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domingo, 6 de septiembre de 2020

ORACIÓN PARA PEDIR LA INTERCESIÓN DE SANTA TERESA DE CALCUTA


Oración para pedir la intercesión de Santa Teresa de Calcuta



Santa Teresa de Calcuta,
Tú permitiste al sediento amor de Jesús en la Cruz
convertirse en una llama viva dentro de ti.
Llegaste a ser luz de su amor para todos.
Obtenme del corazón de Jesús... 
(pronuncia en este momento tu pedido)
Enséñame a dejar que Jesús entre y posea todo mi ser,
tan completamente, que mi vida
también pueda irradiar su luz y amor hacia los demás.
Amén.

sábado, 5 de septiembre de 2015

BEATA TERESA DE CALCUTA, FUNDADORA, 5 DE SEPTIEMBRE


Teresa de Calcuta, Beata
Fundadora, 5 de septiembre


Por: Judith Corsino | Fuente: judithcorsino.com 




Teresa (Inés) Gonhxa Bojaxhiu
Fundadora

Martirologio Romano: En la ciudad de Calcuta, en la India, beata Teresa (Inés) Gonhxa Bojaxhiu, virgen, que, nacida en Albania, trató de apagar la sed de Cristo clavado en la cruz atendiendo con eximia caridad a los hermanos más pobres, y fundó las congregaciones de Misioneros y Misioneras de la Caridad, para servir a los enfermos y abandonados (1997).

La Madre Teresa fue albanesa de nacimiento y su nombre original es Agnes Gonxha Bojaxhiu. En el año 1948 la Madre Teresa adquirió la ciudadanía hindú. A los 18 años de edad, la Madre Teresa ingresó a la Orden de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto en Irlanda. Recibió su formación religiosa en Dublín, Irlanda y en Dardjiling, India.

En el año 1931, la Madre Teresa tomó el nombre de Teresa en honor a una monja francesa, Thérèse Martin quien fue canonizada en 1927 con el título de Santa Thérèse de Lisieux. En el año 1937 la Madre Teresa tomó los votos religiosos y enseñó por 20 años en el Colegio Santa María en Calcuta, India y en el año 1946, precisamente el 10 de setiembre, recibió otro llamado de Dios, el servicio hacia los más pobres. En el año 1948, el Papa Pio XII le concedió a la Madre Teresa permiso para dejar sus funciones como monja independiente y empezó a compartir su vida en las calles de Calcuta con los más pobres, los enfermos y los hambrientos.

La Madre Teresa fundó una congregación llamada las Misioneras de la Caridad. Su trabajo inicial fue el de enseñar a leer a los niños pobres de la calle. En el año 1950, la Madre Teresa empezó a ayudar a las personas enfermas de lepra. En el año 1965, el Papa Pablo VI colocó a la congregación de las Misioneras de la Caridad bajo el control del Papado y autorizó a la Madre Teresa a expandir la Orden religiosa en otros países. Alrededor de todo el mundo se abrieron centros para atender leprosos, ancianos, ciegos y personas que padecen del SIDA y se fundaron escuelas y orfanatos para los pobres y niños abandonados.

La Madre Teresa merece un lugar especial en esta red gigantesca de comunicación porque su obra es un mensaje de amor. Su trabajo demuestra que una convicción verdadera siempre está acompañada por una acción, que el amor en acción es servicio. Ganó el Premio Nobel de la Paz en el año 1979 contra su voluntad pero que agradeció en nombre de los más pobres entre los pobres.

Beatificación: 19 Octubre, 2003

jueves, 4 de septiembre de 2014

BEATA TERESA DE CALCUTA, FUNDADORA, 5 DE SEPTIEMBRE


Autor: Judith Corsino | Fuente: judithcorsino.com 
Teresa de Calcuta, Beata
Fundadora, 5 de septiembre
Teresa (Inés) Gonhxa Bojaxhiu


Martirologio Romano: En la ciudad de Calcuta, en la India, beata Teresa (Inés) Gonhxa Bojaxhiu, virgen, que, nacida en Albania, trató de apagar la sed de Cristo clavado en la cruz atendiendo con eximia caridad a los hermanos más pobres, y fundó las congregaciones de Misioneros y Misioneras de la Caridad, para servir a los enfermos y abandonados (1997).

La Madre Teresa fue albanesa de nacimiento y su nombre original es Agnes Gonxha Bojaxhiu. En el año 1948 la Madre Teresa adquirió la ciudadanía hindú. A los 18 años de edad, la Madre Teresa ingresó a la Orden de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto en Irlanda. Recibió su formación religiosa en Dublín, Irlanda y en Dardjiling, India. 

En el año 1931, la Madre Teresa tomó el nombre de Teresa en honor a una monja francesa, Thérèse Martin quien fue canonizada en 1927 con el título de Santa Thérèse de Lisieux. En el año 1937 la Madre Teresa tomó los votos religiosos y enseñó por 20 años en el Colegio Santa María en Calcuta, India y en el año 1946, precisamente el 10 de setiembre, recibió otro llamado de Dios, el servicio hacia los más pobres. En el año 1948, el Papa Pio XII le concedió a la Madre Teresa permiso para dejar sus funciones como monja independiente y empezó a compartir su vida en las calles de Calcuta con los más pobres, los enfermos y los hambrientos. 

La Madre Teresa fundó una congregación llamada las Misioneras de la Caridad. Su trabajo inicial fue el de enseñar a leer a los niños pobres de la calle. En el año 1950, la Madre Teresa empezó a ayudar a las personas enfermas de lepra. En el año 1965, el Papa Pablo VI colocó a la congregación de las Misioneras de la Caridad bajo el control del Papado y autorizó a la Madre Teresa a expandir la Orden religiosa en otros países. Alrededor de todo el mundo se abrieron centros para atender leprosos, ancianos, ciegos y personas que padecen del SIDA y se fundaron escuelas y orfanatos para los pobres y niños abandonados. 

La Madre Teresa merece un lugar especial en esta red gigantesca de comunicación porque su obra es un mensaje de amor. Su trabajo demuestra que una convicción verdadera siempre está acompañada por una acción, que el amor en acción es servicio. Ganó el Premio Nobel de la Paz en el año 1979 contra su voluntad pero que agradeció en nombre de los más pobres entre los pobres.

Beatificación: 19 Octubre, 2003

IMÁGENES DE LA MADRE TERESA DE CALCUTA























miércoles, 5 de febrero de 2014

VEINTE AÑOS DE UNAS HISTÓRICAS PALABRAS DE MADRE TERESA DE CALCUTA

Autor: Almudi.org | Fuente: almudi.org
Veinte años de unas históricas palabras de Madre Teresa
Se cumplirán dos décadas de la histórica intervención de la Madre Teresa de Calcuta en el Desayuno de Oración Nacional que tradicionalmente se celebra cada año en Washington, DC. Fue el 3 de febrero de 1994
 
Veinte años de unas históricas palabras de Madre Teresa
Veinte años de unas históricas palabras de Madre Teresa
Madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, proclamó con valentía la verdad sobre el aborto ante una clase dirigente norteamericana cómplice o tolerante con este crimen.

Se cumplirán dos décadas de la histórica intervención de la Madre Teresa de Calcuta en el Desayuno de Oración Nacional que tradicionalmente se celebra cada año en Washington, DC. Fue el 3 de febrero de 1994 y fue histórico porque, ante una clase dirigente norteamericana cómplice o tolerante con el aborto, la fundadora de las Misioneras de la Caridad proclamó con valentía la verdad sobre ese crimen, y lo hizo además no como una mera proclamación que se llevase el viento, sino con argumentos sólidos e irrefutables que convenciesen, o al menos inquietasen la conciencia, de los presentes.

Discurso íntegro de la Madre Teresa de Calcuta (*)

«En el último día, Jesús dirá a los que están a su derecha: “Vengan, entren al Reino. Porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo y me visitaste”. Luego Jesús les dirá a los que están a su izquierda y les dirá: “Apártense de mi porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, estuve enfermo y no me visitaron”. Ellos le preguntarán: “¿Cuándo te vimos hambriento, o sediento o enfermo y no te ayudamos?” Jesús les responderá: “Lo que dejaron de hacer por uno de éstos más pequeños, ustedes dejaron de hacérmelo a mí!”.

