domingo, 19 de marzo de 2023

CAMINOS HACIA LA FE - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 19 DE MARZO DE 2023

 



Caminos hacia la fe

El relato es inolvidable. Se le llama tradicionalmente la «curación del ciego de nacimiento», pero es mucho más, pues el evangelista nos describe el recorrido interior que va haciendo un hombre perdido en tinieblas hasta encontrarse con Jesús, «Luz del mundo».

No conocemos su nombre. Solo sabemos que es un mendigo, ciego de nacimiento, que pide limosna en las afueras del Templo. No conoce la luz. No la ha visto nunca. No puede caminar ni orientarse por sí mismo.

Su vida transcurre en tinieblas. Nunca podrá conocer una vida digna. Un día Jesús pasa por su vida. El ciego está tan necesitado que deja que le trabaje sus ojos. No sabe quién es, pero confía en su fuerza curadora. Siguiendo sus indicaciones, limpia su mirada en la piscina de Siloé y, por primera vez, comienza a ver. El encuentro con Jesús va a cambiar su vida.

Los vecinos lo ven transformado. Es el mismo, pero les parece otro. El hombre les explica su experiencia: «Un hombre que se llama Jesús» lo ha curado. No sabe más. Ignora quién es y dónde está, pero le ha abierto los ojos. Jesús hace bien incluso a aquellos que solo lo reconocen como hombre.

Los fariseos, entendidos en religión, le piden toda clase de explicaciones sobre Jesús. Él les habla de su experiencia: «Solo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le preguntan qué piensa de Jesús, y él les dice lo que siente: «Que es un profeta». Lo que ha recibido de él es tan bueno que ese hombre tiene que venir de Dios. Así vive mucha gente sencilla su fe en Jesús. No saben teología, pero sienten que ese hombre viene de Dios.

Poco a poco, el mendigo se va quedando solo. Sus padres no lo defienden. Los dirigentes religiosos lo echan de la sinagoga. Pero Jesús no abandona a quien lo ama y lo busca. «Cuando oyó que lo habían expulsado, fue a buscarlo». Jesús tiene sus caminos para encontrarse con quienes lo buscan. Nadie se lo puede impedir.

Cuando Jesús se encuentra con aquel hombre a quien nadie parece entender, solo le hace una pregunta: «¿Crees en el Hijo del hombre?», ¿crees en el Hombre nuevo, el Hombre plenamente humano precisamente por ser encarnación del misterio insondable de Dios? El mendigo está dispuesto a creer, pero se encuentra más ciego que nunca: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».

Jesús le dice: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Al ciego se le abren ahora los ojos del alma. Se postra ante Jesús y le dice: «Creo, Señor». Solo escuchando a Jesús y dejándonos conducir interiormente por él vamos caminando hacia una fe más plena y también más humilde.

* P. José Antonio Pagola 

MONICIONES Y LECTURAS BÍBLICAS PARA LA MISA SOLEMNE DE SAN JOSÉ, ESPOSO DE MARÍA - 2023



 Moniciones y Lecturas lunes 20 de marzo de 2023 – Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María



Monición de entrada

Queridos hermanos, en el camino de la Pascua, nos reunimos hoy para celebrar la Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María.

Aunque en la Cuaresma nuestra mirada está fija en Cristo Jesús, que va subiendo a la Cruz, san José no nos distrae en el camino. Al contrario, en nuestra preparación de la Pascua, nos ayuda este santo humilde, trabajador, fiel, hombre «justo», a quien Pío IX, en 1870, nombró Patrono de la Iglesia Universal, y Juan XXIII introdujo su nombre en la lista de santos del canon romano.

Dispongamos todo nuestro ser para celebrar dignamente esta gran fiesta, y para aprender de las virtudes de este gran hombre, que tiene mucho que enseñarnos, especialmente a los padres de familia. Cantemos…

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Moniciones a las lecturas.

