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lunes, 29 de octubre de 2018

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 29 OCTUBRE 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 29 de octubre de 2018



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4,32–5,8):

Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. Por otra parte, de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 1,1-2.3.4.6

R/ Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,10-17):

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» 
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?» 
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 29 de octubre de 2018
 Pedro Belderrain
Queridos hermanos:

Estrenamos semana. Y no una semana cualquiera: la semana que nos introduce en el mes de noviembre y nos recuerda que poco a poco nos acercamos a 2019. El año, que parecía tan largo, va llegando a su fin. Empezamos además una semana singularmente hermosa en la que la Iglesia nos invita a recordar a Todos los Santos y a los fieles difuntos. No nos privemos de la riqueza que la liturgia va a poner a nuestra disposición.

Llevamos tiempo acompañando a Jesús, en el relato de Lucas, en su camino a Jerusalén. En él el Señor va anunciando el Evangelio con sus palabras y con sus hechos. En el relato de hoy brillan tanto unos como otros. Jesús cura (endereza) a la mujer encorvada. No le libra de un lumbago de días, sino de una dolencia de largos años vinculada a algo más profundo. Tampoco lo hace en un lugar ni en un momento cualquiera: estamos en la sinagoga y es sábado. No tenemos indicios, como otras veces, de que Jesús haya buscado expresamente estas provocativas circunstancias. Pero el lugar y el momento están cargados de significado.

Los enemigos del Reino invocan una vez más lo que ha sido presentado como voluntad de Dios: ¿a quién se le ocurre pedir curación en sábado?

Las lecciones pueden ser varias. Jesús nos invita por enésima vez a poner las cosas en su sitio y a dar a cada una la relevancia que tiene. Pero también vuelve a exhortarnos a ser cautos cuando invocamos el Nombre del Señor y desenmascara las excusas tras las que escondemos nuestras comodidades: “cualquiera de vosotros…”.

Los cristianos de hoy nos encontramos a menudo ante dilemas de este tipo: ¿qué valorar más?, ¿qué relevancia tiene cada cosa, cada principio, cada norma, cada situación? Que el Padre del Cielo nos dé su Espíritu (el de Jesús) para discernir como conviene.