Al encontrarnos aquí reunidos para orar juntos, pienso en lo bello que será si comenzamos con una oración que expresa muy bien lo que Jesús quiere que hagamos por los más pequeños. San Francisco de Asís comprendía muy bien las palabras de Jesús y su vida quedó bien plasmada en esta oración. Esta oración que nosotras decimos todos los días después de recibir la Santa Comunión, no deja de sorprenderme, porque la encuentro muy adecuada para cada uno de nosotros. Siempre me he preguntado si hace ochocientos años, cuando San Francisco vivió, tuvieron las mismas dificultades que enfrentamos hoy en día. Creo que ya algunos se saben la oración de la Paz, por lo tanto la rezaremos juntos.

Oración de San Francisco:

“Señor, hazme un instrumento de Tu paz, donde haya odio que yo siembre amor, donde haya injuria, lleve yo el perdón, donde haya duda, lleve yo la fe, donde haya desaliento, lleve yo la esperanza, donde haya obscuridad, lleve yo la Luz, donde haya tristeza, lleve yo la alegría. Oh Divino Maestro, permíteme no ser consolado sino consolar, comprendido sino comprender, amado sino amar. Porque dando se recibe, perdonando se es perdonado, y muriendo en Ti se nace a la vida eterna”.

Demos gracias a Dios por la oportunidad que nos ha dado en venir a orar juntos. Hemos venido aquí, para orar, especialmente, por la paz, gozo y amor. Recordemos que Jesús vino a entregar las buenas noticias a los pobres. Él nos dijo cuáles eran esas buenas noticias cuando dijo: “Mi Paz os dejo, Mi Paz os doy”. El no vino a dar la paz que da el mundo, la cual es simplemente la que unos no molestan a otros. Él vino a dar la paz del corazón, la cual viene cuando amamos hacer el bien al prójimo.

Dios amó tanto al mundo que le entregó su único Hijo −era ya un hecho. Dios le dio su Hijo a la Virgen María, ¿y qué fue lo que Ella hizo? En cuanto Jesús vino a la vida de María, Ella inmediatamente fue rápido a dar las buenas noticias. Y entró a la casa de su prima Isabel, y las Escrituras dicen que su hijo, aún no nacido, el niño dentro del vientre de Isabel, saltó de gozo. Desde el vientre de María, Jesús trajo paz a Juan el Bautista quien saltó de gozo en el vientre de Isabel.

Y como si no fuera suficiente, que Dios Hijo se hiciera uno de nosotros y nos trajera Paz y Gozo mientras todavía se encontraba en el vientre de María, Jesús también murió en la Cruz para demostrar un amor aún más grande. Él murió para ti y para mí, y por el leproso, y por el que muere de hambre, y por el que se encuentra desnudo y tendido en la calle, no solo de Calcuta, sino de África, y de todos lados. Nuestras hermanas sirven a los pobres en 105 países alrededor del mundo. Jesús insistió que nos amaramos los unos a los otros como Él nos ama. Jesús dio su vida para amarnos y nos dice que nosotros también debemos dar lo que sea para hacer el bien al prójimo.

En los evangelios, Jesús dice claramente: “Ámense como yo los he amado”. Jesús murió en la Cruz porque eso es lo que se requería de Él para hacer un bien por todos nosotros, para salvarnos de nuestros pecados de egoísmos. Él dio todo para cumplir con la voluntad del Padre para demostrarnos que nosotros también debemos estar dispuestos a darlo todo para cumplir la voluntad de Dios, para amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Si nosotros no estamos dispuestos a darlo todo para hacer el bien al prójimo, el pecado todavía vive en nosotros. Es por ello que nosotros también debemos dar hasta que duela. No es suficiente que digamos “Amo a Dios”. Tengo también que amar a mi prójimo. San Juan nos advierte que somos mentirosos si decimos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo.

