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lunes, 20 de noviembre de 2017

SAN ODON, 19 NOVIEMBRE


 San Odón, Abad
19 noviembre
Por Diego López Marina



 (ACI).- San Odón fue un monje francés conocido por ser el segundo abad de Cluny, el más célebre monasterio de su tiempo, y porque tuvo bajo su dirección más de mil monjes en diversos conventos.

El Papa Benedicto XVI lo calificó, en el 2009, como uno de los grandes escritores de la Iglesia de Oriente y de Occidente de la época medieval, debido a que contribuyó inmensamente al resurgimiento del espíritu religioso tras promulgar varias reformas para la vida monástica.

Odón nació cerca del año 880 en el actual territorio de Francia y de niño fue consagrado por su padre a San Martín de Tours, uno de los santos más populares de la época.  

Cuando era adolescente empezó a profundizar en la Regla de San Benito y a observar algunas de sus indicaciones a pesar de que todavía no era monje. Asimismo, lo calificó como "maestro de disciplina espiritual".

Al quedar fascinado por la forma de vida benedictina, dejó Tours (Francia) y entró como monje en la abadía de Baume, para pasar después a la de Cluny, de la que se convirtió en abad en el año 927. Desde ese centro de vida espiritual pudo ejercer una amplia influencia en los monasterios del continente.

Odón insistía muchísimo en que se rezaran con gran fervor los salmos y en que se observara un gran silencio en el monasterio. Y fue formando monjes tan fervorosos que con ellos logró fundar otros 15 monasterios más.  

En su catequesis, el Papa Benedicto XVI, dijo que “San Odón fue un verdadero guía espiritual tanto para los monjes como para los fieles de su tiempo”.

“Ante el ‘gran número de vicios’ difundidos en la sociedad, el remedio que él proponía con decisión era el de un cambio radical de vida, fundado en la humildad, la austeridad, el desapego de las cosas efímeras y la adhesión a las eternas”, expresó.

San Odón murió santamente el 19 de noviembre del año 942.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 20 NOVIEMBRE 2017



Lecturas de hoy Lunes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, lunes, 20 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura del primer libro de los Macabeos
 (1,10-15.41-43.54-57.62-64):

En aquellos días, brotó un vástago perverso: Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco. Había estado en Roma como rehén, y subió al trono el año ciento treinta y siete de la era seléucida.
Por entonces hubo unos israelitas apóstatas que convencieron a muchos: «¡Vamos a hacer un pacto con las naciones vecinas, pues, desde que nos hemos aislado, nos han venido muchas desgracias!»
Gustó la propuesta, y algunos del pueblo se decidieron a ir al rey. El rey los autorizó a adoptar las costumbres paganas, y entonces, acomodándose a los usos paganos, construyeron un gimnasio en Jerusalén; disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, emparentaron con los paganos y se vendieron para hacer el mal. El rey Antíoco decretó la unidad nacional para todos los súbditos de su imperio, obligando a cada uno a abandonar su legislación particular. Todas las naciones acataron la orden del rey, e incluso muchos israelitas adoptaron la religión oficial: ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el Sábado. El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco, el rey mandó poner sobre el altar un ara sacrílega, y fueron poniendo aras por todas las poblaciones judías del contorno; quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; los libros de la Ley que encontraban, los rasgaban y echaban al fuego, al que le encontraban en casa un libro de la alianza y al que vivía de acuerdo con la Ley, lo ajusticiaban, según el decreto real. Pero hubo muchos israelitas que resistieron, haciendo el firme propósito de no comer alimentos impuros; prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos y profanar la alianza santa. Y murieron. Una cólera terrible se abatió sobre Israel.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 118,53.61.134.150.155.158

R/. Dame vida, Señor, para que observe tus decretos

Sentí indignación ante los malvados, 
que abandonan tu voluntad. R/.

Los lazos de los malvados me envuelven, 
pero no olvido tu voluntad. R/.

Líbrame de la opresión de los hombres, 
y guardaré tus decretos. R/.

Ya se acercan mis inicuos perseguidores, 
están lejos de tu voluntad. R/.

La justicia está lejos de los malvados 
que no buscan tus leyes. R/.

Viendo a los renegados, sentía asco, 
porque no guardan tus mandatos. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 35-43):

En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. 
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 20 de noviembre de 2017
 Imprimir Bonifacio Fernandez, cmf



Queridos amigos y amigas:

Los personajes del evangelio de hoy son el ciego, Jesús, la gente en camino con Jesús hacia Jerusalén...

El ciego: Lucas omite su nombre; simplemente es un ciego y mendigo a la entrada de Jericó. Del ciego se nos dice que oye, pregunta, que empieza a gritar.... que grita mucho más fuerte. Lo que pide no es una limosna. No pide una ayuda para comer. Va directamente a la raíz de su exclusión y su condición: “Hijo de David, ten compasión de mi”. A la pregunta de Jesús “¿qué quieres que te haga”? responde el ciego exponiendo su necesidad fundamental: ¡Señor, que vea!. Recobró la vista. Siguió al Hijo de David.

El personaje central de este relato milagroso es Jesús el Nazareno. Recibe también el título de Hijo de David y Señor. Pasa y va camino de Jerusalén; escucha los gritos del ciego; se para; lo manda traer, le pregunta: ¿Qué quieres que te haga?. Lo cura con un lacónico mandato lleno de autoridad: “Ve. Tu fe te ha salvado”. No se refiere explícitamente a la ceguera: muestra que el encuentro confiado con él, resulta ser curativo, iluminador y salvador.

El tercer personaje de la narración es la gente que acompaña a Jesús. Informan al ciego de lo que pasa; le increpan para que se calle; acercan el ciego a Jesús. Son testigos de la curación. La ven y alaban a Dios uniéndose a la alabanza del curado.

A través de esta narración, Dios nos habla a nosotros hoy; nos sale al encuentro. ¿Qué palabra escuchamos? ¿Con qué personaje me identifico hoy al escuchar la narración? ¿Qué palabras del texto me resuenan más dentro? ¿Qué palabras o acciones necesito repetir hoy?.

Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf