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martes, 7 de marzo de 2017

ORACIÓN A SANTAS PERPETUA Y FELICIDAD


Oración a Santas Perpetua y Felicidad

¡Perpetua! ¡Felicidad! Nombres gloriosos y proféticos,
que vienen como dos estrellas brillantes de marzo,
saliendo sobre nosotros sus rayos de luz y vida.

Movidas por tu amor,
vencieron los tormentos y la muerte
y superaron la furia del perseguidor,
concédenos, por su intercesión,
crecer siempre en ese mismo amor divino.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo
que contigo y el Espíritu Santo vive y reina en unidad,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

SANTAS PERPETUA Y FELICIDAD Y COMPAÑEROS MÁRTIRES, 7 DE MARZO


Hoy 7 de marzo la Iglesia celebra a dos mujeres aguerridas y mártires de la fe


 (ACI).- “Permaneced firmes en la fe y guardad la caridad entre vosotros; no dejéis que los sufrimientos se conviertan en piedra de escándalo”, dijo Santa Perpetua antes de morir junto a su amiga Santa Felicidad. Conozca la valentía con que estas mujeres aguerridas se convirtieron en mártires y cuya fiesta es cada 7 de marzo.

Según las actas de estas santas, el día de su martirio Perpetua y Felicidad fueron arrojadas a una salvaje vaca, que atacó primero a Perpetua. La santa se sentó inmediatamente y se arregló la túnica y los cabellos para que la gente no creyera que tenía miedo. Luego se acercó a Felicidad, que estaba en tierra.


La gente gritó que con eso bastaba y los guardias las sacaron por la puerta de los gladiadores victoriosos. Perpetua vuelve en sí de una especie de éxtasis y preguntó si ya pronto se enfrentaría a las fieras. Cuando le contaron lo que había acontecido, la santa no lo podía creer.

La multitud pidió que las mártires comparecieran de nuevo. Después de que las santas se dieron un beso de la paz, Felicidad fue decapitada por los gladiadores.

El verdugo de Pepertua estaba nervioso y erró el primer golpe. Entonces Perpetua tendió el cuello ella misma y de esta manera murió también por la fe. Ese día también dieron su vida otros valerosos mártires.


Biografía Santas Perpetua y Felicidad 
7 de marzo


Perpetua era una joven madre, de 22 años, que tenía un niñito de pocos meses. Pertenecía a una familia rica y muy estimada por toda la población. Mientras estaba en prisión, por petición de sus compañeros mártires, fue escribiendo el diario de todo lo que le iba sucediendo.

Felicidad era una esclava de Perpetua. Era también muy joven y en la prisión dio a luz una niña, que después los cristianos se encargaron de criar muy bien.

Las acompañaron en su martirio unos esclavos que fueron apresados junto a ellas, y su catequista, el diácono Sáturo, que las había instruido en la religión y las había preparado para el bautismo. A Sáturo no lo habían apresado, pero él se presentó voluntariamente.

Los antiguos documentos que narran el martirio de estas dos santas, eran inmensamente estimados en la antigüedad, y San Agustín dice que se leían en las iglesias con gran provecho para los oyentes. Esos documentos narran lo siguiente.

El año 202 el emperador Severo mandó que los que siguieran siendo cristianos y no quisieran adorar a los falsos dioses tenían que morir.

Perpetua estaba celebrando una reunión religiosa en su casa de Cartago cuando llegó la policía del emperador y la llevó prisionera, junto con su esclava Felicidad y los esclavos Revocato, Saturnino y Segundo.

Dice Perpetua en su diario: "Nos echaron a la cárcel y yo quedé consternada porque nunca había estado en un sitio tan oscuro. El calor era insoportable y estábamos demasiadas personas en un subterráneo muy estrecho. Me parecía morir de calor y de asfixia y sufría por no poder tener junto a mí al niño que era tan de pocos meses y que me necesitaba mucho. Yo lo que más le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa religión".

