. El, para desatar cada vez más de su alma el afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso permitir que viniesen sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba por ello el Señor de suplirle todas la gracias necesarias.
En otra ocasión le dijo el Señor: "Has de querer como si no quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a mí. No debes buscar nada fuera de mí pues de lo contrario injuriarías a mi poder y me ofenderías gravemente, ya que yo quiero ser solo todo para ti."
Al día siguiente de su profesión destinaron a Margarita a la enfermería, como auxiliar de la enfermera, Sor Catalina Marest, excelente religiosa, aunque de temperamento activo, diligente y eficiente. Margarita en cambio era callada, lenta y juiciosa. Recordándose ella después de su paso por la enfermería, escribía: "Solo Dios sabe lo que tuve que sufrir allí." Y no eran exageradas sus palabras pues había recibido un sin número de insultos y desengaños durante ese tiempo.
Jesús le comunicó una parte de sus terribles angustias en Getsemaní y la quiere víctima inmolada. Ella le dice a Jesús: "Nada quiero sino tu Amor y tu Cruz, y esto me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que deseo."
Revelaciones del Corazón de Jesús
El profundo significado del corazón está revelado en la Biblia extensivamente.
Primera revelación
El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Margarita María, que tenía solo 14 meses de profesa y 26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así:
"Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado.
Él me dijo:
"Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular hacia ti, que, no pudiendo contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones que te estoy descubriendo los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición. Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que sea todo obra mía."
"Luego," continúa Margarita, "me pidió el corazón, el cual yo le suplicaba tomara y lo cual hizo, poniéndome entonces en el suyo adorable, desde el cual me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en el horno encendido del suyo, de donde lo sacó como llama encendida en forma de corazón, poniéndolo a continuación en el lugar de donde lo había tomado, diciéndome al propio tiempo: "He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus más vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará. De tal forma te marcaré con la Sangre de mi Cruz, que te reportará más humillaciones que consuelos. Y como prueba de que la gracia que te acabo de conceder no es nada imaginario, aunque he cerrado la llaga de tu costado, te quedará para siempre su dolor y, si hasta el presente solo has tomado el nombre de esclava mía, ahora te doy el de discípula muy amada de mi Sagrado Corazón."
Después de este favor tan grande, Margarita quedó por muchos días como abrasada toda y embriagada y tan fuera de sí que podía hablar y comer solamente haciéndose una gran violencia. Ni siquiera podía compartir lo sucedido con su superiora lo cual tenía gran deseo de hacer. Tampoco podía dormir, pues la llaga, cuyo dolor le era tan grato, engendraba en ella tan vivos ardores, que la consumía y la abrasaba toda.
A partir de la primera revelación, Margarita sufriría todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del costado, cosa que le sucedería hasta su muerte. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable Corazón.
Entre estas visitas le decía el Señor, "Busco una víctima para mi Corazón, que quiera sacrificarse como hostia de inmolación en el cumplimiento de mis designios." En su gran humildad, Margarita le presentó varias almas que, según ella corresponderían más fielmente. Pero el Señor le respondió que era ella a quien había escogido. Esto no era sino ocasión de confusión para Margarita pues su temor era que llegasen a atribuir a ella las gracias que del Señor recibía.
Segunda revelación
Unos dos o tres meses después de la primera aparición, se produjo la segunda gran revelación. Escribe Margarita:
"El divino Corazón se me presentó en un trono de llamas, más brillante que el sol, y transparente como el cristal, con la llaga adorable, rodeado de una corona de espinas y significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en la parte superior......la cual significaba que, desde los primeros instantes de su Encarnación, es decir, desde que se formó el Sagrado Corazón, quedó plantado en el la cruz, quedando lleno, desde el primer momento, de todas las amarguras que debían producirle las humillaciones, la pobreza, el dolor, y el menosprecio que su Sagrada Humanidad iba a sufrir durante todo el curso de su vida y en Su Santa Pasión."
