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jueves, 9 de febrero de 2017

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 9 DE FEBRERO DEL 2017


Lo que da sentido al dolor
San Marcos 7, 24-30. V Jueves de Tiempo Ordinario. Ciclo A.


Por: H. Adrián Olvera de la Cruz LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Te busco y pareces no estar… Te hablo y pareces no escuchar. Señor, aumenta mi fe. Aquí estoy para hacer tu voluntad.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30
En aquel tiempo, Jesús salió de Genesaret y se fue a la región donde se encuentra Tiro. Entró en una casa, pues no quería que nadie se enterara de que estaba ahí, pero no pudo pasar inadvertido. Una mujer, que tenía una niña poseída por un espíritu impuro, se enteró enseguida, fue a buscarlo y se postró a sus pies.
Cuando aquella mujer, una siria de Fenicia y pagana, le rogaba a Jesús que le sacara el demonio a su hija, él le respondió: “Deja que coman primero los hijos. No está bien quitarles el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. La mujer le replicó: “Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños”.
Entonces Jesús le contestó: “Anda, vete; por eso que has dicho, el demonio ha salido ya de tu hija”. Al llegar a su casa, la mujer encontró a su hija recostada en la cama, y ya el demonio había salido de ella.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Duele profundamente en el corazón cuando buscamos en Dios consuelo; cuando buscamos amor y no sólo no lo encontramos sino que parece rechazarnos… parece indiferente… Pasa desapercibido.
Muchas veces no entiendo tu silencio, Señor, ante mis palabras, ante mis reclamos y necesidades; aun ante las necesidades más puras, más humanas, más sencillas. Parece que mi pecado te repele, parece que mi miseria es tanta que tu atención no merece.
Acepto que al darme cuenta de esto muchas veces callo. No hablo más…Me refugio en la soledad…
No sé por qué algo en mí quiere seguir gritando; necesita ser escuchado y sigo recurriendo a Ti…A Ti que parece que no escuchas…parece que callas…parece que rechazas. Te sigo buscando como necesidad del alma que sabe que sólo en Ti puede sanar, que solo en Ti puede descansar.
Comprendo que el amor es necesidad. Es un camino difícil de recorrer. Comprendo que el amor, si es verdadero, viene acompañado del dolor. Ahí se purifica, se prueba, se hace verdadero.
El que persevera en el amor es el que te encuentra. El que te encuentra le da sentido al dolor; no deja de gritar de sentir necesidad, de recorrer a Ti, pero siempre con la esperanza de que escucharás, que estarás conmigo aun en la más profunda soledad.
Señor, enséñame a amar. Enséñame a perseverar en el camino de la fe y del amor. No dejes que me rinda ante tu silencio…No dejes que me rinda en el camino del amor.
«Ir a lo fundamental, a no dejarle a Cristo las migajas de nuestro tiempo o de nuestra alma, sino a llevarlo todo a ese amistoso coloquio con el Señor, “estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”.»
(Homilía de S.S. Francisco, 28 de marzo de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Dedicaré un momento de mi día a responder estas preguntas: ¿Cómo está mi fe en Dios? ¿Cómo está mi amor a Dios?
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

ORACIÓN A SANTA APOLONIA PARA PEDIR FAVOR EN MOMENTOS DIFÍCILES


Oración a Santa Apolonia para pedir favor en momentos difíciles

Santísima virgen y fervorosa mártir,
abogada mía, Santa Apolonia,
llena de amor a Dios,
que con la constancia
de muchos años de virtud
te hiciste respetable y venerable
a toda Alejandría.

Ayúdame bendita santa,
escucha mi súplica,
dame tu favor y ayuda
en estos momentos de angustia,
dolor y desolación de mi alma.

Emplea tu intercesión con Dios,
y tu patrocinio conmigo
en hacerme digno devoto tuyo
por la imitación de tus virtudes,
y constancia en los buenos propósitos:

Alcánzame asimismo
el favor que te pido en esta ocasión,
interponiendo con tus méritos
los de mí Señor Jesucristo.

Amén.