Afortunadamente al día siguiente llegaron dos diáconos católicos y dieron dinero a los carceleros para que pasaran a los presos a otra habitación menos sofocante y oscura que la anterior, y fueron llevados a una sala a donde por lo menos entraba la luz del sol, y no quedaban tan apretujados e incómodos. Y permitieron que le llevaran al niño a Perpetua, el cual se estaba secando de pena y acabamiento. Ella dice en su diario: "Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, y a aquello no me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor". Las tías y la abuelita se encargaron después de su crianza y de su educación.

El jefe del gobierno de Cartago llamó a juicio a Perpetua y a sus servidores. La noche anterior Perpetua tuvo una visión en la cual le fue dicho que tendrían que subir por una escalera muy llena de sufrimientos, pero que al final de tan dolorosa pendiente, estaba un Paraíso Eterno que les esperaba. Ella narró a sus compañeros la visión que había tenido y todos se entusiasmaron y se propusieron permanecer fieles en la fe hasta el fin.

Primero pasaron los esclavos y el Diácono. Todos proclamaron ante las autoridades que ellos eran cristianos y que preferían morir antes que adorar a los falsos dioses.

Luego llamaron a Perpetua. El juez le rogaba que dejara la religión de Cristo y que se pasara a la religión pagana y que así salvaría su vida. Y le recordaba que ella era una mujer muy joven y de familia rica. Pero Perpetua proclamó que estaba resuelta a ser fiel hasta la muerte, a la religión de Cristo Jesús. Entonces llegó su padre (el único de la familia que no era cristiano) y de rodillas le rogaba y le suplicaba que no persistiera en llamarse cristiana. Que aceptara la religión del emperador. Que lo hiciera por amor a su padre y a su hijito. Ella se conmovía intensamente pero terminó diciéndole: ¿Padre, cómo se llama esa vasija que hay ahí en frente? "Una bandeja", respondió él. Pues bien: "A esa vasija hay que llamarla bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una bandeja. Y yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre".

Y añade el diario escrito por Perpetua: "Mi padre era el único de mi familia que no se alegraba porque nosotros íbamos a ser mártires por Cristo".

El juez decretó que los tres hombres serían llevados al circo y allí delante de la muchedumbre serían destrozados por las fieras el día de la fiesta del emperador, y que las dos mujeres serían echadas amarradas ante una vaca furiosa para que las destrozara. Pero había un inconveniente: que Felicidad iba a ser madre, y la ley prohibía matar a la que ya iba a dar a luz. Y ella sí deseaba ser martirizada por amor a Cristo. Entonces los cristianos oraron con fe, y Felicidad dio a luz una linda niña, la cual le fue confiada a cristianas fervorosas, y así ella pudo sufrir el martirio. Un carcelero se burlaba diciéndole: "Ahora se queja por los dolores de dar a luz. ¿Y cuándo le lleguen los dolores del martirio qué hará? Ella le respondió: "Ahora soy débil porque la que sufre es mi pobre naturaleza. Pero cuando llegue el martirio me acompañará la gracia de Dios, que me llenará de fortaleza".

A los condenados a muerte se les permitía hacer una Cena de Despedida. Perpetua y sus compañeros convirtieron su cena final en una Cena Eucarística. Dos santos diáconos les llevaron la comunión, y después de orar y de animarse unos a otros se abrazaron y se despidieron con el beso de la paz. Todos estaban a cual de animosos, alegremente dispuestos a entregar la vida por proclamar su fe en Jesucristo.

A los esclavos los echaron a las fieras que los destrozaron y ellos derramaron así valientemente su sangre por nuestra religión.

Antes de llevarlos a la plaza los soldados querían que los hombres entraran vestidos de sacerdotes de los falsos dioses y las mujeres vestidas de sacerdotisas de las diosas de los paganos. Pero Perpetua se opuso fuertemente y ninguno quiso colocarse vestidos de religiones falsas.