"Me hizo ver, " continúa Margarita, "que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en él, su amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados. Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción."
En esta segunda gran revelación, Nuestro Señor empezó a descubrir sus intenciones y formular sus promesas. La imagen del Sagrado Corazón de Cristo es el símbolo de su ardiente amor hacia nosotros, el cual había entregado sin condiciones, y el Señor quería que esta imagen se expusiese en las casas o llevarse sobre el pecho en forma de Medalla, ofreciendo así promesas de gracias y bendiciones a quienes lo veneraban. Pero por el momento Margarita no podía decir nada de lo que había visto pues no había llegado la hora. Estas revelaciones tendrían que pasar primero por muchos exámenes y sufrir mucha oposición. Y aún había mucho más que Jesús quiera revelar.
Tercera revelación
En lo que probablemente era el primer viernes de junio de 1674, fiesta de Corpus Christi, tuvo Margarita la tercera gran revelación.
Una vez entre otras, escribe Sta. Margarita, "que se hallaba expuesto el Santísimo Sacramento, después de sentirme retirada en mi interior por un recogimiento extraordinario de todos mis sentidos y potencias, Jesucristo mi Amado se presentó delante de mi todo resplandeciente de Gloria, con sus cinco llagas brillantes, como cinco soles y despidiendo de su sagrada humanidad rayos de luz de todas partes pero sobre todo de su adorable pecho, que parecía un horno encendido; y, habiéndose abierto, me descubrió su amante y amable Corazón."
Entonces Jesús le explicó las maravillas de su puro amor y hasta que exceso había llegado su amor para con los hombres de quienes no recibía sino ingratitudes. Esta aparición es más brillante que las demás. Amante apasionado, se queja del desamor de los suyos y así divino mendigo, nos tiende la mano el Señor para solicitar nuestro amor.
Le dirige las siguientes peticiones:
- Comulgarás tantas veces cuanto la obediencia quiera permitírmelo
-Jueves a viernes haré que participes de aquella mortal tristeza que Yo quise sentir en el huerto de los olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de sufrir que la muerte.
-Por acompañarme en la humilde oración que hice entonces a mi Padre en medio de todas mis congojas, te levantaré de once a doce de la noche para postrarte durante una hora conmigo; el rostro en el suelo, tanto para calmar la cólera divina, pidiendo misericordia para los pecadores, como para suavizar, en cierto modo, la amargura que sentí al ser abandonado por mis apóstoles, obligándome a echarles en cara el no haber podido velar una hora conmigo...
"Una vez, estando expuesto el Santísimo Sacramento, se presentó Jesucristo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas que se presentaban como otro tanto soles, saliendo llamaradas de todas partes de Su Sagrada Humanidad, pero sobre todo de su adorable pecho que, parecía un horno encendido. Habiéndose abierto, me descubrió su amabilísimo y amante Corazón, que era el vivo manantial de las llamas. Entonces fue cuando me descubrió las inexplicables maravillas de su puro amor con que había amado hasta el exceso a los hombres, recibiendo solamente de ellos ingratitudes y desconocimiento.
"Eso," le dice Jesús a Margarita, "fue lo que más me dolió de todo cuanto sufrí en mi Pasión, mientras que si me correspondiesen con algo de amor, tendría por poco todo lo que hice por ellos y, de poder ser, aún habría querido hacer más. Mas sólo frialdades y desaires tienen para todo mi afán en procurarles el bien. Al menos dame tú el gusto de suplir su ingratitud de todo cuanto te sea dado conforme a tus posibilidades."
Ante estas palabras, Margarita solo podía expresarle al Señor su impotencia, Él le replicó: "Toma, ahí tienes con qué suplir cuanto te falte." Y del Corazón abierto de Jesús, salió una llamarada tan ardiente que pensó que la iba a consumir, pues quedó muy penetrada y no podía ella aguantarlo, por lo que le pidió que tuviese compasión de su debilidad. Él le respondió:
"Yo seré tu fortaleza, nada temas, solo has de estar atenta a mi voz y a lo que exija de ti con el fin de prepararte para la realización de mis designios."