¿Cómo se puede amar a Dios, a quien no se ve, si no amas a tu prójimo a quien puedes ver, puedes tocar, y con quién vives? 
Por lo tanto, es muy importante entender que amar, para que sea verdadero amor, tiene que doler. Debo estar dispuesto a darlo todo, lo que sea para no hacerle daño a la gente y, de hecho, para hacerle el bien. Esto requiere que yo esté dispuesto a dar hasta que duela. De otro modo, no hay verdadero amor en mí y por ende, en lugar de traer buenas noticias, le traigo injusticia, y no traigo paz a los que están a mi alrededor. A Jesús le dolió amarnos.

Hemos sido creados a Su imagen para cosas mucho más grandes, para amar y ser amados. Debemos “vestirnos de Cristo” como dicen las Escrituras. Por eso, hemos sido creados para amar y ser amados, Dios se hizo hombre para comprobarnos que podemos amar de la misma manera que Él nos amó. Jesús se hace el hambriento, el desnudo, el desamparado, el rechazado, y nos dice, “me lo hicieron a mí”. En el último día Él le dirá a los de su derecha: “Lo que hicieron a uno de mis pequeños, me lo hicieron a Mi” y también dirá a los de su izquierda: “Lo que dejaron de hacer a uno de mis pequeños, me lo dejaron de hacer a Mí”.

Cuando Jesús moría en la cruz, dijo: “Tengo sed”. Jesús está sediento por su amor, esta es la sed de todos, pobres y ricos. Todos estamos sedientos por el amor de otros, ver que alguien vaya fuera de su camino no solo para dejarnos de hacer un daño sino al contrario para hacernos un bien. Este es el significado del verdadero amor, dar hasta que duela.

Nunca se me olvidará la experiencia que tuve al visitar una institución donde los hijos envían a sus padres, ya de la tercera edad, para olvidarse de ellos. Vi que en este hogar, esta gente de tercera edad lo tenía todo, buena comida, un lugar cómodo, televisión, lo tienen todo, sin embargo todos tenían sus miradas puestas en las puertas de entrada. Y no vi a ninguno con una sonrisa en sus rostros. Yo le pregunté a la Hermana: “¿Por qué ellos, que tienen todas las comodidades aquí, porqué miran hacia las puertas? ¿Por qué no sonríen?” Yo estoy tan acostumbrada a ver sonrisas en los rostros de la gente, inclusive hasta los moribundos. Y la Hermana dijo: “Así es aquí todos los días. Ellos siguen esperando, y deseando que un hijo o una hija los vengan a visitar. Ellos están dolidos porque han sido olvidados”. Falta de amor trae pobreza espiritual.

Tal vez en nuestras propias familias tenemos a alguien que se sienta solo, enfermo, preocupado. ¿Estamos con ellos? ¿Los acompañamos o los ponemos al cuidado de otros? ¿Estamos dispuestos a dar hasta que duela para estar con nuestras familias, o ponemos nuestros propios intereses primero? Estas son las preguntas que nos debemos hacer, especialmente al comienzo del año de la familia. Debemos recordar que el amor comienza en casa y debemos recordad que “el futuro de la humanidad pasa a través de la familia”.

Me sorprendió ver en el Occidente, que tantos jóvenes se entregan a las drogas. Yo he tratado de averiguar por qué. ¿Por qué en el Occidente son así, si tienen muchísimo más que los de Oriente? La respuesta fue: “Porque no hay nadie en sus familias para recibirlos”. Nuestros hijos dependen de nosotros para todo, su salud, su nutrición, su seguridad, el conocer y el amar a Dios. Por todo esto, ellos nos miran con confianza, esperanza y expectativa.

Pero muy a menudo el padre y la madre están tan ocupados que no tienen tiempo para sus hijos, o tal vez ni siquiera están casados o se han dado por vencidos en su matrimonio. Por lo tanto, los niños van a las calles y se involucran con las drogas y con otras cosas. Hablamos del amor a los niños que es donde el amor y la paz deben comenzar. Estos son los hechos que contribuyen al rompimiento de la paz. Pero siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es la guerra en contra los niños, el asesinato directo de los inocentes, asesinato de la madre en contra de sí misma.

Si nosotros aceptamos que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decir a otros que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y nos recordamos que amar significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que, la madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida de su hijo. El padre de ese niño, quien quiera que sea, debe dar también hasta que le duela. Con el aborto, la madre no aprende a amar, sino a matar hasta su propio hijo para resolver sus problemas.