El diácono Sáturo había logrado convertir al cristianismo a uno de los carceleros, llamado Pudente, y le dijo: "Para que veas que Cristo sí es Dios, te anuncio que a mí me echarán a un oso feroz, y esa fiera no me hará ningún daño". Y así sucedió: lo amarraron y lo acercaron a la jaula de un oso muy agresivo. El feroz animal no le quiso hacer ningún daño, y en cambio sí le dio un tremendo mordisco al domador que trataba de hacer que se lanzara contra el santo diácono. Entonces soltaron a un leopardo y éste de una dentellada destrozó a Sáturo. Cuando el diácono estaba moribundo, untó con su sangre un anillo y lo colocó en el dedo de Pudente y este aceptó definitivamente volverse cristiano.

A Perpetua y Felicidad las envolvieron dentro de una malla y las colocaron en la mitad de la plaza, y soltaron una vaca bravísima, la cual las corneó sin misericordia. Perpetua únicamente se preocupaba por irse arreglando los vestidos de manera que no diera escándalo a nadie por parecer poco cubierta. Y se arreglaba también los cabellos para no aparecer despeinada como una llorona pagana. La gente emocionada al ver la valentía de estas dos jóvenes madres, pidió que las sacaran por la puerta por donde llevaban a los gladiadores victoriosos. Perpetua, como volviendo de un éxtasis, preguntó: ¿Y dónde está esa tal vaca que nos iba a cornear?

Pero luego ese pueblo cruel pidió que las volvieran a traer y que les cortaran la cabeza allí delante de todos. Al saber esta noticia, las dos jóvenes valientes se abrazaron emocionadas, y volvieron a la plaza. A Felicidad le cortaron la cabeza de un machetazo, pero el verdugo que tenía que matar a Perpetua estaba muy nervioso y equivocó el golpe. Ella dio un grito de dolor, pero extendió bien su cabeza sobre el cepo y le indicó al verdugo con la mano, el sitio preciso de su cuello donde debía darle el machetazo. Así esta mujer valerosa hasta el último momento demostró que si moría mártir era por su propia voluntad y con toda generosidad.

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 7 DE MARZO DEL 2017


Ser hijo del Padre
San Mateo 6, 7-15, I Martes de Cuaresma,


Por: H. Rubén Tornero, LC | 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, una vez más me tienes aquí, en tu presencia. Aumenta mi fe, Señor. Tú bien sabes que creo, pero que mi fe es débil y pequeña; sabes que me cuesta mucho mantenerme fiel en los momentos de prueba y tenerte presente en los momentos de prosperidad. Tú sabes lo presto que soy para quejarme y lo tardo para agradecerte. Aumenta por favor mi fe.
Aumenta mi confianza. Tú sabes cuánto me cuesta abandonar todas mis cosas a tu voluntad... ¡Aún más!, sabes lo mucho que me cuesta abandonarme plenamente en tus manos. Bien conoces el apego que tengo a mi manera de hacer las cosas, a mi modo de pensar, a mi forma de llevar mi vida adelante con mis propios criterios, que la mayoría de veces, no son los tuyos. Ayúdame a confiar en Ti.


Aumenta mi amor. Sabes que me cuesta descubrirte en las personas que me rodean, sobre todo en aquellas que me resultan antipáticas. Ayúdame a amarte tanto que sea capaz de verte en todos, en todo y en todo momento; que me enamore tanto de Ti, Jesús, que todo me hable de Ti. Aumenta mi amor.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Padre... Así me invita el Evangelio a llamarte. Tú, el creador de todas las estrellas y planetas; Tú que me pensaste con amor desde toda la eternidad. Tú que, pase lo que pase, haga lo que haga, nunca dejarás de ser mi Padre.
Eres mi Padre aun cuando yo no me comporte como tu hijo. Tú te mantienes fiel en la cruz con los brazos abiertos para acoger siempre a todos tus hijos.
Eres Padre y sufres al ver que tantas veces yo no sé ser hermano de los demás. No hay dolor más grande para un padre que ver cómo sus hijos se pelean como animales, se usan como a cosas y se matan como a enemigos.
Padre, perdóname por no haberme comportado siempre como un verdadero hijo tuyo; por haber pasado tantas veces indiferente ante mi hermano que sufre pidiendo limosna por la calle o que me ha reclamado un poco de atención y cariño en mi propio hogar.
Enséñame a ser un verdadero hijo tuyo, un hermano de mi hermano. Ayúdame, Padre, a saber recibir tu infinito amor, y dame la gracia de aprender a recibir el amor que Tú me tienes.
Decir “Padre nuestro”, significa decir: Tú que me das la identidad y tú que me das una familia. Es tan importante la capacidad de perdón, de olvidar las ofensas, esa sana costumbre de: “venga, déjalo estar... que se encargue el Señor” y no guardes rencor, resentimiento y ganas de venganza. Así si vas a rezar y dices solo “Padre”, pensando a quien te ha dado la vida y te da la identidad y te ama, y dices “nuestro” perdonando a todos, olvidando las ofensas, es la mejor oración que tú puedas hacer. En este contexto, se ruega a todos los santos y a la Virgen, todo, pero el fundamento de la oración es el “Padre nuestro”.
Homilía de S.S. Francisco, 16 de junio de 2016, en santa Marta).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy voy a rezar dos Padrenuestros pidiéndole a Dios la gracia de comportarme como verdadero hijo suyo y hermano de los demás.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