Entonces el Señor le describió a Margarita exactamente de qué forma se iba a realizar la práctica de la devoción a Su Corazón, junto con su propósito, que era la reparación. Finalmente, Jesús mismo le avisa sobre las tentaciones que el demonio levantará para hacerla caer.
"Primeramente me recibirás en el Santísimo Sacramento tanto como la obediencia tenga a bien permitírtelo; algunas mortificaciones y humillaciones por ello habrán de producirse y que recibirás como gajes de mi amor. Comulgarás, además, todos los primeros viernes de mes, y en la noche del jueves al viernes, te haré participe de la mortal tristeza que quise sentir en el huerto de los Olivos, cuya tristeza te reducirá, sin que logres comprenderlo, a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Para acompañarme en la humilde plegaria que elevé entonces a mi Padre, en medio de todas tus angustias, te levantarás entre las once y las doce de la noche para postrarte conmigo durante una hora, con la cara en el suelo, tanto para apaciguar la cólera divina, pidiendo por los pecadores, como para endulzar de algún modo la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, lo cual me llevó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo. Durante esa hora harás lo que te diga. Pero, oye hija mía, no creas a la ligera todo espíritu, ni te fíes, porque Satanás está rabiando por engañarte. Por eso, no hagas nada sin permiso de los que te guían, a fin de que, contando con la autoridad de la obediencia, él no pueda engañarte, ya que no tiene poder alguno sobre los obedientes."
Agudas pruebas
Después de la aparición, Margarita sintiéndose que estaba ella fuera de sí, y no sabiendo donde estaba, le faltaron las fuerzas y cayó desmayada. Sus hermanas, viéndola en tal aspecto, la levantaron y la cargaron donde la Madre Superiora. Ella viendo que Margarita no podía hablar, ni aun sostenerse, arrodillada ante sus pies, la mortificó y la humilló con todas sus fuerzas. Y cuando Margarita le respondió a su pregunta de lo sucedido, contándole todo cuanto había pasado, recargó sobre ella nuevas humillaciones y no le concedió nada de cuanto decía que el Señor le mandaba hacer, más bien lo acogió con despreció.
El fuego que devoraba a Margarita por dentro a causa de las revelaciones, le ocasionó una fiebre continua. Ante esta misteriosa enfermedad, la Madre Superiora no podía sino sentir miedo y por tanto le dijo a Margarita: "Pida a Dios su curación, de esta forma sabré si todo viene del Espíritu del Señor."
Margarita, obedeciendo a esta orden, le expuso todo cuanto le pedía su Superiora al Señor, el cual no tardó en recobrarle por completo su salud por las manos de la Virgen Santísima. Y así consiguió Margarita el poder cumplir lo que Dios le pedía.
Pero viendo la Madre Superiora que continuaban las visiones, y no sabiendo que más hacer para asegurarse de su veracidad, decide consultar a los teólogos. Ella creyó que debía obligarla a romper el profundo silencio que hasta entonces había observado, con el fin de hablar del asunto con personas de doctrina. Compareció pues Margarita ante estos personajes, y haciéndose gran violencia para sobrepasar su extremada timidez, les contó todo lo sucedido. Más Dios permitió que algunos de los consultados no conocieran la verdad de las revelaciones. Condenaron el gran atractivo que tenía Margarita por la oración y la tildaron de visionaria, prohibiéndole detenerse en sus inspiraciones. Hasta uno de ellos llegó a aconsejar: "procuren que esta hija se alimente bastante y todo irá mejor."
"Se me empezó a decir," cuenta Margarita, "que el diablo era el autor de cuanto sucedía en mí, y que me perdería si no ponía muy en guardia en contra de sus engaños e ilusiones."
