Páginas

sábado, 14 de marzo de 2020

MEDITACIÓN DE CUARESMA: LAS LÁGRIMAS DE CRISTO


Las lágrimas de Cristo
Bertrand de Margerie S.J.





Paradoja: Es precisamente el día de su entrada a Jerusalén, cuando es finalmente reconocido como Mesías y Salvador por la multitud judía, en ese de alegría para Jesús judío y Rey de los judíos, que en medio de los aplausos, ¡llora lágrimas amargas!

Llora, no tanto teniendo a la vista su muerte inminente, cinco días más tarde, ve anticipadamente a Su Ciudad santa, Su Templo destruidos 40 años más tarde por los romanos. Jesús, cuya divinidad domina todos los tiempos, llora de compasión, viendo, previendo los sufrimiento de sus hermanos según la carne en el curso de los siglos, llora de indignación delante de los odios antisemitas, llora de consuelo delante de la oposición de tantos cristianos al racismo: frente a las ruinas futuras de Templo grandioso, en el que tantas veces había adorado en Espíritu a su Padre (cf Jn 4, 23): Tus enemigos no dejarán piedra sobre piedra”. El divino Profeta vio a esos padres que, durante el sitio de la ciudad, ¡comieron a sus propios hijos para no morir de hambre!

Pero la tristeza del Mesías crece, aún más, cuando considera el gran número de judíos, sus hermanos y contemporáneos, “desconocieron el tiempo de su visita” salvífica. ¡Solamente un grupo, sus discípulos, reconoció en la fe los signos de poder, de santidad y de bondad que prodigó a todos, acreditando así su misión divina!

Llora, no tanto su muerte inminente como la ruina futura de sus enemigos. La gran causa de su tristeza, en ese día único de su triunfo terrestre, y su infinita misericordia de Salvador: ¡Vierte lágrimas pensando que deberá castigar en el tiempo como Juez a los que venía a salvar eternamente! La salvación ofrecida por Él sería no la causa, sino la ocasión de su propia muerte y del castigo temporal de una parte de sus hermanos.

¡Oh lágrimas de Jesús triunfante, son un supremo llamado de su amor misericordioso!¡Oh Lágrimas filosemitas… Pero la mayor causa de tristeza de Triunfador es otra: Jesús no llorique, sino llora a mares viendo el odio antisemita de numerosos bautizados en el curso de la historia, de esos apóstatas llamados Hitler y Goebbles y tantos otros.

Ya que el signo específico del cristiano debía ser el amor desinteresado no sóplo de sus amigos, sino también de los enemigos de su fe, Jesús no llora solo el millón de sus ciudadanos muertos en 70 a manos de un ejército pagano. Llora sobre todo por esos hombres bautizados en su sangre que traicionarán la ley de amor ejecutando de manera bárbara, veinte siglos más tarde, seis millones de sus hermanos judíos. Llora por el silencio culpable de algunos cristianos delante de ese genocidio, expresión moderna del deicidio ¡incluso en cada pecado mortal!

¿Piensan en esas lágrimas, los profanadores de tumbas judías? Esa lágrimas de lamentación triunfal de Jesús prefiguran las lágrimas y y la sangre de su agonía, pocos días después, en el huerto de Getsemaní.

Lágrimas reparadoras y meritorias, su súplica muda será atendida por el Padre de las Misericordia el Viernes Santo: “La turba (judía) reunida para ese espectáculo, regresaba golpeándose el pecho” (Lc 23, 48); Lágrimas fecundas, bautizarán, el día de Pentecostés, a los tres mil oyentes  (Hch 2, 41) de Pedro que lloraba sus negaciones. Jesús vino por el agua de su bautismo u de sus lágrimas, por la sangre de su muerte en cruz ( I Jn 5,6). ¡Oh lágrimas poderosas, sigan volviendo a Jesús los corazones de muchos judíos y de algunos antisemitas que se dicen cristianos!

Lágrimas de Jesús triunfante, nos claman siempre: “No lloren por mí, lloren por ustedes mismos” (Lc 23, 28). Lloren, sí, la incredulidad de tantos hombres, los desamores de los cristianos respecto de sus hermanos según la carne del Mesías, todos esos obstáculos a la fraternidad según el Espíritu hacia el Hijo de David que es también el hijo de Dios.

