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sábado, 7 de enero de 2017

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 8 DE ENERO 2017 - EL BAUTISMO DEL SEÑOR


El Bautismo del Señor – Ciclo A
Domingo 8 de Enero de 2017

“En el bautismo de Jesús se manifiesta la trinidad“



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías 42,1-4.6-7:

Así dice el Señor: «Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»

Palabra de Dios    

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Salmo
Salmo Responsorial: 28,1a.2.3ac-4.3b.9b-10

R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz

Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado. R/.

La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica. R/.

El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno. R/.

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Segunda lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10,34-38:

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»

Palabra de Dios

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Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (3,13-17)

En aquel tiempo, fue Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Pero Juan intentaba disuadirlo, diciéndole: «Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?»
Jesús le contestó: «Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.» Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. y vino una voz del cielo que decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto.»

Palabra del Señor

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UNA NUEVA ETAPA


Antes de narrar su actividad profética, los evangelistas nos hablan de una experiencia que va a transformar radicalmente la vida de Jesús. Después de ser bautizado por Juan, Jesús se siente el Hijo querido de Dios, habitado plenamente por su Espíritu. Alentado por ese Espíritu, Jesús se pone en marcha para anunciar a todos con su vida y su mensaje la Buena Noticia de un Dios amigo y salvador del ser humano.

No es extraño que, al invitarnos a vivir en los próximos años «una nueva etapa evangelizadora», el papa nos recuerde que la Iglesia necesita más que nunca «evangelizadores de Espíritu». Sabe muy bien que solo el Espíritu de Jesús nos puede infundir fuerza para poner en marcha la conversión radical que necesita la Iglesia. ¿Por qué caminos?

Esta renovación de la Iglesia solo puede nacer de la novedad del Evangelio. El papa nos invita a escuchar también hoy el mismo mensaje que Jesús proclamaba por los caminos de Galilea, no otro diferente. Hemos de «volver a la fuente para recuperar la frescura original del Evangelio». Solo de esta manera «podremos romper esquemas aburridos en los que pretendemos encerrar a Jesucristo».

El papa está pensando en una renovación radical «que no puede dejar las cosas como están; ya no sirve una simple administración». Por eso nos pide abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así» e insiste una y otra vez: «Invito a todos a ser audaces y creativos en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las propias comunidades».

Francisco busca una Iglesia en la que solo nos preocupe comunicar la Buena Noticia de Jesús al mundo actual. «Más que el temor a no equivocarnos espero que nos mueva el temor a encerrarnos en estructuras que nos dan una falsa contención, en normas que nos vuelven jueces implacables, en costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: Dadles vosotros de comer».

El papa nos llama a construir «una Iglesia con las puertas abiertas», pues la alegría del Evangelio es para todos y no se debe excluir a nadie. ¡Qué alegría poder escuchar de sus labios una visión de Iglesia que recupera el Espíritu más genuino de Jesús rompiendo actitudes muy arraigadas durante siglos! «A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa del Padre, donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas».

Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 3,13-17

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«Jesús vino de Galilea al Jordán donde estaba Juan, para ser bautizado»




Hoy contemplamos al Mesías —el Ungido— en el Jordán «para ser bautizado» (Mt 3,13) por Juan. Y vemos a Jesucristo como señalado por la presencia en forma visible del Espíritu Santo y, en forma audible, del Padre, el cual declara de Jesús: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3,17). He aquí un motivo maravilloso y, a la vez, motivador para vivir una vida: ser sujeto y objeto de la complacencia del Padre celestial. ¡Complacer al Padre!

De alguna manera ya lo pedimos en la oración colecta de la misa de hoy: «Dios todopoderoso y eterno (...), concede a tus hijos adoptivos, nacidos del agua y del Espíritu Santo, llevar siempre una vida que te sea grata». Dios, que es Padre infinitamente bueno, siempre nos “quiere bien”. Pero, ¿ya se lo permitimos?; ¿somos dignos de esta benevolencia divina?; ¿correspondemos a esta benevolencia?

Para ser dignos de la benevolencia y complacencia divina, Cristo ha otorgado a las aguas fuerza regeneradora y purificadora, de tal manera que cuando somos bautizados empezamos a ser verdaderamente hijos de Dios. «Quizá habrá alguien que pregunte: ‘¿Por qué quiso bautizarse, si era santo?’. ¡Escúchame! Cristo se bautiza no para que las aguas lo santifiquen, sino para santificarlas Él» (San Máximo de Turín).