Para Margarita esto fue motivo de gran sufrimiento. No por razón del rechazo o porque pensaban mal de ella, sino por el conflicto interno que le causaba. Llegó a pensar que ella estaba en el error pero por más que trataba de resistir las atracciones de Dios no lo lograba. Se sentía profundamente abandonada, puesto que se le aseguraba que no la guiaba el Espíritu de Dios, y sin embargo, no lo podía resistir.
Cada vez era mayor la oposición aun dentro del convento contra Margarita. Había significativos movimientos de cabeza, miradas reprobatorias y muecas. Algunas pensaban que una visionaria venía a ser como la personificación de todo un escuadrón de demonios, un peligro evidente y una gran amenaza para todas. Llegó hasta tal punto que las hermanas empezaban a rociarla con agua bendita cuando pasaba.
Cuarta Revelación
Fue bajo esta nueva aceptación que se dio la cuarta y última revelación que se puede considerar como la más importante. El Señor quería establecer en la Iglesia una fiesta litúrgica en honor del Sagrado Corazón de Jesús. Sucedió esta revelación en el curso de la octava del Corpus Christi del año 1675, o sea entre el 13 y el 20 de junio. Cuenta Margarita:
Estando ante el Santísimo Sacramento un día de su octava, y queriendo tributarle amor por Su tan gran amor, me dijo el Señor:
"No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que tantas veces te he pedido ya." Entonces el Señor le descubrió su Corazón y le dijo "He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombre y que no ha ahorrado nada hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares. También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le tribute."
El Padre Colombiere le ordenó a Margarita a que cumpliese plenamente la voluntad del Señor. Y que también escribiese todo cuanto le había revelado. Margarita obedeció a todo lo que se le pidió pues su más grande deseo era que se llegase a cumplir el designio del Señor.
Pasarían más de diez años antes que se llegase a instituir la devoción al Sagrado Corazón de Jesús en el monasterio de la Visitación. Serian diez años muy duros para Margarita. La Madre Superiora, que por fin llego a creer en ella, fue trasladada a otro monasterio. Pero antes de irse ordena a Margarita a que relatara ante toda la comunidad todo cuanto el Señor le había revelado. Ella accedió solo en nombre de la santa obediencia y les comunicó a todas lo que el Señor le había revelado incluyendo los castigos que El haría caer sobre la comunidad y sobre ellas. Y cuando todos enfurecidos empezaron a hablarle duramente, Margarita se mantuvo callada, aguantando en humildad todo cuanto le decían. Al siguiente día, la mayoría de las monjas sintiéndose culpables de lo que habían hecho, acudían a la confesión. Margarita entonces oyó que el Señor le decía que ese día por fin llegaba la paz de nuevo al monasterio y que por su gran sufrimiento, Su Divina Justicia había sido aplacada.
Su muerte
En contra de su voluntad, Margarita fue asignada como maestra de novicias y asistente a la superiora. Esto llegó a ser parte del plan del Señor para que por fin se empezara a abrazar la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Sin embargo Margarita nunca llegó a ver durante su vida en la tierra el pleno reconocimiento de esta devoción.
En la tarde del 17 de octubre del 1690, habiendo Margarita previamente indicado esta fecha como el día de su muerte, encomendó su alma a su Señor, quien ella había amado con todo su corazón. Muere entre 7 y 8PM. Tenía 43 años de edad y 18 años de profesión religiosa.
Pasaron solamente tres años después de su muerte cuando el Papa Inocencio XIII empezó un movimiento que abriría las puertas a esta devoción. Proclamó una bula papal dando indulgencias a todos los monasterios Visitantinos, que resultó en la institución de la fiesta del Sagrado Corazón en la mayoría de los conventos. En 1765, el Papa Clemente XIII introdujo la fiesta en Roma, y en 1856 el Papa Pío IX extendió la fiesta del Sagrado Corazón a toda la Iglesia. Finalmente, en 1920, Margarita fue elevada a los altares por el Papa Benedicto XV.
