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domingo, 30 de octubre de 2022

EL PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES: CUIDADO DE CAER EN LA INDIFERENCIA, ES MÁS PELIGROSA QUE EL CÁNCER

 



 El Papa a los jóvenes: Cuidado de caer en la indiferencia, es más peligrosa que el cáncer

POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa

 Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Esta mañana el Papa Francisco recibió en el Vaticano a miles de jóvenes de la Acción Católica Italiana, a quienes les pidió tener “mucho cuidado” de caer en la peligrosa “enfermedad de la indiferencia”.

“Cuidado que la enfermedad de la indiferencia en los jóvenes es más peligrosa que el cáncer. ¡Por favor tengan cuidado! Hemos aprendido que la miseria humana no es un destino que toca a algunos desdichados, sino casi siempre fruto de injusticias que hay que erradicar”, dijo el Papa Francisco en su discurso el 29 de octubre.

El Papa recordó que el cristiano siempre “se interesa por la realidad social y da su propia contribución; nuestro lema no es ‘no me importa’, sino ‘¡me importa!’”.

“Esto es muy importante: aprender a través de la experiencia que en la Iglesia todos somos hermanos por el Bautismo; que todos somos protagonistas y responsables; que tenemos diferentes dones y todos para el bien de la comunidad; que la vida es una vocación, seguir a Jesús; que la fe es un don que hay que dar, testimoniar”, dijo.

La fraternidad cristiana necesita del Espíritu Santo

El Papa Francisco les dijo a los jóvenes que la fraternidad cristiana no solo se construye con emociones o consignas, sino que “se funda en Cristo” y es una obra que se hace junto al Espíritu Santo.

“El Espíritu de Jesús Resucitado hace esto: nos hace salir de nosotros mismos, nos abre al encuentro”, subrayó.

El Papa Francisco también resaltó que se debe salir al encuentro participando de la Eucaristía.

“El Señor entra en nosotros porque salimos de nosotros mismos y nos unimos a Él, y en Él nos encontramos en una nueva comunión, libre, voluntaria”.

“Gracias a Él nos acogemos, nos soportamos unos a otros –el amor cristiano se construye sobre soportarnos a nosotros mismos– y nos perdonamos a nosotros mismos”, agregó.

De esta manera, siendo animado por el Espíritu, el cristiano puede llegar a ser "levadura" en la sociedad, recordó el Pontífice.

“Jóvenes creyentes, responsables y creíbles: esto es lo que les deseo”.

El Papa también pidió a los jóvenes seguir la vida de los santos que “nos enseñan lo que significa ser levadura, estar en el mundo, no ser del mundo”.

“Pier Giorgio Frassati fue un miembro activo y entusiasta de la Acción Católica Italiana, y demuestra cómo se puede ser creíble, responsable, joven creyente, creyente feliz y sonriente”, acotó.

Finalmente, el Papa Francisco invitó a aprender de la Virgen María “a guardar y meditar en el corazón la vida de Jesús, los misterios de Jesús dolorosos y gloriosos de su vida”.

JESÚS AMA A LOS RICOS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE OCTUBRE DE 2022

 



JESÚS AMA A LOS RICOS

El encuentro de Jesús con el rico Zaqueo es un relato conocido. La escena ha sido muy trabajada por Lucas, preocupado tal vez por la dificultad que encontraban algunas familias ricas para integrarse en las primeras comunidades cristianas.


Zaqueo es un rico bien conocido en Jericó. «Pequeño de estatura», pero poderoso «jefe de los recaudadores» que controlan el paso de mercancías en una importante encrucijada de caminos. No es un hombre querido. La gente lo considera «pecador», excluido de la Alianza. Vive explotando a los demás. «No es hijo de Abrahán».


Sin embargo, este hombre quiere ver «quién es Jesús». Ha oído hablar de él, pero no lo conoce. No le importa hacer el ridículo actuando de manera poco acorde con su dignidad: como un chiquillo más, «corre» para tomar la delantera a todos y «se sube a una higuera». Solo busca «ver» a Jesús. Probablemente ni él mismo sabe que está buscando paz, verdad, un sentido más digno para su vida.


