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sábado, 3 de marzo de 2018

EL EVANGELIO Y MEDITACIÓN DEL DOMINGO 4 MARZO 2018 - II DOMINGO DE CUARESMA


Lecturas del Domingo 3º de Cuaresma - Ciclo B
 Domingo, 4 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (20,1-17):

En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y bisnietos, cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 18,8.9.10.11

R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna

La ley del Señor es perfecta 
y es descanso del alma;
el precepto del Señor
es fiel e instruye al ignorante. R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida 
y da luz a los ojos. R/.

La voluntad del Señor
es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos 
y enteramente justos.R/.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel 
de un panal que destila.R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1,22-25):

Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para lo judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados –judíos o griegos–, un Mesías que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.

Palabra de Dios



Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-25):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio del domingo, 4 de marzo de 2018
 Fernando Torres cmf


La salvación no está en venta

      Este mundo es un mercado donde todo se compra y se vende. Los anuncios publicitarios nos informan continuamente de que podemos obtener todo lo que necesitamos y a buenos precios. Y tantas veces oímos el mensaje que terminamos creyéndolo. A pies juntillas. A veces pensamos que eso es típico de nuestra sociedad capitalista pero no es así. A lo largo de la historia siempre ha estado presente en la mentalidad de las personas, de una forma u otra, esa idea de que todo se puede comprar. Y, cómo no, esa idea también ha estado presente en la relación con Dios. A Dios también se le compra. Se supone que él tiene algo que ofrecernos y que nosotros le podemos dar algo a cambio. Todo se queda en un toma y daca. Quizá por eso los judíos habían terminado convirtiendo el templo en un mercado como cuenta el Evangelio de Juan. No sólo porque hubiese allí muchos cambistas y puestos donde se vendían las ofrendas para el templo, exvotos, recuerdos y cosas parecidas. Lo peor era la mentalidad de la gente que pensaba que ofrecer aquellas cosas era el precio que había que pagar para obtener el favor de Dios, aplacar su ira u obtener el perdón de los pecados. 

      Frente a esa idea, las lecturas de este domingo lanzan un mensaje poderoso: nuestro Dios no está en venta, nuestro Dios no tiene un puesto en el mercado de la vida ofreciendo paz de conciencia o tranquilidad o salud o... Nuestro Dios no vende ni compra nada. Nuestro Dios es el que nos sacó de Egipto, el que nos liberó de la esclavitud. Ése es nuestro Dios. Dios es el que da la libertad, la vida y la salvación a los que vivían en la esclavitud y en la muerte. Sin pedir nada a cambio, sin pagar un precio previo. Su única condición: que vivamos la libertad, que no nos dejemos esclavizar por nada ni por nadie, que compartamos la vida. Podemos releer todas las normas que se dan en la primera lectura y veremos como todas ellas son liberadoras, todas invitan a la persona a vivir en solidaridad y en fraternidad, en libertad y respetando la libertad de los otros. 

      En Cuaresma, Dios se nos manifiesta como el que nos libera de la esclavitud, de todas las esclavitudes. Hasta de la muerte, que es la última de las esclavitudes. Así lo experimentaremos cuando celebremos la resurrección de Jesús en los días ya no lejanos de la Pascua. Y eso lo hace Dios por pura gracia, por puro amor nuestro. No hay precio que pagar, no hay condiciones previas. No tenemos que venir a la Iglesia como si fuera parte del precio de nuestra salvación. Dios nos ama porque sí. Y basta. En nosotros está el ser agradecidos por lo que nos regala y compartirlo con los que nos rodean. En nosotros está el amarle como él nos ama. En nosotros está el reconocer como Padre al que tanto nos ama. 



Para la reflexión

¿Cuándo vengo a misa o cuando rezo alguna oración, pienso que es algo que le debo a Dios? ¿Cómo debería “pagar” a Dios todo el amor y la libertad que me ha regalado en su hijo Jesús? ¿Cómo podría compartir esos regalos con mis hermanos y hermanas?

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 3 DE MARZO 2018


Lecturas de hoy Sábado de la 2ª semana de Cuaresma
Hoy, sábado, 3 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura de la profecía de Miqueas (7,14-15.18-20):

PASTOREA a tu pueblo, Señor, con tu cayado, 
al rebaño de tu heredad, 
que anda solo en la espesura, 
en medio del bosque; 
que se apaciente como antes 
en Basán y Galaad. 
Como cuando saliste de Egipto, 
les haré ver prodigios. 
¿Qué Dios hay como tú, 
capaz de perdonar el pecado, 
de pasar por alto la falta 
del resto de tu heredad? 
No conserva para siempre su cólera, 
pues le gusta la misericordia. 
Volverá a compadecerse de nosotros, 
destrozará nuestras culpas, 
arrojará nuestros pecados 
a lo hondo del mar.
Concederás a Jacob tu fidelidad 
y a Abrahán tu bondad, 
como antaño prometiste a nuestros padres.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 102,1-2.3-4.9-10.11-12

R/. El Señor es compasivo y misericordioso

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

V/. Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (15,1-3.11-32):

EN aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían ¡os cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
“Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros”.
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado e! ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud”.
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
“Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”».

