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domingo, 11 de diciembre de 2022
¿POR QUÉ EL TERCER DOMINGO DE ADVIENTO SE LLAMA GAUDETE?
¿Por qué el Tercer Domingo de Adviento se llama “Gaudete”?
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
El Arzobispo de Arequipa (Perú), Mons. Javier del Río Alba, explica por qué el Tercer Domingo de Adviento, que este año se celebra el 11 de diciembre en la víspera de la fiesta de la Virgen de Guadalupe, se llama “Gaudete”.
“El Tercer Domingo de Adviento, que marca esta semana, destaca uno de los frutos propios del misterio de Cristo: la alegría. Por eso se llama domingo de Gaudete o ‘de la alegría’”, resalta el Prelado peruano en un artículo enviado a ACI Prensa.
“La denominación se inspira en el antiguo anuncio del profeta Zacarías: ‘alégrate y goza, Sión, porque voy a habitar en medio de ti’ (Za 2,14), así como en la profecía de Sofonías: ‘alégrate, hija de Sión porque el Señor está en medio de ti’ (So 3,14-15) y otros anuncios similares del Antiguo Testamento que la Iglesia interpreta muy bien como referidos al nacimiento de Jesús”.
En este tercer domingo de Adviento o domingo de Gaudete, resalta el Arzobispo, “la Iglesia se alegra ante la cercanía del nacimiento del Mesías y la llegada del Reino de Dios. La alegría es uno de los signos distintivos del cristiano”.
Mons. Del Río recuerda luego otros hitos de la alegría en la historia de la salvación: cuando el arcángel Gabriel exhorta a la Virgen María al anunciarle que será la Madre de Jesús; cuando Juan Bautista salta en el vientre cuando su madre Isabel al saludar a la Virgen María; cuando el ángel le dice a los pastores de Belén que se alegren por el nacimiento de Cristo; y cuando los discípulos se alegran al ver a Jesús resucitado.
“La alegría es una constante en la vida del cristiano. Brota al acoger a Jesús como salvador, al reconocerlo como el Mesías que viene a dar su vida por nosotros, el Cordero de Dios que extirpa el pecado que habita en el hombre y le impide ser feliz, porque el pecado termina siempre llevando al hombre a la tristeza, la angustia y la ansiedad ya que le impide fiarse de Dios”, subraya el Arzobispo de Arequipa.
El Prelado destaca luego que “la alegría que la Iglesia experimenta en estos días, entonces, brota ante la certeza de que Jesús, este niño que nace en Navidad, realmente viene una vez más a nosotros y a nuestros hogares”.
Esto, concluyó el Arzobispo, “para que la vida divina crezca en cada uno. Jesús viene por todos, sin distinción, especialmente por aquellos que se saben necesitados de salvación”.
ORACIÓN PARA EL TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
Oración familiar para el Tercer Domingo de Adviento 2022
Redacción ACI Prensa
El Tercer Domingo de Adviento es el domingo de “Gaudete”, que en latín quiere decir “alégrense” o “estad alegres”. Se trata de un domingo especial dentro de este tiempo de espera y preparación, en el que los cristianos tomamos conciencia de que la venida del Señor está cada vez más cerca. Por eso, como símbolo de que estamos alegres, hoy vamos a encender la vela rosada de la Corona de Adviento. Esta “preanuncia” la alegría mesiánica por la llegada del Salvador.
Como símbolo de esta alegría, hoy encenderemos la vela de color rosado (tercera vela).
Antes de la oración
Te recomendamos poner la corona de Adviento en un lugar especial de la casa, en torno al cual podamos reunirnos todos los miembros de la familia. Al lado de la corona se puede colocar alguna imagen de la Virgen, procurando iluminar el ambiente con una luz cálida, no muy fuerte, que favorezca el espíritu de recogimiento.
Se debe nombrar un MONITOR principal, que puede ser el papá o la mamá, para que dirija la oración; así como designar un LECTOR (o lectores, según se desee, para distribuir las distintas partes de la oración, de manera que puedan participar el mayor número de personas). Los demás participarán con sus respuestas, cantando o haciendo peticiones.
Las velas correspondientes a los dos domingos anteriores deben encenderse antes de iniciar la oración familiar. Luego, en el momento indicado durante la liturgia, uno de los participantes encenderá la tercera vela (rosada).
Te sugerimos leer el texto de la oración previamente.
(Se da inicio a la oración)
TODOS:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
MONITOR:
Estamos ya en la tercera semana de Adviento: aumenta nuestra alegría y nuestro júbilo por la venida del Señor Jesús, que está cada vez más cerca de nosotros. Empecemos nuestra oración cantando VEN PRONTO SEÑOR (u otro canto apropiado).
TODOS CANTAN:
¡Oh Pastor de la Casa de Israel!,
trae a tu pueblo la ansiada salvación.
Verbo Eterno de la boca del Padre,
fuiste anunciado por labios de profeta.
¡VEN PRONTO, SEÑOR!
¡LLEGA, OH SALVADOR! (2v)
¡VEN, SEÑOR JESÚS!
¡VEN, LIBERADOR!
¡CIELOS, LLOVED VUESTRA JUSTICIA!
¡ÁBRETE, TIERRA,
HAZ GERMINAR AL SALVADOR! (2v)
El clamor de los pueblos se levanta.
Hijo de David, las naciones te esperan.
Queremos la llegada de tu Reino.
Ven a liberar del pecado a los pueblos.
Emmanuel, Salvador de las naciones,
eres esperanza del pueblo peregrino.
Sol naciente, esplendor de la justicia,
Tú nos salvarás con tu brazo poderoso.
Esperanza de una Mujer humilde:
Ella es la Virgen que pronto dará a luz.
