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domingo, 8 de noviembre de 2020

ESTO HUBIERA HECHO EL BEATO JOAN ROIG PARA RECIBIR LA COMUNIÓN



 Esto hubiera hecho el Beato Joan Roig para recibir la comunión

Redacción ACI Prensa

Crédito: Archidiócesis de Barcelona (España).




El Cardenal Juan José Omella, Arzobispo de Barcelona y Presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) recordó en su carta semanal la reciente beatificación del joven mártir Joan Roig Diggle que tuvo lugar el sábado 7 de noviembre en la Basílica de la Sagrada Familia.


El Cardenal Omella aseguró que la Eucaristía es “la fuente y cima de toda la vida cristiana y así lo experimentó nuestro joven mártir durante su vida, especialmente en los momentos de prueba”.

El director espiritual del beato Joan Roig, el P. Pere Llumà, estuvo con el joven mártir un día y medio antes de que el pelotón anarquista de la FAI le detuviera. Joan Roig insistió al P. Llumà en poder llevarse la reserva eucarística porque quería llevar la comunión a algunos cristianos de El Masnou “por lo que pudiera pasar”.

“Cuando Mn. Llumà accedió a la petición, Joan se sintió como si fuera un nuevo san Tarsicio, el niño romano del siglo III conocido como el mártir de la Eucaristía y patrón de los monaguillos, acólitos y ministros de la Eucaristía”, aseguró entonces este sacerdote.

Y también recordó que Joan Roig le llegó a decir a su director espiritual que “sería capaz de ir a Francia a pie para recibir la comunión eucarística, aunque fuera por una sola vez”.

El Cardenal Omella aseguró en su carta que “el testimonio de Joan nos recuerda que la Eucaristía es un sacramento que, a quien lo recibe con ganas y bien dispuesto, regala vida, amor, fuerza de comunión y capacidad inmensa de perdón. Es el motor de nuestra espiritualidad que hace posible una existencia renovada”.

“Cuando participamos en la celebración eucarística celebramos que Dios nos ama inmensamente. En ella nos unimos a la vida, muerte y resurrección de Cristo”, precisó el Arzobispo de Barcelona y destacó que “la Eucaristía tiene su origen en Jesús y ha llegado a nosotros a través de la Iglesia”.

Y animó a “transmitir a las generaciones futuras el amor a la Eucaristía con la misma alegría y pasión con que lo hizo el beato Joan Roig Diggle”.

“La Eucaristía llevó a Joan a dar la vida por la fe, a perdonar y a orar por aquellos que lo asesinaron. También nos anima a vivir como vivió Jesús y a ser pan partido y compartido con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Atrevámonos a ser, como Joan, apóstoles de la Eucaristía, de la presencia sacramental de Jesucristo en nuestras vidas”, alentó el Cardenal.

También pidió “que, por intercesión del nuevo beato Joan Roig Diggle, la Eucaristía sea siempre el alimento que fortalezca nuestra fe y nuestra esperanza”

PAPA FRANCISCO RECUERDA QUE LA META DEFINITIVA DE LA VIDA ES EL ENCUENTRO CON DIOS

 


 

Papa Francisco recuerda que la meta definitiva de la vida es el encuentro con Dios

Redacción ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco invitó a no olvidar que la meta de nuestra vida es “la cita definitiva con Dios” por lo que animó a realizar buenas acciones y a no absolutizar el presente.

Así lo dijo el Santo Padre antes de dirigir el rezo del Ángelus este Domingo 8 de noviembre.

Tras comentar el pasaje del Evangelio de San Mateo en el que Jesús relata la parábola de las diez vírgenes invitadas a una fiesta de bodas “símbolo del Reino de los cielos”, el Papa animó a realizar buenas acciones inspiradas en el amor del Señor para cambiar de vida y a convertirse a partir de hoy, y no dejarlo para mañana.

“Si queremos estar preparados para el último encuentro con el Señor, debemos cooperar con él a partir de ahora y realizar buenas acciones inspiradas en su amor”, advirtió.

En esta línea, el Santo Padre destacó que “con esta parábola, Jesús quiere decirnos que debemos estar preparados para el encuentro con Él. No solo para el encuentro final, sino también para el compromiso diario en vista de ese encuentro, para el cual no basta la lámpara de la fe, también se necesita el aceite de la caridad y las buenas obras”.

