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jueves, 4 de agosto de 2016

LOS SANTOS DE HOY JUEVES 4 DE AGOSTO 2016

Aristarco, Santo
Discipulo de San Pablo, 4 de agosto
Guillermo Horn, BeatoGuillermo Horn, Beato
Monje y Mártir, 4 de agosto
Enrique Krzysztofik, BeatoEnrique Krzysztofik, Beato
Presbítero y Mártir, 4 de agosto
Cecilia Cesarini, BeataCecilia Cesarini, Beata
Religiosa, 4 de agosto
Federico Janssoone, BeatoFederico Janssoone, Beato
Presbítero franciscano, 4 de agosto
Juan María Vianney, SantoJuan María Vianney, Santo
Memoria Litúrgica, 4 de agosto

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 4 DE AGOSTO 2016


Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Tiempo Ordinario



Mateo 16, 13-23. Tiempo Ordinario. Cristo ha querido establecer una alianza conmigo porque me ama. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 16, 13-23
Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?» Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas». Él les dijo: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo». Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que Él era el Cristo. Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que Él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!» Pero Él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!

Oración introductoria
Jesús, al igual que Pedro no me gusta, en muchas ocasiones, el camino que debo recorrer para aspirar a la santidad. Por eso hoy, con mucha fe y esperanza, te busco en la oración para suplicarte me concedas llegar a percibir tus sentimientos y conocer a fondo tu corazón. Que el centro de mi oración seas Tú, y no tanto mis problemas o dificultades personales.

Petición
Señor, que sepa reconocerte siempre como tu instrumento, porque Tú eres la única fuente que emana el bien que puedo hacer.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Una Noticia, una Persona, un Camino.
Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. En estas palabras, sencillas pero profundas, tengo un resumen del mensaje contenido en el Evangelio. Ya lo decía el Papa Benedicto XVI: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.» (Deus Caritas est, 1). Cristo mismo es la Buena Noticia que ha entrado en mi vida. Saber que tengo un Salvador da una perspectiva totalmente nueva a todo lo que hago,  una «orientación decisiva» de cada acción, hacia un Dios que vive en mí.
¿Cómo se conoce a Cristo? Ciertamente, Él es mucho más de lo que puede aparecer en un libro o de lo los rumores digan por ahí. ¡Mucho más! Hay en Él una riqueza que apenas puedo imaginar. Conocerlo realmente es en el fondo un don del Padre, algo que llega hasta el fondo del alma y que ilumina toda mi realidad. Pido, pues, en esta oración:Señor, enséñame quién es Jesús, quién es tu Hijo.
Conocer a Cristo no es un fenómeno repentino, de la noche a la mañana. Así como en las madrugadas va saliendo el sol, poco a poco la luz y el calor lo inundan todo, pero todavía queda algo de oscuridad, algo así pasa con descubrir a Cristo. Pedro tenía ya una idea de Jesús, pero poco después de su profesión de fe veo que no ha captado el mensaje completo. Su vida no estaba del todo conformada con el Señor…


Y de igual modo mi vida cristiana es más bien un camino donde ya está amaneciendo, pero aún tengo que seguir avanzando en el conocimiento de Cristo. La plenitud llegará en el cielo, y aquí en la tierra tengo la esperanza de crecer cada día un poquito más. Le pido a Dios, este día, que me haga descubrir un poco mejor a Cristo; seré dócil para que Él hoy ilumine un nuevo espacio en mi vida.
«El Señor Jesús repite a cada uno de nosotros su pregunta: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Una pregunta clara y directa, ante la cual no es posible huir o permanecer neutrales, ni postergar la respuesta o delegarla a otro. Pero en ello no hay nada de inquisitorio, es más, ¡está llena de amor! El amor de nuestro único Maestro, que hoy nos llama a renovar la fe en Él, reconociéndolo como Hijo de Dios y Señor de nuestra vida. Y el primero en ser llamado a renovar su profesión de fe es el Sucesor de Pedro, que tiene la responsabilidad de confirmar a los hermanos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 22 de febrero de 2016)


Reflexión
La fidelidad de Dios es eterna y ha mantenido su promesa y su alianza de generación en generación, independientemente de las infidelidades, rebeldías, traiciones e idolatrías de su pueblo.

La historia del pueblo de Israel es este concatenarse de la fidelidad de Dios y de la infidelidad de su pueblo. La alianza encuentra su pleno cumplimiento en Cristo y en la fundación de su Iglesia. Cristo sella el inicio de la nueva alianza al fundar su Iglesia sobre los Apóstoles, con Pedro como fundamento visible en la tierra: el Papa. Y ratifica esta "alianza nueva y eterna" en el momento de la institución de la Eucaristía, memorial de su pasión redentora, pacto sellado en su Sangre preciosa para la remisión de todos los pecados.

La respuesta inspirada de Pedro –"esto no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en los cielos"– es el conocimiento interior prometido por Dios para aquellos con quienes establece la nueva alianza: "todos me conocerán". Su Iglesia es el nuevo pueblo, con un mandamiento nuevo, con una doctrina nueva, llamada a crear hombres nuevos bajo la guía del Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro.

