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lunes, 23 de mayo de 2016

SAN JUAN BAUTISTA ROSSI, APÓSTOL DEL CONFESIONARIO, 23 DE MAYO


Hoy 23 de mayo se celebra a San Juan Bautista Rossi, gran apóstol del confesionario
Por Diego López Marina



 (ACI).- San Juan Bautista Rossi fue un sacerdote italiano que decidió consagrar su vida al Sacramento de la Reconciliación para llevar el perdón y la misericordia de Dios a los más necesitados, especialmente a enfermos, presos y personas que deseaban convertirse.

Su simpatía atrajo a mucha gente humilde que solía hacer largas filas para confesarse con él: "antes yo me preguntaba cuál sería el camino para lograr llegar al cielo y salvar muchas almas. Y he descubierto que la ayuda que yo puedo dar a los que se quieren salvar es: confesarlos. Es increíble el gran bien que se puede hacer en la confesión", dijo en el santo en una ocasión

Bautista Rossi nació en 1698 en un pueblo cerca de Génova, en Italia. A la edad de 13 se fue a vivir a Roma en casa de un primo sacerdote, canónigo de Santa María en Cosmedin, para estudiar en el Collegio Romano, creado por San Ignacio de Loyola en 1550

En 1714, con 16 años, siguió los estudios eclesiásticos y terminó los estudios de teología con los dominicos. Fue ordenado sacerdote a los 23 años el 8 de marzo de 1721, pero desde antes ya había comenzado su intenso apostolado.

Bautista Rossi se dedicó a mortificarse exageradamente en el comer, beber y dormir, lo que ocasionó que su salud desmejorara. Pronto aprendió que la verdadera mortificación consistía en aceptar los sufrimientos y trabajos de cada día, con esfuerzo y dentro de sus capacidades.

Tenía una fuerte inclinación por los pobres, los enfermos y los abandonados. El Sumo Pontífice había fundado un albergue para recibir a las personas desamparadas, y en ese lugar, el santo atendió por muchos años a los pobres y necesitados, además de enseñarles el catecismo y prepararlos para recibir los sacramentos.

El 23 de mayo del año 1764, sufrió un ataque al corazón y murió a la edad de 66 años. Su pobreza era tal que el entierro tuvo que costeárselo de limosna. A su funeral asistieron 260 sacerdotes, un arzobispo, muchos religiosos e inmenso gentío.

Fue canonizado por el Papa León XIII el 8 de diciembre de 1881.

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