NOVENA EN HONOR AL SANTO CURA BROCHERO, DEL 7 AL 15 DE MARZO


Novena en honor al Santo Cura Brochero
7 al 15 de marzo

 (ACI).- El P. José Gabriel del Rosario Brochero, más conocido como el Cura Brochero, fue declarado santo el 16 de octubre del 2016, de esta forma se convirtió en el segundo santo de Argentina después de Héctor Valdivieso Sáenz. Aseguraron que el nuevo santo es “una imagen viva de lo que hoy el Papa Francisco nos invita como Iglesia en salida”.


Primer Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Primer día: “El padre Brochero, la Eucaristía y los que sufren”

“La Hostia consagrada es un milagro de amor, un prodigio, una maravilla (…); es la prueba más acabada del amor infinito de Dios hacia mí, hacia ustedes, hacia el hombre” (Cf. Plática del padre Brochero sobre la Última Cena de Jesús).

Reflexión:
El amado Cura Brochero jamás dudó sobre cuál era el centro de su vida: Cristo. Más concretamente: ¡Cristo Eucaristía! Fue el mismo Redentor quien alimentaba la fe de este gran sacerdote en tiempos difíciles y le concedía la gracia de saber que Él mismo, vivo en la Eucaristía, también se hace presente en la persona de los que son más débiles a los ojos del mundo.
Pidamos al Cura Gaucho la gracia de ver en cada pobre, enfermo o necesitado, al mismo Cristo, al que confesamos sentado a la derecha del Padre, a la vez que lo recibimos y adoramos en la Santísima Eucaristía.

Oración:
Padre amoroso, te pedimos que, como al Cura Brochero, nos hagas experimentar el abrazo redentor de tu Hijo, vivo y presente en la Eucaristía, pues solamente así podremos acercarnos con auténtico espíritu de servicio a los más necesitados y llevarles el Evangelio de Jesucristo, el único que puede hacerlos verdaderamente libres. Que la gloriosa intercesión de este santo nos alcance de Ti esta gracia junto a la que te pedimos de modo especial en la novena

 (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Segundo Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Segundo día: “El padre Brochero y el sacerdocio”

“(…) habiéndome sentido desde mis más tiernos años inclinado al estado sacerdotal, he practicado medios conducentes a examinar mi vocación y adquirir –en cuanto lo permitan mis fuerzas- la idoneidad que para tan santo estado se requiere”. (Solicitud de la Tonsura y Órdenes Menores, 1°/7/1862).

Reflexión:
El Cura Brochero, fiel hijo de la Iglesia, estaba identificado con el sacerdocio de Cristo, y lo vivía en plenitud. Para él el ejercicio del ministerio sagrado no era el mero cumplimiento de los deberes de una simple profesión, sino el imperativo de una permanente y total identificación con Cristo, el Buen Pastor, quien vino al mundo para servir, no para ser servido.
La figura del padre Brochero se convierte por ello en grandioso faro que ilumina el camino de todos aquellos que han sido llamados por Dios a seguirlo más de cerca.