NOVENA A
SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
7 al 15 Octubre
ORACIONES PREPARATORIAS
PARA TODOS LOS DÍAS
Acto de contrición. ¡Oh Señor! a quien ingrato he ofendido, y misericordioso habéis dilatado el castigo que merecían tantas culpas, poned el colmo a tantas bondades: lavad mi alma con la sangre y agua preciosísimas que brotan de vuestro Costado; borrad esas manchas que la afean y ofenden vuestra mirada amorosa. Las lloro con todo mi corazón, y más quisiera haber muerto en la lucha por conservar vuestro amor y vuestra gracia, que haberos ofendido. Perdonadme, Jesús mío, lavadme y quedaré más blanco que la nieve; cread en mí un corazón nuevo y será todo para Vos. Así sea.
Oración. Adorable Trinidad, os damos gracias por todos los favores con que os dignasteis enriquecer a vuestra sierva la Bienaventurada Margarita María, y por intercesión de la misma os pedimos las gracias que deseamos conseguir en esta Novena.
Padre Eterno, yo os ofrezco el Corazón de Jesús, vuestro Hijo muy amado, como se os ofrece El mismo en sacrificio. Recibid por mí esta ofrenda juntamente con todos los deseos, sentimientos, afectos, movimientos de ese Corazón Sagrado. Son todos míos, puesto que se inmola por mí, y no deseo tener en adelante más deseos que los suyos. Recibidlos en satisfacción de mis pecados y en acción de gracias por todos vuestros beneficios. Recibidlos para que por su méritos nos concedáis a todos las gracias que necesitamos durante la vida y especialmente la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y de alabanza que ofrecemos a vuestra divina Majestad, porque solo por el Corazón de Jesús sois honrado y glorificado dignamente. Amén.
Rezar un Credo al Sagrado Corazón por la conversión de los pecadores. A continuación rezar la oración del día que corresponda:
DÍA PRIMERO
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que al solo nombre de pecado quedabas traspasada del más profundo dolor! consígueme a mí y a todos los pecadores un grande aborrecimiento al pecado y la gracia de no contristar ya jamás al Corazón amabilísimo de Jesús con mis infidelidades; y lo que deseo en esta Novena, si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
__________
DÍA SEGUNDO
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que tanto agradaste al Corazón dulcísimo de Jesús por tu sincerísima humildad! Impétrame la gracia de imitarte y la de grabar profundamente en mi corazón estas palabras del divino Maestro: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón; y la gracia que pido en esta Novena, si es para la gloria de Dios y bien de mí alma. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
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DÍA TERCERO
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que no tenías mayor consuelo ni deseabas nada con más ansia, que sufrir mucho por Jesucristo! Ayuda mi flaqueza y alcánzame la gracia de soportar con paciencia, y aún con alegría, las tribulaciones y adversidades que Dios quiera enviarme, y la gracia que deseo, si es para su gloria y bien de mi alma. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
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DÍA CUARTO
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que fuiste una víctima de obediencia a tu celestial Esposo y a tus Superiores! consígueme que yo triunfe de mi orgullo, y obedezca dócilmente a la Santa Iglesia y a todos los que tengan para mí el lugar de Dios. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
__________
DÍA QUINTO
¡Oh Bienaventurada Margarita Maria, elegida entre millares para ser el Apóstol de la devoción al Sagrado Corazón! alcánzame un amor grande a este Corazón Divino, de modo que pueda experimentar los frutos de tan saludable devoción, y la gracia que te pido en esta Novena, si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
__________
DÍA SEXTO
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que dejaste escrito: "la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, no es solo una devoción de oraciones, sino principalmente una de devoción de perfecta imitación", impétrame la gracia de imitar las virtudes de este Corazón divino, y especialmente su dulzura, su humildad y su ardentísima caridad. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
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DÍA SÉPTIMO
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que por tus virtudes mereciste el privilegio de tener a Dios siempre íntimamente presente y la de hacer tu morada en el Corazón de Jesús! ¡Ah! despréndeme, por tu intercesión, de todo afecto al mundo y a mí mismo, de modo que no obre sino en la presencia de Dios y en unión con el Corazón Sagrado de Jesús; y lo que deseo conseguir en esta novena, si es para su gloria y bien de mi alma. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
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DÍA OCTAVO [Ir al principio de esta página]
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que por tu fidelidad a la gracia llegaste a la más alta y heroica santidad! Compadécete de mi inconstancia y consígueme que yo comprenda bien que, de ser fiel y dócil a la gracia, depende mí santificación y mi felicidad eterna. Alcánzame también lo que tanto deseo si es para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
__________
DÍA NOVENO
¡Oh Bienaventurada Margarita María, que hallabas tus delicias en la oración, y particularmente en la adoración del Santísimo Sacramento! alcánzame una sólida y constante devoción a este augustísimo Misterio, a fin de que sea mi único consuelo en la vida, y mi dulcísimo refugio en el momento de la muerte. Consígueme también la gracia que te pido en esta Novena, si es para gloría de Dios y bien de mi alma. Amén.
