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viernes, 16 de junio de 2023

HOY ES LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES



Hoy es la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes

16 de junio de 2023


Cada año, la Iglesia Católica celebra la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes en la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús.

Esta especial jornada de oración es convocada por el Santo Padre a través del Dicasterio para el Clero.

“Pidamos también sacerdotes santos, formados ‘según el Sagrado Corazón de Cristo’”, decía San Juan Pablo II, quien estableció que esta jornada de oración se realice en el día del Sagrado Corazón de Jesús.

Reza esta oración de Santa Margarita de Alacoque para ser fiel al Corazón de Jesús


A continuación, presentamos una oración elaborada por Santa Teresita del Niño Jesús:


*Oración por la Santificación de los Sacerdotes*

Oh Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierra

la obra divina de salvar a las almas

protege a tus sacerdotes (especialmente a: ..............) 

en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.

Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,

que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,

y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.

Haz que se preserven puros sus Corazones,

marcados con el sello sublime del SACERDOCIO,

y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.

Aumenta el número de tus apóstoles,

y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.

Bendice Sus trabajos y fatigas,

y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almas

que sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén. 



 

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 16 DE JUNIO DE 2023 - SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

 



Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús (A)

VIERNES 16 DE JUNIO DE 2023



1ª Lectura (Dt 7,6-11): En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: «Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios: él te eligió para que fueras, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad. Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor vuestro, por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó de Egipto con mano fuerte y os rescató de la esclavitud, del dominio del Faraón, rey de Egipto. Así sabrás que el Señor, tu Dios, es Dios: el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y guardan sus preceptos, por mil generaciones. Pero paga en su persona a quien lo aborrece, acabando con él. No se hace esperar, paga a quien lo aborrece, en su persona. Pon por obra estos preceptos y los mandatos y decretos que te mando hoy».



Salmo responsorial: 102

R/. La misericordia del Señor dura siempre, para los que cumplen sus mandatos.

Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.


Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.


El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.


El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia. No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.

2ª Lectura (1Jn 4,7-16): Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación para nuestros pecados.

Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros. A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo. Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él.

Versículo antes del Evangelio (Mt 11,29ab): Aleluya. Tomad mi yugo sobre vosotros, dice el Señor, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 11,25-30): En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

»Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera».



«Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso»

Rev. D. Antoni DEULOFEU i González

(Barcelona, España)


Hoy, cuando nos encontremos cansados por el quehacer de cada día —porque todos tenemos cargas pesadas y a veces difíciles de soportar— pensemos en estas palabras de Jesús: «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso» (Mt 11,28). Reposemos en Él, que es el único que nos puede descansar de todo lo que nos preocupa, y así encontrar la paz y todo el amor que no siempre nos da el mundo.

El descanso auténticamente humano necesita una dosis de “contemplación”. Si elevamos los ojos al cielo y rogamos con el corazón, y somos sencillos, seguro que encontraremos y veremos a Dios, porque allí está («Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo»: Mt 11,25). Pero no sólo está allí, encontrémosle también en el “suave yugo” de las pequeñas cosas de cada día: veámoslo en la sonrisa de aquel niño pequeño lleno de inocencia, en la mirada agradecida de aquel enfermo que hemos visitado, en los ojos de aquel pobre que nos pide nuestra ayuda, nuestra bondad…

Reposemos todo nuestro ser, y confiémonos plenamente a Dios que es nuestra única salvación y salvación del mundo. Tal como lo recomendaba San Juan Pablo II, para reposar verdaderamente, nos es necesario dirigir «una mirada llena de gozosa complacencia [al trabajo bien hecho]: una mirada “contemplativa”, que ya no aspira a nuevas obras, sino más bien a gozar de la belleza de lo que se ha realizado» en la presencia de Dios. A Él, además, hay que dirigirle una acción de gracias: todo nos viene del Altísimo y, sin Él, nada podríamos hacer.

Precisamente, uno de los grandes peligros actuales es que «el nuestro es un tiempo de continuo movimiento, que frecuentemente desemboca en el activismo, con el fácil riesgo del “hacer por hacer”. Hemos de resistir esta tentación buscando “ser” antes que “hacer”» (San Juan Pablo II). Porque, en realidad, como nos dice Jesús, sólo hay una cosa necesaria (cf. Lc 10,42): «Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí (…) y hallaréis descanso para vuestras almas» (Mt 11,29). 