Monición única para todas las lecturas

Las tres lecturas de la misa de hoy nos ayudan a entender la riqueza de valores de san José, recordándonos las promesas de descendencia que Dios hizo a Abraham y a David. De ellos surgirá un pueblo y un Rey. José es quien vincula a Jesús con la descendencia de David. ¡Escuchemos con atención!


Moniciones a cada una de las lecturas

Monición a la primera lectura (2 Sam 7, 4-5a. 12-14a. 16)

El profeta Natán le anuncia a David un hijo que, históricamente, sería Salomón. Pero pronto el pueblo de Israel vio en el descendiente de David la personificación del futuro Mesías. A José se le presenta en el evangelio precisamente como de la familia de

David. Escuchemos.


PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor:

—«Ve y dile a mi siervo David: «Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo.

Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre»».

Palabra de Dios.

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Monición al salmo responsorial (salmo 88)

Como si el salmo 88 fuese la continuación de la primera lectura, la promesa del linaje de David sigue manteniéndose y anunciándose. Por eso decimos con el salmista:


Salmo responsorial: Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29

R. Su linaje será perpetuo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,

más que el cielo has afianzado tu fidelidad». R. 


Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David, mi siervo:

«Te fundaré un linaje perpetuo,

edificaré tu trono para todas las edades». R. 


El me invocará: «Tú eres mi padre,

mi Dios, mi Roca salvadora».

Le mantendré eternamente mi favor,

y mi alianza con él será estable. R. 

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Monición a la segunda lectura

En su carta a los romanos, San Pablo reflexiona sobre la figura de Abrahán y alaba su fe, porque creyó en Dios contra toda esperanza. José es como el nuevo Abrahán del Nuevo Testamento. Modelo de fe y confianza absoluta en Dios. Escuchemos.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22

Hermanos:

No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo.

Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos».

Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó.

Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia».

Por lo cual le valió la justificación.

Palabra de Dios.

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Monición al Evangelio (Mateo 1, 16. 18-21. 24a)

El Evangelio de San Mateo nos narra una escena en la que presenta a José como un hombre de fe, sencillo, respetuoso con el plan de Dios.  Preparémonos, cantando preparémonos para escuchar esta buena noticia y aprender de las virtudes de San José. 


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 1, 16. 18-21. 24a

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.


El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:

María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:

—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».

Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Palabra del Señor.


O bien:

Monición al Evangelio (Lucas 2, 41-51a)

En la escena que nos narra San Lucas en el Evangelio de hoy, San José nos da una gran lección de fe, experimentando el mismo dolor de tantas familias; pero demostrándonos que todo se puede superar desde la confianza en Dios. 


Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41-51a

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:

—«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados».

Él les contestó:

—«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?».

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Palabra del Señor.


Oración de los fieles

Opción 1

Presidente: A Dios Padre, que siempre es fiel a sus promesas, dirijámonos con confianza y oremos juntos diciendo:

Señor, haznos justos, como san José.


Por la Iglesia, para que dé testimonio de cómo la fe hace justos a los hombres, capaces, como san José, de acoger y responder al proyecto de Dios incluso aunque parezca difícil. Oremos. 

Por el Papa, los obispos y los sacerdotes, para que sean mediadores misericordiosos, a través de los cuales todo hombre pueda experimentar la benévola paternidad de Dios. Oremos. 

Por los que también a nivel político, están comprometidos con formar a las personas, para que vivan el papel de padres de manera responsable y preparada; por los que ponen en marcha iniciativas cuyo objetivo es defender el valor de la familia y de la vida, para que experimenten la preciosa protección de San José, custodio de la Santa Familia de Nazareth. Oremos. 

Oremos también por los huérfanos y los que han sido abandonados o descuidados por sus progenitores, por los que sufren el dolor de la separación de sus padres, para que cada uno de ellos se sienta consolado por la mirada paterna de Dios que se posa sobre todos en cada instante de la existencia. Oremos. 

