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jueves, 31 de mayo de 2018

SANTORAL DE HOY JUEVES 31 MAYO 2018

Nicolás Barré, BeatoNicolás Barré, Beato
Sacerdote y Fundador, 31 de mayo
Félix de Nicosia, SantoFélix de Nicosia, Santo
Religioso Capuchino, 31 de mayo
Jacobo Salomoni, BeatoJacobo Salomoni, Beato
Presbítero, 31 de mayo
Mariano de Roccacasale, BeatoMariano de Roccacasale, Beato
Religioso, 31 de mayo
Noé Mawaggali, SantoNoé Mawaggali, Santo
Mártir, 31 de mayo
Bautista (Camila) Varano, SantaBautista (Camila) Varano, Santa
Abadesa, 31 de mayo
Petronila, SantaPetronila, Santa
Virgen y Mártir: 31 de mayo
La VisitaciónLa Visitación
Fiesta Litúrgica, 31 de mayo

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 31 MAYO 2018


Lecturas de hoy Visitación de la Virgen María
 Hoy, jueves, 31 de mayo de 2018


Primera lectura
Lectura de la profecía de Sofonías (3,14-18):

Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.» Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.

Palabra de Dios


Salmo
Is 12,2-3.4bcd.5-6

R/. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel

El Señor es mi Dios y salvador: 
confiaré y no temeré, 
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, 
él fue mi salvación. 
Y sacaréis aguas con gozo 
de las fuentes de la salvación. R/. 

Dad gracias al Señor, 
invocad su nombre, 
contad a los pueblos sus hazañas, 
proclamad que su nombre es excelso. R/. 

Tañed para el Señor, que hizo proezas, 
anunciadlas a toda la tierra; 
gritad jubilosos, habitantes de Sión: 
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» R/.



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,39-56):

En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. 
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» 
María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» 
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 31 de mayo de 2018
 CR


Queridos amigas y amigos:

Hoy, al celebrar la fiesta de la Visitación de María, la liturgia nos propone meditar el relato lucano de la Visitación. Destaquemos en el pasaje evangélico tres detalles: el viaje, el diálogo y la bendición.

La espiritualidad del viaje.

María sale de su casa y emprende un viaje, metáfora de todos los viajes del alma y de la vida misma. Contemplemos la libertad de María. Tiene libertad para no aferrarse a su éxtasis contemplativo de Nazaret y marchar deprisa a Ain-Karem para ayudar y servir. En su viaje lleva consigo a Jesús en su corazón y en su seno. Orígenes designó este andar, grávida de Dios por los caminos del mundo, como imagen suprema de todo creyente: “Portare Verbum” (In Exodium 10,3). Es la misión de todo bautizado: Llevar a Aquel que nos lleva a la humanidad entera, siendo uno con Él. María, con su hijo en el seno, es al mismo tiempo una y también dos. Dos vidas distintas y al mismo tiempo inseparables. Unidad y distinción. “Quiero ser uno contigo” es la fórmula de extrema sobriedad y sugerencia con la que algunos monjes se entregan a Dios. Es también nuestro anhelo. En su última expresión, vida cristiana es ser una sola cosa con Él.

El Espíritu de la comunicación.

Al encontrarse, María e Isabel se comprenden antes de hablar. Las dos mujeres entraron en sintonía perfecta, en resonancia recíproca, como las dos cuerdas de un laúd. ¿Qué ocurrió allí? ¿Cómo pudieron entenderse antes de que las palabras se hicieran narración? Tal es el milagro de la comunión: Los otros nos permiten cruzar el umbral de sus secretos sólo si los miramos con ojos que renuncian a competir o a seducir, si nos hemos sacudido el polvo del orgullo y ofrecemos ternura sazonada. Así ocurrió con María e Isabel.  El Espíritu de fecundidad que ambas reconocen como gracia en su carne, se volvió en aquel momento Espíritu de comunicación, y el prolongado silencio de dos mujeres estalló en doble canto.

La casa de la bendición.

En el evangelio de Lucas las primeras palabras que se dicen mutuamente dos seres humanos son las que se intercambiaron María e Isabel. En este primer diálogo entre personas, la primera palabra de Isabel es una bendición: “Bendita tú entre las mujeres”. La bendición de Isabel se extiende a todas las hijas de Eva, a todas las madres del mundo, a toda la humanidad en femenino, a todos los fragmentos de María esparcidos por el mundo y que se llaman “mujer”.  Eso fue profecía. El primer paso para el encuentro con el misterio y con el corazón del otro es bendecir, poder decirle: “Tú eres una bendición de Dios para mí, tú eres un don de Dios”. Una casa donde no se bendicen unos a otros está destinada a la tristeza,… porque sus inquilinos tratarán de evitarse en lugar de sostenerse.

En este día somos invitados a la casa de María, a “recordarla”, a llevarla a lo más nuestro de nosotros, corazón con Corazón. Sea Ella siempre madre, maestra y modelo nuestro.