Y con el aborto, al padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que ha traído a la vida. El padre es capaz de poner a otras mujeres en la misma circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Cualquier país que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia para recibir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto.

Mucha gente se preocupa bastante por los niños de la India, con los niños de África donde muchos mueren de hambre, etc. Mucha gente también se preocupa por toda la violencia en esta gran nación de los Estados Unidos. Preocuparse por esto es bueno. Pero casi siempre a esta misma gente no les interesan los millones que intencionalmente están siendo asesinados por decisión de sus propias madres. Y este es el mayor destructor de la paz hoy en día −el aborto cegó a la gente.

Y por esto yo apelo en la India y en cualquier lugar –“traigamos de regreso a los niños”. El niño es un regalo de Dios para la familia. Cada niño está creado de manera especial a la imagen y semejanza de Dios para grandes cosas. Para amar y ser amado. En este año de la familia, debemos traer a los niños al centro de nuestro cuidado y atención. Esta es la única manera en la que este mundo podrá sobrevivir, porque nuestros hijos son la única esperanza para el futuro. Cuando los ancianos son llamados a donde Dios, solo sus hijos los pueden reemplazar.

¿Pero qué es lo que Dios nos dice? Él dice: “Aunque la madre olvidase a su hijo, Yo no te olvidaría. Te he grabado en la palma de mi mano”. Todos estamos grabados en la palma de sus manos; el niño que fue abortado, también está grabado en la palma de su mano desde el momento de la concepción y es llamado, por Dios, para amar y ser amado, no solo ahora en esta vida, pero para siempre. Dios no nos olvida nunca.

Les diré algo hermoso. Luchamos contra el aborto con la adopción, cuidando a la madre y adoptando al niño. Hemos salvado a miles de vidas. Le hemos comunicado a las clínicas, a los hospitales y a las estaciones de policía: “Por favor no destruyan a los niños; nosotras nos encargaremos de ellos”. Así es que siempre tenemos a alguien que le dice a las madres en problemas: “Vengan, nosotros le cuidaremos, le conseguiremos un hogar a tu hijo”. Y tenemos una gran demanda de parejas que no pueden tener hijos pero nunca le daré un hijo a una pareja que han hecho algo para no tener a un hijo. Jesús dijo “Quien quiera que reciba a este niño en mi nombre, a Mí me recibe”. Al adoptar a un niño, estas parejas reciben a Jesús pero, al abortar a un niño, la pareja rechaza a Jesús.

Por favor no asesinen a los niños. Yo quiero a los niños. Por favor entréguenme los niños. Yo estoy dispuesta a aceptar a cualquier niño que lo hayan querido abortar y se lo entregaré a una pareja casada que lo amará y serán amados por ese niño.

Solo en nuestro hogar en Calcuta, hemos salvado a más de 3.000 niños del aborto. Estos niños han traído tanto amor y gozo a sus padres adoptivos y han llegado a crecer llenos de amor y gozo. Yo sé que las parejas deben planificar sus familias pero para eso hay planificación familiar natural.

La manera de planificar las familias es por medios naturales no por medios anticonceptivos. Al destruir el poder de dar vida, por medio de la anticoncepción, la pareja se hace daño a sí misma. Esto cambia la atención a sí mismos y destruye el regalo de amarse el uno al otro. Al amarse, el uno al otro, la atención está en el amor de uno para el otro. Al amarse, la pareja se da atención el uno al otro y esto es lo que sucede con la planificación familiar natural, y no hacia sí mismos como sucede egoístamente con la anticoncepción. Una vez el amor viviente es destruido por la anticoncepción, el aborto le prosigue fácilmente como el paso a seguir.

Yo sé que hay grandes problemas en el mundo, que muchas parejas no se aman lo suficiente para utilizar planificación familiar natural. No podemos resolver todos los problemas del mundo, pero no permitan traer el peor problema de todos, y ese es el que destruye el amor. Y esto es lo que pasa cuando la gente practica anticoncepción y aborto.

