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miércoles, 22 de enero de 2020

APRENDE A APRECIAR EL ESFUERZO


Aprende a apreciar el esfuerzo
Un hijo debe aprenda a apreciar el esfuerzo y tener la experiencia de la dificultad y aprender la habilidad de trabajar con los demás


Por: Fray Nelson Medina, OP | Fuente: fraynelson.com




Aprende a apreciar el esfuerzo
Un joven fue a solicitar un puesto importante en una empresa grande. Pasó la entrevista inicial e… iba a conocer al director para la entrevista final. El director vio su CV, era excelente. Y le preguntó: ” ¿Recibió alguna beca en la escuela?” el joven respondió “no”.

“¿Fue tu padre quien pagó tus estudios? “

” Si.”-respondió.

“¿Dónde trabaja tu padre? “

“Mi padre hace trabajos de herreria.”

El director pidió al joven que le mostrara sus manos. El joven mostró un par de manos suaves y perfectas.

“¿Alguna vez has ayudado a tu padre en su trabajo? “

“Nunca, mis padres siempre quisieron que estudiara y leyera más libros. Además, él puede hacer esas tareas mejor que yo.

El director dijo:

“Tengo una petición: cuando vayas a casa hoy, ve y lava las manos de tu padre, y luego ven a verme mañana por la mañana.”


El joven sintió que su oportunidad de conseguir el trabajo era alta.

Cuando regresó a su casa le pidió a su padre que le permitiera lavar sus manos.

Su padre se sintió extraño, feliz pero con sentimientos encontrados y mostró sus manos a su hijo. El joven lavó las manos poco a poco. Era la primera vez que se daba cuenta de que las manos de su padre estaban arrugadas y tenían tantas cicatrices. Algunos hematomas eran tan dolorosos que su piel se estremeció cuando él la tocó.

Esta fue la primera vez que el joven se dio cuenta de lo que significaban este par de manos que trabajaban todos los días para poder pagar su estudio. Los moretones en las manos eran el precio que tuvo que pagar por su educación, sus actividades de la escuela y su futuro.

Después de limpiar las manos de su padre, el joven se puso en silencio a ordenar y limpiar el taller. Esa noche, padre e hijo hablaron durante un largo tiempo.

A la mañana siguiente, el joven fue a la oficina del director.

El director se dio cuenta de las lágrimas en los ojos del joven cuando le preguntó: “¿Puedes decirme qué has hecho y aprendido ayer en tu casa?”

El joven respondió: -“lavé las manos de mi padre y también terminé de asear y acomodar su taller”

“Ahora sé lo que es apreciar, reconocer. Sin mis padres, yo no sería quien soy hoy. Al ayudar a mi padre ahora me doy cuenta de lo difícil y duro que es conseguir hacer algo por mi cuenta. He llegado a apreciar la importancia y el valor de ayudar a la familia.

El director dijo: “Esto es lo que yo busco en mi gente. Quiero contratar a una persona que pueda apreciar la ayuda de los demás, una persona que conoce los sufrimientos de los demás para hacer las cosas, y una persona que no ponga el dinero como su única meta en la vida”. “Estás contratado”.

Un niño que ha sido protegido y habitualmente se le ha dado lo que él quiere, desarrolla una “mentalidad de tengo derecho” y siempre se pone a sí mismo en primer lugar. Ignoraría los esfuerzos de sus padres.

Si somos este tipo de padres protectores ¿realmente estamos demostrando el amor o estamos destruyendo a nuestros hijos?

Puedes dar a tu hijo una casa grande, buena comida, clases de computación, ver en una gran pantalla de televisión. Pero cuando estás lavando el piso o pintando una pared, por favor que también él lo experimente. Después de comer que lave sus platos junto con sus hermanos y hermanas. No es porque no tengas dinero para contratar quien lo haga, es porque quieres amarlos de la manera correcta. No importa cuán rico seas, lo que quieres es que entienda. Un día tu pelo tendrá canas, igual que la madre de ese joven.