¿QUIÉN ES SAN ANTONIO DE PADUA?

  


SAN ANTONIO DE PADUA


San Antonio de Padua, nació en Lisboa, Portugal, en el año 1,195, con el nombre de Fernando de Bulhões. Santo de la Orden Franciscana, que en tan solo un año se logró su proceso de canonización, debido a los incontables milagros obtenidos por su intercesión.

Contrario a los deseos de su familia, que era pudiente, Fernando ingresó en la Abadía Agustina de San Vicente en las afueras de Lisboa. Pero las constantes visitas de amigos y familiares obstaculizaban su concentración hacia los estudios y su piedad. Convenció a sus superiores para que le trasladaran a la Abadía Agustina de la Santa Cruz en Coimbra, la entonces capital de Portugal. En el verano de 1220 recibió el hábito franciscano y comenzó a estudiar las enseñanzas de su fundador, Francisco de Asís. Adoptó el nombre de Antonio en honor de Antonio el Magno.

En Padua descubre su vocación de predicador, pues hablaba con convencimiento y desde el corazón. Con humildad luchaba por permanecer oculto, pero la fama de su predicación hacía que se llenaran las iglesias. El éxito de su predicación quizás se debía en que vivía lo que predicaba. Él decía, “el gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer, pero no vivir de acuerdo con lo que se cree”.

Gran defensor de la Eucaristía. Se cuenta que un hereje pidió un milagro a Antonio para creer que la Eucaristía es Jesús mismo y no solo un signo, lo retó a exponer al Santísimo ante su mula hambrienta y si esta prefería a la hostia en vez de la avena, él se convertiría. Llegado ese día, San Antonio se presentó con Jesús en la custodia, alzándola le dijo a la mula “En nombre de tu Creador, que yo, aunque indigno traigo en mis manos, te ordeno que vengas a inclinarte ante el Rey de Reyes”. Mientras, el hereje pasaba por su hocico la avena, pero la mula se acercó a la Eucaristía y solemnemente dobló sus rodillas e inclinó su cabeza. El pueblo asombrado brincaba de alegría por haber presenciado el gran milagro, ese día muchos se convirtieron porque vieron, …benditos aquellos que creen sin haber visto.

Es patrono de mujeres infértiles, albañiles y panaderos.

HOY ES LA SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS!!!!



La Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, es eminentemente Eucarística. Es el mismo corazón, cuerpo, carne, sangre y toda la divinidad de Jesús que se hace presente.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús data de muchos años, con las visiones e inspiraciones de muchos santos como Santa Lutgarda, San Buenaventura, Santa Gertrudis, Santa Matilde, Santa Ángela de Foligno, Santa Catalina de Siena, San Francisco de Sales, Santa Juana de Chantal, San Juan Eudes, entre otros.

Pero finalmente a Santa Margarita María de Alacoque, humilde monja francesa de la Orden de La Visitación a quien Jesús se le reveló en varias ocasiones para consolidar esta devoción.

Y fue después de la Solemnidad del Corpus Christi de 1675 que presenció al Corazón de Jesús con la herida abierta y Jesús le dijo: Mira este corazón que ha amado tanto a los hombres y que no ha omitido nada hasta agotarse y consumirse para manifestarle su amor. En reconocimiento, yo, no recibo de la mayor parte sino ingratitudes por sus irreverencias y sacrilegios, frialdades y desprecios que vienen hacia mí en este sacramento de amor. Pero lo que me es más sensible todavía, es que sean corazones que me están consagrados los que así me traten. Por eso te pido, yo, que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento sea dedicada una fiesta particular para honrar mi corazón, comulgando ese día y reparando con algún acto de desagravio.

Sea, por tanto, El Sagrado Corazón de Jesús, tratado, no como una devoción más, sino como la manifestación directa del amor de Dios encarnado en Cristo Jesús que se dio para nuestra salvación. Es en la figura del Corazón de Jesús, que podemos recordar el inmenso valor de su pasión.

Cuando seamos conscientes de la presencia real de Jesús en la Eucaristía, no habrá lágrimas suficientes que desahoguen nuestro pesar por tanta indiferencia al amor de su corazón.

Si leíste hasta aquí, es porque todavía hay tiempo. Oremos para que Jesús nos conceda un corazón que ame como ama su Sagrado Corazón y depositemos en él toda nuestra confianza.