“La fe que verdaderamente nos une a Jesús es la que, como dice el apóstol Pablo, ‘actúa por la caridad’. Esto es lo que representa la actitud de las muchachas prudentes. La reserva de aceite, que tomaron junto con las lámparas, indica las buenas obras realizadas en colaboración con la gracia. Ser sabios y prudentes significa no esperar el último momento para corresponder a la gracia de Dios, sino hacerlo activamente de inmediato”, afirmó.

Sin embargo, el Pontífice reconoció que “lamentablemente sucede que nos olvidamos de la meta de nuestra vida, es decir, la cita definitiva con Dios, perdiendo así el sentido de la espera y absolutizando el presente”.

“Cuando uno absolutiza el presente, mira solo el presente, pierde el sentido de la espera, que es muy hermoso, esperar el Señor es muy necesario, y también nos lleva fuera de las contradicciones del momento”, añadió.

En este sentido, el Papa alertó que “esta actitud excluye cualquier perspectiva del más allá: hacemos todo como si nunca tuviéramos que partir para la otra vida. Y entonces solo nos preocupa poseer, emerger, tener una buena colocación...” y agregó que “si nos dejamos guiar por lo que nos parece más atractivo, por la búsqueda de nuestros intereses, nuestra vida se vuelve estéril; no acumulamos reservas de aceite para nuestra lámpara, y se apagará antes del encuentro con el Señor”.


“Si, por el contrario, estamos atentos y hacemos el bien correspondiendo a la gracia de Dios, podemos esperar serenamente la llegada del novio. El Señor también puede venir mientras dormimos: esto no nos preocupa, porque tenemos la reserva de aceite acumulada con las buenas obras de cada día”, explicó el Papa.

Finalmente, el Santo Padre invitó a invocar “la intercesión de María Santísima, para que nos ayude a vivir, como ella, una fe activa: ella es la lámpara luminosa con la que podemos atravesar la noche más allá de la muerte y alcanzar la gran fiesta de la vida”.

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:


San Mateo 25, 1-13

1 «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. 2 Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes.

3 Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; 4 las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas.

5 Como el novio tardara, se adormecieron todas y se durmieron. 6 Mas a media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!" 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas.

8 Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan." 9 Pero las prudentes replicaron: "No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis."

10 Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta.

11 Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" 12 Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco." 13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 8 DE NOVIEMBRE DEL 2020

 



 Lecturas de hoy Domingo 32º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Hoy, domingo, 8 de noviembre de 2020




Primera lectura

Lectura del libro de la Sabiduría (6,12-16):

La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 62,2.3-4.5-6.7-8

R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío


Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,

mi alma está sedienta de ti;

mi carne tiene ansía de ti,

como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.


¡Cómo te contemplaba en el santuario

viendo tu fuerza y tu gloria!

Tu gracia vale más que la vida,

te alabarán mis labios. R/.


Toda mi vida te bendeciré

y alzaré las manos invocándote.

Me saciaré como de enjundia y de manteca,

y mis labios te alabarán jubilosos. R/.


En el lecho me acuerdo de ti

y velando medito en ti,

porque fuiste mi auxilio,

y a la sombra de tus alas

canto con júbilo. R/.




Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,13-17):


No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.


Palabra de Dios


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,1-13):


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: "¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»


Palabra del Señor





«¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!»


Hoy, se nos invita a reflexionar sobre el fin de la existencia; se trata de una advertencia del Buen Dios acerca de nuestro fin último; no juguemos, pues, con la vida. «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio» (Mt 25,1). El final de cada persona dependerá del camino que se escoja; la muerte es consecuencia de la vida -prudente o necia- que se ha llevado en este mundo. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús, pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino.

La parábola es una llamada de atención muy seria. «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13). No dejen que nunca se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, de la fraternidad y de la caridad mutua. Nuestros corazones, llenos de luz, nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados y conocerán el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en nuestras lámparas.

Por eso, cuando el Concilio Vaticano II, que escoge en la Biblia las imágenes de la Iglesia, se refiere a esta comparación del novio y la novia, y pronuncia estas palabras: «La Iglesia es también descrita como esposa inmaculada del Cordero inmaculado, a la que Cristo amó y se entregó por ella para santificarla, la unió consigo en pacto indisoluble e incesantemente la alimenta y la cuida. A ella, libre de toda mancha, la quiso unida a sí y sumisa por el amor y la fidelidad».


Rev. P. Anastasio URQUIZA Fernández MCIU

(Monterrey, México)