Lo más importante es que tu hijo aprenda a apreciar el esfuerzo y tenga la experiencia de la dificultad y aprenda la habilidad de trabajar con los demás para hacer las cosas.

HOY ES LA FIESTA DE LA BEATA LAURA VICUÑA, 22 DE ENERO


Hoy es la fiesta de la Beata Laura Vicuña, protectora de la dignidad y pureza de la mujer
Redacción ACI Prensa




“Gracias Jesús, gracias María", fueron las últimas palabras que pronunció la Beata Laura Vicuña, cuya fiesta se celebra cada 22 de enero. Ofreció su vida a Dios para que su mamá se convierta y deje de convivir con un hombre que las maltrataba y que intentó sobrepasarse con la pequeña beata.

Laura Vicuña Pino nació en Santiago (Chile), en 1891. Su padre pertenecía a una familia aristocrática de gran influencia política y alto nivel social. Su madre, en cambio, era de condición humilde.

Por ese tiempo se da una revolución en Chile. La familia tiene que huir de la capital y refugiarse a 500 Km de distancia. El papá muere y la madre queda en la indigencia a cargo de dos niñas, Laurita de dos años y Julia. Las tres emigran hacia Argentina y la madre, Mercedes, empieza a convivir con Manuel Mora.

En 1900, Laura ingresa como interna en el Colegio de las Hijas de María Auxiliadora en Junín de los Andes. Al poco tiempo empieza a destacar por su devoción y sueña con ser religiosa.

Cierto día escuchó de la maestra que a Dios le disgustan mucho los que conviven sin casarse y Laurita cayó desmayada por el susto. En la siguiente clase, cuando la profesora volvió a tocar el tema de la unión libre, la pequeña beata empezó a palidecer.

Laura comprende la situación en que vive su madre y a su tierna edad siente mucho dolor cuando Dios es ofendido. No se resiente con su madre, sino que, en cambio, decide entregar su vida a Dios para que su mamá se salve.

La beata le comunica su plan al confesor, el sacerdote salesiano Crestanello, quien le dice: "Mira que eso es muy serio. Dios puede aceptarte tu propuesta y te puede llegar la muerte muy pronto". Pero Laura continuó resuelta con su ofrenda.

El día de su primera comunión, a sus diez años, se ofrece a Dios y es admitida como “Hija de María”. Sin embargo, en su casa, Mora trata de manchar la virtud de Laura y ella valientemente se resiste muchas veces con la fuerza derivada de la fe auténtica.

El hombre la botó de la casa, la hizo dormir a la intemperie y dejó de pagarle la escuela. Pero las Hijas de María Auxiliadora la aceptan gratuitamente. Un día Laurita vuelve a casa y Mora la golpea salvajemente.

En pleno invierno se produce una inundación en la escuela y Laura, ayudando a salvar a las más pequeñas, pasa horas con los pies en el agua helada. Se enferma de los riñones con grandes dolores y su madre se la lleva a casa, pero no se recupera.

Al entrar en agonía, la beata dice: "Mamá, desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener que tú no vivas más en unión libre. Que te separes de ese hombre y vivas santamente".

Mercedes, llorando, exclamó: “¡Oh Laurita, qué amor tan grande has tenido hacia mí! Te lo juro ahora mismo. Desde hoy ya nunca volveré a vivir con ese hombre. Dios es testigo de mi promesa. Estoy arrepentida. Desde hoy cambiará mi vida”.


La beata manda llamar al confesor y le dice: “Padre, mi mamá promete solemnemente a Dios abandonar desde hoy mismo a aquel hombre”. Entonces, mamá e hija se abrazaron llorando.

El rostro de Laura cambió por completo y se tornó sereno y alegre porque sintió que cumplió su misión en la tierra. Recibe la unción de los enfermos, el viático y besa varias veces el crucifijo.