Hay muchos pobres en el mundo. Ellos nos pueden enseñar muchas cosas bellas. Una vez, una de ellas vino a agradecerme por enseñarle planificación familiar natural y dijo: “Ustedes que practican castidad, son los mejores en enseñarnos planificación familiar natural porque no es nada más que autocontrol por amor del uno al otro”. Y lo que esta persona pobre dijo es muy cierto. La gente pobre pueda que no tengan nada que comer, tal vez no tengan un hogar donde vivir, pero son personas grandiosas y muy ricas espiritualmente.

Cuando recojo a una persona en la calle, hambrienta, yo le doy un plato de arroz y un pedazo de pan. Pero una persona que está sola, se siente rechazada, como que nadie la ama, atemorizada, esa persona que ha sido rechazada por la sociedad, tiene una pobreza que es mucho más difícil de vencer y esa es la pobreza espiritual. El aborto, el cual prosigue a la anticoncepción, lleva a la gente a ser espiritualmente pobre, y esa es la peor pobreza y la más difícil de vencer.

Los que son materialmente pobres pueden ser gente maravillosa. Una tarde fuimos a recoger cuatro personas de la calle. Una de ellas estaba en una condición horrible. Le dije a las Hermanas: “Ustedes encárguense de las otras tres; yo me encargaré de la que se ve peor”. Así es que hice todo lo que mi amor pudo hacer por ella. La acosté en una cama y ella tenía una bellísima sonrisa en su rostro. Ella me tomó de la mano, y dijo una tan sola palabra: “gracias” y luego murió.

No pude hacer nada más que examinar mi conciencia ante ella. Y pregunté: “¿Qué diría yo si estuviera en su lugar?” Mi respuesta fue sencilla. Yo hubiese tratado de atraer atención. Hubiera dicho: “tengo hambre, me muero, tengo frío, estoy en dolor” o algo. Pero ella me dio mucho más, ella me dio su gran amor. Y murió con una sonrisa en su rostro. También había un hombre que recogimos de los alcantarillados, medio comido por los gusanos y, después que lo trajimos a la casa, el solo dijo: “He vivido como un animal en la calle, pero voy a morir como un ángel, amado y cuidado”.

Luego, después que le quitamos los gusanos del cuerpo, todo lo que dijo, con una gran sonrisa fue: “Hermana, voy a casa donde Dios” y luego murió. Fue tan maravilloso ver la grandeza de ese hombre que podía hablar así, sin culpar a nadie, sin comparar nada. Como un ángel, esta es la grandeza de la gente que son espiritualmente ricos aunque sean materialmente pobres. No somos trabajadoras sociales. Podremos hacer trabajo social a los ojos de algunas gentes, pero nosotras debemos ser contemplativas en el corazón del mundo. Porque tocamos el cuerpo de Cristo y estamos siempre en su presencia.

Ustedes también deben traer la presencia de Dios a sus familias, porque la familia que reza unida, se mantiene unida.

Hay demasiado odio, demasiada miseria, y con nuestras oraciones, con nuestros sacrificios comenzamos desde el hogar. El amor comienza en casa, y no es cuanto hacemos, pero cuánto amor ponemos en lo que hacemos.

Si somos contemplativas en el corazón del mundo con todos los problemas, estos nunca nos podrán desanimar. Debemos recordar siempre que Dios nos dice en las Escrituras: “Aunque una madre olvidase a su hijo en su vientre, algo imposible, pero si ella lo llegara a olvidar, Yo nunca te olvidaría”. Y por eso me encuentro aquí dirigiéndome a ustedes. Quiero encontrar a los pobres aquí, justo en sus propios hogares primero. Y comenzar a amar ahí. Sean portadores de buenas noticias a su familia primero. Y luego a sus vecinos. ¿Los conocen? Yo tuve una gran experiencia de amor al prójimo con una familia hindú. Un hombre vino a nuestro hogar y dijo: “Madre Teresa, hay una familia que no ha comido por mucho tiempo. Haga algo”. Así es que tomé algo de arroz y fui inmediatamente. Y vi a los niños, sus ojos brillaban de hambre. No sé si alguna vez han visto hambre. Yo sí y con mucha frecuencia. Y la madre de la familia tomó el arroz que les di y fue afuera.