Oración:
Padre Misericordioso, que quieres perpetuar el Sacerdocio ministerial de tu Hijo en la persona de hombres que eliges entre otros, para que sean mediadores entre Ti y sus hermanos. Hoy queremos pedirte por nuestros sacerdotes. Que a ejemplo del santo Cura Brochero sean conscientes de que los frutos de todo apostolado dependen ante todo de su relación personal con Cristo, la que deben alimentar cada día con una profunda vida sacramental y de oración. Guía, Señor, por medio de tu Espíritu, a todos los sacerdotes del mundo, a fin de que, fieles al Magisterio de la Iglesia, siempre en comunión con los obispos y con el Papa, conduzcan tu rebaño hasta las praderas de la eternidad.
Que la intercesión del santo Cura Brochero nos obtenga esta gracia y la que pedimos en la novena 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Tercer Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Tercer día: “El padre Brochero y el misterio de la Cruz”

“La señal de Dios es la Santa Cruz y la marca de Él es la fe” (A propósito de una prédica en Tucumán).

Reflexión:
El misterio de la Cruz del Señor resplandeció de un modo singularísimo en la vida y en la misión del padre Brochero. En una de sus cartas al Obispo de Santiago del Estero escribía:

“(…) estoy ciego casi por completo, apenas distingo la luz del día y no distingo ni mis manos (…)”.

A estos dolores físicos se sumarían otros espirituales mucho más profundos. En efecto, el mayor de los padecimientos del padre Brochero era ver cómo Cristo sufría en la persona de sus hermanos. Ante tanta injusticia y tanto dolor la actitud de los justos como este sacerdote íntegro, no podía ser sino la que surge de una fe genuina, “marca de Dios”, de un abrazarse a la Cruz de Cristo, confiando en la Providencia, y ofreciéndole de corazón las pruebas.

Oración:
Padre de nuestro Salvador Crucificado y Resucitado, vuelve tus ojos de ternura hacia aquellos hermanos que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Mira especialmente a los que no encuentran consuelo porque son probados por la enfermedad, la tristeza, la soledad o el miedo.
Que por el misterio de la Cruz de tu Hijo y por la intercesión de tu santo sacerdote Brochero, se reavive en ellos la llama de la esperanza y recuperen la paz de espíritu.
Escucha nuestros ruegos, amado Padre, y concédenos la gracia que te suplicamos en esta novena 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Cuarto Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Cuarto día: “El padre Brochero, el perdón y la prédica”

“Yo me felicitaría si Dios me saca de este mundo confesando y predicando” (Carta al Secretario del Obispo, presbítero Eduardo Ferreira, 2/7/1907).

Reflexión:
Todos los santos sacerdotes de la Iglesia se han caracterizado por una admirable dedicación al sacramento de la Reconciliación. San José Gabriel no ha sido la excepción. Él sabía bien que el Confesionario es el Trono de la Misericordia, erigido en la Tierra por el mismo Dios. ¡Cuántas almas se habrán reconciliado con Dios gracias al ministerio de este incansable Cura! ¡Cuántos hermanos habrán hallado en él, paz y fortaleza para perseverar en la fe!
Pero la prédica del Cura Gaucho no se limitaba al momento en que administraba los sacramentos. Él evangelizaba en cada instante de su vida. No es exagerado decir que cada latido de su corazón era un acto de oración y evangelización.

Oración:
Padre compasivo, te rogamos por todos los pecadores, en especial por aquellos cuyo corazón está más endurecido. Ilumínalos con tu Espíritu, y por la prédica y el testimonio de intrépidos y santos sacerdotes como el Cura Brochero, haz que descubran el tesoro de tu Misericordia, que resplandece de modo incomparable en el sacramento de la Confesión.
Que experimenten la alegría de la comunión contigo, la misma que alentó la vida del santo padre Brochero, por cuya intercesión, reiteramos el pedido de la gracia que te confiamos en esta novena 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Quinto Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Quinto día: “El padre Brochero y la oración”

“No dejo ni dejaré aquellas cortitas oraciones que he hecho a Dios, a fin de que nos veamos juntos en el grupo de los Apóstoles de la Metrópolis celestial” (Carta al Obispo de Santiago del Estero).