(Este artículo apareció en portugués, en Jornal do Brasil en marzo o abril de 1962, después de mi regreso de Jerusalén. B. de M.)

Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 14 DE MARZO DE 2020




Lecturas de hoy Sábado de la 2ª semana de Cuaresma
Hoy, sábado, 14 de marzo de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Miqueas (7,14-15.18-20):

PASTOREA a tu pueblo, Señor, con tu cayado,
al rebaño de tu heredad,
que anda solo en la espesura,
en medio del bosque;
que se apaciente como antes
en Basán y Galaad.
Como cuando saliste de Egipto,
les haré ver prodigios.
¿Qué Dios hay como tú,
capaz de perdonar el pecado,
de pasar por alto la falta
del resto de tu heredad?
No conserva para siempre su cólera,
pues le gusta la misericordia.
Volverá a compadecerse de nosotros,
destrozará nuestras culpas,
arrojará nuestros pecados
a lo hondo del mar.
Concederás a Jacob tu fidelidad
y a Abrahán tu bondad,
como antaño prometiste a nuestros padres.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12

R/. El Señor es compasivo y misericordioso

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

V/. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-3.11-32):

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían ¡os cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado e! ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 14 de marzo de 2020
CR



Henri J.M. Nouwen ha desgranado con una maestría admirable el contenido de este texto bíblico inmortalizado por Rembrandt en el cuadro “El Regreso del Hijo Pródigo”. Y llega a decir: “En él está todo el evangelio. En él está toda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en una misteriosa ventana a través de la cual puedo poner un pie en el Reino de Dios”.

Esta parábola nos hace entrar en el mundo de las relaciones familiares, de las que cualquier lector puede hablar por experiencia. Habla de herencia, tema siempre delicado en la armonía de las familias. Habla de un hijo, el menor, que quiere disfrutar cuanto antes del patrimonio, y habla de un padre que, en un alarde de enorme generosidad, le entrega su parte; lo malgasta todo y cuando se ve en la ruina física y moral, se acuerda de su padre y le pide perdón.

El mayor, por su parte, cree que ha hecho méritos suficientes para ganarse todo el amor del padre, pues no ha faltado ni a uno solo de sus mandatos y por tanto tiene que ser recompensado. De su hermano no quiere ni saber.

Jesús revela su experiencia de Dios como Padre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor.

Lo escandaloso de la parábola es cómo Jesús muestra al hijo menor acaparando el amor del padre a pesar de todo lo que ha hecho.

Es el legalismo el que no permite al hijo mayor descubrir la gratuidad del amor divino, un amor que no se exige como pago a una buena conducta, sino que se recibe como gracia.

Hace años en un encuentro de los cursillos de cristiandad oí el testimonio de un hombre, camionero de profesión, que dijo: “Yo he vivido en mi familia esta parábola, pero al revés: yo eché a mi hijo de casa. Escuchando hoy la lectura de este evangelio me he dado cuenta de mi gran error”. Las lágrimas no le dejaron continuar. Pero todos entendimos que este hombre, curtido en la dura vida de la carretera, había llegado a entender el corazón de Dios.

PAPA FRANCISCO ENVÍA CONSUELO A FAMILIAS AFECTADAS POR EL CORONAVIRUS


Las familias afectadas por el coronavirus reciben el consuelo del Papa
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media


El Papa Francisco pidió, durante la Misa celebrada este sábado 14 de marzo en Casa Santa Marta, por las familias afectadas por la pandemia de coronavirus COVID-19.

Antes de iniciar la celebración, el Santo Padre señaló que “continuamos rezando por las personas enfermas en esta pandemia. Hoy quisiera pedir una oración especial por las familias, familias que están en casa con sus niños porque las escuelas están cerradas por seguridad y deben gestionar una situación difícil para gestionarla bien, con paz y también con alegría”.

“De modo especial pienso en las familias con alguna persona con discapacidad. Los centros de acogida diurnos para las personas con discapacidad están cerrados y las personas permanecen en familia. Recemos por las familias, para que no pierdan la paz en este momento y que consigan llevar adelante a toda la familia con fortaleza y alegría”.

Ante el avance de la pandemia, muchos países han decretado el estado de alarma y el confinamiento de sus territorios.

Ello supone medidas drásticas como el cierre de comercios, y restaurantes, o la obligatoriedad para los ciudadanos de permanecer en cuarentena en sus casas.