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domingo, 9 de julio de 2017

BEATA MARÍA PETKOVIC, FUNDADORA DE LAS HIJAS DE LA MISERICORDIA, 9 DE JULIO


Hoy 9 de julio es fiesta de la Beata María Petkovic, fundadora de las Hijas de la Misericordia




 (ACI).- “Seguir a Cristo, escuchar a Cristo, humillarse en Cristo, sufrir silenciosamente en Cristo, arder en Cristo, perdonar en Cristo, amar en Cristo, sacrificarse en Cristo”, decía a sus religiosas la Beata María de Jesús Crucificado Petkovic, cuya fiesta es cada 9 de julio.

La Beata María Petkovic nació en Korcula (Croacia) en 1892. Creció en una familia muy cristiana y llegó a ser presidenta de la Asociación de Hijas de María. Poco a poco sintió el llamado a la vocación y después de formar parte de la Tercera Orden Secular de San Francisco, concibió la idea de iniciar un instituto religioso femenino.

Más adelante, con ayuda de su Obispo, funda la Congregación de Hijas de la Misericordia para la educación e instrucción de la juventud femenina. En 1956 la institución religiosa pasó a ser de derecho pontificio y fueron aprobadas sus constituciones.

Madre María de Jesús Crucificado Petkovic era una mujer fuerte en las adversidades, tierna en sus afectos y una gran enamorada de Jesús crucificado. Se mantuvo unida a la oración, así como a las directrices y consejos de los pastores de la Iglesia.

Siempre se mostró alegre cuando servía a los más necesitados y animaba a sus hermanas a que mostraran con su comportamiento y sacrificios que en ellas estaba el amor y la misericordia de Dios.

Partió a la Casa del Padre en Roma el 9 de julio de 1966 con una gran fama de santidad, mientras su congregación continuó en expansión por diversos países de Europa y América, dedicándose a la educación de niños y la juventud, el cuidado de personas ancianas y enfermas, y al apostolado parroquial.

Fue beatificada por San Juan Pablo II el 6 de junio de 2003. En aquella ocasión, el Pontífice manifestó: “La figura de la beata María de Jesús Crucificado me lleva a pensar en todas las mujeres de Croacia, tanto en las que están casadas y son madres felices, como en las que están marcadas para siempre por el dolor de la pérdida de un familiar en la cruel guerra de la década de 1990, o por otras amargas desilusiones sufridas”.

“Pienso en ti, mujer, porque con tu sensibilidad, generosidad y fortaleza ‘enriqueces la comprensión del mundo y contribuyes a la plena verdad de las relaciones humanas’ (Carta a las mujeres, 2). Dios te ha confiado de modo especial las criaturas, y por ello estás llamada a convertirte en un apoyo importante para la existencia de toda persona, en particular en el ámbito de la familia”.

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