Reflexión:
La vida de oración del Cura Brochero es escuela de amor y confianza para los fieles de todos los tiempos. Es común pensar que cuantas más obligaciones tiene un sacerdote, gozará de menos tiempo para orar, y que por lo tanto, se vería obligado a descuidar su relación personal con Dios. Es cierto que esto desafortunadamente suele ocurrir en muchas ocasiones. Pero no es el caso de aquellos que viven en plenitud su sacerdocio. En efecto, estos últimos saben que de su íntima relación con Dios, de su constante y perseverante oración, reciben la fuerza necesaria para cumplir mejor la Divina Voluntad.
El padre Brochero vivía en continua sintonía con el Señor. No porque dedicara una parte de su jornada a la oración, y el resto, a la prédica y a la práctica de la caridad. Cada acto de su vida él lo convertía en oración, ofreciéndoselo al Señor con todo el corazón. Su existencia era de por sí un incesante cántico de súplica, acción de gracias y alabanza al Creador. Y esta plena comunión con Dios hacía fructuosas todas sus obras, aun las que pudieran haber parecido insignificantes a los ojos del mundo.

Oración:
Padre clemente, te pedimos por todos aquellos que se encuentran alejados de Ti, por los que han perdido, o nunca conocieron el hábito saludable de vivir en comunión contigo. Sal nuevamente a su encuentro, Señor. Que te reconozcan en tu Iglesia, en los Sacramentos, en tu Palabra y en el fiel testimonio de sus hermanos.
Señor del Cielo y de la Tierra, enséñanos a orar por quienes no oran. Que nuestra voz llegue a Ti en nombre de aquellos que en el pasado no te conocieron. Que se haga intérprete de los que hoy, consciente o inconscientemente, te cierran las puertas de su corazón.
Que nuestra oración, Señor, a ejemplo de la del Cura Brochero, sea también plegaria de intercesión por las generaciones futuras, para que puedan experimentar la grandeza de tu amor que sana y salva, y del que esperamos obtener, por intercesión del santo Cura Brochero, la gracia por la que realizamos este acto de devoción 

(se menciona la gracia pedida).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Sexto Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Sexto día: “El padre Brochero y la Iglesia”

“Creyendo y esperando cuanto cree y espera nuestra Santa Madre Iglesia en cuya fe nací, he vivido y protesto morir, defendiéndola y enseñándola con mi palabra y ejemplo…” (Testamento del padre Brochero).

Reflexión:
Cuando hay sacerdotes tan comprometidos socialmente como el Cura Gaucho, los sectores particularmente hostiles a la auténtica fe católica son reticentes a especificar que se trató de un fiel hijo de la Iglesia, que vivió en absoluta fidelidad al Magisterio y que practicó las virtudes cristianas en grado heroico. 
El santo Cura Brochero amaba y reverenciaba a la Iglesia con filial devoción. Esto se puede percibir en sus escritos y en sus obras. La fidelidad incondicional al Magisterio, el trato respetuoso y humilde para con su obispo, la prédica constante de la más pura doctrina católica, y la conciencia de que cuando desempeñaba su ministerio lo hacía, no por sí mismo y en un acto individual, sino en nombre de la misma Iglesia, a la que el mismo Jesucristo lo llamó como ministro sagrado… Todas ellas son virtudes que resplandecieron de un modo particular en el padre Brochero.
Este dejar de lado los anhelos personales por legítimos que fueran, y hacerlo en nombre de Cristo y bajo la guía de la Iglesia, es una virtud indispensable requerida para que un hijo de Dios sea propuesto oficialmente como modelo a imitar. Es que quien ama a Cristo de verdad, con un corazón humilde como el padre Brochero, no puede sino acoger agradecido todos los dones que el Señor ofrece para la salvación.
¿Cuáles son estos dones? Ante todo, el Don de Sí mismo, en la Eucaristía. También el don de su Madre, modelo acabado de virtudes, lo más sagrado que Dios pueda ofrecernos que no sea Él mismo; también el don de la Iglesia, sin la cual no habría Eucaristía ni ninguno de los otros sacramentos ni sacramentales; y el don de su Palabra viva y eficaz que ilumina nuestro peregrinar hacia el Cielo.