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy sábado, 3 de marzo de 2018
 Carlos Latorre, Misionero Claretiano


Queridos amigos:

Terminamos la segunda semana de Cuaresma con esta bien conocida parábola del padre misericordioso. Es el mensaje más precioso de nuestra religión cristiana: Dios es amor que se transforma en misericordia. Es  un amor tan profundo que le brota de las entrañas; no es un amor para quedar bien, o que se reserva sólo para algunos, los más buenos. Y es un amor tan perfecto que se entrega más a fondo  con los más perdidos.

El evangelio no nos oculta la cruda realidad que tuvo que enfrentar Jesús cuando contó estas parábolas: la oveja perdida es el pecador, la moneda perdida es el pecador, el hijo que se va de casa es el que amarga la vida de su padre. ¿Cómo puede ser que Dios Padre tenga tanta preocupación por el que se había alejado? Los que se consideraban buenos y justos no aceptaban esa forma de actuar de Dios Padre, por mucho que Jesús les hablara de Él e invitara a todos a imitarle.

Con estas parábolas Jesús revela su experiencia de Dios como Padre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor; la diferencia de este amor la impone la forma de reaccionar de los dos hijos.

El mayor cree que ha hecho los méritos suficientes para ganarse todo el amor del padre, porque no ha fallado en ninguno  de sus mandatos y por tanto tiene que ser recompensado, mientras que la conducta del menor, debe ser castigada. Es incapaz de comprender la debilidad de su hermano  y de alegrarse con su regreso. El mayor miraba sólo sus propios derechos y  era inflexible ante el pecado de su hermano menor.

Lo escandaloso, lo incomprensible  de la parábola es comprobar que el hijo menor es quien acapara el amor del Padre a pesar de todo lo que ha hecho. ¡Y además se va a celebrar en la casa un gran banquete para festejar  su regreso!

El hijo mayor no tolera la gratuidad del amor divino, un amor que él  exige como «la paga» que se debe dar a una buena conducta. El amor  de Dios es gracia, pura benevolencia del Padre, porque Él es bueno de verdad y su “justicia” se llama misericordia.

Yo he visto llorar a un padre de familia al escuchar esta parábola que contó Jesús.

Dijo: “Yo eché a mi hijo de casa porque ya no lo aguantábamos más. Mi vida es todo lo contrario a este padre que besa y abraza al hijo que regresa. Y aguanta la crítica y agresividad del hijo mayor.  Estoy lleno de amargura y no hago más que pensar en el hijo que se me fue. Ahora os pido que recéis para que mi hijo vuelva y Dios me dé la fuerza para abrirle de nuevo las puertas de casa y perdone mi pecado”.

Jesús tocó el corazón de este padre de familia y después de dos mil años de haber contado la historia de los dos hijos, un padre se convirtió hoy y abrió su corazón a la compasión. El lunes pasado nos decía el evangelio: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.

Vuestro hermano en la fe
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
carloslatorre@claretianos.es

SANTORAL DE HOY SÁBADO 3 DE MARZO 2018

Winwaleo, SantoWinwaleo, Santo
Abad, 3 de marzo
Pedro Renato Rogue,  BeatoPedro Renato Rogue, Beato
Presbítero y Mártir, 3 de marzo
Cleónico y Eutropio, SantosCleónico y Eutropio, Santos
Mártires, 3 de marzo
Marino y Asterio, SantosMarino y Asterio, Santos
Mártires, 3 de marzo
Federico de Hallum, BeatoFederico de Hallum, Beato
Abad, 3 de marzo
Anselmo de Nonántola, SantoAnselmo de Nonántola, Santo
Abad, 3 de marzo
Liberato Weiss y compañeros, BeatosLiberato Weiss y compañeros, Beatos
Mártires, 3 de marzo
Jacobino de Canepacis, BeatoJacobino de Canepacis, Beato
Religioso Carmelita, 3 de marzo
Cunegunda, SantaCunegunda, Santa
Emperatriz de Alemania, 3 de marzo
Inocencio de Berzo, BeatoInocencio de Berzo, Beato
Presbítero Capuchino, 3 de marzo
Pedro Geremía, BeatoPedro Geremía, Beato
Sacerdote Dominíco, 3 de marzo
Teresa Eustoquio, SantaTeresa Eustoquio, Santa
Virgen Fundadora, 3 de marzo
Ticiano de Brescia, SantoTiciano de Brescia, Santo
Obispo, 3 de marzo
Catalina Drexel, SantaCatalina Drexel, Santa
Fundadora, 3 de marzo
Emeterio y Celedonio, SantosEmeterio y Celedonio, Santos
Mártires, 3 de marzo