Cuando regresó, le pregunté: “¿Adonde fue? ¿Qué fue lo que hizo?” Y me dio una respuesta muy sencilla: “Ellos también tienen hambre”. Lo que me impactó fue que ella sabía eso, y quienes eran también. Una familia de Musulmanes, y ella lo sabía. No traje más arroz esa tarde porque quería que ellos, hindúes y musulmanes, disfrutaran del gozo de compartir. Y los niños irradiaban gozo, compartiendo el gozo y la paz con su madre, porque ella supo amar hasta que le dolió. Y ven que ahí es donde comienza, en casa con la familia.

Así es que, como lo demuestra esta familia, Dios nunca nos olvida y siempre hay algo que ustedes y yo podemos hacer. Podemos mantener el gozo de amar a Jesús en nuestros corazones, y compartir ese gozo con todos los que entremos en contacto. Tomemos una determinación, que ningún niño sea rechazado o que no sea amado, o que no se preocupen por él o que no lo asesinen y lo tiren a la basura. Y den hasta que duela, con una sonrisa.

Ya que hablo mucho de dar con una sonrisa, una vez un profesor de los Estados Unidos me preguntó: “¿Está casada?” y le dije: “Sí, y a veces encuentro muy difícil darle una sonrisa a mi esposo, Jesús, porque Él puede ser bastante exigente a veces”. Esto es verdaderamente cierto.

Y de ahí es de donde sale el amor, cuando es exigente, y cuando todavía podemos darlo con gozo.

Una de las cosas más exigentes para mi es viajar a cualquier lado −y con publicidad. Yo le dije a Jesús que si no voy al cielo por cualquier otra cosa, que iré al cielo por lo menos por todos los viajes, con toda la publicidad, que hago, eso me ha purificado y me ha sacrificado, y en verdad me ha preparado para ir al cielo. Si recordamos que Dios nos ama, y que podemos amar a otros así como Él nos ama, entonces América puede llegar a ser una señal de paz para el mundo.

Desde aquí, un aviso de cuidar a los más débiles, a los no nacidos, debe salir hacia el mundo. Si ustedes se convierten en un faro ardiente de justicia y paz en el mundo, entonces verdaderamente serán fieles a lo que los fundadores de este país representaban. Que Dios los bendiga!».

jueves, 5 de diciembre de 2013

LA MADRE TERESA Y LA EUCARISTÍA


La Madre Teresa y la Eucaristía 

La Madre Teresa es una santa profundamente eucarística. La Eucaristía era el corazón de su vida, de su espiritualidad. Decía a las religiosas: «Jesús en la Eucaristía y Jesús en los pobres, bajo las especies del pan y bajo las especies del pobre, eso es lo que hace de nosotras contemplativas en el corazón del mundo». En la base de la espiritualidad de la Madre Teresa estaba el sagrario. Y no es por casualidad que se llama «sagrarios» a las comunidades abiertas en todo el mundo por las misioneras de la Caridad, porque son las casas de Jesús, decía la Madre Teresa. Las religiosas comulgan todos los días y todos los días hacen una hora de adoración eucarística, que ocupa un lugar muy importante en la vida espiritual de las misioneras de la Caridad. 

Ella misma relata: “Recién en 1973, cuando empezamos nuestra Hora Santa diaria, fue que nuestra comunidad comenzó a crecer y florecer . . . En nuestra congregación solíamos tener adoración una vez a la semana durante una hora; luego en 1973 decidimos dedicar una hora diaria a la adoración. El trabajo que nos espera es enorme. Los hogares que tenemos para los indigentes enfermos y moribundos están totalmente llenos en todas partes. Pero desde el momento que empezamos a tener una hora de adoración cada día, el amor a Jesús se hizo más íntimo en nuestro corazón, el cariño entre nosotras fue más comprensivo y el amor a los pobres se nos llenó de compasión, y así se nos ha duplicado el número de vocaciones. La hora que dedicamos ante Jesús en la Eucaristía es la parte más valiosa de todo el día, es lo que cambia nuestros corazones.

Nuestras vidas deben estar entrelazadas con la Eucaristía. El Cristo que se nos ofrece bajo las apariencias de pan, y el Cristo que se oculta bajo las semblanzas doloridas del pobre es el mismo Jesús. Por eso, nosotras no somos simples asistentes sociales. Un cristiano, si cree que está alimentando a Cristo hambriento, que está vistiendo a Cristo desnudo, es un contemplativo desde el corazón mismo de su hogar, de su vida, del mundo mismo. Por eso yo defino a nuestras Hermanas y Hermanos Misioneros de la Caridad como contemplativos insertos en el mismo corazón del mundo durante las veinticuatro horas del día. ¡Dar! Ofrecer a quienes viven en nuestro entorno el amor que hemos recibido. Dar hasta sentir daño, porque el amor auténtico hiere. Es por lo que tenemos que amar hasta sentir dolor: a través de nuestro tiempo, de nuestras manos, de nuestros corazones. Tenemos que compartir todo lo que tenemos. Hace tiempo, en Calcuta, teníamos dificultades para conseguir azúcar. Un día un niño pequeño, de nada más que cuatro años, un niño indio, vino con sus padres y me trajo un tarro de azúcar. Me dijo: "Estaré tres días sin comer azúcar. Dé esto a sus niños". Aquel niño pequeño amaba hasta el sacrificio.

La Eucaristía y el pobre no son más que un mismo amor. Para ser capaces de ver, para ser capaces de amar, tenemos necesidad de una profunda unidad con Cristo, de una oración intensa. Por eso las Hermanas empiezan su jornada con la misa, la Santa Comunión, la meditación. Y la cerramos con una hora de adoración al Santísimo. Esta unión eucarística constituye nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestro amor. Hay un pequeño detalle: tenemos que unir la oración con el trabajo. Se lo tratamos de inculcar a nuestra Hermanas invitándolas a "convertir el trabajo en oración". ¿Cómo es posible convertir el trabajo en oración? El trabajo no puede sustituir a la oración. De la misma manera, la oración no puede sustituir al trabajo. Sin embargo, tenemos que aprender a convertir el trabajo en oración. ¿Cómo podemos hacer esto? Haciéndolo con Jesús, haciéndolo por Jesús, haciéndolo para Jesús. Ésa es la forma de convertir en oración nuestro trabajo. Es posible que yo pueda seguir con toda la atención. Pero Dios tampoco exige de mí que le dedique toda la atención. En cambio, la intención sí puede ser plena.”

De la homilía de Juan Pablo II con ocasión de la beatificación de la Madre Teresa de Calcuta:

"El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de todos" (Mc 10, 45). La madre Teresa compartió la pasión del Crucificado, de modo especial durante largos años de "oscuridad interior". Fue una prueba a veces desgarradora, aceptada como un "don y privilegio" singular.
En las horas más oscuras se aferraba con más tenacidad a la oración ante el santísimo Sacramento. Esa dura prueba espiritual la llevó a identificarse cada vez más con aquellos a quienes servía cada día, experimentando su pena y, a veces, incluso su rechazo. Solía repetir que la mayor pobreza era la de ser indeseados, la de no tener a nadie que te cuide.

"Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti". Cuántas veces, como el salmista, también madre Teresa, en los momentos de desolación interior, repitió a su Señor: "En ti, en ti espero, Dios mío".

Acojamos su mensaje y sigamos su ejemplo.

Virgen María, Reina de todos los santos, ayúdanos a ser mansos y humildes de corazón como esta intrépida mensajera del amor. Ayúdanos a servir, con la alegría y la sonrisa, a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. Amén.” 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

ORACIÓN PARA APRENDER A AMAR


ORACIÓN PARA APRENDER A AMAR
Autor: Madre Teresa de Calcuta

Señor, cuando tenga hambre,
dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed,
dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío,
dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra,
dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada,
déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre,
pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo,
dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación,
dame ocasión para elogiar a alguien;
Cuando esté desanimado,
dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan,
dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí,
dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo,
vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor,
de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos,
no sólo el pan de cada día,
también nuestro amor misericordioso,
imagen del tuyo.

Amén.
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