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sábado, 26 de noviembre de 2016

SANTORAL DE HOY SÁBADO 26 DE NOVIEMBRE DEL 2016

Santiago Alberione, Beato
Sacerdote, 26 de noviembre
Siricio, SantoSiricio, Santo
XXXVIII Papa de la Igresia, 26 Noviembre
Cayetana Sterni, BeataCayetana Sterni, Beata
Fundadora, 26 de noviembre
Belino de Padua, SantoBelino de Padua, Santo
Mártir y Obispo, 26 Noviembre
Margarita Occhiena, VenerableMargarita Occhiena, Venerable
Mamá de San Juan Bosco, 26 Noviembre
Humilde de Bisignano, SantoHumilde de Bisignano, Santo
Confesor, 26 Noviembre
Conrado, SantoConrado, Santo
Obispo, 26 de noviembre
Leonardo de Porto Maurizio, SantoLeonardo de Porto Maurizio, Santo
Predicador, 26 Noviembre

BEATO SANTIAGO ALBERIONE, PATRONO DE INTERNET, 26 DE NOVIEMBRE


Hoy 26 de noviembre se conmemora al Beato Santiago Alberione, considerado patrono de Internet


 (ACI).- El 26 de noviembre se recuerda al Beato Santiago Alberione, fundador de la “Familia Paulina” y considerado patrono de Internet. Él prometió que “desde la Casa del Padre, me preocuparé de los comunicadores y de todos aquellos que trabajan con los medios más modernos y eficaces”.

Santiago Alberione nació en Italia en 1884 en una familia campesina. Siendo niño, la maestra le preguntó qué es lo que quería ser cuando fuera grande y él respondió: “quiero ser cura”.

A los 16 años ingresó al seminario de Alba y conoció al canónigo Francisco Chiesa, quien fue su guía espiritual por 46 años. Interpelado por la encíclica “Tametsi Futura” (sobre Jesucristo Redentor) del Papa León XIII, la noche del 31 de diciembre de 1900, Alberione rezó por horas ante el Santísimo Sacramento.

En ese momento, una “luz especial” apareció sobre la hostia consagrada y se sintió profundamente llamado a servir al Señor en los hombres del nuevo siglo.


Fue ordenado sacerdote en 1907 y, en medio del trabajo pastoral y del estudio de la sociedad civil y eclesial, comprendió que Dios lo animaba a predicar el Evangelio a todos los pueblos, en el espíritu del Apóstol Pablo y con los modernos medios de comunicación.

Es así que en agosto de 1914, el P. Alberione inició la “Familia Paulina” con la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo. Posteriormente inició la Congregación de las Hijas de San Pablo, las Pías Discípulas del Divino Maestro, las Hermanas de Jesús Buen Pastor y el Instituto Regina Apostolorum.

A ellos se sumaron los institutos de vida secular consagrada como San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Jesús Sacerdote y Santa Familia. En total, 10 instituciones en las que también se incluye a los Cooperadores Paulinos.

Fue un gran impulsor de la impresión de ediciones populares de libros sagrados y diversas publicaciones de formación católica, litúrgica y pastoral.

En 1962 fue invitado a participar del Concilio Vaticano II y San Juan XXIII decía de él: “este sí que es un gran hombre de Dios”. Al final de su vida, el Beato Alberione fue visitado por su amigo el Beato Papa Pablo VI.


Partió a la Casa del Padre un 26 de noviembre de 1971 y fue beatificado por San Juan Pablo II en 2003, en el día de la Solemnidad de la Divina Misericordia.

Según los Paulinos en España en el 2002 el Vaticano llamó a los fieles para que propongan un patrono de internet y la votación se realizó en la página italiana Santi e Beati en el 2003. Santiago Alberione quedó en primer lugar y tras su beatificación fue nombrado Patrono de las Comunicaciones y de Internet por el Colegio de Cardenales.

SAN JUAN BERCHMANS, EL HERMANO ALEGRE DE LOS JESUITAS, 26 DE NOVIEMBRE


Hoy 26 de noviembre celebramos a San Juan Berchmans, “el hermano alegre” de los jesuitas




 (ACI).- San Juan Berchmans nació en 1599 en Bélgica. Su padre era zapatero y su madre se caracterizó por su frágil salud, por lo que el pequeño Juan cuidaba a sus hermanos y ayudaba en los quehaceres de la casa. A los 10 años un sacerdote le dio un oficio y con su paga colaboraba con los gastos familiares.

Años después se trasladó a Malinas, donde trabajó como empleado de un canónico y cuidando a dos chicos holandeses. Con el tiempo se fundó en aquel lugar un colegio jesuita, al que Berchmans decidió ingresar.

Su padre se opuso rotundamente pero se sorprendió con la firme decisión de su hijo. Estando en el noviciado de los jesuitas, le comunicaron a Juan que su madre estaba agonizando pero el joven no retornó a casa y envió una carta piadosa a sus padres.

Meses después de la muerte de su madre, el padre de Berchmans ingresó al seminario y tras un tiempo de formación fue ordenado sacerdote.


San Juan recibió el apodo de “el hermano alegre” porque siempre fue amable, jovial y atento con los demás. Se decía que si alguno estaba de mal humor, la compañía del Santo lo alegraba. Todo esto lo hizo por amor a Dios y al prójimo ya que le costaba personalmente la vida comunitaria.

Tenía una tierna devoción por la Santísima Virgen María, lleno de confianza y cariño filial. Estaba convencido de que “si logro amar a María, tengo segura mi salvación; perseveraré en la vida religiosa, alcanzaré cuanto quisiere; en una palabra, seré todopoderoso”.

Solía repetir diariamente “quiero amar a María” y un año antes de morir firmó con su sangre la siguiente promesa: “afirmar y defender donde quiera la Inmaculada Concepción de la Virgen María”.

En 1618 fue enviado al Colegio Romano de los jesuitas en Roma, donde una vez más sobresalió en los estudios y deberes. Poseía una inteligencia prodigiosa y durante su vida llegó a dominar varios idiomas como el inglés, francés, alemán, flamenco, italiano, latín y griego.

Poco a poco se fue ganando el cariño de sus nuevos formadores y compañeros. Luego de un certamen en el colegio, tuvo que ser ingresado a la enfermería por unos dolores de cabeza.


Su superior ya se había percatado meses antes de estos malestares y de su cansancio crónico, pero casi nadie lo había notado debido a que Berchmans siempre estaba atento a servir y a realizar los deberes, que él unía a la Pasión de Cristo.

Su salud fue decayendo hasta que partió a la Casa del Padre el 13 de agosto de 1621 producto de un “total agotamiento”. Notoria fue su alegría al morir y sus últimas palabras fueron: “Jesús, María”.

Fue beatificado en 1865 por el Beato Pío IX y canonizado en 1888 por el Papa León XIII. Su fiesta se celebra cada 26 de noviembre.

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 26 DE NOVIEMBRE DEL 2016


Contemplar el amor inmenso que Dios me tiene
Lucas 21, 34-36, Sábado XXXIV. Tiempo ordinario. Ciclo C. Estar en pie delante de Dios


Por: H. Balam Loza,LC | Fuente: www.missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, enséñame a orar. No sé orar. Así como cuando Tú invitaste a tus discípulos a orar contigo así me encuentro yo. Dame más fe, para darme cuenta quién está delante de mí: Dios mismo. A veces al ver la Eucaristía me acostumbro y sin embargo eres Tú quien está aquí. Aumenta mi amor para que no tenga que decir muchas palabras sino que puede estar aquí como un amigo hablando de corazón a corazón.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 21, 34-36
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Estén alerta, para que los vicios, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel día los sorprenda desprevenidos; porque caerán de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra".
Velen, pues, y hagan oración continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre". 
Palabra del Señor
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
«Llevamos un tesoro en vasos de barro». No hace falta reflexionar mucho para darnos cuenta de lo débiles que somos. Apenas uno sale de misa y ya está pensando mal o peleándose con alguno o simplemente criticando con buenas formas la homilía «aburrida» del padre. Y sí, es normal pues somos débiles. El mismo san Pedro, apenas había dicho a Jesús que no lo negaría nunca y pocas horas más tarde ya estaba negándolo. Sí, era un hombre tan normal como cualquiera.
Sin embargo vio a Jesús. Y esa mirada le cambio la vida. Encontró la misericordia de Dios y eso le dio la fortaleza para vigilar continuamente. Su oración ya no era de palabras hermosas sino una verdadera amistad con Cristo, una profunda relación con Él. Tal vez no le prometía grandes cosas, pero puso en las manos de Jesús, ese pobre amor. Sabía que no le podía dar mucho, pero le dio todo lo que tenía.
Y la oración no es decir mucho, no es pensar mucho, no es ofrecer mucho. Es simple y sencillamente ver esa mirada de Jesús, contemplar el amor inmenso que Dios me tiene y poner en sus manos ese pobre amor mío. Pero si bien es pobre, es el amor que Jesús nos pide. El amor que yo le puedo dar. Y eso es la oración, ponernos en manos de Dios tal cual somos.
Tal vez, apenas salgamos tropezaremos, pero si reconocemos nuestros límites le permitimos a Dios que entre. Cuando reconocemos que no podemos es cuando el Señor nos fortalece.
«El núcleo central en torno al cual gira el discurso de Jesús es Él mismo, el misterio de su persona y de su muerte y resurrección, y su regreso al final de los tiempos. Nuestra meta final es el encuentro con el Señor resucitado. Yo os quisiera preguntar: ¿cuántos de vosotros pensáis en esto? Habrá un día en que yo me encontraré cara a cara con el Señor. Y ésta es nuestra meta: este encuentro. Nosotros no esperamos un tiempo o un lugar, vamos al encuentro de una persona: Jesús. Por lo tanto, el problema no es «cuándo» sucederán las señales premonitorias de los últimos tiempos, sino el estar preparados para el encuentro. Y no se trata ni si quiera de saber «cómo» sucederán estas cosas, sino «cómo» debemos comportarnos, hoy, mientras las esperamos. Estamos llamados a vivir el presente, construyendo nuestro futuro con serenidad y confianza en Dios.»
 (Homilía de S.S. Francisco, 15 de noviembre de 2015).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, Jesús, voy a dedicar un momento, delante de algún sagrario, para hacer un rato de oración. Aprovecharé para leer con calma el salmo 103.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén