Páginas

lunes, 19 de marzo de 2012

José, "un hombre sin importancia"

José, "un hombre sin importancia"


En nuestra vida tratemos de no perder de vista a San José, “un hombre sin importancia”

En nuestra vida de cristianos, de religiosos, de sacerdotes, de laicos, lanzados todos al ritmo del trabajo diario, llenos de preocupaciones, de esquemas y planificaciones, de apuros y sofocones… francamente no tenemos casi tiempo de ocuparnos de los hombres sin importancia, de los rutinarios y vulgares acontecimientos… Casi tendríamos que bajar de nuestra montaña de problemas, para dar tiempo a quien no pareciera tener importancia…

Decididamente nos preguntamos ¿quién era el prototipo del "sin importancia"? Lo mejor será preguntárselo a San José de Nazaret.
Vamos a preguntarle a José, cómo se puede tener una vida llena pletórica, generosa, fecunda, eficaz y feliz sin ser persona conocida, publicitada y sin estar de turno…

Se lo vamos a preguntar a José que no fue nada de eso tan importante, de eso que nosotros somos o aspiramos a ser…
Se lo vamos a preguntar a José del que apenas se sabía nada fuera de que era un hombre bueno… Del que se supo bastante menos que de Juan, Santiago, Judas Tadeo, Marcos, María, Timoteo, Priscila y Apolo, pero también sin gran nombradía.
Se lo vamos a preguntar a José de quien lo único que sabemos es que estuvo 30 años con Él, es decir, con Jesús. Con Él, pero siempre detrás, sin dejarnos un discurso, ni una carta, ni un himno, ni una frase…

Ya estamos adivinando las respuestas: El hombre no importante, José: es decir, el no-protagonista más grande de la historia. ¡Cómo se puede ser grande!
El que comienza por no ser tantas cosas interesantes, ni halagadoras, ni infladotas, ni suficientes.
No fue corredentor… ni apóstol, ni mártir…
Ni obispo, ni diácono… ni asesor, ni profesor…
Ni seglar carismático. De todo esto no hay noticias…
Ese José número dos, tres, cuatro, que nos deja en ridículo a los que pretendemos ser "número uno"

Vamos a entrevistar a José en su taller. A José que está allí entre sus tablas, que ni dictamina, ni pregona, ni se siente problematizado, que ni protesta, ni profetiza.
Vamos a reportear a José que cuidadosamente "guarda todas las cosas en su corazón" y sigue trabajando y sirviendo, amando, callando, aceptando y obedeciendo.

Si es así, digámosle a José: ¡Enséñanos José! Instrúyenos José para saber:

- Cómo se es no protagonista…
- Cómo se trabaja sin exhibirse y sin apariencias…
- Cómo se avanza sin pisotear al prójimo, sin relegar a nadie, al hermano o a la esposa, al vecino…
- Cómo se colabora sin mandonear…
- Cómo se da y nos damos sin bombo ni platillos…
- Cómo se ama sin reclamar…
- Cómo se vive siendo número dos, tres, cuatro... o cinco…
- Cómo se hacen las cosas grandes desde un segundo lugar…

Enséñanos José, cómo la inmensa mayoría de nosotros debemos ocupar esos segundos lugares en los que se esconde nuestra verdadera y oculta grandeza.
Enséñanos José a vivir con elegancia siendo no-importantes.
Te pedimos José, que nos convenzas de que se puede ser útil, fiel, efectivo y héroe sin ser importante.
Enséñanos José a luchar como tú, campeón de la aceptación de la voluntad de Dios, sin aplausos; cómo se avanza sin publicidad y… esto es importante: cómo se persevera en la sin esperanza de que le hagan un homenaje.

José de Nazaret, que no fuiste miembro de ningún directorio, ni de ninguna comisión organizadora, haznos comprender cómo desarrollarse al máximo las posibilidades de tu silenciosa y humilde persona, como "te realizaste", allí en tu casa de Nazaret, en tu pobre taller, sin angustias deprimentes, sin los vicios de tu YO…

José de Nazaret, los iniciadores de tiempos nuevos, de soluciones sensacionales, de profetismos alucinantes, los que hoy "nacen" con vocación de primeras figuras, nos desconciertan bastante, pues dan la impresión de que todos quieren tomar las riendas y notamos que "nadie quiere tirar del carro". Notamos que todos quieren sentirse "llamados" y no vemos que quieran servir y colaborar desde el anonimato…

¡Admirable José! Nunca colgó las herramientas, nunca salió a la plaza diciendo que sabía muy bien donde estaba la salvación…
Sabiendo lo que sabía, no se puso a la cabeza de ningún comité Nazarenato, Galileo o Samaritano… El silencio de su trabajo lo tiene en su puesto.

Lo que nos extraña es la actitud de José, es decir, ¿Cómo se las componía José para ser útil, positivo, trabajador, humilde, sin necesidad de ser importante, de ser protagonista, de ser imprescindible? ¿Cómo lograba José darlo todo, sintiendo dentro de su casa, de su taller y de su corazón una paz y felicidad tan profunda?

Pero San José, en lugar de sentir el halago de ser reporteado, nos sonríe y sigue entre sus tablas hasta muy tarde. María y José ya descansan… José apaga las lámparas después de ordenar su taller para volver a empezar mañana…

Es el que mejor sabe aquello de que el ruido no hace bien y que el bien no hace ruido…

Ah… nos olvidábamos de los datos personales de José:

- Nació en Nazaret
- Novió y se casó con María
- Era carpintero de oficio
- El Espíritu Santo lo llama "varón justo"
- Tenía un sobrenombre: "sombra de Dios"
- Misión que cumplir:
* velar por el honor de María y su prestigio
* proteger el nacimiento y crecimiento de Jesús con delicadeza, dedicación y trabajo del mejor padre que vivió en la tierra.
- Murió en los brazos de Jesús y María ¡Qué dicha!
- Es patrono de la Iglesia Universal (Pío XI)
- En el cielo todo lo consigue (palabras de Santa Teresa)

San José... ¡Dame tu temple y tu fe!

A San José se le podrían aplicar las palabras de Is.30.15: "En el sosiego y la confianza está nuestra victoria. En el silencio y la esperanza está nuestra fortaleza"



No hay comentarios:

Publicar un comentario