Todo esto —inmerecidamente— nos sitúa como en un plano de connaturalidad con la divinidad. Pero no nos basta a nosotros con esta primera regeneración: necesitamos revivir de alguna manera el Bautismo por medio de una especie de continuo “segundo bautismo”, que es la conversión. Paralelamente al primer Misterio de la Luz del Rosario —el Bautismo del Señor en el Jordán— nos conviene contemplar el ejemplo de María en el cuarto de los Misterios de Gozo: la Purificación. Ella, Inmaculada, virgen pura, no tiene inconveniente en someterse al proceso de purificación. Nosotros le imploramos la sencillez, la sinceridad y la humildad que nos permitirán vivir de manera constante nuestra purificación a modo de “segundo bautismo”.

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench 

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)

SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, 7 DE ENERO


Hoy 7 de enero la Iglesia celebra a San Raimundo de Peñafort, patrono de los juristas católicos


 (ACI/EWTN Noticias).- “Contemplad al autor y mantenedor de la fe, a Jesús, quien, siendo inocente, padeció por obra de los suyos”, escribió una vez San Raimundo de Peñafort, santo dominico que humildemente ocupó cargos importantes, escribió libros que se hicieron famosos y hasta viajó por el mar en una barca hecha con su túnica. Es patrono de los juristas católicos y su fiesta se celebra cada 7 de enero.

Raimundo, cuyo nombre significa “buen consejo”, nació por el año 1175 en Peñafort, cerca de Barcelona en España. Poseía una inteligencia extraordinaria y a los 20 años fue profesor de filosofía en Barcelona.


A los 30 años estudió en la Universidad de Bolognia, Italia, con la finalidad de perfeccionar su conocimiento de derecho civil y canónico. Luego se doctoró y trabajó como docente. Más adelante sirvió como archidiácono de la Diócesis de Barcelona.

En 1222 ingresó a la Orden de Predicadores (Dominicos). El Santo pidió que le impusieran penitencias severas y oficios humillantes. Él consideraba que el orgullo era un peligro para el alma. Sin embargo, los superiores le encomendaron la labor de investigar cómo responder a las  difíciles preguntas sobre moral que los fieles presentaban.

Como resultado se obtuvo el libro “Summa de casibus paenitentialibus”, la primera obra en su género y que se volvió muy famosa, sirviendo de gran provecho para confesores y moralistas.


Trabajaba arduamente en la predicación, instrucción y confesión. En 1230 el Papa Gregorio IX lo llamó a Roma y lo nombró su confesor. Además le encomendó reunir el Corpus canónico de los decretos de los Pontífices y concilios que no estuvieran ya en la colección que Graciano había hecho en 1150.

De esta labor se publicó su famoso libro, en 5 volúmenes, titulado “Decretales”. Esta compilación fue considerada como la mejor colección de derecho canónico hasta la compilación del “Codex Juris Canonici” en 1917.

A pesar de las súplicas del Santo, el Papa lo nombró Obispo de Tarragona, pero poco después San Raimundo enfermó gravemente y el Pontífice lo liberó, pidiéndole que propusiera un candidato apto para el cargo.

Regresó a Barcelona, su tierra natal, para recuperarse de la enfermedad y tanto la Santa Sede como el rey le encomendaron trabajos importantes. De los escritos de San Raimundo destacó la “Summa casuum”, sobre la administración genuina y provechosa del Sacramento de la Penitencia.

En 1238 los diputados del Capítulo General de la Orden Dominica fueron a Barcelona para anunciarle a San Raimundo que había sido elegido como superior general. Por obediencia, el Santo aceptó y visitó a pie todas las casas de la Orden, inculcando el amor a la vida entregada en regularidad, al estudio y los misterios espirituales.

Más adelante obtuvo que se aprobara una medida que aceptara la dimisión voluntaria del superior cuando éste tuviera razones justas. De esta manera pudo renunciar al cargo fundamentándose en su edad, al haber cumplido 65 años.

Los siguientes años los empleó en la evangelización, esclareciendo la doctrina ante herejías y buscando la conversión de todos, incluidos judíos y musulmanes.

Cierta ocasión se encontraba acompañando al rey Jaime a Mayorca, un soberano mujeriego que había prometido enmendarse, pero que no cumplió su promesa. En vista de ello, San Raimundo pidió licencia para ir a Barcelona, pero el rey se lo negó y amenazó de muerte a quien se atreviera a sacarlo de la isla.

Ante esto, el Santo dijo: "Los reyes de la tierra pueden impedirnos la huida, pero el Rey del cielo nos dará los medios para ello". Luego se fue al mar, extendió su túnica sobre el agua, ató un extremo de ella a un palo para que sirviera de vela, hizo la señal de la cruz y subió sobre la “barca”.

Milagrosamente la “nave” llegó a Barcelona y San Raimundo fue recibido con aclamaciones por la gente que lo vio llegar. El Santo, sin inmutarse, recogió su túnica, que estaba seca, la puso en sus hombros y se fue a su monasterio. En el sitio que desembarcó se construyeron una capilla y una torre.