(Se hace la petición y se reza tres veces
el Padre nuestro, el Ave María, con Gloria).

ORACIÓN A SANTA APOLONIA PARA CALMAR EL DOLOR DE DIENTES


Oración a Santa Apolonia para calmar el dolor de dientes

Pues se asegura el favor,
quien fija en vuestra piedad,
por vuestro dolor templad
de las muelas el dolor.

Logró vuestra gallardía,
y singular perfección
la común aclamación
de Espejo de Alejandría.

Y pues cruel el rigor
turbó vuestra claridad:
por vuestro dolor templad
de las muelas el dolor.

De la Idolatra ceguera
labráis por justa el enojo,
la que intentó con arrojo,
pararos en la carrera.

Y pues sufrís con valor
la pena, y su terquedad:
por vuestro dolor templad, etc.

Por más que os veis lastimada,
sois á los golpes sufrida,
como quien tiene la vida
en la muerte prolongada.

Y pues prueba vuestro amor
el golpe de la crueldad:
por vuestro dolor templad, etc.

Los ministros inclementes
con un martirio importuno,
poco a poco, y uno a uno,
os quitan muelas, y dientes.

Y pues sabéis el furor
de tan cruda enfermedad:
por vuestro dolor templad, etc.

Con un impulso Divino
os arrojáis á la hoguera,
que a la tiranía fiera
vuestro valor se previno.

Y pues fue espanto, y pavor
de la airada ceguedad:
por vuestro dolor templad, etc.

Como Médica sagrada
os desean los penados,
porque esperan confiados
su Oración bien despachada.

Y pues piden con fervor
a vuestra gran caridad:
por vuestro dolor templad, etc.

Sienta el vecino, y remoto
vuestra singular virtud,
que pidiendo la salud
se os encomienda devoto.

Y pues es más acreedor
el de más necesidad:
por vuestro dolor templad, etc.

Vuestros prodigios la fama,
de sanar muelas, y dientes
ha esparcido entre las gentes,
y todo el Orbe lo aclama.

Pues, porque cobre mayor
crédito con la verdad:
por vuestro dolor templad
de las muelas el dolor.

SANTA APOLONIA, MÁRTIR INTERCESORA DE LAS DOLENCIAS DENTALES, 9 DE FEBRERO


Hoy 9 de febrero es fiesta de Santa Apolonia, mártir intercesora ante las dolencias dentales

 (ACI).- El 9 de febrero es fiesta de Santa Apolonia, a quien se le invoca contra el dolor de muelas y todas las enfermedades dentales. Antes de ser arrojada a una hoguera, pidió un momento de tregua e hizo algo tan inesperado que San Agustín explicó después.

Según la tradición, los papás de Apolonia no podían tener hijos y rezaban constantemente a sus dioses. La futura madre, finalmente, pidió a la Virgen María que intercediera por ellos y así Apolonia fue concebida. Cuando la joven Apolonia se enteró de esto se convirtió al cristianismo.

En el  último año del reino del emperador Felipe el Árabe (249 D.C.), en Alejandría, se inició una persecución contra los cristianos. Los creyentes eran arrastrados fuera de sus casas, asesinados y sus propiedades saqueadas. Todo esto porque un profeta de Alejandría anunció desastres, supuestamente por la presencia de los “impíos” cristianos que no adoraban a los dioses paganos.

San Dionisio, Obispo de Alejandría, describió a Santa Apolonia como una mujer que era tenida en “gran estima”, y relató su muerte de la siguiente forma:

“La capturaron y le rompieron todos los dientes a golpes. Construyeron una hoguera en las afueras de la ciudad, y la amenazaron con quemarla viva si se negaba a repetir palabras impías luego de ellos (ya fuese blasfemias contra Cristo, o una invocación a los dioses paganos)”.

“Al otorgársele un respiro, pedido por ella, se lanzó rápidamente al fuego y ardió hasta morir”, añade San Dionisio.

No obstante, nadie puede apresurar su propio fin. Al respecto, San Agustín en el primer libro de “La Ciudad de Dios” explica lo ocurrido: “se dice que en tiempos de persecución se supo de ciertas santas mujeres se sumergieron en el agua con la intención de ser arrastradas por las olas y ahogarse, y así preservar su castidad amenazada”.