Al llegar Jesús a aquel punto, «levanta los ojos» y ve a Zaqueo. El relato sugiere un intercambio de miradas entre el profeta defensor de los pobres y aquel rico explotador. Jesús lo llama por su nombre: «Zaqueo, baja enseguida». No hay que perder más tiempo. «Hoy mismo tengo que alojarme en tu casa y estar contigo». Jesús quiere entrar en el mundo de este rico.


Zaqueo le abre la puerta de su casa con alegría. Le deja entrar en su mundo de dinero y poder, mientras en Jericó todos critican a Jesús por haber entrado «en casa de un pecador».


Al contacto con Jesús, Zaqueo cambia. Empieza a pensar en los «pobres»: compartirá con ellos sus bienes. Se acuerda de los que son víctimas de sus negocios: les devolverá con creces lo que les ha robado. Deja que Jesús introduzca en su vida verdad, justicia y compasión. Zaqueo se siente otro. Con Jesús todo es posible.


Jesús se alegra porque la «salvación» ha llegado también a esa casa poderosa y rica. A esto ha venido él: «a buscar y salvar lo que está perdido». Jesús es sincero: la vida de quienes son esclavos del dinero son vidas perdidas, vidas sin verdad, sin justicia y sin compasión hacia los que sufren. Pero Jesús ama a los ricos. No quiere que ninguno de ellos eche a perder su vida. Todo rico que le deje entrar en su mundo experimentará su fuerza salvadora. 


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

gruposdejesus.com

Lc (19,1-10)

IMÁGENES DE SANTOS PARA COLOREAR













 https://desdelafe.mx/familia/escuela-para-padres/dibujos-de-santos-para-colorear/?fbclid=IwAR1C6zswO0dj3HT2P4fJFE9sr1GWsiTCHzhn6ri6OAzmwHBar-juFJhCt9E 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE OCTUBRE DE 2022

 



Domingo 31 (C) del tiempo ordinario

Domingo 30 de octubre de 2022



1ª Lectura (Sab 11,22—12,2): Señor, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza, como gota de rocío mañanero sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías creado. ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?, o ¿cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de la vida. Pues tu soplo incorruptible está en todas ellas. Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.



Salmo responsorial: 144

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.


2ª Lectura (2Tes 1,11—2,2): Hermanos: Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.

Versículo antes del Evangelio (Jn 3,16): Aleluya. Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él, tenga vida eterna. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».




«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa»

Rev. D. Joaquim MESEGUER García

(Rubí, Barcelona, España)



Hoy, la narración evangélica parece como el cumplimiento de la parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18,9-14). Humilde y sincero de corazón, el publicano oraba en su interior: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador» (Lc 18,13); y hoy contemplamos cómo Jesucristo perdona y rehabilita a Zaqueo, el jefe de publicanos de Jericó, un hombre rico e influyente, pero odiado y despreciado por sus vecinos, que se sentían extorsionados por él: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa» (Lc 19,5). El perdón divino lleva a Zaqueo a convertirse; he aquí una de las originalidades del Evangelio: el perdón de Dios es gratuito; no es tanto por causa de nuestra conversión que Dios nos perdona, sino que sucede al revés: la misericordia de Dios nos mueve al agradecimiento y a dar una respuesta.

Como en aquella ocasión Jesús, en su camino a Jerusalén, pasaba por Jericó. Hoy y cada día, Jesús pasa por nuestra vida y nos llama por nuestro nombre. Zaqueo no había visto nunca a Jesús, había oído hablar de Él y sentía curiosidad por saber quién era aquel maestro tan célebre. Jesús, en cambio, sí conocía a Zaqueo y las miserias de su vida. Jesús sabía cómo se había enriquecido y cómo era odiado y marginado por sus convecinos; por eso, pasó por Jericó para sacarle de ese pozo: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10).

El encuentro del Maestro con el publicano cambió radicalmente la vida de este último. Después de haber oído el Evangelio, piensa en la oportunidad que Dios te brinda hoy y que tú no debes desaprovechar: Jesucristo pasa por tu vida y te llama por tu nombre, porque te ama y quiere salvarte, ¿en qué pozo estás atrapado? Así como Zaqueo subió a un árbol para ver a Jesús, sube tú ahora con Jesús al árbol de la cruz y sabrás quien es Él, conocerás la inmensidad de su amor, ya que «elige a un jefe de publicanos: ¿quién desesperará de sí mismo cuando éste alcanza la gracia?» (San Ambrosio).