Oración para el último día de la novena. ¡Oh Santa Margarita María, que por una especial predilección fuisteis escogida de Dios para propagar la devoción y culto del Sacratísimo Corazón de su Hijo Santísimo! Por el encendido amor que os infundió el Espíritu Santo hacia el Divino Corazón de Jesús, por las grandes contradicciones y trabajos que sufristeis en llevar a cabo vuestra empresa, por los méritos eminentes y corona inmortal con que os halláis dichosamente adornada en la gloria, os suplico me alcancéis del Señor un amor ardiente, tierno y constante al Sagrado Corazón de Jesús, y que a imitación vuestra se haga mi corazón semejante al suyo; y que recibiendo copiosamente sus influencias, me consagre del todo a su amor y servicio y viva sólo para El, y muera en el seno de su amor, a fin de que mi alma pase a glorificarle eternamente en el cielo en vuestra compañía. Amén. Concluir con las oraciones finales para todos los días.
ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
Padrenuestro, Avemaría y gloria. Pedir aquí la gracia que se desea obtener con la novena.
Ruega por nosotros Santa Margarita María, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración. Oh Dios que por una bondad inefable quisisteis manifestar a los hombres los inmensos bienes que en tiempo y eternidad conseguirán por la devoción al Corazón de Jesucristo vuestro Divino Hijo, y os valisteis de vuestra sierva Santa Margarita María para darlo a conocer; os suplico me concedáis por su intercesión que yo la practique amando y desagraviando al Corazón Divino, para que, sirviéndoos fielmente durante mi vida, logre poseeros en la bienaventuranza, donde vivís y reináis con el Hijo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
Fuente: http://www.devocionario.com/santos/alacoque
NOVENA A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
Discípula del Sagrado Corazón dé Jesús
Su fiesta se celebra el 16 de octubre.
Religiosa de la Orden “Visitación de Santa María” fundada por san Francisco de Sales y Santa Juana Francisca de Chantal en Annecy (Francia).
El Señor la escogió para ser su mensajera y dar a conocer su gran amor por los hombres.
Día primero
Cuando Margarita, contaba solo cuatro años sentía gran inclinación a estar en la Iglesia y, lejos de cansarse, su mayor contento era permanecer allí, pues le habían dicho, que Jesucristo Dios y Hombre está realmente presente en el Santísimo Sacramento. Se complacía en estar delante de Aquél que ya desde entonces tomaba posesión de su inocente corazón.
Máxima de Santa Margarita María:
“Dios es mi todo, y todo, fuera de Él, es nada para mí”.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día segundo
Santa Margarita María, con frecuencia acudía a la Santísima Virgen en todas sus necesidades, Y a su vez esta Madre de bondad veló por ella, preservándola de grandes peligros. Le ofrecía todos los días la corona del Rosario, con las rodillas desnudas en tierra, lo mismo en invierno que en verano. Ya por este tiempo su inclinación era esconderse en algún bosquecillo para hacer oración.