Señor, crea un mí un corazón nuevo para poder conocerte, amarte y vivir en tu Iglesia el mandamiento nuevo del amor, en respuesta a tu elección y a la nueva alianza que has querido establecer libremente conmigo porque me amas.

Propósito
Renunciar a algo que me cuesta mucho (como oir música un día), y ofrecerlo a Dios por aquellas personas que han perdido su fe.

Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, porque siendo Hijo de Dios, has dado tu vida por mí, porque me amas. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu Palabra. Tú me conoces, sabes de mi debilidad, de mi temor al sacrificio, al dolor, por eso confío en Ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

SAN JUAN MARÍA VIANNEY, EL SANTO CURA DE ARS, PATRONO DE LOS PÁRROCOS, 4 DE AGOSTO


Hoy 4 de agosto es la fiesta de San Juan María Vianney, el cura de Ars patrono de los párrocos


 (ACI).- El 4 de agosto la Iglesia celebra a San Juan Bautista María Vianney o Cura de Ars, por el nombre del pueblo en Francia donde sirvió por muchos años.

Es el patrono de los párrocos y se le considera un gran confesor, tenía el don de profecía, recibía ataques físicos del demonio y vivió entregado a la mortificación y la oración. 

Este año se celebran los 201 años de su ordenación sacerdotal que se realizó el 13 de agosto de 1815. Su gran amor por la salvación de las almas lo llevaba a pasar muchas horas en el confesionario donde arrebata varias almas al demonio.


Era desprendido de las cosas materiales, al punto que dormía en el suelo de su cuarto porque regaló la cama. Comía papas y de vez en cuando un huevo hervido. Solía decir que “el demonio no le teme tanto a la disciplina y a las camisas de pelo; lo que realmente teme es a la reducción de comida, bebida y sueño".

Una vez el demonio hizo temblar su casa por 15 minutos, en otra ocasión quiso sacarlo de la Misa e incendió su cama, pero el santo mandó a otras personas a apagar el fuego y él no dejó el altar. Por horas el enemigo hacía ruidos para no dejar dormir al santo, y hasta le gritaba debajo de la ventana: "Vianney, Vianney come papas".

Una de las secuelas de la revolución en Francia, fue la ignorancia religiosa. Para remediar esta situación el Santo pasaba noches enteras en la pequeña sacristía componiendo y memorizando sus sermones, pero al no tener muy buena memoria, le costaba retener lo que escribía.

Instruía a los niños en el catecismo y luchó para que la gente no trabajara o estuviera en las tabernas los domingos. En una de sus homilías dijo que "la taberna es la tienda del demonio, el mercado donde las almas se pierden, donde se rompe la armonía familiar”. Poco a poco logró que la taberna se cierre y que gente se acercar a Dios.

Su popularidad fue creciendo y llegaban miles de personas al pueblo de todas partes para confesarse con él. Más adelante se concedió al pueblo el permiso de construir una Iglesia, lo que garantizaría la permanencia del santo. Su tierno amor por la Virgen María llevó a que consagre su parroquia a la Reina del Cielo.

A las 2 a.m. del sábado 4 de Agosto de 1859, el Santo cura de Ars partió a la Casa del Padre. Fue canonizado en la fiesta de Pentecostés de 1925 por el Papa Pío XI.

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EL SANTO CURA DE ARS


En 1806, el cura de Ecully, M. Balley, abrió una escuela para aspirantes a eclesiásticos, y Juan Bautista María Vianney fue enviado a ella. Aunque era de inteligencia mediana y sus maestros nunca parecen haber dudado de su vocación, sus conocimientos eran extremadamente limitados, limitándose a un poco de aritmética, historia, y geografía, y encontró el aprendizaje, especialmente el estudio del latín, excesivamente difícil. Uno de sus compañeros, Matthias Loras, después primer obispo de Dubuque, le ayudaba en sus lecciones de latín.

Pero ahora se presentó otro obstáculo. El joven Vianney fue llamado a filas, al haber obligado la guerra de España y la urgente necesidad de reclutas a Napoleón a retirar la exención que disfrutaban los estudiantes eclesiásticos en la diócesis de su tío, el Cardenal Fesch. Matthieu Vianney intentó sin éxito procurarse un sustituto, de modo que su hijo se vio obligado a incorporarse. Su regimiento pronto recibió la orden de marchar. La mañana de la partida, Juan Bautista María fue a la iglesia a rezar, y a su vuelta a los cuarteles encontró que sus camaradas se habían ido ya. Se le amenazó con un arresto, pero el capitán del reclutamiento creyó lo que contaba y lo mandó tras las tropas. A la caída de la noche se encontró con un joven que se ofreció a guiarle hasta sus compañeros, pero le condujo a Noes, donde algunos desertores se habían reunido. El alcalde le persuadió de que se quedara allí, bajo nombre supuesto, como maestro. Después de catorce meses, pudo comunicarse con su familia. Su padre se enfadó al saber que era un desertor y le ordenó que se entregara pero la cuestión fue solucionada por su hermano menor que se ofreció a servir en su lugar y fue aceptado.