A su amiga que rezaba con ella le dijo: “¡Qué contenta se siente el alma a la hora de la muerte, cuando se ama a Jesucristo y a María Santísima!” Luego, mirando la imagen de la Virgen, agradece alegremente a Jesús y María y parte a la Casa del Padre un 22 de enero de 1904.

La mamá tuvo que cambiarse de nombre y disfrazarse para salir de la región porque Manuel Mora la perseguía. El resto de su vida Mercedes llevó una vida santa.

San Juan Pablo II beatificó a Laura Vicuña en 1988 y en aquella ocasión el Papa peregrino dijo: “La suave figura de la Beata Laura… a todos enseñe que, con la ayuda de la gracia, se puede triunfar sobre el mal”.

PAPA FRANCISCO: LA HOSPITALIDAD ES UNA IMPORTANTE VIRTUD ECUMÉNICA


Papa Francisco: “La hospitalidad es una importante virtud ecuménica”
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



“La hospitalidad es una importante virtud ecuménica”. Así lo aseguró el Papa Francisco en su catequesis pronunciada este miércoles 22 de enero en la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano.

El Santo Padre explicó que la hospitalidad “significa reconocer que los otros cristianos son verdaderamente nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Somos hermanos. Alguno te dirá ese es protestante, ese es ortodoxo, sí, pero somos hermanos en Cristo”.

En su catequesis, Francisco insistió en que la hospitalidad “no es un acto de generosidad de una sola dirección, porque cuando acogemos a otros cristianos los acogemos como un regalo que se nos es concedido. Somos recompensados, recibimos aquello que el Espíritu Santo ha sembrado en esos hermanos y hermanas nuestros, y eso se convierte en un don también para nosotros”.

Estas reflexiones del Pontífice se producen en el contexto de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos, que se está celebrando del 18 al 25 de enero con el tema de la hospitalidad.

El Pontífice recordó cómo en el libro de los Hechos de los Apóstoles se describe la hospitalidad practicada por la comunidad de Malta con San Pablo y sus más de 200 compañeros de viaje cuando naufragó en sus costas el barco que los trasladaba a Roma.

En ese episodio se narra cómo “el barco en el que viajaba Pablo estaba a merced de los elementos. Llevaban a la deriva en el mar catorce días y, puesto que ni el sol ni las estrellas eran visibles, los viajeros se sentían desorientados, perdidos. Debajo de ellos, el mar golpeaba con violencia el barco y temían que se despedazara por la fuerza de las olas. Por arriba, los golpeaba el viento y la lluvia”.

Pero Pablo, destacó el Papa, era un hombre de fe: “La fe le dice que su vida está en las manos de Dios, que ha resucitado a Jesús de entre los muertos y lo ha llamado a él, a Pablo, para llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra. Su fe le dice también que Dios, según cuanto ha revelado Jesús, es un Padre amoroso. Por ello, Pablo se dirige a sus compañeros de viaje e, inspirado por la fe, les anuncia que Dios no permitirá que ni un pelo de sus cabezas se pierda”.

“Esta profecía”, señaló el Papa Francisco, “se cumple cuando el barco llega a la costa de Malta y todos los pasajeros se encuentran sanos y salvos en tierra firme. Allí experimentan algo nuevo. En contraste con la brutal violencia del mar y de la tempestad, reciben el testimonio de la ‘rara humanidad’ de los habitantes de la isla”.

Los náufragos, que para los malteses eran extranjeros, reciben la atención de los isleños: “Encienden fuego para que se calienten, les ofrecen refugio de la lluvia y comida. Incluso aunque todavía no han recibido la Buena Nueva de Cristo, manifiestan el amor a Dios en los actos concretos de gentileza”.

De hecho, “la hospitalidad espontánea y los gestos comunican el amor de Dios. Y la hospitalidad de los isleños malteses es devuelta con milagros de curación que Dios opera por medio de Pablo en la isla. Por lo tanto, si la gente de Malta fue un signo de la Providencia de Dios para el Apóstol, también él, Pablo, fue testigo del amor misericordioso de Dios para ellos”.


Tras esta explicación, el Papa Francisco recordó cómo “hoy el mismo mar en el que naufragaron Pablo y sus compañeros es de nuevo un lugar peligroso para la vida de otros navegantes”.

“En todo el mundo, hombres y mujeres migrantes afrontan viajes peligrosos para escapar de la violencia, para escapar de la guerra, para escapar de la pobreza”.

Lamentó que “como Pablo y sus compañeros, experimentan la indiferencia, la hostilidad del desierto, de los ríos, de los mares. Muchas veces no les dejan desembarcar en los puertos. Sino que, por desgracia, encuentran la hostilidad, mucho peor, de los hombres. Son explotados por traficantes criminales, hoy; son tratados como números y como una amenaza por algunos gobiernos, hoy; a veces, la falta de hospitalidad los rechaza como una ola hacia la pobreza o hacia los peligros de los que han escapado”.

El Papa Francisco finalizó su catequesis afirmando que “nosotros, como cristianos, debemos trabajar juntos para mostrar a los migrantes el amor de Dios revelado por Jesucristo. Podemos y debemos testimoniar que no hay únicamente hostilidad e indiferencia, sino que cada persona es preciosa para Dios y amada por Él. Las divisiones que todavía existen entre nosotros nos impiden ser plenamente signo del amor de Dios”.

SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 22 DE ENERO DE 2020

Domingo de Sora, SantoDomingo de Sora, Santo
Abad, 22 de enero
Anastasio (Magundat), SantoAnastasio (Magundat), Santo
Monje y Mártir, 22 de enero
Vicente Pallotti, SantoVicente Pallotti, Santo
Presbítero y Fundador, 22 de enero
Guillermo José Chaminade, BeatoGuillermo José Chaminade, Beato
Presbítero y Fundador, 22 de enero
Ladislao Batthyány-Strattmann, BeatoLadislao Batthyány-Strattmann, Beato
Médico Laico, 22 de enero
Valero (Valerio), SantoValero (Valerio), Santo
Obispo de Zaragoza, 22 de enero
Antonio della Chiesa, BeatoAntonio della Chiesa, Beato
Presbítero, 22 de enero
Laura Vicuña, BeataLaura Vicuña, Beata
Virgen Adolecente, 22 de enero
Gaudencio de Novara, SantoGaudencio de Novara, Santo
Obispo, 22 de enero
Vicente, SantoVicente, Santo
Memoria Litúrgica, 22 de enero

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 22 DE ENERO DE 2020


Lecturas de hoy Miércoles de la 2ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 22 de enero de 2020


Primera lectura
Lectura del primer libro de Samuel (17,32-33.37.40-51):

En aquellos días, Saúl mandó llamar a David, y éste le dijo: «Majestad, no os desaniméis. Este servidor tuyo irá a luchar con ese filisteo.»
Pero Saúl le contestó: «No podrás acercarte a ese filisteo para luchar con él, porque eres un muchacho, y él es un guerrero desde mozo.»
David le replicó: «El Señor, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, me librará de las manos de ese filisteo.»
Entonces Saúl le dijo: «Anda con Dios.»
Agarró el cayado, escogió cinco cantos del arroyo, se los echó al zurrón, empuñó la honda y se acercó al filisteo. Éste, precedido de su escudero, iba avanzando, acercándose a David; lo miró de arriba abajo y lo despreció, porque era un muchacho de buen color y guapo, y le gritó: «¿Soy yo un perro, para que vengas a mi con un palo?»
Luego maldijo a David, invocando a sus dioses, y le dijo: «Ven acá, y echaré tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo.»
Pero David le contestó: «Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina; yo voy hacia ti en nombre del Señor de los ejércitos, Dios de las huestes de Israel, a las que has desafiado. Hoy te entregará el Señor en mis manos, te venceré, te arrancaré la cabeza de los hombros y echaré tu cadáver y los del campamento filisteo a las aves del cielo y a las fieras de la tierra; y todo el mundo reconocerá que hay un Dios en Israel; y todos los aquí reunidos reconocerán que el Señor da la victoria sin necesidad de espadas ni lanzas, porque ésta es una guerra del Señor, y él os entregará en nuestro poder.»
Cuando el filisteo se puso en marcha y se acercaba en dirección de David, éste salió de la formación y corrió velozmente en dirección del filisteo; echó mano al zurrón, sacó una piedra, disparó la honda y le pegó al filisteo en la frente: la piedra se le clavó en la frente, y cayó de bruces en tierra. Así venció David al filisteo, con la honda y una piedra; lo mató de un golpe, sin empuñar espada. David corrió y se paró junto al filisteo, le agarró la espada, la desenvainó y lo remató, cortándole la cabeza. Los filisteos, al ver que había muerto su campeón, huyeron.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 143,1.2.9-10

R/. Bendito el Señor, mi Roca

Bendito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.

Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.

Dios mio, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (3,1-6):

En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo.
Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio.»
Y a ellos les preguntó: «¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?»
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.»
Lo extendió y quedó restablecido.
En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 22 de enero de 2020
José Luis Latorre, cmf

“Levántate y ponte en medio”.

Queridos amigos

El evangelista nos narra una nueva controversia de Jesús con los fariseos: el hombre de la mano paralizada. Ante esta situación Jesús le dice al hombre “levántate y ponte en medio”.

-Levántate: En otros muchos relatos de curaciones se repite esta indicación de Jesús. Él tiene otra mirada sobre estas personas: son hijos de Dios necesitados que esperan ser liberados y curados. Y los hijos de Dios necesitados deben ser atendidos ya. El evangelista dice que Jesús lo curó en sábado, precisamente el día en que los judíos celebraban al Dios creador y liberador. ¿Hay otra forma mejor de honrar a Dios que salvar una vida, puesto que en su nombre siempre se debe hacer el bien? ¿No dice el primer mandamiento que hay que amar a Dios y al próximo, y que no hay mandamiento mayor que éstos?

Por eso Jesús se indigna y entristece cuando ve que a los fariseos no les importa el sufrimiento de aquel hombre de la mano paralizada y que interpretan y utilizan las normas según sus conveniencias e intereses. So capa de religiosidad ocultan sus malas intenciones de utilizar el sufrimiento ajeno para salvar la sacralidad del sábado y poder acusar a Jesús de quebrantarlo.

-Ponte en medio: Para Jesús colocar a la persona vulnerable en el centro no quiere decir ponerla en el centro geográfico del lugar, sino en el centro del corazón. Con este gesto Jesús instaura una nueva sacralidad: la persona y sus necesidades. Ya no importa el día, el lugar y la hora que necesite ayuda. La persona es lo más valioso e importante de todo. Y hay que dejarlo todo –aunque sea la oración y la Misa- por ayudarle si así lo precisa. El Papa Francisco dice: la casa común de todos los hombres debe continuar levantándose sobre el respeto a la sacralidad de cada vida humana.

Con este gesto –levántate y ponte en medio- Jesús nos desafía a hacer lo mismo con nuestros hermanos necesitados. Muchas veces se echa a un lado a los que sufren: viven solos su dolor, en silencio, lejos de la vista de los demás, se les deja solos. Jesús, por el contrario, les hace sentir que están en el centro de su misericordia y compasión, que son tan importantes como los demás que no necesitan ser sanados o liberados, pues Jesús vino a buscar al que estaba perdido, la oveja descarriada, el ladrón arrepentido…

José Luis Latorre, Misionero Claretiano