Máxima de Santa Margarita María:
“Es preciso darlo todo para tenerlo todo; el Amor Divino no sufre mezcla de cosa alguna”.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día tercero
Decía Margarita: un día, sintiéndome atraída por los placeres, se me apareció este Divino Salvador en el misterio de la flagelación, haciéndome este reproche que me atravesó el corazón de dolor: “¿Querrás tú darte este gusto? ¡Pues yo jamás tuve ninguno, y me entregué a toda clase de amarguras por tu amor y para ganar tu corazón…y, a pesar de esto, quieres aún disputármelo!
Máxima de Santa Margarita María:
“Es bueno caminar por la fuerza de su Amor en sentido contrario a nuestras inclinaciones, sin otro placer ni contento sino el de no tener ninguno”
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día cuarto
Un día después de la Sagrada Comunión el Señor le dijo: “Que Él era el más rico, el más poderoso y el más perfecto de los hombres y que habiéndose dado a Él hacía tanto tiempo ¿por qué quería dejarle por otro? “Entiende, que si llegas a hacerme este desprecio, te abandono para siempre; pero, si eres fiel no te abandonaré jamás y haré que alcances victoria sobre tus enemigos”.
Máxima de Santa Margarita María:
“El Corazón de Jesús es un tesoro oculto e infinito que no desea más que manifestarse a nosotros”
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día quinto
Dios, quiso probar su fidelidad, retirándole los consuelos espirituales; Margarita María se encontró en tal estado de impotencia que se quejó a Nuestro Señor, diciéndole que por qué Él permitía que ella estuviese en su presencia sin hacer nada y oyó interiormente este reproche: “Si quiero que estés en mi presencia sorda, ciega y muda ¿no debes tú contentarte con ello”.
Máxima de Santa Margarita María:
“Las cruces, desprecios, dolores y aflicciones son los verdaderos tesoros de los amantes de Jesucristo Crucificado”.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día sexto
Estando Margarita leyendo, dice ella: Se presentó mi Jesús y me dijo: “Quiero hacerte leer en el libro de la vida en el que se contiene la ciencia del amor. -y descubriéndose su Corazón, me hizo leer estas palabras: -Mi amor reina en el sufrimiento; triunfa en la humildad y goza en la unidad”.
Máxima de Santa Margarita María:
“Todas las más amargas amarguras no son más que dulzuras en este adorable Corazón, donde todo se trueca en amor”.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día séptimo
El viernes en la octava de la fiesta del Santísimo Sacramento, me dijo el Señor: “Hija mía, vengo a ti para sustituir mi alma por la tuya, mi corazón y mi espíritu por el tuyo, a fin que no vivas más que de mí y para mí”.
Máxima de Santa Margarita María:
“El mayor bien que podemos tener en esta vida es la conformidad con Jesucristo en sus padecimientos”
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día octavo
Un día el Señor me dijo: “He aquí, las heridas que recibo de mi pueblo escogido. Los demás se contentan con herir mi cuerpo; pero estos van contra mi Corazón”.
Máxima de Santa Margarita María:
“Desfallezco de amor hacía mi Dios”.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Día noveno
Encontrándome ante el Santísimo Sacramento me dijo: “Bebe y come, en la mesa de mis delicias, refrigérate a fin de que camines animosamente, porque tendrás que recorrer un camino largo y áspero, y necesitas tomar aliento y reposo en mi Corazón el cual estará siempre abierto. Quiero que tu corazón sea para mí un asilo al cual pueda retirarme para tener en él mi contento, cuando los pecadores me arrojen de los suyos”.
Máxima de Santa Margarita María:
“Tener una sed insaciable de comulgar y de estar delante del Santísimo Sacramento”.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
V./ Sagrado Corazón de Jesús (tres veces)
R./ En Ti confío.
Oremos
Derrama sobre nosotros, Señor, el Espíritu con el cual has colmado a Santa Margarita María; así conoceremos nosotros también el amor de Cristo, que sobrepasa todo conocimiento, seremos saciados y entraremos en tu plenitud. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
Fuente: http://monasteriosvisitacion.com
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