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jueves, 12 de noviembre de 2020

PUBLICAN NOVENA POR LOS 190 AÑOS DE LAS APARICIONES DE LA VIRGEN DE LA MEDALLA MILAGROSA


 

Lanzan novena por los 190 años de las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa

Redacción ACI Prensa



La Congregación de los Misioneros Vicentinos en Colombia lanzó una novena en conmemoración de los 190 años de las apariciones de la Virgen de la Medalla Milagrosa a una joven Hija de la Caridad de San Vicente de Paul.


Con el nombre “La Medalla Milagrosa y la Iglesia de hoy”, la novena tendrá lugar del 18 al 26 de noviembre como preparación para el viernes 27, día en que se recuerda la segunda aparición de María. El objetivo es que los fieles reflexionen de camino al bicentenario de las apariciones.

El misionero vicentino, P. Andrés Felipe Rojas Saavedra, indicó que en la Medalla Milagrosa se ve a María “pero también a la Iglesia, que ayer como hoy sigue siendo perseguida, maltratada y herida en sus más pequeños miembros”.

“La Virgen, en 1830, se presenta como mediadora de gracias en una Francia convulsionada política y socialmente, en medio de la persecución y el odio contra la Iglesia”, agregó.

En la noche entre el 18 y el 19 de julio de 1830 Catalina Labouré, una joven Hija de la Caridad de San Vicente de Paul vio una aparición de la Virgen.

En el largo encuentro que mantuvo con la Virgen, esta recordó a la Hija de la Caridad que “los tiempos son muy tristes. Las desgracias vendrán sobre Francia. El mundo entero será devastado por calamidades de todo tipo. Pero tú vienes al pie de este altar, aquí las gracias se esparcirán sobre todas las personas que las pidan con confianza y fervor... Yo siempre te he cuidado”.

El 27 de noviembre de 1830, Catalina Labouré vio por segunda vez a la Santísima Virgen con un pequeño globo terráqueo en sus manos y que representa a la humanidad; contempló su belleza y aceptó la misión de hacer acuñar una medalla: "¡Las personas que la porten recibirán grandes gracias!".

El P. Rojas indicó que “la Mujer del Apocalipsis y la Mujer de la Medalla Milagrosa, es la misma” y resaltó que la Virgen se presenta radiante “cuando las comunidades religiosas en Francia empezaban a salir de los escondites”, realidad que se asemeja al Apocalipsis, “cuando nuevamente una mujer vestida de sol aparece triunfante en medio de las persecuciones del imperio romano”.

“En María se revela el misterio de la Iglesia llamada a ‘parir’ a Jesús en medio de los conflictos del mundo, de esta pandemia que nos azota y entre esas dolorosas decepciones humanas que, en vez de apagar la fuerza del Evangelio, la encienden con la llama de la caridad, ardiente y luminosa”, subrayó.

El P. Rojas indicó que la Iglesia “como auténtica madre” da hijos para Dios “en medio de los hombres y las mujeres de todos los rincones del mundo”.

La novena cuenta con reflexiones para cada día y plantea otros recursos como letanías, cantos marianos y misterios cantados, para una vivencia completa de esta preparación espiritual.

Además, brinda una oración de bendición para la Medalla Milagrosa.

Puede encontrar la novena AQUÍ.👈












































EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 12 DE NOVIEMBRE DEL 2020

 



Lecturas de hoy Jueves de la 32ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, jueves, 12 de noviembre de 2020



Primera lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón (7-20):


Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús. Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mí; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 145,7.8-9a.9bc-10


R/. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob


Que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos,

que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos. R/.


El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos. R/.


Sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,20-25):


En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»

Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»


Palabra del Señor 




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 12 de noviembre de 2020

Fernando Torres cmf

 


      Cuando leo el Evangelio de hoy se me vienen a la mente las escenas de las películas de romanos en que el general de turno que ha vencido a sus enemigos entra en triunfo en Roma. Todo el pueblo está en la calle aclamándole. Los senadores, los patricios y hasta el mismo emperador le recibe entre trompetas y timbales que no logran apagar las voces de todos los que participan en la ceremonia. A veces nos hemos hecho una idea así del reino de Dios y de la venida de Jesús. Es el fin del mundo. La historia se detiene. Y todos estamos en la calle para recibirle mientras que los ángeles y los santos y los mártires ocupan los primeros puestos. Todos para acoger al señor de los señores, al que va a ocupar el primer puesto y para siempre. 

      Pero la realidad es que esa imagen no tiene nada que ver con el Evangelio. Cuando Dios se quiso hacer presente en medio de nosotros, no escogió el camino del poder, del espectáculo, de las maravillas. Lo suyo fue la sencillez, el ocultamiento, el disimulo. Se hizo como uno de nosotros. No pretendió privilegios ni los tuvo. No escogió los primeros puestos sino los últimos. Podía haber nacido en Roma, que era entonces el centro del mundo, y de una buena familia. Pero prefirió la sencillez de un pueblo escondido. Los evangelistas son muy cuidadosos al narrarnos esa simplicidad de su nacimiento y de su vida. ¡Hasta nos cuentan que nace en una cuadra y en medio de los animales! ¡Un lugar impuro e indigno, maloliente y sucio!

      Jesús nos da la clave. Para encontrar el reino de Dios, o lo que es lo mismo, a Dios, no hay que esperar grandes y milagrosos y espectaculares acontecimientos. “El reino de Dios está dentro de vosotros”. Dios alienta nuestros corazones y nos anima a amar y querer a nuestros hermanos y hermanas. Y en ese cariño está Dios mismo. Porque Dios es amor. ¿Qué más buscamos? 

      Si nos dicen que el Hijo del hombre está aquí o allá, no vayamos a esos sitios. Al Hijo del hombre le encontramos cada vez que abrimos nuestro corazón al hermano, cada vez que nos importan más sus derechos y su bienestar que el nuestro. Cada vez que compartimos el pan, como hacemos en la eucaristía de cada día. Y cada vez que compartimos la vida, como deberíamos hacer en todo momento. Ahí está presente el Hijo del hombre y el reino de Dios y Dios mismo. Sin alharacas, sin trompetas ni tambores, sin grandes ceremonias. Porque todo eso sobra y no hace más que distraer de lo verdaderamente importante: que Dios es amor y que allá donde un corazón ama y da la vida por los hermanos y hermanas –aunque eso implique sufrir–, es Dios mismo el que se hace presente y florece y se renueva la vida. 

      Recordemos: el reino de Dios está dentro de cada uno de nosotros. ¡Dejemos que florezca y crezca y alumbre la vida de los que nos rodean!