Silenciosa, espera al Salvador:
llega ya la hora de la liberación.
MONITOR:
Hoy, vamos a encender la tercera vela de nuestra Corona de Adviento. El Señor está más cerca de nosotros y su luz nos ilumina cada vez más. Abramos nuestro corazón, muchas veces en tinieblas, a la luz admirable de su amor.
LECTOR:
Lectura tomada del Evangelio según San Lucas (Lucas 3, 10-18):
«La gente le preguntaba: "Pues ¿qué debemos hacer?". Y él les respondía: "El que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer, haga lo mismo". Vinieron también publicanos a bautizarse, y le dijeron: "Maestro, ¿qué debemos hacer?" Él les dijo: "No exijáis más de lo que os está fijado". Preguntáronle también unos soldados: "Y nosotros ¿qué debemos hacer?". Él les dijo: "No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada". Como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos diciendo: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la quemará con fuego que no se apaga". Y, con otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Nueva».
MONITOR:
Mientras encendemos la tercera vela de nuestra corona cantemos HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA (u otro canto apropiado):
TODOS CANTAN:
(Una persona enciende la tercera vela mientras se entona el canto, de ser posible durante la TERCERA ESTROFA)*
HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA
EN LA CORONA DE ADVIENTO,
QUE ARDA NUESTRA ESPERANZA
EN EL CORAZÓN DESPIERTO
Y AL CALOR DE LA MADRE
CAMINEMOS ESTE TIEMPO.
Un primer lucero se enciende
anunciando al Rey que viene
preparad corazones,
allánense los senderos.
Crecen nuestros anhelos al ver
la segunda llama nacer.
Como dulce rocío vendrá
el Mesías hecho Niño.
Nuestro gozo hoy quiere cantar
por ver tres luceros brillar
con María esperamos al Niño
con alegría.
MONITOR:
Acudamos ahora a Santa María, que colaborando con el Plan del Padre permitió que la luz del Señor ilumine a la humanidad, y pidámosle que siga intercediendo por nosotros en este tiempo de preparación. Entonemos un canto a María (puede ser otro canto u oración mariana):
TODOS CANTAN:
Junto a ti María.
como un niño quiero estar,
tómame en tus brazos
guíame en mi caminar.
Quiero que me eduques,
que me enseñes a rezar,
hazme transparente,
lléname de paz.
MADRE, MADRE,
MADRE, MADRE.
MADRE, MADRE,
MADRE, MADRE.
Gracias Madre mía
por llevarnos a Jesús,
haznos más humildes
tan sencillos como Tú.
Gracias Madre mía
por abrir tu corazón,
porque nos congregas
y nos das tu amor.
MONITOR:
Elevemos libremente nuestras intenciones a Dios y respondamos a cada una de ellas diciendo: VEN, JESÚS, NO TARDES.
(Peticiones libres)
Recemos ahora un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
TODOS:
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11 DE DICIEMBRE DE 2022 - III DOMINGO DE ADVIENTO
Domingo 3 (A) de Adviento
Domingo 11 de noviembre de 2022
1ª Lectura (Is 35,1-6a.10): El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa, florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría. Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes; decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite; viene en persona, resarcirá y os salvará». Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Volverán los rescatados del Señor, vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua; siguiéndolos, gozo y alegría. Pena y aflicción se alejarán.
Salmo responsorial: 145
R/. Ven, Señor, a salvarnos.
El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente, hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.
2ª Lectura (Sant 5,7-10): Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca. No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta. Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
Versículo antes del Evangelio (Is 61,1): Aleluya. El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. Aleluya.
Texto del Evangelio (Mt 11,2-11): En aquel tiempo, Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a decirle: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!».
Cuando éstos se marchaban, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes. Entonces, ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Éste es de quien está escrito: ‘He aquí que yo envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino’. En verdad os digo que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él».
«No ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista»
Dr. Johannes VILAR
(Köln, Alemania)
Hoy, como el domingo anterior, la Iglesia nos presenta la figura de Juan el Bautista. Él tenía muchos discípulos y una doctrina clara y diferenciada: para los publicanos, para los soldados, para los fariseos y saduceos... Su empeño es preparar la vida pública del Mesías. Primero envió a Juan y Andrés, hoy envía a otros a que le conozcan. Van con una pregunta: «Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?» (Mt 11,3). Bien sabía Juan quién era Jesús. Él mismo lo testimonia: «Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: ‘Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre él, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo’» (Jn 1,33). Jesús contesta con hechos: los ciegos ven y los cojos andan...
Juan era de carácter firme en su modo de vivir y en mantenerse en la Verdad, lo cual le costó su encarcelamiento y martirio. Aún en la cárcel habla eficazmente con Herodes. Juan nos enseña a compaginar la firmeza de carácter con la humildad: «No soy digno de desatarle las sandalias» (Jn 1,27); «Es preciso que Él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30); se alegra de que Jesucristo bautice más que él, pues se considera sólo “amigo del esposo” (cf. Jn 3,26).
En una palabra: Juan nos enseña a tomar en serio nuestra misión en la tierra: ser cristianos coherentes, que se saben y actúan como hijos de Dios. Debemos preguntarnos: —¿Cómo se prepararían María y José para el nacimiento de Jesucristo? ¿Cómo preparó Juan las enseñanzas de Jesús? ¿Cómo nos preparamos nosotros para conmemorarlo y para la segunda venida del Señor al final de los tiempos? Pues, como decía san Cirilo de Jerusalén: «Nosotros anunciamos la venida de Cristo, no sólo la primera, sino también la segunda, mucho más gloriosa que aquélla. Pues aquélla estuvo impregnada por el sufrimiento, pero la segunda traerá la diadema de la divina gloria».