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viernes, 9 de diciembre de 2016

SANTA NARCISA DE JESÚS, 9 DE DICIEMBRE, MODELO DE CATEQUISTA


Hoy 9 de diciembre  es la fiesta de Santa Narcisa de Jesús, modelo de catequista

 (ACI).- Santa Narcisa de Jesús fue una laica y catequista cuya espiritualidad “está basada en el escondimiento a los ojos del mundo, viviendo en la más profunda humildad y pobreza, ofreciendo al Señor sus penitencias como holocausto para la salvación de los hombres”. Así lo expresó San Juan Pablo II el día de su beatificación en 1992.

Narcisa de Jesús nació en Nobol, Ecuador, a fines de 1832. Sus padres fueron Pedro Martillo Mosquera y Josefina Morán, campesinos profundamente creyentes y sencillos que fallecieron cuando Narcisa era muy joven.

Desde los 15 años trabajó como costurera y se volvió una excelente catequista para sus hermanos y niños del vecindario. En ese tiempo comenzó a leer sobre la vida de Mariana de Jesús y adoptó su espiritualidad.


En 1852 se trasladó a Guayaquil y se hospedó con una familia muy conocida que habitaba junto a la catedral. Allí vivió por más de 15 años dedicada a la oración, al trabajo manual y a la caridad atendiendo a pobres y enfermos.

Fue dócil a las directrices de sus directores espirituales, y compartió ideales, y a veces vivienda, con la Beata Mercedes de Jesús Molina.

A principios de 1868 viajó a Lima en Perú y allí continuó su vida virtuosa como laica, alojada en la Casa de las Hermanas de la Orden Laical de Santo Domingo, hasta su muerte a causa de unas fiebres el 8 de diciembre de 1869, día de la Inmaculada Concepción.

Se supo después que cumplió un voto privado de virginidad perpetua, de pobreza, obediencia, clausura, eremitismo, ayuno a pan y agua, comunión diaria, confesión, mortificación y oración. Todos estos votos los mantuvo fielmente.

Su cuerpo fue trasladado a Guayaquil en 1955 y ahora permanece en Nobol, su pueblo natal.


Narcisa fue beatificada el 25 de octubre de 1992 por San Juan Pablo II. Se le atribuyó el milagro de curación de cáncer de Juan Bautista Pesantes Peñaranda en 1967.

El 12 de octubre 2008 fue canonizada por el Papa Benedicto XVI. El milagro consistió en la sanación de la niña de 7 años Edermina Arellano, que había nacido sin órgano genital. Los médicos a cargo del estudio del caso concluyeron que Edermina recibió en 1992: “la restitución completa del defecto anatómico, congénito, de manera imprevista, completa y duradera, científicamente inexplicable”.

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Santa Narcisa de Jesús Martillo Morán (1832-1869)
9 de Diciembre



Narcisa de Jesús Martillo Morán nació en 1832, en la hacienda San José de Nobol, Daule, Ecuador. Los dominicos regentaban su parroquia desde hacía casi trescientos años. Fue hija de Pedro Martillo y Josefa Morán, campesinos propietarios, gente sencilla y profundamente creyente. Su padre, dotado de una inteligencia clara y espíritu de trabajo, reunió una apreciable fortuna. Era muy devoto de la futura Santa Mariana de Jesús y de San Jacinto de Polonia, que se venera con fervor en toda la provincia del Guayas. Los nueve hijos del matrimonio crecieron sanos y robustos, Narcisa ocupaba el sexto lugar. En 1838, cuando contaba 6 años, falleció su madre. Con la ayuda de una maestra particular y de su hermana mayor, se instruyó en las primeras letras. Aprendió a leer, escribir, cantar, tocar la guitarra, coser, arte que llegó a dominar con verdadera maestría, tejer, bordar, cocinar. Poseía grandes cualidades, con predisposición especial para la música. Con frecuencia su plegaria se hacía canción, y su cántico fue íntimo y piadoso, entregando el corazón a Quien bien lo merecía, como rezaba una composición que gustaba repetir cuando era jovencita.