Oración:
Padre Celestial, Tú aceptaste el Sacrificio de tu Hijo para que todos nosotros fuéramos salvos. Él instituyó la Iglesia para perpetuar ese Sacrificio, a fin de que la salvación estuviera al alcance de los hombres y mujeres de todos los tiempos. El Espíritu Santo, Dios verdadero que procede de Ti y de tu Hijo, vive en la Iglesia, y por medio de ella santifica la creación entera y pone a nuestra disposición todos los medios de la salvación.
Concédenos, Padre amantísimo, la gracia de vivir y morir en plena comunión con la Iglesia Católica, Mística Esposa del Cordero inmolado, y la de profesar una filial devoción al Papa, Vicario de tu Hijo y Sucesor del primero de los Apóstoles.
Te lo pedimos junto a la gracia que solicitamos en esta novena 

(se menciona la gracia).

Que todos los pueblos de la Tierra se congreguen en la unidad para confesarte a Ti, Padre Eterno, que con tu Hijo y el Espíritu Santo, vives y reinas, Dios Misericordioso, por los siglos eternos. Amén.

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Séptimo Día de la Novena a San José del Rosario Brochero



Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Séptimo día: “El padre Brochero y la verdadera riqueza”

“Yo me he considerado siempre muy rico porque la riqueza de una persona no consiste en la multitud de miles de pesos que posee, sino en la falta de necesidades…” (Carta a Nicolás Castellano).

Reflexión:
El Cura Brochero fue materialmente pobre y vivió entre los pobres. Pero se consideraba rico. Rico porque jamás quiso nada para sí sino para los demás. Rico porque nunca tuvo necesidad de más que de aquello que Dios quiso darle. Pero rico ante todo, porque nunca dudó en qué consistía la verdadera riqueza: En servir a Cristo en la persona de los hermanos; en alimentarlos con el pan material y con el Pan espiritual; en procurarles la medicina contra las enfermedades del cuerpo, y sobre todo, contra las del alma; en proveer el techo de una vivienda a los que carecían de él, pero consciente de que era más importante invitarlos al gran Hogar de la Iglesia Madre, la Casa que el mismo Dios ha construido para sus hijos.
Mientras el padre Brochero proyectaba la construcción de caminos terrenales, trazaba con su vida ejemplar senderos de luz que conducían hacia la Patria celestial (y más ahora, que ha sido elevado a los altares).
¡Cuán rico era este Cura pobre! Rico, porque siendo pobre y humilde enriqueció a todos los que conoció ofreciéndoles el Tesoro más grande que es Jesucristo. El que Lo tiene a Él lo tiene todo.
La riqueza del Cura Brochero, evidentemente no era material puesto que dándola no se empobrecía; tan abundante es ella que sigue y seguirá enriqueciendo a todos aquellos que dirijan su mirada a la grandiosa figura de quien supo imitar a Cristo dándose a los demás.

Oración:
Padre de toda riqueza, en nombre y por la intercesión del santo Cura Brochero, rico en virtudes y en méritos, acuérdate de los que vivimos sumidos en la pobreza de nuestras propias miserias. Recuérdanos nuestra dignidad, Señor. Que no olvidemos que el Precio de nuestra redención es el Sacrificio de tu amado Hijo, el Fruto selecto formado en el seno de María, que por nosotros fue exprimido en el noble Árbol de la Cruz.
Que nunca cerremos las puertas del corazón a la salvación que Él nos ofrece.
Te pedimos todo esto junto a la gracia por la que rezamos esta novena al padre Brochero

 (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Octavo Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Octavo día: “El padre Brochero y la Santísima Virgen”

“Mi Purísima”.