Juan Bautista María Vianney reanudó entonces sus estudios en Ecully. En 1812 fue enviado al seminario de Verrieres; estaba tan mal en latín que se vio forzado a seguir el curso de filosofía en francés. Suspendió el examen de ingreso al seminario propiamente dicho, pero en un nuevo examen tres meses más tarde aprobó. El 13 de Agosto de 1815 fue ordenado sacerdote por Monseñor Simon, obispo de Grenoble. Sus dificultades en los estudios preparatorios parecen haberse debido a una falta de flexibilidad mental al tratar con la teoría como algo distinto de la práctica - una falta justificada por la insuficiencia de su primera escolarización, la avanzada edad a la que comenzó a estudiar, el hecho de no tener más que una inteligencia mediana, y que estuviera muy adelantado en ciencia espiritual y en la práctica de la virtud mucho antes de que llegara a estudiarla en abstracto. Fue enviado a Ecully como ayudante de M. Balley, quien fue el primero en reconocer y animar su vocación, que le instó a perseverar cuando los obstáculos en su camino le parecían insuperables, que intercedió ante los examinadores cuando suspendió el ingreso en el seminario mayor, y que era su modelo tanto como su preceptor y protector. En 1818, tras la muerte de M. Balley, Vianney fue hecho párroco de Ars, una aldea no muy lejos de Lyon. Fue en el ejercicio de las funciones de párroco en esta remota aldea francesa en las que el "cura de Ars" se hizo conocido en toda Francia y el mundo cristiano. Algunos años después de llegar a Ars, fundó una especie de orfanato para jóvenes desamparadas. Se le llamó "La Providencia" y fue el modelo de instituciones similares establecidas más tarde por toda Francia. El propio Vianney instruía a las niñas de "La Providencia" en el catecismo, y estas enseñanzas catequéticas llegaron a ser tan populares que al final se daban todos los días en la iglesia a grandes multitudes. "La Providencia" fue la obra favorita del "cura de Ars", pero, aunque tuvo éxito, fue cerrada en 1847, porque el santo cura pensaba que no estaba justificado mantenerla frente a la oposición de mucha buena gente. Su cierre fue una pesada prueba para él.

Pero la principal labor del Cura de Ars fue la dirección de almas. No llevaba mucho tiempo en Ars cuando la gente empezó a acudir a él de otras parroquias, luego de lugares distantes, más tarde de todas partes de Francia, y finalmente de otros países. Ya en 1835, su obispo le prohibió asistir a los retiros anuales del clero diocesano porque "las almas le esperaban allí". Durante los últimos diez años de su vida, pasó de dieciséis a dieciocho horas diarias en el confesionario. Su consejo era buscado por obispos, sacerdotes, religiosos, jóvenes y mujeres con dudas sobre su vocación, pecadores, personas con toda clase de dificultades y enfermos. En 1855, el número de peregrinos había alcanzado los veinte mil al año. Las personas más distinguidas visitaban Ars con la finalidad de ver al santo cura y oír su enseñanza cotidiana. El Venerable Padre Colin se ordenó diácono al mismo tiempo, y fue su amigo de toda la vida, mientras que la Madre Marie de la Providence fundaba las hermanas auxiliadoras de las ánimas del purgatorio por su consejo y con su constante aliento. Su dirección se caracterizaba por el sentido común, su notable perspicacia, y conocimiento sobrenatural. A veces adivinaba pecados no revelados en una confesión imperfecta. Sus instrucciones se daban en lenguaje sencillo, lleno de imágenes sacadas de la vida diaria y de escenas campestres, pero que respiraban fe y ese amor de Dios que era su principio vital y que infundía en su audiencia tanto por su modo de comportarse y apariencia como por sus palabras, pues al final, su voz era casi inaudible.

Los milagros registrados por sus biógrafos son de tres clases:

En primer lugar, la obtención de dinero para sus limosnas y alimento para sus huérfanos; en segundo lugar, conocimiento sobrenatural del pasado y del futuro; en tercer lugar, curación de enfermos, especialmente niños.

El mayor milagro de todos fue su vida. Practicó la mortificación desde su primera juventud, y durante cuarenta años su alimentación y su descanso fueron insuficientes, humanamente hablando, para mantener su vida. Y aun así, trabajaba incesantemente, con inagotable humildad, amabilidad, paciencia, y buen humor, hasta que tuvo más de setenta y tres años.

El 3 de Octubre de 1874 Juan Bautista María Vianney fue proclamado Venerable por Pío IX y el 8 de Enero de 1905, fue inscrito entre los Beatos. El Papa Pío X lo propuso como modelo para el clero parroquial.

[Nota: En 1925, el Papa Pío XI lo canonizó. Su fiesta se celebra el 4 de Agosto]

SUSAN T. OTTEN Transcrito por Gerard Haffner Traducido por Francisco Vázquez