Por todos los que han recibido el don de la paternidad, para que nunca falten a su fundamental misión educadora, delegando a otros la formación de sus hijos; que sean conscientes del don recibido y asuman con amor y fidelidad las responsabilidades que comporta. Oremos. 

Por todos nosotros, para que, al celebrar la festividad de San José, aprendamos a enfrentar con fe las vicisitudes de la vida, a valorar y proteger los valores familiares y a defender la vida. Oremos. 

Presidente: Padre Santo, que has constituido un Reino destable para siempre para aquellos que se aben a la gracia de la justificación, escucha nuestras oraciones y haz que todos los hombres sean salvados por tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Opción 2

Presidente: Hermanos, con la confianza de que Dios escucha nuestras oraciones, como escuchó a San José, dirijamos nuestras súplicas diciendo:

Por intercesión de San José, escúchanos, Señor.


Por el Papa Francisco, para que con sabiduría dirija a nuestra Iglesia, como San José dirigió a la familia de Nazareth. Oremos.

Por los que gobiernan las naciones, especialmente por los de nuestro país, para que la sabiduría de Dios les ilumine en la conducción de los pueblos. Oremos.

Por los que sufren, especialmente por los huérfanos, para que encuentren un hogar que les adopte y acojan con alegría. Oremos.

Por todos nosotros, para que, al celebrar la Solemnidad de San José, sepamos imitar sus virtudes. Oremos.

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Presentación de las Ofrendas

Así como San José ofrendó su vida a Dios, ahora nosotros, con el Pan y el Vino, ofrezcamos nuestras vidas al Señor, para que se haga en nosotros su voluntad.

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Comunión

Ahora tenemos la oportunidad de sentir cerca a Jesús, como San José lo tuvo en su hogar de Nazareth. Acerquémonos a recibirle en nuestros corazones.


Final

Con la alegría de haber participado y vivido esta Santa Misa, ahora vayamos a nuestros hogares a hacer vida lo que hemos aprendido. Cantamos…



 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 19 DE MARZO DE 2023 - IV DOMINGO DE CUARESMA 2023

 



Domingo 4 (A) de Cuaresma

Domingo 19 de marzo de 2023



1ª Lectura (1Sam 16,1b.6-7.10-13a): En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey». Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido». Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón». Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor».

Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?». Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas». Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue». Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo. Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste». Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.



Salmo responsorial: 22

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.


2ª Lectura (Ef 5,8-14): En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz —toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz—, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz».

Versículo antes del Evangelio (Jn 8,12): Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.

Texto del Evangelio (Jn 9,1-41): En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos: «Rabbí, ¿quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?». Respondió Jesús: «Ni él pecó ni sus padres; es para que se manifiesten en él las obras de Dios. Tenemos que trabajar en las obras del que me ha enviado mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo». Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego y le dijo: «Vete, lávate en la piscina de Siloé» (que quiere decir Enviado). El fue, se lavó y volvió ya viendo.

Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: «¿No es éste el que se sentaba para mendigar?». Unos decían: «Es él». «No, decían otros, sino que es uno que se le parece». Pero él decía: «Soy yo». Le dijeron entonces: «¿Cómo, pues, se te han abierto los ojos?». Él respondió: «Ese hombre que se llama Jesús, hizo barro, me untó los ojos y me dijo: ‘Vete a Siloé y lávate’. Yo fui, me lavé y vi». Ellos le dijeron: «¿Dónde está ése?». El respondió: «No lo sé».

Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. Él les dijo: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo». Algunos fariseos decían: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros decían: «Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?». Y había disensión entre ellos. Entonces le dicen otra vez al ciego: «¿Y tú qué dices de Él, ya que te ha abierto los ojos?». Él respondió: «Que es un profeta».

No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista y les preguntaron: «¿Es éste vuestro hijo, el que decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?». Sus padres respondieron: «Nosotros sabemos que éste es nuestro hijo y que nació ciego. Pero, cómo ve ahora, no lo sabemos; ni quién le ha abierto los ojos, eso nosotros no lo sabemos. Preguntadle; edad tiene; puede hablar de sí mismo». Sus padres decían esto por miedo por los judíos, pues los judíos se habían puesto ya de acuerdo en que, si alguno le reconocía como Cristo, quedara excluido de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: «Edad tiene; preguntádselo a él».

Le llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». Les respondió: «Si es un pecador, no lo sé. Sólo sé una cosa: que era ciego y ahora veo». Le dijeron entonces: «¿Qué hizo contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?». Él replicó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis escuchado. ¿Por qué queréis oírlo otra vez? ¿Es qué queréis también vosotros haceros discípulos suyos?». Ellos le llenaron de injurias y le dijeron: «Tú eres discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios; pero ése no sabemos de dónde es». El hombre les respondió: «Eso es lo extraño: que vosotros no sepáis de dónde es y que me haya abierto a mí los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; mas, si uno es religioso y cumple su voluntad, a ése le escucha. Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada». Ellos le respondieron: «Has nacido todo entero en pecado ¿y nos das lecciones a nosotros?». Y le echaron fuera.

Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». El respondió: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?». Jesús le dijo: «Le has visto; el que está hablando contigo, ése es». Él entonces dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante Él. Y dijo Jesús: «Para un juicio he venido a este mundo: para que los que no ven, vean; y los que ven, se vuelvan ciegos». Algunos fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «Es que también nosotros somos ciegos?». Jesús les respondió: «Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: ‘Vemos’ vuestro pecado permanece».



«Vete, lávate»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)


Hoy, cuarto domingo de Cuaresma —llamado domingo “alegraos”— toda la liturgia nos invita a experimentar una alegría profunda, un gran gozo por la proximidad de la Pascua.

Jesús fue causa de una gran alegría para aquel ciego de nacimiento a quien otorgó la vista corporal y la luz espiritual. El ciego creyó y recibió la luz de Cristo. En cambio, aquellos fariseos, que se creían en la sabiduría y en la luz, permanecieron ciegos por su dureza de corazón y por su pecado. De hecho, «No creyeron los judíos que aquel hombre hubiera sido ciego, hasta que llamaron a los padres del que había recobrado la vista» (Jn 9,18).

¡Cuán necesaria nos es la luz de Cristo para ver la realidad en su verdadera dimensión! Sin la luz de la fe seríamos prácticamente ciegos. Nosotros hemos recibido la luz de Jesucristo y hace falta que toda nuestra vida sea iluminada por esta luz. Más aun, esta luz ha de resplandecer en la santidad de la vida para que atraiga a muchos que todavía la desconocen. Todo eso supone conversión y crecimiento en la caridad. Especialmente en este tiempo de Cuaresma y en esta última etapa. San León Magno nos exhorta: «Si bien todo tiempo es bueno para ejercitarse en la virtud de la caridad, estos días de Cuaresma nos invitan a hacerlo de manera más urgente».

Sólo una cosa nos puede apartar de la luz y de la alegría que nos da Jesucristo, y esta cosa es el pecado, el querer vivir lejos de la luz del Señor. Desgraciadamente, muchos —a veces nosotros mismos— nos adentramos en este camino tenebroso y perdemos la luz y la paz. San Agustín, partiendo de su propia experiencia, afirmaba que no hay nada más infeliz que la felicidad de aquellos que pecan.

La Pascua está cerca y el Señor quiere comunicarnos toda la alegría de la Resurrección. Dispongámonos para acogerla y celebrarla. «Vete, lávate» (Jn 9,7), nos dice Jesús… ¡A lavarnos en las aguas purificadoras del sacramento de la Penitencia! Ahí encontraremos la luz y la alegría, y realizaremos la mejor preparación para la Pascua. 

¡FELIZ DÍA DE SAN JOSÉ! - IMÁGENES DE SAN JOSÉ

 













 
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