Reflexión:
Con esta tierna expresión el Cura Brochero acostumbraba a dirigirse a la gran Madre de Dios. Más que una jaculatoria, es toda una profesión de fe y de confianza en la revelación bíblica, que da cuenta de la incomparable dignidad de aquella que mereció llevar en su seno al Autor de la Vida, y de su poderosa intercesión en nuestro favor.
“Mi Purísima”: El adjetivo posesivo “Mi” se hace eco de la entrega que Cristo nos hizo de su Madre en la persona de Juan cuando ella, Virgen fiel, permanecía sufriente pero serena al pie de la Cruz.
El adjetivo superlativo “Purísima” confiesa la fe del padre Brochero en el misterio de la Inmaculada Concepción de María y su confianza en la gloriosa intercesión de tan dulce Madre por todos y cada uno de sus hijos hasta el final de los tiempos.
Imitemos al Cura Brochero, que en medio de los desiertos del mundo, acudía a María como remanso de amor y ternura, como a oasis de paz y torre de fortaleza.

Oración:
Dios de los portentos, desde los orígenes de la Creación ya pensabas en aquella que concebiría en su seno a tu Hijo único, Señor y Salvador de los hombres.
Te pedimos que a ejemplo del santo Cura Brochero, y como tú mismo Hijo nos enseñara, aprendamos a acudir con confianza a María en cada momento de nuestra vida. Nadie mejor que ella para mostrarnos a Jesús, Camino, Verdad y Vida.
Nadie, fuera de Ti, más grande que ella. 
Que esta Madre bendita nos lleve siempre de su mano, Señor, para que nuestros pies no vuelvan a tropezar.
Acoge esta súplica confiada, junto a la que reiteramos también el pedido que te hemos presentado en esta novena

 (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén




Noveno Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Noveno día: “El padre Brochero, nuestro intercesor”

“Dios me da la ocupación de buscar mi último fin, y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir, hasta el fin del mundo” (Carta al Obispo de Santiago del Estero).

Reflexión:
Este anhelo del humilde Cura Gaucho, anhelo que fue una promesa, llega a su pleno cumplimiento precisamente ahora, en que la Madre Iglesia ha glorificado a este preclaro hijo suyo con la corona inmarcesible de los bienaventurados.
Cuando la historia nos relata la labor de grandes hombres y mujeres, destaca todo lo bueno que ellos hicieron en vida y el legado que pudieron habernos dejado. Lo que no puede constar históricamente es que, más allá de este legado, luego de su muerte terrena, dichos hombres y mujeres, puedan seguir ayudándonos personalmente. No pasa así con los cristianos que la Madre Iglesia eleva a los altares y propone como modelo a imitar. Por fe nos consta que su intercesión ante Dios en favor nuestro es personal, concreta y eficaz. La principal prueba documentada e irrefutable de ello son los al menos dos milagros exigidos por la Iglesia, uno para la beatificación, y otro para la canonización de sus hijos ejemplares.

Oración:
Padre nuestro, Dios Viviente y Misericordioso, te damos gracias por habernos dado, a lo largo de los siglos, a tantos hijos tuyos, que han ido revelándonos los rasgos paternales de tu Rostro amoroso.
Pensamos en Abraham, nuestro padre en la fe, y en los demás patriarcas y profetas.
Pensamos en el grandioso Patriarca San José, Esposo de la Virgen e icono perfecto de tu gloriosa Paternidad, el hombre más semejante a tu Hijo, ante quien “hizo las veces de padre”, según tus designios.
Pensamos en la multitud de santos y santas que interceden por nosotros.
De modo especial, te damos gracias, Padre Bueno, por la vida y el ministerio, por la glorificación y la intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero. Que él nos dé fuerzas para no sucumbir a causa de nuestras debilidades, que no permita que los vientos de las modas pasajeras, apaguen la llama de nuestra esperanza, que nos alerte para no rendir culto a los nuevos y antiguos ídolos, y que ilumine nuestro caminar hacia el encuentro definitivo con Cristo en la paz eterna del Reino prometido.
En nombre de este bienaventurado sacerdote, hemos rezado la novena, pidiéndote la gracia que ahora reiteramos, con la esperanza de que, por intercesión suya, te dignes escuchar nuestro humilde ruego 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén