Páginas

sábado, 16 de enero de 2021

HOY CELEBRAMOS A LA BEATA JUANA MARÍA CONDESA LLUCH, 16 DE ENERO


😇 16 DE ENERO | Beata Juana María Condesa Lluch fue una religiosa española nacida el 30 de marzo de 1862, cuarta hija del médico Lluís Condesa y Juana Lluch. El día siguiente fue bautizada en la iglesia de Santo Esteban, donde después recibiría el sacramento de la Confirmación en 1864.

Su padre, hombre de una gran religiosidad, contrajo el cólera cuando atendia a los enfermos durante la epidemia de 1865, hecho que causó su muerte. Su madre, confió la educación de sus hijas a Teresa Ballester. Juanita fue una niña rebelde, terca y traviesa, con un gran corazón y sensibilidad por todo el sufrimiento que podía contemplar. Este temperamento fue dando despacio a una voluntad firme y decidida de consagrar su vida a la religión.

Desde muy joven tuvo inclinación por la vida religiosa, siguiendo el ejemplo de sus padres, participaba en la Eucaristía diaria e hizo voto de virginidad, para seguir el ejemplo de la Virgen María.

El 25 de marzo de 1884 abrió las puertas el Asilo Protector de Obreras a la calle de Viana de Valencia y una escuela gratuita para los hijos de las obreras que ella veía durante sus recorridos por las fincas de la familia. Estas jóvenes de clase social baja y un escaso nivel cultural que tenían que trabajar muy duramente en fabricas de seda, de abanicos y tabaco para ganarse el pan y mantener sus familias, exponiéndose en grandes peligros al recorrer aquellos caminos solitarios.

Su obra se fue consolidando y se fue expandiendo. Juana murió el 16 de enero de 1916.

 

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 16 DE ENERO DEL 2021

 



 Lecturas de hoy Sábado de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, sábado, 16 de enero de 2021



Primera lectura

Lectura de la carta a los Hebreos (4,12-16):

HERMANOS:

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.

Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Así pues, ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado.

Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 18.8.9.10.15


R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida


V/. La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye a los ignorantes. R/.


V/. Los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da luz a los ojos. R/.


V/. El temor del Señor es puro

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos. R/.


V/. Que te agraden las palabras de mi boca,

y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,

Señor, Roca mía, Redentor mío. R/.



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,13-17):

EN aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a la orilla del mar; toda la gente acudía a él y les enseñaba.

Al pasar vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dice:

«Sígueme».

Se levantó y lo siguió.

Sucedió que, mientras estaba él sentado a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaban con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que lo seguían.

Los escribas de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a sus discípulos:

«¿Por qué come con publicanos y pecadores?»

Jesús lo oyó y les dijo:

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he ven do a llamar a justos, sino a pecadores».


Palabra de Dios




«No he venido a llamar a justos, sino a pecadores»

+ Rev. D. Joaquim MONRÓS i Guitart

(Tarragona, España)



Hoy, en la escena que relata san Marcos, vemos cómo Jesús enseñaba y cómo todos venían a escucharle. Es manifiesto el hambre de doctrina, entonces y también ahora, porque el peor enemigo es la ignorancia. Tanto es así, que se ha hecho clásica la expresión: «Dejarán de odiar cuando dejen de ignorar».

Pasando por allí, Jesús vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado donde cobraban impuestos y, al decirle «sígueme», dejándolo todo, se fue con Él. Con esta prontitud y generosidad hizo el gran “negocio”. No solamente el “negocio del siglo”, sino también el de la eternidad.

Hay que pensar cuánto tiempo hace que el negocio de recoger impuestos para los romanos se ha acabado y, en cambio, Mateo —hoy más conocido por su nuevo nombre que por el de Leví— no deja de acumular beneficios con sus escritos, al ser una de las doce columnas de la Iglesia. Así pasa cuando se sigue con prontitud al Señor. Él lo dijo: «Y todo el que haya dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campo por mi nombre, recibirá el ciento por uno y gozará de la vida eterna» (Mt 19,29).

Jesús aceptó el banquete que Mateo le ofreció en su casa, juntamente con los otros cobradores de impuestos y pecadores, y con sus apóstoles. Los fariseos —como espectadores de los trabajos de los otros— hacen presente a los discípulos que su Maestro come con gente que ellos tienen catalogados como pecadores. El Señor les oye, y sale en defensa de su habitual manera de actuar con las almas: «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mc 2,17). Toda la Humanidad necesita al Médico divino. Todos somos pecadores y, como dirá san Pablo, «todos han pecado y se han privado de la gloria de Dios» (Rm 3,23).

Respondamos con la misma prontitud con que María respondió siempre a su vocación de corredentora.