“Aunque abandonaron la vida de este modo, no obstante, reciben el alto honor como mártires en la Iglesia Católica y sus fiestas se observan con gran ceremonia”.

Más adelante, señala que “este es un tema sobre el que no me atrevo a juzgar a la ligera, pues yo sólo sé que la Iglesia fue autorizada por Dios a través de revelaciones confiables para honrar así la memoria de estos cristianos. Puede ser que este sea el caso”.

“¿Podría ser también que éstos actuaron de tal manera, no por capricho humano sino por mandato divino, no erróneamente, sino por obediencia, través de la obediencia, como lo debemos creer en el caso de Sansón? Sin embargo, cuando Dios da una orden y la da a conocer claramente, ¿quién podría juzgar la obediencia en ello como un crimen o condenar tal devoción piadosa y servicio efectivo?”

La narración de Dionisio no sugiere el menor reproche a este acto de Santa Apolonia; a sus ojos, ella era tan mártir como las demás, y como tal fue venerada en la Iglesia de Alejandría.

Artísticamente se le representa sosteniendo unas pinzas que aprietan un diente.

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Biografía Santa Apolonia
9 de febrero



San Dionisio, obispo de Alejandría, fue testigo de la muerte de Apolonia quien era para entonces una diaconisa de edad avanzada. La describió en una carta a Fabio que fue preservada por Eusebio, obispo de Antioquía.

Estalló una persecución de los cristianos por el populacho pagano de Alejandría en el último año del reino del emperador Felipe. Los cristianos eran arrastrados fuera de sus casas y asesinados, sus propiedades saqueadas. La persecución comenzó cuando un poeta de Alejandría profetizó desastre por la presencia de los cristianos a los que consideraba impíos por no adorar a los dioses.

La primera víctima fue un anciano venerable llamado Metras o Metrius, a quien trataron de obligar a proferir blasfemias contra Dios. Cuando se negó, lo azotaron, le clavaron astillas de caña en los ojos, y lo mataron a pedradas.

La siguiente persona que aprehendieron fue a una mujer cristiana, llamada Quinta, a quien llevaron a uno de sus templos para forzarla a adorar al ídolo. Ella se dirigió al falso dios con palabras de desprecio que exasperaron tanto al pueblo que la arrastraron por los talones por encima del empedrado, la azotaron y le dieron muerte a pedradas. Por esos días, los alborotadores habían llegado al colmo de su furor. Los cristianos no ofrecían resistencia, sino que se daban a la fuga, abandonando todas sus pertenencias, sin quejarse, porque sus corazones estaban despegados de la tierra. Su constancia era tan general, que San Dionisio no supo de ninguno que hubiera renunciado a Cristo.

Se apoderaron de Apolonia y la golpearon en la cara, le tiraron todos los dientes, y después, prendiendo una gran hoguera fuera de la ciudad, la amenazaron con arrojarla dentro si no pronunciaba ciertas palabras impías. Les rogó que le dieran unos momentos de tregua, como si fuera a considerar su posición. Entonces, para dar testimonio de que su sacrificio era perfectamente voluntario, tan pronto como la dejaron libre, se lanzó dentro de las llamas.

Luego descargaron su furia sobre un santo hombre llamado Serapión y lo atormentaron en su propia casa; después lo tiraron de cabeza desde la azotea.

En la mayoría de las regiones de la Iglesia occidental se encuentran iglesias y altares dedicados en honor de Santa Apolonia, pero no se la venera en ninguna iglesia oriental, aun cuando sufrió en Alejandría.

San Agustín explica por qué razón anticipó su muerte. El santo supone que obró por una dirección particular del Espíritu Santo, porque de otra manera no sería lícito hacerlo; nadie puede apresurar su propio fin.

Se la invoca contra el dolor de muelas y todas las enfermedades dentales, y se la presenta con un par de pinzas que sostienen un diente o si no, suele distinguirse por un diente de oro pendiente de su collar.