Tuvo una clara percepción de su llamada a la santidad, especialmente a partir del sacramento de la Confirmación, que recibió a la edad de 7 años, el 16 de septiembre de 1839. Adquirió la costumbre de retirarse con frecuencia a un bosquecillo cercano a la casa, para entregarse libremente a la contemplación de las realidades divinas. El árbol de Guayabo junto al cual rezaba, es hoy el término de nutridas peregrinaciones. Convirtió en oratorio doméstico, un pequeño cuarto de su casa. Se propuso imitar a Santa Mariana de Jesús, identificándose con la vocación de víctima. Asumió un camino arduo de penitencia, para unirse más íntimamente a Cristo sufriente y ayudarle a la redención del mundo. Colaboraba en los trabajos domésticos y en los del campo. Era una joven reflexiva, amable, alegre, de carácter dulce y apacible, sumamente buena y obediente, caritativa, compasiva para con los pobres, extremadamente piadosa, amada por todo el vecindario. Joven muy hermosa, de ojos azules y cabello rubio, esbelta, fuerte y ágil. Se manifestó una excelente catequista. No podía menos de transmitir el fuego del amor divino a los suyos y a los niños del vecindario.

En enero de 1852 falleció su buen padre. Narcisa, que contaba 19 años de edad, pasó a Guayaquil, y se hospedó con una familia muy conocida que habitaba junto a la catedral. En esta ciudad permaneció hasta 1868, exceptuando unos meses que pasó en la ciudad de Cuenca. Mudó varias veces de morada para preservar su intimidad y dedicarse con mayor libertad a la oración y penitencia, viviendo del trabajo de costurera. Socorría a pobres y enfermos. Fue dócil a las directrices de sus directores espirituales, y compartió ideales, y a veces vivienda, con la Beata Mercedes de Jesús Molina.

Impulsada por un anhelo de mayor perfección y aconsejada por un religioso franciscano, se embarcó en junio de 1868 para Lima, Perú, y vivió como seglar interna en el convento dominicano del Patrocinio, fundado en 1688 en lugares donde solía apacentar su rebaño San Juan Macías. El Señor la favorecía con dones extraordinarios, y le mostraba cuán acepta le era su vida, también en medio de las pruebas del espíritu.

A finales de septiembre de 1869 se le declararon unas fiebres. Poco pudieron hacer los remedios médicos, pero continuó con su ritmo de vida normal, y así hasta finalizar la novena y celebrar con gran gozo, vestida de blanco, la Eucaristía en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, 8 de diciembre de 1869, el mismo día en que el Beato Pío IX abría en Roma el Concilio Vaticano I. Al final de la jornada se despidió de las hermanas, porque iba a realizar un viaje muy largo. Lo tomaron a broma, pero al poco rato una de ellas, la encargada de bendecir las habitaciones, advirtió un resplandor y una fragancia especial en la suya. Acudió la comunidad y comprobaron que había muerto. Contaba 37 años de edad.

Se supo después que había hecho voto privado de virginidad perpetua, de pobreza, obediencia, clausura, eremitismo, ayuno a pan y agua, comunión diaria, confesión, mortificación y oración.

Todos estos votos los mantuvo fielmente. Vivía en continua unión con Jesucristo. Sus mortificaciones fueron muy severas. Llevaba constantemente en su cuerpo la crucifixión del Señor. Tenía una fe firme y una admirable esperanza. Los médicos se maravillaban de que hubiera podido vivir con tan poco alimento.

En su cadáver se advirtieron durante largo tiempo signos de flexibilidad y fragancia, y ante él se obraron múltiples gracias. Lima la aclamó como santa, y lo mismo hicieron las gentes de Guayaquil y Nobol. Las hermanas del Patrocino guardaron memoria de sus virtudes y custodiaron con suma veneración el sepulcro, hasta que su cuerpo, prácticamente incorrupto, se trasladó a Guayaquil en 1955.

El proceso diocesano de canonización fue entregado en la Congregación para las Causas de los Santos en 1964. El Papa Juan Pablo II la beatificó el 25 de octubre de 1992. El 22 de agosto de 1998 dedicaron un santuario en su honor en Nobol, donde se venera en la actualidad el sepulcro, con su cuerpo incorrupto. La devoción a la «Niña Narcisa» denota la espontánea identificación del pueblo sencillo con esta mujer de la costa ecuatoriana. El ejemplo de su vida pura y piadosa, trabajadora y apostólica, transmite un mensaje muy actual.

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