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jueves, 18 de mayo de 2017

SALMO 56: TE DARÉ GRACIAS ANTE LOS PUEBLOS, SEÑOR


Salmo
Sal 56,8-9.10-12

R/. Te daré gracias ante los pueblos, Señor




Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora. R/.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria. R/.

SAN FÉLIX, EL CAPUCHINO DE LA ALEGRÍA, 18 DE MAYO


Hoy 18 de mayo celebramos a San Félix, el capuchino de la alegría



 (ACI).- “Buen ánimo, hermano: los ojos en la tierra, el espíritu en el cielo y en la mano el santísimo rosario”, solía decir San Félix de Cantalicio, capuchino y místico, cuya fiesta se celebra cada 18 de mayo.

San Félix de Cantalicio nació en Italia, en el 1513. Sus padres, campesinos y muy piadosos, lo educaron de tal forma que cuando sus amigos de juegos lo veían venir, decían: “¡Ahí viene San Félix!”


A los doce años se puso a trabajar en la casa de un rico propietario que lo puso de pastor y luego como cultivador. Poco a poco fue aprendiendo a meditar y a alcanzar un alto grado de contemplación.


"Todas las criaturas pueden llevarnos a Dios, con tal de que sepamos mirarlas con ojos  sencillos”, dijo una vez el Santo a un religioso que le preguntó cómo hacía para vivir en presencia de Dios en medio del trabajo y otras distracciones.

Siempre andaba muy alegre y ante la injuria respondía diciendo: “voy a pedir a Dios que te haga un santo”.

Cierto día que estaba arando, su jefe se acercó a él, los animales asustados derribaron a Félix y el arado le pasó por encima, pero el Santo se levantó ileso. Es así que se decidió y pidió ser admitido como hermano lego en el convento capuchino de Citta Ducale.

Siempre pedía que le redoblaran las penitencias, mortificaciones y que se le tratase con mayor severidad. Estaba persuadido que todos eran mejor que él, pero sus hermanos lo llamaban “el Santo”.

Hizo los votos solemnes hacia los treinta años. Cuatro años más tarde lo enviaron a Roma, donde por cuarenta años salió a pedir limosna todos los días para el sostenimiento de su comunidad. Asimismo, con permiso de sus superiores, ayudaba a los pobres, visitaba a los enfermos y consolaba a los moribundos.


Algunas veces San Félix, mientras ayudaba en Misa, quedaba en éxtasis a la vista de todos. Al final de su vida, el Cardenal protector de la orden aconsejó a los superiores que relevasen de su cargo a San Félix por su avanzada edad, pero el Santo les rogó que lo dejasen seguir pidiendo limosna diciendo que el alma se marchita cuando el cuerpo no trabaja.

Gozó de la estima de San Felipe Neri y San Carlos Borromeo. Partió a la Casa del Padre el 18 de mayo de 1587, después de haber tenido una visión de la Santísima Virgen que venía rodeada de ángeles.

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San Félix de Cantalicio
18 de Mayo

“Buen ánimo, hermano: los ojos en la tierra, el espíritu en el cielo y en la mano el santísimo rosario”, solía decir San Félix de Cantalicio, capuchino y místico, cuya fiesta se celebra cada 18 de mayo.

San Félix de Cantalicio nació en Italia por el 1515. Sus padres, campesinos y muy piadosos, lo educaron de tal forma que cuando sus amigos de juegos lo veían venir, decían: “¡Ahí viene San Félix!”

A los doce años se puso a trabajar en la casa de un rico propietario que lo puso de pastor y luego como cultivador. Poco a poco fue aprendiendo a meditar y a alcanzar un alto grado de contemplación.

"Todas las criaturas pueden llevarnos a Dios, con tal de que sepamos mirarlas con ojos sencillos”, dijo una vez el Santo a un religioso que le preguntó cómo hacía para vivir en presencia de Dios en medio del trabajo y otras distracciones.

Siempre andaba muy alegre y ante la injuria respondía diciendo: “voy a pedir a Dios que te haga un santo”. Cierto día que estaba arando, su jefe se acercó a él, los animales asustados derribaron a Félix y el arado le pasó por encima, pero el Santo se levantó ileso. Es así que se decidió y pidió ser admitido como hermano lego en el convento capuchino de Citta Ducale.

Siempre pedía que le redoblaran las penitencias, mortificaciones y que se le tratase con mayor severidad. Estaba persuadido que todos eran mejor que él, pero sus hermanos lo llamaban “el Santo”.

Hizo los votos solemnes hacia los treinta años. Cuatro años más tarde lo enviaron a Roma, donde por cuarenta años salió a pedir limosna todos los días para el sostenimiento de su comunidad. Asimismo, con permiso de sus superiores, ayudaba a los pobres, visitaba a los enfermos y consolaba a los moribundos.

Algunas veces San Félix, mientras ayudaba en Misa, quedaba en éxtasis a la vista de todos. Al final de su vida, el Cardenal protector de la orden aconsejó a los superiores que relevasen de su cargo a San Félix por su avanzada edad, pero el Santo les rogó que lo dejasen seguir pidiendo limosna diciendo que el alma se marchita cuando el cuerpo no trabaja.

Gozó de la estima de San Felipe Neri y San Carlos Borromeo. Partió a la Casa del Padre el 18 de mayo de 1587, después de haber tenido una visión de la Santísima Virgen que venía rodeada de ángeles.

SANTA RAFAELA MARÍA DEL SAGRADO CORAZÓN, RELIGIOSA ESPAÑOLA, 18 DE MAYO


Hoy 18 de mayo se celebra a Santa Rafaela María del Sagrado Corazón, religiosa española




 (ACI).- “Dentro de Dios hemos de estar y de Él recibirlo todo”, es una recordada frase Santa Rafaela María del Sagrado Corazón (o Santa Rafaela Porras y Ayllón), una religiosa española y fundadora de la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón.

“La vida y la obra de la Santa, si las observamos por dentro, son una apología excelente de la vida religiosa, basada en la práctica de los consejos evangélicos, calcada en el esquema ascético-místico tradicional, del que España ha sido maestra con figuras tan señeras como Santa Teresa, San Juan de la Cruz, San Ignacio de Loyola, Santo Domingo, San Juan de Ávila y otras”. (Homilía del Santo Padre Pablo VI en la misa de canonización de Rafaela Porras y Ayllón)

La santa nació el 1 de marzo de 1850 en el pueblo español de Pedro Abad, cerca de Córdoba, en el seno de una familia acomodada de aquella época.

A la edad de 15 años hizo su voto perpetuo de castidad, se dedicó a la oración, y a cuidar a enfermos y necesitados a pesar de la oposición de sus hermanos varones.

Nueve años después viajó al convento de las monjas clarisas en Córdoba para contar con un tiempo de reflexión. Al poco tiempo fundó junto a su hermana el Instituto de Adoradoras del Santísimo Sacramento e Hijas de María Inmaculada.

Después se trasladó con otras 16 religiosas a Madrid, donde se les concedió la aprobación diocesana en 1877. Diez años más tarde, el Papa León XIII aprobó la Congregación con el nombre de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús.

Por unanimidad fue elegida como superiora general y el 4 de noviembre 1888 realizó su profesión perpetua.

“La Madre Rafaela María dirige el nuevo Instituto durante 16 años con gran dedicación y tacto. Demuestra también claramente su extraordinaria profundidad espiritual y su virtud heroica, cuando por motivos infundados ha de renunciar a la dirección de su obra. En esta humillación aceptada, morirá en Roma, prácticamente olvidada, el día 6 de enero de 1925”. (Homilía del Santo Padre Pablo VI en la misa de canonización de Rafaela Porras y Ayllón)

Durante 30 años fue un miembro anónimo en su institución, le daban trabajos más duros, la humillaban y aislaron hasta el día de su muerte. Sin embargo siguió viviendo con humildad y haciendo lo que le ordenaban pese a haber fundado su Congregación.

El Papa Pío la beatificó el día 18 de mayo del año 1952 y fue canonizada por el Papa Beato Pablo VI el día 23 de enero del año 1977.

Está sepultada en la Casa Generalicia de la Congregación en Roma y como murió el día de la Epifanía, su fiesta se celebra el 18 de mayo, fecha de la beatificación y del traslado de sus restos.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 18 DE MAYO DEL 2017


Permanecer en el amor
San Juan 15, 9-11. V Jueves de Pascua


Por: H. Javier Castellanos LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Dios te salve, María… Tú eres la llena de gracia, llena de Dios. Tú eres la causa de nuestra alegría. Acompáñame en esta oración para que permita a Dios llenar más mi vida y así me abra a la alegría que Él me quiere dar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Juan 15,9-11
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Cristo pide una cosa: permanecer en su amor. ¿Qué nos quiere decir con esto? Imaginémonos cómo es permanecer en un "lugar": como cuando uno "permanece" en la parada del autobús, esperando el transporte que lo llevará de vuelta a casa. Cristo nos pide esperar firmes en su amor, agarrados con fuerza de la cruz: ahí donde Cristo nos ha reconciliado con el Padre y donde nos muestra el camino hacia el cielo.
Permanezcamos en el amor de Cristo. Y el modo de hacerlo es cumpliendo sus mandamientos. Durante la misma cena, poco antes, Jesús había dicho ya a sus apóstoles: "Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros." (Jn 13, 34) Permanecer en su amor significa creer en el amor, realmente. Y para ello no sólo hay que recibir amor sino dar amor.
Permanecer en el amor da como fruto la alegría plena. A esto nos invita Cristo, éste es el plan de amor que tiene sobre nosotros. Él quiere que encontremos su propia alegría, la alegría que es más resistente que los clavos de la cruz y la roca del sepulcro. La alegría de amar como el Padre ama al Hijo y como el Hijo nos ama a nosotros. Amar y ser amado, ésta es nuestra parada, nuestro destino y nuestra plenitud.
"A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver. […] Estamos llamados a concretar en la realidad lo que invocamos en la oración y profesamos en la fe. No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios. Sin embargo, la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor."
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de septiembre 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré consolar a quien encuentre triste.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.