Durante su última enfermedad fue visitado por los reyes Alfonso de Castilla y Jaime de Aragón. San Raimundo partió a la Casa del Padre el 6 de enero de 1275 con 100 años de edad. Sus restos mortales reposan en la catedral de Barcelona, España.

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 7 DE ENERO 2017

Jesús proclama la Buena Nueva del Reino
Mateo 4,12-17.23-25. Sábado de Feria de Tiempo de Navidad, Ciclo A.


Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
«Escucha pueblo mío mi enseñanza; inclina el oído a las palabras de mi boca» (Salmo 78). Hoy, Jesús, quiero escuchar tus palabras, quiero reconocer tu voz y estar atento a tu voluntad en mi vida ¿Qué quieres de mí? Quiero conocer el camino que debo de seguir. Tú, Jesús, eres el camino, eres la luz que ilumina mis pasos. Condúceme por el camino de la Voluntad del Padre.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Mateo 4,12-17.23-25
En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, se retiró a Galilea. Y dejando la ciudad de Nazaret, fue a morar en Cafarnaúm, ciudad marítima, en los confines de Zabulón y de Neftalí. Para que se cumpliese lo que dijo Isaías el profeta: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino de la mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. Pueblo que estaba sentado en tinieblas, vio una gran luz, y a los que moraban en tierra de sombra de muerte les nació una luz».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Haced penitencia, porque el Reino de los cielos está cerca». Y andaba Jesús rodeando toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el Evangelio del Reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo. Y corrió su fama por toda Siria, y le trajeron todos los que tenían algún mal, poseídos de varios achaques y dolores, y los endemoniados, y los lunáticos y los paralíticos, y los sanó. Y le fueron siguiendo muchas gentes de Galilea y de Decápolis y de Jerusalén y de Judea, y de la otra ribera del Jordán.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Todos somos testigos de la gran luz que nos ha iluminado. Cristo niño se ha hecho hombre por amor a nosotros para convertirse en la luz que guiará nuestros pasos.

Se dice que cuando la noche es más oscura es cuando más brillan las estrellas. Podríamos decir también que cuando más oscuro es nuestro peregrinar por este mundo es cuando más brilla la luz de Cristo en nuestros corazones. Cuando más solos nos sentimos es cuando Cristo está más cerca de nosotros. Porque como dice el profeta Isaías: "este mundo camina en tinieblas pero ya ha visto una gran luz que viene a salvarle". No permitamos que la ceguera de nuestro egoísmo entenebrezca la luz de Cristo en nuestros corazones. Tengamos bien abiertos los ojos de la fe en Dios para caminar por la senda del verdadero amor y de la verdadera esperanza.

Sabemos por el evangelio de hoy que el Reino de los cielos ha llegado, pero ¿cómo le hemos recibido? ¿Nos hemos dado cuenta de su llegada? O por el contrario, ¿hemos permitido que otras luces que no es la de Cristo guíen nuestra vida? No gastemos nuestro fuego en otros infiernillos. Confiemos en que Jesús es la verdadera luz que nos traerá aquella felicidad que buscamos en las cosas de este mundo. Porque sólo Cristo llenará las ansias de felicidad que buscamos.
Con sus invitaciones a la conversión, este tiempo viene providencialmente a despertarnos, a sacudirnos de la apatía, del riesgo de seguir adelante por inercia. La exhortación que el Señor nos dirige por medio del profeta Joel es fuerte y clara: “Convertíos a mí de todo corazón”. ¿Por qué debemos volver a Dios? Porque algo no está bien en nosotros, no está bien en la sociedad, en la Iglesia, y necesitamos cambiar, dar un viraje. Y esto se llama tener necesidad de convertirnos. Una vez más este tiempo nos dirige su llamamiento profético, para recordarnos que es posible realizar algo nuevo en nosotros mismos y a nuestro alrededor, sencillamente porque Dios es fiel, es siempre fiel, porque no puede negarse a sí mismo, sigue siendo rico en bondad y misericordia, y está siempre dispuesto a perdonar y recomenzar de nuevo. Con esa confianza filial, pongámonos en camino.»
(Cf. S.S. Francisco, 5 de marzo de 2014).
Diálogo con Cristo
Jesús, quiero tener esa disponibilidad que tuviste siempre para con los demás. Abre mis ojos y mi corazón a las necesidades de quienes están más cerca. Quiero saber salir de mí mismo, de mi comodidad, para ser un auténtico misionero de tu amor en tu Iglesia. Que mi única ilusión sea la de poder gastar, minuto a minuto, la vida que me has ha dado, siguiendo fielmente las indicaciones de tus Pastores.
Propósito
Conocer, para vivir, la Palabra de Dios. Leer y meditar el evangelio de cada día.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!       
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.